
Fragmentos de una historia
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| Discurso de Perón el 1º de
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Juan Gelman - Ajá (2001) |
Gonzalo
Chaves - "La Triple A hizo el trabajo de cortar los puentes entre los viejos
y nuevos peronistas"
Roberto
Cirilo Perdía - "El poder económico tuvo una responsabilidad directa en
promover al Golpe de Estado"
Carlos
Flaskamp - "Como había que pasar a la clandestinidad, los frentes de masas
estaban expuestos y no se podían sostener"
La
contraofensiva - Investigaciones Rodolfo Walsh |
Un "paraíso" tan temido, sobre ausencias y exilios, Nunca Más
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Diccionario de los 70
Entrevista a Roberto Perdía, marzo 2011 |
Movimiento Peronista Montonero - Documento de Roma
  Montoneros:
El llanto para el enemigo
"Hoy, 29 de mayo, a las 9.30 horas, nuestro Comando
procedió a la detención de PEDRO EUGENIO ARAMBURU, en cumplimiento de una
orden emanada de nuestra conducción, a los fines de someterlo a JUICIO
REVOLUCIONARIO.
"Sobre Pedro Eugenio Aramburu pesan 108 cargos de
TRAIDOR A LA PATRIA Y AL PUEBLO Y DE ASESINO DE 27 ARGENTINOS.
"Oportunamente se darán a conocer las alternativas del juicio y la sentencia
dictada".
Era el comunicado número 1 de los MONTONEROS: una bomba
política que sacudió a la Argentina y expandió sus ondas por el mundo
entero. Aramburu era en ese momento, el eje de una amplia maniobra política
que le tenía prácticamente asegurada la presidencia argentina.
Ahora
este muchacho, dirigente nacional de los Montoneros, que maneja con
precisión su Chevrolet por las calles congestionadas de un Buenos Aires
inoportunamente primaveral, me va a contar por qué secuestraron y ejecutaron
a Aramburu, cuál es la ideología y la estrategia del Movimiento, por qué son
peronistas, cómo entienden la revolución a escala latinoamericana, qué
piensan de la Revolución Cubana; me dirá, por fin quiénes son realmente los
MONTONEROS.
Las versiones que se manejan sobre las
motivaciones que ustedes tuvieron para secuestrar y ajusticiar a Aramburu
van desde que cumplieron una especie de "castigo bíblico", hasta las de un
revanchismo anacrónico. ¿Cuáles fueron realmente las motivaciones del
Movimiento?
Sabemos que corren todas esas versiones. Pero
antes de responderle quiero darle algunos antecedentes. MONTONEROS se había
desarrollado, previamente a esta operación en una larga etapa de
organización y preparación, durante la cual nos fogueamos en el combate y
realizamos numerosas operaciones. Así, una vez que consideramos que habíamos
logrado un desarrollo organizativo mínimo, una consolidación política y una
técnica militar y, sobre todo, que el proceso del pueblo argentino había
madurado lo suficiente como para prestar una adecuada receptividad a las
acciones armadas, decidimos dar un paso más delante en lo que hace al grado
de violencia ofensiva. O sea, avanzar en la escalada político-militar que se
iniciara con atentados, asaltos a policías de parada, a postas militares, a
polígonos de tiro, a armerías, entre otras cosas hasta llegar a la toma de
bancos y destacamentos policiales. Por eso planificamos entre otras, esta
operación de envergadura nacional.
¿Y las motivaciones concretas de
la operación Aramburu?
Fueron varias y la consideramos absolutamente cumplidas.

"No
quiero entregarme viva". Revista Evita Montonera
Nº 13, abril-mayo de 1976. Clic para agrandar |
Primero: aplicar la justicia revolucionaria.
Como tal, consideramos que este hecho, que abarca la detención, juicio,
sentencia y ejecución de Aramburu, significa el desconocimiento absoluto de
la justicia del régimen y el comienzo de la instauración del poder popular.
En segundo lugar queríamos privar al régimen de su carta más importante para
la salida demoliberal, dando con ello un golpe durísimo al sistema. Creo que
esto queda certificado por la reacción posterior de la "Unión Democrática".
Aramburu era el hombre de recambio del régimen, contando para ello con él
apoyo de los generales y los oligarcas, su prestigio entre los sectores
gorilas e imperialistas y su intentona populista de acercamiento al
peronismo apoyada por la traición cómplice de algunos tránsfugas.
¿Qué consecuencias estiman que tuvo la operación?
Creemos que es el primer hecho militar realizado por una
organización revolucionaria que implica por sí sólo definirse políticamente.
Ya asaltar un banco o tomar un destacamento militar no define políticamente
a nadie. Y por otra parte, la ejecución provocó una agudización de las
contradicciones internas del régimen, de las cuales el resultado es el
cambio de Onganía por Levingston y dejó en evidencia que la verdadera
disyuntiva del país es peronismo o antiperonismo.
¿Ustedes siguen
creyendo en la antinomia peronismo-antiperonismo? El propio Paladino,
miembro del Consejo Superior del Movimiento Nacional Justicialista, vocero
político del peronismo en el país, declaró que "la antinomia
peronismo-antiperonismo ha desaparecido".
Nosotros consideramos no
sólo vigente esa contradicción sino cada vez, más profunda. Los que han
cambiado no son los términos de esa contradicción, sino la configuración de
sus elementos. O sea, que el cambio se ha dado en la conformación de esas
fuerzas, ya que sectores de una se han pasado a la otra y viceversa.
Así es que el antiperonismo se ha visto engrosado con los sectores burgueses
y las burocracias sindicales del Movimiento, que desde 1955 vienen pasándose
al campo enemigo, unos enrolándose en el frondifrigerismo desarrollista y
otros en el neoperonismo o peronismo sin Perón. Tendencias ambas que andan
convergiendo en estos días. Mientras que por otro lado, también las Fuerzas
Armadas purgaron todos sus elementos peronistas a través de los
fusilamientos y bajas resultantes de cada levantamiento peronista. Por
ejemplo el Movimiento de Recuperación Nacional de 1956 encabezado por los
generales J. J. Valle y R. Tanco; la sublevación del General Iñiguez, en
Rosario, en 1960. De esta manera se han perfilado en ellas dos alas: una
pro-yanki dependiente del Pentágono, y otra nacionalista, sin pueblo, que
siempre termina haciéndole el juego a la otra. Aún así, no negamos la
existencia de posibles excepciones y es a tales excepciones que convocamos a
que participen de la lucha del pueblo.
Por otro lado, sectores
antiperonistas o no peronistas hace quince años, se han acercado e integrado
al peronismo, como es el caso de sectores cristianos, laicos y clericales,
el estudiantado universitario y nacionalistas izquierdistas que
comprendieron el carácter revolucionario del Movimiento.
Volviendo a
la operación de Aramburu. Hay sectores de opinión que insisten en que hubo
participación, por la menos indirecta, de los Servicios de Inteligencia del
Estado (SIDE). ¿Qué hay de cierta en esto?
Esos sectores a los que
usted se refiere, están interesados en negar la posibilidad de la existencia
de una organización armada peronista capacitada política y militarmente,
como para realizar una operación de esta envergadura. Además lo niegan en
función de las contradicciones internas del régimen.
De todas formas hay, o por lo menos, así se presentan, una serie de
puntos confusos...
Todo es parte de una maniobra confusionista del
régimen, apoyada por los eternos "revolucionarios de café", pero, nos consta
que para el pueblo no hay puntos confusos y eso nos basta.
No
quisiera quedarme con ninguna reserva y voy a hacerle algunas otras
preguntas sobre esto. Ni Maza, ni Abal Medina, ni Ramus fueron reconocidos
por los familiares del Teniente General Aramburu como participantes en el
primer aspecto de la operación: el secuestro. ¿Cómo se explica esto?
Lo que afirmen o nieguen los presuntos testigos del hecho, es problema de
ellos, no nuestro y no nos importan los distintos intereses que los llevan a
afirmar o negar determinados datos.
En
cuanto a la aparición del cadáver de Aramburu se ha señalado como extraño
que fuera sepultado en la propia casa de Ramus sin tomar precauciones
mínimas que dificultaran su identificación, como hubiera sido sacarle la
sortija matrimonial y la prótesis dental.
Le pido me disculpa que no
conteste ahora a esa pregunta, pero su respuesta afectaría normas de
seguridad y compartimentación.
Quisiera preguntarle una última cosa
sobre esto: el episodio de William Morris, donde mueren Abal Medina y Ramus,
¿fue producto de una delación? Toda la operación parece más bien dirigida a
exterminarlos que a capturarlos con vida, siendo como eran, elementos muy
importantes para el esclarecimiento de todo este asunto.
No creemos
que la policía tuviera el dato preciso de quiénes estaban allí porque en ese
caso hubiera actuado de otra manera: sin duda llevando más efectivos, etc,
Por otro lado era imposible capturar con vida a los compañeros que ahí
estaban, salvo los que se encontraban desarmados que es el caso del
compañero detenido porque tenían la consigna de resistirse hasta escapar o
morir.
Le reitero, finalmente, que pensar que Montoneros tiene
alguna vinculación con el SIDE es no sólo erróneo, sino absurdo. Detrás
nuestro, no hay ningún cerebro maquiavélico como pretende el gorilaje,
ningún general oportunista, ninguna potencia extranjera. Detrás nuestro sólo
pueden estar el pueblo y el General Perón.
Entre las críticas que se
le han hecho a la operación Aramburu, desde posiciones revolucionarias, está
la de que, dada su magnitud, les creaba a ustedes un problema respecto a
cómo garantizar la continuidad y progresión de acciones futuras.
Cuando se realizó la operación Aramburu, estaba suficientemente garantizada
la continuidad, lo que quedó demostrado al realizarse la toma de La Calera
un mes más tarde. Recién luego de esta operación, comenzaron los problemas
que son propios de la etapa en que se encuentra la resistencia armada en la
Argentina, ya que no podemos suponer que somos invulnerables y que nunca
vamos a tener presos y muertos.
Todos sabemos que es la primera
etapa de la lucha, la más dura y peligrosa y que los que toman la delantera
a menudo, deben pagar con su vida, la experiencia que aprovecharán los
demás.
Aún así se podría disentir con respecto a si el momento era
el adecuado o si realmente era necesario afrontar los riesgos que afrontamos
en esta etapa.
¿Cuál es el balance que finalmente hacen?
A
pesar de todos los problemas sufridos, consideramos un acierto haber
realizado hechos de tal volumen, porque abrieron nuevas perspectivas al
movimiento armado, tanto en lo político como en lo militar, lo que se
comprueba en la creciente expectativa popular y la ola de acciones armadas
desencadenadas en estos momentos.
¿Ustedes buscaban también ese
efecto?
Intentábamos con estos golpes dar un paso adelante en lo que
se refiere a la capacidad ofensiva de las organizaciones armadas,
demostrando que eran posibles, hechos de envergadura y que el régimen era
vulnerable a los mismos, con lo cual la lucha armada en la Argentina podría
trasponer el tope a que había llegado y entrar de lleno a pesar sobre la
realidad política. Consideramos haber logrado esos objetivos puesto que no
perdimos totalmente nuestra continuidad, provocamos un alza de las acciones
armadas y, por tanto redujimos el margen de maniobra del régimen, como lo
demuestra el golpe del 8 de junio, el aplazamiento del proceso electoral
fraudulento hasta tanto no se pacifique el país, etc.
¿Cuál es la ideología del Movimiento? Entendemos que algunos de sus
componentes son el cristianismo y el peronismo ¿cómo entienden estas
concepciones?
Somos peronistas aunque provengamos de distintos orígenes y formaciones.
El peronismo tiene una doctrina creada en 1945, que se fue reelaborando y
actualizando durante los 25 años posteriores. Esta doctrina se sintetiza en
las tres banderas del Movimiento: Independencia Económica, Justicia Social y
Soberanía Política. .
Estas tres banderas en 1970 se expresan a
través de la necesidad de lograr un desarrollo económico independiente y una
justa distribución de la riqueza, dentro del marco de un sistema socialista
que respete nuestra historia y nuestra cultura nacional.
Por otro
lado, la doctrina fue definida por su creador, el General Perón, como
profundamente nacional, humanista y cristiana, respetuosa de la persona
humana sobre todas las cosas.
¿Cuál es la estrategia revolucionaria de la organización?
La de la
Guerra Popular. Esta presenta distintas características, debe ser total,
nacional y prolongada. Le digo total, porque supone la destrucción del
Estado capitalista y de su ejército, como previos a la toma del poder por el
pueblo. Hablamos de nacional, porqué su sentido es el de la emancipación del
dominio extranjero, a la par que la reivindicación del pueblo argentino. Y
por último, la calificamos de prolongada, porque hay que formar el Ejército
Popular, lo que implica tiempo para desarrollarlo y además, debido a las
características del ejército enemigo al cual no es posible derrotar en un
combate y sí, en cambio, desgastarlo en la lucha a través del tiempo.
¿Cuál es la relación de los Montoneros con las otras organizaciones
armadas argentinas y cómo ven sus estrategias, en cada caso?
Las
estrategias de las organizaciones armadas de la Argentina, son básicamente
similares. Esa similitud se expresa en los puntos mínimos de coincidencia
que creemos indispensables para desarrollar más adelante una tarea conjunta.
Tales puntos son el desarrollo de la guerra popular como único método para
lograr la liberación de nuestra patria; la convicción de que esa liberación
sólo es posible conjuntamente con la del resto de América Latina y que el
movimiento de masas que expresa y encarna esta vocación revolucionaria en la
Argentina, es el peronismo.
Es cierto que existen diferencias de
apreciación política y hasta de ideología en algunos casos. Indudablemente
con quien tenemos mayor afinidad es con las Fuerzas Armadas Peronistas
(FAP). Pero nuestras relaciones con todas las organizaciones hermanas son de
solidaridad y respeto, el que se merecen todos los que luchan honestamente.
¿Cómo ve la revolución a escala latinoamericana? ¿Consideran la necesidad de
una estrategia continental?
El General Perón sentó, hace muchos
años, la Doctrina de la Tercera Posición. Esto nosotros no lo vemos, por
supuesto, como una equiparación del campo imperialista y del socialista,
sino como una forma de vinculación solidaria activa con los pueblos
latinoamericanos, asiáticos y africanos, los del llamado Tercer Mundo,
explotados por el colonialismo y el imperialismo. En cuanto a Latinoamérica,
no sólo la doctrina sino también la historia común, determina los lazos
fraternos entre nuestros países. Por eso al igual que San Martín y Bolívar,
como otros próceres hispanoamericanos, necesitaron unirse para independizar
a América del dominio español, también hoy nosotros necesitamos unirnos a
escala continental, para liberarnos del yugo yanqui, y de las oligarquías
nativas.
José
Sabino Navarro, "El Negro"
Un revolucionario que no era careta
Hacia fines de
1971 julio cae en combate José Sabino Navarro, "El Negro", uno
de los fundadores de Montoneros, en medio de un hecho tan
espectacular como su relativamente corta existencia.
La fragua de un héroe
Cuenta la crónica que nació en un humilde
hogar peronista correntino el 11 de diciembre de 1942, que fue
obrero metalúrgico, que militó en la Juvetud Obrera Católica,
que luego fue un respetado delegado y líder sindical de Smata y
que alguna vez se trenzó a trompadas con el un rompehuelgas
llamado José Rodríguez.
A raíz de su paso por la JOC y su
adhesión al cristianismo revolucionario se relaciona con Juan
García Elorrio y los grupos reunidos en derredor de la mítica
revista Cristianismo y Revolución. A
través de esos contactos, en distintos plenarios, encuentros y
congresos, contacta con quienes en Buenos Aires y otros lugares
estaban reuniéndose para dar nacimiento a lo que sería la
organización político-militar Montoneros.
La historia de
los inicios de Montoneros ha sido contada y analizada por
distintos autores, rescatamos al médico, escritor y ex militante
fundacional José Amorín; al
historiador Lucas Lanusse y al filósofo y escritor José Pablo
Feinmann, entre otros.
En general se coincide en la
avasalladora personalidad y el ímpetu combatiente de Sabino
Navarro. Las características de sus orígenes genuinamente
obreros y la militancia sindical explican en parte su forma
democrática de consultar a los compañeros en las decisiones
fundamentales. Sabino no provenía de padres profesionales de
Barrio Norte ni había estudiado en un prestigioso colegio, por
el contrario su padre era analfabeto y obviamente muy pobre.
Tampoco venía de Tacuara ni era un "cristianuchi" -como dice
Feinmann - , o sea un chupacirios convertido en revolucionario,
sin que esto signifique en absoluto una afrenta para los
chupacirios convertidos en revolucionarios.
Una vez
conformada la organización Montoneros, e integrado a ella,
Sabino Navarro fue uno de sus principales líderes y referentes.
En septiembre de 1970 la incipiente organización se enfrenta con
la policía en William Morris, donde caen dos de sus fundadores:
Fernando Abal Medina y Gustavo Ramus. En esa acción Sabino logra
escapar milagrosamente. Fue buscado intensamente por la
dictadura de Lanusse, es detectado en Villa Ballester donde se
enfrenta con una patrulla y caen dos policías a quienes quita
sus armas. Para entonces Sabino ya era casi leyenda.
En
1971 es sancionado por la organización y obligado a trasladarse
a la Regional Córdoba con la orden de reorganizarla tras su
debilitamiento después de la toma de La Calera. Es interesante
resaltar el motivo de la sanción disciplinaria que recae sobre
Sabino Navarro: no se le perdonó una canita al aire que El Negro
se tiró con una mina ajena a la organización. Tampoco se le
perdonaría, varios años después, idéntica "inconducta
revolucionaria" al poeta Francisco "Paco"
Urondo,
quien fuera obligado a trasladarse a Mendoza, donde finalmente
caería en manos de la represión. Si alguien sostuviera que nos
encontramos ante un severo tribunal inquisitorial, que pregona
el sagrado orden natural contra las aberraciones modernas, no se
equivocaría en absoluto, pero eso es otra historia.
Caída
en combate
El julio de 1971 un
grupo de compañeros realizan una operación de apoyo de los
trabajadores de Fiat en conflicto, sustraen dos vehículos y se
dirigen a Córdoba. La policía es alertada y se montan operativos
de control en toda la ruta de Río Cuarto a Córdoba y comienzan
los enfrentamientos. El grupo logra superar los primeros cercos
pero deben abandonar uno de los vehículos, en uno de los
tiroteos cae Juan Antonio Díaz, y sin movilidad se internan en
el monte, que por características ofrece poca protección.
Cecilio Salguero se queda cuidando la retaguardia para que el
resto pueda eludir el cerco, es detenido al día siguiente.
Sabino y Cottone, acorralados, siguen huyendo y obtienen
provisiones en las pocas casas que encuentran. A esa altura son
rastreados por helicópteros y la infantería. Se movilizan de
noche y en cada intento de salir a la ruta se ven obligados a
combatir y regresar al monte. En el camino que conduce al dique
Los Molinos roban un Citroen, pero son insistentemente
perseguidos, Sabino es herido en el hombro. Para avanzar roban
un colectivo que maneja Sabino, mientras continúa la persecución
y los tiroteos, chocan y se internan de nuevo en el monte.
Sufren más de una semana de persecución, sin alimentos, con
escasas municiones y El Negro, que había perdido mucha sangre
por la herida en el hombro, sin atención médica. Entonces Sabino
le pide a Cottone que huya e intente salvarse. Ante la negativa
de Cottone a abandonarlo, Sabino, superior en el escalafón
montonero, lo conmina "¡Es una orden!". A los 200 metros
-contaría después Cottone- escuchó un disparo. Según este
testimonio, para no caer vivo en manos de los perseguidores
Sabino decide quitarse la vida.
La policía lo siguió
buscando durante semanas, hasta que lo encuentra muerto en una
cueva, escondido entre las piedras y con el arma, un 38, en su
mano derecha. Para dificultar su identificación, o quizás como
trofeo, le cortan las manos y esconden su cuerpo, enterrándolo
debajo de otra sepultura. Tenía 28 años.
En 1974, Oscar
Bidegain y Ricardo Obregón Cano, gobernadores de la
Tendencia Revolucionaria
de las provincias de Buenos Aires y Córdoba, consiguen la
información del lugar en el que se encontraban los restos de
Sabino Navarro. Arnaldo Lizaso, otro histórico dirigente
peronista, colaboró con el traslado de sus restos al cementerio
de Olivos, donde se encuentran actualmente.
El Negro no
era careta
El rápido crecimiento de Montoneros, la
urgencia de los tiempos y la caída en combate de sus principales
referentes confluyeron en que la conducción de la organización
terminara recayendo en Mario Firmenich, quien al decir de
José Amorín tuvo como error principal no tanto la apuesta al
militarismo sino su falta de visión política. Aunque es
imposible volver atrás el reloj de la historia, se especula con
que de haber sobrevivido y estar a cargo de la conducción de
Montoneros, tal vez no se hubiera producido el tajante
enfrentamiento con Perón y sus nefastas consecuencias; el
abandono de lo político en aras del militarismo y el desastroso
pase a la clandestinidad, que en definitiva selló la suerte de
una organización revolucionaria que supo interpretar los anhelos
de un pueblo y el horizonte político de toda una generación.
Tal vez. Lo que es
seguro es que Sabino Navarro, como tantos otros, luchó por un
mundo mejor. Y que no era para nada careta. |
¿Cuál sería
el momento de continentalizar esa estrategia?
Por ahora nosotros
pensamos que la mayor utilidad que le podemos brindar a la Revolución
Latinoamericana es la de ir haciendo la revolución en nuestro país,
respetando los procesos particulares de los países hermanos, evitando de
esta manera imponer formas y métodos que puedan no corresponder a otras
realidades. Igualmente consideramos que para que la Revolución se consume y
consolide, deberá extenderse a todo el Continente.
¿Se consideran
los Montoneros la vanguardia armada de la revolución Argentina?
Indudablemente no.
Entonces, ¿cómo habrá de constituirse esa
vanguardia?
Entendemos que la constitución de la vanguardia armada de la
revolución en la Argentina se va a dar con la unificación de todas las
organizaciones armadas del país. Tal unificación se dará como una necesidad
imperiosa de la lucha. Por eso es que sostenemos el principio de unidad en
la acción.
¿Cómo valoran la Revolución Cubana?
La valoramos con respeto y
admiración hacia el procesó vivido por el pueblo cubano que es ejemplo para
nuestros pueblos. El hecho de que no haya conseguido aún la concreción de la
prosperidad económica, sólo significa que si la lucha por la toma del poder
es difícil, la creación del Estado Revolucionario y la consolidación de su
economía, son más difíciles aún. Evidentemente para consolidar ese proceso
revolucionario, al igual que en el resto del continente es necesario hacer
la revolución en nuestros países. Entendemos que Cuba necesita la
integración geopolítica con una latinoamérica revolucionaria.
Nuestra solidaridad y simpatía por la Revolución Cubana expresan el
reconocimiento a su valioso aporte en esta segunda etapa de la independencia
de nuestras naciones, lo cual no significa que pensemos que para la
Argentina haya que copiar exactamente su modelo. Cada pueblo tiene sus
propias características que deben ser tenidas en cuenta.
¿Tienen los
montoneros alguna relación con la ejecución de Vandor?
Con la ejecución de Vandor no tenemos ni tuvimos ninguna relación.
Ni siquiera sabemos a ciencia cierta cuáles fueron los móviles de la acción,
ya que nunca nadie intentó capitalizarla políticamente, al menos en forma
pública.
¿Y con la de Alonso? El comunicado emitido
por los autores de la operación estaba firmado por un "Comando Montonero
Maza'
En cuanto a la ejecución de Alonso y el comunicado a que usted
se refiere quiero decirle que el nombre de nuestra organización corresponde
a la historia argentina y que fue creado por aquéllos que disputaron las
primeras luchas nacionales y populares por nuestra independencia en el siglo
pasado. Por lo tanto no nos consideramos propietarios, entre comillas del
sello y sostenemos que montonero es todo aquel que lucha sin cuartel por las
banderas populares con todos los medios que su puesto de acción le ofrece.
De esta manera todo argentino honesto que participe de nuestra lucha, tiene
derecho a llamarse montonero y cuenta con nuestro apoyo y solidaridad.
¿Cuál es la política de los Montoneros ante los dirigentes que llamándose
peronistas se han distanciado de las masas y aún han llegado a traicionarlas
pasándose a la oligarquía y al imperialismo?
Como bien dice usted,
los dirigentes que llamándose peronistas han traicionado a las bases Se han
pasado al campo de la oligarquía y del imperialismo de esa manera han dejado
de ser peronistas aunque pretenden seguir disfrazándose de tales para no ser
repudiados por las bases. Pero éstas son conscientes del truco, de ahí que
esos dirigentes fraudulentos carezcan totalmente de representatividad.
Por eso nuestra política es la de no preocupamos por ellos en tanto su
traición a la función de dirigentes no se transforme en clara traición a las
luchas que encara el pueblo en estos momentos. En caso de que sí lo hagan
recaerá sobre ellos la pena correspondiente, que en todos los movimientos
revolucionarios del mundo ha sido y es siempre la misma.
¿Se
consideran una organización político-militar?
Lo somos.
¿Cómo encaran el problema clave de la relación con
las masas?
Consideramos que la tarea militar no está divorciada en ningún
momento de la tarea de organización del pueblo. Y que ésta, no se agota con
la construcción de una infraestructura que nos permita funcionar
militarmente en forma eficaz, sino que además se dirige a abrir canales de
comunicación, a ganar lo favorable y neutralizar lo desfavorable, a extender
la organización a todos los niveles o frentes de acción: el político, el
sindical, el estudiantil.
¿Cómo se concreta esto?
En esta etapa a través del intento de incorporara las luchas de
masas, por medio del ejemplo, las formas organizativas y los método de lucha
propios de una organización armada. Es lo que se ha dado en llamar
propaganda armada.
¿Han pensado en alguna forma organizativa específica?
Nos
hemos organizado y preparado para transmitir toda una serie de experiencias
que pueden resultar muy valiosas para el frente de masas, en tanto éste deba
soportar la creciente represión del régimen.
¿Qué resultados
esperan?
Creemos que de la adopción de las formas organizativas y de los
métodos de la lucha armada y la asimilación de la experiencia clandestina
sumadas a una correcta línea política, surgirá la incorporación paulatina y
organizada del pueblo a las organizaciones armadas.
¿Otra acción
importante de la organización fue la torna de La Calera, ¿qué motivaciones
tuvo?
Bueno, muchas. Queríamos dar continuidad a la acción iniciada
con la ejecución de Aramburu, demostrando con hechos la línea montonera;
queríamos golpear al más alto nivel militar en el interior del país,
demostrando simultáneamente que la organización existe a escala nacional y
se puede llevar adelante la guerrilla urbana en el interior.
Estos
eran algunos aspectos. Otros: demostrar que los hechos militares de
envergadura son posibles y que el enemigo es vulnerable; demostrar la
capacidad militar, disciplina y responsabilidad de las organizaciones y sus
combatientes en operaciones de volumen y varias más: dar testimonio concreto
de nuestra solidaridad combatiente con los mecánicos cordobeses reprimidos
por la patronal y el gobierno; recuperar armas y dinero, desarrollar la
propaganda armada: marcar el ingreso en la etapa de la consolidación
organizativa nacional y la intensificación del método de luchas a llevar a
cabo. Creemos que La Calera significó un avance en la escalada
político-militar contra el régimen.
Y comparativamente con la operación Aramburu, ¿como la ven?
Entendemos que ambas operaciones se complementan mutuamente, dándose sentido
una a otra y señalan una clara proyección en el desarrollo político-militar
de la resistencia armada nacional.
¿Creen posible una salida
electoral, del tipo de la que parece estarse gestando, incluso por
personeros del peronismo?
No podemos esperar nada de ninguna farsa
electoral. Ya nuestra experiencia nos dice con toda claridad que cuando no
nos proscribieron, nos anularon las elecciones que habíamos ganado. De ahí
que digamos que no estamos ni con el golpe gorila, ni con las elecciones
fraudulentas y que reiteramos que sólo el pueblo salvará al pueblo.
Finalmente una pregunta que debió ser hecha al principio: ¿cuáles son los
antecedentes de la organización, cómo surge, cuál es su composición?
Somos una unión de hombres y mujeres argentinos y peronistas que nos
sentimos parte de la última síntesis de un proceso histórico que arrancó 160
años atrás y que con sus avances y retrocesos da un salto definitivo hacia
adelante a partir del 17 de octubre de 1945, que en estos últimos 15 años se
ha expresado en la Resistencia, la Revolución del 56, los Uturuncos, los
Conintes, los Planes de Lucha, el Ejército Guerrillero del Pueblo, el
Movimiento Revolucionario del Pueblo, la Central General de Trabajadores, el
Peronismo Revolucionario, Taco Ralo. Todo este proceso ha influido en
nuestra formación y es el que le otorga sentido y proyección a nuestra
lucha. Luego de haber militado en los distintos frentes del Movimiento,
varios grupos de diversas partes del país nos organizamos para llevar
adelante una guerra Iarga de Resistencia Armada contra el régimen gorila.
Proveníamos de distintos sectores y orígenes, obreros, estudiantes y
profesionales de tradición peronista, cristianos, nacionalistas e
izquierdistas. Pero nos unieron la convicción y el sentimiento, ya comunes,
de la necesidad de luchar con las armas en la mano por la toma del poder con
Perón y con el pueblo y la construcción de una Argentina libre, justa y
soberana.
Concientes de que carecíamos de medios y experiencias, nos
dedicamos largo tiempo a entrenarnos y disciplinarnos, preparando
minuciosamente las primeras operaciones, destinadas a recuperación de
armamento, municiones, explosivos, etc.
Así fue como se asaltó el
Tiro Federal de Córdoba; se asaltaron depósitos de canteras; se tomaron
varios destacamentos policiales y postas militares; se realizaron varias
operaciones de recuperación de dinero en bancos y de reducción de agentes.
Todo este accionar se desarrolló en diversos lugares del país,
simultáneamente. Así nos fuimos consolidando como organización
político-militar con la característica fundamental de ser una organización
de alcance nacional.
En estas condiciones es que decidimos salir del
anonimato como organización bajo el nombre de Montoneros con los hechos
conocidos porque consideramos que había que pelear porque ya era hora de que
dejáramos de llorar nuestros caídos; era la hora de que cayeran los de
enfrente; hora de que llorara el enemigo.
[América Latina en Armas,
Ediciones M.A., Buenos Aires, Enero de 1971]
 Estremecedor
informe de inteligencia militar durante la dictadura
Lo que sabía el 601
Por
Miguel Bonasso
Son 93 carillas secretas preparadas en junio de 1980 por el Batallón
601 que analizan la segunda contraofensiva de Montoneros. El nivel de
detalle es estremecedor: hasta figura quién es la maestra de sus hijos en La
Habana. Tanto conocimiento hace preguntarse quién o quiénes fueron las
fuentes. Ahora, estos papeles son parte central de la causa del juez
Bonadío.
Un documento secreto de la inteligencia militar (Batallón
601), nunca publicado hasta este momento, revela que el Ejército tenía un
conocimiento casi perfecto sobre la intimidad organizativa de Montoneros y
sus planes políticos y militares. A tal punto, que sugiere la posibilidad
siempre enunciada y nunca probada de una infiltración en los altos niveles
de la organización guerrillera peronista. El extenso informe (93 carillas)
está caratulado "estrictamente secreto y confidencial", fue elaborado en
junio de 1980 por la "Central de Reunión" y forma parte del corpus
estratégico de la causa 6859, a cargo del juez federal Claudio Bonadío, que
investiga el secuestro y desaparición de 18 militantes montoneros, de los
cuales solamente sobrevivió Silvia Tolchinsky, actualmente residente en
España. El proceso judicial, que ha causado inquietud en los medios
castrenses, le ha significado el procesamiento y la orden de prisión a casi
cuarenta represores, empezando por el ex dictador Leopoldo Fortunato
Galtieri, recientemente operado de una enfermedad terminal. El texto
elaborado en Viamonte y Callao, se complementa en la causa con otro informe
de la Dirección General de Inteligencia de la Policía de la Provincia de
Buenos Aires (D.G.I.P.B.A./ Div. CR.Extr. nº 605, de marzo de 1980), que
firma el comisario mayor Alberto Rousse, Subdirector General de
Inteligencia. El documento detalla las caídas de los militantes montoneros y
revela que la fuente es el Batallón 601 (el Servicio de Informaciones del
Ejército). El comisario Rousse evalúa la información como A-1, el rango
máximo de seriedad en el argot de los servicios. Lo mismo puede decirse del
análisis principal, compuesto por diversos informes parciales, pero
redactado posiblemente por una mano única, una rara avis en el mundo de la
"inteligencia": un espía realmente inteligente. La "segunda
contraofensiva"
En marzo de 1980, a despecho de las pérdidas
estratégicas sufridas en 1979, durante la primera etapa de la llamada
"contraofensiva popular", la Conducción Nacional de Montoneros (CN) lanzó
una segunda oleada de jóvenes militantes sobre el país. Varios de ellos, que
integraban la estructura militar de las TEI (Tropas Especiales de
Infantería), fueron secuestrados con sugestiva velocidad; en algunos casos a
menos de una semana de haber ingresado clandestinamente a la Argentina.
Todos continúan desaparecidos.
Las TEI y las TEA (Tropas especiales de Agitación), eran los
instrumentos con los que la CN, cada vez más cegada por una visión
militarista, pretendía actuar como motor de arranque de un levantamiento
popular que no se produjo. Desgraciadamente, a pesar de las escisiones y las
fuertes condenas internas, la Conducción no había hecho una autocrítica de
la "Primera Contraofensiva" de 1979, cuestionada por acciones "comando"
espectaculares y cruentas, que causaron más espanto que aprobación en la
sociedad civil. El resultado para Montoneros fue catastrófico: perdió el 75
por ciento de los militantes enviados desde el exterior, empezando por un
miembro de la Conducción Nacional (Horacio Mendizábal), seis miembros del
Consejo Superior del Movimiento Peronista Montonero, entre los que se
contaba el ex diputado Armando Croatto; valiosos y experimentados dirigentes
políticos como el puntano Julio Suárez; dirigentes sindicales de base, como
José Dámaso López o juveniles, como Jorge Gullo, hermano del líder de la JP,
Juan Carlos Dante Gullo.
Ya antes de la Contraofensiva, en febrero
de 1979, el Movimiento peronista Montonero (MPM), había sufrido una
importante escisión conducida, entre otros, por Rodolfo Galimberti. En
diciembre de ese mismo año, otro grupo que incluía la mitad del Consejo
Superior del MPM rompió con la CN, criticando el "militarismo y aparatismo"
de la trágica maniobra. A pesar de las divisiones y señalamientos, la CN
insistió con su estrategia y envió otro contingente de militantes al país,
encuadrados preferentemente en las TEI y las TEA. El resultado volvió a ser
letal y Montoneros ingresó a partir de entonces en un plano inclinado del
que no se recuperaría nunca. Este es el contexto histórico en el cual uno o
más miembros del 601, escribieron (¿con ayuda de algún infiltrado? ¿con el
trabajo esclavo de algún prisionero al que luego igual asesinaron?) su
extenso análisis acerca de la BDT ("Banda de Delincuentes Terroristas")
Montoneros.
El Informe

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El largo análisis del 601, comienza haciendo
referencia a otro documento, del 15 de octubre de 1979, donde registraban ya
la "crisis interna de la BDT", "causada por la decisión de la CN de lanzar
la maniobra de la contraofensiva en el país". Recuerda que "un conjunto de
intelectuales del ‘MPM’ se hallaba elaborando una propuesta política llamada
‘proyecto nacional revolucionario’, que se presentaría ‘a personalidades
extranjeras’". "En general tendía hacia los postulados de la
socialdemocracia europea, por considerar que era lo más potable para EUROPA,
los ESTADOS UNIDOS y países socialistas". Tras analizar, sin triunfalismos,
que los réditos políticos de la "contraofensiva" fueron "escasos", el
anónimo redactor (o los anónimos redactores) subrayan que la "BDT" "sigue
adjudicándose el liderazgo de los movimientos de fuerza ocurridos en el
país, por diversas causas, durante el año pasado". Luego comenta, con el
mismo tono, la escisión del DT ("delincuente terrorista") Rodolfo Galimberti
y un "grupo de adherentes" que, además del daño político, obliga a la
organización a enviar al país "otros miembros de nivel, para cubrir los
claros dejados por el grupo disidente". Lo cual a su vez le supondrá a la
organización las graves bajas detalladas más arriba.
"Aproximadamente en noviembre de 1979, los militantes prófugos se repliegan
al exterior", dice el documento y añade un dato logístico que tendrá
consecuencias letales para los integrantes de la segunda contraofensiva: "El
material salvado de la acción de las FFLL (‘fuerzas legales’) es depositado
en empresas guardamuebles previendo su retiro, para continuar la actividad,
entre Feb/mar 80, lo cual es desbaratado al efectuarse procedimientos sobre
dichas empresas", en diversos puntos del país y secuestrar "la casi
totalidad del material", que incluía elementos para la propaganda y las
comunicaciones, armamento y explosivos, obviamente "embutidos" en muebles y
objetos aparentemente inofensivos. Material comprado preferentemente en el
exterior que ingresó "desde países limítrofes como Chile, Bolivia y Brasil
(...) mediante el empleo de personas no encuadradas en la BDT, que lo
transportaron ‘embutido’ en casas rodantes o trailers..." En los
guardamuebles cantados, los operativos del Ejército (y en algún caso de la
ESMA) montarían guardia para secuestrar a quienes regresaban o venían por
primera vez, para la segunda contraofensiva.
Después de evidenciar un conocimiento minucioso del modus operandi
de la "BDT", lo cual finalmente es menos llamativo, el documento ingresa en
un plano íntimo, anecdótico, que sí llama profundamente la atención al que
conoce la materia. El terrible "narrador omnisciente" relata pormenores del
encuentro que mantienen en "la Comandancia" (por entonces ubicada en la
escasamente penetrable Habana), el secretario general del Partido Montonero
y Comandante en Jefe del Ejército Montonero, Mario Eduardo Firmenich, con el
jefe del Comando Táctico que fue al país, comandante Raúl Clemente Yaguer
(NG; es decir "Nombre de Guerra") "Roque". Yaguer, que según el 601 ha
presenciado "uno de los atentados realizados por las TEI, el cometido con el
señor (Francisco) Soldati", donde hay bajas montoneras, "pone de manifiesto
su escepticismo en cuanto a la eficacia de las TEI instruidas en MEDIO
ORIENTE, pues le dice a éste (Firmenich) que ‘los cursos Pitman no van’". El
humor negro, tajante para volcar la crítica, era típico de Yaguer. La
exactitud de la observación también: no había muchos puntos en común entre
el conflicto armado palestino-israelí y la lucha popular (eminentemente
política y social) contra una dictadura que hablaba el mismo idioma y usaba
los mismos símbolos.
Los servicios argentinos andaban por todo el mundo, ya se sabe, no
es raro entonces que supieran cómo se reclutó a quienes irían, con indudable
coraje y entrega, a la gigantesca sartén que era la Argentina de 1979. "La
responsabilidad de esta tarea la tenía el Departamento Europa de la SRE
(Secretaría de Relaciones Exteriores de Montoneros) (...) Otro centro
importante se encontraba en México y funcionaba allí en la llamada ‘casa del
MPM’". El Informe del 601 abunda en datos sobre la relación militar entre
Montoneros y Al Fatah, que había sido imprudentemente publicitada en una
entrevista concedida al semanario español Cambio 16, por el jefe de la
estructura militar, Horacio Mendizábal, quien luego caería en combate,
durante la primera Contraofensiva. La revelación de "Hernán" o "el Lauchón",
como se conocía a Mendizábal en Montoneros, causó alarma en el alto mando
palestino y atrajo definitivamente sobre los guerrilleros argentinos la
inquietante mirada del Mossad israelí. Que, según algunas fuentes, nutrió
con información al 601.
Lo que inquietaba al Mossad
"Posteriormente .prosigue el Informe- los militantes convocados para
realizar cursos en el Líbano, realizaban un curso completo (de dos meses de
duración) de adoctrinamiento político, en base del ‘Manual Roqué’, en Madrid
y luego viajan para realizar la instrucción militar en Medio Oriente". El
"Manual Roqué", que llevaba como título formal "Curso de formación de
cuadros del Partido Montonero", había sido escrito en México por el
comandante Julio Iván Roqué ("Lino"), que en 1977 regresaría
clandestinamente al país y se batiría, en absoluta soledad, contra una
nutrida patota de la ESMA, a la que le causó tres bajas. Para que no lo
reconocieran y supieran que era un miembro de la Conducción Nacional, cuando
se le acabaron las municiones se voló a sí mismo con una bomba de exógeno.
Los propios marinos quedaron impresionados por su heroísmo. El "Cuervo"
Alfredo Astiz, en su célebre charla con la periodista Gabriela Cerutti, le
confesó que nunca sintió tanto miedo como en ese combate contra un hombre
solo. El "Puma" Jorge Perrén, jefe operativo del GT33/2 y jefe del operativo
contra Roqué, desalentó la nauseabunda euforia de un prisionero que se había
pasado de bando e intervenido en el tiroteo: "Yo no festejo la muerte de un
enemigo que combate de esa manera".
"La instrucción militar que
brinda Al Fatah a la BDT prosigue el 601- obedece a convenios firmados en
1978 por el DT (NL) Horacio Alberto Mendizábal (NG) ‘Hernán’ y el
responsable militar de Al Fatah, Abou Jimad. En estos convenios constan los
compromisos, por parte de ésta, de prestar ayuda en cuanto a la instrucción
militar y la compra de armamento y, por la BDT, de instalar una planta de
elaboración de explosivo plástico (exógeno), disponibilidad de personal
técnico para ello, mantenimiento y producción (esta última de propiedad
exclusiva de la OLP-Al Fatah)". Al "Instituto" no le preocupaba mucho la
solidaridad política de Montoneros con la causa palestina; inclusive el
hecho notorio de que sus representantes en Asia, Africa y Medio Oriente
fueran "en alguna medida, los portavoces oficiales de los palestinos en
cuestiones relacionadas con el Depto AMERICA de Al Fatah". Pero alguna vez
lo advirtió- no iba a tolerar una alianza militar.
El detalle
revelador
El capítulo referido a la Conducción Nacional, sus distintos
instrumentos organizativos y sus propuestas tácticas y estratégicas, es
interesante para el especialista pero puede ser obviado ante los lectores,
en lamedida en que su información podía ser recogida a través de la nutrida
prensa pública del Partido, el Movimiento y aún el Ejército Montonero, que
editaba su revista "Estrella Federal". Más significativas son algunas
reflexiones que hacen al ánimo interno de los Montoneros que estaban en el
exterior, tras el desastroso resultado de la primera contraofensiva. El
documento no sólo detalla cambios organizativos que dan por superado su
anterior análisis informativo (el IIE del 15 de octubre de 1979).
"La reorganización y reestructuración actual, está más acorde con la
realidad que vive la BDT; se ha dejado de lado la ampulosidad que la
caracterizaba en épocas pasadas; influye en esta nueva organización la falta
de cuadros partidarios que reemplacen las bajas producidas, las deserciones
y las figuras que, en franca disidencia con la CN, han abandonado sus filas
para generar nuevas organizaciones que si bien no divergen en lo ideológico,
no comparten los puntos de vista de la CN en cuanto a la apreciación de
situación y metodología a emplear para el accionar -’militarismo’-; otra
causa de las disidencias y escisiones la constituyen ‘la falta de democracia
interna’ y ‘elitismo’ reinante en el seno de la banda, lo que molesta y
causa desagrado en los niveles inferiores (capitanes, hasta tenientes,
especialmente)".
El conjunto del documento es riguroso en cuanto a
personas, nombres legales y de guerra, fechas y circunstancias; las erratas
son las mínimas que se pueden encontrar en 93 carillas a un espacio,
hablando de una sociedad secreta. Pero donde la minuciosidad se torna más
que inquietante, es en la descripción de un ámbito que se suponía más que
hermético para esas fechas: la Secretaría General y sus distintas
dependencias: Comunicaciones, Seguridad Personal, Técnica, etcétera. El
documento, tal como llega a manos de Página/12 (que, conviene aclararlo, no
es gracias a ninguna fuente tribunalicia), registra anotaciones de puño y
letra de otro personaje de la tiniebla que corrige y perfecciona la
información. Sobre todo la "operativa", la que les permitirá vigilar "el
objetivo" y caer sobre su presa. Así, por ejemplo, donde dice a máquina
"Comunicaciones: a cargo del DT (NG) ‘MARTIN’", el misterioso lector añade:
"Gurí", como nuevo nombre de guerra.
"La Secretaría Técnica tiene
como responsable a la DT (NL) Silvia Tolchinsky de Villareal (NG) Chela, de
nivel Tte. 1º. Le dependen directamente un centro de computación de datos,
el archivo, la guardería y la oficina de la comandancia". Una fuente ignota
detalla que en el centro de computación de la Comandancia, en algún lugar de
La Habana, puede encontrarse "una computadora TRS 2 Sistem, con consola de
mando, pantalla, impresor y cuatro aparatos para discos ‘TRS 2’ o ‘Basic
Disk’; a esta computadora se le pueda anexar teléfono y grabador; hasta los
primeros días de 1980, estaba programada para trabajar con información de
los legajos personales de los militantes". "El archivo a cargo de la DT (NG)
‘Raquel’ (‘Mac Donald’, añade tras una breve flecha el de las anotaciones
manuscritas), Tte, contiene los documentos de la BDT e información necesaria
para sus actividades".
¿Quién conoce ese ámbito reservado? Cuba
mantiene en aquel momento relaciones diplomáticas con la Argentina. Es
lógico que su gobierno, de por sí discreto y cuidadoso en este tipo de
actividades, no permita que haya filtraciones. ¿Quién ha logrado traspasar
la severa vigilancia de las Tropas Especiales, que hasta le sirve la comida
a la Comandancia Montonera, para evitar indiscreciones? ¿Quién puede
perforar la malla de esa tropa de élite que responde directamente al
Comandante en Jefe, Fidel Castro? Alguien lo hace. Alguien que ha caído en
manos de los "horribles" o, lo que es peor, que está perfectamente libre y
sabe de que habla. Pero ¿quién? Su sombra se destaca en un tema
aparentemente menor, que es la guardería de La Habana. Allí conviven "los
hijos de los compañeros". De los compañeros que están transitoriamente en
Cuba como el propio ‘Pepe’ Firmenich, cuya hija está en la guardería- o de
algunos compañeros que "han caído" en Argentina. El Informe, una vez
más, es aterradoramente preciso: "La guardería está a cargo de la DT (NL)
Susana Brandinelli de Croatto (que ha ido allí, tras la caída de su
compañero Armando Croatto en la primera contraofensiva). Está solventada por
las Tropas Especiales Cubanas, en cuanto alimentación y personal. Fidel
Castro regaló un vehículo ‘combi’ para el traslado de los niños hasta los
‘círculos’ (jardines de infantes) donde concurren los hijos de madres
trabajadoras. (El corrector de la tiniebla ha trazado un círculo alrededor
de ‘combi’ y ha subrayado los nombres y la palabra ‘círculos’). Los hijos de
los DDTT (‘Delincuentes Terroristas’) que ahí se alojan son atendidos de sus
problemas de salud en el Hospital Centro de La Habana; el equipo médico
encargado de esta labor está a cargo del Dr Valdez Martin. Esta guardería
cuenta con una asesora pedagógica, Hilda Coronel y una psicóloga conocida
como Ruth, las que hacen visitas mensuales a la instalación. En forma
permanente se desempeña una enfermera de Salud Pública llamada Lidia. La
asesora pedagógica es quien se encarga de matricular a los hijos de los DDTT
en los ‘círculos’".
Es imposible citar todo lo que el documento
enumera. Pero no hay detalle orgánico que se les escape: hay precisiones
sobre los cursos que se dan en la "Orga", sobre su producción de armas y
explosivos y un engendro que les preocupa mucho: la emisora de onda corta
-"Radio Noticias del Continente"- que la "BDT" ha montado en Costa Rica para
perforar el cerco informativo en Argentina. La emisora sufre ataques armados
y, finalmente, una fuerte presión del gobierno militar, hará que los
costarricenses anulen la licencia. La información interna de la radio es
impecable. Con detalles que demuestran la permanente actualización operativa
de los datos: al lado del nombre de uno de sus ejecutivos, Carlos Suárez, el
misterioso comentarista, escribe: "Cap Fed". Tiene el dato preciso: el
hombre está clandestinamente en Buenos Aires.
Por las incontables
carillas desfila toda clase de nombres. Tanto los de los militantes, como
los de las personalidades, nacionales y extranjeras, con las que Montoneros
ha tenido o tiene contacto. También rompe una regla de oro de esta clase de
informes, que suele ser la jactancia y el autobombo del burócrata del terror
que lo perpetra. Cuando no sabe algo, el informe lo dice; como en el caso de
la sección "Editorial": "No se posee abundante información sobre este ámbito
de la secretaría de relaciones exteriores". Lo único gordo que se le pasa es
la reunión de Managua, de marzo de 1980, donde se parte en dos el Consejo
Superior del MPM. Registra la agitada reunión y sus conclusiones, pero
admite que no sabe en qué país latinoamericano fue realizada.
Las
caídas
Como ya se dijo, el 601 compartió su información acerca del
grupo de las TEI con Inteligencia de la Bonaerense. Este informe es mucho
más corto y puntual, pero acerca un dato estremecedor a la investigación del
juez Bonadío: la velocidad con que fueron cayendo los militantes al ingresar
al país. Según este documento Angel Carbajal (Quique), entró a la Argentina
el 5 de febrero y fue secuestrado el 21. Julio César Genoud (Facundo o Raúl)
entró el 26 de febrero y fue detenido el 27. Mariana Guangiroli (Toti) lo
mismo. Verónica Cabilla (Cecilia) igual que los anteriores. Ernesto Emilio
Manuel Ferré (Chino), jefe del grupo, que había reingresado el 10 de febrero
fue capturado el 28. Miriam Antonio (Gringa o Lucía), sobrina de Jorge
Antonio, igual que el Chino. Raúl Milberg (Ricardo), pasó la frontera el 5
de febrero y fue detenido en la misma casa en que cayeron los anteriores.
Ricardo Marcos Zucker (Pato), hijo del actor cómico MarcosZucker, regresó de
España a comienzos del 80 y cayó en una cita el 29 de febrero. Marta
Libenson (Ana), igual que el Pato Zucker. Matilde Adela Rodriguez había
regresado poco antes de su caída, el 29 de febrero de 1980. Según el
informe, la inteligencia montada a partir de los guardamuebles fue decisiva
para "tirar de la piola" y que fueran cayendo. Alguien en el ámbito judicial
explora otras hipótesis.
 Discurso
de Rodolfo Puiggrós en homenaje a Mario Roberto Santucho, México, 16
de julio de 1977
Rodolfo Puiggrós (1906-1980)
El 12 de
noviembre de 1980 fallece en La Habana, Cuba,
Rodolfo Puiggrós, quien fuera uno de los más
destacados intelectuales del campo nacional y popular de Argentina.
Formado en las ideas marxistas de las primeras décadas del siglo XX,
Rodolfo militó en el Partido Comunista, organización con la que entró en
conflicto al producirse la gran eclosión popular del 17 de octubre de
1945. De allí en más participó activamente en las luchas del Movimiento
Peronista, manteniendo siempre su decidida adhesión a las grandes
mayorías que a partir del golpe gorila de 1955 enfrentaron a la reacción
dictatorial.
Historiador lúcido del proceso iniciado en 1492 con la conquista europea
que significó el saqueo de Nuestra América y el genocidio de los Pueblos
Originarios, Puiggrós cuestionó siempre desde sus libros, del periodismo
combativo, la cátedra y la acción política, a todas las expresiones del
liberalismo que aceptaban acríticamente el dominio del pensamiento
eurocentrista. En tal sentido, coincidió con los hombres que desde FORJA
bregaron en la década del 30 por la construcción de un proyecto nacional
revolucionario, alejado tanto de los modelos anglo norteamericanos como
de un mecanicismo sedicentemente izquierdista que pretendía trasladar a
los países del Tercer Mundo las contradicciones entre las potencias
occidentales y la Unión Soviética. No aceptó entonces, ni aceptaría
nunca, los "pensamientos únicos", las autodesignaciones de vanguardias
revolucionarias, las pretensiones de igualar realidades sociales y
políticas singulares a las condiciones particulares de Argentina y del
subcontinente latinoamericano.
Legítimo heredero de las
concepciones revolucionarias del nacionalismo popular latinoamericano,
expresado desde la gesta sanmartiniana, bolivariana y antigüista por las
montoneras federales rebeladas contra el proyecto de conformar en la
región rioplatense una semicolonia pastoril, Puiggrós coincidió en la
práctica con lo afirmado por José Carlos Mariátegui: "Todos los
pensadores de Nuestra América se han educado en una escuela europea. No
se siente en su obra el espíritu de la raza. La producción del
intelectual del continente carece de rasgos propios". Fue por ello que
planteó: "Las izquierdas comparten con el liberalismo y el nacionalismo
de minorías el hábito mental de conceptuar conceptos, en lugar de
conceptuar los hechos y la historia de la realidad argentina".
Autor prolífico, periodista talentoso, profesor que enseñaba escuchando,
Rodolfo Puiggrós no se refugió nunca en las torres de marfil de las
intelectualidades ajenas a las luchas de los trabajadores y el pueblo,
sino que en las duras jornadas de la resistencia peronista afrontó los
riesgos de una consecuente militancia. En los años que van de 1958 a
1973 da a conocer gran parte de su obra, desnudando los fundamentos de
las sucesivas caricaturas "democráticas" que abrieron el camino a las
dictaduras de 1966 y 1976.
Tras su breve pero inolvidable paso
por el rectorado de la Universidad de Buenos Aires, se vio obligado a
exiliarse en ese México solidario y fraternal para muchos miles de
argentinos que allí reencontraron o descubrieron la auténtica esencia
latinoamericana. En conjunto con amplios sectores de los trabajadores y
la juventud combatiente se sumó a lasa filas del Movimiento Peronista
Montonero, demostrando con su actitud que no participaba del nutrido
sector intelectual del "animémonos y vayan", ni tampoco de los grupos de
inspectores de revoluciones a prudente distancia de la represión
dictatorial.
La muerte lo encontró en La Habana, Cuba, donde se
había dado cita con otros compañeros para discutir sobre las mejores
formas de proseguir la lucha antidictatorial. Llevado a México,
permaneció en aquella tierra que tanto quiso hasta su repatriación a la
argentina en la década del 80. Los homenajes que de allí en más se le
tributaron han sido desde luego importantes, pero entendemos que
insuficientes. Por eso, un conjunto de argentinos de diversas
expresiones ideológicas, partidarias y sociales, nos reunimos en esta
Comisión de Homenaje que impulsará un programa de actividades para
recordar a Rodolfo Puiggrós, pero fundamentalmente con el objetivo de
difundir su pensamiento y su obra en el ámbito nacional y
latinoamericano.
La Fogata, 2002
Sobre Rodolfo
Puiggrós
El historiador argentino Rodolfo Puiggrós
(1906-1980) fue uno de los principales intelectuales enrolados en la
izquierda peronista. Su primera militancia la realiza en las filas del
Partido Comunista (PCA) durante la década del '30 y comienzos del '40.
Como miembro de esa organización publica textos clásicos de
historiografía. Entre otros: Rosas el pequeño, Los
Enciclopedistas y
De la colonia a la revolución . Dirige entonces la revista de teoría
marxista Argumentos. Más tarde, a mediados de los años '40, se
escinde del PCA y funda el Movimiento Obrero Comunista (MOC). Adhiere
entonces al peronismo y comienza a editar el periódico Clase Obrera.
Luego del golpe de estado de 1955 se exilia en México. Allí, en el
periódico mexicano El Gallo Ilustrado, mantiene durante 1965 un
prolongado debate teórico con André Gunder Frank, uno de los máximos
impulsores de la teoría de la dependencia. Siempre en el exilio, reúne
sus principales textos sobre historia argentina -varios tomos- en una
obra gigantesca titulada Historia crítica de los partidos políticos
argentinos. Más tarde, regresa a la Argentina y en 1973 es nombrado
- durante el corto gobierno de Héctor J. Campora- rector de la
Universidad de Buenos Aires (UBA). Perseguido y amenazado por el grupo
parapolicial y paramilitar Alianza Antocomunista Argentina (AAA),
Puiggrós marcha nuevamente al exilio mexicano. Completamente desgarrado
por el asesinato de su hijo Sergio (joven militante de la organización
Montoneros), Rodolfo Puiggrós termina sus años del exilio militando
orgánicamente en Montoneros y encabezando campañas de solidaridad con la
revolución cubana, con la naciente revolución sandinista y denunciando
internacionalmente las violaciones a los derechos humanos de la
dictadura del general Videla y sus cómplices. Muere durante un viaje a
La Habana en 1980.
El siguiente texto -inédito- recoge el
manuscrito de archivo [tipeado a máquina], base de la intervención oral
de Puiggrós, realizada en México el 16 de julio de 1977, en homenaje a
Mario Roberto Santucho (1936-1976), líder máximo del Partido
Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo
(PRT-ERP), quien cayó combatiendo a la dictadura militar un año antes de
este homenaje (19 de julio de 1976).
Creemos que la lectura de
este documento histórico puede resultar sumamente útil para las nuevas
generaciones y, sobre todo, en momentos políticos como los que
actualmente vive la Argentina. Cuando desde el gobierno de Néstor
Kirchner y su entorno ideológico se intenta reflotar -una vez más- el
clásico discurso nacional-populista... mientras se vuelve a insistir con
la típica prédica maccartista, ayer dirigida contra la guerrilla
marxista, ahora enfocada contra "los piqueteros duros", contra "los
piqueteros rebeldes", contra "los piqueteros intransigentes", etc.
Bien vale la pena entonces releer a Puiggrós, quien lejos de todo
maccartismo y a pesar de estar enrolado en la izquierda peronista (y de
ser uno de sus principales ideólogos...), no deja de rendir tributo y
explícito reconocimiento a la izquierda marxista revolucionaria.
Discurso de Rodolfo Puiggrós en homenaje a Mario
Roberto Santucho, México, 16 de julio de 1977
El sábado anterior, con motivo de celebrarse el 161
aniversario de la declaración de la Independencia Argentina un ministro
de la tiranía, cuyo nombre olvidará la historia evocó "con nostalgia
desde la pequeñez actual -así se expresó- los tiempos pasados". Dijo:
"Como Diógenes buscamos hoy desesperadamente, con un candil que ya se
apaga, al hombre arquetipo, y encontramos sólo espectros que nos
consolidan en el convencimiento de una verdad dura e irrefutable: ¡A qué
bajo nivel hemos llegado!. Las cenizas de nuestros antepasados
seguramente crepitan de vergüenza al comprobar que hemos dilapidado un
patrimonio moral de valor inestimable...La república argentina necesita
avivar ese fuego regenerador para que en él se consuma la mediocridad,
el oportunismo, la obsecuencia, la cobardía y el egoísmo, y para que
renazca una nueva República".
El crepitante ministro ofreció con
sus palabras un dramático y exacto cuadro del medio social en que se
mueve y de la baja condición moral y cultural de los hombres que ocupan
posiciones públicas, hombres que dicen representar al "ser nacional" y
son, en verdad, la "nada nacional". El Diógenes ministerial no
encuentra, con "un candil que ya se apaga", en los altos círculos que
frecuenta y lo enajenan, los personajes que salven a la Argentina de "la
dimensión de nuestra crisis, de la profundidad de nuestra decadencia.
Desconocemos si los miembros de la Junta Militar, los directores de los
diarios oficiosos y la intelectualidad servil se sintieron aludidos por
la irreverencia nihilista del autocrático ministro. Tampoco sabemos si
éste funcionario del genocidio fue a buscar en la ESMA o en los 49
campos de concentración y casas de torturas el "fuego regenerador" que
antiargentinos de escasísima inteligencia y alma criminal aplican con el
fin de cumplir las órdenes de sus amos imperialistas y de una oligarquía
apátrida que sólo piensa en salvarse de la ira del pueblo.
Mientras otro ministro promete doce años de torturas, hambre y de
destrucción, doce años de muerte, cárcel y exilio de los mejores
argentinos para crear lo que llama, con trágica ironía, la "verdadera
democracia", de las entrañas fecundas de nuestro pueblo nacen y nacen
los arquetipos de la sociedad del mañana, los héroes de la Patria
Socialista. El martes próximo se cumple el primer aniversario de la
muerte en combate de uno de los más grandes de ellos. Desde esta tribuna
del "Comité de Solidaridad con el Pueblo Argentino", de la "Casa
Argentina", rendimos emocionado homenaje fraternal al tucumano Mario
Roberto Santucho y en él, a los héroes que dieron su vida y a los
millares que luchan en todos los rincones de nuestra República, día a
día más numerosos, convencidos y combativos por una sociedad soberana y
justa.
Santucho nos dejó un ejemplo que perdurará a través de los
siglos. El ejemplo de los revolucionarios auténticos, de los que se
entregan a su causa con pasión integral, de los que no miden los
riesgos, ni esperan que otros se jueguen por ellos en nombre de una
falsa superioridad intelectual.
Santucho creyó en la unidad de la teoría y la práctica, y si entre
nosotros pudo haber diferencias tácticas o hasta ideológicas, no existen
fronteras que nos separen en la guerra contra el enemigo común. Las
únicas fronteras son las que aíslan a los oportunistas, a los
acomodaticios, a los especuladores. Y de esta raza no era Mario Roberto
Santucho. Y de esta raza no son quienes vemos en él un adelanto del
argentino que hoy resiste y pronto barrerá de nuestra tierra a los
agentes del coloniaje y de la opresión para que reine la paz y pueda la
inteligencia desterrada volver para que la Patria querida sea el hogar
de la humanidad integrada y superior.
Homenajeamos en Mario
Roberto Santucho a nuestros muertos que vivirán eternamente en la
memoria de los argentinos. A latinoamericanos de la gloria mundial de
los Che Guevara y los Camilo Torres desde cuya altura sentimos lástima
por los capitanejos que roban, violan, torturan y matan en los escasos
minutos de sorpresa que les dejó nuestro error y nuestra ingenuidad. Y a
nuestros muchachos y muchachas que preparan la victoria final sin medir
los sacrificios.
A Julio Roqué Norma Arrostito R.Ortega
Peña
Paco Urondo
Fuente: Rebelión, 2003
 Entrevista
a Mario Firmenich
Subnotas: Crónica de
un día clave, Fernando Vaca Narvaja
El doble
discurso del general, Horacio Tarkus
Mario Eduardo Firmenich: "La Patria
socialista era inviable"
DE VASALLOS Y SEÑORES
Firmenich fue el máximo jefe de lo que Perón llamó "formaciones
especiales" y de una juventud que fue "maravillosa" hasta 1973, cuando
las aguas se abrieron.
El peronismo retornó al poder en 1973,
tras dieciocho años de persecuciones y proscripciones, de la mano de los
sectores juveniles del movimiento. Esta "juventud maravillosa", como
gustaba llamarla el General en la época en que le era funcional a su
estrategia, provenía en muchos casos de hogares antiperonistas de clase
media y había crecido escuchando, en las clases de Educación Democrática
impartidas durante gobiernos dictatoriales, denuestos contra "el tirano
prófugo". Miles de jóvenes se sumaron a las agrupaciones de base de la
Tendencia Revolucionaria, unidades de encuadramiento político surgidas
en torno a Montoneros. Las organizaciones armadas peronistas,
surgidas a fines de los 60, recibieron la bendición de un Perón que al
calor de las barricadas de París ya no denostaba a los comunistas como
en sus discursos de fines de los 40. Ahora hablaba del socialismo
nacional, se lamentaba por la muerte del Che diciendo en una famosa
carta a Ricardo Rojo: "Ha muerto el mejor de nosotros" y le confesaba a
Pino Solanas que "el mejor peronista es el peronista armado" y que "si
tuviera veinte años las bombas las estaría poniendo yo". Perón llamó
a las organizaciones guerrilleras de su movimiento "formaciones
especiales". En el fragor de la batalla probablemente pocos pudieron
detenerse a leer la fuente de la que Perón extrajo este concepto de
estrategia militar. Lo había hecho del libro De la guerra, táctica y
estrategia, de Karl von Clausewitz. Allí su autor las define como grupos
de combate creados para cumplir una misión específica en un espacio y un
tiempo determinados. Cumplida esta misión, debían ser disueltas. Agrega
que tiene que quedar claro que son un elemento subordinado y que deben
carecer de toda autonomía. Es notable la fidelidad de Perón a este punto
del pensamiento del gran teórico alemán. La disputa entre el viejo
líder y el ala izquierda de su movimiento estalló tras el triunfo
electoral de 1973 y expresaba la puja de intereses entre quienes le
exigían el cumplimiento de un programa progresista de reconstrucción
nacional plebiscitado en las urnas y los sectores ortodoxos del
movimiento, dueños del aparato sindical y partidario, aliados a los
factores de poder, que se conformaban con una "comunidad organizada" a
imagen y semejanza de sus necesidades. Analizando los documentos de
la época, recordando vivencias personales y a través de reportajes como
el presente, a Mario Eduardo Firmenich, quizá podamos entender un poco
mejor a aquella generación que no tenía nada de ingenua, salvo que
acompañemos al discurso del poder, que confunde maliciosamente
ingenuidad con compromiso político. Y también tenemos el derecho y la
necesidad de preguntarnos si la dirigencia estaba a la altura de las
circunstancias, de aquellas circunstancias probablemente irrepetibles de
voluntad de cambios radicales, estructurales, porque, como dice Joan
Manuel Serrat en su canción La Montonera, "Con esas manos de enjugar
sudores, con esas manos de parir ternura, con esas manos que envolvieron
la fe en nuestra primavera bordaba la esperanza montonera. Qué buen
vasallo sería si buen señor tuviera".
Mario Firmenich, el número
1 de la organización, cuenta aspectos hasta hoy desconocidos del origen
y desarrollo del grupo. El secuestro de Aramburu. Un cuento judío muy
premonitorio. El día que López Rega salvó su vida. Ezeiza, la Triple A y
el pase a la clandestinidad. Los dirigentes montos que negaban la
realidad, el Caso Quieto y la pastilla de cianuro.
ENTREVISTA A MARIO FIRMENICH
Por Felipe Pigna, 2002
¿Cuáles son los orígenes de
Montoneros?
La organización Montoneros fue la fusión de grupos
que habían militado en la Juventud Peronista de fines de la década del
60, por un lado, y grupos nuevos que tenían un denominador común: la
influencia de sectores católicos progresistas, que en esa época se
llamaban posconciliares, y el peronismo estrictamente político, por otro
lado. Nuestro sector quedó constituido con Fernando Abal Medina, Carlos
Ramus, Emilio Maza, Carlos Capuano Martínez y Norma Arrostito, entre
otros. En su mayoría provenían de la revista
Cristianismo y Revolución
y nos habíamos nucleado alrededor del padre Carlos Mugica. Generamos
entonces una propuesta que dio lugar a un proyecto político llamado
"Comando Camilo Torres", y de inmediato "Comando Peronista de
Liberación". Ése es el origen de Montoneros.
También había gente
que provenía de la derecha, de Tacuara, como Fernando Abal Medina y
Carlos Ramus.
Ellos habían estado en Tacuara y en la Juventud de
la Acción Católica, pero para ese entonces revistaban en la militancia
política y en el centro de estudios de los jesuitas. Pero recordemos que
el jefe de Tacuara era Joe Baxter, que fue el jefe de la Fracción Roja
del ERP. Después te decían "eh, estos derechistas de Tacuara...". Les
respondíamos: díganselo al ERP, porque su jefe fue jefe de Tacuara. Los
otros eran perejiles de Tacuara de 15 años, muchachitos que fueron a una
reunión de Tacuara y que en algún acto habían hecho alguna pintada.
¿En qué contexto es que se decide la lucha armada?
La dictadura autodenominada "Revolución Argentina", que presidía el
general Juan Carlos Onganía, tenía objetivos pero no plazos. En el nivel
de los columnistas políticos de la época se decía que los plazos estaban
determinados por la vida de Perón. Es decir que la dictadura tenía que
durar hasta que Perón se muriera. No había disposición del establishment
a permitir la democratización real del país, de modo que lo que vivíamos
era la proscripción sistemática de la mayoría nacional, proscripción
política que tenía connotaciones claramente clasistas, claramente
raciales, porque los pobres de nuestro país son los cabecitas negras.
Era una situación bastante similar a la que se vivía en Sudáfrica antes
de que terminara el apartheid y que Mandela accediera a la Presidencia.
¿Cuál fue el objetivo de ustedes al secuestrar a Aramburu?
De carácter histórico. Y yo lo pondría no sólo a nivel de lo que fue
el 55 y la desaparición del cadáver de Evita, también lo pongo a nivel
del asesinato de Dorrego, porque así lo pensábamos. Nuestra formación
política tenía mucho que ver con el revisionismo histórico y nuestra
visión de la lucha política tenía la dimensión de la historia, más que
coyuntural. De modo que para nosotros, cuando fuimos a organizar el
secuestro y la detención de Aramburu, el tema central era -y de ahí la
elección del nombre- que nos parecía imperioso que en Argentina
desapareciera la impunidad histórica del bando liberal, es decir, la
impunidad de la oligarquía.
En los interrogatorios que le
hicieron a Aramburu, ¿le preguntaron por la ubicación del cadáver de
Evita?
Sí, y no recuerdo si dijo "Italia". Lo que sí recuerdo
que dijo fue que la documentación estaba guardada en una caja de
seguridad del Banco Nación, y llegó a dar el nombre de Cabanillas, que
después, cuando le entregaron el cadáver a Perón, efectivamente
apareció.
¿Y no los sorprendió a ustedes encontrarse con un
Aramburu distinto al que se imaginaban?
Sí. Era otra cosa, era
una persona, no un mito, que estaba negociando con algunos sectores
cercanos al peronismo. En un manuscrito nos describió respetuosamente
como un grupo de jóvenes peronistas, profundamente equivocados, pero
idealistas. Y dijo una frase más o menos así: "Esto confirma mi opinión
de la necesidad de una apertura política; en caso contrario, el
peronismo entero se volcará a la lucha armada". Su salida no era una
propuesta progresista, sino preventiva.
¿Para ustedes Aramburu
estaba condenado desde el momento del secuestro?
Nosotros no hicimos un juicio, no constituimos un tribunal, no
deliberamos una sentencia. La sentencia estaba escrita y en este
sentido, a pesar de que se enojen los gorilas, era una sentencia del
pueblo peronista. Y en nuestro fundamento histórico era mucho más que el
pueblo peronista, era el pueblo montonero, rosista, federal.
¿Cuándo y en qué circunstancias lo conoció a Perón?
Fue en Roma, en abril de 1973. Yo estaba con el Negro (Roberto)
Quieto y Roberto Perdía. Era la primera vez que Perón veía a Cámpora
después de que hubiera sido electo. Nos habían dicho que Perón se había
ido a Roma a recibirlo a Cámpora porque no quería darle a Francisco
Franco el privilegio de que España fuera el primer país visitado por el
electo presidente peronista.
Perón no se llevaba muy bien con
Franco...
Así como admiraba a Mussolini, no admiraba a Franco.
¿Cómo fue el primer contacto con él, digamos, cuando Perón los
recibe?
López Rega nos recibió en la puerta y nos fue hablando pestes de
Cámpora, diciendo: "Nosotros tenemos que decirle todo esto al General en
presencia de Cámpora". Supongo que pensaría que éramos más tontos de lo
que parecíamos. Era evidente que la conspiración contra Cámpora estaba
en marcha. Nosotros hablamos bastante bien de Cámpora y el Tío nos
despidió con un beso a cada uno.
¿En algún momento Perón
reconoció el papel de ustedes en la Resistencia, el papel de "los
muchachos"?
Fueron varios días de conversaciones. En realidad, en
el último día Perón nos contó un cuento. Nos dijo: "No sé si ustedes
saben que las familias judías, cuando los hijos varones cumplen 13 años,
les dan una fiesta especial, un regalo especial, porque se considera que
el niño se convierte en hombre. Entonces había una familia judía en la
cual, en estas circunstancias, el padre le dice al hijo: 'Samuel, andá a
buscar las escaleras, subite arriba del ropero porque en el techo del
ropero está tu regalo de 13 años'. Y el chico va encantado, con una
enorme sonrisa, a buscar la escalera. Se trepa arriba del ropero y
cuando está ahí, mira y dice: 'Papá, no hay nada, acá no hay nada'.
Entonces el padre, que estaba abajo, mirándolo, le quita la escalera y
Samuel se da un brutal golpazo. Cuando el chico está dolorido y, más que
dolorido, desconcertado en el piso, el padre lo mira y le dice: 'Samuel,
hijo mío, el regalo es que aprendas a no confiar ni en tu padre'."
(risas).
Premonitorio...
Premonitorio, sí, y uno podía elucubrar
múltiples interpretaciones. ¿Qué habrá querido decir? Montones de
conjeturas, hasta que poco tiempo después se produjo la expulsión de
Galimberti, y entonces dijimos: muy simple, nos quitó la escalera.
¿Y después del "chiste" siguieron las largas conversaciones?
Sí, largas. Con Perón no entrabas a negociar tan fácilmente, él
hablaba y había que escucharlo y esperar a que respirara. Entonces,
cuando respiraba, uno largaba su propio discurso hasta que retomaba la
palabra. Nosotros llevamos planteamientos políticos a los cuales él no
sólo no nos decía que no, sino que sí. Le planteamos que no se podía
repetir el 55, que había que profundizar el proceso. Entonces terminaba
diciéndonos que iba a mandar una ley al Congreso para que cada obrero
tuviera un arma en su casa. Y que nosotros, que ya teníamos experiencia
en estos casos, seríamos los encargados de organizar las milicias
populares. Nosotros no fuimos a proponerle a Perón las milicias
populares, sino que, en todo caso, fue al revés.
O sea que
aquella frase de Galimberti sobre la necesidad de armar milicias
populares -que le valió la expulsión- no fue una locura suya, estaba
citando al General.
Y a Evita. Pero después nos quitó la
escalera.
¿Qué papel cumplieron los matones de José Rucci, José Rodríguez, del
SMATA, y los de López Rega, respectivamente, en el palco de Ezeiza?
De los grupos armados que estaban desde antes, el más fuerte de todos
era el de SMATA, que tenía pretensiones de autonomía con respecto a
Lorenzo Miguel. Pero los tipos que aparecen con carabina en los palcos
son toda gente de López Rega.
¿Con qué armamento fueron ustedes a
Ezeiza?
Fuimos con armas cortas. No hubo ninguna directiva de ir armado...
es que normalmente la gente iba armada. El activismo iba armado, el
nuestro, el del Comando de Organización, cualquiera. En este sentido, en
Ezeiza debió haber muchísima gente armada, pero en proporción poquísima:
para dos millones de personas habrá habido 5 mil armados. Nadie fue
preparado para esa guerra, los únicos que tenían un arsenal eran los que
estaban en el palco.
Perón no tuvo ninguna duda en echarles la
culpa a ustedes por los hechos de Ezeiza.
Sí, fue muy claro, dijo
"la juventud está cuestionada", nos echó la culpa. Era la información
tendenciosa de López Rega y de los medios que tampoco eran muy
favorables a nosotros.
Una cosa que llama la atención siguiendo
la línea editorial de El Descamisado y las publicaciones de la
organización, es cierta negación de la realidad: por un lado los hechos,
y por el otro, la interpretación. Le doy dos ejemplos: la movilización
de 150 mil militantes a la residencia de Olivos para enfrentar a López
Rega, Perón que manda a López Rega a hablar con Dante Gullo y El
Descamisado que titula "Rompimos el cerco del Brujo López Rega". ¿Cómo
lo ve usted?
Bueno, había ahí dos líneas diferentes de la
realidad: ambas coexistían, y había una dinámica de la realidad. Por un
lado, nosotros sabíamos que Perón nos había sacado la escalera pero no
lo podíamos decir así como así.
¿Por qué no lo podían decir?
Porque no era creíble, había que hacer un proceso político, de discusión
política, para que toda aquella masa militante comprendiera la nueva
situación.
¿Y no hubiera sido más sano eso?
Hay dos
famosos boletines internos posteriores a Ezeiza que plantean que el
objetivo de Perón era aniquilarnos y están las charlas a los frentes que
doy yo en el 73, en el mes de septiembre, una de las cuales se desgrabó
y se distribuyó como boletín interno muy profusamente. Yo planteé los
ejes de contradicciones que teníamos con Perón. A raíz del boletín
interno número dos, Perón citó a Juan Manuel Abal Medina y lo puso en
conocimiento de esto y le dijo: "Lea esto usted, donde me están tratando
a mí como enemigo". Nosotros no lo tratábamos a Perón como enemigo sino
que él nos trataba como enemigos a nosotros. Por un lado, estaba esto, y
por otro lado, había una línea que negaba la realidad políticamente o
quería disimularla.
¿Pero la quería disimular porque no le
gustaba y le dolía, o porque no era políticamente correcto en ese
momento?
Creo que por las dos cosas, con argumentos de las dos
cosas. Y esta línea tiene nombre y apellido propios: Gullo y Obeid.
¿Pero hasta qué punto los jefes de la JP Regionales tenían autonomía
frente a usted y a la conducción de Montoneros?
Digamos que no
tenían jefatura, pero tenían autonomía.
Hay otra tapa famosa de El Descamisado, tras un discurso muy
crítico del General contra ustedes, con el título: "Perón fijó el
objetivo, guerra al imperialismo yanqui". ¿No era una forma de negar la
realidad, una negación que hizo mucho daño y costó muchas vidas?
Bueno. De ninguna manera era negar la realidad, era una actitud
política... Formaba parte de la discusión política, es verdad que
existía en muchos compañeros el mecanismo del pensamiento mágico, del
razonamiento mágico.
¿Perón los quería aniquilar?
Yo no le adjudico a Perón la estrategia de querer exterminarnos
físicamente porque era demasiado inteligente para hacer eso.
¿Hasta qué punto a alguien como Perón se le puede pasar por alto la
existencia de la Triple A y que su secretario privado sea su jefe?
La composición que me hago es de un hombre que analiza el mundo y
retorna a su gobierno evidentemente con negociaciones con los poderes
establecidos de por medio. Por ejemplo, el lugar donde Perón nos recibió
a nosotros en Roma era frente a la embajada yanqui; años más tarde
trascendió que eran las oficinas de Licio Gelli. En todo caso, la Triple
A era una organización que respondía a un poder con el que Perón había
negociado y sobre el cual no tenía capacidad de control. De ahí a que
Perón formara la Triple A, es otra cosa. No es que no lo supiera.
Pero ya estaba muy activo el CdeO, que era una especie de ensayo de la
Triple A.
Bueno, pero es distinto, porque desde ese punto de
vista Perón lo que podía entender es que había fracciones ideológicas
del movimiento enfrentadas y que todas eran combatientes y todas
armadas. Que es otra lógica de la cuestión. Tengo a los Montoneros,
tengo al CdeO, tengo a las patotas sindicales, tengo a la Guardia de
Hierro, distintos sectores, los caudillos provinciales y todos armados,
acá son todos beligerantes. Y Perón esto lo trataba en los discursos,
hablando de no sé qué emperador de Prusia...
Federico El Grande, que tenía que desarmar a los ejércitos después
de la guerra...
Claro, entonces Perón trataba así esta
problemática de que había llegado al poder con una fuerza beligerante,
heterogénea, multitudinaria, con distintas fracciones ideológicas y
todos armados, y que después cada uno quiere conservar su poder y
ninguno está dispuesto a dejar las armas, y siguen enfrentados
ideológicamente. O sea, ésta es una dinámica política distinta de lo que
es la Triple A, que no es ningún sector político del movimiento. López
Rega no es esto, es otra cosa. López Rega es un eslabón de negociación
con la CIA.
¿López Rega nunca fue un blanco militar para ustedes?
Sí, pero era imposible.
¿Hubo atentados contra él?
Hubo intentos, planificaciones... Era un blanco: el día que se fue del
país estaba planificado un atentado. Esto venía de antes, se logró
montar un operativo, pero cambió de ruta.
Por aquel entonces se
cantaba "Perón, Evita, la Patria Socialista". ¿Perón evitó la Patria
Socialista?
No, yo creo que la Patria Socialista era inviable
por la voluntad social. Creo que la sociedad argentina es muy
conservadora. O sea que hasta el modelo más light de socialismo, si uno
pudiera haberlo considerado y no digo la estatización total de la
economía ni mucho menos, no tenía consenso social en Argentina como para
ejecutarse. Perón no era socialista, esto está claro.
¿Qué pasó
el 1º de mayo del 74?
Como Perón sabía cuál era nuestra posición,
pretendía impedir por vía administrativa la expresión de nuestros
planteos. Tomó la disposición de que no se podía ir con banderas
políticas a la Plaza de Mayo el 1º; en cambio sí se podía ir con
banderas sindicales, lo que era una manifiesta parcialidad a favor del
sector ortodoxo. Nosotros recurrimos a la vieja imagen del caballo de
Troya. Dentro de los grandes bombos con los que se accedía a la Plaza de
Mayo llevamos banderas, aerosoles, letras de las insignias que queríamos
poner y concurrimos con grandes banderas argentinas sin inscripciones.
De modo que los de la valla policial tuvieron que dejarnos pasar porque
nuestra única identificación eran banderas argentinas. Pero una vez
adentro de la Plaza, cuando Perón salió al balcón, las banderas
argentinas súbitamente se convirtieron en banderas con las inscripciones
políticas que habitualmente llevábamos a todas las movilizaciones. Esto
enardeció a Perón y reaccionó emocionalmente, reaccionó con insultos que
no forman parte del discurso político. Esto desencadenó una tragedia,
una batalla campal entre la media plaza que decidió retirarse con los
compañeros que eran de nuestro sector y la media plaza que quería
quedarse, que era el sector ortodoxo. O sea que el acto duró escasos
minutos y en buena medida este hecho fue tomado por la estrategia
represiva sobre la cual se desarrollaría el "Proceso de Reorganización
Nacional" para profundizar el aislamiento político de los militantes
montoneros, con el objetivo de procurar consenso social para el
exterminio físico. Incluso hubo un documento reservado del senador
Martiarena, que era el presidente del Partido Justicialista en aquella
época, donde exhortaba al exterminio físico de nuestro sector,
adelantándose a la Triple A.
¿El pase a la clandestinidad fue un
error político y estratégico?
Lo único que podíamos esperar con la muerte de Perón y con el poder
en manos de Isabel y López Rega era que llegara el golpe de Estado en
donde nosotros seríamos las principales víctimas. Cualquier hombre de la
calle decía que el golpe llegaría en tres meses. De modo que antes de
esos tres meses nosotros, que veníamos siendo violentamente atacados,
con compañeros muertos todos los días, decidimos preservarnos y pasar a
la clandestinidad. Y ése fue un grave error estratégico y político
porque nos privó de consenso y de apoyo político, lo que agudizó el
aislamiento.
¿Qué
pasó con Roberto Quieto?
Roberto
Quieto era el máximo referente de las FAR, que fue la última
organización que se fusiona dentro de la organización Montoneros y llegó
a ser el número tres, pero públicamente era el número dos, por ser el
jefe de las FAR. En 1975 fue detenido, desapareció y no hubo más cómo
ubicarlo. Fue sometido a las peores torturas que uno se pueda imaginar.
Nosotros no tuvimos nunca más información de él, pero sí tuvimos
evidencia de delaciones de él durante la tortura. Cayeron en casas
conocidas por él y éste fue un impacto político y emocional muy fuerte
para nuestra fuerza. Nuestra fuerza proponía una sociedad que
construyera un hombre nuevo y ese hombre nuevo era el futuro de la
sociedad. Y se suponía que los militantes revolucionarios tenían que
aproximarse o ser casi ese hombre nuevo. De modo que la evidencia de un
quiebre en la tortura de un cuadro de la jerarquía de Quieto ponía en
crisis estos conceptos. Cómo era posible que aquel que tenía que ser el
hombre nuevo pudiera cantar en la tortura. Nosotros establecimos un
juicio en ausencia a Quieto, que fue condenado por cantar en la tortura,
condenado por delación.
¿A partir de este episodio comienza la utilización de la pastilla de
cianuro?
Entonces, a raíz de ese proceso, nosotros decidimos
establecer que los medios de conducción no tenían que ofrecer el margen
de la delación en la tortura y la única forma de evitar eso, pues nadie
puede garantizar antes de pasar por la tortura que no va a hablar, era
morir antes de la tortura. Y allí fue que se estableció para los
miembros de la conducción la obligatoriedad de la pastilla de cianuro,
para no entregarse vivo. Porque uno podía estar armado y combatir, pero
eso no garantiza que no caigas vivo. De modo que establecimos la
pastilla de cianuro. La conducción recibió una crítica generalizada de
la organización. Y la crítica consistía en decir que se establecía un
privilegio para los miembros de la conducción. Los miembros de la
conducción teniendo pastillas de cianuro tenían el privilegio de no ir a
la tortura y el resto de los militantes no tenían esos privilegios. Y
entonces se decidió generalizar la pastilla de cianuro para evitar la
delación en la tortura.
A usted se lo acusa de haber mandado al
matadero a lo mejor de una generación de argentinos.
Es la teoría
del flautista de Hamelin según la cual yo era una especie de flautista
de Hamelin ideológico y los demás eran ratas que seguían la flauta y se
suicidaron. Esto es absurdo e injusto para con nuestros muertos. Una
organización clandestina debe contar con el consenso explícito de sus
militantes, minuto a minuto. No hay nada más fácil que desertar de una
organización clandestina: con no concurrir a una cita y separarse de la
organización, eso es todo lo que hay que hacer.
A veces no era
tan fácil. ¿Por qué la organización no invirtió más recursos humanos y
económicos en preservar la vida de sus militantes?
La estrategia
nuestra no era salvar gente. Si hubiésemos tenido esa estrategia,
directamente no empezábamos. La estrategia era transformar la estructura
del poder en Argentina, no salvar gente. Desde el punto de vista de la
preservación se hizo todo lo posible. Pero una cosa es el punto de vista
de Amnesty International, que es una organización humanitaria, y otro el
de una organización revolucionaria.
EL TESTIMONIO DE
FERNANDO VACA NARVAJA
CRÓNICA DE UN DÍA CLAVE
Ciertos relatos históricos
tienen un valor relevante cuando lo producen sus protagonistas. Es el
caso de esta columna escrita por Vaca Narvaja, uno de los máximos
dirigentes montoneros, sobre el día que el General Perón los expulsó de
la Plaza de Mayo.
"El 1º de mayo de 1974 es una fecha muy
importante, clave para entender muchas cosas que ocurrieron después.
Creo que nosotros fuimos a ese acto conscientes de que la relación con
Perón estaba rota y de que debíamos evitar un enfrentamiento civil.
Cuando sale Isabel y lo anuncia a López Rega, la gente empieza a gritar:
"No queremos carnaval, asamblea popular". Además se generó un hecho
político inédito en la historia: no conozco a ningún líder de la
envergadura de Perón al que se le vaciara la mitad de la Plaza. A punto
tal que cuando habla Perón nosotros estábamos justo al lado de lo que
era el Comando de Organización (CdeO) y empezamos a recibir los primeros
palazos y piedras e hicimos como una especie de grupo de contención.
Nosotros, que veníamos bien estructurados, logramos contener el primer
hostigamiento. Cuando Perón dice "imberbes, estúpidos", la gente se nos
va, se empieza a retirar. Nosotros teníamos un carnecito color rojo o
rosado, que era de los jefes de columnas, y tengo que empezar a
mostrarlo para poder ponerme a la cabeza, porque ya estábamos con la
mitad de la Plaza vacía, para volver a asumir el mando de nuestra gente.
Cuando estábamos bajando por Callao hacia el Bajo, hago parar la columna
para que los compañeros vean la dimensión de los que nos estábamos
yendo, que era impresionante. Y al mirar hacia arriba veo a la gente de
los balcones de Callao y Alvear contenta, sonriendo. Digo: "Si estos
tipos están contentos, es porque está todo mal". Bueno, nos fuimos muy
precavidos porque de hecho teníamos una emboscada en la Facultad de
Derecho, que era donde estaba el punto de concentración de todas las
columnas del interior. Cosa que era efectivamente así, y eso lo paró
Perón. Luego, hablando con Oscar Alende, nos cuenta que después de que
Perón concluye su discurso y entra a la Casa de Gobierno, Alende le
dice: "Pero, General, ¿qué pasó con la juventud?". "Bueno -le dice
Perón-, de vez en cuando hay que darles un tirón de orejas a los
jóvenes, pero no es nada." Y lo agarra a López Rega y le dice: "No
quiero que ocurra absolutamente nada y usted es el responsable". Si
Perón no le hubiese dicho eso a López Rega, nos esperaba una masacre...
se repetía en la Facultad de Derecho la masacre de Ezeiza. Yo creo que
Perón no conocía los movimientos de López Rega, pero sí podía conocer la
tendencia de lo que estaba haciendo López Rega. Y si lo conocía no lo
quiso ver, lo intuía pero no lo quería ver. Esto no significa que López
Rega no hubiera tenido autonomía para determinadas cosas. Perón siempre
se movía en la conducción sobre hechos producidos, concretos. No es que
especulara en eso. Y tenía una gran facilidad política y una capacidad
como para conducirse sobre los hechos. Entonces, creo que debe haber
sobrestimado su propia capacidad para manejar la situación, porque de
hecho los acontecimientos se le fueron de las manos."
EL
DOBLE DISCURSO DEL GENERAL
Entrevistado para la serie de documentales Historia Argentina,
el Director del Centro de Estudios y Documentación de la Izquierda
Argentina, Horacio Tarkus, analiza el surgimiento de las organizaciones
guerrilleras en el país y la relación de Montoneros con Perón.
El
surgimiento de las organizaciones político-militares en Argentina no
debería sorprender. Yo diría que ha sido el resultado necesario de un
prolongado proceso de crisis de legitimidad, producto de la sucesión de
gobiernos ilegítimos, proceso que se acentuó con la proscripción del
peronismo hasta 1973. Esos gobiernos se vieron obligados a recurrir a
las fuerzas de represión, lo que dio a las Fuerzas Armadas un poder
creciente. Entonces este elemento de crisis de legitimidad, de
recurrencia crónica a la violencia va a desembocar en un proceso de
luchas obreras, cuyo pico más alto lo representó sin dudas el llamado
Cordobazo, junto con toda una cantidad de luchas que se gestaron a fines
de la década del 60 bajo el gobierno de la llamada "Revolución
Argentina", con la dictadura del general Juan Carlos Onganía. Muchos
sectores de la izquierda llegaron a la conclusión de que la única forma
de romper esta trampa de los regímenes constitucionales ilegítimos o los
gobiernos militares era a través de la lucha armada. "Responder a la
violencia de arriba -como se decía en la época- con la violencia de
abajo." Para los sectores dominantes la única forma de frenar este
proceso de radicalización de masas, de sectores estudiantiles, de la
intelectualidad, de la pequeña burguesía hacia las organizaciones de
izquierda y en buena parte hacia las organizaciones de lucha armada, era
el retorno de Perón. De algún modo el retorno de Perón le va a poner el
primer cierre a este proceso de radicalización. Este General Perón que
desde el exilio había dado su visto bueno, su guiño a la emergencia de
organizaciones armadas como elemento de presión sobre los distintos
gobiernos argentinos, va a volver con un discurso de desarme, de
reconciliación nacional, de pacificación. Va a abandonar su vieja jerga
antipartidista y antipolítica y a rehabilitar las instancias políticas,
las instituciones, la defensa de la Constitución, la defensa de los
partidos políticos, y de algún modo intentará instrumentar un pacto
social, un proceso de unidad nacional y enfrentará a una izquierda
tremendamente radicalizada. Paradójicamente, buena parte de la izquierda
comprometida en la lucha sentida por muchos sectores y vivida como una
reivindicación democrática que era el retorno de Perón, comprobó que ese
retorno significaba una derrota política para estas opciones
radicalizadas que se venían gestando desde el Cordobazo hasta el 73. No
es casual que las organizaciones de izquierda se vieran ante el dilema
de subordinarse a la política peronista o presentar candidaturas propias
sabiendo que iban a ser proyectos políticos a contracorriente y que iban
a ser expresiones políticas minoritarias. De algún modo la izquierda
peronista queda atrapada dentro de la lucha interna que se empieza a
desatar en el frente peronista. Al mismo tiempo, las distintas
expresiones de la izquierda más radicalizada, digamos de la izquierda
clasista, acompaña un proceso de radicalización de la clase trabajadora,
que presiona por izquierda el pacto social y termina rompiéndolo. Pero
que se ve siempre limitada en sus luchas por la acción de una
poderosísima burocracia sindical. Es muy claro cómo a partir del año 74,
y llegando a las huelgas de junio y julio de 1975, con el Rodrigazo, hay
un proceso de desbordamiento por izquierda por parte de una nueva camada
de dirigentes sindicales que cuestionan a la vieja burocracia sindical.
En este punto corresponde decir que la emergencia de fenómenos nuevos
como las coordinadoras interfabriles intenta poner en cuestión este
orden, pero los procesos son muy precipitados. A partir de 1976 se
produce una recomposición profunda de la sociedad argentina, semejante,
en cuanto hito, a la que se había producido a partir de los años 30.
Otra vez las izquierdas se instalan en la nueva realidad de los años 80
con el viejo paradigma nacional populista y otra vez pagan cara su
incomprensión de la nueva realidad que se había instalado, porque en
esas circunstancias históricas el propio peronismo se había transformado
en algo muy distinto. Menemismo mediante, había ido dejando atrás todo
su viejo nacional populismo. Todavía hoy nos encontramos con una
izquierda que sigue pensando en los viejos términos nacionalistas
estatistas.
Roberto Quieto, fue secuestrado el
domingo 28 de diciembre -día de los santos inocentes- por la tarde,
sin resistirse ni combatir, mientras tomaba mate con su familia en
el balneario de Martínez. Se lo llevaron una docena de policías de
civil que escondía sus ametralladoras bajo lonas y toallas. Su
esposa, Alicia Beatriz Testai, fue dejada en libertad. A las pocas
horas de su secuestro empezaron a caer casas clandestinas de
distintas estructuras y decenas de militantes del Norte, Capital y
Córdoba. Cayó hasta el pozo donde pocos días antes había estado
secuestrado Metz, el empresario de Mercedes Benz, por el cual se
había pedido un rescate de 4 millones de dólares. El resto de los
miembros de la Conducción se enteró de su desaparición al sintonizar
radio Colonia, por la noche. Era una de las pocas emisoras que
informaban sobre secuestros y detenciones, de modo más rápido y
completo que los comunicados que las fuerzas de seguridad entregaban
a la prensa. El alerta lo dio un militante: había presenciado el
secuestro y llamó por teléfono a la emisora uruguaya para que lo
difundiera.
Ver:
La “traición” de Roberto Quieto: Treinta años de silencio. Por Lila
Pastoriza. Ver también:
http://www.desaparecidos.org/arg/victimas/quietos/
 Miradas
sobre los setenta: una polémica 20 años después*
María Sondereguer** / Renata
Rocco‑Cuzzi***, 1997
Los revolucionarios
aman la época que les tocó vivir, porque es su patria en el tiempo.
León Trostsky
Durante los años de la dictadura, como
consecuencia de la violación de los derechos más elementales en un
régimen generalizado de terror, la resistencia planteada desde los
organismos de derechos humanos y su reclamo por los desaparecidos,
por el derecho a la vida, articuló un espacio desde donde se
reconstituyó la idea de un sujeto de derecho que fue luego sostén de
la refundación política en la Argentina. 1 La reivindicación de la
existencia misma de ese sujeto, operando como el más claro índice de
discontinuidad con la dictadura, colocó toda otra reivindicación en
el lugar de la repetición del pasado, legitimó así un discurso sobre
lo posible, y obturó con el relato del horror todo otro relato de
unos hechos ‑la experiencia social y política de la primera mitad de
la década del setenta‑ que, en ese entonces, pertenecían todavía al
presente.
Pero cuando el domingo 7 de abril de 1996, el
diario Página/ 12 publicó dos artículos firmados por Miguel Bonasso
y Gabriela Cerruti 2 –a raíz del estreno de "Cazadores de Utopías",
de David Blaustein- con el objetivo de participar de un "debate
sobre la memoria, los montoneros y el futuro", las primeras grietas
en este dispositivo de interdicciones ya habían comenzado a
manifestarse. Ambas notas, situadas dentro de la trama de
legalidades y tabúes que los últimos años fueron tejiendo, actuaron
como disparadores de una polémica que superó los límites de la
crítica a una producción artística. Las respuestas de Susana Viau y
Ernesto Villanueva el 16 de abril; las de Uriarte, Forn, Schapces,
Nora Cortiñas el 21, y las de Baschetti y Lipscovich el 28 del mismo
mes profundizaron ese gesto. 3
Con la polémica, y con las
inquietudes que revela: con sus luchas, victorias, azares,
restricciones, intentaremos dialogar en estas páginas. Ciertos
discursos valen como signo o manifestación de adhesión -de clase, de
interés, de rebelión, de resistencia- y muestran las posiciones de
quienes los enuncian. 4
Al iniciar su nota, entre los muchos
modos en que se puede plantear un comentario, Bonasso elige la
figura de la hipérbole:
[...] En la vereda de Carlos
Pellegrini al 600 –escribe- frente al cine Maxi, donde exhibían
"Cazadores de Utopías" de David Blaustein, hubo escenas que parecían
arrancadas de "Veinte años después": antiguos mosqueteros y
mosqueteras se reconocían pese a las arrugas y las canas, saltando
en un abrazo reparatorio un abismo de años cavado por las cárceles,
los destierros y la diáspora que engendra toda derrota, Pocas horas
más tarde, el fenómeno se multiplicaba y alcanzaba el éxito de los
grandes números, en la Marcha del 24. 5
Construyendo su
reverso -el relato ya tiene sus héroes y, porqué no, también su
moraleja- Gabriela Cerruti invierte los sentidos de la metáfora:
"Toda una proeza" –dice- y sus palabras proponen una refutación.
Suponen una réplica y anticipan una réplica. No sólo cuestionan
aquello que se dice sino a quienes lo dicen, A través del sarcasmo
intenta una desmitificación, pretende una suerte de desocultamiento.
"Toda una proeza: una película de más de dos horas sobre la historia
de los montoneros sin nombrar ni una sola vez a Mario Eduardo
Firmenich, ni a Rodolfo Galimberti, ni a Roberto Perdía o Fernando
Vaca Narvaja". 6
Los comienzos demarcan posiciones,
instituyen lugares. Si para Bonasso, veinte años después del golpe
del 24 de marzo de 1976, "ese formidable impulso colectivo, negador
del fin de la historia y de las teorías bidemonológicas que
oscurecieron los años de la democracia, sigue allí", para Cerruti,
el documental encierra "proezas" varias, y "jeroglíficos para
iniciados", y en el mismo movimiento, el sarcasmo interpela con
signo negativo y plantea un desafío: "El mito de los años dorados
[...] es la forma de escapar a la discusión verdadera de errores y
aciertos".
Cerruti utiliza la ironía para descalificar esas
voces que, en el film, enuncian su verdad de protagonistas, aquello
que Bonasso designa ‑y legitima‑ como "epopeya montonera" y que
Blaustein constituye en estrategia básica de su relato. Es que si
Cerruti señala sarcásticamente que es toda una proeza que en una
película de más de dos horas no se nombre ni una vez a Firmenich,
Vaca Narvaja o Perdía, interpretando esas omisiones como un silencio
vergonzante destinado a falsear la historia, y algo de eso puede ser
cierto leído desde los noventa, sin embargo, nos parece más atinado
entender ese gesto como la táctica más globalizadora de la película:
otorgar la voz a los cuadros medios es darle la palabra al pueblo,
un pueblo que cuenta su historia. El film se propone, entonces, como
una epopeya que, en el polo opuesto a lo que entiende Cerruti, lejos
de falsearla, cuenta la verdad de la historia.
Pero
volviendo a la ironía de Cerruti, en esa doble voz desnuda una
ambivalencia que recorre todo el texto y que quizás en ninguna otra
frase queda tan claramente explicitada como cuando dice: "Toda
nuestra veneración y envidia a esa historia", y la afirmación no es
en absoluto inocente. Como en toda ironía, "veneracion y envidia"
pueden leerse en la línea del sarcasmo pero también al pie de la
letra, Entre la adhesión y el rechazo, el texto delata un malestar:
no haber pertenecido a la generación que aparentemente interpela.
El artículo delimita un blanco doble: "ellos" son los iniciados. El
haber pertenecido los distingue, instala una disimetría respecto de
un nosotros" inclusivo que señala a los otros, los excluidos; los
que desconocen las referencias: la contraofensiva, la píldora, las
células, Taco Ralo; 7 los que no estuvieron ahí, y no saben si era
"maravilloso" o "insoportable".
Ese nosotros atraviesa el
texto y contiene una autorrepresentación generacional: "Los
gloriosos años setenta son el karma de las generaciones posteriores"
afirma Cerrutti‑. Pero la discordancia léxica produce un
deslizamiento de sentido que recoloca el valor asignado a los
distintos interlocutores.
"El peso de las generaciones
muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos" (y aquí
no te cito, cito a Marx)", responde Viau, y la réplica legítima a
los "otros" y permite cifrar una genealogía: son ellos, "los más
viejos" (Villanueva). Los lugares desde donde se habla determinan la
"moral" de los enunciados. Si la polémica reposiciona aliados y
adversarios, la constitución de un "ellos" y un "nosotros" logra
condensar en sus desplazamientos los puntos de fricción y de
encuentro, las vacilaciones y las certezas.
"No se puede
plantear ningún debate sin dejar sentado que ellos eran mucho
mejores que los que vendrían después" -continúa Cerruti. Y concede:
"Desde el dolor o la compasión, todos querríamos que esos jóvenes
valerosos e idealistas estuvieran vivos. Quizás este país sería
distinto".
Sin embargo, ese todos compasivo -que nos implica
en el texto con toda su fuerza persuasiva- es también artificio
retórico en Cerrutti cuando, en la conclusión de la nota exaspera su
argumentación; 8 la descalificación por el absurdo expulsa a "ellos"
de toda posibilidad de comunión: "Visto desde hoy, cualquiera tiene
derecho a preguntarse si no es legítimo discutir cómo hubiera sido
un país con Mario Firmenich de presidente y Rodolfo Galimberti de
jefe de la SIDE". 9
Otras colocaciones, otros nosotros fundan
significados opuestos. A propósito, es posible armar tres grandes
lugares de enunciación: el de los protagonistas (Bonasso,
Villanueva, Viau, Uriarte); el de los no protagonistas (Cerruti,
Schapces, Baschetti, Forn) y el de los que no se proponen como ni
una ni otra cosa (Cortiñas, Lipcovich). La pertenencia a un grupo no
presupone puntos de vista homogéneos; el discurso de Uriarte es el
revés de la trama de los discursos de los protagonistas, en tanto
pone en negativo todo lo que resulta positivizado en los otros. "Los
Montoneros no eran 'cazadores de utopías' -cualquier cosa que sea lo
que quiere decir esto- sino una banda de irresponsables violentos a
los que me tocó ver disolver a cadenazos las asambleas
universitarias que les eran hostiles". Uriarte es juez que dictamina
sin el menor asomo de problematización. Nada hay para ser revisado:
"En el clima ideológicamente exasperado de esa década -que no fue
gloriosa sino una carnicería-, "una época en la que todo se dirimía
a tiros", él posee todas las respuestas que reclama Cerruti
(obviamente no sobre la película, sino sobre el período histórico),
Pero, además, sostiene esas respuestas con un plus; él no es hijo ni
hermano menor, en el "me" se define como coetáneo, él vio, él no
reclama -como Cerruti- que los sobrevivientes le den una respuesta
que no puede alcanzar por sí mismo.
Entre los setenta y los
noventa, entre jóvenes y viejos, entre los chicos actuales y los
revolucionarios de dos décadas atrás, se trazan algunos ejes de la
disputa: solidaridad vs. individualismo; pasión vs. facilismo. Pero
no sólo eso. Si la injuria en Uriarte fractura el topos generacional
e instala un "yo" que pronuncia su sentencia: "Los Montoneros eran
un movimiento del desborde que llevaba incorporada en su propia
mecánica la cláusula de su destrucción", la respuesta de Nora
Cortiñas explícita un nosotros que integra a ese todos y se sitúa
por fuera de aliados y adversarios: la reconstrucción de la
historia, de cualquier historia –afirma- no es patrimonio de nadie,
se hace con el aporte de todos los que buscan la verdad, la hayan
vivido o no". "Entender esa historia", es decir, narrarla, otorgarle
un sentido, es la única certidumbre que soporta las réplicas de los
distintos interlocutores. Entre los setenta y los noventa, el
artículo de Pedro Lipcovich lo coloca por fuera de la polémica a la
que, además, pretende clausurar. Como un historiador -en el sentido
en el que lo entiende Hayden White-,10 él rechaza cualquier
construcción de un "nosotros", pero en cambio, dibuja dos "ellos":
el de un presente abigarrado de "grupos solidarios donde caben
travestis, amas de casas suburbanas, organizaciones de
discapacitados, habitantes de asentamientos precarios..." en fin,
vecinos que "no creen que su vecindario es más valioso que otro"; el
segundo "ellos" es el de los miembros de grupos militantes de los
setenta. La duplicación en sí es una toma de partido que salda la
polémica al ubicar en el pasado a los "compañeros o militantes [...]
de los tiempos que fueron". Si el tema es el de la solidaridad, en
la narración de los hechos que hace Lipcovich ninguno de los dos
grupos es mejor que el otro, sino simples protagonistas de las
distintas épocas que les tocó vivir.
¿Algo para recordar?:
Quizás ahora que ya saldaron esa deuda con ellos mismos haya llegado
por fin el momento de encontrar una manera un poco menos apasionada
y parcial de que nos ayuden -a nosotros, a los otros- a entender esa
historia, dice Cerruti al cerrar su texto. Y Viau es la que más
abiertamente recoge el guante del desafío, cuando al final del suyo
retorna las palabras de Cerruti y las califica de "atinada exigencia
final". Sin embargo, en un doble movimiento impone sus propias
condiciones para ser una de las tantas Beatrices que reclaman las
nuevas generaciones:
Con una salvedad ‑dice‑, no fue el
exceso sino la falta de pasiones la que ha ido transformando esa
pequeña historia en algo incomprensible: el haber tenido que
descifrarla, repensarla o padecerla (según se vea) desde las aguas
turbias de un lugar (y un momento) en el que los grandes edificios
que se conocen son ‑como decía Bertolt Brecht‑ los que un hombre
puede construir por sí mismo. Y en esa sola frase sintetiza dos de
los presupuestos setentistas más importantes: la pasión como
disparadora de la acción y la solidaridad como isotopía de época,
contrapuesta al individualismo de los tiempos presentes.
Como
en los discursos sociales que van emergiendo a partir del corte
histórico que se produce con el fin de la dictadura, la palabra
"memoria", "el intento de reconstruir una historia", afloran una y
otra vez en los contenidos de la polémica, en los títulos, volantas
y copetes que enmarcan ese corpus desde la acción de uno de los
tantos "otros", el editor, que a su modo participa en su
constitución.
Sin embargo, pese a tanta proliferación, la primera y más
elemental pregunta que cabría hacerse es si los textos admiten que
hay algo para recordar, más allá de que su sola existencia es la
prueba más contundente de una respuesta por el sí. Porque no se
puede obviar que quien abre el fuego (Cerruti) lo hace desgranando
una serie de preguntas que bien cabe calificar de certeras:
¿Valió la pena? ¿Era maravilloso o era insoportable? ¿O lo valioso
duró apenas dos años? ¿Cuánto tiempo vamos a pasar añorando aquellos
dos años sin pensar en el costo que hubo que pagar por esos
veinticuatro meses de gloria?
Porque si todas las primeras
preguntas citadas tienen un tufillo a interrogación vicaria o
retórica, la última tiene un poder de condensación increíble: acota
el tema de la nostalgia (que en la explicación de la experiencia
setentista no se agota en la respuesta de "que todo tiempo pasado
fue mejor") y lo hace a un punto tal que la propia Cerruti se
incluye al utilizar la primera persona del plural, y formulando
nuevamente la primera pregunta acerca de sí la experiencia valió la
pena, que es, en definitiva, la que se hicieron todos aquellos que
creen haberla respondido al tachar a los militantes setentistas de
"enamorados de la muerte" con todas sus variantes posibles, Los
mismos que intentaron poner el punto final no sólo mediante las dos
decisiones parlamentarias, sino en su coronación máxima: la teoría
de los dos demonios. 11 Entonces, les preguntamos nosotras a cada
uno de los protagonistas de la polémica: ¿vale la pena hacer este
ejercicio de la memoria? y se la hacemos no ya a una sociedad, que
si no en su conjunto, respondió con una plaza de 100 mil personas
haciendo un ejercicio inédito de recuperación de la memoria en la
historia de nuestro país.
La memoria es una estratega. Tiene
su economía de recuerdos y olvidos, incertidumbres y certezas.
Conlleva tambien una inquietud: desde los interrogantes posibles del
presente puedo significar los contornos del pasado y volver más
visibles, o menos, las siluetas.
Sin embargo, la pregunta
acerca del por qué recuperar la memoria de un tiempo pasado parece
imposible de responder sin dar lugar a otra que interpela sobre el
cómo hacerlo.
Al respecto, en el cuerpo de la polémica hay
por lo menos dos ejes absolutamente enfrentados que elaboran sendas
teorías acerca de cómo se recupera la memoria: la reconstrucción de
los setenta se hace desde las subjetividades de sus actores (que no
sólo es la hipótesis de varios de los participantes de la polémica,
sino también de la propia película de Blaustein), o plantándose en
una reconstrucción que debe anclar en los noventa, como propone
Cerruti.
Como ya demostró Borges en el Pierre Menard‑ por más
que se quiera volver atrás sobre los hechos tal como fueron, el
momento de ejercitación de la memoria deja sus huellas, más o menos,
pero siempre las deja. Y esto es bien claro ya desde la operación
que hace Blaustein con el nombre de su película: nadie en los
setenta hubiera hablado de utopía. Como dice Villanueva "Era el
mundo de la juventud y de los sueños cumplidos, era la época de la
razón puesta al servicio de la voluntad: todo debía transformarse y
era justo que lo hiciéramos ya".
De los setentas se habla
como actor de los hechos o como observador. En este punto es bueno
recordar que tal dicotomía no se construye en los textos que estamos
leyendo, sino todavía con mucha mayor virulencia en los primeros
años de la post dictadura, en los que haber sido protagonista o no
haberío sido autorizaba o prohibía el uso de la propia voz.
Después, y sobre todo a partir de la consolidación del presupuesto
bidemonológico, los setenta son demonizados a un punto tal que sobre
ellos empieza a pesar una interdicción que los sepulta, lanzándolos
a un tiempo tan remoto sobre el que no existe discurso ni recuerdo
viable, sólo hay espacio para uno y sólo un discurso hegemónico. Tal
vez sea en este panorama en el que alcanza toda su dimensión la
frase "era algo que nos debíamos" y que Cerruti, apropiándose quizá
del voluntarismo con el que tantos caracterizaron a la generación de
los setenta, interpreta como el "saldo" suficiente que hará posible
la comprensión de esa historia para las generaciones posteriores.
Es dentro de este contexto, al que se suma una fecha tan emblemática
como los 20 años (el tiempo necesario para que se haga posible una
generación de hijos de desaparecidos) que resuena como tan
sintomática una polémica como la que estamos analizando.
En
toda sociedad la producción del discurso ‑dice Foucault en los
comienzos de "El orden del discurso" 12 está a la vez controlada,
seleccionada y redistribuida por un cierto número de procedimientos
que tienen por función conjurar los poderes y peligros, dominar el
acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y terrible
materialidad [...] Se sabe que no se tiene derecho a decirlo todo,
que no se puede hablar de todo en cualquier circunstancia, que
cualquiera, en fin, no puede hablar de cualquier cosa,
En el
ejercicio de la memoria, algunas interdicciones ejercen su coacción
y ensucian, como manchas de origen, la narración de una historia
sobre cuyo significado se pretende debatir. Pero por detrás del
conjuro, la palabra prohibida asoma su poder: la legitimidad de la
lucha armada como opción política en el horizonte ideológico
setentista, su racionalidad histórica para la construcción de una
sociedad igualitaria, Y la legalidad del presupuesto revolucionario
frente a los límites de la "democracia liberal" -en palabras de la
época-.
Sólo la alusión: "sí uno equipara los centuriones a
los seguidores de Espartaco" (Villanueva) o la cita: "Los
revolucionarios aman la época que les tocó vivir porque es su patria
en el tiempo" (Viau) permiten, de algún modo, la referencia a ambas.
Quizás sea la pregunta por la solidaridad, por la justicia, la que
se inscribe en las fisuras presentes de ese dispositivo de
prohibiciones, Quizás sea ese interrogante uno de los que pueda
devolverle a ese pasado su significación. Tal vez también sean
aquellos límites -los de la democracia liberal-, los que atraviesan
de inquietud los discursos que se proponen entender la historia de
los setenta. y sean esas indagaciones las que sostienen, recién a
fines de los noventa, la voluntad de explicarla.
Notas *
Ponencia presentada en el Coloquio Internacional "DeClínio da
Arte/Ascensao da Culture, organizado por el Nueleo de Estudos
Literarios e Culturais de la Universidade Federal de Santa Catarina
(Floriaínápolis), los días 5, 6 y 7 de marzo de 1997 ** Docente
del Departamento de Ciencias Sociales de la UNQ. *** Docente e
investigadora de la Facultad de Filosofía y Letras, UBA. 1 Una
interesante reflexión sobre la reconstitución de la idea de un
sujeto de derecho en la cultura política se encuentra en el artículo
de Inés González Bombal "Nunca más: el juicio inás allá de los
estrados", en Juicios, castigos y memorias, Buenos Aires, Nueva
Visión 1995, 2 Miguel Bonasso fue secretario de prensa del Frente
Justicialista de Liberación (FREJULI) que llevó a Cámpora a la
presidencia en 1973. Exiliado en 1977, integró el Consejo Superior
del Movimiento Peronista Montonero. Gabriela Cerruti pertenece a
una generación de periodistas más jóvenes, Escribió El jefe. un
libro crítico sobre la figura de Menem. 3 Susana Viau es
periodista; en los años setenta militó en el Partido Revolucionario
de los Trabajadores (PRT). Ernesto Villanueva fue rector de la
Universidad de Buenos Aires en 1973 y 1974; 1975, estuvo en prisión
hasta fines de 1982. Claudio Uriarte es periodista; escribió una
biografía "no autorizada" sobre Massera: Almirante CerO. Juan Forn
es escritor y periodista, actualmente edita el Suplemento Cultural
Radar de Página/12; forma parte de la misma generación de jóvenes
que Cerruti. Marcelo Schapces fue asistente de dirección de David
Blaustein en "Cazadores de Utopías". Nora Cortiñas pertenece a la
Línea Fundadora de Madres de Plaza de Mayo. Roberto Baschetti es
investigador, autor de Documentos de la Resistencia Peronista
(1955‑1970); Rodolfo Walsh, vivo; Documentos 1970‑ 1973. de la
guerrilla peronista al gobierno popular, militó en la Juventud
Peronista en los setenta. Pedro Lipcovich es periodista, editor de
la página de psicología del diario Página/12. 4 Véase Foucault,
Michel, El orden del discurso, Barcelona, Tusquets, 1981 5 Al
cumplir veinte años del golpe militar en la Argentina se realizó una
marcha de repudio que reunió a más de 100mil personas en Plaza de
Mayo. 6 Mario Firmenich ocupó la jefatura de Montoneros: Roberto
Perdía y Vaca Narvaja integraron la Conducción Nacional, Rodolfo
Galimberti fue líder de la Juventud Peronista en los años setenta y
conductor de la Columna Norte de Montoneros, Sobre el surgimiento
y desarrollo de Montoneros puede leerse la Investigación reallzada
por Richard Gillespie: Soldados de Perón, Buenos Aires, Grijalbo.
1987, uno de los estudios más completos sobre la historia de la
organización. 7 La contraolensiva fue una operación militar
decidida en 1979 por la Conducción Nacional montonera en el exilio.
Según su particular evaluación de la situación en Argentina, había
condiciones para una rebelión popular. Pero los servicios de
información del estado estaban al tanto del operativo, la mayoría de
los cuadros que retornaron a combatir fueron muertos y los
Montoneros -con excepción de dos tendencias que se escindieron: la
liderada por Galimberti y Montoneros 17 de octubre- estimaron de
todos modos que la contraofensiva había sido "correcta y oportuna".
Taco Ralo es uno de los primeros intentos de constituir un foco
guerrillero en Tucumán, en 1968, llevado adelante por las FAP
(Fuerzas Armadas Peronistas). 8 Para analizar los recursos
retóricos utilizados por los distintos polemistas, seguimos la
sistematización de las figuras de la agresión realizada por Marc
Angenot en La parole pamphlétaire París, Payot, 1982. 9 La dudosa
trayectoria política y personal de estos dirigentes montoneros en
los años que siguleron al golpe de estado de 1976 es lo que sustenta
la descalificación de Cerruti. 10 Véase Hayden White, "El valor
de la narrativa en la representación de la realidad", en El
contenido de la forma‑ Buenos Aires, Paidós, 1992. 11 La llamada
teoría de los dos demonios explica la experiencia de la violencia
dictatorial en Argentina como resultado del accionar de dos sectores
con igual responsabilidad criminal: las organizaciones guerrilleras
y las Fuerzas Armadas. De este modo homologa la opción por la
violencia de los grupos políticos armados con la metodología
represiva basada en la toma del poder político y el terrorismo de
estado. La llamada Ley de Punto Final de 1986, (que fijó una
fecha tope para el llamado a prestar declaración indagatoria de los
presuntos implicados en violaciones a los derechos humanos): la Ley
de Obediencia Debida de 1987, que especificaba grados de
responsabllidad; y el indulto otorgado por Menem en 1989 a militares
comprometidos con la represión y civiles sancionados por actividades
guerrilleras, operan dentro del presupuesto bidemonológico. Para
un análisis rnás detallado, puede verse -entre otros- el estudio de
Carlos Acuña y Catalina Smulovitz: "Militares en la transición
argentina: del gobierno a la subordinación constitucional", en
Juicios, castigos y memorias, Buenos Aires, Nueva Visión, 1995.
12 Foucault, M., op. cit.
NOTA: El Descamisado,
publicación vocero de la organización Montoneros, en 1973 -con la
dirección de Dardo Cabo- llegó a vender 250.000 ejemplares.
 La
unidad y el sectarismo
Dardo Castro*
La construcción de la memoria también
requiere detenerse en la significación que a la distancia adquieren
los acontecimientos. Una noche de marzo de 1974, en la ciudad de
Córdoba, una veintena de militantes armados del Partido
Revolucionario de los Trabajadores (PRT), de Montoneros y de Poder
Obrero montaba guardia en los techos del SMATA, el sindicato de los
trabajadores de la industria automotriz. Su secretario general, René
Salamanca, públicamente conocido como dirigente del Partido
Comunista Revolucionario, había ganado el gremio con una lista de
unidad en la que estaban representadas casi todas las tendencias
políticas con inserción en el gremio. El local era un hervidero.
Afuera, nos sitiaba medio centenar de hombres con escopetas Itaka
que habían arribado a la ciudad comandados por miembros de las Tres
A y de la conducción nacional del SMATA. Los obreros habían votado
ese día la renovación de la comisión directiva cordobesa; el triunfo
de Salamanca era un hecho. De esa noche tengo el recuerdo nítido de
Salamanca en la penumbra del techo, angustiado por un enfrentamiento
que suponíamos inminente, no quizás en ese momento sino al otro día,
cuando se transportasen las urnas desde las plantas. Pero en la
mañana siguiente unos 40 ómnibus cargados de trabajadores salieron
de las fábricas trayendo las urnas. Los fascistas del ministro López
Rega sólo pudieron mirar esa caravana triunfal desde lejos.
Salamanca había ganado el gremio por primera vez en 1970. No pudo
con él, ni entonces ni después, la denuncia de que había opuesto
inútilmente la consigna "Ni golpe ni elección, revolución" al alud
popular del ‘73. Es que, en una situación profundamente
transicional, los trabajadores votaban mayoritariamente al peronismo
pero elegían conducciones gremiales que, ante todo, fueran
consecuentes en la lucha por sus reivindicaciones de vida y de
trabajo. Desde la epopeya clasista de los sindicatos cordobeses de
Fiat, Sitrac y Sitram, en 1970, el movimiento obrero combativo había
recorrido un largo camino. Los mecánicos cordobeses en 1974, los
metalúrgicos de
Villa Constitución y, poco después,
en 1975, las Coordinadoras de Gremios en Lucha de Córdoba, Buenos
Aires y Santa Fe, redefinieron el clasismo incorporando el carácter
pluralista de la lucha reivindicativa y democrática. Después de
todo, el Cordobazo fue fruto también de la alianza entre un
socialista, Agustín Tosco, y un astuto vandorista, Elpidio Torres,
que por entonces jugaba al recambio del dictador Onganía propuesto
por otro general, Alejandro Agustín Lanusse.
Esa unidad en
la acción se vio, incluso, a pocos meses de la asunción de Héctor
Cámpora en 1973, cuando trabajadores de todo el país rompieron el
techo salarial impuesto por el plan Gelbard. La lucha de clases
estallaba en el propio seno del poder político y, de algún modo, los
trabajadores intuían que, pese a la brecha democrática abierta de
hecho por el triunfo peronista, el movimiento popular carecía de
fuerza suficiente para ganar la hegemonía política, a la vez que los
grandes grupos de poder se recomponían rápidamente.
A partir
del Cordobazo, la utopía socialista había ido ganando las
conciencias y, por abajo, la izquierda marxista y el peronismo
revolucionario confluíamos en los organismos de lucha del movimiento
obrero, cuyo punto más alto fueron las Coordinadoras en 1975, que
con mayoritaria presencia de Poder Obrero, Montoneros, PRT y el
Peronismo de Base, fueron verdaderos órganos de transición entre la
acción reivindicativa y la acción política independiente de los
trabajadores. Ese proceso impactó fuertemente en el interior de
Montoneros y, acaso tardíamente, su conducción aprobó en 1976 la
propuesta de la unidad de todos los revolucionarios por el
socialismo. De allí nació la Organización por la Liberación
Argentina (OLA), de efímera vida, que se proponía conformar un
estado mayor conjunto de las fuerzas de Montoneros, Poder Obrero y
PRT. Sólo hubo dos encuentros; en el último, a mediados del ‘76 en
Rosario, cuando Roberto Santucho y Domingo Mena ya habían caído, fue
evidente el abatimiento de los compañeros del PRT. Nos sorprendió
entonces el desdén de Montoneros y su actitud claramente
hegemonista. De quienes allí estuvieron, ignoro si hay otros
sobrevivientes; de los nuestros, el secretario general de Poder
Obrero, Carlos Fessia, murió en un enfrentamiento en 1976.
Ni
el amor ni el espanto, la derrota de todos acabó con ese esbozo de
unidad. Hacia fines de 1975, después del Rodrigazo, grandes capas de
trabajadores peronistas se retraían, desconcertadas por la clausura
del horizonte político, en tanto que los sectores populares que
habían sido el núcleo dinámico comenzaban a aislarse, así como las
organizaciones revolucionarias, que nos empeñábamos en redoblar la
apuesta aún sabiendo que el camino de la revolución era ya un
corredor sin salida. El militarismo, que la movilización incesante
había perdonado, cobró mayor fuerza en todas las organizaciones
armadas. Ocurre que todo partido político es portador de una
propuesta de orden, más aún cuando se trata de un grupo
revolucionario de los ‘70, dos décadas antes de Chiapas y la
encantadora sabiduría del subcomandante Marcos. Lo saben largamente
los dirigentes gremiales que sufrieron la contradicción entre la
espontaneidad del movimiento, su desorden natural, y la propuesta
partidaria, siempre al filo del autoritarismo. Y una operación
armada es la máxima tentación de orden. Su perfección exige menos
creatividad que resolver una crisis política, donde se está obligado
a tener en cuenta no ya las fuerzas propias sino las tendencias
profundas del movimiento social. No fue en 1973 cuando esa
impotencia nos arrastró al holocausto, sino hacia finales de 1975,
cuando nuestro tremendismo revolucionarista quedó al desnudo a un
costo terrible. En nuestro descargo, cabe alegar que poquísimos
dirigentes superaban los 30 años de edad.
Esta historia es,
de cabo a rabo, irrepetible. Lo que aquí se ha dicho sólo pretende
contribuir a la comprensión de una etapa que todavía se dispersa en
los recuerdos individuales de quienes la vivieron y sumar uno más a
la diversidad de relatos con que se está construyendo la memoria
colectiva.
*Codirector de la revista "Política, cultura y
sociedad en los ‘70.
 Firmenich
economista - Eutopía
Equipo de
Investigaciones Rodolfo Walsh, 2004
Estando en prisión a fines de los ochenta, el autor de este
trabajo profundizó sus estudios e investigaciones económicas en la
búsqueda de una alternativa al neoliberalismo. Así metido en estas
lides, en 1996 obtuvo la licenciatura en Economía en la Universidad
de Buenos Aires y en 1999 el doctorado en la de Barcelona. Su tesis
para este último escalón académico -origen y núcleo del libro que
presentamos- fue apadrinada por el Premio Nobel en Economía Joseph
Stiglitz.
Como economista y hombre político, Firmenich
registra en esta obra reveladora la crisis internacional de los
modelos keynesianos y socialistas tradicionales; hunde luego su
mirada en el neoliberalismo que los reemplazó -con sus desastrosos
resultados sobre el Estado y la calidad de vida de las mayorías-,
para construir finalmente una propuesta que enfrente los principales
problemas latinoamericanos, con especial énfasis en los de
Argentina.
Por este último aporte titula a su libro Eutopía,
que es "la tierra del bien"; es decir, porque propone y debate
cuestiones posibles y no meros sueños. Así, expone un modelo
compuesto por un conjunto de reformas para el desarrollo sostenible
en los planos social, económico, político y ecológico, apoyadas
sobre fundamentos teóricos más sólidos que los presupuestos de la
economía neoclásica (verdadero "pensamiento único" de los noventa).
Todo ello "mediado" por un sistema de democracia participativa,
justicia social y diversidad cultural que lo garantizará en el
tiempo.
Por lo expuesto, el lector podrá pensar que se trata
de un libro "difícil". Nada más alejado de la realidad: su
exposición es llana y didáctica, fácilmente entendible aún para los
no habituados a lecturas de Economía. Eso sí, quien espera un libro
político polémico y "de barricada", con planteos y alusiones al
pasado del autor y de la generación que lo reconoció como unos de
sus protagonistas, saldrá defraudado. Firmenich se presenta aquí
como un hombre dispuesto a mirar hacia delante y aportar con
enjundia a las cuestiones del presente.
Mario Eduardo
Firmenich nació en Buenos Aires en 1948. Inició su militancia
política durante la dictadura del general Onganía. Saltó a la
notoriedad pública en 1970, tras la ejecución del general Aramburu
por Montoneros, organización de la que fue dirigente destacado. Tras
su doctorado en España se ha desempeñado como profesor invitado a
diversos trabajos de investigación acerca del MERCOSUR y como
profesor asociado en el Departamento de Teoría Económica de la
Universidad de Barcelona. También ha colaborado con diversas
organizaciones no gubernamentales en modelos alternativos de
organización social, desarrollo sustentable y socioeconomía
solidaria.
 Entrevista
a Mario Eduardo Firmenich
"Es necesario un contrato social explícito donde
el sujeto social es la nación entera"
Por Katy Garcia,
Prensared, julio de 2005
Prensared dialogó con Mario Eduardo Firmenich acerca de la
propuesta política contenida en su libro "Eutopía, una alternativa
al modelo neoliberal", que presentó en Córdoba invitado por el
Seminario Iberoamericano de Estudios Sociales y Económicos (Siese).
La tesis doctoral del ex jefe montonero fue apadrinada en 1999 por
el Premio Nobel en Economía, Joseph Stiglitz y está contenida en el
libro "Eutopía", publicado por Editorial Colihue. Firmenich, quien
se define como "un excluido de la política", explicó su propuesta de
cambio basada en la construcción de consensos que permitan
desarrollar políticas de Estado a largo plazo. Proyecto nacional,
integración latinoamericana, y una perspectiva diferente en torno al
concepto de sujeto histórico, fueron algunos de los temas abordados
en la entrevista.
-El stablishment y la corporación mediática
impugnan tu figura. ¿Sigue vigente la Teoría de los dos Demonios?
Creo que la Teoría de los dos Demonios es la incapacidad de
encontrar, con racionalidad política, respuestas a las crisis
estructurales que ha vivido la Argentina. ¿Que rol tiene la
Argentina en el mundo, qué perfil productivo, demográfico, tiene
este país?. Hubo un modelo estructurador el de la generación del 80,
el modelo oligárquico. Después vino el modelo industrial peronista
que, con variantes de desnacionalización, sigue el desarrollismo con
el modelo industrial. Nos hemos criado escuchando hablar de la
guerra agroindustrial y este es el origen de la cuestión: Qué clase
de país tenemos. La resolución de esa crisis implicó para el país
una guerra civil sui generis, porque no todas tienen que ser iguales
a la guerra Civil Española. Pero una guerra civil es un proceso,
como dice Von Clausewicz, "la guerra es la continuación de la
política por otros medios" donde el núcleo central del
enfrentamiento es la inexistencia de un proyecto de país, la
inexistencia incluso de un marco jurídico consensuado que es la
Constitución Nacional. En definitiva, la inexistencia de un contrato
social. Esta es la cuestión.
- ¿El gobierno de Kirchner, al
menos desde lo discursivo, habla de salvaguardar intereses
nacionales. ¿Cuál sería una propuesta política que permita avanzar
en el diseño de un proyecto nacional?
Creo
que el gobierno de Kirchner puede considerarse dentro del mismo
plano en que se han movido los demás, mejor que los demás. Pero
dentro del mismo plano. A saber: ningún gobierno desde el inicio de
la transición democrática hasta ahora ha convocado a redefinir el
proyecto nacional. Esto no lo puede definir un ministro. Esta es una
cosa que deben debatir todos los partidos políticos, las
organizaciones de la sociedad civil y que debe aprobarse en el
congreso. En definitiva, es una asamblea constituyente, un pacto
constituyente. Un modelo de desarrollo de perfiles: industrial,
social, cultural y por décadas. Esto no existe en la Argentina y
esta es la crisis que está debajo de la crisis de 2001. Estalló la
convertibilidad que fue un baño que tapó la inexistencia de una
estructura productiva financiando el consumo con deuda externa.
Cuando se adoptó eso, se puso en evidencia que la Argentina no tiene
un perfil productivo, demográfico, cultural; en definitiva, no hay
políticas consensuadas a desarrollar en el largo plazo.
-
Ahora, la sociedad ante la crisis ha ido creando nuevas formas de
organización. A los trabajadores se sumaron los desocupados y se
organizaron en cooperativas de trabajo. Por otro lado las empresas
recuperadas, ¿Cuál sería el nuevo sujeto histórico que va a conducir
el cambio?
Vos me estás hablando de un paradigma sociológico
marxista en donde se supone que una clase social tiene las
condiciones estructurales para liderar el cambio. El estudio que yo
he hecho y que fundamenta el libro - esa parte he omitido publicar
porque es la más teórica-, he partido de criticar y replantear el
paradigma marxista. Éste parte de la idea de la hipótesis
fundamental de que hay un modo de producción estructurado
básicamente en torno a un criterio que es propiedad de los medios de
producción y que hay una sucesión histórica de los modos de
producción. Ahora, la evidencia empírica demuestra que ese paradigma
no se cumplió en ningún lugar. La revolución rusa no es la
consecuencia del levantamiento y agotamiento del desarrollo de las
fuerzas productivas capitalistas en Rusia. La revolución China y la
cubana tampoco.
- Entonces...
Entonces, podríamos
decir que por lo menos representa el paso del feudalismo al
capitalismo. Bien, pero entonces ocurre que en esa metodología de
análisis, la crisis de la revolución de la fuerzas productivas o sea
la revolución industrial que es un proceso social es lo que destruye
la superestructura del Estado feudal. Pues bien ocurre que en donde
hubo revolución industrial no le cortaron la cabeza al rey hasta el
día de hoy -que fue Inglaterra-, y donde le cortaron la cabeza al
rey no hubo revolución industrial. La teoría marxista como
interpretación general de la historia no se sostiene en la evidencia
empírica. Yo parto de otro concepto. Es cierto que los intereses
económicos están en el trasfondo de la historia política. Esto es
obvio. Pero yo sustituyo el concepto de modo de producción donde hay
un sujeto histórico encargado de pasar al modo de producción
siguiente, esa es la base de la teoría marxista, por lo tanto la
clase obrera industrial era el sujeto histórico del cambio del
capitalismo al socialismo, como la burguesía lo era del cambio del
feudalismo al capitalismo, esto que como teoría encuadra una
coherencia atractiva, por eso ha tenido tanta vigencia, la realidad
histórica en ningún caso lo demuestra. Hay cosas parecidas pero esa
teoría no se ha realizado en ningún lugar. La revolución en Alemania
o en Inglaterra no se produjo nunca y era el lugar donde tenía que
producirse por la evolución del desarrollo de las fuerzas
productivas capitalistas. Además, esta teoría nunca pudo explicar la
realidad latinoamericana que no seguía el patrón de esclavitud,
feudalismo etc, Entonces, las distorsiones políticas que han tenido
los partidos políticos comunistas y no comunistas marxistas en
general en América Latina han tratado de encajar la historia dentro
de un molde que no cuadraba.
- ¿Cuál es tu idea en
contraposición a ese paradigma?
Yo parto de un concepto distinto. Lo que determina la evolución
de las sociedades no es el modo de producción sino el modo de
asignación y uso de los excedentes. Y esto es un proceso que se
decide básicamente en el poder del Estado, no en la infraestructura.
Es la regulación que el Estado establece sobre la economía, sobre la
distribución de la renta, lo que moldea el poder de compra de los
distintos sectores sociales y esto es lo que determina quién acumula
excedentes y para qué. Entonces, el tema central es que no hay un
sujeto histórico necesario de cambio, no hay un ningún cambio
necesario en ninguna dirección. La evolución histórica no está
predeterminada, depende del proyecto a construir. Hay una libertad
significativa de los seres humanos y tan es así que estamos
destruyendo el ecosistema. No necesitamos definir con lupa un sujeto
social inexistente, nos hace falta definir un proyecto consensuado
para la acumulación de excedentes. ¿Quién es el sujeto social de
eso? En el caso de América Latina que no tiene una historia de
acumulación de consensos entre todos sus sectores, porque no hay una
construcción secular de consensos, necesitamos un contrato social
muy explícito. No podemos dar por supuesto nada.

Homenaje a Sabino Navarro, el "Negro"
Navarro
Hace 35 años que venimos charlando sin
vernos, Negro. Nos ha pasado de todo durante mucho
tiempo y sin embargo te veo como si fuera ayer.
Es difícil explicarles a otros este grado de intimidad.
En aquellos tiempos quizás hubiera sido más fácil.
Cuando todos sabíamos que muchos moriríamos para que la
Patria viva, cuando todos creíamos que morir no era
desaparecer, cuando sentíamos que morir por la Patria y
el Pueblo no era dejar de existir, cuando morir de amor
por los más humildes y explotados no era “perder”.
Es que nuestra intimidad está basada en la
trascendencia. Hoy es difícil de explicarles a otros
porque se han acostumbrado a vivir sin trascendencia, se
han acostumbrado a afanarse por causas intrascendentes.
La verdad, Negro, no creo que seamos anticuados. Las
cosas hoy han cambiado, pero no son más modernas, sino
que simplemente son más degradadas. No creas que te lo
digo para consolarte; la verdad es que no creo que
hayamos jugado nuestras vidas por error. Vos no moriste
por un tonto idealismo, Negro. Creo profundamente que
nuestros valores trascendentes sobrevivirán en
muchísimos siglos a los rastreros principios del
oportunismo político y el descompromiso.
¿Cómo
podría entenderse nuestra intimidad trascendente si no
fuera porque nos hermanamos para siempre en eso que
llamábamos “el compromiso”? ¿Cómo podrían entender hoy
esta hermandad esencial quienes buscan “triunfar” sin
comprometerse con nada que les ponga en juego la vida?
¿Cómo van a entender lo que es el compromiso si tienen
terror de lo que llaman “quedar pegado”?
No sé me
ocurre cómo podría homenajearte alguien que no tiene un
compromiso a muerte con la justicia y la dignidad de los
oprimidos. ¿Qué intimidad podríamos tener con quien
“hace política” bien remunerada cacareando sobre el
pasado sin comprometerse para que nada cambie en el
futuro?
Lo más importante de tu ejemplo, Negro,
es que los pibes comprendan lo valioso de un compromiso
existencial con la justicia social y con la
independencia económica de la Patria, de un compromiso
del alma con la integración liberadora de la Patria
Grande.
Mi sencillo homenaje, Negro, es decirte
que seguiré caminando junto a vos, como siempre.
Mario Eduardo Firmenich, julio de 2006
Fuente: www.uniondeargentinosencatalunya.com |
- Una de las propuestas
expresadas en el libro habla de "refundar la república". ¿Cómo es
esto?
Es necesario un contrato social explícito donde el
sujeto social es la Nación entera. Hay que refundar una Nación. La
democracia representativa, la partidocracia ya no va más, ya no es
suficiente. No es una herramienta apta para canalizar el consenso de
un contrato social y una democracia participativa. Creo que las
organizaciones sociales, la sociedad civil en su conjunto, deben
participar en esto. Instituciones gremiales, patronales,
religiosas, cooperativas, mutuales, incluso los sectores excluidos
se han organizado y tienen sus representantes válidos que hace
cuatro años no los tenían. Entonces, creo hace falta que alguien
convoque a debatir.
-¿Quién debería convocar a este gran
debate?
En mi opinión y por la cultura política de este país -
presidencialista-, la persona más indicada para hacerlo es el
presidente. Cualquiera sea. Tiene la autoridad institucional
suficiente para convocar, en una misma mesa, y generar una agenda de
discusión. Y bueno, creo que hay que discutir casi todo. Y luego
iniciar un proceso participativo que no es la Asamblea Constituyente
de 1994 (Pacto de Olivos) que no ha servido para nada y que la gente
terminó rechazando y cuestionando el statu quo de la clase política
en 2001 y 2002. Por supuesto que habrá que darle un marco
jurídico, una nueva constitución, pero eso será al final de un
proceso participativo donde los partidos políticos solos no tienen
la autoridad moral ni la representación social para hacerlo. En
cambio, hay muchas instancias de participación, de organización de
la sociedad donde están tanto excluidos como incluidos.
-
Pero está la lista sábana, el clientelismo...
Tenemos una
historia, una tradición de participación que va más allá de los
partidos políticos. Además no pueden tener el monopolio de la
representación social porque la gente no les delega esa función. A
la democracia participativa hay que ampliarla. Incluso hay algunos
mecanismos legislados que no se aplican como el plebiscito y el
referéndum. Y otras instancias de participación que no son ir a
votar, sino a hablar, a discutir. No hace falta ser diputado para
proponer una idea. Las asambleas vecinales han funcionado en ese
sentido y muchísimas instancias de organización social funcionan
así. Somos un país de cabildo abierto que ha nacido con vocación
participativa. Tenemos una larga historia de pueblo en las plazas,
expresándose. Tenemos que abrir cauces institucionales nuevos y
lograr un contrato social por los siglos de los siglos.
- ¿La
correlación de fuerzas, permite cristalizar este proyecto?
Creo que nadie, ningún presidente, ningún ejército, ninguna
guerrilla, ningún sindicalismo, ni ningún partido político tendrá la
fuerza necesaria para imponerlo. Se debe consensuar. La relación de
fuerzas impone. Por supuesto que hay circunstancias más propicias
que otras para la concreción. Pero hay algo previo que son las
ideas. Tiene que existir la convicción de que si no tenemos un
contrato social de largo plazo, no somos una nación. Y si no somos
una nación no habrá gobierno estable. Como no lo ha habido. Y no lo
ha habido porque no hemos sido una Nación. Pensemos en políticas de
Estado seculares, en consensos de desarrollo social. Para eso, es
imprescindible sentarse a negociar y firmar todos algo.
-
¿Cuando decís todos, quiénes serían?
Todos los sectores interesados en un proyecto nacional basado en
políticas de Estado claras. El plazo depende de la voluntad política
de los actores. Europa lleva 60 años. El asunto es que el consenso
de integración no tiene alternativa. O somos una Nación o la
correlación de fuerzas para enfrentarnos no nos resuelve el
problema. Ahora, si no tenemos intereses comunes y no hay
posibilidad de construirlos pues desapareceremos. Entonces, la
correlación de fuerzas pasa a ser un tema secundario. En todo caso
sería de ideas. Qué idea es más poderosa para producir esa
aglomeración. Porque no hay alternativa al consenso. Esta es la
cuestión. Si no se logra, habrá desintegración.
- ¿De acuerdo
al actual mapa político; Venezuela, Uruguay, Brasil, Chile,
Argentina. Es posible articular una estrategia de integración
latinoamericana?
No conozco la estrategia. Hay un discurso de
integración y tenemos una oportunidad histórica cuando hay varios
gobiernos que tienen el mismo discurso de integración. Pero ¿cuál es
la estrategia de integración? Qué le proponemos nosotros a Uruguay.
Está bien, apoyamos a Tabaré Vásquez, muy bien, lo aplaudimos, somos
compañeros. ¿Pero qué le dejamos producir en el Mercosur? ¿O
solamente están para que nos compren la industria Argentina y de
Brasil? ¿Qué le proponemos a Paraguay? Qué le ofrecemos a Bolivia
para que se integra al Mercosur. ¿Por qué lo va a hacer? Porque la
patria grande, los libertadores, ese es el discurso. Vamos a los
hechos. Qué va a ganar Bolivia en los próximos 40, 50 años, si se
integra al Mercosur. ¿Va a ganar algo o nada? Si no hay una
estrategia de integración, el discurso pasará a la feliz coyuntura
política de coincidencias de gobiernos: de signos más o menos
parecidos, de distintos orígenes, más o menos nacionalistas,
democráticos, populares, que abarca desde Chávez hasta Lagos,
pasando por Tabaré, Lula, Kirchner y demás. Esta feliz coincidencia,
al menos desde mi punto de vista, necesita de una estrategia que por
lo menos se concentre en dos puntos. Podrían ser más, pero por lo
menos estas dos. La integración monetaria y la integración política
en el parlamento latinoamericano. La integración no se hace en
reuniones de jefes de Estado, de tanto en tanto. Eso es para ir
avanzando en las negociaciones, pero hacen falta instituciones
permanentes.
- O sea que estamos en pañales en este tema...
Sí, esa es mi opinión. Estamos en pañales. tenemos una buena
posibilidad una buena perspectiva, una buena coyuntura. Y debemos
aprovecharla para hacer un cambio de estructuras. Si nosotros
seguimos con los sistemas monetarios fragmentados, vamos a seguir
sometidos a las crisis financieras de movimientos de capitales. Una
vez golpeará a Brasil, otra en Argentina, en Uruguay y en Venezuela.
Europa ya demostró la experiencia para salir de esa crisis
especulativa financiera. Hay que avanzar en la integración monetaria
y eso es posible. No es una teoría. Es algo que está demostrado en
la realidad. Bueno, nosotros necesitamos plantear urgentemente como
agenda de integración económica: la integración monetaria. Para que
las crisis financieras de las movilidades de capitales en la
globalización no destruyan nuestra unidad. Además necesitamos
avanzar en una integración política. Va muy bien que haya cumbres de
jefes de Estado. Pero no alcanza. Hay que buscar estructuras
permanentes donde la estructura básica de una democracia continental
sea un parlamento latinoamericano.
El compromiso militante de
Walsh
También fue posible evocar la figura de Rodolfo Walsh miembro de
Montoneros durante los años setenta. Ante el planteo de Prensared
acerca de la figura de Rodolfo Walsh quien desde lo periodístico y
literario es valorado a niveles superlativos pero negando u
ocultando su identidad política, Firmenich opinó: "Para mí, fue
un gran militante antes que periodista. Consagró gran parte de su
vida a luchar por un país más justo". Recordó además que se
juntaban en reuniones de discusión política. "Participábamos
todos en rueda y opinábamos sobre el discurso, los proyectos de
prensa, la línea editorial. Sobre todo durante la experiencia del
diario Noticias, mientras estábamos en la legalidad. Por supuesto
nos juntábamos a discutir la línea periodística, la línea editorial.
Él era más grande que nosotros y con toda su experiencia confluyó en
la organización".
2005 - www.rodolfowalsh.org
[Imágen:
Mario Firmenich y familia, 2004]
 Mario
Montoto: entre Massera y Firmenich
(por Viviana Gorbato) De tanto ir a cancillería para visitar a su
amigo, Rafael Bielsa, según la revista Poder, lo llaman "Marito".
Pero cuando fue secretario y guardaespaldas de Mario Firmenich, su
nombre de guerra era Pascualito.
Su apellido mueve a risa:
Mario Montoto, pero su historia no. "Un hombre con mi pasado nunca
puede ser feliz" me confesó una vez en el Open Plaza mientras yo
hacía mi libro "Montoneros, soldados de Menem ¿soldados de
Duhalde?".
Feliz puede que no, pero rico y poderoso sí. "No
se hagan la película con Yabrán. Mario Montoto hizo sus negocios
pidiendo de prestado de a mil pesos a sus amigos" me explicó Carlos
Bettini ex montonero, apoderado de Isabel Perón , director de
Aerolíneas y actual cuestionado futuro embajador argentino en
España.
La última actividad política de Mario Montoto fue
representar al peronismo revolucionario en la campaña electoral
Menem Presidente, en la cual se negoció el indulto de Mario
Firmenich.
De a mil o cien mil, la cuestión es que Montoto
dejó la política y se convirtió en un hábil lobbysta. "Los primeros
meses que pasé alejado de la actividad política me sentía perdido,
desorientado , casi vacío. Experimentaba que mis dolores, angustias
y principalmente mis afectos me impedirían desarrollar otra
actividad que no fuera la política. Estaba recién casado y mi mujer
no provenía de la actividad política" reflexionaba.
En 1994,
junto a Sergio Taselli participó de la privatización de Yacimientos
Carboniferos Fiscales en Río Turbio, precisamente en la misma mina
en la que se ha producido recientemente el accidente que terminó con
la vida de tantos mineros.
En
1998, después de varios fracasos económicos, llegó a ser presidente
de Trainment Ciccone Systems, SA. Esta companía líderó la producción
de máquinas expendedoras de boletos de colectivo. Montoto aseguraba
que Ciccone Calcográfica, la empresa madre, nada tenía que ver con
Yabrán como le endilgaba Cavallo.
La relación con Taselli,
sin embargo, continuó y llegó a ser director de la empresa de
ferrocarriles Metropolitano "En el Roca no hay ninguna ventanilla
rota " solía decirle a los periodistas cuando ellos le preguntaban
acerca de las quejas de los usuarios.
Pero hace poco Mario
Montoto dejó de ser director del Metropolitano para emprender un
nuevo ambicioso negocio.Su contacto clave en la marina , según la
revista Poder, es su socio Hugo Darío Miguel , capitán de corbeta
retirado de la Armada que se dedica al negocio de Internet.
Quizás fue Miguel el que interesó a los hijos del almirante Massera
en el proyecto de una empresa de nombre rutilante "Corporación para
la Defensa del Sur" fundada el 20 de junio del 2003.Con su ánimo y
habilidad de lobbysta, que no se inmuta en hacer alianzas con los
verdugos del ESMA, se dedica ahora – entre otras cosas. "al
desarrollo , implementación, operación y comercialización de la
infraestructura, servicios, sistema para la seguridad, defensa civil
y comercial". El "monto management", como lo calificó la revista
Poder.
No se arredra ante la "tecnología espacial" y la
"ingenieria nuclear". La misma revista Poder dice que "Montoto no
perdió mucho tiempo. En noviembre de 2003 inscribió su empresa en el
registro de Proveedores del Estado, un requisito indispensable para
participar de las licitaciones y las compras directas encargadas por
el mayor comprador de la Argentina".
La pintura que hace de él el actual diputado Miguel Bonasso en
su libro "Recuerdos de la Muerte" no lo beneficia. "Bip-bip. Mario
Montoto solía comunicarse con los militantes montoneros en México
utilizando un radiollamada, toda una novedad en los 70". Bonasso lo
describe "con una voz castrense y juguetona" y que "con anteojos
negros parecía una pelota". Agrega que "era un gran pibe, pero lo
convirtieron en policía. Claro que un policía de los nuestros". Sin
embargo, Bonasso no podría saber en ese momento que Mario Montoto,
llegaría a ser uno de los principales representantes del
"montomanagement" en la década del 90 y en la actualidad.
Fuente: www.weblog.com.ar

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