
HOMERO MANZI:
EL HOMBRE Y SU EPOCA
Por José Luis Muñoz Azpiri (h)
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Homero
Manzi (1907-1951)
LECTURA RECOMENDADA
Un texto de Jauretche sobre Homero Manzi (1966)
| Letras de Homero Manzi


Hace
unos años, comentaba Oscar Conde un chiste de Crist aparecido en
Clarín el 29 de febrero de 1996, donde aparecían dos compadritos
caminando bajo la "luna suburbana" (así lo señalaba gráficamente
una flecha). Uno le preguntaba al otro. "¿Por qué definirán al tango
como un sentimiento triste que se baila?". Y el segundo le responde:
"Porque lo cantan los japoneses, lo escuchan los españoles, lo
bailan los alemanes y holandeses y los argentinos lo olvidan".
Ilustración: El Tomi
Al
margen de la humorada, el comentario no deja de ser dolorosamente
cierto. Porque no se trata del tango solamente, sino de toda su
cultura que vive una hoy una crisis indigna de su historia, sea
por desprotección, por la ausencia de nuevos talentos o por una
falta de adecuación a un público y un mercado cada vez más difíciles
de seducir. Y nos referimos a la poética como una concepción y una
práctica de la literatura, dado que la misma tiene una relación
directa con el campo ideológico y político.
Concretamente a la poética surgida de la "cultura popular" porque
en ella se sintetizan las tradiciones, los caracteres y la memoria
de un país. Y por ello en sus manifestaciones es donde se presentan
con mayor nitidez los rasgos característicos de la identidad de
un pueblo. Pero quisiéramos todavía diferenciar claramente las nociones
de "popular" y "popularidad", confundidas de manera tan frecuente
por los medios de comunicación, aún cuando resulta manifiesto que
la segunda de estas nociones se asocia a la "cultura de masas".
Para ello nos remitimos a las apreciaciones de García Canclini:
"Para los medios lo popular no es el resultado de las tradiciones,
ni de la "personalidad" colectiva, ni se define por su carácter
manual, artesanal, oral, en suma, premoderno. Los comunicólogos
ven la cultura popular contemporánea constituida a partir de los
medios electrónicos, no como el resultado de diferencias locales,
sino de la acción difusora e integradora de la industria cultural.
La noción de popular construida por los medios y en buena parte
aceptada por los estudios en este campo, sigue la lógica del mercado.
"Popular" es lo que se vende masivamente, lo que gusta a multitudes.
En rigor, al mercado y a los medios no les importa lo popular como
cultura o tradición; más que la formación de la memoria histórica,
a la industria cultural le interesa construir y renovar el contacto
simultáneo entre emisores y receptores".(García Canclini, N. "Culturas
híbridas" Sudamericana. Buenos Aires.1992)
El ejemplo más patético de lo antedicho, lo sufrimos en la Argentina
de la euforia menemista, bisagra entre la "manteca al techo" de
los tilingos de 1920 en París y la "comunidad artística" de Miami,
suerte de engendro en el que se entremezclaron cantantes, humoristas,
modistas y conductores de programas de televisión con narcotraficantes
y otros tipos de calaña variada. "La comunidad artística pasó a
ser, además, la rampa de lanzamiento para quién quisiera conquistar
los mercados artísticos latinoamericanos. Un nuevo "jet set", para
consumo de centro y sudamericanos, iba surgiendo. Con la lubricación
necesaria que proporcionaban las "relaciones carnales", desembarcó
parte de esa farándula. Cuando se inauguraron los primeros "boliches
de salsa" en Buenos Aires, o cuando la bailanta – versión local
de la música pop latina – irrumpió en las clases altas nacionales,
no se trataba de influencia hondureña, costarricense o venezolana.
La movida venía de Miami, así como las telenovelas comenzaba a llegar
de Puerto Rico, su correlato insular" (Palazzolo, Pablo "Política
Plástica. Breve ensayo sobre el Menemismo y los valores culturales
de la sociedad argentina" En: "Signos universitarios" Año XVI Nº
32 julio /diciembre 1997)
Recordemos a la hoy
Máxima de Holanda invitando a Ricky Maravilla a Punta del Este.
Tal ha sido nuestra degradación, de Homero Manzi a Palito Ortega,
de la "Orquesta típica" a la "Música Tropical".
No obstante, el actual boom del tango en el mundo y en la actual
meca turística del Plata, su vocación universalista podríamos decir,
tiene varios antecedentes en el pasado, comenzando por la propia
existencia que define el género. Blas Matamoro afirma que, sin significar
lo mismo, el vocablo tenía ya carta de ciudadanía en latín, varios
dialectos del África negra y aún ¡en japonés!, sin hablar ya del
más conocido término español que alude a una antigua contradanza
renacentista bailada en Andalucía. Más tarde, en los principios
del siglo XX, ese espíritu ecuménico se irradió más allá del límite
puramente verbal. Fue cuando decenas de bailarines, autores y cantantes,
principalmente argentinos, invadieron con sus ritmos París – como
ocurre en nuestros días – aunque en virtud del "3 a1", que ya de
por sí podría ser la letra de un tango, son los pasajeros de los
cruceros europeos los que ahora invaden las calles de la Reina del
Plata.
Esa repercusión internacional, no se genera en las letras de tango,
muchas de las cuales semejan añejas o directamente incomprensibles
para un porteño joven; sino que tiene hoy su fundamento más fuerte
en la atracción de la danza, un diálogo entre los cuerpos tan sensual
y profundo que es difícil que alguien no quede atrapado en la vitalidad
de su lenguaje. Y, en un segundo lugar, en las seducciones provocadas
por las expresiones del canto y la música, a punto tal, que la mayoría
de los finlandeses creen que el tango es creación propia.
Sin perjuicio de reconocer y aún de disfrutar ese éxito, es indudable
sin embargo que no hay lugar donde esta expresión artística pueda
ser mejor interpretada que el propio Río de la Plata. Porque más
allá de sus componentes universales, el tango contiene muchos otros
que sólo puede ser leídos y descifrados correctamente por los hombres
de estas latitudes, los verdaderos protagonistas de sus historias,
de las peripecias que narra. Las variaciones varían según se refieran
a la música: es triste, quejumbroso, agonizante, compadre, rezongón;
o la danza: es sensual, fascina, envuelve con sus filigranas; o
al canto: es una "pena que canta", es "sollozo del triste que espera",
es amigo, confidente. Se opone su origen oscuro a su gloria internacional,
se le confunde con Buenos Aires, olvidando que es creación y patrimonio
de una vasta área cultural.
Comenta Idea Vilariño que: "El alcohol, las copas, dan lugar a numerosos
tangos, con una fórmula reiterada: se bebe para olvidar. Pero es
imposible abordar los asuntos que aborda este cancionero. Parece
que buscara agotar una realidad precisamente en todos aquellos aspectos
que la poesía culta desdeñó – o solo trató siguiendo al tango -.
Aparte de todo lo ya mencionado: el payador, el trovero, Gardel,
el carnaval, las carreras, la barra de la esquina, el cigarrillo,
el taximetrero, la vejez, la crisis, el circo, el café, la garconnière,
el zapatero remendón, el cuarteador, el haragán, Yrigoyen, Dios."
Y agrega : "En los comienzos hubo una natural confusión entre la
música, sus cultores y su ecología. Era identificada con los prostíbulos
y los lugares de baile de mala fama, y con el "malevaje" que los
poblaba. En realidad aquellos músicos y aquellos bailarines solo
en parte eran malevos, es decir, cafisios, asesinos, lunfardos.
El compadre era en general hombre de trabajo – carrero, albañil,
estibador; venía de los mataderos, del mercado, del puerto, del
pescante del tranvía -. Pero sus lugares de diversión eran, sin
duda ambientes bravos, que no podían frecuentarse sin armas y sin
tener habilidad para manejarlas. Las llevaban incluso algunas mujeres.
En ellos, como se ha observado más de una vez, una enorme maza de
desplazados y de solitarios hacía su única forma posible de vida
social y encontraba los sucedáneos del amor; allí los valientes
podían mostrar su valor, hacer prevalecer su hombría, vivir peligrosamente,
mezclados, sin duda, con aquellos rufianes, prostitutas y ladrones.
La pacatería, que aplicaba criterios morales y no artísticos, se
ensañó con su música y también la hipocresía, porque seguramente
los muchachos de familia honesta y los señoritos que iban en patota
en busca de tango y de la aventura, eran unos años después los padres
de familia que no dejaban entrar a sus casas esa danza y esa música.
Y cuando el tango abandonó las ñoñerías cupleras y las candideces
campesinas, cuando dijo lo suyo en el habla de la calle, la censura
cayó también sobre el canto. Cayó desde todos los reductos de la
moral: de los modestos hogares honrados y desde las clases media
y alta, de esas señoras que, después que París devolvió el tango
convertido en una danza de moda, contrataban a Canaro para sus soirées,
aunque exigiendo que los músicos fuesen correctos y que no se cantara
nada de eso de "la catrera está cabrera". Y los intelectuales. Aún
cuando llegó el momento en que los excelentes letristas y la aceptación
de gente prestigiosa fueron provocando una revalorización y cierto
interés, o por lo menos cierta resignación frente a este hecho cultural,
quedó aún entre algunos de los más empinados intelectuales de ambas
márgenes del Plata un franco o recóndito desdén por el tango cantado.".
Frente a las voces de rechazo, Jean Richepin, delegado de la Academia
francesa pronuncia ante sus colegas una delirante y encendida defensa
del tango, y hasta el mismísimo Papa Pío X se ve forzado a expedirse,
concluyendo, después de una demostración coreográfica, que se trata
de una danza "moral".(Richepin, Jean "A propósito del tango" (edición
bilingüe) Academia Porteña del Lunfardo, Bs.As. 1988)
Esa misma danza sensual y pintoresca – aunque con serias modificaciones,
casi caricaturizada en verdad – es la que llevará a la pantalla
de los cines del mundo el legendario Rodolfo Valentino en Los cuatro
jinetes del Apocalipsis. Pero tras la aparición de Pascual Contursi
en el panorama de la música rioplatense el tango ya no volverá a
ser el de antes: ahora tendrá letra Y entonces sí será apropiada
la definición que da un Discepolín imaginado por Marechal en Megafón
o la guerra: "El tango es una posibilidad infinita". Y así es en
verdad, pues a partir de 1917 un complejo tejido de voces y temas
representativos del Río de la Plata comienza a entrelazarse. A propósito,
dice Borges:
"De valor desigual,
ya que notoriamente proceden de centenares y millares de plumas
heterogéneas, las letras de tango que la inspiración o la industria
han elaborado integran, al cabo de medio siglo, un casi inextricable
corpus poeticum que los historiadores de la literatura argentina
leerán, o en todo caso, vindicarán (...) es verosímil que hacia
1990 surja la sospecha o la certidumbre de que la verdadera poesía
de nuestro tiempo no está en La Urna de Banchs o en Luz de provincia
de Mastronardi, sino en las piezas imperfectas y humanas que se
atesoran en El alma que canta" (Borges, Jorge Luis "Historia del
Tango" En Evaristo Carriego, Emecé. Bs. As. 1995)
En verdad, un buen pronóstico, dado que difícilmente se encuentre
hoy una persona que pueda recordar un verso de Banchs o Mastronardi,
en cambio son muchísimas, y no solo en la Argentina sino en todo
el mundo de habla hispana las que podrían entonar tangos enteros.
Recordemos la delicada interpretación de El día que me quieras De
Luis Miguel y la espantosa de Julio Iglesias, por no decir la sublime
de Plácido Domingo. Es que dentro de este corpus del que hablaba
Borges se hallan incluidas las obras de grande poetas como Celedonio
Flores, Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi, Enrique Cadícamo
o Alfredo Le Pera. Si pensamos en la calidad de estas obras, coincidimos
con Waldo Frank en que el tango es "la danza popular más profunda
del mundo".
Y esto es así porque, como no ocurre con ninguna otra música popular,
el tango es filosófico. Los problemas esenciales de su temática
son, como hemos visto, la muerte, el paso inexorable del tiempo,
la sensación de desarraigo – medular, para nosotros - , la búsqueda
de la propia identidad, sin dejar de lado los tópicos tan universales
como el desamor o la nostalgia por el paraíso perdido (llámese la
infancia, la madre o el barrio).
El tango como reflejo social
En Buenos Aires existe desde hace tiempo una corriente de investigación
historiográfica que explora al tango como esa fuente inagotable
de informaciones sobre el pasado argentino, un espejo donde se refleja
con claridad la evolución y los vaivenes de la vida institucional,
social y política de este país. Si bien no integra esta escuela,
por ser el ámbito de sus investigaciones mucho más vasto, no podemos
dejar de nombrar a J.J. Hernández Arregui, quien certeramente describió
el marco ideológico y político al que hicimos referencia. En una
de sus obras más importantes "Imperialismo y Cultura", Hernández
Arregui analiza el tango como reflejo social y advierte que en 1930
la música popular de Buenos Aires, el tango, acentúa su tristeza:
"Los viejos tangos pertenecen a otra espiritualidad. A un período
concluido. Por eso están en decadencia sus temas. Las letras lunfardas
son ya ininteligibles o artificiales, del mismo modo que el arrabal
en que crecieron, hoy se ha transformado en barrio, en parte orgánica
de la ciudad, unido a ella por medios de transporte que han quebrantado
la separación de los aledaños sórdidos fomentadores de imágenes
siniestras. Y con frecuencia bellas cuando son expresadas por buenos
poetas populares. El tango es un producto social. En él se afirma
confusamente una diferenciación del hombre bajo de la ciudad que
se siente perseguido en todas partes. En uno de sus polos es un
sufrimiento y una resistencia frente al inmigrante que canta canzonetas.
Refleja, en sus orígenes, la pérdida de la personalidad anterior
vencida por la civilización europea entronizada y cuyo símbolo antipopular
es el orden policial. Se ha señalado también el carácter erótico
del tango. Este contenido existe. El tango se baila en silencio,
es sexo reconcentrado y agresivo. El hecho no debe extrañar ni debe
ser exagerado. El origen de la música popular es el ritmo y no la
melodía, y Freud piensa, que psicológicamente, a la música, fundamento
del baile – y el tango es danza – inquieta y subyuga "porque determina
un goce irracional, el cumplimiento alucinatorio de la libido: pero
no debe olvidarse que aún las expresiones más oscuras de la vida
instintiva están condicionadas por pautas sociales y culturales.
En tal sentido, el tango reproduce en forma musical – y las letras
sobre el tema lo atestiguan – ese proceso de racionalización de
los instintos elementales que la Cultura organizada opera sobre
grupos marginales de la sociedad. Sexo y creciente opresión cultural
bajo la forma de `protesta difusa frente a la vida solitaria en
un medio degradado por la pobreza y la inseguridad social. El tango
nace a fines del siglo XIX cuando la población extranjera supera
a la nativa. Vivir entre extranjeros que no hablan o hablan poco
abismados en sus propios problemas, crea una atmósfera poco propicia
a la alegría y cierta conciencia rencorosa de ser extraño en el
propio medio.
El gaucho y el compadrito – en el caso de que en ambos coincida
la misma raíz – son seres antinómicos, pues diversas circunstancias
culturales los determinan. El compadrito es el ser intersticial
de las áreas de la cultura en su zona más oscura de contacto – la
urbana y la rural -, un tipo mixto, cuando más degenerativo, pero
no un gaucho. Buenos Aires, a medida que crece, a partir de 1880,
como toda gran ciudad, va incorporando a su núcleo en círculos concéntricos,
espacios periféricos de miseria y de vicio. El gaucho y el compadre
representan dos momentos distintos de la proletarización de las
masas campesinas y urbanas."
"Con un vaivén de carro iba Pizarro
perfil de corralón,
cruzando con su paso los ocasos
del barrio pobretón"
Homero Manzi
"El gaucho es el nativo
despojado de la tierra filiado a una cultura arcaica. El compadrito
es el ser excéntrico del campo, o de la misma ciudad, que denuncia
un desarraigo social en la caricatura de su personalidad. El compadrito
es la universalización de un mito, de cuyos antecedentes – el gaucho
– solo le queda la apariencia de libertad y coraje. El compadrito,
aunque no lo sepa, es ya europeo, en el vestir, en el andar, en
sus objetivos concretos y la mujer lo civiliza definitivamente haciéndolo
rufián, categoría desconocida en el campo. Es el delincuente virtual
producto del mercado del trabajo restringido. Un hecho social con
visajes psicológicos. El compadrito no tiene significado fuera del
que ocupa en la esfera intermedia del delito y la poesía culta que
se inspira en él Ni siquiera es un elemento conservador de tradiciones.
Antes bien, es el desecho de tradiciones muertas. Es el terreno
negativo sobre el cual se injerta la barbarie europea y la proscripción
social. Es el tenorio acometido por la fábrica. Pero al mismo tiempo
un residuo cultural nuevo. Una excrecencia de la ciudad europea.
O la europeización del nativo en un momento dado, temporal, condenado
al fracaso por la clase dominante."
"Tango flaco tranqueando en la tarde.
Sin aliento al chirlazo canso.
Fracasado en el último alarde
Bajo el sol de la calle Callao.
Despuntando el alón del sombrero
Ya ni silva la vieja canción,
Pues no quedan ni amor ni viajeros,
Para el coche de su corazón"
Homero Manzi
La artificialidad de cierta literatura argentina
Decía Jorge Abelardo Ramos: "Incapaz de confesar que su salario
depende de sus opiniones y que el odiado burgués lo tiene tomado
por el cuello, el filósofo o el poeta resuelven que el mundo les
produce asco y que es mucho mejor diseñar en el aire signos mágicos,
disolver la poesía en la música y transformar la literatura en un
sistema criptográfico. El objeto de la literatura, que en su mejor
tradición fue un medio de comunicación estética entre todos los
hombres, se ha convertido en manos de estos falsificadores en un
método de incomunicación. Se escribe para escritores, vale decir,
para los iniciados en la religión secreta. El despotismo ilustrado
o seudo ilustrado de este lenguaje esotérico posee la curiosa característica
de pretender infligir a la prosa una calidad intelectual rigurosa;
la triste verdad es que sus propios autores no pueden explicarse
qué es lo que quieren decir" (Martín Fierro y los Bizantinos, publicado
bajo el título de "Crisis y Resurrección de la literatura argentina",
1954 y 1961).
Contraídos y convulsos, culposos y contradictorios, mientras íntimamente
sueñan con ser leídos por las mayorías, declaman a viva voz que
no están dispuestos a someterse a las reglas impuestas por el gusto
de los lectores. Todos declaman que intentan revalorizar la narración
pura, todos pretenden tener una buena historia que contar, pero
ninguno la cuenta. En su lugar, enturbian las aguas, al decir de
Nietzsche, para que parezcan más profundas, se sumergen en los remanidos
experimentos de la novela de vanguardia de principios de siglo o,
como máximo, en la novela de género, pero con la respiración contenida
para no vomitar. "Así – Cano dixit – sus novelas quiere ser "universales",
documentos de un tiempo y no de un lugar, de un país, de una memoria".
Podría agregarse que nuestros escritores, si bien están al corriente
y en cierto sentido forman parte de la literatura europea, lo hacen
del modo más cómodo posible. El "Colorado Ramos", hacía hincapié
en el hecho de que los poetas argentinos que más se ocupan de lo
mágico, lo angélico, lo delirante o lo metafísico, están a mil leguas
de rehacer en sí mismos todos los procesos de iconoclastia, enfermedad
y locura que dotaron al arte europeo de artistas en estado salvaje..
Nuestros intelectuales traducen pasiones ajenas: desarraigados,
sin atmósfera, sombras de una decadencia o de una sabiduría que
otros vivieron. De ahí que la literatura argentina posea ese carácter
gris, igualitario y pedante que aburre o indigna.
Debemos a Manzi que desde su condición original de música del arrabal,
el tango haya pasado a ser la manifestación lírica popular por excelencia.
Y, probablemente, el autor de "Betinotti", "Sur", "Milonga triste"
o "Malena", sea uno de los raros ejemplos en que un poeta que propugna
el acercamiento de los intelectuales de clase media a las masas,
lo haya logrado.
Es que lejos de los miembros del sanedrín literario, es desde el
ámbito de las "literaturas marginales" o desde la propia cultura
popular, de donde han surgido las expresiones más acabadas de nuestras
letras: Bartolomé Hidalgo, José Hernández, los textos dramáticos
representados en el circo criollo como Juan Moreyra, el tango, el
grotesco, el sainete y hasta el propio Arlt en su momento.
Oscar Conde, en un meticuloso ensayo ("Retazos de una Identidad:
La proyección de las Letras Argentinas en el Mundo") revaloriza
la importancia y originalidad de los llamados géneros "marginales".
Ya en 1910 nuestra cultura había desembarcado en las costas de Europa
en forma de espectáculo: como música, pero fundamentalmente como
danza. En aquel último estertor de la belle époque de preguerra,
el tango arrasaba en París, Londres y Berlín, y hasta en Nueva York.
El bardo de Añatuya
No tuvo necesidad de administrar el talento en pequeñas dosis, dijo
alguna vez, Hilda Guerra. Se dio entero. Además de creador de piezas
memorables para el género como Malena, Che bandoneón o El último
organito, fue director de cine con Escuela de campeones, El último
payador y Pobre mi madre querida. Realizó los guiones de La Guerra
gaucha, donde trabajaron Enrique Muiño y Angel Magaña, Todo un hombre,
con Francisco Petrone, Su mejor alumno, Donde mueren las palabras
y Rosa de América.
Fundó revistas. Renovó junto a Sebastián Piana la milonga cantada,
entre las que figuran Milonga sentimental y Milonga del 900 que
grabó Carlos Gardel.
¿Sus biógrafos? Horacio Salas, Luis Alen Lascano, Aníbal Ford, y,
fundamentalmente, quien atesora su repositorio documental, abierto
generosamente a quién quiera consultarlo: su hijo "Acho" Manzi
Nació el 1 de noviembre de 1907 en un pueblito de la Provincia de
Santiago del Estero, llamado Añatuya, al que, ya poeta reconocido,
evocaba cariñosamente como "Añamía"("Añatuya/ como arrulla tu recuerdo")
Fue el sexto de los ocho hijos del matrimonio formado por Luis Manzione
y Ángeles Prestera, uruguaya ella, de la tierra que nos disputa
el origen de Carlos Gardel.
Vivió en esa provincia hasta los nueve años, a la que nunca olvidaría,
hasta ser enviado a Buenos Aires bajo la tutela de su hermano Luis.
En su terruño natal se forjaría la indignación por las diversas
formas de explotación, que luego haría explícita en su participación
en los dos grandes movimientos populares del siglo XX:
"Cuando el alcohol había despertado la angustia que se acuna en
el alma del actual pueblo santiagueño, un grupo de ellos, alrededor
de una guitarra, entonó una vidala. Una vidala cuya música triste
se apretó en mi corazón como una garra y cuya letra repetía estas
desoladas palabras: "Pobre nosotros, qué vamos a hacer" Esta es
la canción de un pueblo olvidado por la ciudad y aplastado por el
progreso. De un hombre que no es el dueño de la tierra que pisa,
corrido por el código del refrescado doctor Vélez Sarfield cuya
estatua abollares algún día. De un hombre que no es dueño de su
trabajo a pesar de la letra de su Constitución. De un hombre que
no es dueño de su salud. Que no es dueño de sus hijos: Que no es
dueño de su conciencia y que ante la realidad implacable que nada
le deja, no encuentra más alivio que cantar en el dolor de una vidala
ese grito apretado que debiera sonar en nuestro oído como desolada
protesta, ¡Pobre de nosotros, qué vamos a hacer!" (Discurso pronunciado
en FORJA, 1935).
En Buenos Aires descubre Boedo. Son los años de la primaria. Primero
en la escuela de Boedo y después el pupilaje en el Colegio Luppi,
de Esquiú y Centenera, clavado en esa Pompeya de la cual los argentinos
se iban a apropiar al guardar en su memoria los versos de Barrio
de Tango o de Sur.
De sus paisajes se nutrirá para construir algunos de sus versos
culminantes. Con el tiempo construirá ahí una mitología, su propia
aristocracia arrabalera.
La influencia que ejerce su hermano Luis, lo llevó a dedicarse a
la literatura, pues demostraba poseer tinta en las venas Su amistad
con el padre de su amigo Cátulo Castillo (José González Castillo)
lo llevó a comprender los sentimientos del suburbio. De él dirá
en 1949: "algún día ancló en el barrio ese pesado andar de su talento
y los chicos y las mujeres y los ladrones y los estudiantes y los
obreros supimos que Boedo había encontrado a su poeta, a su dramaturgo,
a su inspirador, a su amigo" y en él valorará "la tolerancia comprensiva
por el pecado ajeno", la "estética criolla" bebida, tal vez, en
su amistad con los payadores, su renuncia a la "gloria mayor" de
la otra cultura, aquella a la cual Homero también habría de renunciar.
A los catorce años interviene en los teatros de barrio inducido
por la publicación de la revista Billiken; además había escrito
los versos del vals "Por qué no me besas", con música de Francisco
Caso.
A los 19 años ingresa a la Facultad de Derecho. Como docente dicta
cátedras de Castellano e Historia en los colegios Domingo Faustino
Sarmiento y Mariano Moreno.
De ésta época data su poesía "Monólogo contra tu recuerdo", publicada
en la Revista Universitaria Año III, Nº 20 de mayo de 1929
"Yo te encuentro flameando en los patios caseros
Porque eres fresca y limpia como la ropa blanca
Por eso no te puedo descartar del recuerdo
Si hasta entrás por los ojos a la casa del alma
De humilde te has mezclado tan con las cosas simples,
Que cuando en soledad recojo las nostalgias,
Te sorbo a tragos largos,
Igual que a un jarro de agua.

Homero Manzi (segundo desde la izquierda),
Luis César Amadori, Jacinto Benavente y Lucas Demare,
entre otros. |
Sos para mí un aljibe.
Quizá porque en tu nombre
Guardo las cuatro gotas que te lloro en palabras.
Quizá porque al subirte a nivel de recuerdo
Se me quejan las horas con pena de rondana.
Eres una María
Que iba desparramando por los ojos, el alma.
Y hoy si apenas queda en la historia del barrio,
Tu gloria, pobre gloria de muchachita honrada.
Es por eso que en todos los patios suburbanos,
Quiero llorar como una guitarra sin sonido,
Cuando vuelves, atada al polvo del crepúsculo
por las babas de diablo que llegan del olvido
Pero te has vuelto ingrata desde que estás tan lejos.
Desde que estás tan lejos te has vuelto tan ingrata
Que a veces, espantado de tu recuerdo,
Te tiro mis angustias y no contestas nada.
Así va esta canción a chocar con tu sombra.
Ojalá resbalara, pobre gotita de agua,
como resbala el grito grotesco de los perros
sobre la luna fría como un trozo de lata
Homero M. Manzione
Llegado el momento del compromiso, Homero Manzi se encuadró en la
resistencia yrigoyenista contra la dictadura de Uriburu y contra
el gobierno usurpador del general Justo. Conspiró, fabricó bombas
caseras, conoció el presidio y la incomunicación en la misma cárcel
en que, años después de su muerte, el General Valle y otros patriotas
pagarían con su vida el compromiso con las causas nacionales. Su
casa de la calle Garay y Danel se convirtió en centro clandestino
de lucha popular y desde allí con sus amigos desarrolló, no sólo
el combate contra la oligarquía terrateniente sino también contra
la claudicación alvearista del Radicalismo.
Martín Lafforgue, en un libro hoy inhallable, "Antiborges", realiza
una ajustada definición del nacionalismo popular: "El nacionalismo
popular como corriente de pensamiento comienza a gestarse en la
década de los veinte a partir de las ideas de un conjunto de políticos,
periodistas e intelectuales: el socialista antiimperialista Manuel
Ugarte; el general ingeniero Alonso Baldrich, del grupo fundador
de Yacimiento Petrolíferos Fiscales; el precursor de las corrientes
económico-desarrollista en el radicalismo Manuel Ortiz Pereyra y
periodistas como José Luis Torres, a quien debemos la acertada expresión
de "Década Infame".
El 29 de junio de 1935, tras fracasar en su intento de desplazar
la dirección alvearista (moderada) del viejo partido de Yrigoyen,
Homero Manzi, junto a Arturo Jauretche, Raúl Dellepiane, Juan Luis
Alvarado, Jorge del Río, Juan Molás Terán, Gabriel del Mazo y Oscar
Correa, acompañados por Raúl Scalabrini Ortiz, que no era afiliado
radical pero que se asocia a esta patriada, deciden escindirse,
recoger las preocupaciones de los arriba citados, con ellos renovar
y profundizar el "credo Yrigoyenista" y construir una nueva forma
de organización: nace la Fuerza Orientación Radical de la Joven
Argentina (FORJA). El nombre del movimiento se inspira en una frase
de Yrigoyen: "Todo taller de forja parece un mundo que se derrumba".
En su primer manifiesto atacan a las "oligarquías" e "imperialismos",
exigen la restauración de la "soberanía del pueblo" y se proclaman
los únicos continuadores del Yrigoyenismo.
Aún cuando FORJA no logra un caudal significativo de adherentes
ni una organización sólida, sus innumerables volantes y conferencias
y sus vehementes pero bien documentadas publicaciones logran penetrar
e influir en vastos sectores de la opinión pública. Para los forjistas
la "oligarquía" conservadora era responsable de la crisis que se
vivía; se consideraba que para sostener sus privilegios había traicionado
al país entregándolo al "imperialismo británico"; se denunciaba
a la "dictadura política" al servicio de las minorías, impuesta
mediante la corrupción más escandalosa y el fraude generalizado
y a una "tiranía económica" al servicio del capital extranjero.
"El proceso histórico – dice uno de sus documentos – revela una
lucha permanente del pueblo en procura de su soberanía popular".
De alcanzarse este cometido, será el fin de la dependencia y el
sometimiento.
La influencia de Forja sobre el pensamiento de Perón y sus más estrechos
colaboradores está bien documentada. Tanto el Grupo de Oficiales
Unidos (G.O.U.) – logia militar de decisiva influencia en la primera
mitad de los años cuarenta – como Perón, leyeron y estudiaron el
material forjista y los libros de Scalabrini Ortiz y de Torres,
por lo menos desde 1936 y años más tarde se sucedieron encuentros
personales. Las principales ideas, temas y categorías del nacionalismo
popular fueron incorporadas al peronismo: la postura antioligárquica
y antiimperialista, los objetivos de autonomía económica y justicia
social, la fe en el pueblo instalado como sujeto privilegiado del
cambio, un cierto menosprecio hacia las formalidades legal-institucional.
En 1945 el forjismo se disuelve y la mayoría de sus miembros se
incorpora al naciente peronismo. Muchos de ellos pasa a ocupar cargos
oficiales en el gobierno nacional y en el de la Provincia de Buenos
Aires.
Juan José Hernández Arregui señala las características principales
de este nucleamiento político:
*Es un retorno a la doctrina nacionalista, aunque vacilante en Yrigoyen,
filiada en el orden de las conexiones históricas, a las antiguas
tradiciones federalistas del país anteriores a 1852.
*Retoma en su contenido originario, los postulados ideológicos de
la Reforma Universitaria de 1918.
*Su pensamiento no muestra influencias europeas. Es enteramente
argentino por su enraizamiento con el doctrinarismo de Yrigoyen,
es hispanoamericano bajo la influencia de Manuel Ugarte y Raúl Haya
de la Torre y el aprismo.
En su posición antiimperialista, FORJA enfrenta tanto a Gran Bretaña
como a los Estados Unidos, en un doble enfoque nacional y latinoamericano.
Pero, contrariamente a la izquierda encandilada por las intervenciones
norteamericanas en el Caribe, advierten que el principal imperialismo
en el Cono sur, el que maneja la casi totalidad de los recursos
económicos, culturales y financieros, era el británico.
Homero Manzi era plenamente conciente respecto a quién era "punto"
y quién era "banca" en este juego.
"Nos dicen - sostuvo una vez – que hay una cosa intocable entre
los distintos eslabones de la economía: el gran capital, especialmente
cuando se trata de accionistas extranjeros, y por eso es necesario
crear la mentalidad opuesta, la mentalidad nacional, que frente
a ese argumento diga sencillamente esto ¡Que se vayan a la puta
que los parió esos accionistas!"
Cuando determinado personaje se destaca por propia gravitación,
de manera tal de que sea imposible sumergirlo en las aguas del silencio,
se intenta recordarlo por su faceta más dócil y no por la que verdaderamente
causa escozor. Mitre lo hizo con San Martín, anuló toda mención
a su proyecto político (incorrecto para él y su clase) y lo redujo
a la marmolería castrense. Con Homero Manzi sucede otro tanto, se
evita cuidadosamente su compromiso político con los movimientos
nacionales (políticamente incorrectos para el establishment y su
correlato, los medios de comunicación) y se lo reduce al personaje
folklórico de la noche de Buenos Aires: El tanguero, o peor, el
personaje de algunos tangos. El infeliz que pierde la vida entre
copetines, mujeres y carreras de caballos.
Pero una y otra vez, desde FORJA primero, y desde el peronismo después,
denunció el sometimiento del país al imperialismo británico, la
complicidad de Alvear con los hombres del Régimen, la expoliación
que sufría el país, especialmente las provincias como la suya, porque
– decía Homero – "Santiago del Estero no es una provincia pobre,
sino una provincia empobrecida".
Expulsado de la Facultad de Derecho, exonerado como profesor de
Literatura, silenciado como poeta, discriminado en el radicalismo
por rebelde y antiimperialista. Homero Nicolás Manzione Prestera
fue convertido en "maldito", pero el poeta que había dentro de él
le "jugó una mala pasada al sistema".
En 1947, pocos años antes de su partida, el radicalismo "gorila"
lo expulsa de sus filas por su vinculación con el Movimiento Justicialista.
En uno de sus últimos días, su amigo Hugo del Carril tuvo que cantar
en la residencia de Olivos y le consultó ¿qué canto, gordo? Manzi
pidió papel y lápiz, y una hora después le entregó dos milongas,
una para el General, otra para Evita, para que las interpretara.
A Perón le corrieron las lágrimas: sabía que su autor se estaba
muriendo.
Versos de un payador al General Juan Perón
I
Va a dispensar Su Excelencia
Que un payador del camino
Le alce su verso genuino
Ante tanta concurrencia.
Quisiera en esta emergencia
Tener el don de Gabino
Para elogiar con más tino
La histórica Presidencia
Que realiza Su Excelencia
En este suelo argentino
II
Perdóneme Presidente,
Pero tengo la certeza
De que alabar su grandeza
Es traducir muchas mentes.
Usted luchó por la gente
Desbrozando la maleza
Y el criollo que siempre pesa
Con justicia y noblemente
Sabe que usted fue valiente
Al lado de su pobreza
III
Usted liquidó al instante
De la miseria social
Y el oprobio general
Del vendepatria triunfante,
Vergüenzas del tiempo de antes
Cuando el fraude electoral
Era el destino fatal
Que le aguardaba al votante
En aquel tiempo distante
De ignominia nacional
IV
Siguiendo la ejecutoria
De esta noble evolución
El pueblo de la Nación
Vive su trance de gloria
El siempre tendrá memoria
De la gran evolución
Y apunta de corazón
Mantendrá la trayectoria
Que ha señalado en la historia
El general Juan Perón
V
Usted trabaja y nos guía
Desde que nace la aurora,
Robando tiempo a las horas
Le quita vida a su vida.
Usted es la lumbre querida
De esta etapa bienhechora
Y su ciencia salvadora
Mientras se cumple no olvida
A la clase desvalida
Que es patriota y cinchadora
VI
Por eso mi general
Con esta improvisación
Quise arrimar mi montón
A su labor nacional.
Nadie ha comprendido igual
Las penas de la Nación
Nadie con más corazón
Nos libró de tanto mal.
Nadie como Juan Perón
Presidente y General
Saludos de Payador a Doña Eva Perón

Homero Manzi y Ulises Petit de Murat
|
I
Con aires de payador
Entro en su casa señora,
Con la guitarra canora
Templada por mi fervor.
Cada clavija una flor
Y cada cuerda cantora
Una pulsación sonora
Que restalla con amor
Para vibrar en su honor,
Mi dignísima señora
II
No se acostumbra actualmente
Este estilo de canción
Se fue con la tradición
El payador elocuente
Pero siento de repente
Que en esta noble ocasión
Debo hacer una excepción
Para cantar gentilmente
Mis décimas oferentes
Que dedico a Eva Perón
III
Mas debo con su licencia
O tal vez con su perdón
Reandar la improvisación
Y borrar mi inexperiencia
Cegado por la impaciencia
Cometí la incorrección
De hacer la salutación
Olvidando en mi imprudencia
De festejar la presencia
Del General Juan Perón
IV
Él es el verbo mayor
Y usted la mayor templanza
Él es la punta de lanza
Y usted la punta de amor
Él es un grito de honor
Que hasta el deber nos alcanza
YY usted la mano que amansa
Cuando castiga el dolor
Él es el gran sembrador
Y usted la gran esperanza
V
Él es el gran constructor
De la Patria liberada
Y usted la descamisada
Que se juega con valor
Los dos, uncidos de amor,
Son vanguardia en la Cruzada.
Las masas emocionadas
Al brillo de ese fervor
Han jurado con honor
Morir en esta patriada.
VI
En este estilo payador
Canté en su casa, señora,
Con la guitarra sonora
Templada para su honor.
Perdóneme si al favor
De su mano acogedora
Mi pobre musa cantora
No supo canta mejor
Al estallar con amor
En esta casa, señora
Homero y Arlt en Santiago del Estero
Contaba el recordado Fermín Chávez que a fines de 1937 y principios
de 1938 recorrieron Santiago del Estero dos escritores que tenían
que ver con la literatura y con la realidad argentina: Homero Manzi
y Roberto Arlt, el primero como redactor de la revista Ahora y el
segundo, como enviado especial de Crítica. Homero Manzione nos brinda
este relato:
"Un día miércoles bajo a Añatuya. Me encuentro con la noticia de
que en el campo de Añatuya está Roberto Arlt, enviado especial por
un diario de la capital para hacer la crónica del dolor santiagueño.
También me avisan de que Arlt se ha enfermado y que golpeado por
la fiebre está en un ranchito lejano. Tomo un auto y me largo en
su busca. Lo encuentro a las cuatro leguas en un puesto de la estancia
"13" propiedad de mi padre y atendida por Luis Manzione, mi hermano".
Manzi y Arlt hablaron del cuadro social que se desplegaba a sus
ojos:
"me impresionó su desolada expresión – escribe Homero – Su amargura
frente a la indiferencia de las zonas felices. Su decepción frente
a los políticos lugareños que desde el gobierno o desde la oposición
están distantes del verdadero hombre de la campaña santiagueña.
Su indignación para con los literatos del país que se desentienden
de esta realidad y que la desconocen". Y añade Manzione – que así
firmaba sus notas – "Roberto Arlt . Hombre vital. Periodista de
Realidades. Novelista de sentido amargo y humano, valoriza el drama
que lo rodea y aprecia la angustia de todos. Del paisano. De la
chinita. Del viejo. Del Chango. Del perro. De la vaca. Del caballo.
De la Gallina."
Homero cuenta que a pocas leguas de la capital santiagueña hay gente
que se ha muerto de hambre o de sed. Le dice que la gente abandona
el campo y se va en caravana a las ciudades, huyendo de la sequía
y la desolación. "Y al contarle todo – agrega Manzione – los ojos
de Roberto Arlt acostumbrados a la contemplación de los dolores
más terribles se humedecen como los de un niño. Y me hace un juramento.
Es necesario que nuestro relatos sea terrible, implacable. Amargo.
Casi siniestro. Es necesario que ,los lectores vomiten de asco y
de vergüenza frente a la realidad de Santiago del Estero, provincia
olvidada por la oligarquía..." (Ahora, 13-12-1937).
Los artículos de Manzione son tres y el primer envío de Arlt al
diario Crítica apareció en la edición del 21 de diciembre del mismo
año. En total se publicaron diez crónicas, ilustradas con fotografías
tomadas por el mismo Arlt. Algunas de ellas son notables documentos
sociales. Su última nota aparecerá el 7 de enero de 1938.
El autor de "El jorobadito" se revela como el cronista sensible
a los hechos sociales que le tocó observar al igual que Manzi. Ambos
nos dejaron así un testimonio memorable de aquella Argentina continental
de 1937-38, producto del llamado proyecto de la generación del 80
que privilegiaba a la pampa húmeda.
Al referirse al problema del agua y a la necesidad de embalses en
la región, Arlt recurre a esta frase muy suya: "Es verdad que el
Nilo es un río gentleman; sus inundaciones tienen lugar periódicamente
en la segunda mitad del año, todos los años... En Santiago del Estero,
ni el Dulce, ni el Salado son gentlemans".
Vale la pena transitar esos textos en que podemos acercarnos al
Arlt menos conocido.
Su compañero ocasional, más politizado – como militante de FORJA
que era – ahondaba en las raíces de la deformación argentina y escribía:
"Los niños están tristes. Tristes y enfermos. Que es lo mismo. Los
niños están tristes sólo cuando están enfermos. En el norte habría
que fundar un partido político cuyo único programa fuera éste: Hacer
reír a los niños".
En la estación Laprida el tren se detuvo durante tres horas y Homero
reparó en los medios de vida del antiguo centro maderero: casi todos
sus habitantes vendían empanadas. Evidentemente "el país vive una
hora de prosperidad. Así lo dicen los financistas de Inglaterra",
termina diciendo Manzione.
El mito de la Arcadia opulenta
"Se fue, dirá la gente del pago
Se fue, tal vez detrás de otro sueño
Al fin otro ranchito Sin dueño
Al fin otra tapera tirada
Sin tropa ni aguada, sin gente ni Dios"
"Tapera" Homero Manzi
Frecuentemente se evoca un supuesto pasado venturoso. Con ese procedimiento
el imaginario retrocede hacia un país de Jauja que semeja una cornucopia
legendaria de frutos y riquezas. Y cuando el análisis del presente
lo exhibe hostil, plagado de infortunios y desdichas, se rememora
el mito de que "La Argentina fue el sexto país más rico del mundo"
y se achaca a los movimientos populares del siglo XX la dilapidación
de la riqueza acumulada, propia de todos los regímenes "populistas".
Un modelos cercano a este temperamento lo encontramos en la reciente
edición de "Argentina. Los años dorados (1889-1930)" de Alberto
Dodero y Phillippe Cros (El Ateneo) que recrea aquel período de
falsa opulencia a través de más de mil seiscientas fotografías,
cartas retratos y documentos, acompañados de textos de Félix Luna,
Ernesto Schoo y María Saénz Quesada.
Mereció la aclamación de la crítica o mejor dicho del matutino cuya
familia-propietaria es mencionada en el libro. Pero lo más interesante
es el comentario de Hugo Beccacece: "De París a la Estancia" publicado
en el suplemento "ADNCultura" de "La Nación" del 17/11/07, ya que
constituye el más acertado compendio de todas las taras que afectan
a las castas parasitarias. Es digno de la revista ""El Hogar", allá
por la década del treinta o el cuarenta, pero lo asombroso es que
se publica en la Argentina actual, signada por una realidad que
poco o nada tiene que ver con la fábula de ese país ficticio e imaginario,
lo que refleja la "conciencia histórica" y los anhelos o proyectos
ocultos del matutino de marras.
"Los señores de estas tierras, codiciadas por los extranjeros, fueron
educados por institutrices inglesas, francesas y alemanas, que les
enseñaron a hablar los idiomas extranjeros sin acento. Así formados
adoptaron el protocolo, las reglas de cortesía y los gustos europeos,
hasta el punto que no era fácil distinguirlos de los aristócratas
de la otra orilla del Atlántico con los que, bien pronto, terminaron
por emparentarse. Querían ser refinados y progresistas a la vez.
Cuando les llegó la hora de construir los cascos de las estancias
y sus casas porteñas, buscaron inspiración en el estilo de moda
que, paradójicamente era muy conservador: el eclecticismo de la
École des Beaux Arts. Chapadmalal, de los Martínez de Hoz, por ejemplo,
es un perfecto castillo inglés. Allí se alojó precisamente el príncipe
de Gales, futuro y romántico duque de Windsor. En la Armonía, de
los Unzué, un lago donde se podía remar y navegar imitaba los estanques
de Versailles. Pero al lado de esa serena superficie acuática, había
llamas que daban color local (¿?) al conjunto. Concepción Unzué,
otra integrante de ese clan fabulosamente rico, se hizo levantar
en Huetel, su campo de 60.000 hectáreas, un castillo a la manera
de la época de Luis XIII. Nada era imposible. Cualquier espejismo
podía convertirse en realidad porque había dinero y voluntad para
ello.
En las estancias y en las quintas se celebraban cacerías del zorro,
como si se estuviera en Inglaterra. Las mujeres vestían de amazonas
y los servidores lucían libreas. Hay imágenes que muestran zorros
muertos sobre el capot de un automóvil. Se tiene la imagen de contemplar
avant la lettre imágenes de Godsford Park, de Robert Altman.
Los viajes a Europa se hicieron necesarios para continuar con los
negocios internacionales, alternar con la mejor sociedad e importar
lo mejor de la cultura europea, desde la ropa hasta los muebles,
cuadros, movimientos literarios y pictóricos, además de novios con
títulos nobiliarios. Había llegado el momento de empezar a gastar
lo que se había acumulado y era preferible hacerlo con buen gusto.
Hoy, una parte considerable del acervo artístico de los museos argentinos
proviene de las colecciones privadas. Las mujeres argentinas de
la alta sociedad se vestían en las casa de alta costura. Chanel
y Madame Vionnet estaban entre las preferidas. Coco Chanel, amante
de un sobrino del zar y del duque de Westminster, el hombre más
rico del mundo, había sido también la amante del hermoso Julián
Martínez, el hombre que Victoria Ocampo más amó. Una caricatura
de la época muestra a la couturière abrazada a una especie de fauno-jugador
de polo, naturalmente, argentino. Por si fuera poco, el tango le
dio una identidad musical a esa invasión de ejemplares humanos llegados
de las pampas, con sus toros campeones y caballos de haras veloces
como flechas. Hombres y mujeres que procedían del Río de la Plata
encargaban sus relojes, pulseras collares y tiaras en Cartier y
en Van Cleef (donde Gardel hizo diseñar un pendentif de onix y brillantes)."
"Había llegado el momento de empezar a gastar lo que se había acumulado
y era preferible hacerlo con buen gusto". Al mismo tiempo, en los
países donde los rastacueros argentinos tiraban manteca al techo,
las burguesías y sus clases dirigentes invertían los capitales acumulados
en desarrollos industriales y de infraestructura.
Este pasado supuestamente venturoso, que fuera evocado por el optimismo
modernista del "Canto a la Argentina" de Rubén Darío y las "Odas
seculares" de Lugones; con su salutación a los ganados y las mieses,
olvidaba mencionar el permanente endeudamiento de la Argentina,
donde el cuarenta por ciento de las exportaciones se destinaba al
pago de intereses y amortizaciones; la crónica desocupación, denunciada
por Alejandro Bunge en su revista de economía, tanto en 1910 como
en 1925, que alcanzaba niveles elevadísimos; la floreciente industria
de la prostitución, que le había conferido a Buenos Aires el honroso
título de "centro mundial de la trata de blancas"; el licenciamiento
del cincuenta por ciento de los conscriptos por no satisfacer las
condiciones mínimas de salud para su incorporación al servicio militar
y la denuncia de Alfredo Palacios, que encontró, en 1938, en La
Rioja, chicos que desconocían la bandera argentina y se alimentaban
de té de brasas.
El diario que se horroriza con el aumento del gasto público, recuerda
con nostalgia las doradas épocas del despilfarro.
"Entre las residencias de argentinos en Francia, el Manoir du Coeur
Volant, de Marcelo Torcuato de Alvear, cerca de París, era una de
las más hermosas y frecuentadas por la alta sociedad internacional.
Cuando Alvear fue elegido presidente se encontraba en Europa y,
antes de regresar a Buenos Aires, emprendió una gira triunfal por
el Viejo Continente. Los gobernantes se lo disputaban como huésped
porque todo el mundo quería estar en buenas relaciones con la Argentina
y porque ese argentino había sabido entablar vínculos que iban más
allá de la política y de los deberes oficiales. Quizá la época de
la presidencia de Alvear fue el período de mayor esplendor de aquella
Argentina." (Ibíd.)
La revista Caras y Caretas, un par de meses después de haber asumido
Alvear la presidencia, le regalaba unas estrofas que reflejaban
sin mucha exageración la jornada típica del presidente:
"En cuanto salta del lecho,/ se viste muy satisfecho./ Juega al
golf con elegancia/ igual que lo hacía en Francia./ A la Casa de
Gobierno/ corre ¡qué correr eterno!/ Al entrar en su escritorio/
se encuentra este promontorio./ Apenas se sienta y ya a las carreras
se va./ Llega e inmediatamente/ se va al football velozmente./ Corre
al punto a las regatas/ pues le resultan muy gratas./ Y asiste a
una exposición/ artística, de rondón/ Aunque el calor lo sofoca,
/ recorre luego la Boca./ Se va a visitar la escuadra/ mientras
un perro le ladra./ Lo admiran unos instantes/ bomberos y vigilantes./
Recibe a sus adversarios/ y a sus correligionarios./ Concede audiencia
en el auto/ a un caudillo nada cauto./ A los ministros escucha/
con mucha prisa ¡con mucha!/ Saluda a sus relaciones/ y asiste a
diez recepciones./ Y va a ver al masajista/ murmurando ¡Dios me
asista!."
Tiempos de ficticia bonanza, de ilusorio optimismo, de gastar a
cuenta. Sin embargo, otra era la realidad de la Argentina de los
tiempos de Alvear y de la figura de éste, democrática, refinada,
optimista y adicta más a los gajes del protocolo que al estudio
y resolución de los temas fundamentales.
Caminando por la "Atenas del Plata", mirando vidrieras y clubes
nocturnos, difícilmente un visitante extranjero podía imaginar los
dramas de la falta de agua, de los pésimos caminos, el aislamiento
y la soledad que campeaban en el interior del país, aún en la zona
pampeana, sin duda la más rica y pujante del país. Los negocios
de la calle Florida y las fastuosas obras públicas, como el Correo
Central o el monumento a Carlos de Alvear de la Ciudad de Buenos
Aires, no reflejaban la incompetencia y la expoliación cebada en
la ignorancia y el desgano, la presión colonialista que encontraba
apoyo en las clases altas que desalojaron a la chusma, que según
ellas había prevalecido bajo la época de Yrigoyen, la miseria dramática
de la quinta parte de los argentinos, las escuelas despobladas,
los ranchos con vinchucas, la infancia desvalida, los reclutas vencidos,
los obrajes con paludismo o tracoma, la coca de los braceros de
la zafra, el bocio cuyano, el raquitismo del coya, los surcos sin
agua, las jornadas denigrantes y agobiadoras de la minería.
Al finalizar el período de Alvear la población argentina ascendía
a más de diez millones de habitantes, de los cuales no menos de
2.400.000 eran extranjeros .Esta inmigración masiva fue un fenómeno
urbano porque la oligarquía terrateniente se negó a modificar la
estructura agraria basada en el latifundio y distribuyó la tierra
solamente entre unos pocos colonos que se concentraron especialmente
en las provincias de Santa Fe y Entre Ríos .
Los índices de inmigración anteriores a la guerra mundial no se
habían recuperado, y la estructura demográfica acusaba una aglomeración
de residentes en la Capital Federal, casi 1.800.00, que indicaba
una tendencia evidentemente desequilibrada en un territorio que
todavía presentaba enormes territorios vacíos. Sólo el territorio
nacional del Chaco y la ciudad de Comodoro Rivadavia evidencian
un crecimiento demográfico significativo. Es notable que el Poder
Ejecutivo haya enviado al Congreso a fines de 1923 un proyecto restrictivo
de la ley de inmigración tendiente a que ésta resulte "útil y arraigada":
Tal vez influyó en esta concepción la legislación discriminatoria
que por entonces regía en Estados Unidos para impedir la inmigración
de asiáticos. ("Nuestro Siglo. Historia Gráfica de la Argentina
contemporánea" Varios autores. Hyspamérica Ediciones Argentinas
S.A. 1984).
En el relativo estancamiento demográfico influían aspectos referidos
a la salud y la calidad de vida. Prevalecían en la Argentina índices
inquietantes de morbilidad y mortalidad infantil y de incidencia
de enfermedades infecto contagiosas. Un dato significativo: en 1923
nacieron en Catamarca 685 niños; el mismo año murieron en la provincia
653 menores de un año, lo que representaba un saldo vegetativo de
sólo 23 habitantes. El paludismo asolaba todo el norte del país,
desde Corrientes hasta el norte de Córdoba y La Rioja.
La tuberculosis era otro flagelo que cobraba miles de víctimas por
año; ya había dejado de ser la enfermedad romántica de Margarita
Gauthier y las niñas enamoradas y ahora castigaba a las clases sociales
más humildes.
También la lepra, la sífilis y la anquilostomiasis constituían verdaderas
epidemias. Es que la lucha contra estas enfermedades debía plantearse
en el terreno económico y social, no solamente en el sanitario.
La Asistencia Pública y algunas entidades privadas como la Liga
Antituberculosa, hacían los que podían., sin mayores resultados.
Tal era el escenario donde desarrolló su niñez Homero Manzi. No
lo olvidaría nunca.
"Quién recorra las páginas de Dodero y de Cros tiene numerosos elementos,
por medio de la iconografía, para formarse su propia opinión acerca
que aquel período. Es un formidable documento sobre una época, pero
más allá del indudable interés histórico, está teñido por una nostalgia
admirativa por todo lo que fue. El contraste entre aquel pasado
y el presente es desolador. Pero una libro tal proustiano como este
deja una puerta abierta a la esperanza. Cuando se emprende la búsqueda
del tiempo perdido, se termina por recuperarlo". (Ibíd.)
Dios nos libre de recuperar aquel pasado, fue el antecedente de
este presente desolador. No hace mucho nos advirtió Guy Sorman:
"Ustedes nunca fueron ricos, de lo contrario no se entendería la
aparición del Peronismo". Y es en los párrafos de esta crónica afeminada
y tilinga, donde "La Nación" expone, sin proponérselo, su verdadera
ideología, su proyecto de país, los intereses económicos a los que
responde, y el perfil social de sus lectores. En suma, la nostalgia
por una sociedad dominada por una clase zarista (a la que denomina
patricia) imperando sobre un pueblo de "mujiks". Paradójicamente,
difunde más la lucha de clases que todos los partidos de izquierda
juntos; pero así como la historia no es lineal, tampoco admite retrocesos.
Más, habiendo existido experiencias como las del Yrigoyenismo y
el Peronismo.
El crecimiento económico no es sinónimo de bienestar y mejoras en
la equidad social. La evolución argentina en su "edad dorada" (1880-1930)
muestra que el verbo crecer pocas veces se conjugó con el verbo
distribuir.
"Las premisas en juego son "crecimiento" y "distribución", a las
que se vincula inseparablemente, como si se tratara de una tautología.
Sin embargo, nada se aclara sobre ¿cuál es la relación óptima entre
la distribución del ingreso y la acumulación, y el crecimiento económico?
Ni tampoco, ¿cómo se determinará el desarrollo y la prosperidad,
en función del bienestar colectivo?".(Bauer, Horacio W. ¿Fue, es
o se hace" en revista "El Arca" 50 julio 2001.)
Para aproximarnos al desentrañamiento de estas cuestiones, imprescindibles
para entender los orígenes y el nacimiento de FORJA, puede ser de
utilidad reflexionar sobre algunos acontecimientos significativos
de los "años dorados".
Haciendo un repaso
Durante la segunda mitad del siglo XIX -época denominada por la
historiografía oficial como la de la "organización nacional"- que
en realidad debería llamarse de la "desorganización nacional", dado
que Buenos Aires iba por un lado y la Confederación por el otro,
cada cual con sus respectivos representantes en el exterior, los
sectores tradicionalistas y modernizadores influenciados por las
ideas liberales europeas debatieron acerca del modelo de nación
que se instalaría en el territorio argentino.
"Esta etapa turbulenta culminó con el triunfo liberal, cuyos promulgadores
instituyeron un plan de modernización del país basado en tres premisas.
Primero, la necesidad de una transformación demográfica propiciada
por la inmigración europea masiva; segundo, la ilustración de todos
los sectores de la población mediante un programa inspirado en el
norteamericano de educación universal, libre y obligatoria, y finalmente,
la entrada de la economía argentina en el mercado mundial, con la
importación de capitales y la exportación de productos primarios.
Los historiadores coinciden en dar como comienzo de la modernización
en la Argentina dos eventos que resultan sumamente significativos
del cambio que se avecinaba: la apropiación por parte del gobiernos
federal de las tierras que habían sido hábitat natural de los indígenas
al sur y oeste de Buenos Aires hasta el Río Negro (1879) y la federalización
de esta ciudad (1880)."
( Pellarolo, Silvia "Sainete criollo. Democracia. Representación.
El caso de Nemesio Trejo" Buenos Aires. Corregidor. 1997.)
El "desierto" argentino se caracterizó y se caracteriza no solo
por sus rasgos geográficos, sino también por sus elementos étnicos,
y, principalmente por su situación socio-estructural. Luis Triviño
plantea que montado el desarrollo nacional en función de los intereses
de la "pampa húmeda" (ligados, a su vez a intereses extranjeros)
el desierto fue considerado como tierra de conquista, para quedar
luego en situación de dependencia respecto de los centros hegemónicos.
Primero fue la "civilización" (es decir, enseñar a obedecer) contra
la "barbarie", lucha que significó la extinción, cultural y demográfica,
del indígena y el gaucho. Ahora es la confrontación del "desarrollo"
y el "subdesarrollo" lo que produce el despoblamiento de las zonas
áridas y semiáridas por la expansión de la frontera sojera, con
las consiguientes migraciones hacia los cinturones de las grandes
ciudades. La campaña se extiende en el Gran Chaco con el exterminio
de mocovíes, tobas y matacos y su reemplazo por la colonización.
En 1886 asume la presidencia Miguel Juárez Celman, el "burrito cordobés".
El trazado ferroviario pasa de 5.800 a 9.400 kilómetros. Pero no
se invierte en material rodante y la extensión – respondiendo a
presiones por intereses económicos – carece de razonabilidad. Los
inversores (británicos) tienen garantía del Estado y los "negociantes
de concesiones" se apresuran a negociarlas en Europa, como denuncia
Aristóbulo del Valle en el Senado. Aumentan el déficit y los gastos
fiscales Obras Sanitarias, después de 15 años de dirección y aportes
del Estado, es entregada en concesión a capitales extranjeros, que
invierten 100 millones de pesos y obtienen una renta neta de 226
millones de pesos. Eduardo Wilde dice: "Todo es preferible a la
administración estatal de los servicios públicos". Del Valle rebate:
"Es cierto, las empresas privadas administran bien, pero lo hacen
el relación a sus intereses". Entre 1887 y 1889 el peso se devalúa
constantemente. Se denuncian emisiones clandestinas.
La crisis económica, la imprudente política de Juárez Celman y su
círculo, la impaciencia de sectores que no ven salidas legales a
su situación, estallan en julio de 1890 con la Revolución del Parque.
Surge un caudillo, Alem, una nueva fuerza política, la Unión Cívica,
un conjunto inédito de reivindicaciones morales y políticas irrumpen
en la vida argentina. Cuando Carlos Pellegrini se hace cargo de
la presidencia de la Nación, al renunciar Juárez Celman, debe afrontar
las deudas que el país no puede pagar. Convoca entonces a banqueros
y capitalistas y los insta a colaborar con el esfuerzo necesario
para salvar al crédito nacional. Esto pesará sobre toda su gestión
de gobierno y se prolongará casi hasta 1900, pues la gestión había
realizado, para actual asombro de muchos, el primer default argentino.
Corridas de depósitos y quebrantos bancarios. Revueltas en Córdoba
y en Corrientes. Se estudia la posibilidad de que Gran Bretaña intervenga
en la Argentina para proteger a los inversores ingleses (200 millones
de libras esterlinas). En la ciudad de Buenos Aires viven 600.000
habitantes, la mayoría en la extrema pobreza. Los desocupados ascienden
a 40.000 Se extienden los conventillos, "focos de infecciones",
poblados de harapientos. En el interior del país viven más de 2.000.000
de habitantes, la mayoría en condiciones deplorables. Comienzan
las luchas obreras organizadas. Protestas u huelgas. Pellegrini
propone unificar la deuda a oro, con garantía de las rentas aduaneras.
Fuerte oposición y desestimación del proyecto.
Obteniendo 9.420 votos en la ciudad de Buenos Aires, en 1892 asume
la presidencia Luis Sáenz Peña. Más huelgas, más desocupados, más
mendigos. Graves conflictos en las provincias de Buenos Aires, Corrientes
y Mendoza. En 1893, el Ministro de Hacienda Juan José Romero expresa
que la deuda externa es impagable. Luis Sáenz Peña renuncia en 1895
y asume la presidencia José Evaristo Uriburu.
A partir de 1898, Julio Argentino Roca, por segunda vez, vuelve
a regir los destinos del país. Por la "ley de Residencia", puede
expulsarse del país a todo extranjero cuya conducta comprometa la
seguridad nacional o perturbe el orden público. Aumenta la trata
de blancas, es que el exceso de población masculina de Buenos Aires
había originado cierto auge de la prostitución. Abundaban, por cierto,
las casas de tolerancia y existía un sórdido mecanismo comercial
y delictivo que posibilitaba el arribo de las "esclavas blancas"
extranjeras. La prostitución se extendió por todo el país y marcó
durante decenios las condiciones de vida de las clases populares,
que rescataron de su origen prostibulario productos culturales como
el tango y el lunfardo. En ese entonces, el médico José Bialet Massé
recorre el interior del país y eleva un informe sobre el estado
de la clase obrera. Advierte que al operario criollo se lo trata
como un paria, asignándole ingresos que apenas alcanzan "para no
morirse."
El historiador anglo-canadiense H.S.Ferns destaca que, para el Centenario,
el 85% de la riqueza de la Argentina estaba en manos inglesas (291
millones de libras sobre 340 millones de libras). La política, la
economía, la cultura, las grandes pautas sociales y las principales
candidaturas se resolvían en Inglaterra. Cuando asume la presidencia
Roque Sáenz Peña, la mala situación de los chacareros de Santa Fe,
determinada en buena medida por la caída de los precios de los cereales,
favoreció la primera gran protesta agraria conocida como el Grito
de Alcorta (25/6/12). Gracias a la ley promulgada por su iniciativa,
se realizan las primeras elecciones no fraudulentas de la historia
argentina, por la cual asume la primera magistratura Hipólito Yrigoyen,
por el voto universal y obligatorio. El "régimen" fracasó en las
urnas desde los primeros ensayos electorales. Así, radicales y socialistas
pudieron renovar la atmósfera parlamentaria con temas e inquietudes
de actualidad.
Pero la situación social siguió siendo conflictiva. En 1919 se registran
367 huelgas con más de 300.000 huelguistas. Entre ellas la más famosa
fue la de los Establecimientos Vasena, con la "Semana Trágica" que
se inicia en el día de Reyes.. La dirigencia obrera calcula que
mueren 700 trabajadores y que los heridos ascienden a 4.000. Se
aplica la "Ley de Residencia y son expulsados numerosos extranjeros.
En 1921 la represión de los obreros patagónicos, por parte del ejército,
exhaustivamente investigada por Osvaldo Bayer en su obra "La Patagonia
rebelde" deja un tendal de 1.500 muertos.
Con el interregno de la presidencia de Alvear, en 1922, se produce,
como hemos visto, un período favorable para la economía argentina.
Crece el área sembrada y la situación monetaria está bajo control.
Continúa la política petrolera iniciada por Irigoyen y el coronel
Mosconi, para favorecer el desarrollo de la producción nacional
y la sustitución de importaciones, tras la carencia de productos
manufacturados europeos por motivo de la Gran Guerra.. Se mantienen
o aumentan los aforos aduaneros. Un "viento de cola" favorece durante
este período a la economía nacional. No obstante, el diputado Matías
Sánchez Sorondo expresa que, en materia de carnes, "si queremos
defender la vida del país tenemos que colocarnos en la situación
de una colonia inglesa" Se desata una puja entre los ingleses y
los norteamericanos por el control de los ferrocarriles. Entre 1923
y 1928 se producen 519 huelgas, con más de 400.000 participantes,
pero no hay represiones violentas.
Lo sucede en 1928, Hipólito Yrigoyen, en un segundo período. En
el Partido Radical conviven dos tendencias antagónicas: la personalista
(Yrigoyen) y la antipersonalista (Alvear). La depresión mundial
afecta a la Argentina y se produce un enorme incremento de los gastos
públicos. Finalmente, el 6 de septiembre de 1930, con el levantamiento
de Uriburu, de sospechoso perfume a petróleo, se inicia la penosa
tradición de los cuartelazos castrenses.
El desarrollo histórico
A.J. Pérez Amuchástegui, en su Crónica Histórica Argentina, analiza
las grandes líneas del desenvolvimiento histórico de los hechos
posteriores a la batalla de Caseros. El período que analizamos podemos,
grosso modo, sintetizarlo a la manera de Horacio Walter Bauer (Op.Cit.):
a) El desborde liberal (1880-1890). Proceso integrador de las oligarquías
del interior y de Buenos Aires. Despilfarro en obras públicas y
en gastos superfluos. Incremento de exportaciones. Proliferación
de edificios públicos. Concesiones ferroviarias irracionales Fraude
escandaloso a la voluntad mayoritaria. Los productos manufacturados
aumentaron en proporción sustancialmente mayor que los primarios.
Los países industrializados impusieron los precios de los productos
primarios. Se desbordaron las posibilidades económico-financieras.
El oro triplicó su valor en el mercado. Desocupación.
b) Los acuerdos (1890-1916) Arreglos entre la élite gobernante y
los grupos desplazados. Se protege a la industria nacional, principalmente
a la vinculada con la explotación agrícola (ingenios y bodegas).
La clase media se incorpora a la política, con la ley de 1912 que
regula el voto universal, obligatorio y secreto.
c) El ensayo popular (1916-1922). Se incrementa el afán proteccionista.
Se hace de la política petrolera una cuestión de estado. Graves
crisis laborales.
d) La escisión radical (1922-1928) A partir de 1923 retorna la tendencia
librecambista y europeizante, apoyándose a las inversiones extranjeras,
comienzan las estadounidenses. El ingreso bruto per cápita se eleva
a u$s1.300. Ingresan más de 2.000.000 de inmigrantes (casi 1.4000.000
"golondrinas") La élite retoma sus funciones.
e) La crisis (1928-1930) La crisis mundial de 1929 afecta muy seriamente
a la economía argentina. Las perspectivas de proteccionismo económico
se esfuman por la oposición parlamentaria.
El costo de la dependencia
Laura Randall, en su "Historia Económica de la Argentina en el Siglo
XX", destaca que Simón Kutnets, Premio Nóbel de Economía, enseñó
que los países pobres, antes de entrar en contacto con los países
ricos, practicaban una distribución del ingreso relativamente igualitaria.
Pero al producirse inversiones extranjeras, con incorporación de
nuevas tecnologías, se desarrollaron empleos de altos ingresos que
se diferenciaron de los del resto de la actividad económica.
Una de las premisas de quienes propenden al libre funcionamiento
del mercado, valora como necesario para el crecimiento, la desigualdad
de ingresos. Los empresarios y obreros más eficientes serán los
que reciban los ingresos más altos. Ahora bien, cuando el "libre
funcionamiento del mercado" se estructura con concesiones oligopólicas,
en la administración de los servicios públicos, la eficiencia de
la empresa concesionaria colisionará con la de las economías individuales
de los usuarios (concretamente, en la suba de tarifas). Desde 1880
hasta la fecha, la Argentina tienen una desgraciada experiencia
en la materia. En cuanto a la participación de los salarios reales
de los trabajadores en el total del producto bruto interno real,
se observa que en 1918 era de un 20% cuando en 1914 alcanzaba el
37%. En 1919 la participación era del 25%, $2% en 1928 y 38% en
1930 (Randall, Laura, Op. Cit.).
Si al culminar la primera década del siglo pasado, la Argentina
figuraba entre los primeros siete países del mundo, en cuanto a
ingreso par cápita, ello era consecuencia de que el 85% de la economía
estaba en manos de capitales británicos, tal como lo demostró Ferns.
Algunos sentirán una indisimulada nostalgia por aquellos tiempos,
pero el problema es que cuando dejan de ser rentables para la metrópoli,
las colonias son abandonadas a su suerte, como sucedió con gran
parte del tercer mundo después de 1945. Como afirmaron con exactitud
destacados hombres públicos, el país técnicamente era parte integrante
del imperio que dominaba por entonces. En 1932, Guillermo Leguizamón,
quién gustaba de ser apodado "Sir William", declaraba: "La Argentina
es una de las joyas más preciadas de la corona de su Graciosa Majestad";
y nada menos que el vicepresidente de la Nación, el Dr. Julio Al
Roca (h): "La Argentina es, por su interdependencia recíproca, desde
el punto de vista económico, una parte integrante del Reino Unido".
Estas confesiones de parte no deben ser interpretadas como muestras
acabadas de cipayismo vernáculos, aunque para algunos seudo revisionistas
de quiosco lo sean, sino de lecturas objetivas de la realidad. Por
otra parte, fueron más austeras y más, si se quiere, dignas, que
otros precedentes de peticiones impetratorias a la graciosa majestad
británica, para que se dignara someter a vasallaje los territorios
ingobernables de las Provincias Unidas. (Carta de Carlos de Alvear
a Lord Strangford del 25 de enero de 1815).
Horacio W. Bauer comenta acertadamente y con no disimulada ironía,
que aproximadamente cinco mil argentinos gozan de la excelencia
de orquestas sinfónicas de primer nivel, que visitan el Teatro Colón
y brindan conciertos memorables. "Sin embargo, es tan falso decir
que en la Argentina no hay difusión de música sinfónica superior,
como que los argentinos (en una proporción importante) participan
directamente de la experiencia. Lo mismo cabe expresar en cuanto
a las vacaciones en Taormina, la posesión de inmuebles lujosos en
lugares exclusivos, la frecuentación de restaurantes u hoteles cinco
estrellas plus, la ingesta de caviar, la infusión del Espernay más
caro, la asistencia a la tetralogía de Beyreuth, la visita a la
Capella Scrovegni, la concurrencia al Gran Premio Arc de Triomphe
y tantas otras exquisiteces no excluidas por la teoría democrática".
(Bauer, Horacio Op.Cit.)
Pero cuando esta teoría baja a tierra argentina, la única distribución
pareja llega, como máximo, al nivel de los prospectos. La vuelta
al pasado – aún con beneficio de inventario – es imposible. A los
nostálgicos del país de las sonrisas, por sus ganados y mieses,
les sugerimos que recuperen – en coincidencia – los tiempos de los
conventillos, la "semana trágica", los fusilamientos de la Patagonia,
los focos epidémicos de los habitáculos miserables, los salarios
de hambre, la deforestación de regiones enteras y su consiguiente
condena a un perenne atraso. No está de mas reparar en que, cuando
figurábamos entre los diez principales países del mundo, algunos
pocos viajaban confortablemente a Europa, incluso se llevaban un
vaca como manifestación de su "rastacuerismo", para alimento de
los púberes, mientras una gran cantidad de trabajadores no podía
alimentar, educar o asistir convenientemente a sus hijos. En la
Argentina, el verbo crecer no se conjugó con el verbo distribuir
(igualitariamente), como actualmente sigue sucediendo en los territorios
sometidos a los mandatos del neoliberalismo y sus ejecutores (quienes
se encargan de reiterar hasta el desmayo esta falacia).
Para entender nuestro ser, es decir, lo que vivimos aquí y ahora,
es apropiado conocer la historia, pero toda la historia, no sólo
la bendecida.
Porque hubo otra, distinta a la que narran los descendientes de
quienes se beneficiaron con las carnicerías de la mal llamada "Conquista
del Desierto", abonada por la sangre de indios y milicos y transfigurada
en las lágrimas de la frontera que se jugaron en los casinos de
la Riviera, en las noches perfumadas del Bois de Boulogne, en las
cenas de "Chez Fouquet", emborrachándose a champagne corrido con
las putas de los cabarets de Montparnasse, con los dineros de unas
propiedades que apenas podían ubicar en el mapa y que jamás honestamente
fueron suyas.
A partir de 1946, Perón apeló al esfuerzo argentino y Homero Manzi
se unió a él. Ofreció un premio excitante: la Patria mayor, la tierra
de la profecía, creada por cada uno de nosotros por sus propias
manos. Fue aquella una patriada flor. FORJA se empleó en ella. La
aventura repitió el verso del Himno: "Aquí el brazo argentino triunfó".
La factoría cedió paso a la Nación.
Los ojos ahítos de contemplar el arribo de naves europeas al Puerto
volvieron su atención hacia las migraciones humanas que se desplazaban
desde el interior de la República hacia el Río materno. Nuestro
Oriente fue a partir de entonces, el Oeste.
Siempre debió de ser así. Todo lo que tenemos proviene de la escuela
del esfuerzo vernáculo. Todo lo hemos aprendido con la pedagogía
del sudor y el esfuerzo. Nadie nos regaló nunca nada. Quienes nos
expoliaron inventaron la leyenda de nuestra indolencia y nuestra
incuria. Cuando todo estaba hecho aparecieron los críticos para
cultivar su propia autobiografía. Quienes fraguaron la leyenda de
nuestra "haraganería" no se tomaron siquiera el pequeño esfuerzo
de enterarse acerca de lo que trataban. Los únicos haraganes que
hubo aquí fueron los protagonistas de las novelas de Julián Martel
y Carlos María Ocantos, el literario "Ciclo de la Bolsa" y quienes
se regocijaban con el espectáculo del Puerto desde las ventanas
de una cueva financiera.
El letrero del Himno, al que hemos aludido, cubrió empresas como
la marcha de Hernandarias hasta la Patagonia, las expediciones anuales
al País de la Sal (Salinas Grandes) durante dos siglos, obra de
cíclopes, poco menos que desconocida – las carretas orientándose
por las estrellas como en la navegación de altura – la liberación
de la Patria y cinco naciones hermanas, la organización y constitución
política del país, la creación de fortines, germen de pueblos, raíz
civilizadora, a todo lo largo de las fronteras Sur y Norte, sobre
la pampa, el arenal cuyano y la selva chaqueña, la Zanja de Alsina,
excavada a pico y pala a lo largo de cuatrocientos kilómetros, tares
digna de los tiempos faraónicos, que aún aguarda a su cronista,
el trazado de los viejos caminos, la construcción del primer ferrocarril,
el Oeste, hazaña netamente argentina e interrumpida cuando gobiernos
carentes de moral y de principios regalaron locomotoras, estaciones,
rieles y durmientes al extranjero, temerosos y, a la vez, avergonzados,
de que las ferrovías gauchas pudieran alcanzar el Pacífico, el desmonte
y los obrajes en el Norte, el tendido de centenares de líneas telegráficas,
el patrullaje marítimo desde Ensenada hasta las Islas Malvinas,
el descubrimiento de la Antártida, etc. Mientras tanto, la inteligencia
nacional se daba tiempo para concebir el más grande poema épico
del mundo Occidental y remontar la poesía castellana hasta alturas
que no había alcanzado desde la muerte de Calderón. La ciencia adelantaba
con Francisco Javier Muñiz, la paleontología, con Ameghino, la arqueología,
con Ambrosetti... Cuando el Rémington y la tuberculosis terminaron
con el gaucho, sus beneficiarios descubrieron que había nacido "haragán".
Lo mejor que tenemos es el pueblo, lo mejor que tuvimos fue el gaucho.
Una gauchada es todavía lo mejor que puede hacer un argentino. Así
lo entendieron hombres como Scalabrini Ortiz, Jauretche y Homero
Manzi. Ante el vaciamiento ideológico de la doctrina radical, la
lógica de la dinámica histórica los condujo hacia el nuevo movimiento
que se gestaba, cuyos dos brazos eran la ayuda social y la justicia
social. Se movilizaron cantando en procura de un ideal extraordinario.
Hasta 1944 y 1945 el trabajo era tan solo una de las expresiones
de la violación a los derechos humanos y no una victoria a un derecho
social.
Antes de la Revolución de 1943 el país no fabricaba prácticamente
nada, hasta importábamos los alfileres, y los servicios estaban
en manos de compañías extranjeras. Fue este supuesto "golpe" el
que creó empresas como Gas del Estado, la Flota Aérea Mercante Argentina
(en enero de 1946, posteriormente transformada en Aerolíneas Argentinas)
y obras de infraestructura como el gasoducto Comodoro Rivadavia-Buenos
Aires y el aeropuerto internacional de Ezeiza, puerta de salida
y entrada de quienes asisten al Consenso de Washington o al Foro
de Davos a memorizar el libreto de la globalización y la "integración
al mundo" como factoría periférica. Fue en este gobierno, al que
Manzi adhirió, donde se realizó el primer dique del Nihuil de Mendoza
(iniciado en 1943) y el dique Florentino Ameghino de Chubut (terminado
en 1950). Se construyeron escuelas, policlínicos y centros de salud,
sobretodo en el abandonado interior. En sólo ocho años, se construyeron
4229 establecimientos sanitarios en todo el país. Esto amplió la
capacidad hospitalaria en 130.180 camas. Jamás antes ni después
la salud pública argentina recibió un impulso de esta magnitud.
La obra de Ramón Carrillo, premiada por los "libertadores" con un
amargo destierro, erradicó por completo el paludismo y enfermedades
como la sífilis y tuberculosis disminuyeron a niveles equiparables
a los países más desarrollados. Los argentinos debemos saber que
el Servicio Nacional de Salud Británico, considerado ejemplo de
un sistema universal y público, data de 1949. Ya para entonces el
sistema público de salud argentino superaba al británico, tanto
en recursos aplicados como en resultados obtenidos. Se edificaron
centros recreativos como el de Chapadmalal y Río Tercero. El propio
Félix Luna admite: "En materia de obras públicas, la política peronista
era coherente con el sentido social que inspiraba su filosofía general".
El país se industrializó. Se movilizó la hacienda, la industria,
los trabajos públicos, las obras viales y de regadío, el derecho
obrero, la política agraria, el perfeccionamiento de la defensa
nacional, el aumento de los politécnicos, la dignificación de la
Universidad adaptando al estudiante a los ideales éticos argentinos,
creando profesionales con Patria y con conciencia en las fábricas
de títulos, antes que el golpe de 1955 vendiera por un mísero plato
de lentejas político la conducción de las casa de estudio a los
maniobreros de la Reforma y las consignas de 1917. El tiempo perdido
en parloteos se recuperó con el trabajo silencioso y productivo.
En una década se montó toda una industria liviana y se echaron los
cimientos de la gran siderurgia con los altos hornos de San Nicolás,
el hierro de Sierra Grande y el carbón de Río Turbio, en tanto se
realizaba una revolución social y se poblaba de viviendas, hospitales
y escuelas en todo el país.
Forjista que estás de guardia...
Se había derrotado el "Estatuto del Coloniaje", el ¿...y, total,
pá que?", el crapulosos "no te metás", el infame "vámo y vámo".En
la ciudad del "no te metás", surgió Homero Manzi, el varón "que
se metió" y acompañó al Peronismo hasta sus últimos días.
Dice Osvaldo Vergara Bertiche: "Homero Manzi vino del interior a
darnos la cultura de la poesía, del tango y de todo lo que significa
un sentimiento nacional. Junto al tango está el sentimiento nacional;
junto al tango y la poesía está la integración del país y su propia
expresión social. Manzi fue un revolucionario y, si bien no alcanzó
a combatir en San Joaquín, en la histórica revolución de Paso de
los Libres donde los irigoyenistas plantearon la defensa del movimiento
popular y su reacción ante lo que era el régimen, pudo con posterioridad
plasmar como coautor en la célebre Marcha de Forja su espíritu revolucionario
cuando concretó en célebres estrofas el espíritu radical de aquella
época" (Vergara Bertiche, Osvaldo. "Homero Manzi. Rebelde, de sur
vestido. Militancia y Poesía en Tiempo de Tango". Análisis. Cuadernos
de Divulgación. Rosario. 1995).
Ernesto Sábato dijo en su poema "Al Buenos Aires que se fue": "Feliz
de vos Homero Manzi, que te fuiste a tiempo,/ cuando aún era posible
escribir esas canciones de trenzas y almacenes;/ cuando todavía
los espíritus no estaban resecados por la ferocidad y la violencia"
Y el poeta Horacio Ferrer le dice:

De izquierda a derecha: Cátulo Castillo,
Homero Manzi, Sebastián Piana y Pedro Maffia |
"Homero viene allá,
de sur vestido,
su muerte fue tan solo un mal momento
ahí se va sembrando vidas que no han sido
por un claro de cuna de arrabal.
Tras él vienen sus novias en cortejo,
mostrando el corazón de adiós tejido,
cuando él, grave de todos, sangra un río,
de glorias y fracasos en orsay.
Homero Manzi, tus valsecitos,
La luna triste quiere cantar.
Vamos, Homero, salgamos juntos,
que en el misterio van a cerrar.
Se asoman, por los barrios para verlo
Los tangos y la fe que han muerto poco
Y Manzi les da un nuevo sueño loco,
Al son de su guitarra fraternal.
Le enseña a presagiar a nuestro olvido
Y el pájaro total del amor nuestro
A su barbeta va, buscando nido,
En tanto él fuma y fuma en el umbral.
Homero Manzi, tus valsecitos
La luna triste, quiere cantar.
Vamos, Homero, salgamos juntos
Que en el misterio, van a cerrar"
¿Manzi fue un letrista del tango o un poeta que escribió a través
del tango? "Manzi nació poeta. Fue poeta, y de los buenos, desde
la infancia; mucho antes que García Lorca fuera conocido, el mismo
género de lirismo y la misma calidad campeaba en los versos de aquel
muchacho de barrio. Estaba en la conscripción Manzi cuando dijo
un día: "Tengo por delante dos caminos: hacerme hombre de letras
o hacer letras para los hombres" Y así fue como sacrificó la gloria,
para dar su talento a una labor humilde, convertido en letrista
de canciones. Cumplió esa tarea, lo mismo que Discépolo, asumiendo
el deber de jerarquizar el arte de su pueblo. Y esto lo hizo conscientemente,
sacrificadamente, arrojando por la ventana la gloria que deslumbra
a los que buscan la consagración literaria" Tales son las palabras
de Arturo Jauretche, reproducidas por el poeta Horacio Salas en
su libros "Homero Manzi y su tiempo". En el mismo, Nelly Omar le
confiesa al autor: "Tangos, me escribió muchos: "Fuimos", "Solamente
ella", "Después", "Torrente" y otros", y se adivina en la prosa
del cronista la posibilidad de algún romance secreto. "Solo puedo
escribir lo que me ha pasado" aseguró Manzi. Sin embargo, quién
fue la musa inspiradora de "Malena" persistirá en el misterio de
las leyendas.
Al Manzi del final le quedó tiempo para ejercer la presidencia de
SADAIC, acompañar la renovación cultural del peronismo, aunque sin
afiliarse y mofarse de la censura impuesta a las letras de tango,
tener un hijo, "Acho", poeta como su padre y firme custodio de su
memoria, dejó de yapa poemas inéditos, proyectó libros para películas
que no llegó a realizar con temáticas dispares: Rubén Darío, Jorge
Newbery, Antártida. Tampoco dejó de lado su afición por las carreras
de caballos (una anécdota tragicómica cuenta que Manzi atrasó su
última operación porque tenía el "dato" para una carrera en el Hipódromo
de San Isidro).
Así recuerda Alen Lascano su final:
"La noche caía sin frío sobre la ciudad. Una lenta caravana se desplazaba
por Lavalle, en espera de poder entrar a la sede de SADAIC. Alguna
figura popular del cine o la radio, era reconocida y saludada con
afecto por las gentes que colmaban la vereda. Después se entraba
al gran hall iluminado y cubierto de flores. Allí estaba...
Veníamos caminando desde Callao con Elpidio Vázquez y Jacinto Brunet.
Un gran dolor nos oprimía a los tres. Allí estaba...
"Veinte años temblando de cariño". Buenos Aires. Lo lloraba un pueblo.
Y dos compañeros de los días dorados, a quienes la muerte reunirá
muy pronto. Luisito Dellepiane le sigue el 31 de agosto. Discepolín
se irá en vísperas de Nochebuena... Hundidos en la nada, quedan
los enconos y luchas
A la tardecita siguiente, el sol marchitaba las flores del cortejo.
La calle resultó estrecha para contenerlo. Y el afecto anónimo y
popular, para desparramarse junto a la madre, estoicamente plantada
a despecho de Luis y Román, para despedir al hijo. Y Acho, y Cátulo
con voz tranquila y entrecortada leyendo su discurso y el llanto
inconsolable de Pichuco.
Una voz tremante dijo en aquella despedida, el símbolo con que se
cerrábase la vida de Homero Manzi: "Esas flores que ha mandado Perón,
son las mismas que de haber vivido hubiera mandado Yrigoyen para
honrar su devoción a las causas populares". Era Jorge Farías Gómez.
Y un adiós quedó flotando en el especio, perdido tras aquella tumba,
al dejarle su afecto Arturo Jauretche aplicadas a él, las estrofas
de su verso:
"Varón, pá quererte mucho..."
(Alen Lascano, Luis C. "Homero Manzi. Poesía y Política" Editorial
Nativa. Buenos Aires. 1974)
Y agrega Aníbal Ford:
"Quedan muchas cosas sin tratar. Queda el Manzi biográfico, el de
todos los días: el humorista, el amigo, el padre, el de la noche,
el del juego, el de los burros. Hombre negativamente contradictorio
para los que se manejan con las budineras sociológicas. Hombre positivamente
contradictorio para los que piensan que no es necesario caer en
ellas para interpretar y transformar la realidad. Manzi ejemplifica
a la Argentina como pocos pudieron hacerlo. Y en muchos aspectos,
aún en los que vuelven con las palabras de Jauretche: "Era una mezcla
curiosa de porteño de barrio, de intelectual, del centro, con un
arrastre provinciano, santiagueño y campero, curiosa mezcla que
coordinaba muy bien dando el tipo de hombre argentino integrado".
Aclaro: integrado y al servicio del pueblo.
Gran maestro de la cultura popular, como esos dos grandes que lo
acompañaron: Troilo y el nunca suficientemente reconocido Sebastián
Piana; político lúcido en las luchas nacionales, crítico, a veces
intuitivo, de las formas alienadas y clasistas de la cultura, Manzi
a dejado un gran mensaje. Pero un mensaje articulado en una época.
No lo mitologicemos. No caigamos en un populismo embobado Y menos
aún en una crítica anacrónica que exija pensar en términos de 1971
(fecha de edición del libro). Reconozcamos sí que fue un gran precursor.
Un inolvidable precursor, un nombre real de la cultura argentina,
en esa cultura poblada de usurpadores"
(Ford, Aníbal "Homero Manzi" La historia Popular. Vida y Milagros
de nuestro Pueblo. CEAL. Buenos Aires.1971.)
Pero es tal vez su propio hijo, Acho Manzi, quien nos brinda la
visión más equilibrada del bardo de Añatuya:
"A medida que pasa el tiempo, su figura se agranda. Antes se hablaba
de los tangos, y ahora de las películas, las obras de teatro y su
mirada política. El sólo quería representar en el arte la personalidad
del pueblo, que tenía cien facetas porque había muchas nacionalidades,
profesiones y culturas, pero todas compartían este lugar común llamado
la Argentina. El apareció en una época en que nacían los medios
de comunicación, y el se subió a esa industria para, desde esa montura,
hacer todo lo que conocemos, seguir dándole clases al pueblo, enseñándonos
cosas que no se van a borrar nunca" (La Nación, 1/11/07).
Cuando falleció, el 3 de mayo de 1951, con solo 44 años de edad;
la época se los llevaba jóvenes pues Roberto Arlt lo hizo a los
42, Barquiño le dijo a Troilo
:
"Para esto...no hay reposición"
"Mucho de mi yrigoyenismo se lo debo a Homero Manzi, que tenía 20
años por esos días. El medió una de las explicaciones más orgánicas
y tal vez más poéticas del caudillo y de lo que significó" contaría
Jauretche tiempo después.
"Si por sus ideas le cerraban el camino a ser hombre de letras,
el se dedicó a hacer letras para los hombres y se transformó de
Homero Nicolás Manzione en HOMERO MANZI"
"Homero se nos fue al mundo de la noche" señaló Jauretche, y allí
no pudieron con él.
Forjista que estás de guardia,
Si te preguntan contesta,
estoy de guardia en la noche
¡Esperando que amanezca!