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Libre
importación y proteccionismo en la sociología Argentina. Crítica de
Hernández Arregui a los sociólogos importados.*
Por Juan Esteban Godoy (Sociólogo, UBA)
Juanestebangodoy@hotmail.com
“Rechazamos todo intento de revivir
la sociología
modernizante que actuó como ideología antipopular
en el período que sigue al derrocamiento del pueblo en la
Argentina, el gobierno del General Juan Domingo Perón” *
* [de la Declaración de los docentes peronistas de la
Carrera de Sociología. En Hernández Arregui, Juan José.
(2004). La formación de la conciencia nacional.
Buenos Aires: Peña Lillo (Continente), páginas 414-415.]
Scalabrini Ortíz iba a sostener, allá por 1940 en el prólogo a Política
británica en el Río de La Plata, la siguiente idea “Todo lo que nos rodea es
falso o irreal. Es falsa la historia que nos enseñaron. Falsas las creencias
económicas con que nos imbuyeron. Falsas las perspectivas mundiales que nos
presentan y las disyuntivas políticas que nos ofrecen”i. Así el autor de El
hombre que está solo y espera, reclamaba una virginidad en el pensamiento, para
poder pensar los problemas de la nación según nuestros propios intereses.
Hernández Arregui, varios años después, en consonancia con dicha frase
argumentaría que “ya no tenemos padres. No queremos que nos enseñen nada, porque
esa enseñanza fue siempre, en todos los casos, una enseñanza contra nosotros
mismos”ii, no se refiere al pensamiento nacional en desarrollo ya hace años
(recordemos que Arregui será uno de los primeros autores que haga referencia a
F.O.R.J.A.iii), sino que hace referencia a un tipo de conocimiento realiza su
construcción desligado de las necesidades de la nación y del pueblo, así solo
queda como un conocimiento aparente, formal.
En tanto esta forma de construcción de conocimiento, el autor de ¿qué es el ser
nacional?, va a criticar a la sociología argentina surgida al calor del golpe de
estado perpetrado contra el peronismo que se autodenominara Revolución
Libertadora. Esa sociología que, recordemos, es creada por Gino Germani (quién
había nacido en Roma y se había sido exiliado de la Italia fascista de
Mussolini) en el año 1957, como parte de un “proceso de modernización” (en el
que también aparecen otras carreras).
Modernización decíamos, ésta implica un cierto orden institucional, dejar atrás
el pasado. Un corte abrupto se producía, un punto de partida, el origen, pero
¿qué era entonces lo anterior al surgimiento de la sociología institucionalizada
como ciencia con un método determinado?, una sombra aparecía sobre la anterior,
dudas que finalmente se disiparían al establecerse una línea que divide lo que
es ciencia, conocimiento científico de lo que no lo es, lo que no es
conocimiento sociológico será catalogado como pensamiento social, realismo
social, intuicionismo, impresionismo, ensayismo, etc.iv Nos basta para observar
la impronta de éste tipo de pensamiento en la actualidad, recorrer los
diferentes programas de las universidades de nuestro país, y dar cuenta de cómo
son denominadas las materias de tendencia opuesta a la que tiene posición
hegemónica en las aulas.
Se escuchará hablar de los profesores de la intervención de la universidad de
Buenos Aires, realizada por el historiador José Luis Romero (quién había
realizado un profundo estudio de la época medieval y del surgimiento de la
burguesía, pero poco había estudiado de nuestro paísv), como las flores de
Romero, en contraposición a los profesores de tendencia nacional a los que se
los había denominado flor de ceibo (declarada hacía años como flor nacional, y
utilizada peyorativamente primero para descalificar la producción nacional
acelerada por el proceso de sustitución de importaciones). Arturo Jauretche
sostiene al respecto que “retornan a la universidad los “viejos maestros”, e
ingresan los “flor de Romero” que serán semilla de “viejos maestros”, mientras
el viento barre las últimas “flores de ceibo”.vi
Hernández Arregui pondrá en consideración el entramado entre el mundo académico
y el proceso dictatorial surgido en contra de las mayorías populares del país,
así “Arregui pone en tela de juicio la vinculación directa que existió entre la
violencia política de 1955, el proyecto de extranjerización de la economía
impuesto y la función justificadora de la academia (…) las opiniones de Arregui
colocan en el tapete un hecho poco difundido en la historia de la sociología en
el país y es la aprobación de varios profesores y funcionarios, pública y
manifiesta, al golpe militar de 1955”vii. Recordemos que el autor de
Imperialismo y cultura, va a ser destituido de las cátedras en las que se
desenvolvía como profesor (había trabajado, por ejemplo, durante el peronismo en
la Universidad de Buenos Aires y en La Plata).
Es en este contexto desde donde criticará a la sociología, impugnará tanto el
apoyo explícito de la intelligentzia de la semi-colonia, como el silencio
cómplice, “esta intelligentzia (…) por la doble gravitación de la oligarquía y
el imperialismo, no cree en lo nacional (…) una intelligentzia divorciada del
pueblo cumplirá siempre una función antinacional al contribuir con su anemia
cultural a la falta de fe en el país”.viii
Las críticas del autor de Peronismo y socialismo hacia la sociología que profesa
Gino Germani, es que este último pretende poner relevancia en las diferencia
raciales y nacionales de los países de Nuestra América, negar la existencia en
nuestro país de negros y de la población indígena, sostener la existencia de
amplios sectores de la sociedad argentina como pertenecientes a la clase media,
conjuntamente con el papel modernizador de las inmigraciones, todo lo cual
vendría a asemejar a nuestro país a Estados Unidos, Inglaterra y/o Alemania,
alejándolo de los países surgidos luego del proceso de balcanización (con una
fuerte influencia de las potencias imperiales). La denigración de todo lo
autóctono en detrimento de lo extranjero. Es que “el intelectual colonial
acostumbra identificar la cultura con la cultura europea”ix.
La sociología de Germani, aparece en la pluma de Arregui, como la negación del
pueblo (e indefectiblemente de la nación), y de cualquier proceso de
transformación de la “estructura social”, pues según el primero los únicos
cambios posibles dado este marco de la sociedad argentina eran “progresivos”,
una transición ordenada. No hay tampoco sociedad Argentina conservadora como
dice Germani, dado que se observa una agitación política y social en todo el
país.
Nuestro autor da cuenta de que entre las naciones del Continente Latinoamericano
hay una unidad lingüística y cultural, poniendo como contradicción principal la
de los sectores oprimidos y opresores, negando las diferencias raciales y
nacionales. Además, y aquí también está considerando la idea germaniana de la no
existencia de poblaciones indígenas, negros en la Argentina y el supuesto papel
cumplido por la inmigración, “el señor Germani, como la oligarquía, y en
general, como el habitante medio de Buenos Aires, confunde a voluntad o no, la
ciudad puerto con el país entero (…) un viaje por el interior del país (…) lo
persuadiría de la sobrevivencia activa, creadora, y hasta políticamente
combativa en el orden social, de ese folclore nacional”.x El folclore aparece
aquí como el conjunto de las tradiciones populares.
Es una ciencia, una sociología la de Germani que se pretende (por la utilización
del método) una ciencia objetiva, que dejaría de lado las pasiones y la
política, no nos hace falta ahondar mucho en la imposibilidad de un sujeto de
hacer a un lado sus pasiones, ideas políticas, etc. a la hora de hacer ciencia.
Pero no es inocente el “olvido” por parte del autor de Estructura social de la
Argentina, pues así se posiciona como la ciencia, la objetividad y en tanto
esto, como el mejor calificado (o el único) para hablar de la sociedad, como la
verdad.
No obstante las críticas que desarrollamos, nuestro autor considera y rescata el
desarrollo de una conciencia nacional, de un pensamiento nacional, así sostiene
que “la conciencia de la necesidad de una filosofía autónoma, no antieuropea
pero sí americana, profetiza la aparición de pensadores fidedignos. En América
Hispánica ese señuelo ha empezado por la literatura, se ha continuado por la
revisión de la historia y el interés, nada casual, por la sociología”xi. Tenemos
entonces trazado el camino, la literatura, el revisionismo histórico y por
último la sociología, Enrique Berger considera en relación que “lo real aparece
en la conciencia como expresión, recuerdo y conocimiento”.xii
No pretendemos que aquí se transmita la idea que Hernández Arregui despreciaba
todo conocimiento venido de otras tierras, de otros continentes, sino que él nos
llama la atención acerca de la importación acrítica de ideas, conceptos, etc. de
otras realidades ajenas a la nuestra en tiempo y/o espacio, se trata de
incorporar los conocimientos en tanto aporten a nuestra cultura. Pues, “cuando
la intelligentzia de un país recibe su lumbre espiritual no del “humus”
colectivo, sino de los focos externos con su luz extenuada se alejan del pueblo,
se opera al mismo tiempo la deformación de la historia, y el pueblo es negado o
desechado”xiii. Libre-importación o proteccionismo, uno de los enfrentamientos
que recorre la historia nacional desde sus comienzos.
Hernández Arregui pretende una sociología creativa, no una “sociología del
loro”, repetidora de fórmulas sin reflexión, sociología militante, de compromiso
con las causas nacionales, populares, que apunten a la liberación de las
ataduras de la nación, así “el intelectual que no usa sus conocimientos como
militancia, de hecho acepta el régimen colonial que paga la existencia de una
inteligencia incolora y adicta”xiv.
i Scalabrini Ortíz, Raúl (2001). Política británica en el Río de la Plata.
Buenos Aires: Plus Ultra, página 7.
ii Hernández Arregui, Juan José. (2004). Nacionalismo y liberación. Buenos
Aires: Peña Lillo (Continente), página 170.
iii Galasso, Norberto. (1986). J.J. Hernández Arregui: del peronismo al
socialismo. Buenos Aires: Ediciones del Pensamiento Nacional.
iv Wainsztok, Carla. (2007). Gino Germani y la enseñanza de la sociología.
Sociología en debate. 1. 26-31.
v Galasso, Norberto. (1999). La historia social. Cuadernos para la Otra Historia
Nº 2. Buenos Aires: Centro Cultural Enrique Santos Discépolo.
vi Jauretche, Arturo. (2004). Los Profetas del Odio y la Yapa los profetas.
Buenos Aires: Corregidor, página 131.
vii Recalde, A. (Marzo, 2010). Hernández Arregui y la sociología Argentina,
página 12. Disponible en
http://hernandezarregui.blogspot.com/
viii Hernández Arregui, Juan José. (1973). ¿Qué es el ser nacional?. Buenos
Aires: Plus Ultra, página 160.
ix Ibídem, página 154.
x Hernández Arregui, Juan José. (2004). Op Cit., página 158.
xi Hernández Arregui, Juan José. (1973). Op Cit., página 302.
xii Berger, Enrique. (2000). Sobre método y estética de la reflexión social: la
sociología en el pensamiento de J.J. Hernández Arregui. En H. González (Comp.).
Historia crítica de la sociología Argentina (pp. 293-300). Buenos Aires:
Colihue, página 294.
xiii Hernández Arregui, Juan José. (1973). Op. Cit., página 160.
xiv Hernández Arregui, Juan José. (1973a). Peronismo y socialismo. Buenos Aires:
Corregidor, página 163.
* Publicada Originalmente en el Centro de Estudios Hernández Arregui