Hubo
un tiempo, no hace mucho, por más que la desmemoria que lo arrastra todo
quisiera enterrarlo en el olvido, en que la palabra fue acorralada, la lectura
ardía clandestina en los patios traseros de las viviendas y en las calles brazos
jóvenes se debatían contra la muerte. Y muchas veces, más de las que nos
imaginamos ahora, eran cercenados por esta. Aturdía el repicar de los tambores y
ese particular sonidos de las botas golpeando contra el piso. Sin embargo, de
todo ello había que seguir hablando, contarle al mundo y también a los que en
los infinitos rincones de la Patria seguían resistiendo. Por eso nació ANCLA,
pero por eso también un puñado de periodistas liderados por un “Capitán” lleno
de sabiduría y corajes suficiente como para desafiar al monstruo en su propia
madriguera, se propusieron dar constancia de la otra historia. La de los campos
de exterminio para imponer una economía despiadada, la de los sacerdotes que
bendecían la masacre y los hombres de prensa que escribían lo que les dictaban,
la de los empresarios que señalaban a quienes se rebelaban. ANCLA era la noticia
sin maquillajes. La que surgía del boca en boca generoso, o de las fisuras del
propio verdugo, y en muchas ocasiones logró paralizar alguna estrategia de
aniquilamiento, o por lo menos ponerla al descubierto fronteras afuera. Y con
ello fortalecer la denuncia contra el agresor.
ANCLA era el espíritu mismo de una
profesión que antes y después, ahora mismo, otros se encargan de bastardear con
sus mentiras y cobardías. De esto habla este libro. Con pasión y compromiso. Sin
esa felonía denominada objetividad. Y sobre todo, con agradecimiento a quien fue
creador de semejante desafío, ese hombre que aún caído no dejó de repiquetear
los oídos de sus asesinos con el tableteo de su más poderosa arma: la
inteligencia. Periodista, escritor, pero sobre todo militante revolucionario
montonero, Rodolfo Walsh hizo posible que la palabra siguiera viviendo. Y está
en nosotros evitar que otra vez la vuelvan a acorralar.
Carlos Aznárez
www.rodolfowalsh.org, 27 de julio de 2004
ANCLA,
Una experiencia de comunicación clandestina orientada por Rodolfo Walsh
Dedico este libro a los que
resisten y no abandonan la lucha. A los imprescindibles.
"Lo repito una vez más: hemos
vivido para la alegría, por la alegría hemos ido al combate y por ella
morimos. Que la tristeza jamás vaya unida a nuestro nombre".
Julius Fucik Reportaje al
pie del patíbulo Praga, cárcel de la Gestapo, 1943
Carlos Mangone, tutor de este trabajo cuando aún era una
tesina de graduación; a Mariano Mestman, Carlos Rodríguez Esperón y Guillermo
Caviasca, por sus invalorables .correcciones y sugerencias; a los que brindaron
su testimonio, porque sin ellos este libro no hubiera sido posible; ya todos los
compañeros y compañeras que de un modo u otro colaboraron con la investigación.
También agradecemos, por su valioso aporte en la difusión y distribución de este
libro, a Fabián Pierucci, Fernando Krichmar, Alejandra Guzzo y Miguel Mazzeo.
La recuperación de las instituciones democráticas
significó en nuestro país una cierta lectura de la dictadura militar. No es solo
un juego con los tiempos verbales si nos preguntamos acerca de "cómo fue la
transición para saber cómo será la dictadura". Es que, como sabemos, cada época
política lee su antecedente en función de los intereses inmediatos y de la
correlación de fuerzas ideológicas existentes. Por una parte, la salida de la
Guerra de Malvinas fue el escenario más adecuado para obturar cualquier
reflexión o debate acerca del lugar de la violencia en la historia de América
Latina y de la Argentina; la llegada al poder del radicalismo implicó el
predominio de formas parlamentarias y de un borramiento, por lo menos parcial,
de las responsabilidades de los políticos durante la represión. La "clase"
política instaló el tema desde la perspectiva del "exceso y del error" y aunque
el juzgamiento de los comandantes fue el resultado residual de las
movilizaciones de masas e implicó en la sentencia la negación de los "errores y
excesos", durante un tiempo para la sociedad civil los desaparecidos habían sido
objeto de arbitrariedad (porque no "tenían nada que ver" o porque no habían sido
juzgados).
Solo algunos organismos de derechos humanos y ciertas
estructuras políticas reivindicaban la estrecha relación entre la represión y la
actividad de los desaparecidos y asesinados, además de los miles de presos
políticos y cesanteados y exiliados. Con el correr del tiempo y de manera
dificultosa comenzó una tarea de concientización social en la cual el
estereotipo, asimilado por muchos, de que se "desaparecía por cualquier cosa o
por llevar un libro prohibido" dejaba lugar a la explicación lógica y racional
de que la dictadura había sido tan feroz no por incapacidad sino por haber
desarrollado una sistemática y planificada represión de la cual todavía hoy no
nos podemos recuperar totalmente.
Carta abierta a la Junta Militar
El "por algo será", frase que indicaba la indiferencia civil
frente a la represión (y su responsabilidad objetiva con la misma), era el leit
motiv mediático y ensayístico de una psicología social que tranquilizaba
conciencias particulares y alejaba el fantasma de miles de seres que habían
tenido una trayectoria social, política y cultural. Lo que había desaparecido no
era sólo la persona sino su trayectoria anterior al hecho o en todo caso la
transición democrática rescataba aspectos menos contradictorios o para nada
causales para que sobre él se ejerciera un acto de violencia física o
ideológica.
Como sucede con otras situaciones políticas, son ciertos
factores más objetivos, como la persistencia de la crisis, una renovación
generacional que, si bien no está tan involucrada con los hechos, desarrolla una
gran curiosidad acerca de ellos y sobre todo, la impunidad de los crímenes, todo
lo cual promueve que se proyecten sobre el período y sus protagonistas nuevas
miradas que se hagan cargo de todas las mochilas posibles. Este es el valor del
trabajo acerca de la experiencia de ANCLA, la de un acercamiento crudo y
sistemático a una práctica de resistencia antidictatorial que no la libere de
sus relaciones políticas fundamentales y que además no la limite a la
tematización académica aséptica y despojada, tan frecuente en la mirada
institucional sobre la época de la represión.
Por otro lado, la propia
figura de Walsh fue tratada de diversas maneras, privilegiándose en primera
instancia su calidad de escritor, luego sus aportes al periodismo de
investigación para finalmente rescatar su compromiso político en el campo
popular. Se soslayaba en líneas generales su decisión de subordinar la práctica
literaria y en buena medida la de periodista de investigación a la decisión por
una militancia política de carácter orgánico en "el marco de un enfrentamiento
de clases que radicalizaba las posiciones y los métodos.
Un doble valor
entonces, por una parte, el rescate de prácticas sociales y políticas de
resistencia ante la opresión y de formas comunicacionales alternativas frente a
la dominación simbólica que significó la censura dictatorial; por la otra, el
acercamiento en el ámbito universitario, origen del presente trabajo, de temas
que "queman" en el doble sentido del término, porque resultan cuestiones
traumáticas de la historia política argentina y en un significado más popular,
porque implican un "costo" institucional importante para una posible carrera
académica.
Por eso, en tiempos tan livianos como los que corren, se
saluda este trabajo inicial.
"Con una máquina de escribir y un papel podés
mover a la gente en grado incalculable. No tengo la menor duda".
Rodolfo Walsh Marzo de 1970
La Agencia de Noticias Clandestina
(ANCLA) es, a nuestro entender, una de las experiencias de difusión clandestina
más interesantes -y a la vez desconocidas- de nuestro país. De estructura
artesanal y alimentada sobre la base de información Popular, ANCLA funcionó como
una herramienta política ofensiva en el marco de la resistencia a la última
dictadura militar (1976-1983).
La agencia dependió del Departamento de
Informaciones e Inteligencia de Montoneros y como tal fue parte de una política
integral, al margen de la cual no puede entenderse. Sin embargo, funcionó con
una aparente autonomía respecto de la organización: en otras palabras, se
encuadró en un criterio de subordinación estratégica y autonomía táctica que "le
brindó un amplio margen de libertad de acción para actuar frente a la coyuntura.
Los fundamentos de esa práctica política deben buscarse en su propia razón de
ser, que responde, a su vez, a un triple objetivo: propiciar la participación
popular en el proceso comunicacional en tanto fuentes y retransmisores de la
información; oficiar como medio de contrainformación y, finalmente, funcionar
como instrumento de acción psicológica contra el poder económico y militar.
El carácter ofensivo no solo está dado por la apuesta a la organización en una
situación opresiva, sino también por su definición como herramienta de
contrainteligencia. Es por eso que tanto Rodolfo Walsh como los integrantes de
su ámbito (1) decidieron no "pegar" directamente la agencia a Montoneros,
buscaron como nombre una sigla capaz de generar confusiones y cuidaron la
redacción de los cables, de modo tal de mantener difusa su identidad política y
proteger o generar suspicacias en torno a las fuentes.
Notas de Walsh y apreciaciones
críticas de un sector sobre la conducción de Montoneros (1979)
Esta práctica recuerda un postulado
de Paolo Fabbri, aquel que dice que "sabiendo que te controlo me darás indicios
tales que harán ciertamente que semejante control no controle nada" (2). Por un
lado, la agencia necesitaba de cierto margen para mantener sus servicios, dado
que el Departamento de Informaciones e Inteligencia de Montoneros no escapaba a
la atención de la represión. Por el otro, ANCLA necesitaba cubrirse con una
identidad difusa para actuar dentro de los bloques de poder, tendiendo a romper
su unidad coyuntural.
De todas formas hay que hacer una importante salvedad: Fabbri se refiere al
caso de doble agente o espía y por ese motivo establece que el secreto
estratégico es una escalada móvil ascendente que se rige por un código de
apariencias permanentes, donde al fin de cuentas se pierde el objeto central que
necesitó la cobertura del secreto (3). Como veremos a lo largo de esta
investigación, en el caso que nos ocupa el recurso al secreto es totalmente a la
inversa, puesto que es el objeto del secreto, la información, lo esencial y lo
que nunca ha de perderse durante el funcionamiento de ANCLA.
Esa
"obsesión por la verdad", tan presente en la figura de Rodolfo Walsh (en cierta
forma el ideólogo de la agencia), recorre todo el trabajo de ANCLA. Walsh
combatió a la dictadura hasta el último momento de su vida. No fue el único:
muchos merecen ese lugar en la memoria. El 25 de marzo de 1977, un día después
de enviar a las redacciones del país su "Carta de un escritor a la Junta
Militar", cayó en una emboscada tendida por un grupo de tareas de la Escuela de
Mecánica de la Armada. Tenía su pistola calibre 22 y se defendió hasta que las
balas enemigas lo alcanzaron. El 9 de enero había cumplido 50 años.
Las
bases programáticas de ANCLA, además, remiten a las anteriores experiencias de
difusión popular donde Walsh participó. Todas ellas responden a un criterio
amplio, síntesis de una prensa pensada como instrumento de combate en la
tradición latinoamericana y como herramienta de información, discusión política
y organización en la teoría leninista. Walsh era un apasionado lector y buscó,
en la propia práctica, sistematizar un conocimiento a fin de cuentas colectivo.
En Prensa Latina y junto al periodista argentino Jorge Masetti (4), se
empeñó en contrarrestar la "catarata de basura informativa" de los medios de
comunicación transnacionales. El trabajo sostenido logró la colaboración de
reconocidos políticos e intelectuales y la agencia cubana pudo, así, establecer
numerosas corresponsalías. Asimismo, desde las páginas del Semanario CGT se
desprendieron numerosos llamados a que cada fábrica cumpla con un corresponsal y
a que trabajadores y organizaciones políticas se sumaran a las tareas de
distribución, donde se destaca el rol organizador del periódico. Finalmente, el
diario Noticias -perteneciente a Montoneros pero organizado como empresa
periodística-, se presentó como una prensa independiente que, sin decirse
claramente partidaria, apuntó a llegar masivamente al pueblo.
ANCLA no
fue una excepción a estos criterios, como tampoco lo fue la otra herramienta que
Walsh creó durante 1976, la Cadena Informativa. Ambas eran estructuras políticas
que respondían a una línea, pero que -al mismo tiempo- no se presentaban como
órganos oficialmente partidarios ni se circunscribían al éxito de una operación.
Esa tarea le correspondía a Evita Montonera y a El Montonero. Eran ellos los
responsables de propagandizar la línea del partido, "Ia única empresa regular
que haga el balance de toda la actividad en sus aspectos más variados" (5). La
agencia, más bien, daba batalla en el terreno de las apariencias.
Para
especificar tanto forma como función, ANCLA necesitó una evaluación de la etapa
política que funcionara como anclaje de sentido. Ese lugar de reconocimiento
fueron los documentos internos de Walsh, "papeles de la resistencia",
presentados para el debate a la dirección de Montoneros y que representaban la
postura crítica de un sector de la organización. Si bien no se trata de una
derivación cronológica, los documentos actuaron como su matriz ideológica y de
su análisis de la realidad se desprendieron los métodos de lucha más adecuados
para enfrentarla: en este caso, la construcción de órganos descentralizados de
difusión clandestina que permitieron sobresaltar a las Fuerzas Armadas y a los
grupos económicos, gracias a un análisis exhaustivo de la prensa legal, a las
"escuchas" por interferencias a las redes de comunicación del aparato represivo
y, fundamentalmente, a que muchas personas superaron el terror para contar lo
que habían visto u oído.
Los aportes del periodismo en el
proceso de memoria, verdad y justicia.
En el marco de la Jornada sobre Comunicación y Derechos Humanos, que se realizó
en el predio de la ex Esma (22/11/11) se analizaron los aportes del periodismo
de investigación al proceso de memoria, verdad y justicia en la región, su
tratamiento informativo y la búsqueda de una identidad regional.
De la mesa participaron los periodistas Horacio Verbitsky (Argentina), Mónica
González (Chile), Iván Marsiglia (Brasil) y Roger Rodríguez (Uruguay).
Verbitsky recordó a la agencia de noticias Ancla, fundada durante la dictadura
por Rodolfo Walsh y aseguró, "los grandes medios argentinos fueron cómplices de
la dictadura". Por su parte Mónica González fue tajante, "bajo dictadura se está
contra como periodista o eres cómplice de ella".
La agencia, entonces, se enmarcó en
una convocatoria a la resistencia contra el régimen. Según Rodolfo Walsh, se
habla de resistencia cuando se "cuestionan los efectos inmediatos del orden
social, incluso por la violencia, pero al interrogarse por el poder, responde
negativamente porque no está en condiciones de apostar por él. El punto
principal en su orden del día es la preservación de las fuerzas populares hasta
que aparezca una nueva posibilidad de apostar al poder. La obtención de ese
objetivo de supervivencia está ligada a la desaceleración del enfrentamiento
militar y a la aceleración del enfrentamiento político".
En cambio,
también en palabras de Walsh, la guerra es "centralizada, homogeneizada a través
del funcionamiento partidario y dependiente de un aparato especializado. La
organización de la resistencia se basa en grupos reducidos e independientes cuyo
nexo principal es la unidad por la doctrina" (6). Para Daniel James, por otra
parte, la resistencia es "una heterogénea mezcla de actividades de distintos
tipos (...) un variado conjunto de respuestas que iban de la protesta individual
en el plano público hasta el sabotaje individualmente efectuado y la actividad
clandestina (...) La motivación general que impulsaba estas diferentes formas de
resistencia al régimen militar puede ser entendida como un rechazo del nuevo
régimen político y lo que implicaba en materia social y política. Sin embargo,
acciones como la colocación de bombas y el sabotaje eran inspiradas también por
un abrumador sentimiento de desesperación" (7).
En ese sentido, la agencia buscó romper la tradicional polaridad donde un
emisor fuerte se dirige en forma unidireccional a una masa anónima de receptores
pasivos: a partir de la distribución de sus cables apeló a que cada receptor se
convierta en un nuevo emisor, generando una cadena de información que sin duda
desafió al silencio. Esta práctica es parte de la discusión sobre medios
alternativos de comunicación presente en aquellos años en toda Latinoamérica."
Pero la política de información de ANCLA tampoco fue ajena a los
llamamientos a la participación publicados en forma de artículos o consignas en
la prensa oficial de Montoneros. En muchas ediciones de Evita Montonera se
resalta que "hay que ganar la batalla de la información y la propaganda", y se
caracteriza a la gran prensa diaria como un espacio de "periodistas venales y
corruptos (que) nos someten todos los días a un cúmulo de informaciones falsas.
Esas informaciones falsas o tergiversadas responden a los intereses de los
oligarcas y grandes capitalistas" (8).
A la manera de las octavillas
clandestinas presentes en los textos de Lenin o de los pasquines ilegales que
surgían con el descontento popular durante la época colonial de la América
Hispana, el trabajo de información y propaganda intentó abrir medios de
comunicación donde "el pueblo empieza a escribir sus propias noticias, y a
ordenar la información que llega a sus oídos". De lectura fácil y rápida, estas
"octavillas" alentaron "su reproducción por cualquier medio y de cualquier
forma".
Lo cierto es que Walsh participó durante algún tiempo de la
estructura de prensa de Montoneros (junto a su amigo el poeta y militante
Francisco Urondo). Más tarde, en Informaciones e Inteligencia, encaró proyectos
que incluían la comunicación y contó con espacios en las páginas de Evita
Montonera para plantear vías de acción. A esto se debe la semejanza en tanto
modelo comunicacional entre ANCLA, Cadena Informativa y algunos de los espacios
recreados desde la Secretaría de Propaganda, que incluyeron hojas zona les,
cintas grabadas e interferencias a los canales de TV y radio.
ANCLA, en
síntesis, venía a representar la necesidad de contar con un medio eficaz para la
circulación de información en un momento de tenaz bloqueo informativo. También,
la necesidad de un instrumento político de contrainteligencia: un espacio
disimulado que, a la vez de informar, dirigiera buena parte de sus esfuerzos a
actuar dentro del corazón mismo del poder. En otras palabras, se trató de una
estructura comunicacional que involucró tanto la representación como la acción,
tomando parte activa en la lucha de resistencia al régimen.
En la
construcción de una identidad diferenciada se dejan entrever, también, sus
objetivos: ya en el Plan de Operaciones (9) de 1810, escrito por el secretario
de la Primera Junta Mariano Moreno y con la colaboración del vocal Manuel
Belgrano, estaba presente el recurso a la comunicación como forma de lucha
psicológica contra el enemigo. El texto dice: es necesario montar una oficina de
"seis u ocho sujetos que escriban cartas anónimas, fingiendo o suplantando
nombres y firmas (...) y (aunque) protesten que son imposturas (... y) por
muchos alegatos que impongan, nunca podrá dejar el gobierno (...) de mirarlos
como sospechosos (... Así) podremos sacar mucho fruto, sembrando entre ellos
mismos la semilla de la discordia y la desconfianza" (10).
Por último,
queremos aclarar que este trabajo no pretende agotar el tema sino, por el
contrario, comenzar a abordarlo. La investigación, que en muchas de ocasiones
pareció un rompecabezas con piezas difíciles de encontrar, varió sus hipótesis a
medida que los testimonios de los actores de aquellos años aportaban mayor
información. Por ese motivo, en principio partimos de la base de una agencia
noticiosa que desde la clandestinidad denunciaba las violaciones a los derechos
humanos; mientras que a poco de comenzar nos encontramos con una verdadera
estructura política que estaba en relación con un llamamiento a la resistencia
para combatir a la dictadura, tanto en el terreno político como en el militar.
Este trabajo es un intento de reconstrucción de una parte de la historia que aún
no está saldada y que se proyecta sobre el presente en sus logros y fracasos. De
ahí que los testimonios estén irremediablemente mediados por la reflexión y los
posicionamientos políticos actuales de cada uno de los actores de aquella época,
tras 25 años de la derrota de la experiencia revolucionaria de los años '70 en
nuestro país. Por lo tanto, no es extraño que abunden contradicciones en el
recuerdo de un período tormentoso y que éstas se traduzcan, a la vez, en errores
de tiempo o forma que no supimos apreciar durante la investigación: ANCLA, en
tanto elaboración colectiva, ofrece entonces múltiples miradas. Esta no es más
que un intento de síntesis de algunas de ellas.
Notas
1
Estructura organizacional de Montoneros. Walsh era el responsable del ámbito que
llevó adelante ANCLA, entre otras tareas militantes relacionadas a información e
inteligencia.
2 Cfr. Fabbri, Paolo (1995).
3 El autor plantea que
un espía disimula su condición. El que lo descubre, a su vez, deberá aparentar
que no maneja ese dato. Pero si el espía toma conocimiento de esa realidad,
deberá manejarse dando datos falsos sin que el otro se de cuenta. Y así
sucesivamente en una escalada ascendente y móvil en la que el objeto inicial se
pierde, porque a partir de aquí, lo que va a importar son las apariencias.
4 Jorge Masetti llegó a Cuba para trabajar una nota periodística sobre la
guerrilla castrista. En el curso de su investigación entrevistó a Ernesto
Guevara y a Fidel Castro en Sierra Maestra. A poco de regresar a la Argentina
decidió que su rol de periodista no podía estar escindido de la lucha por la
liberación latinoamericana. Volvió a Cuba y prestó sus servicios en la dirección
de Prensa Latina. En ese entonces fue cuando surgió la idea, discutida con
Guevara, de instalar un foco guerrillero en Salta. AIIí, con el nombre de
Comandante Segundo, lideró el Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP). En 1964,
acorralado por las fuerzas represivas, Masetti desapareció en la espesura de la
selva.
5 Cfr. Lenin (1972).
6 Cfr. Rodolfo Walsh. En Baschetti
(1994).
7 Cfr. Daniel James (1990). El autor se refiere a la primera resistencia
peronista.
8 Cfr. Evita Montonera, año II, nro. 17, abril de 1977.
9 Belgrano fue elegido por la Junta para redactar, "en comisión secreta", un
plan de acción revolucionaria. Hacia el 15 de julio de 1810 presenta un
borrador, con aspectos básicamente económicos. EI 18 de julio, en votación
secreta, la Junta encomienda a Moreno la elaboración de un Plano de Operaciones
que el gobierno provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata debe
poner en práctica para consolidar la grande obra de nuestra libertad e
independencia. El informe se conoce por copias encontradas en el Archivo de las
Indias de Sevilla, y dado su impactante contenido inició una polémica acerca de
su autenticidad.
10 Mariano Moreno: Plan de Operaciones. En Augusto
Fernández Diaz: "El supuesto plan de Mariano Moreno", artículo publicado en el
Anuario del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional
del Litoral número 4: De la Colonia a la Emancipación, Rosario, 1960. El párrafo
citado refiere al plan de toma de Montevideo.
"Mi relación con la literatura se da en dos etapas: de
sobrevaloración y mitificación hasta 1967, cuando ya tengo publicados dos libros
de cuentos y empezada una novela; de desvalorización y paulatino rechazo a
partir de 1968, cuando la tarea política se vuelve una alternativa. La línea de
Operación Masacre era una excepción: no estaba concebida como literatura, ni fue
recibida como tal, sino como periodismo, testimonio. Volví a eso con Rosendo,
porque encajaba en mi nueva militancia política".
"La desvalorización de
la literatura tenía elementos sumamente positivos: no era posible seguir
escribiendo obras altamente refinadas que únicamente podía consumir la
intelligentzia burguesa, cuando el país empezaba a sacudirse por todas partes.
Todo lo que escribiera debía sumergirse en el nuevo proceso, y serie útil,
contribuir a su avance. Una vez más, el periodismo era aquí el arma
adecuada"..(11)
Como puede apreciarse en los párrafos citados, la
evolución del pensamiento político de Rodolfo Walsh determinó y acompañó su
relación pública con la literatura, que conservó como pasión y práctica hasta su
muerte. Y fue la investigación acerca de los fusilamientos de civiles en José
León Suárez, tras el levantamiento del general Valle en junio de 1956, la que
terminó de confirmar que "tampoco soy ya un partidario de la revolución que
-como tantos- creí libertadora".(12).
Unos años antes, Walsh había
participado -aunque no como miembro activo- de la Alianza Libertadora
Nacionalista. Él era un nacionalista convencido y había visto con malos ojos la
firma del gobierno peronista de las Actas de Chapultepec .(13), así como también
la política de movilización de los recursos petroleros vía contrato con la
empresa estadounidense California Argentina.(14). Por eso, en un primer momento,
recibió con cierta expectativa la nueva embestida militar, hasta que el evidente
carácter antinacional y antipopular de la "Libertadora" le puso un punto y
aparte al periodista "vagamente antiperonista" (15) que entendía la novela como
el punto cúlmine de las letras. En el prólogo a Los que luchan y los que lloran,
Walsh escribió de Jorge Ricardo Masetti palabras que valen para él: "en ese
ilusionismo de periodista ingenioso había como un oscuro rito, una
transformación auténtica".
Así, mientras matizaba la idea de la novela
como cumbre del arte, comenzó a acercarse definitivamente a la política, y
dentro de ella al peronismo. Para operar semejante cambio, primero debió vivir
los logros de la Revolución Cubana -que fueron para él una escuela-, trabajando
junto a Masetti en la construcción de la agencia de noticias Prensa Latina:
destinada a contrarrestar los efectos de la propaganda transnacionalizada
contraria a la isla y a presentar una visión de la realidad desde el punto de
vista de los países latinoamericanos, la agencia no escapó a la discusión
generalizada sobre la teoría de la dependencia y su correlato en la
concentración mediática.
Fue allí, posiblemente, donde su interés por
descifrar mensajes en clave se transformó en un mutuo aprendizaje junto a los
militantes cubanos. O, más bien, en una sistematización de la experiencia que
sirvió de orientación para una futura política de Inteligencia. De hecho, en los
días de Prensa Latina Walsh pudo poner los mecanismos de "espionaje" en
práctica, de forma tal que la decodificación anticipada de ciertos mensajes
permitieron descubrir la tentativa norteamericana -instrumentada por la ClA- de
invadir la isla a través de Bahía Cochinos. Él recordará, tiempo después, que
"vivíamos al pie del teletipo": muchas veces, las "escuchas" de comunicaciones
permitieron a Prensa Latina suplir el vacío informativo provocado por el bloqueo
a Cuba.
De vuelta en Buenos Aires y después de publicar Los oficios
terrestres y Un kilo de oro, en 1968 Walsh conoce -vía entrevista personal con
Perón en el exilio- al dirigente gráfico Raimundo Ongaro, de la CGT de los
Argentinos. Desde una concepción de la prensa popular basada en un profundo
respeto hacia los destinatarios de la información y hacia los protagonistas que
generaban hechos políticos, históricos o sindicales, se da entonces a la tarea
de armar el Semanario CGT, clausurado tras los sucesos del Cordobazo y obligado
a la clandestinidad.
El semanario no sólo tuvo en cuenta artículos de
carácter gremial y reivindicativo, sino que se abrió a la discusión política
desde su oposición al régimen militar, amparado en el Mensaje del 1ro. de Mayo.
Este contenía las bases programáticas de la CGT alternativa y oficiaba como
encuadre político de cada una de las notas publicadas en el periódico. Tal como
señala Mariano Mestman, "esta definición remite a la presencia de la concepción
leninista sobre la prensa (...), que se expresa (...) en su carácter polémico,
en la difusión de línea y en la publicidad de los debates de las reuniones, en
la importancia adjudicada a su distribución y en el lugar asignado a las
corresponsalías" (16).
Justamente, fue la consigna de "un corresponsal en cada fábrica" la que
intentó comprometer la participación obrera en la elaboración, distribución y
venta del periódico, realzando su rol de organizador colectivo y estimulando la
participación directa de los trabajadores en su propio semanario. En Walsh, la
gestación del Semanario CGT terminó de definir su convicción y su militancia
política. Antes, Operación Masacre había actuado como una bisagra entre dos
formas de procesar la realidad. Ahora se decidía a aportar orgánica mente en el
Peronismo de Base (PB). Luego, en 1973, comenzó a participar activamente en
Montoneros, donde no desarrollaba tareas de prensa sino de inteligencia: con el
grado de oficial 2do. y el alias de "Esteban", su responsabilidad era la
producción y análisis de información para uso interno de la organización.
En 1974, sin embargo, compartió su actividad en la estructura de
Informaciones e Inteligencia con actividades en el área de prensa. Fue cuando
participó del diario Noticias, concebido como empresa periodística. Si bien
pertenecía a Montoneros, Noticias era un diario que procesaba la información
desde el punto de vista periodístico, y que -sin decirse partidario- aprovechaba
los resquicios de la legalidad burguesa para llegar con su discurso a las más
amplias masas populares (17).
Luego, hacia 1975 y en virtud de su
análisis crítico de la situación política que vivía el país y de la respuesta a
esa situación por parte de Montoneros, volvió a encarar propuestas que desde el
trabajo de inteligencia incluían la prensa, específica mente la Agencia de
Noticias Clandestina (donde su alias era "Basualdo") y Cadena Informativa,
además de sus recordadas cartas. Lo cierto es que Walsh, frente a cada
coyuntura, se planteó métodos de lucha en el terreno comunicacional adecuados a
la realidad que vivía el país: su participación en Prensa Latina y en el
Semanario CGT le habían permitido conocer, en concreto, las posibilidades de la
prensa como factor de organización y combate. Es esa concepción la que marcó el
camino de ANCLA: rigor respecto de la información, fomento de la participación
popular, instrumento de contra información, comunicación en acción.
El
golpe de Estado y la polémica con Montoneros
El funcionamiento y los objetivos de la Agencia de Noticias Clandestina se
dieron en función y respuesta al golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Es
decir, ANCLA nació en el marco de una situación represiva donde la censura y la
autocensura de los medios estaba a la orden del día: justamente, entre algunos
de los máximos objetivos de la Junta de comandantes de las tres armas que tomó
por asalto el poder, figuraba el amordazamiento de la prensa.
De acuerdo
a la Doctrina de Seguridad Nacional, eje rector del autodenominado Proceso de
Reorganización Nacional, se establecieron consejos de guerra militares para
encausar a toda persona "enemiga de la Patria", se controló directamente a los
medios de comunicación y se impuso la censura, se eliminaron los partidos
políticos, los sindicatos, se anularon los derechos civiles y sociales y los
derechos humanos. Además, se reorganizó la educación para ponerla al servicio de
"objetivos nacionales".
Los militares argentinos se basaron en la
hipótesis de guerra interna para legitimar una contra insurgencia clandestina
que enfrentara a "Ia subversión" y al "caos marxista clandestino". Cabe destacar
que la doctrina es discípula fiel de las experiencias del ejército francés en
Argelia e Indochina, y que los manuales más populares de contraguerrilla del
ejército argentino son los del Coronel Roger Trinquier y sus adeptos (18). La
doctrina, en síntesis, es la versión americanizada de la teoría de Trinquier,
que se adelanta e inspira a las teorías contra insurgentes norteamericanas de
los años 60 y 70.
Antes del golpe de Estado, ya se había prohibido la
publicación de Militancia, El Mundo, Noticias, El Descamisado, El Peronista, La
Calle, El Nuevo Hombre y Satiricón, entre otros, acusados de formar parte del
"terrorismo periodístico" (19). Luego la censura de la prensa se acentuó
enormemente: el mismo 24 de marzo el bando 19 de la Junta Militar anunció que
"será reprimido con la pena de reclusión por tiempo indeterminado el que por
cualquier medio divulgare, difundiere o propagase comunicados o imágenes
provenientes o atribuidas a asociaciones ilícitas"; y que "será reprimido con
reclusión de hasta diez años, el que por cualquier medio divulgase, difundiere o
propagase noticias (...) con el propósito de perturbar, perjudicar o
desprestigiar las actividades de las Fuerzas Armadas, de seguridad o
policiales".
Conforme esto, la Junta Militar estableció como lo más sano
"a los fines de la Patria" una suerte de estrategia de incomunicación y
desinformación. Esta estrategia superaba la negativa a informar sobre la
desaparición de personas (a menos que fueran suministradas oficialmente), ya que
alcanzaba a censurar cualquier crítica al modelo económico, político y social y
hasta cualquier información o libro considerado peligroso.
Justamente,
para Rodolfo Walsh la dictadura provocaba un "terror basado en la
incomunicación", y a esta idea dio respuesta estructurando una forma de
comunicación clandestina. Gracias a su trabajo, Walsh pudo proveer a los medios
nacionales y extranjeros de informaciones fidedignas, e incluso pudo difundir
datos aportados por periodistas que no podían publicarlos en su medio. Según
Horacio Verbitsky, la regularidad de los despachos sirvió para medir, más tarde,
el nivel de miedo, colaboración o supuesta ignorancia de la gran prensa diaria
de aquella época (20). Si bien los cables -salvo honrosas excepciones- no
pudieron publicarse de forma tradicional debido a la censura imperante, se
retransmitían de boca en boca por el mundo y por el país (21), aunque en este
caso no de una forma generalizada sino -por el contrario- muy solapada, casi
como un rumor (22).
El llamado Proceso de Reorganización Nacional contó
entre sus víctimas a 99 periodistas, entre ellos el propio Walsh (84 están
desaparecidos, 15 fueron asesinados). Según el análisis de la Comisión Nacional
sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), la cifra es muy alta en relación
con los profesionales que integraban el sector, lo que desnuda el intento de
silenciar a la prensa para evitar todo tipo de cuestionamientos al régimen.
Al igual que el Programa del 1ro. de Mayo funcionó como matriz orientadora del
Semanario CGT (23), en el caso de ANCLA esa matriz fueron los documentos
internos de Montoneros elaborados por Walsh para su debate y discusión,
documentos que daban cuenta de la necesidad de generar medios de comunicación
para enfrentar el silencio y para "parar el golpe" con respuestas políticas
(24). Pese a su notoria claridad, la calidad de las propuestas y el análisis
certero respecto de la etapa que se abría con el golpe de estado de 1976, la
conducción de la organización sólo los tuvo en cuenta parcialmente.
En
ese marco, escribe Walsh el 23 de noviembre de 1976: "Respecto a las críticas
que (...) formulamos, buena parte de ellas coinciden parcialmente con las
rectificaciones del Consejo (Nacional), y en ese sentido entendemos que el
documento es un avance significativo para el conjunto. Sin embargo pensamos que
las rectificaciones son sólo parciales, porque no corresponden a una autocrítica
profunda sobre los errores que nos condujeron a la actual situación, sino que
tienden a corregirlos de facto ante la evidencia del mal resultado obtenido"
(25).
En esa época, eran varios los sectores de Montoneros que
polemizaban con la conducción. Entre las polémicas más notorias están la que
encabezaba Walsh, por un lado, y la de la Columna Norte del Gran Buenos Aires,
por el otro. Ambas discusiones, desde diferentes propuestas y perspectivas,
giraban en torno del funcionamiento organizativo y del rol de la identidad
peronista tras el golpe. En el caso de Walsh, la crítica se dirigía
principalmente hacia la línea triunfalista y militarista de Montoneros, y como
contrapartida planteaba un necesario repliegue hacia el peronismo, en vez de
dilapidar "esfuerzos en crear un inexistente Movimiento Montonero".
Antes
del golpe de Estado, la organización había disputado la conducción del
movimiento peronista, que después de 1976 dio por agotado: "forzadas a
replegarse ante la irrupción militar, (las masas) se están replegando hacia el
peronismo que nosotros dimos por agotado (...) Suponer que las masas se
replieguen al montonerismo es negar la esencia misma del repliegue, que consiste
en desplazarse de posiciones más expuestas hacia posiciones menos expuestas"
(26).
De ahí su postura -relacionada al repliegue popular hacia el
peronismo- y la propuesta aglutinante de resistencia al régimen, "que Montoneros
tiene méritos históricos para encabezar". En términos de Mao Tse-Tung, Walsh
caracterizó la etapa como de retirada desde el punto de vista estratégico y como
de resistencia desde el punto de vista táctico. Esta definición suponía un
cambio en la estructura organizativa para adecuarla a las nuevas necesidades, de
modo que la descentralización se constituyó en una de las claves de su planteo.
"Un centenar de oficiales, dispersos en el territorio, sin otro lazo orgánico
que la unidad doctrinaria, es suficiente para sostener la resistencia si se
cuenta con recursos adecuados en dinero, documentación, propaganda y
explosivos". De esta manera, un masivo "cuestionamiento al orden social, incluso
por la violencia", permitiría acelerar "el enfrentamiento político". Al
"sustraerse como blanco" del accionar enemigo y "reclamar por la paz", podría
demostrarse que "la responsabilidad de la guerra recae en el enemigo. En este
punto aparece la posibilidad y legitimación de la resistencia, forma de guerra
diluida que, sin fijarse plazos, puede arraigar en el pueblo si le propone
formas de acción que estén a su alcance" (27).
Para lograr este objetivo,
Walsh propuso el reparto del dinero con anticipación y por tiempos prolongados,
la descentralización de la prensa y la fabricación de explosivos caseros y
bombas incendiarias en vez de la fabricación de armas de guerra. En su
propuesta, funciona como experiencia de aprendizaje la etapa de la primera
resistencia peronista: una línea militar ligada al interés inmediato de las
masas, el abandono de los atentados individuales y el privilegio de los
atentados al aparato productivo; en lo político, el levantamiento de la bandera
de los derechos humanos y una incesante propaganda ofensiva realizada por medios
artesanales.
"La aparición de contradicciones entre ellos (la Junta) gira
sobre políticas a seguir después de la derrota de la guerrilla, que sigue siendo
el factor unificador" (28). Por lo tanto, todas las acciones -militares y
políticas- debían apuntar a acelerar esas contradicciones hasta romper su
unicidad.
En esa línea de pensamiento y acción, Walsh creó ANCLA, una
herramienta política ofensiva destinada a horadar en el corazón mismo del poder.
Notas
11 Rodolfo Walsh, papeles personales. En Link (1996).
12 Rodolfo
Walsh, introducción a la primer edición de "Operación Masacre". En Baschetti,
Roberto (1994).
13 Las Actas de Chapultepec fueron firmadas por 20 países
americanos en 1945, bajo la supervisión de los Estados Unidos. Su objetivo era
establecer un sistema de defensa hemisférica contra la "amenaza del comunismo",
llamado Tratado Iteramericano de Asistencia Recíproca (TIAR). La Argentina en
ese momento se opuso; pero más tarde el gobierno peronista accedió a sumarse a
la convocatoria.
14 California Argentina era el nombre local de la empresa petrolera
estadounidense Standard Oil. A fines del segundo gobierno peronista, la
Argentina se encontraba en una situacíón de carencia de recursos necesarios para
movilizar las reservas petrolíferas. Por ese motivo, Perón firmó un preacuerdo
con la compañía para que ésta extrajera el petróleo para venderlo a YPF, la
petrolera estatal. Como por el artículo 40 consagrado en la Constitución
Nacional de 1949 se establecía que todos los recursos naturales del país eran
propiedad inalienable de la Nación, la California no podía comercializar el
petróleo: el acuerdo entonces era venderlo a YPF cobrándose los costos más una
ganancia del1 por ciento sobre el capital invertido. La oposición dentro del
mismo peronismo, sumada a la oposición de los demás partidos políticos trabó el
proyecto, que no prosperó.
15 Fossati, Ernesto. En Baschetti, Roberto
(1994).
16 Cfr. Mestman, Mariano. En Causas y Azares nro. 6 (primavera de 1997).
17 Rodolfo Walsh también pudo conocer el funcionamiento de la agencia Wafa,
cuando el diario Noticias lo envió al Líbano para trabajar en una serie de notas
sobre los palestinos.
18 Cfr. Armand Mattelart (1978).
19 Cfr.
Gillespie, Richard (1987). Págs. 190 y 235.
20 Cfr. Verbitsky, Horacio (1985).
21 Cfr. María del Carmen Rubano
(1994).
22 Entrevista realizada por la autora a Lucila Pagliai, quien desarrolló su
militancia en el área de informaciones de Montoneros y participó junto a Walsh y
otros integrantes del ámbito en la gestación de ANCLA. Lucila, graduada en
Filosofía y Letras y la única del grupo original que no era periodista, logró
salir del país en 1977 y se radicó en París. (Marzo de 1998).
23 Cfr.
Mariano Mestman. Op.cit.
24 Con respecto a las críticas a la Conducción, es el propio Walsh el
encargado de resaltar que "situarlas por escrito no debe entenderse como una
forma de cuestionamiento sino de diálogo interno". En Baschetti (1994), pág.
239.
25 Cfr. Walsh, Rodolfo, Documentos internos. En Baschetti (1994), pág. 209.
Según Roberto Perdía (1997), la circular del 12 de febrero de 1977 intentó
"encontrar mecanismos superadores al debate que estábamos desarrollando". En
entrevista personal con la autora (marzo de 1999), Perdía -en ese entonces
secretario político de Montoneros- sostuvo que "cuando Walsh hizo su planteo ya
era tarde, y cuando nosotros lo hicimos fue mucho más tarde todavía. Habíamos
ido muy lejos, tuvimos una cierta desvinculación con el movimiento popular desde
1974 en adelante. Entonces, cuando quisimos pegar el golpe de timón, ya era
tarde".
Dijimos en el capítulo anterior que la Agencia de
Noticias Clandestina nació como necesidad frente a una situación de opresión y
autoritarismo. Política del área de Inteligencia de Montoneros, la agencia de
contrainformación buscó "parar la ofensiva militar con respuestas políticas"
(29). Esto significaba que todo el trabajo estaba destinado a generar grietas
que minaran el muro del poder, al tiempo que se desarrollara, lentamente, la
resistencia popular al régimen.
ANCLA empezó a funcionar en junio de 1976. Tan solo un mes después, los
documentos confidenciales cursados por la embajada de Estados Unidos en nuestro
país hacia el Departamento de Estado norteamericano dieron cuenta de la feroz
interna entre los militares que se habían adueñado del gobierno argentino: la
división entre "duros" y "moderados", la posibilidad de abrir cierto diálogo con
los partidos políticos, el plan económico diseñado por José Alfredo Martínez de
HOZ (30), las maniobras de cada arma para imponer a sus hombres en los lugares
de poder. Un breve repaso a estas tensiones entre el Ejército, la Marina y la
Aeronáutica es fundamental a la hora de comprender el trabajo de la agencia,
puesto que en su agudización iba la tarea central de la política de
contrainteligencia.
Marco político
Una lectura rápida pero atenta
a los cables de ANCLA, escritos hace unos 25 años, revela la oscura trama que se
desenvolvía tras la aparente unidad de concepción del bloque en el poder. Las
luchas intestinas entre las tres armas, que fueron una constante del
autodenominado "Proceso de Reorganización Nacional", siempre tuvieron un lugar
de análisis acertado en aquellos cables que llegaban por correo a las
redacciones, a los militares, a los miembros de la Iglesia, a los empresarios.
Según documentos de la embajada estadounidense en la Argentina desclasificados
recientemente (31), algunos de los sectores que antes habían apoyado el golpe
comenzaron a alejarse tímidamente debido a la evidente política de exterminio
sistematizado sobre cualquier opositor a la Junta Militar, por un lado, y debido
a los estragos causados por la política económica de Martínez de Hoz, por el
otro. Esto posiblemente favoreció el acopio de información por parte de ANCLA,
ya que entre sus fuentes se encontraban "informantes calificados". La agencia
retrata, en diferentes cables, los efectos de esa represión sobre todos los
ámbitos de la sociedad argentina: la violencia del Estado terrorista, el
abandono de la producción científica de nuestro país, las diferencias entre los
miembros de la Iglesia, la crisis del aparato productivo.
En el cable del
30 de agosto de 1976, titulado "Campaña de censura y represión contra el
periodismo", la agencia da cuenta de la situación represiva a través de un
comunicado de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA); "Un
agudo malestar ha causado en medios allegados a la Secretaría de Información
Pública, que preside el capitán de navío Carlos Carpintero, la declaración
emitida por ADEPA (...) La nota (...) cuenta como objetivo primordial el reclamo
de poder informar más libremente y la condena abierta a los actos de violencia
que sufren los hombres de prensa en la actualidad".
Asimismo, en otro
cable (3 de enero de 1977, "La 'liberación' de los presos políticos en
Argentina") ANCLA utiliza el discurso referido directo para dar cuenta del
engaño de los "liberados", donde las comillas vienen a negar lo que la palabra
ajena, la de los militares, afirma. Su propia opinión, que abre y cierra algunos
de los cables, está puesta además en función reveladora: descubren la
inexistencia de los enfrentamientos, de los liberados, de la opción de abandonar
el país e, incluso, de la ambigüedad de la afirmación de que muchos detenidos
por el poder ejecutivo habrían sido liberados, cuando habrían pasado a ser
encausados por la justicia (es decir que seguirían detenidos), denunciando -a su
vez- la función propagandística de tales anuncios.
Los efectos de la
represión sobre la sociedad pueden verse también en el parte del 18 de
septiembre de 1976, "La ola de violencia sobre los profesionales": "Los
intelectuales argentinos acorralados por la violencia indiscriminada, buscan
refugio en lugares del mundo más propicios para realizar sus actividades,
produciéndose una verdadera 'fuga de cerebros'. Los científicos, técnicos e
intelectuales que por distintos motivos no se alejan del país, permanecen en un
estado de parálisis que redunda en un deterioro de la producción intelectual y
de la investigación científica argentina".
Y con respecto a la Iglesia,
el cable de ANCLA del 30 de agosto de 1976 ("Habría sido asesinado monseñor
Angelelli") sostiene que "este conjunto de hechos ha creado una situación de
creciente tensión entre la Iglesia Católica y el gobierno militar argentino,
mitigada por las gestiones de algunos miembros de la alta jerarquía eclesiástica
en un esfuerzo por detener la propuesta masiva del conjunto de los integrantes
de esta institución religiosa".
En este marco, las luchas intestinas por
el poder se proyectaban y complicaban cada vez más el sistema de gobierno
diseñado por los militares golpistas. "Tres factores (…) acentúan las
'diferencias normales de opinión' (entre las Fuerzas Armadas) -dice al respecto
un informe secreto de la embajada norteamericana en julio de 1976-: a) El
difícil sistema de manejo de la Junta. La Junta, no el presidente, es la
autoridad suprema del país. El gabinete y las áreas de responsabilidad están
divididos entre las tres fuerzas. Esto traslada rivalidades al gobierno y
fomenta el que los ministros e interventores tiendan a reportarse y a responder
más al jefe de su arma que al presidente. b) La incapacidad de (Jorge Rafael)
Vide la para afirmarse (...) c) Las ambiciones del almirante (Emilio Eduardo)
Massera (... ya que) no quedan dudas de que apunta a la presidencia. (…) Videla
es consciente de las maniobras de Massera, desconfía de él y probablemente le
gustaría librarse de Massera antes de que este último intente liberarse de él
(...) Videla y Viola supuestamente también se consideran adversarios" (32).
El traslado de "rivalidades al gobierno" se hace presente en muchos de los
cables de ANCLA: "La Marina argentina propuso como presidente de la república al
general Luciano Benjamín Menéndez, reservando al actual titular del Poder
Ejecutivo general Videla, el cargo de comandante en Jefe del Ejército. La
posición de la Marina incluye un abanico de posibilidades que cubre desde la
candidatura presidencial (...) hasta el nombramiento de otro alto jefe militar
en un eventual cargo de 'primer ministro'. Pero en todos los casos supone el
desdoblamiento de la función ejercida por Videla", explica el cable del 20 de
diciembre de 1976, "La crisis en la cúpula militar". El mismo cable luego
continúa que "las propuestas manejadas por el sector orientado por el general
Viola privilegian la titularidad del Poder Ejecutivo para el general Videla
(...) y ubican al general Viola en la Comandancia en Jefe del arma. Tanto la
Marina, la Aeronáutica, como el sector del Ejército orientado por el general
Menéndez cuestionaron al general Viola (...) por su relación con políticos y
sindicalistas. Los enfrentamientos en la cúpula militar (…) se agudizaron a
partir de que el general Viola lograra mejorar su relación de fuerzas con los
cambios producidos en el arma por la Junta de Calificaciones. En dicha
oportunidad, si bien la llamada 'línea Viola' perdió la Brigada I de Caballería
y debió pactar en algunos casos con el ala liderada por Menéndez, pudo pasar a
disponibilidad a cuatro opositores (Paladino, Vilas, Buasso y Mujica), promover
a altas funciones a generales afines (Vaquero y Olivera Rovere) y mantener sus
posiciones en el gobierno (...). La contraofensiva emprendida por la Marina,
Aeronáutica y el sector aliado del Ejército, se ha centrado en dos ejes: la
relación Junta-Poder Ejecutivo, y la cuestión sindical, a través de la Ley de
Asociaciones Profesionales".
Las consecuencias de ese pase a
disponibilidad de "cuatro opositores" se evidencian cuatro meses después, en el
cable del 14 de abril de 1977 ("Campaña por tres generales retirados"). Allí, la
agencia sostiene que "volantes reclamando por el retiro forzado de los generales
Acdel Vilas, Juan Antonio Buasso y Rodolfo Clodomiro Mujica fueron arrojados en
el centro de Buenos Aires, como un síntoma más de las divisiones que agitan a la
cúpula militar argentina (...) Los tres formaban parte del ala ultraderechista
del Ejército, enfrentada con (...) Viola y apoyada por (...) Massera".
Estas luchas internas se vieron representadas también en el allanamiento de la
vivienda del general de brigada Arturo Amador Corbetta (del ala "Iegalista")
poco más de un mes después de la detonación de una bomba en la Superintendencia
de Seguridad Federal, reivindicada por Montoneros. Corbetta, luego de "una
verdadera rebelión de la plana mayor policial-en reclamo de sangrientas
represalias-" (33), relevó a los superintendentes de dos unidades operativas de
la Policía Federal y presentó su propia renuncia como jefe policial.
"Las
diferencias entre Corbetta y (el ministro del Interior, Albano) Harguindeguy
datan de tiempo atrás, habiéndose evidenciado al decidir el ministro (...) que
los jefes policiales relevados (…) en la crisis de julio se desempeñaran como
asesores de su ministerio". El cable puntualiza que "el general Corbetta se
ubica entre los más firmes sostenedores de la posición 'legalista' en cuanto a
la represión antisubersiva (…) Su oposición (...) se manifestó especialmente a
raíz del asesinato del general boliviano y ex presidente de ese país Juan José
Torres y de la 'ejecución' de los cinco religiosos de la orden de los palotinos,
en los primeros días de julio".
Asimismo, en la crónica y el análisis de los hechos del cable del 19 de
diciembre de 1976, "Malestar en la Policía provincial", ANCLA desarrolla su
argumentación poniendo de relieve la oposición interna entre policías y
militares. Así, la agencia aparece como conocedora de sucesos "secretos": las
divisiones internas de las Fuerzas Armadas y de seguridad, y las previsiones que
éstas proyectan para un futuro inmediato ("comisarios generales y jefes
regionales (…) estarían dispuestos a realizar un planteo (…) al comandante del
Primer Cuerpo del Ejército"). El cable parte de la detonación de un artefacto
explosivo durante una reunión de la plana mayor de la Policía de la Provincia de
Buenos Aires (PPBA), "reivindicada para sí por la organización peronista
Montoneros".
Otro de los múltiples y violentos reflejos de las
diferencias internas entre las tres armas tuvo lugar con el secuestro, en Buenos
Aires y por parte de un grupo de tareas de la Marina, del embajador argentino en
Venezuela nombrado por Vide la, Héctor Hidalgo Solá (julio de 1977). Esa era una
de las nada sutiles trabas de la dictadura para nombrar civiles en cargos de
gobierno. Pero la imagen norteamericana de Videla como militar de un ala
supuestamente "democrática" ("Soldado profesional decente, honesto y sincero,
obviamente aborrece las confrontaciones políticas y las luchas internas", dice
uno de los documentos desclasificados) se desvaneció rápidamente, cuando fue el
mismo Videla el que cerró toda posibilidad de apertura hacia los partidos
políticos tradicionales. A esa supuesta apertura no solo se enfrentaba la
Marina: también Martínez de Hoz, enfrentado a Massera -y ahora a Videla-, la
descartaba. Es que necesitaba "más tiempo para que sus medidas de austeridad
reviertan la economía" (34).
El plan económico de Martínez de Hoz, apoyado y alentado por Estados Unidos,
no podía "aplicarse sin un considerable sacrificio de una parte de la clase
trabajadora", explicaba entonces el secretario de Estado norteamericano, Henry
Kissinger, en un documento confidencial. Este "considerable sacrificio", al
decir del funcionario, se tradujo entre 1976 y 1978 en un descenso de los
salarios reales industriales básicos de entre el 57,7 Y el 28,3 por ciento, de
acuerdo a la rama de la producción. Al mismo tiempo, la deuda externa "creció un
50 por ciento, pasando de 5.189 millones de dólares en el 76 a 8.357 millones en
el 78. Las inversiones extranjeras, en cambio, treparon de 4.115 millones de
dólares (...) a 147.070 millones" (35). Esas inversiones, en 1981, se
transformarían en la sideral deuda externa argentina.
En otras palabras,
en el diseño norteamericano de nuestra economía, el "sacrificio" era parte de un
programa que, en líneas generales, incitaba "a la Argentina a que aceptara su
'papel productor de alimentos' y dejara controlar su potencial nuclear, además
de impulsar las políticas de apertura y endeudamiento externo, que derivarían en
un proceso de desindustrialización" (36). Esos 147.070 millones de dólares en
inversiones extranjeras no se traducían en inversiones productivas, sino -por el
contrario- en el endeudamiento a través de préstamos a las empresas estatales y
privadas. Es decir que esa "inversión extranjera" se daba gracias a los
préstamos que Estados Unidos otorgaba a las empresas vinculadas al poder militar
o a las empresas estatales obligadas a endeudarse. Luego el total de la deuda
sería absorbida por el Estado.
Un año después del golpe, ANCLA revela que
"el único éxito que el ministro José Alfredo Martínez de Hoz pudo exhibir ante
sus ceñudos interrogadores castrenses fue un superávit de 1.100 millones de
dólares en el balance de pagos, lo cual no es extraño si se considera que se
produjo un ingreso de 1.300 millones de dólares por créditos obtenidos del Fondo
Monetario Internacional y de bancos de Estados Unidos, Japón y Europa para
refinanciar la agobiante deuda externa argentina de 12.000 millones de dólares.
El producto bruto descendió un 2,9 por ciento y el consumo casi un 8 por ciento,
creando situaciones críticas a importantes sectores industriales como la
producción automotriz (...) Esta grave recesión hizo trepar al 10 por ciento el
índice de desocupación, pese al plan del ministro (...) de evitar un desempleo
masivo por la vía de una caída generalizada del poder adquisitivo del salario.
Temeroso de los estallidos sociales, el gobierno militar anunció a los
empresarios que podrían mantener sus ganancias congelando los salarios. Pero (…
restringiendo) al mínimo los despidos de personal" (37).
A esta situación
también se refiere uno de los documentos de la embajada norteamericana: "Los
trabajadores no son el único problema de Martínez de Hoz. También tiene sus
críticos dentro de los militares", en referencia a las ambiciones de Massera y
su aliado Guillermo Suárez Mason.
Todas estas "diferencias" tuvieron otro
capítulo en la discusión sobre la elección del llamado "cuarto hombre",
impulsada por el Ejército a finales de 1977 y en cierta forma adelantado por
ANCLA casi un año antes ("La contraofensiva emprendida por la Marina,
Aeronáutica y el sector aliado del Ejército, se ha centrado en (...) la relación
Junta-Poder Ejecutivo"). Ese "cuarto hombre" sería Videla, que ya retirado como
comando en Jefe asumiría como presidente "civil" con autoridad superior a la
Junta, la que sólo en casos de emergencia ejercería el poder de veto. La Armada
y la Fuerza Aérea, en cambio, proponían un "cuarto hombre" sometido a la Junta
como órgano supremo.
Videla asumió como presidente en 1978, cargo que hasta ese momento había
ejercido, pero en calidad de miembro de la Junta. Massera seguió en la Junta
como jefe de la Armada. En la jefatura del Ejército Roberto Viola reemplazó a
Videla, pero en una tormentosa y dividida votación del alto mando de la fuerza:
Viola no contaba con el apoyo unánime de los comandantes de cuerpo, "donde está
el verdadero poder del Ejército", tal como consta en los documentos secretos.
Las maniobras aquí mencionadas brevemente conforman parte del marco político
en el que se desarrolló ANCLA, entre 1976 y 1978 (38). En cada uno de los partes
pueden verse en juego la identificación propia, los objetivos político ofensivos
de la agencia, el tratamiento de las fuentes y la construcción de un
destinatario múltiple para consumar sus tareas de contra inteligencia y contra
información. La agencia, que se presentaba en forma difusa, cuidó todo el tiempo
su redacción a fin de que no aparecieran marcas explícitas de identidad;
mientras que las contradicciones militares aparecían siempre puestas en relación
con alianzas y hechos.
Informaciones e inteligencia: el origen de la
agencia
En el organigrama montonero, el Departamento de Informaciones e Inteligencia
dependía de la estructura militar de la organización (39). Su función era la de
realizar evaluaciones acerca de la situación del "enemigo" (40), de la situación
militar, de los posicionamientos de los partidos políticos y de la Iglesia y de
la situación del campo popular. Su objetivo, servir a la toma de decisiones
políticas y a las actividades internas de Montoneros, entre cuyas tareas estaba
la de armar un "ejército popular" (Ejército Montonero).
Para cumplir con
su trabajo, el departamento contó con un importante bagaje de información. Por
un lado, manejaba el archivo periodístico del diario Noticias (que Walsh integró
en 1974), y recopilaba y analizaba los informes publicados por la prensa legal;
por el otro, cada sector de la organización hacía llegar información referente a
fuerzas de seguridad, operativos, patronos, etc., a esa estructura, formando una
red interna a través de los canales orgánicos.
La información, que se
archivaba y se procesaba, se complementaba con los datos arrojados por
interceptaciones a la red de transmisión policial y de las Fuerzas Armadas. Esta
actividad se denominaba "escucha", puesto que requería escuchar cotidianamente
las transmisiones y desentrañar sus códigos para captar algún operativo o
secuestro.
Las fuentes de la información, por lo tanto, podían ser
internas (estructura orgánica), públicas (diarios y revistas) y clandestinas
(interceptaciones y contactos "calificados"), además de los colaboradores "por
afuera" de la organización: un trabajador, un vecino que había visto un
operativo, un estudiante, un familiar, un conscripto, etc. Esta última modalidad
fue básica en el caso de ANCLA, sobre todo a medida que la represión iba
deteriorando cada vez más las estructuras orgánicas.
Rodolfo Walsh, a
cargo de una de las áreas del departamento (41), le daba una importancia
fundamental a la información política que se desprendía de diarios y revistas de
circulación legal. Solía prestar especial atención a los discursos de los
generales para descubrir las diferencias entre cada uno de los sectores de las
Fuerzas Armadas, a quienes respondían en el plano económico, sobre qué sector de
la Iglesia se apoyaban.
"Una de las tareas centrales de Informaciones, y
después también de ANCLA -explica Lila Pastoriza, quien participó en
Inteligencia- era recopilar los recortes de los diarios todos los días: se
publicaba mucha más información de la que se cree, y complementada con los datos
obtenidos por las demás vías se empezaba a armar el rompecabezas" (42).
Es decir, más que grandes contactos en las altas esferas del Partido Militar, la
información que llegaba a informaciones e inteligencia emanaba "desde los
conscriptos hasta el tipo que era policía desde mucho antes, que era peronista y
pertenecía o colaboraba con Montoneros. No era información 'central', porque un
colimba (43) no tiene información central, pero -por ejemplo- todas las
informaciones acerca del funcionamiento de la ESMA se recopilaron gracias a
colimbas que cumplían el servicio militar en ese lugar. Si bien existían algunos
contactos a más alto nivel, no eran tan fundamentales" (44).
La calidad
del servicio de informaciones montonero pudo, en un sentido amplio, notarse en
más de una oportunidad. "Aramburu, Villar, los Born, la fábrica de armas Halcón,
el Hércules y muchos otros fueron posibles porque compañeros como usted nos
pasaron la información necesaria", sostiene un artículo de la revista Evita
Montonera (45). De ahí se desprende su importancia dentro de la estructura
militar de la organización, en tanto servicio de inteligencia.
La revista
continúa: "Todos manejamos alguna información sobre el enemigo: el cana que vive
en el barrio, la pinza que vimos, el plano de la comisaría o el cuartel donde
hicimos la colimba, el matón del sindicato, la casa de un traidor del
movimiento, el dueño de la fábrica donde trabajamos. Esa información, tal vez,
en sí misma no sea muy importante o tal vez no sirva para una acción militar
espectacular, pero para nosotros por más pequeño que sea cualquier dato es útil,
porque lo unimos a otros datos y así vamos armando nuestra red de información"
(46).
Cuando comenzó la acción represiva de la Triple A (47), el
departamento de informaciones cumplió una tarea esencial: envió fotografías de
los sospechosos de participar en ese organismo paramilitar a cada una de las
áreas de la organización, con el objeto de identificarlos. Según Richard
Gillespie, la apelación a la policía de la Provincia de Buenos Aires realizada
en 1975 por los Montoneros, además de otras peticiones, sirvieron para cosechar
aún más datos acerca de las tres AAA, los que más tarde se utilizarían para
estimular la denuncia del accionar de ese organismo por parte de políticos y
personalidades (48).
Los militantes que participaban del departamento
cumplían diversas actividades relacionadas a contrainteligencia. Hacia 1976,
Walsh se encontró con la necesidad de dar salida a todo ese bagaje informativo
que se venía construyendo desde 1973. Reunido con Lila Pastoriza, Lucila
Pagliai, Eduardo Suárez (desaparecido en agosto de 1976) y Carlos Aznárez,
discutió acerca de la posibilidad de crear una agencia de noticias. Luego, hizo
el planteo formal en la estructura superior de la que dependía el organismo,
posiblemente la dirección de Inteligencia (supuestamente a cargo de Horacio
Campiglia, alias "Petrus", a quien Walsh nombra en uno de sus papeles
personales) (49) o la Secretaría Militar, en ese entonces a cargo de Horacio
Mendizábal.
"Rodolfo era muy habilidoso en ese sentido. Por eso, cuando
se arma la agencia, la discusión se da en buenos términos con la organización.
ANCLA parecía una tarea absolutamente racional", señala Carlos Aznárez (50), y
luego agrega que Walsh aparecía como "el más capacitado para llevar adelante un
proyecto de esas características: tenía inserción en el gremio, contactos
cualificados y gente en distintas áreas que le facilitaban la información, a él
y a ningún otro".
Según Aznárez, Walsh "estaba al día con toda la tecnología que pudiera
servir para la contrainteligencia. Rodolfo era un minucioso investigador en ese
área y en muchas ocasiones mandaba a comprar artilugios al exterior, que luego
servirían para hacer 'escuchas'. Además, era uno de los más grandes
'descriptadores' que tenía la 'orga', podía descifrar una clave policial o
militar (a nivel de mensajes 'tabicados') en muy poco tiempo. Y a la vez, era un
maestro para generar mensajes en clave, que -luego nos enteramos- a los milicos
les costaba mucho entender" (51).
Esta experiencia, no individual sino
colectiva, sirvió para encontrar una herramienta que permitiera dar a conocer,
por otra vía, lo que estaba pasando: todos los órganos legales de prensa
partidaria estaban definitivamente clausurados, la represión cada vez era más
dura y muchos medios de comunicación masiva desecharon rápidamente la
posibilidad de publicar informaciones provenientes de fuentes no oficiales.
ANCLA: objetivos
En virtud del material recopilado y de las entrevistas
realizadas, puede observarse que ANCLA tuvo tres objetivos centrales: "informar
a los que informan", es decir, brindar información veraz a los periodistas a fin
de romper el bloqueo informativo; funcionar como una herramienta de denuncia no
sólo acerca de las violaciones a los derechos humanos, sino también acerca de
aspectos de la política económica, la situación social que se vivía en el país,
y de la movilización obrera sistemáticamente silenciada; y, fundamentalmente,
agudizar las contradicciones existentes en el seno de las fuerzas armadas y
demás sectores de poder.
Agudizar las contradicciones
La Agencia
de Noticias Clandestina, como dijimos más arriba, fue parte de la política del
aparato de Inteligencia, y en ese sentido orientó su accionar. Ya desde la
elección del nombre, Walsh buscó generar confusión entre las Fuerzas Armadas.
Por eso utilizó la sigla ANCLA: las competencias en el seno de las FFAA
permitieron que la agencia funcionara con relativa tranquilidad durante unos
meses, ya que cada arma sospechaba de la otra en la autoría de los cables. Pero
lo cierto es que lo que más preocupaba a los militares era el contenido de esos
misteriosos partes: por la calidad de la información, evidenciaban un
conocimiento de la situación para ellos sólo posible a través de fuentes
militares.
Según Lila Pastoriza, responsable del ámbito que llevaba
adelante la agencia, Walsh planteó la importancia de realizar un trabajo
político entre las Fuerzas Armadas y de seguridad, destinado a agudizar sus
contradicciones internas: había que enfrentar al sector de la Iglesia "X" con el
sector del capital "Y", o con alguna de las tres armas. En este sentido era
necesario "generar instrumentos de acción psicológica para producir o acelerar
las contradicciones dentro del campo del enemigo. Como lo que de alguna manera
hacía la guerrilla era unificarlo, nuestro objetivo entonces era dividirlo"
(52).
Para lograrlo, los cables -redactados de manera ambigua en cuanto a
la identidad de la agencia y de las fuentes- eran enviados por correo a
personajes cruciales elegidos de antemano en función de las necesidades
políticas; al tiempo que la difusión entre periodistas aportaba a la circulación
de rumores y generaba un marco más amplio para la acción política y la
agitación. Para conseguir las direcciones más importantes, allí estaba el
trabajo de inteligencia: según Roberto Perdía, existía en la organización una
nómina de oficiales a los que enviar la información "para provocar despelote
entre ellos, opiniones", aunque "se sabía de dónde venía esa información" (53).
La forma de ordenar los datos servía, además, para dar relieve a las diferencias
entre los sectores de poder, mientras que la cantidad de fuentes en diferentes
sectores de la sociedad y ciertos "informantes calificados" les permitían
realizar análisis tan certeros que provocaban dudas y preocupación entre sus
destinatarios. Este objetivo, en sí mismo, descubre a la agencia como un
instrumento ofensivo de contrainteligencia: "Se generaron todo tipo de cables
cruzados, que provocaron desde temor hasta incredulidad" en el seno del poder,
señala Carlos Aznárez (54). De ahí que su ámbito natural estuviera vinculado a
la estructura de inteligencia de Montoneros.
La política de contra
inteligencia no se agotaba con el funcionamiento de ANCLA: también se editaban
papeles y estudios acerca de temas conflictivos, como por ejemplo la soberanía o
la política económica. Entre ellos figuran los Cuadernos de la Soberanía,
redactados y distribuidos por Horacio Verbitsky y donde también participaba,
entre otros, Patricia Walsh. Según expresó la hija menor de Rodolfo en la
presentación de la primera edición de este libro, en los Cuadernos... trabajaba
"un grupo no muy grande de compañeros, que en plena dictadura y en la absoluta
clandestinidad, nos dedicamos a escribirlos".
Los Cuadernos... -explica a
su vez Verbitsky- "eran como la contraimagen de lo que la dictadura planteaba a
los oficiales jóvenes", era mostrarle a los militares la posibilidad de una
forma distinta de ser militar. "Nos planteábamos la disputa ideológica en ese
sentido -continúa-, con la idea de que no era inevitable que todos los militares
fueran secuestradores, asesinos y lapidadores del patrimonio nacional.
Pensábamos que, en general, cuando un adolescente comienza la carrera militar lo
hace con intenciones generosas, no con la idea de convertirse en un asesino y un
ladrón. Sin hacemos demasiadas ilusiones, procurábamos fortalecer esas
contradicciones".
Entre los cables de la agencia donde se deja entrever
este objetivo, se destacan: "Malestar en la policía provincial", "La crisis en
la cúpula militar" y "Divergencias en las Fuerzas Armadas argentinas", emitidos
durante 1976; "Explicaciones económicas para el asesinato de un jefe militar",
"Polémica por una obra recientemente inaugurada", "Brasil desplaza a la
Argentina en la fabricación de aviones", algunos apartados del "Servicio
especial: a un año del golpe militar en la Argentina" y "Campaña por tres
generales retirados", durante la primera mitad de 1977; y "El cuarto hombre
recién en 1979", y "¿Qué está pasando en la Junta Militar?", correspondientes a
la reanudación de los servicios de ANCLA a partir del mes de agosto (para más
información sobre las etapas de ANCLA, ver el apartado sobre funcionamiento)
(55).
Ahora bien, el1 9 de abril de 1977, en conferencia de prensa, el
Comando en Jefe del Ejército dio a conocer un informe sobre "La subversión en la
Argentina". La conferencia duró cuatro horas y la introducción estuvo a cargo
del comandante en jefe, teniente general Jorge Rafael Videla (en ese entonces
presidente). También expusieron Roberto Viola (titular del Estado Mayor de esa
arma), Carlos Alberto Martínez (jefe II -Inteligencia- del Estado Mayor
General), y Luciano Adolfo Jáuregui (titular de la jefatura III-Operaciones-)
(56).
Lo que más interesa aquí es la "exposición" de Martínez, entre
comillas dado que los medios de comunicación de la época hicieron una
transcripción exacta del documento oficial leído durante la conferencia. En uno
de sus apartados, dice: "La acción sicológica (AS) ha desempeñado un importante
papel en el accionar subversivo y ha recurrido a diversos medios que van desde
publicaciones clandestinas, inscripciones murales, panfletos, pegadas de obleas,
emisiones radiales clandestinas, propaganda y/o intimidaciones por vía postal o
telefónicas, visitas domiciliarias, etc., hasta el empleo de propaganda armada y
uso de explosivos de alto poder sobre lugares de concentración de personas (Cine
Círculo Militar, Superintendencia de Seguridad Federal, Secretaría de
Planeamiento del Ministerio de Defensa Nacional) con fines no sólo de
destrucción, sino propagandísticos" (57).
"En general, la AS está
dirigida a: Captar. Disminuir el espíritu de lucha y fracturar la cohesión de
las Fuerzas Legales. Enfrentar a distintas instituciones con el gobierno,
especialmente la Iglesia. Mantener en estado de agitación al campo laboral
buscando hacer fracasar el plan económico. Desprestigiar al gobierno y las FFAA.
Lograr una resistencia de la población al gobierno" (58). En otras palabras, el
informe desnudaba los objetivos de la agencia clandestina.
Más adelante y
después de enumerar el empleo de la "AS a nivel internacional", la investigación
describe las "estructuras propias (dentro del país)", que "envían información
falsa o distorsionada a corresponsales extranjeros, tratando de aparecer como
una agencia independiente clandestina. Tal es el caso de ANCLA (Agencia de
Noticias Clandestina), organizada por la bdsm (59) montoneros y que funciona en
el 'sector FFAA del Departamento Informativo de la Secretaría Militar' bajo la
responsabilidad de la DS (60) (alias) 'Lidia"' (61).
'Lidia' era el pseudónimo de Lila Pastoriza. Después de más de medio año de
funcionamiento y en virtud de los datos que ahora manejaba el ejército, puede
suponerse que el objetivo de "agudizar las contradicciones internas" perdió su
razón de ser. Las FFAA habían descubierto la identidad de la agencia, por lo
tanto los destinatarios de la información estaban precavidos acerca de las
intenciones políticas de sus autores: dividirlos disfrazándose de unos y otros,
sembrar la discordia.
Pero no fue así. Por el contrario, la preocupación
y las sospechas se mantuvieron: el problema no era tanto la identificación del
emisor, sino la calidad de una información que presuponía que contactos secretos
en cada una de las tres armas (o en alguna de ellas) colaboraban con la
estructura de la agencia. Además, tal como señaló Mariano Moreno, secretario de
la Primera Junta Patria (1810), la acción psicológica no es tan simple de
contrarrestar: Moreno aseguraba que el envío de cartas políticas con nombres y
firmas falsificadas generaba cierta desconfianza entre los enemigos, de la cual
-aunque "protesten que son imposturas"- nunca podrán desprenderse (62). Las
cartas estaban sobre la mesa, pero las tensiones entre las tres armas favorecían
la incredulidad y la desconfianza.
Aznárez profundizó este punto con el
relato de situaciones posibles: "Cada fuerza suponía que la información de los
cables pertenecía a la otra. Por ejemplo, algún empresario vinculado a la
Aeronáutica, que recibía los partes, creía que los responsables pertenecían a la
Marina; lo mismo con determinado miembro jerárquico de la Iglesia que comentaba
la información con un capellán". De esta forma, la agencia consiguió seguir
desvelando a las FFAA durante un tiempo más. Pastoriza, quien dos meses después
de aquella conferencia fue secuestrada por la Marina, recuerda su sorpresa al
descubrir que "todavía se mantenía nuestro objetivo. Incluso cuando yo 'caí', en
junio del '77, pude comprobar que la Marina todavía pensaba que el informe era
un bolazo del Ejército, ¡y el Ejército a su vez no terminaba de creer que ANCLA
perteneciera a Montoneros!".
Dadas las competencias internas de las FFAA
y demás sectores de poder, un arma creía que la agencia era parte de una
maniobra de la otra. Los recelos entre ellos permitieron, así, dar más "aire" y
continuidad al trabajo, cada vez más difícil ya que "el enemigo estaba tras
nuestros pasos" (63), Mientras tanto, retenida clandestinamente en la ESMA,
Pastoriza enfrentaba a unos secuestradores que se empeñaban en descubrir "cuál
era el gran contacto" que les permitía obtener las informaciones que se
publicaban en los cables. No podían entender que esa información estaba
implícita en la prensa legal, en sus propios discursos, en los libros de
historia..., razón por la cual también insistieron con su interrogatorio acerca
de "dónde se encontraba el mimeógrafo. Nunca lo encontraron, ni tampoco el sello
con la sigla ANCLA que encabezaba todos los cables" (64).
Esta
insistencia recuerda la situación que se vivía en el centro de detención
clandestina "Quinta de Funes", en Rosario, donde el ejército retenía ilegalmente
a miembros de la dirección de la columna Rosario de Montoneros, "tres
mimeógrafos y una rotaprint", para imprimir folletos firmados como Montoneros:
una maniobra destinada a infiltrar y aniquilar a la guerrilla peronista (65).
Presumiblemente, la Marina tenía intenciones de llevar adelante una política de
ese tipo con los secuestrados del grupo de ANCLA, pero nunca lo logró. Así lo
demuestran no solo los testimonios recopilados y la ausencia de "caídas"
posteriores a los secuestros, sino también el hecho de que periodistas como
Horacio Verbitsky decidieran, hacia agosto de 1977, reanudar los servicios
informativos.
Instrumento de denuncia
A medida que la acción
represiva se fue incrementando, comenzaron a llegar a la redacción itinerante de
ANCLA muchos hechos denunciables. Así fue que al objetivo de acción psicológica
se le unió la necesidad de generar un instrumento de denuncia acerca de las
crecientes violaciones a los derechos humanos. Denunciar lo que ocurría en el
país no sólo se circunscribía a ese ámbito, sino que incluyó también la
evaluación de la política económica, de la situación social y de la movilización
obrera.
"Cuando empezaron a llegar los rumores acerca de lo que pasaba en
la ESMA o en otros campos de concentración, muchos de nosotros sentimos
incredulidad. Estábamos pensando que tal compañero estaba muerto, su sangre
estaba ahí, pero después alguien nos decía que estaba secuestrado... Fue un
golpe muy fuerte. Y fue cuando reaccionamos que, junto a Rodolfo (Walsh),
empezamos a pensar en formas de contar toda esa historia. Pero no sólo en
relación con los derechos humanos, sino también con todas las tropelías que
estaban haciendo los milicos. ANCLA abarcaba todos los temas, desde las primeras
huelgas y medidas de resistencia hasta la corruptela de la junta", explica
Aznárez (66).
Esa denuncia no era masiva, porque la represión hizo que
los receptores de la información se redujeran cada vez más. El "multiplicar y
difundir" fue quedando acotado a los medios extranjeros y a los medios
nacionales que, si bien no publicaban los cables, permitían una retransmisión
subterránea de boca en boca. Pero ante el bloqueo informativo, la agencia servía
para incidir, para generar grietas en la uniformidad de los medios nacionales.
El trabajo generado se fue constituyendo, entonces, en una molestia permanente
para la dictadura. "En el exterior conseguimos publicar un montón de cables
-sostiene Aznárez-. Y si no se publicaban todos, muchos de los receptores en el
exterior, que eran periodistas elegidos 'a dedo', retransmitían la información
por otras vías".
Ese "horadar el muro del silencio", sumado a la acción
incesante de los organismos radicados en el exterior, preocupó al régimen al
punto de instalar el "Centro Piloto" de París, que esperaba contrarrestar con
propaganda paga las numerosas denuncias que los militares golpistas llamaron
"Campaña Anti-Argentina". Porque ANCLA no trabajaba aisladamente: además de los
familiares y exiliados que planteaban la situación argentina afuera del país, se
le unió la acción de las organizaciones políticas y de derechos humanos.
El despacho de ANCLA del10 de agosto de 1977 es claro al respecto. El tema es la
reanudación de los servicios de la agencia luego de un mes de suspensión en
razón de los secuestros de miembros del grupo y de la salida al exterior de
otros. El cable establece que ANCLA, desde su creación, "se propuso proporcionar
información fidedigna y con un alto grado de elaboración", para luego detallar
la lista de temas que la Junta censuraba: "la situación interna de las Fuerzas
Armadas (...); los procedimientos clandestinos, secuestros, torturas y ejecución
de rehenes, que en un año y medio han sembrado de cadáveres el territorio
nacional y sus aguas jurisdiccionales (...)", y "la repercusión de estos hechos
más allá de las fronteras argentinas" (67).
Según Manuel Gaggero, miembro
en aquel entonces de la sección Legal (68) del Partido Revolucionario de los
Trabajadores (PRT), "nosotros teníamos un equipo de prensa que comenzó a formar
una agencia de noticias, con el fin de elaborar notas de denuncia y enviarlas al
exterior esperando el rebote. Es decir, esperábamos que el rebote de alguna
noticia publicada en el exterior permitiera que un secuestro o una desaparición
lograra un espacio en los medios de prensa argentinos. Ese era nuestro objetivo
y creo que también el de ANCLA, con quienes intercambiábamos información" (69).
La agencia a la que se refiere Gaggero funcionó entre abril y diciembre de 1976,
aproximadamente. Muchos de los que participaron habían trabajado antes en El
Mundo, diario nacional vinculado al PRT (situación semejante a la de Noticias,
vinculado a Montoneros). Al igual que ANCLA, esta agencia era clandestina y no
funcionaba en un lugar fijo. El intercambio entre estos dos instrumentos no
solamente se daba en el plano de la elaboración de notas, sino que incluía las
direcciones a donde mandarlas.
El contacto con Montoneros era, según el
testimonio de Gaggero, Miguel Zavala Rodríguez, ex-diputado peronista
desaparecido en 1976, con quien se mantenían relaciones prácticamente semanales.
Durante la entrevista, explicó que "cuando perdíamos el contacto con la gente de
ANCLA, recurríamos a él". Si bien los entrevistados del grupo de ANCLA,
consultados sobre esta relación, manifestaron no tener conocimiento, es muy
posible que haya existido cierta vinculación entre las estructuras de prensa de
ambas organizaciones. Y, a partir de allí, el contacto con el grupo de ANCLA.
Lo cierto es que en el Secretariado Nacional se fundían las conducciones de la
estructura militar (de donde dependía la agencia) y de la estructura de Prensa y
Propaganda y en ese ámbito unificado se coordinaban todas las tareas ejecutivas,
aunque con los golpes y el paso del tiempo las estructuras orgánicas comenzaron
a degradarse y confundirse entre sí. Además, en uno de sus papeles, Walsh
puntualiza que durante algunas semanas compartió un ámbito de funcionamiento con
Zavala Rodríguez, Sergio Puiggrós, Paco Urondo y "Eduardo", del área de Prensa
(70).
Informar a los que informan
Para Lucila Pagliai, el objetivo
más importante de la agencia clandestina era "informar a los que informan".
Porque si bien sus despachos, salvo honrosas excepciones, no fueron publicados
en la prensa argentina en razón de la censura y el bloqueo informativo, "en las
redacciones se sabía lo que estaba pasando: al menos nuestros cables llegaban
con regularidad".
Entre junio de 1976 y junio de 1977, se enviaron 200
cables de ANCLA, ya que el parte de reanudación de los servicios de agosto de
1977 es el número 200. Sin contar el período julio-agosto de 1977, durante el
cual ANCLA no funcionó por la salida al exterior de Pagliai y Aznárez y la caída
de Pastoriza, los cables se mandaron con una regularidad estimada de uno día por
medio (71).
"Muchos periodistas tenían información pero no la daban a
conocer, algunos porque se hacían los distraídos, otros por temor, otros porque
no tenían más alternativa. La idea, entonces, era 'recordarles' lo que estaba
pasando, horadarles un poco los sentimientos para que colaran alguna información
aunque sea entre líneas", explica Aznárez. De no ser posible, que los cables
sirvieran para "radio bemba, para que un periodista se lo cuente al otro, para
generar una cadena mínima de información".
Lo cierto es que, además de la
información sistematizada que llegaba a las redacciones a través de los cables
de ANCLA, en los diarios y revistas "la información seguía circulando sin
alcanzar su consumación natural en el contacto con el público", sostiene
Verbitsky en su libro sobre Rodolfo Walsh y la Prensa Clandestina. La agencia,
entonces, venía a llenar ese vacío, de acuerdo a "la línea general de la
organización" pero sin recurrir a "la propaganda".
Sobre este punto, Pagliai señala que la información enviada a los medios "no
era del tipo de la que se publica, sino de la que se corre". Y como "la
información tiene un poder concientizador", la llegada de los cables a las
redacciones estimulaba a los periodistas a comentar y difundir como les fuera
posible las nuevas noticias acerca de lo que estaba sucediendo. Es decir,
"manteníamos informados a los informadores".
Al mismo tiempo, algunos
periodistas que no podían publicar una información en su medio la hacían llegar
a ANCLA, e incluso a veces elaboraban informes. Esto demuestra, aunque
precariamente, una relación de ida y vuelta. En ese sentido, escribe el
periodista Alberto de Arriba: "Durante el año posterior al golpe, podíamos
sacudirnos un poco la indignidad que nos cubría colaborando con los sistemas
informativos clandestinos que había creado Rodolfo Walsh (...). No sabíamos
dónde serían publicadas esas notas impublicables en la Argentina del Proceso.
Pero era como tragar un poco de aire" (72).
Sin embargo, en el exterior
se publicaron varios cables de ANCLA. Y cuando esto no fue posible, los
receptores de la información la hicieron llegar "al entorno argentino y
latinoamericano en el exilio. Así la bola se corría, hasta que la información
llegaba a publicarse en medios alternativos (73). Esa era una de las tantas
formas de perforar el muro del silencio.
Este objetivo, entonces, estuvo
estrechamente vinculado a la idea del rumor, a la idea de que pese a las
condiciones negativas el hombre se las ingenia para seguir comunicándose. El
trabajo desarrollado por Rodolfo Walsh en Cadena Informativa, otro de los
instrumentos nacidos del Departamento de Informaciones e Inteligencia, apuntó
también a este objetivo -aunque superaba el ámbito periodístico para abarcar a
toda personalidad destacada-: comprometer al receptor de la información a que se
convierta en un nuevo emisor, con los medios que tuviera a su alcance.
Notas
29 Cfr. Lilia Ferreyra, entrevista personal realizada por la
autora. Ferreyra fue la última compañera de Rodolfo Walsh (diciembre de 1997).
30 Martínez de Hoz fue ministro de economía del gobierno de facto desde 1976
hasta marzo de 1981, cuando fue reemplazado por Lorenzo Sigaut.
31 Los
documentos, 35 en total, cursados entre 1976 y 1978, fueron publicados en la
edición del 21 de marzo del Suplemento dominical Zona del diario Clarín. Los
artículos publicados en dicho suplemento y a los que nos remitimos llevan las
firmas de Alberto Amato ("Anatomía de una dictadura"), María Seoane ("Un plan
simple: deuda y cereales") y Vicente Muleiro ("Las fantasiosas salidas
politicas").
32 Idem. Artículo de Alberto Amato.
33 ANCLA, 24 de
agosto de 1976, "Allanan la vivienda del general Corbetta". Ver reproducción de
cables en el anexo.
34 Idem cita N° 32.
35 Idem. Artículo de María
Seoane.
36 Idem.
37 ANCLA, "Servicio especial: a un año del golpe militar en
la Argentina", parte 2, "La situación económica". Fechado el15 de marzo de 1977.
38 Las internas mencionadas aquí tuvieron lugar durante el mismo período de
funcionamiento de ANCLA, pero no se agotan en 1978 sino que continúan hasta
1983.
39 La Secretaría Militar era una de las áreas del Secretariado
Nacional, órgano ejecutivo colateral a la Conducción Nacional. Estas dos
estructuras, junto a los responsables de las regionales, conformaban el Consejo
Nacional, órgano máximo de Montoneros.
40 Se entiende por "enemigo" a los
grandes grupos económicos y sus sectores subsidiarios, las Fuerzas Armadas y de
seguridad.
41 Los testimonios difieren en este punto. Algunos de los
entrevistados manifestaron que Walsh era el jefe de inteligencia, otros que
estaba a cargo del sector Policía o FFAA, y otros que sólo participaba en sus
ámbitos. La dura realidad del momento, el "tabicamiento", la continua caída de
las estructuras orgánicas y los consecuentes contactos cada vez más espaciados
explican, posiblemente, las diferencias acerca del papel orgánico que le tocó
desempeñar a Walsh. Por su nivel de encuadramiento (era oficial 2do), creemos
probable -con Richard Gillespie- que haya estado al frente del sector Policía.
Por otra parte, entre otros militantes que cumplían tareas en Inteligencia, se
encontraba Pirí Lugones, quien trabajaba junto a Walsh en las escuchas. Ver:
García y Fernández Vilar: Pirí (Buenos Aires, Ed. de la Flor, 1995, pág. 67).
42 Entrevista realizada por la autora a Lila Pastoriza, quien desarrolló su
actividad militante junto a Rodolfo Walsh en el Departamento de Informaciones e
Inteligencia de Montoneros. Lila fue la responsable política del ámbito que
llevó adelante la Agencia de Noticias Clandestina. Estuvo detenida-desaparecida
en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) desde junio de 1977 hasta fines de
1978, fecha en la que logró salir del país vía Madrid, junto a Pilar Calveiro.
Durante su cautiverio pudo observar el interés que la Marina prestaba a los
cables de ANCLA (Diciembre de 1997).
43 Colimba -"corre, limpia, barre"-
es el conscripto, el muchacho que está cumpliendo el servicio militar. En la
Argentina fue obligatorio hasta 1994.
44 Cfr. Lila Pastoriza, op. cit.
45 "El mejor servicio de
informaciones es el Pueblo". Evita Montonera, año 1, número 7, septiembre de
1975. Las menciones son genéricas. Téngase en cuenta que el "ajusticiamiento"
del general Pedro Eugenio Aramburu fue en 1970, tres años antes de la
participación de Walsh en informaciones e inteligencia.
46 Idem.
47 Alianza Anticomunista Argentina. Grupo paramilitar de ultraderecha
formado por el oscuro ministro de Bienestar Social José López Rega (1973-75).
Entre sus víctimas contó a los intelectuales revolucionarios Silvio Frondizi y
Rodolfo Ortega Peña, al sindicalista combativo cordobés Atilio López y al
referente de la Resistencia Peronista y sobreviviente de los fusilamientos de
José León Suárez (1956) Julio Troxler, quien se había desempeñado también como
subjefe de la Policía de la Provincia de Buenos Aires durante el mandato del
gobernador Oscar Bidegain (1973-1974).
48 Cfr. Gillespie, Richard (1987).
49 Cd. Walsh, "Diciembre 29". En Baschetti (1994), pág. 193.
50 Entrevista realizada por la autora a Carlos Aznárez, miembro del ámbito
que generó la agencia ANCLA. Aznárez fue el primero del grupo en salir al
exterior con el propósito de "sacar" la agencia del país. Se radicó en Madrid.
(Febrero de 1999).
51 ldem.
52 Cfr. Lila Pastoriza, op. cit.
53 Cfr. Roberto Perdía (marzo de 1999).
54 Cfr. Carlos Aznárez, op. cit.
55 Los partes pueden encontrarse en
Rodolfo Walsh y la Prensa Clandestina, de Horado Verbitsky, quien los transcribe
en el capítulo "Los partes de ANCLA".
56 La crónica se puede encontrar en los diarios del miércoles 20 de abril de
1977. Después de obtener la libertad gracias a las leyes de punto final y
obediencia debida primero, y el indulto después, actualmente algunos de los
militares citados están bajo arresto domiciliario por el robo sistemático de
bebés nacidos en los campos de concentración.
57 Suplemento especial "La
subversión en la Argentina". Las itálicas son de la autora.
58 Idem. Las
itálicas son de la autora.
59 Mote con que la dictadura militar se
refería a las organizaciones armadas. Significa "banda delincuente subversiva
marxista".
60 Idem. Significa "delincuente subversivo".
61 Idem. Las itálicas son de la autora.
62 Mariano Moreno: Plan de
Operaciones. En Augusto Fernández Díaz, Anuario del Instituto de Investigaciones
Históricas, UNL (1960). El párrafo citado refiere al plan de toma de Montevideo.
63 Cfr. Carlos Aznárez, op. cit.
64 Cfr. Lila Pastoriza, op. cit.
65 Cfr. Bonasso, Miguel (1994). Sobre los episodios en la Quinta de Funes,
ver los capítulos de la "Segunda Temporada".
66 Sobre este tema, Perdía
explicó que frente al detenido-desaparecido "no teníamos preparación ni
ideológica ni doctrinaria ni operativa. Nosotros habíamos conseguido algunos
documentos gracias a compañeros que estaban 'infiltrados' (en las Fuerzas
Armadas). Esos documentos hablaban acerca del golpe y de sus características,
inclusive de lugares especiales de detención. Entonces nosotros imaginamos
cárceles de máxima seguridad dentro de los cuarteles...". También sostuvo que a
poco del golpe Montoneros difundió una consigna que señalaba a la ESMA como
centro de torturas y de retención ilegal de personas.
67 "Con este
despacho ANCLA reanuda sus servicios". En Verbitsky, Horacio, op. cit.
68
Legal era el nombre de la estructura del PRT destinada a manejar contactos con
los partidos tradicionales y organismos sociales.
69 Manuel Gaggero,
entrevista realizada por la autora (Noviembre de 1997).
70 Cfr. Walsh, en Baschetti (1994), pág. 193.
71 Carlos Aznárez
resaltó que, a veces, se enviaban dos cables por día; es decir que la cantidad
dependía de la información obtenida por ANCLA.
72 Cfr. Alberto de Arriba.
En Eduardo Blaustein y Martín Zubieta (1998). Págs. 224 a 232.
ANCLA funcionó como una agencia de noticias que operaba en la más absoluta
clandestinidad. Sin embargo, mantuvo los rasgos característicos de esa empresa.
Ideológicamente la elección de un género textual no es inocente, por el
contrario, implica un posicionamiento social: desde la elección de una agencia
noticiosa como forma de funcionamiento, ANCLA reafirmó su condición de ser la
primera en recibir información. A su vez, el género le dio la posibilidad de
construir la información produciendo un efecto de objetividad. Ese efecto fue
aprovechado para escribir sobre "los secuestros y otros métodos ilegales", de
forma tal que le hacía decir a sus informantes aquellas cosas que ANCLA no podía
decir (hay desaparecidos y fusilados) para proteger su identidad.
El
trabajo desarrollado por la agencia, entonces, se mueve dentro de un margen muy
pequeño, donde en cada línea se cuidan los límites -y las conexiones- entre un
instrumento para la acción política ligado a la inteligencia montonera y la
agencia como proyecto de comunicación popular. En ese sentido, es interesante
ver, desde un punto de vista más "técnico", sus modos de funcionamiento, a fin
de evaluar la puesta en acto de sus múltiples objetivos.
Fuentes
Las fuentes de información de ANCLA son semejantes a las fuentes con que se
manejaba el Departamento de Informaciones e Inteligencia. De hecho, la agencia
funcionaba en ese ámbito. Por lo tanto se puede afirmar que las fuentes podían
ser internas, obtenidas a través de los canales orgánicos; legales, a través de
la prensa y los discursos; clandestinas ("escuchas" e interceptaciones); y
populares (gente común que tenía cierta información y la hacía llegar a la
agencia). A esta lista debe agregarse la atención especial que se prestaba a los
llamados informantes clave en determinada temática (74), a los medios de
información extranjeros ya algunos periodistas argentinos que colaboraban con la
agencia.
"Entre los que mandaban información a ANCLA había muchos
periodistas que incluso a veces redactaban informes", explica Lila Pastoriza.
Por empezar, Walsh reunió periodistas de su más absoluta confianza y con ese
equipo empezó a formar una extensa red de informantes: en los estudios jurídicos
existía información acerca de los pedidos de habeas corpus; en las empresas se
conocían datos socioeconómicos, contactos y negociados entre los sectores de
poder; en la calle muchos veían secuestros y operativos; en las redacciones del
país se manejaba cierta información.
Tenemos, entonces, una agencia
realizada sobre la base de una estructura artesanal alimentada sobre la base de
información popular y de (en menor medida) "informantes calificados". Es decir
que la participación, al menos, estaba garantizada desde la fase de emisión de
la información. De otro modo, no hubiese existido la posibilidad de crear la
agencia. Prueba de esto es el tiempo durante el cual se prolongaron sus
servicios sin interferencias, ya que las fuerzas armadas buscaban "inexistentes
talleres de impresión", y centraban su atención en posibles "infiltrados en
puestos clave" (75).
Aunque existían contactos "calificados", la mayor
cantidad de información llegaba del seno mismo de la sociedad, lo que hace
suponer a la agencia más bien como un espacio de sistematización de toda la
información que se corría de boca en boca, como un rumor, enfrentando el
silencio imperante.
La importancia de la participación popular en la
producción .de la información hizo que la agencia tuviera corresponsales en
distintos puntos del territorio nacional, situación similar a la del Semanario
CGT que, desde sus páginas, llamaba a los trabajadores a aportar en la
distribución y venta de la prensa y a responder a la estructura de "un
corresponsal en cada fábrica" (76). Estos corresponsales no eran otros que
militantes de la organización que cumplían tareas en diferentes áreas y regiones
y que, a través de los canales orgánicos, hacían llegar la información a la
agencia.
La mayoría de los militantes que participaron de ANCLA eran,
además, "periodistas de batalla". Esa característica les facilitó "la lectura de
los medios de comunicación, ya que estábamos muy acostumbrados al 'entre
líneas"'. Asimismo, el grupo tenía "bastante conocimiento acerca de dónde
obtener la información sin perder tiempo y controlando las medidas de seguridad.
Apuntábamos con mucha direccionalidad: si había alguna medida de resistencia en
la fábrica Pirelli, buscábamos al compañero que había sido delegado y ya no
estaba (porque estaba clandestino), pero que nos decía con quien se podía
hablar" (77).
Acerca de la importancia de los medios extranjeros en la
recopilación de información, Verbitsky plantea que "Walsh escuchó por onda corta
de la BBC de Londres los detalles sobre un operativo militar en Buenos Aires.
Todas las noches sintonizaba los informativos de La voz de Alemania, La voz de
Estados Unidos, Radio Canadá Internacional (...), donde el tesoro de la
información vedada a los argentinos se administraba con cuentagotas".
En
ese operativo, que mencionaron escuetamente los medios oficiales días después,
murió la hija de Walsh, Vicky, junto a un grupo de militantes en una casa de
Villa Luro. Sus averiguaciones lo llevaron a escribir la Carta a mis amigos,
donde cuenta las circunstancias de esas muertes y la frase que había gritado
Vicky antes de quitarse la vida: "Ustedes no nos matan. Nosotros elegimos
morir". Era septiembre de 1976 y con esa carta nació un nuevo instrumento de
información, la Cadena Informativa.
Gracias a la multiplicidad de
fuentes, el equipo de ANCLA pudo informar sobre la suerte corrida por miles de
desaparecidos, denunciando así un plan de exterminio sistemático desconocido
hasta entonces en el país: la existencia de campos de concentración donde las
Fuerzas Armadas y de seguridad torturaban y asesinaban salvajemente a
prisioneros no reconocidos legalmente como tales.
Para reunir esa
información -celosamente ocultada por la Junta Militar-, era necesario que los
testigos de hechos aberrantes hablaran. Luego, escribir y sistematizar la
información, para más tarde reproducirla. De modo que el equipo debía asegurarse
un flujo informativo permanente para crear la agencia, y apeló a toda su
experiencia para lograrlo: Walsh había participado, también, de la formación de
Prensa Latina en La Habana, en 1959.
Funcionamiento
Todos los
entrevistados coinciden en definir a la Agencia de Noticias Clandestina como una
estructura de armado muy artesanal, que permitió su subsistencia aún en
condiciones dificultosas. La "secretaría de redacción" estaba compuesta por Lila
Pastoriza (responsable), Lucila Pagliai, Carlos Aznárez y Eduardo Suárez. Todos
ellos repartían su tiempo entre el funcionamiento de la agencia y otras
actividades militantes.
Rodolfo Walsh era el jefe orgánico del grupo.
Armó ANCLA y "la dejó en nuestras manos. Escribía algunos cables, participaba de
la discusión política, pero prácticamente no intervenía en el funcionamiento de
la agencia", aclara Pastoriza. El grupo central era móvil y muy dinámico. Luego
del secuestro de Walsh, el 25 de marzo de 1977, la única que quedó enganchada
con la estructura orgánica fue ella (78). De todos modos, por fuera del grupo
central eran varios los que colaboraban: al pertenecer a inteligencia, otros
ámbitos de esa área participaban acercando información, pasando contactos e
incluso escribiendo algunos cables, como por ejemplo Horacio Verbitsky (79),
quien más tarde reanudó los servicios de la agencia.
ANCLA era una
estructura "amplia". La "secretaría de redacción" tenía a su cargo la
elaboración de los cables, la impresión, la distribución, las entrevistas con
los contactos que les permitían adquirir información de primera mano. Como
explica Lucila Pagliai, las entrevistas se realizaban cuando "alguien corría el
riesgo de encontrarse con vos para contarte algo". Después de la primera caída
empezaron las mudanzas. Primero una casa donde funcionaba un archivo mínimo, más
tarde todos los elementos desparramados: en una casa el mimeógrafo, en otra la
máquina de escribir, en otra una parte del archivo. La tarea se complicaba a
medida que la represión recrudecía, pero ANCLA seguía adelante: "duró mucho,
digamos que mucho más que buena parte de la estructura orgánica", subraya
Pastoriza.
Lo cierto es que ANCLA recorrió casi toda la ciudad. Casas en
el centro. Casas en los barrios. El grupo responsable se iba mudando a medida
que las casas caían o se sospechaba algo. Se trataba de viviendas comunes, a fin
de no llamar la atención, donde lo que no era "común" era tan solo una pieza,
donde funcionaba una redacción de cuatro personas con un mimeógrafo, una máquina
de escribir, y una pila de papeles. "Lo clandestino -define Pagliai- es aquello
que se mimetiza para no ser descubierto". Como diría Paolo Fabbri, ¿qué es algo
que es y no parece lo que es?: el secreto.
El parte de ANCLA de
reanudación de los servicios sintetiza esta situación: "En procura de silenciar
ANCLA las fuerzas de seguridad intensificaron en los últimos meses la
persecución a periodistas e intelectuales a quienes sospechaban vinculados con
esta agencia. Obviamente, ANCLA no reclama ni puede esperar un trato diferente
del que la Junta Militar brinda al pueblo argentino, cuyas necesidades de
información tratamos de servir. Sin embargo, mantener en funcionamiento una
agencia de estas características es una misión relativamente simple, no más
compleja ni riesgosa que organizar una huelga en una fábrica controlada por
tropas militares. Una docena de personas (80) convencidas de la importancia de
romper el bloqueo informativo, un mínimo pero bien organizado archivo, una pocas
máquinas de escribir, un sencillo equipo de impresión y un pequeño local que
aparentemente se dedica a otra actividad, son suficientes para garantizar la
continuidad de sus despachos".
Los cables se enviaban por correo a todas
las redacciones, a los corresponsales, a las publicaciones internacionales, a
direcciones a donde era importante que llegaran para cumplir con sus objetivos.
Algunas de ellas "concretamente tenían que ver con los militares. Para
conseguirlas, ahí estaban los contactos", señala Pastoriza, quien luego agrega
que gracias al análisis sistemático de la información "sabíamos a donde mandar
los cables: en la Iglesia había algunos sectores más reaccionarios que otros,
además conocíamos las diferencias entre las FFAA y elegíamos a los sectores
económicos a donde íbamos a mandar la información".
La misma situación se
daba con los destinatarios del exterior, donde se publicaron muchos de los
cables de ANCLA. "El exilio no empezó en 1976, sino que muchos compañeros
comenzaron a salir en 1974 -explica Aznárez-. Esa gente que ya estaba afuera nos
tiraba datos acerca de qué periodistas eran los más convenientes para recibir
los cables. Y cuando no los publicaban, al menos hacían correr el rumor".
Con el tiempo, el grupo pudo evaluar la repercusión de sus informaciones en los
periódicos de Europa y Latinoamérica: "Nos entusiasmaba que Cambio 16 publicara
los cables, que Le Monde los publicara, que algún diario mexicano los publicara.
Sabíamos que así la información llegaba a las embajadas Argentinas en esos
países" (81). Aznárez recuerda, además, la difusión artesanal de los partes
entre periodistas, exiliados y organismos de solidaridad en el exterior.
Lucila Pagliai, por su parte, subraya que la distribución, al parecer simple y
rutinaria, era en realidad "un operativo infernal" dadas las condiciones
fuertemente represivas. Había que obtener la información, discutirla,
procesarla, redactarla y luego llevar los cables a los buzones de la ciudad.
Todo simulando naturalidad y con una estructura mínima y clandestina. "Y no
éramos más de cuatro", concluye.
Los sobres se enviaban sin nombre, para
no "pegar" a los periodistas. En general, se los rotulaba "Sr. Jefe de...".
Según Aznárez, cuando se consignaban nombres particulares era porque se mandaban
a una gran parte de los periodistas de aquella época, de modo que no se
levantaban sospechas. Y si alguno de ellos era de suma confianza, entonces "se
le enviaba por otra vía" y no por correo, como era lo usual.
Lo llamativo
es que, pese a las dificultades de un grupo tan reducido, los despachos de ANCLA
cumplieron con la regularidad necesaria para el funcionamiento de una agencia
periodística. Gracias a la apertura de las redacciones a partir de la vuelta de
la democracia en 1983, se pudo observar que los cables se repartieron puntuales,
pese a no haber sido publicados de forma tradicional.
Aznárez agrega,
también, que "teníamos ojos y oídos en un montón de redacciones y en un montón
de ámbitos. Algunos compañeros que trabajaban en los medios argentinos nos
informaban sobre las situaciones que se daban con la llegada de los cables a las
redacciones". Recibir el material de ANCLA "era como una bomba de tiempo.
Algunos lo abrían, otros lo tiraban sin más".
Consultado sobre el tema,
el periodista Oscar Raúl Cardoso, que en ese entonces se desempeñaba en la
sección Política del diario Clarín, señaló que en el ambiente se sabía que la
agencia pertenecía a Montoneros (82). Incluso, recordó algún llamado telefónico
que avisaba que un cable estaba por llegar: "Los cables se esperaban y se leían
para información propia. A veces se podía publicar algo entre líneas, sin
consignar que la información provenía de ANCLA".
Cardoso sostuvo que los
cables llegaban a otros medios, entre los que recordó al matutino La Nación y
algunos diarios del interior del país. En su opinión, la agencia "contaba la
otra historia" sin reducirse a la propaganda de la organización.
"Sacar"
la agencia al exterior
Lila Pastoriza señala dos etapas en el
funcionamiento de la agencia: una, la primera, hasta que se producen los
primeros secuestros y allanamientos, el grupo se reclandestiniza, Aznárez y
Pagliai parten al exilio y se produce su propio secuestro; la segunda, a partir
de la reanudación de los servicios de la agencia en agosto de 1977, a cargo de
Verbitsky -entre otros que prefieren mantener el anonimato-, que duró unos meses
más. Pastoriza explica que al final de la primera etapa el grupo central de
ANCLA comenzó a darse una estrategia para sacar la agencia al exterior.
"A esa altura -recuerda- caer o no caer era un problema de azar. De modo que
comenzamos a armar un esquema para mantener los contactos con las redes de
información, y así sacar ANCLA desde el exterior enviando los cables a los
mismos lugares. Y a 'escondidas' de la organización empezamos a sacar a la
gente" (83). Después de juntar el dinero suficiente, Carlos Aznárez y Lucila
Pagliai salen del país (84). Mientras tanto, en Buenos Aires, Pastoriza decidió
plantear la posibilidad de editar ANCLA desde el exterior orgánicamente. Estaba
a la espera de la respuesta cuando fue secuestrada, y por lo tanto la
posibilidad se diluyó.
En realidad, las cosas se fueron retrasando mucho
más de lo pensado. No existía una idea clara acerca de dónde funcionar, pero
cualquier planificación descartaba montar una base centralizada de la agencia en
el exterior. Por el contrario, se buscaba formar varias bases más pequeñas: se
pensaba en un país cercano, para mantener mejor los contactos (probablemente
México), y en países europeos "donde era fácil desembarcar porque ya había
compañeros" (85).
Según Pagliai, "Lila nos mandaba información para que nosotros la
elaboráramos y la distribuyéramos, mientras tramitaba su salida" (86). Y Aznárez
agrega que Pastoriza, "junto con el Perro" (87) y algún otro que se pudiera
sumar en esa situación de emergencia, iba a enviarnos copias de los cables para
que nosotros los difundiéramos in situ entre los periodistas y los organismos de
solidaridad". Lo cierto es que ya en los documentos elaborados por Walsh aparece
la posibilitar de formar una agencia que funcionara en el exterior: en su
propuesta organizativa para la nueva etapa que se abría, Walsh escribe que la
Agencia Clandestina debía estar al nivel de Secretaría General, que junto a
Internacional, funcionarían en el extranjero (88).
Con el secuestro de
Pastoriza y el descalabro general de las organizaciones armadas, la idea se
abortó. Al mes, colaboradores de la agencia -entre ellos Verbitsky- retomaron el
trabajo y volvieron a poner en funcionamiento la agencia por un breve período,
hasta que la represión y las diferencias internas pusieron fin a esta notable
experiencia de difusión clandestina de contrainformación.
Estilo
La agencia clandestina se concibió como una empresa
periodística. Por lo tanto el estilo de los cables tenía que ver con el estilo
de la agencia periodística: se respetaba el código de agencia, de cables cortos
y eventualmente "servicios especiales", como por ejemplo el cable acerca del
primer año de la Junta en el poder.
"EI que recibía el cable era un
periodista que lo iba a 'levantar' o reducir -explica Aznárez-. Entonces, había
que garantizar que se mantuviera lo esencial. En ese sentido, y pese a la
clandestinidad, se trabajaba muy profesionalmente". La calidad de sus despachos
hizo que se tuvieran en cuenta en los medios extranjeros, y que la prensa local
les prestara atención aún cuando su publicación no fuera la tradicional.
La agencia trabajaba periodísticamente la denuncia. Como en Operación Masacre.
Como en ¿Quién mató a Rosendo? Pero a su vez, como ANCLA estaba ligada a la
estructura de inteligencia de Montoneros y entre sus objetivos figuraba el de
oficiar como un instrumento de acción psicológica, la información tenía una
forma determinada: "no es lo mismo generar información para difundirla que esa
difusión sirva para producir contradicciones en el régimen", recuerda Pastoriza.
Así, cada cable debía escribirse de tal modo que dejara ver los resquicios entre
los sectores de poder, sin perjuicio de la verdad y evitando el comentario.
Walsh cuidaba mucho la redacción de los despachos: tenía que especificarse
el origen de la agencia sin que se ligara directamente a la organización. Un
cable no comenzaba "Buenos Aires, Abr 18 (ANCLA) - La organización Montoneros...
", sino que buscaba responder a las reglas periodísticas de estructuración de la
información mediante la llamada "pirámide invertida".
En Cadena
Informativa y en las cartas firmadas, sin embargo, se nota más el peculiar
estilo de Walsh, irónico, divertido, certero, desafiante y agudo donde siempre
tuvo un lugar destacado la intertextualidad. Según Lilia Ferreyra, el escritor
había elegido un estilo para sus cartas, de la invectiva de los latinos, como
puede verse en la frase "¡Quousque tandem, Vide/a, abutere patentia nostra!"
(89). Asimismo, las frases "Contate otra, viejo, esa ya la vimos", "Mande copias
a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser
informados", "Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad",
"Sonríe, Hitler te ama", remiten a publicidades de la época y reflejan "la veta
humorística de Walsh, las asociaciones, comparaciones y metáforas insólitas que
alivian su escritura y gratifican al lector" (90).
Pero a la hora de establecer el estilo de ANCLA hay que hacer una importante
salvedad: Walsh propuso su creación, ayudó a su sostenimiento y escribió varios
cables, pero la agencia quedó en manos de un grupo de militantes. El estilo es
el de un despacho de una agencia de noticias, donde se refleja la ideología que
la lleva adelante pese a su prosa bastante depurada. Lucila Pagliai aseguró,
además, que se evitaban los comentarios: muchas veces la información hablaba por
sí sola.
¿Por qué ANCLA no pertenecía al área de prensa de Montoneros?
La agencia clandestina no formaba parte de la estructura de prensa sino que
respondía al Departamento de Informaciones e Inteligencia, que a su vez dependía
de la Secretaría Militar de la organización. Esta situación marcó una diferencia
muy importante: ANCLA no era un órgano oficial de Montoneros, en el sentido de
una prensa partidaria, sino más bien una estructura que intentaba dar una
respuesta política al reciente golpe de estado desde otro ámbito, pero
incluyendo la comunicación.
En el período 1974-75, Walsh participó
directamente en Prensa. Es en ese momento cuando comienza a plantear la
necesidad de generar una herramienta clandestina en virtud del agravamiento de
las condiciones represivas, que impedían editar una revista pública. Para esa
época, los órganos de prensa de Montoneros (partidario, sindical, femenino,
periodístico -Noticias-, etc.) habían sido en su totalidad censurados.
Justamente, en esos años empezó a imaginar la agencia clandestina.
En el
área de prensa trabajaban alrededor de 70 militantes: era un equipo muy grande.
Allí participaba, con un alto grado de responsabilidad, el poeta Francisco
"Paco" Urondo (91), íntimo amigo de Walsh, muerto a fines de 1976. Sin embargo,
para Walsh el camino seguido por esa estructura era erróneo: en los albores del
golpe, "Prensa siguió funcionando como si hubiera un futuro electoral, pensando
en una revista (que llegó a salir y tuvo vida efímera) e incluso un diario. La
última expresión clandestina era el Evita (92). Naturalmente si se pensaba en
revistas y diarios había que mantener más o menos congregado un aparato
importante, con grandes locales, imprentas, etc. Ese iba a ser un blanco
terriblemente fácil para el enemigo" (93).
En cambio, ANCLA era una
estructura descentralizada en lo interno (94): la agencia era parte de una
propuesta de descentralización y repliegue que funcionaba en el marco de una
hipótesis de resistencia a la dictadura. En otras palabras, era parte de la idea
de reestructuración de la organización en función de la resistencia, que
discutía los errores y las limitaciones de la estrategia militarista de la
Conducción Nacional (órgano máximo) en esa etapa. Es decir, la propuesta de
ANCLA estaba relacionada a una serie de planteos que, como miembro de
Montoneros, Walsh elaboró y dio forma de documentos.
En esos documentos
de circulación interna, Walsh manifestó una postura crítica, y como
contrapartida propuso un plan de acción que tenía en cuenta una resistencia
descentralizada y heterogénea conducida por el Partido Montonero en el marco de
un repliegue estratégico (95). Para ello era necesario, entre otras cosas,
privilegiar las estructuras militares defensivas como documentación, información
y comunicaciones; y las estructuras políticas ofensivas, como la agitación y la
propaganda, la prensa clandestina y descentralizada, y la prensa internacional.
Entre estas últimas se encuentra ANCLA, un instrumento político ofensivo,
destinado a corroer la base de sustentación del régimen militar, a romper con la
unidad de las Fuerzas Armadas y de los sectores de poder, y a comprometer al
pueblo en la circulación de información y a los eventuales receptores en
multiplicadores de noticias.
De ahí la conocida frase de Walsh de generar
una "propaganda infatigable por medios artesanales: si las armas de la guerra
que hemos perdido eran el FAL y la ENERGA (96), las armas de la resistencia que
debemos librar son el mimeógrafo y el caño" (97). Es decir, buscaba evitar lo
previsible, "lo que más que una discusión y un aporte para el conocimiento de la
realidad se transformaba en una bajada de línea", reflexiona Lilia Ferreyra:
ANCLA era una estructura de prensa clandestina con objetivos claros de carácter
subterráneo, que "intentaba abarcar la realidad del país no sólo desde la
propuesta de Montoneros".
Entre otros, ese fue uno de los motivos que
llevó a Walsh a concebir la agencia en términos de empresa periodística ya
cuidarse de no "pegarla" a la organización, de modo que su identidad se
mantuviera difusa. Por ese motivo armó un equipo central compuesto por
militantes, al mismo tiempo que abrió la posibilidad a otros periodistas de
colaborar desde afuera aunque no pertenecieran a la orgánica.
Mientras
tanto, la estructura de prensa seguía editando la revista Evita Montonera y el
folleto El Montonero, este último redactado por la conducción de esa
organización. Estos eran órganos oficiales que publicaban comunicados, partes de
combate, editoriales, etc. En cambio, tanto ANCLA como Cadena Informativa,
explica Lilia Ferreyra, "no eran medios de los que informaban del éxito de tal
operación, sino que servían para parar la ofensiva militar con respuestas
políticas".
En ese sentido, Lucila Pagliai concluye que la agencia
clandestina "era como una agencia de noticias. Las agencias normalmente no son
partidarias, aunque tengan una tendencia. Obviamente, tenía una línea. Pero su
función no era difundir las actividades de Montoneros sino romper el bloqueo
informativo para que los diarios estuvieran enterados de lo que pasaba, y al
mismo tiempo producir un hecho político desde el campo popular".
A fines
del '76 Walsh previó que tampoco había espacio para una agencia clandestina
tradicional. La represión lo llevó a concebir un nuevo mecanismo, que debía
funcionar en paralelo a la agencia: la Cadena Informativa. La idea era que una
única persona pudiera actuar como reproductor y multiplicador de información.
Notas
74 Cfr. Lucila Pagliai, entrevista (1998).
75 Cfr. Horacio Verbitsky, (1985).
76 Cfr. Mestman, Mariano (1997).
77 Cfr. Carlos Aznárez, entrevista (1999).
78 Cfr. Lila Pastoriza,
op. cit. Téngase en cuenta que algunos militantes hacían "doble militancia", es
decir, en más de un ámbito, por ejemplo en su zona y en el Area Federal,
estructura especializada de carácter ejecutivo. Como esta información era
"tabicada" (secreta), es posible que alguno de los otros miembros de ANCLA
mantuviera contactos con la orgánica.
79 Verbitsky se hizo cargo de la
segunda etapa de la agencia ("En el último año me quedé solo y no consulté nada
con nadie", explicó en entrevista personal con la autora, abril de 1999). Sin
embargo, antes recibía de Héctor Talbott Wright (presumiblemente jefe del sector
FFAA del Departamento de Inteligencia) originales de ANCLA. Su trabajo consistía
en picar los exténsil, imprimirlos, hacer los sobres y distribuirlos. "Yo no
sabía de dónde venían ni quiénes hacían esos originales", sostuvo. Es posible
que, dadas las dificultades para funcionar, la distribución de los cables se
repartieran entre Verbitsky -y acaso otros militantes- y los miembros del grupo
de ANCLA, sin tener conocimiento ninguno de ellos de que el otro realizaba o
colaboraba con la tarea.
80 En este punto es necesario aclarar que cuando
el parte de reanudación de los servicios se refiere a "una docena de personas",
probablemente tenga en cuenta a los militantes que participaban de algunos de
los grupos del Departamento de Informaciones y que a su vez colaboraban con la
agencia. Todos los testimonios coinciden, además, en que algunos periodistas
ajenos a Montoneros publicaban a través de ANCLA las informaciones que no podían
sacar a través de sus medios.
81 Cfr. C. Aznárez, op. cit.
82 Cfr. Oscar Raúl Cardoso, consulta
realizada por la autora en noviembre de 1998.
83 Algunos datos se
confunden, probablemente debido al "tabicamiento" orgánico y a la situación que
se vivía en aquellos días. En este punto, según Aznárez "salimos 'legalizados'
por la 'orga'. Pero cuando llegamos allá (Europa) nos encontramos con una
realidad de la Organización que intuíamos pero que nos dejó sorprendidos.
Entonces chocamos duramente con la dirección" (1999).
84 Carlos Aznárez
partió a Madrid, Lucila Pagliai a París.
85 Cfr. Carlos Aznárez, op. cit.
86 Lucila Pagliai no recuerda
con claridad la posibilidad de sacar la agencia al exterior. Para ella, este
dato es interesante ya que remarca la vertiginosidad con la que se vivía en esos
años. Según su testimonio, ella y Aznárez habían acordado con Pastoriza salir
antes y esperarla en el exterior. Así lo hicieron en mayo de 1977, apurados por
los datos que ya manejaba el Comando en Jefe del Ejército. Mientras Pastoriza
planteaba orgánica mente sacar ANCLA del país, fue secuestrada a mediados de
junio por un comando de la ESMA.
87 Apodo de Horacio Verbitsky.
88 Cfr. Walsh, en Baschetti (1994), pág. 233.
89 Cfr. Ferreyra,
Lilia. En Baschetti, Roberto (1994), pág. 199. Lilia Ferreyra fue la última
compañera de Walsh. Con él compartió la creación de la Cadena Informativa.
90 Cfr. Pedro Orgambide. En Baschetti, op. cit. Pág. 75-78.
91 El alias de Paco Urondo en su ámbito era "Ortiz". Urondo murió en
Mendoza, a donde había sido trasladado para la reorganización de la zona, en
diciembre de 1976. La situación en la que llegó a la muerte, tras un largo
combate, la relata Rodolfo Walsh en sus papeles personales del 29 de diciembre
de 1976. Según una militante que sobrevivió al tiroteo, Urondo dijo "tiren
ustedes, me tomé la pastilla y ya me siento mal". Se refería a la pastilla de
cianuro, que se había adoptado en Montoneros para no "caer" con vida.
Reproducidos en Baschetti (1994) y Link (1996).
92 La revista a la que
alude Walsh en el párrafo citado era Informaciones, de la cual salió un solo
número. Evita Montonera era el órgano oficial de prensa de Montoneros.
93
Cfr. Rodolfo Walsh, papeles personales, 29 de diciembre de 1976. Reproducidos en
Baschetti y Link, op. cit.
94 Cfr. Walsh, documentos internos. Ver en
Baschetti (1994).
95 Las experiencias de difusión clandestina ideadas por Walsh en esa época
están estrechamente relacionadas con sus propuestas para el plan de acción de
Montoneros. Para ver los documentos, recurrir a Baschetti, op. cit. La lectura
del material demuestra que Walsh nunca dejó de pertenecer a la orgánica: como
dice Nicolás Casullo en Baschetti (1994), el escritor habla desde un espacio de
pertenencia.
Cadena Informativa no reemplazó a ANCLA, sino que se
desarrolló paralelamente a la agencia luego de sus seis primeros meses de
funcionamiento. En este caso, era Walsh el que escribía los informes, más que
sus colaboradores o amigos. Se trataba de textos cortos y fáciles de reproducir
que enviaba a personas representativas del quehacer nacional, y donde esa
relación directa estimulaba el compromiso, invitando a los eventuales receptores
a constituirse en nuevos emisores de información. De esta forma, se creaba una
cadena.
Mucho más artesanal en su estructura y funcionamiento, y más
acotada en sus objetivos (no buscaba disimular su identidad, aunque seguía sin
"pegarse" directamente a Montoneros puesto que se definía políticamente más
amplia), al pie de los partes rezaba: "Cadena Informativa es uno de los
instrumentos que está creando el pueblo argentino para romper el bloqueo de la
información. Cadena Informativa puede ser USTED MISMO, un instrumento para que
usted se libere del terror y libere a otros del terror. Reproduzca esta
información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a
mimeógrafo. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando.
Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Vuelva
a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. DERROTE AL TERROR. HAGA
CIRCULAR ESTA INFORMACION" (98).
"Mi padre estaba tomando un recurso de
la cultura popular -explica Patricia Walsh, que junto a otros compañeros
colaboraba en Cadena...-. ¿Quién no ha recibido alguna vez alguna hoja invitando
a reenviarla? Esto ya existía, era un recurso popular y conocido que él tomó
para reasignarle un nuevo objetivo". Luego resalta el carácter artesanal del
medio: "Escribíamos y hacíamos las copias en papel Manifold, que es el papel más
finito, con una máquina de escribir manual y cinco, seis carbónicos para hacer
la mayor cantidad posible de copias. Eso era Cadena Informativa", concluye.
Salvo la Carta a la Junta y la Carta a mis amigos, Rodolfo Walsh no firmaba sus
partes. Era parte de su táctica de no comprometer el trabajo a un frente de la
organización. Su objetivo era, a través de estas herramientas, aportar a la
organización popular a partir de la ruptura de la incomunicación, que generaba
un terror que a su vez impedía los lazos solidarios y que hacía desconfiar de
todo y de todos.
En 1977, Walsh escribió la Carta abierta a la Junta
Militar. El 25 de marzo, después de enviar por correo los primeros ejemplares en
un buzón de Plaza Constitución, cayó en una emboscada de la Armada. Él estaba
armado y resistió el secuestro. Según el testimonio de su mujer, Lilia, llegó
muerto a la ESMA. "Nadie reprodujo la carta -dice Verbitsky-, que encontré
muchos años después en el archivo de uno de los grandes diarios. Sólo el Buenos
Aires Herald y Ariel Delgado informaron sobre su desaparición" (99).
La
conciencia de las dificultades para la publicación de sus escritos hizo que
Cadena Informativa privilegiara una comunicación horizontal donde emisores y
receptores confundían permanentemente sus roles. Tal como señala Lucila Pagliai,
la cadena tenía en cuenta la difusión de información de boca en boca:
"reproducir información, hacer correr la información entre la gente".
Los informes muchas veces se enviaban por correo, otras, se entregaban
personalmente. "Nuestra consigna -subraya Lilia Ferreyra- era 'reproduzca esta
información, derrote al terror, sienta la satisfacción de realizar un acto de
libertad', Apelábamos a la conciencia". Tan es así que al final de la Carta a
mis amigos, donde Walsh relata la muerte de su hija María Victoria tras un
combate con el ejército, escribe: "Esto es lo que quería decir a mis amigos y lo
que desearía de ellos es que lo transmitieran a otros por los medios que su
bondad les dicte".
Las fuentes de la información vuelven a ser las mismas
que se manejaban en el Departamento de Informaciones e Inteligencia, frente
"madre" desde donde se encararon todas estas experiencias comunicacionales.
"Escuchábamos transmisiones de las Fuerzas Armadas y policiales en busca de
información sobre operativos que raramente salían en los diarios; después, con
el dato concreto que podía llegar a través de un contacto o por un parte oficial
publicado en algún medio, redondeábamos la información", recuerda Ferreyra.
Tras el secuestro del escritor, algunos colaboradores continuaron su trabajo, a
partir de un informe sobre su muerte fechado en marzo de 1977. Al igual que en
el caso de ANCLA, esta "segunda etapa" duró hasta los primeros meses de 1978. En
su testimonio, Ferreyra explica que Walsh trabajó diferentes medios de
comunicación con relación a la coyuntura y las condiciones represivas de cada
momento: así dirigió el Semanario CGT durante la dictadura de Onganía, con la
apertura democrática de 1973 participó en el diario Noticias, más tarde y en
virtud del golpe de Estado ideó la Agencia de Noticias Clandestina (ANCLA), y
enseguida creó la Cadena Informativa y las cartas que llevaban su firma.
Las condiciones que llevaron a Walsh a proponer y llevar adelante un medio
absolutamente artesanal están bien descriptas en su carta a la Junta Militar:
"la censura de prensa, la persecución a intelectuales (...), son algunos de los
hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina (...)". En toda la
carta está presente la estrategia militar del silencio obligado, de la
incomunicación como garantía de la no reacción del pueblo: "La negativa de la
Junta a publicar los nombres de los prisioneros es asimismo la cobertura de una
sistemática ejecución de rehenes (...)"; y la necesidad y puesta en práctica de
la respuesta popular a través de una herramienta informativa: "impresión
confirmada por un muestreo periodístico de circulación clandestina".
Finalmente Walsh desnuda que, pese al terror, la sociedad hacía riesgosos
espacios para comunicarse e informarse acerca de lo que estaba sucediendo:
"entre 1500 y 3000 personas más -escribe- han sido masacradas en secreto después
de que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres". Esto muestra
hasta donde las noticias de boca en boca desafiaban la política del silencio.
Un antecedente: la resistencia peronista
En una nota de la revista
Evita Montonera, titulada "Cooke, historia de un militante", dice: "La primera
resistencia tiene todas las características de una lucha espontánea y salvaje,
donde cada grupo actúa desligado de los demás. En sus principios hay enormes
baches políticos, ideológicos e incluso de conocimientos técnicos".
"En
ese período (John William) Cooke (100) define los objetivos: hostigar a la
tiranía, alimentar con hechos heroicos el fervor de la masa peronista, y
difundir las consignas directrices del movimiento. En el exterior se organizan
los comandos de exiliados, en la Argentina se busca estructurar la lucha de los
comandos clandestinos, recuperar los sindicatos, y a la vez dar respuestas desde
el plano político" (101).
Como se verá, hay mucho de esa primera
resistencia peronista (1955-58) en el proyecto que involucra a la Agencia de
Noticias Clandestina y a la Cadena Informativa. Como un antecedente, Walsh
remite a ella en sus documentos críticos, a modo de ejemplo y señalando vías de
acción. No por casualidad la comunicación se constituyó en uno de los pilares
básicos de esa resistencia, que tuvo en cuenta desde las cintas con órdenes
concisas de Perón en el exilio hasta una profusa circulación de rumores.
Antes de partir a España, Perón se asiló en Caracas. Desde allí comenzó a
intercambiar información y a organizar su retorno al país, constante que se va a
mantener durante toda su proscripción. De la resistencia participaron civiles y
militares. Justamente, el general Valle fue uno de esos militares peronistas que
conspiraban para traer de vuelta al líder: aquel a quien Walsh retrató, a través
de la investigación sobre los fusilamientos de José León Suárez, en su Operación
Masacre.
Desde el exilio, Perón mandaba los "PECINCO" (102). Se trataba
de una serie de órdenes acerca de la contabilidad o el reparto de explosivos,
acompañadas de breves interpretaciones de la realidad nacional e internacional y
de los pasos a seguir en el marco del movimiento. Escritas en clave y en papel
copia, llegaban a sus destinatarios disimuladas en cajas de cigarrillos. En
general, eran instrucciones puntuales a los comandos guerrilleros.
Durante este período, Julio Troxler (103) -entre otros- fue un personaje clave
en la interconexión de los diferentes grupos, que chequeaban rigurosamente los
mensajes recibidos antes de ponerlos en práctica en el conjunto del movimiento
peronista. Si bien existía un comando táctico (Cooke) centralizado por razones
de seguridad, "cada peronista se convirtió en un combatiente. La unidad de
concepción hizo posible la unidad de acción", explican Laura y Angélica
González, hijas de un reconocido dirigente de la resistencia (104).
La
idea básica que sostenía todo el plan era una suerte de guerra de desgaste que
ponía todo su esfuerzo en una multiplicidad de acciones donde el poder "no
estaba, y ninguna donde se concentraba. De esta manera, se quería demostrar que
el país era ingobernable sin Perón a la cabeza" (105). El plan contemplaba
acciones de tipo militar, como los sabotajes y la colocación de explosivos
caseros; y de tipo político, como la propaganda y el rumor.
Fue en esa
época que se empezó a utilizar el "VP" (Perón Vuelve) en las pintadas, para
acrecentar la rapidez de la acción. De la misma forma, los rumores eran
organizados: en el almacén, en el barrio, en el trabajo, alguien echaba a andar
una consigna que se cumplía al pie de la letra. Esas acciones eran posibles
gracias a "la gran cantidad de compañeros, a la solidaridad y a la densidad del
movimiento".
El rumor podía ser "hay vidrio molido en el dulce de leche"
o "esta noche abrimos todas las canillas", entre otros tantos de gran
originalidad. De la misma manera se rumoreaba la preparación de un alzamiento
militar leal al movimiento peronista, el lanzamiento de la guerra popular, el
retorno de Perón y la orden de votar a Frondizi, que "no era confusa. Incluso
los compañeros la retuvieron durante un tiempo. Pero llegó a tiempo: la
'máquina' funcionaba y la orden se cumplió".
Según Laura y Angélica, "los
peronistas sabíamos que estábamos haciendo terrorismo, que estábamos haciendo al
país ingobernable. Cuando se desviaba un tren o se cortaba una calle, los
barrios se transformaban en una fiesta. Todos sabíamos de qué se trataba: había
que hacer imposible la vida normal, había que producir una sensación de caos: si
Perón no podía gobernar, entonces nadie podía porque el pueblo quería a Perón"
(106). De esta manera, se obligaba al "enemigo" a estar en constante movimiento.
Todas estas acciones fueron posibles gracias a una extensa red de distribución
de la información. En principio, partía de un gran emisor (Perón) que se dirigía
a núcleos reducidos, los que a su vez la multiplicaban en diferentes
direcciones, y así sucesivamente formando un enjambre. Cada receptor se
transformaba en un nuevo emisor que anexaba a la información impresiones
propias. Además, existían para esa época algunas radios clandestinas que
funcionaban interfiriendo señales y que alentaban a la población a sumarse a las
actividades por el retorno del líder.
Otro dato importante es que no
había niveles en el discurso de Perón. En sus grabaciones, "se plantó como un
profesor de la Escuela Superior de Guerra. La educación política era alta y el
que no entendía tenía que esforzarse por aprender" (107). De esta forma, la
participación en la información no estaba limitada a un grupo de cuadros: si
bien existía un emisor principal, el mensaje no sólo era descendente sino que se
combinaba con múltiples formas de comunicación horizontal. De todas formas, no
muchos tenían el privilegio de discutir con Perón.
Las formas
comunicacionales utilizadas durante la resistencia peronista funcionaron como
experiencia acumulada durante la década del '70. En esa oportunidad, a los
volantes, las pintadas y los periódicos se sumaron cantidad de expresiones que
incluyeron el cine, la música y el arte. De manera que todo medio de
comunicación alternativo comenzó a vincularse con el mundo de la política, a
combinar sus formas y a lograr la efectividad de un hecho político.
Otras experiencias vinculadas a Montoneros
Hacia 1979 el Movimiento
Peronista Montonero (MPM) instaló legalmente en Costa Rica una emisora de radio
de onda corta, Radio Noticias del Continente. Dirigida por el periodista y
escritor Carlos O. Suárez, su función era denunciar las crecientes violaciones a
los derechos humanos y las consecuencias de la política económica en toda
América Latina, y era parte de una ofensiva propagandística de la organización
contra el régimen argentino. Las presiones del gobierno militar, respaldo en la
tarea por las dictaduras de Guatemala y El Salvador, hicieron que la experiencia
fuera obligada al silencio, a principios de 1981 (108).
A Radio Noticias
del Continente se le sumaron varios órganos de prensa, la mayoría de ellos de
vida efímera y de edición internacional, que respondían al MPM o a algunos de
sus frentes: Crónica de la Resistencia Sindical Argentina, Noticias (de
Argentina), Vencer, Noticias (de Argentina) y El 17.
En 1975, luego del
pase a la clandestinidad de Montoneros, circuló en forma restringida entre los
militantes un Manual del Miliciano, cuyo objetivo era brindar conocimientos
básicos para la formación de milicias montoneras. El plan respondía a la
hipótesis de agudización del conflicto social. Uno de los capítulos se extiende
acerca de las acciones de propaganda: entre ellas se destaca Radio Liberación TV
(RLTV). Según algunos testimonios, el documento fue elaborado por el oficial
2do. Rodolfo Walsh y el subcomandante Oscar De Gregorio (alias "Sordo",
secuestrado en Uruguay y luego desaparecido en la ESMA); mientras que otros
sostienen que el autor del manual fue el dirigente montonero Julio Roqué.
En palabras de Daniel James, el material de instrucción apuntaba tanto a
acciones "activas" como "pasivas", entendiendo a las primeras como de corte
militar y las segundas de corte político. Radio Liberación TV era una de las
herramientas que el documento elaboraba como una de las "armas" de la nueva
estrategia. La radio era más bien un conjunto de dispositivos portátiles que,
enchufados a un tomacorriente común, emitían mensajes grabados que interferían
el audio de las señales de televisión en un radio de ocho o diez manzanas a la
redonda: una voz en off se encargaba de anunciar, por ejemplo, que "el
comandante Mario Firmenich se va a dirigir al pueblo".
El mismo esquema
se utilizaba para interceptaciones de las frecuencias de radio. El manual abunda
en detalles técnicos y en otros métodos de propaganda clandestina mucho más
artesanales: "gancheras", es decir, ganchos de los que pendían panfletos
ubicados en lugares de gran concentración de público (estaciones, colectivos,
etc.); artefactos lanzapanfletos; despliegue sorpresivo de estandartes o
carteles en lugares públicos; toma de colectivos para realizar arengas; pegada
de obleas con consignas en colectivos y trenes; "miliciadas", etc.
Las
"miliciadas" eran una suerte de copamiento momentáneo de pequeñas zonas de la
ciudad o de la periferia, durante las cuales se realizaban actividades de
información y propaganda. Antes y durante la operación, se realizaban
innumerables denuncias falsas en las comisarías de la zona, a fin de
despistarlas. Así, los militantes, en general dirigentes de los frentes de
masas, se retiraban con éxito del lugar antes que llegara la represión. "Se
producía un caos momentáneo", explica Roberto Perdía.
De esta manera
puede observarse la gran cantidad de métodos utilizados en el área de prensa,
entendiendo a ésta como un espacio no recortado. La necesidad de comunicación
entre la organización política y el conjunto se constituye como un eje vital. En
este sentido, se fomentó la participación en la multiplicación de información
como una manera de resistir a la dictadura. Como reseña Noticias (de Argentina),
"cada escucha del pueblo es otra dinámica emisora, otra RLTV en funcionamiento
con el motor al máximo. Esta vez fue la huelga. A partir de ahora,
multiplicándose, la prensa popular oral y escrita acelerará su función de
informar, agitar y conducir".
Notas
98 Rodolfo Walsh, "Crónica del
Terror". Informe número 1, diciembre de 1976, de Cadena Informativa. Compilado
por Horacio Verbitsky (1985).
99 De todas formas, aunque entre líneas y
en páginas secundarias, se publicó más de lo que se cree. En ese sentido, las
ediciones del 25 de noviembre de 1977 del matutino la Nación y de la Opinión
publicaron pequeñas columnas sobre las gestiones que estaban realizando
intelectuales europeos a favor de Rodolfo Walsh. Yen la edición del 4 de marzo
de 1978, el diario Clarín publicó un recuadro sobre la reunión de la Sociedad
Interamericana de Prensa (SIP), donde se refiere a la situación de "varios
periodistas que se encuentran arrestados o han desaparecido, como en el caso de
la Argentina con Rodolfo Walsh (…) y Jacobo Timerman, (...) quien se halla en
prisión a disposición del gobierno".
100 John William Cooke fue delegado personal de Perón, y sostuvo con él una
interesante polémica que se refleja en los dos tomos de la "Correspondencia
Perón-Cooke".
101 Evita Montonera. Año 1, nro. 6, agosto de 1975.
102 "PE" por Perón, "CINCO" por la cantidad de letras que componen el
nombre.
103 Troxler fue uno de los sobrevivientes de los fusilamientos de José León
Suárez. Más tarde, acompañó a Walsh en la filmación de la película basada en el
libro del escritor.
104 Las entrevistadas prefirieron usar pseudónimos,
la razón se funda en que participaron de la resistencia secundariamente y
acompañando a su padre, jefe de un comando situado en la Paz, Bolivia. Además,
en aquella época eran adolescentes. Por tal motivo consideraron poco humilde
"hacerse cargo" en tanto protagonistas (mayo de 1998).
105 Cfr. Laura y
Angélica González, op. cit.
106 Idem.
107 Idem.
108 Más información sobre la experiencia
de Radio Noticias del Continente en Suárez, Carlos O.: La complicidad (Buenos
Aires, Ediciones Siena - Palabra Argentina, 2000, págs. 8-9 y 17-18). Suárez,
director de la emisora instalada en el pueblo de Grecia, en las afueras de la
capital costarricense, relata cómo ex-guardias somocistas de la legión 15 de
Septiembre atacaron la sede de la radio en la noche del 14 de diciembre de 1980.
los defensores, militantes populares de Costa Rica y la Argentina, rechazaron el
ataque y obligaron a los agresores a la huida. "Este episodio -escribe Suárez-
marca simbólicamente la iniciación de la larga y sangrienta guerra de los
contras para derrocar al gobierno sandinista, bajo la dirección de los Estados
Unidos", la operación estaba destinada a lograr el apoyo de la dictadura
argentina en la guerra contra Nicaragua. El autor cita también el libro de
Yeves, Enrique: La contra. Una guerra sucia (Buenos Aires, Ediciones Grupo Zeta,
1990).
ANCLA no es una experiencia comunicacional aislada, sino que está inserta en lo
que genéricamente se denomina "comunicación alternativa". y decimos
"genéricamente" porque no existe una única definición para "comunicación
alternativa": por el contrario, este fenómeno abarca una diversidad de
conceptualizaciones que ponen el acento en diferentes elementos a la hora de
establecer una divisoria de aguas entre lo que es alternativo y lo que no lo es.
Hecha esta aclaración, podemos decir que ANCLA representa un caso de
alternatividad posible de estudiar a partir de la existencia de otros casos
similares, donde son ciertos componentes, objetivos o formas de funcionamiento
los que ensayan un marco teórico común a todos ellos.
Máximo Simpson
señala y critica dos tendencias de investigación predominantes en el abordaje de
la comunicación alternativa en América Latina: la que considera alternativa a la
comunicación que surge como respuesta a la estructura transnacional de los
medios masivos de comunicación (y que hace eje en la horizontalidad, la
participación y la posibilidad de acceso al medio); y la que entiende lo
alternativo en función de sus vínculos con los proyectos de cambio social.
Dentro de esta última corriente, que se fundamenta en la teoría de la vanguardia
social y política, se ubica la experiencia de ANCLA.
Aquí, uno de los
elementos relevantes es la inserción de la práctica comunicacional en una
"praxis transformadora de la sociedad en tanto totalidad" (109). Es decir, la
construcción de un "proyecto coherente y sistemático del uso de los medios en un
proceso revolucionario, proyecto que no debe esperar el inicio del proceso para
recién entonces comenzar a ser elaborado" (110). De acuerdo a esta perspectiva
de análisis, acompañar o impulsar el desarrollo del movimiento popular y de la
organización política es uno de los componentes del fenómeno, donde las
experiencias se asumen como instrumento o apoyatura de un proyecto de cambio. En
otras palabras, porque se colocan al servicio de la acción política, "al margen
de la diversidad de objetivos que procuren: contrainformar, desarrollar niveles
de conciencia, agitar, formar cuadros, etc." (111).
En este sentido la
comunicación político alternativa es vista como parte de un proceso, y por lo
tanto el contexto en que se desarrolla es determinante. No es lo mismo comunicar
dentro del marco de una normalidad institucional que hacerlo en una coyuntura
altamente represiva (tal es el caso de ANCLA), hecho que tiende a limitar sus
posibilidades: la viabilidad de lo alternativo no sólo enfrenta
condicionamientos económicos (como en el caso de Radio Chilena durante el
mandato de Allende), sino también una situación de obligada clandestinidad. En
última instancia, la coyuntura tiene un peso vital a la hora de multiplicar los
canales de acceso al medio o de hacer eje en la horizontalidad, más difíciles
-si no imposibles- en tiempos de emergencia.
Un medio entendido como una
parte de un todo supone, además, una subordinación estratégica de sus objetivos
y de sus formas de funcionamiento a las necesidades del conjunto de la
organización o movimiento al que pertenece. La agencia clandestina no es una
excepción a este criterio, aunque también reflejó desde su estructura la
polémica entre Rodolfo Walsh y la conducción de Montoneros (112). Por un lado,
en tanto política del área de Inteligencia (que a su vez dependía de la
Secretaría Militar) fijó sus objetivos de acuerdo a las tareas de
contrainteligencia que debía llevar adelante; por el otro y en tanto medio
alternativo, buscó contrarrestar el muro de silencio durante los primeros años
de la dictadura, en un intento por generar grietas que ayudaran a enfrentar el
terror. Por eso, una reconstrucción de la experiencia deja entrever que, dada la
represión imperante, lo prioritario para la agencia era asegurar que la
información llegara a sus destinatarios, sean trabajadores, periodistas,
personalidades, miembros de las Fuerzas Armadas o representantes de los grupos
económicos. Debemos recordar, llegado este punto, que la participación popular
desde la producción de la información (en tanto fuentes) se fue recortando a
medida que la represión recrudeció.
Desde este marco de análisis, ANCLA
se inserta en una secuencia de continuidad con otras experiencias similares. Las
radios insurgentes o guerrilleras, por ejemplo, nacieron como parte constitutiva
de una estrategia totalizadora (en términos de Margarita Graziano), y en ese
sentido su tarea fundamental estuvo vinculada a la agitación y la propaganda
política: Radio Rebelde de Cuba (que transmitía desde Sierra Maestra gracias a
un artefacto móvil); Radio Sandino de Nicaragua; Radio Venceremos y Radio
Farabundo Martí de El Salvador; y la radio Voz da Frelimo de Mozambique, que
emitía desde Tanzania (113), entre otras. Algunas veces más destinadas a la
vanguardia organizada que a las masas en su conjunto, estos medios prestaron
mayor atención a los contenidos que a las "formas", el lenguaje y la estética.
Frente a los medios de comunicación masiva que se sujetaban a la autocensura y a
una lógica mercantil que dejaba afuera a la mayoría (o eran sistemáticamente
silenciados por la represión), las radios se constituyeron en una necesidad
frente a un sistema opresivo.
En el caso de El Salvador, "el nacimiento
de la radio no fue un invento, una idea genial de nadie. Fue el resultado de un
proceso políticosocial" que se vivía a fines de los '70, explica el director de
la radio Farabundo Martí, Mauricio Wil{redo Cepeda. Al igual que las condiciones
que llevaron a la creación de ANCLA, en El Salvador "hubo un cierre absoluto de
los espacios informativos, una mordaza gubernamental a los medios de
comunicación en cuanto a brindar información, y también se dio la autocensura
por parte de los mismos empresarios. A la par de esto se dio una situación de
represión contra los periodistas de ideas democráticas y contra los medios que
tenían alguna vocación democrática" (114).
Las primeras experiencias
comunicacionales del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN)
estuvieron ligadas a la toma de emisoras y al intento de funcionamiento de una
radio en Costa Rica. Sin embargo, el esfuerzo que cada una de estas acciones
suponía llevó finalmente a pensar en la instalación de medios propios. A partir
de ese momento, el FMLN contó con emisoras en las zonas rurales y montañosas,
cuya instalación coincidió con la ofensiva general lanzada por el Frente en
enero de 1981 y tuvo estrecha vinculación con la necesidad de comunicación del
pueblo salvadoreño. La radio jugó un rol esencial no sólo en la información,
sino también en la organización, la orientación y la educación de las masas.
Al mismo tiempo, las emisoras se constituyeron en instrumentos de
desmoralización de las fuerzas gubernamentales: se trataba de transmisiones en
guerra que involucraban tanto la representación como la acción. Una anécdota
echa luz sobre esta idea: la única vez que Radio Farabundo Martí dejo de
transmitir fue en el marco de una acción militar. Por espacio de unos días, la
radio se llamó a silencio para hacer creer al coronel Domingo Monterrosa que sus
tropas habían capturado los preciados equipos radiofónicos. En realidad, el
militar había secuestrado equipos falsos, cargados de explosivos que estallaron
en el momento en que eran trasladados como trofeo en un helicóptero de las
fuerzas armadas (115).
La conceptualización de la alternatividad como
acción y representación inserta en un proyecto de cambio social se refleja,
también, en la experiencia de ANCLA, a partir de su doble rol: uno de
inteligencia, el otro de contrainformación. Por ese motivo, no sólo apuntó a la
participación popular desde la producción de información (fuentes) y la oralidad
(bemba), sino que fundamentalmente se abrió camino en una "guerra psicológica"
contra el poder y al estilo resistencia peronista, que tenía como principal
objetivo actuar como instrumento desestabilizador de la cohesión de la Junta
Militar en ilegal ejercicio del poder. El aspecto determinante, entonces, estuvo
dado por la importancia del manejo contrainformacional en términos políticos y
de inteligencia.
Entre sus fuentes, no sólo se contaban el estudio de la
prensa legal (que estaba al servicio de la dictadura o prestaba indiferencia a
los problemas sociales) y las interferencias a las comunicaciones de los
organismos de seguridad, sino también una necesaria participación de la
población en general. En este sentido, es claro un recuadro publicado en la
revista Evita Montonera' (116), donde el Departamento de Informaciones e
Inteligencia escribió sobre el carácter de esa participación: "Todos manejamos
alguna información sobre el enemigo (...) Esa información, tal vez en sí misma
no sea muy importante o (...) no sirva para una acción militar espectacular,
pero para nosotros por más pequeño que sea cualquier dato es útil, porque lo
unimos a otros datos y así vamos armando nuestra red de información (...)"
(117).
Este elemento, en sí mismo, funciona también como una marca de
diferencia con respecto a las otras experiencias mencionadas (radios
insurgentes) y prensas de carácter partidario. En estos últimos casos, la
función prioritaria está dada por la propaganda y la agitación destinada a los
destacamentos avanzados de vanguardia, en términos leninistas, y organizaciones
de base. ANCLA, en cambio, se orientó hacia el campo de la inteligencia y
paralelamente encaró la comunicación pero desde un punto de vista más amplio.
Por ese motivo entre sus destinatarios había periodistas, de forma tal de hacer
correr la información en múltiples direcciones.
Esta diferencia entre
medios partidarios y medios más amplios no debe entenderse como una
contradicción. Por el contrario, se trata de roles distintos que se complementan
y que forman parte de una integralidad. Desde esta perspectiva pueden evaluarse,
por ejemplo, el funcionamiento de la revista El Descamisado (órgano de prensa y
propaganda de Montoneros en los primeros '70) y del diario Noticias (sostenido
por Montoneros pero mediatizado por periodistas -también militantes- y con un
discurso contestatario pero dirigido a las más amplias masas populares). Y aún
cuando las experiencias tengan una pertenencia partidaria distinta, desde la
óptica de la lucha político ideológica actúan como complemento la una de la
otra. En el mismo sentido y de acuerdo a la etapa política, unas u otras pueden
adquirir también mayor relevancia. La infinidad de medios alternativos proclives
al cambio permiten visualizar las posibilidades de los diferentes roles.
La importancia de la integralidad, así entendida, se refleja en las
apreciaciones de Lenin en torno al papel de la prensa. Las formas marginales de
comunicación o "agitación local artesanal", que por sí solas suelen tender a la
dispersión de esfuerzos, sirven de base sin embargo "para toda la actividad del
partido" (118). En la Rusia de finales de la década de 1890, las "hojas obreras"
-primeras publicaciones socialdemócratas, del tipo "volante"- alcanzaron una
importante difusión, aún en la clandestinidad. Pese a eso, Lenin bregó por
superar el "carácter estrecho, 'artesano', de la labor local", a fin de crear un
órgano de difusión central, fundamental para "la organización del partido y la
unificación de todos los socialdemócratas". Al mismo tiempo, ese órgano central
debía estar estrechamente vinculado a las formas locales.
Fernando Reyes
Matta, por otra parte, plantea la necesidad de generar una red que coordine las
diversas experiencias en un sistema alternativo de información, y señala también
dos niveles: uno de superficie, donde se desarrolla la experiencia alternativa;
otro subterráneo, donde se desarrolla la experiencia clandestina. La primera
debe ser más cuidadosa en su discurso, mientras que la segunda tiene más
libertad de acción. La comunicación marginal, entendida como "una experiencia
previa que impulsa el proceso de comunicación alternativa", comienza con un
grupo que "echa a andar un medio" y que, en la medida en que "se hace parte de
la praxis social, adquiere la fuerza de permanecer, dejando de ser una forma
marginal y pasando a ser una expresión alternativa" (119).
Esta idea presenta dos niveles de acción en lo que hace a la comunicación
alternativa. Pero no necesariamente uno es el puntapié inicial del otro. Además,
ambos pueden ser complementarios. Retomando el caso ruso, el desarrollo
satisfactorio de Pravda (120) como órgano legal necesitó, de todos modos, un
órgano clandestino central para completar la información. Y eso pese a que el
periódico venía a ser la consecuencia de una serie de publicaciones clandestinas
y descentralizadas que minaron durante años a las fuerzas reaccionarias y que
permitieron a los obreros participar tanto de su elaboración como de su
distribución.
En ese sentido Lenin plantea la necesaria combinación entre
la prensa legal y la ilegal, es decir, de superficie o subterránea, en virtud
del desenmascaramiento del "carácter engañoso de la libertad y de la igualdad
bajo la democracia burguesa". Es por ese motivo que propone a los partidos la
creación de periódicos legales de difusión masiva entre los obreros que, sin
decirse comunistas, aprovechen los resquicios de la legalidad para alcanzar el
mayor número de lectores; al mismo tiempo que llama a reproducir "octavillas
clandestinas (...) en multitud de imprentas por los obreros (clandestinamente o,
si el movimiento crece, mediante la ocupación revolucionaria de los talleres
tipográficos) y que proporcionen al proletariado una información revolucionaria
libre y consignas revolucionarias" (121).
La resolución aprobada en 1913
por el Comité Central del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia es clara al
respecto: mientras en el primer punto establece "la enorme importancia de la
prensa legal para la causa de la agitación y de la organización
socialdemócratas"; más adelante continúa que "en vista del agudizamiento de la
lucha revolucionaria de las masas en los últimos tiempos, y de la precisión de
informar de ella plenamente (...), cosa que no está al alcance de la prensa
legal, la reunión llama a (...) impulsar la editorial clandestina del partido,
advirtiendo que, además de las octavillas y folletos clandestinos, (…) es
absolutamente imprescindible la salida más frecuente y regular del órgano
clandestino del partido (Organo Central)" (122).
En nuestro país y de acuerdo al caso que estamos estudiando, las formas de
comunicación significaron una respuesta a la realidad concreta. Cuando ya no fue
posible un diario legal como Noticias, apareció ANCLA; casi enseguida nació la
Cadena Informativa, más artesanal en su forma y más limitada en cuanto a
objetivos y destinatarios; y finalmente surgieron las cartas que llevaban la
firma de Rodolfo Walsh, en una vuelta a la propia identidad para llamar la
atención acerca de lo que estaba sucediendo.
Tal como señaló Lilia
Ferreyra, Walsh ideó medios de comunicación adecuados al contexto político en
que les tocaba desarrollarse (123). La agencia clandestina fue parte de un
proyecto transformador y desde su estructura se vinculó a la praxis social.
Respondió a una evaluación política tendiente a generar herramientas políticas
ofensivas en el marco de un repliegue estratégico hacia los sectores populares y
el peronismo como identidad de las masas. Esto demuestra hasta qué punto la
comunicación puede alcanzar un rol activo en la articulación, organización y
autodefensa popular: como decía Simón Bolívar, "la prensa es la artillería del
pensamiento" (124).
De la misma forma, las radios insurgentes surgieron
como necesidad de comunicación y organización de la guerrilla frente a la
censura, y la red de radios mineras bolivianas nació para la lucha y la
autodefensa obrera y campesina frente a la emergencia política. Asimismo, y pese
a la clandestinidad y la represión, las formas artesanales de comunicación
trabajadas durante la primer resistencia peronista (desde el derrocamiento de
Perón hasta el gobierno de Frondizi), fueron de gran efectividad y abrieron el
camino de los sabotajes y la incontenible movilización del peronismo proscripto
que se evidenció en la cumplimentación de las directivas enviadas por Perón
desde el exilio.
La línea contrainformacional como elemento de la
alternatividad puede rastrearse en todas estas experiencias. La agencia de
noticias cubana Prensa Latina constituye uno de tantos ejemplos. Fundada en 1959
por Jorge Masetti y donde participó activamente Rodolfo Walsh, entre sus
objetivos figuraba el de presentar una cobertura eficaz de las noticias cubanas
e internacionales, sistemáticamente deformadas por el discurso de los monopolios
informativos transnacionales. Perón en la Argentina y Quadros en Brasil
intentaron también la creación de agencias noticiosas propias, ensayos que
fueron ahogados por las agencias norteamericanas "para quienes el periodismo
estatal es un crimen cuando se trata del estado nacional, y no lo es cuando
detrás se oculta el poder extranjero" (125).
En 1968 se presentó en las
sedes de la CGT de los Argentinos de Rosario y Buenos Aires la muestra Tucumán
Arde (126). En aquella oportunidad, un grupo de artistas planteó la muestra como
una campaña contrainformacional destinada a mostrar la crítica situación
tucumana, producto de los sucesivos cierres de los ingenios azucareros (127).
Frente al silencio y la tergiversación de los medios masivos y la propaganda
oficial de la dictadura de Onganía, la muestra buscó causar entre los
espectadores el mismo efecto que el de un acto político, de forma de aportar
realmente al cambio (128).
Tampoco escapan a esta interpretación los
grupos de Cine de Base y Cine Liberación, o el Semanario CGT, que se planteó
como un periódico enfrentado a los medios masivos entendidos como parte
constitutiva del sistema, y por lo tanto como manipuladores de la información
que ponen trabas a la interpretación de la realidad obrera y social o
tergiversan los acontecimientos. Estas experiencias se desarrollaron en el marco
de una realidad político-social signada por la Revolución Cubana y la guerra de
Vietnam, entre otros hechos de relevancia, que a su vez funcionaron como anclaje
de sentido de muchos de los proyectos de comunicación alternativa.
Actualmente, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional busca contrarrestar a
través de sus comunicados las informaciones oficiales acerca de la situación en
Chiapas y sobre las masacres producidas por el ejército oficial y los grupos
paramilitares contra comunidades indígenas, los cuales circulan por Internet y
en poco tiempo lograron el objetivo político de la adhesión internacional de
numerosos organismos de derechos humanos y de personalidades del mundo
intelectual y artístico: allí donde comienza a plantearse un proyecto de
transformación económica, política y social, la necesidad de comunicarse para el
aprendizaje, la organización, la lucha y la movilización, es fundamental.
Una tradición latinoamericana: la prensa como herramienta de combate
El uso de medios de comunicación como herramienta política
contrainformacional tuvo un rol fundamental en latinoamérica desde mucho antes
del surgimiento de las experiencias aquí mencionadas. Tal es el caso de los
pasquines sediciosos que acompañaron el malestar y las tempranas sublevaciones
en las postrimerías del régimen español en América; los escritos clandestinos
que circularon en la Buenos Aires colonial durante los cabildos de 1809 y 1810.
Y las indicaciones de Mariano Moreno sobre la importancia de la propaganda "para
consolidar la obra grande de nuestra Libertad e Independencia", entre otras
experiencias de no menor relevancia.
Un seguimiento del desarrollo de las
formas comunicacionales contestatarias o de oposición a lo largo de la historia,
revela una notable tradición en la materia. De todas formas, no pretendemos aquí
agotar todas las posibilidades, sino descubrir -desde el desarrollo de algunos
casos significativos- los modos de funcionamiento de la prensa como instrumento
de combate y su aporte a una conceptualización de la comunicación alternativa
ligada a los procesos de cambio.
Dos resoluciones, una del 14 de abril de
1766 y otra del 18 de diciembre de 1804, actúan como el punto cero de donde
parte nuestro análisis: concretamente, porque representan el momento en que las
autoridades del virreinato comenzaron a vislumbrar el peligro que los pasquines
significaban para el orden y la soberanía peninsular sobre el territorio
americano. Dichas disposiciones fueron las encargadas de prohibir en las tierras
del Reino "la composición de pasquines, sátiras, versos, manifiestos y otros
papeles sediciosos" (129) que circulaban clandestinamente o amanecían fijados en
lugares públicos, Incluso, castigaban con dureza a quienes por simple curiosidad
los guardaban o los leían.
Según el historiador Boleslao Lewin, "en la época colonial de
Hispanoamérica, a medida que surgía el descontento, aparecía el pasquín, el
escrito ilegal programático, reivindicatorio o simplemente insultante. No existe
una producción política escrita tan expresiva y tan auténticamente popular, por
su carácter intrínseco y por la rapidez de su difusión, como la de los pasquines
(...), vehículo por medio del cual el espíritu revolucionario penetraba en las
capas populares, cuyo anhelo expresaba".
El fenómeno del pasquinismo en
la América colonial cumplió con éxito una doble función de protesta y
organización contra la corona y de defensa de los intereses de criollos y
mestizos. Incluso, este peculiar modo de comunicación fue muy intenso en el Alto
Perú, donde aún no existía la imprenta. Para el historiador Humberto Vázquez
Machicado, el punto más alto en la difusión de los misteriosos folletos tuvo
lugar durante el último período del régimen, cuando la conciencia emancipadora
comenzó a extenderse secretamente, pero a paso firme, a lo largo y a lo ancho de
los virreinatos. En ese entonces, los escritos que promovían sublevaciones y
pregonaban la libertad actuaron como "válvula de escape, elemento de campaña (y)
ardid de guerra (…) Aherrojado el pensamiento libre y castigados horriblemente
los que se hubiesen atrevido a hacer propaganda contra el régimen, los
descontentos valíanse de los pasquines para llevar a conocimiento del pueblo su
prédica" (130).
Los escritos acompañaron cada una de las manifestaciones
del descontento. La rebelión campesino-indígena encabezada por Tupac Amaru
(1780-81) fue una de las primeras, aunque ahogada con extrema violencia por las
tropas del virrey Agustín de Jáuregui. Tras la sublevación, que funcionó como un
toque de alerta para las autoridades del virreinato, los criollos aprendieron de
la debilidad española y tomaron conciencia de la necesidad de acercarse a los
mestizos para enfrentar a la realeza. El pánico por la insurrección fue una
oportunidad, además, para lanzar sus pasquines de denuncia contra los
privilegios de ultramar y sobre la escasa participación criolla en la
apropiación de los beneficios económicos: esos años vieron aparecer hojas
escritas, algunas en latín, otras con deliberadas faltas ortográficas, en
Charcas, Chuquisaca, La Plata, La Paz, Buenos Aires y Santiago del Estero. Una,
fechada en marzo de 1780, amenazaba: "Los ciudadanos de La Paz que hasta La
Presente, quietud han mantenido, Oy día a Los fieles Amigos convida que estén
promtos alas tres bombas de n.ra. zeña adar fin en la media noche con el Gallo,
y sus Aves, Rompiendo Los tiernos Christales. También alos Adulones advertimos,
que si respaldan, al Corregidor: morirán martirez con el" (131).
Poco más
tarde, una firme intencionalidad emancipadora se reveló en infinidad de
pasquines que actuaron con la eficacia de un arma de combate en el terreno de la
conspiración. En 1785 Chuquisaca vivió una nueva sublevación, llamada "de los
muchachos", donde se evidenció la creciente coordinación entre criollos y
mestizos: mientras las clases populares se enfrentaron a los soldados del rey,
los criollos aportaron lo suyo con la difusión clandestina de pasquines que
alentaban a la pelea e impulsaban a la acción. Buscaban, de esta forma, horadar
aún más las débiles estructuras virreinales, sembrar el desprestigio, hacer
correr las más variadas suspicacias; en otras palabras, acelerar la caída del
régimen.
"Esa labor picante, no solo tendenciosa, sino corrosiva, (...)
de amenazas veladas o abiertas, etc. hacía tanto o más daño que una revuelta
intrascendente. Pinchaban en los puntos neurálgicos del sistema y se ensañaban
en sus vicios y defectos, los que no sólo ponían al descubierto, sino que a
veces exageraban a fin de aumentar mayormente el efecto de sus sátiras y
ataques", explica Vázquez Machicado. Esta táctica de exasperación del enemigo
creaba el clima propicio para el fermento de las ideas revolucionarias. Y "como
los redactores de los pasquines estaban dentro del mismo medio contra el cual
estaban dirigidos, sabían muy bien dónde, cómo y cuándo herir" (132).
Los
pasquines sediciosos cumplieron con eficacia una doble tarea de denuncia y
agitación y de suspicacia y conspiración (inteligencia). En las postrimerías de
un régimen que se desmoronaba, su acción involucró tanto la representación como
la acción y tuvo un objetivo bien definido: primero de defensa de los intereses
criollos lesionados, luego de aliento para la emancipación. Los emisores,
amparados en el anonimato y siempre prestos a defender el honor y la inocencia,
supieron crear lazos secretos entre los descontentos del virreinato, haciendo de
cada receptor un emisor en potencia. Como toda propaganda contraria al régimen
era sistemáticamente censurada y reprimida, los escritos volantes actuaron como
una herramienta de difusión clandestina, informando "al público corriente de los
puntos flacos y vulnerables del régimen, a la par que de la actitud e
intenciones rebeldes, y así poco a poco, en medio de sus intencionadas faltas de
ortografía o incorrecta redacción, desaliñada adrede, enseñaban al pueblo el
camino de la emancipación" (133).
Hacia 1794-95, los pasquines vuelven a
irrumpir en la vida colonial, pero esta vez claramente influidos por las ideas
de la Revolución Francesa: "Mueran los Poderosos Criollos y ladrones Europeos, a
Barrilasos de Polbora; Viva Francia, y las yndias entre Plebeos, y naturales.
Lebantemonos" (134) , rezaba uno de ellos. Es notable la veracidad con que
muchos de los escritos reflejaban los sucesos europeos. Los vivas a Francia no
eran otra cosa que la imagen de la libertad y la igualdad, traducida a las
necesidades de la colonia. Lo cierto es que los pasquines, que constituyen todo
un género literario, efectuaron su labor de agitación tanto desde un punto de
vista más burlón como político, de acuerdo a los planes de sus redactores y a
las necesidades coyunturales.
En la Buenos Aires de 1795, los pasquines
sediciosos fueron el órgano popular de expresión de la llamada "conspiración de
los franceses" (135), primera irrupción popular en la política argentina en
tanto figuran hombres procedentes de las clases populares como acusados de un
delito político (136). En aquella oportunidad, el alcalde de primer voto Martín
de Álzaga lanzó una dura persecución contra los sospechosos de conspirar y
sublevar a los esclavos. Los escritos, que amanecían pegados en distintas
esquinas de la ciudad, eran el soporte adecuado para la difusión de las
consignas revolucionarias que los "libros prohibidos" trabajaban con mayor
detenimiento. De hecho, el episodio comenzó con la quema de un "Bolter"; es
decir, de una obra de Voltaire.
El alcalde Álzaga, alertado del peligro en ciernes, dispuso entonces la
detención del mestizo correntino José Díaz, un tupacamarista que profesaba un
profundo odio hacia los peninsulares y que veía en la Revolución Francesa la
esperanza de una vindicación social. No se trataba de una travesura o un hecho
intrascendente, puesto que el alcalde realizó un despliegue inusual para dar con
los conspiradores y fue inflexible a la hora de aplicar numerosas sesiones de
las más terribles torturas.
En respuesta a la actitud de Álzaga, los
"franceses" multiplicaron la producción de pasquines de tono amenazante: "Martín
Álzaga, dentro de un año irás a la guillotina; tú y cuantos andan con
averiguaciones, y tus bienes serán para la Convención Americana. Tu asesor
piensa conseguir una garnacha, será el segundo que la estrene. Guarda éste para
la memoria. ¡Viva! ¡Viva! ¡Viva la Libertad! (...J". Otro, del mismo tenor,
decía: "Señor capataz, sírvase dirigir esos esclavos a la Libertad, pues si no
será guillotinado junto con su patrón, don Martín de Álzaga". y con respecto a
los presos, otros dos pasquines sentenciaban: "Españoles, los que sois cuerdos,
mucha sangre costará a los que tienen parte en la prisión de los franceses.
¡Viva la Libertad! ¡Viva la Libertad! ¡Viva la Libertad!"; "La nación francesa
tomará satisfacción. Costará arroyos de sangre. Ya se da aviso a París.
Satisfacción se dará. ¡Ladrones! Tu tienes los bienes de los franceses. ¡Viva la
Libertad!" (137).
Esta suerte de "guerra de nervios" propia de la
circulación de pasquines puede descubrirse, también, durante los cabildos de
1809 y 1810, que públicamente juraban lealtad a Fernando VII y por lo bajo
aseguraban que "Ias Américas primero dejarán de ser, que dejar de aspirar a
gobernarse por sí misma, puesto que devemos contar por muerto al Sr. D.
Fernando, exista o no exista" (138). Se trataba de una oposición sorda pero no
por ello menos firme, y que estaba a la vista aunque al mismo tiempo era
inasible. Asimismo, y a pesar de "las caretas de felicidad a Fernando VII",
Vázquez Machicado concluye que "las rebeliones de 1809 y 1810 en el Alto Perú
como en el Río de la Plata, fueron esencialmente libertadoras".
Mientras
tanto y en Buenos Aires, la Primera Junta Patria (1810) encargaba a su
secretario, Mariano Moreno, la redacción secreta de un Plan de Operaciones
destinado a consolidar la obra de la Independencia (139). Tal como consta en
dicho texto, "la base de la propaganda sería el misterio de Fernando,
'circunstancia la más importante para lIevarla siempre por delante, tanto en la
boca como en los papeles públicos y decretos (…) pues es un ayudante a nuestra
causa el más soberbio, (y) aún cuando nuestra obra y conducta desmientan esta
apariencia, (...) nos da un margen para fundar ciertas gestiones y argumentos,
así en las cortes extranjeras como en España'" (140).
El objetivo
manifiesto de esta política era "entretener y dividir las opiniones de la misma
España, haciendo titubear y aparentar por algún tiempo hasta que nuestras
disposiciones nos vayan poniendo a cubierto"; para ello, el plan aconsejaba
enviar "actas o representaciones a los cabildos de esta capital e interiores
expresando que (...) se desvelan para conservar los dominios de esta América
para el señor Fernando VII" (141). El plan secreto establecía también la
formación de una embajada en la península, de "tres hasta cinco individuos de
talento y que atesoren el don de la palabra", con el cometido de hacer dudar a
los españoles sobre cuál de ambos partidos era el verdaderamente realista (142).
Esta campaña de acción psicológica y contrainformación colocaba en un lugar
destacado a la propaganda. En ese sentido, proponía el envío de cartas con
nombres y firmas falsificadas, con el objeto de provocar el desprestigio y la
desconfianza entre las fuerzas realistas. En otras palabras, se trataba del
recurso del secreto, del disimulo y la confusión deliberada, propio de los
pasquines sediciosos -cuyas faltas ortográficas y errores de redacción tenían el
propósito de despistar- y de todas aquellas experiencias que combinaron la
inteligencia y la comunicación para alcanzar sus objetivos.
Estas formas
de encarar la comunicación como arma de combate constituyen una tradición en la
difusión política latinoamericana, y como tal pueden rastrearse, a lo largo de
los años y de acuerdo a las nuevas coyunturas, en el funcionamiento de numerosas
prensas de oposición. De hecho, Rodolfo Walsh fue un apasionado de la historia
nacional: como señaló Horacio Verbitsky, Walsh "era muy crítico de quienes
conocían en detalle la historia de la Unión Soviética y desconocían cómo se toma
el poder en la Argentina". No proponemos aquí la posibilidad de una traslación
mecánica, deliberada o razonada de conceptos, sino de cómo el estudio
sistemático de los sucesos funciona como back up para las diferentes tareas
dentro de un proceso de cambio.
En tal sentido, Verbitsky sostuvo que el
grupo de la agencia ANCLA estaba "absolutamente familiarizado" con las lecciones
de la historia nacional y latinoamericana, y el mismo Walsh, en un documento
interno del 5 de enero de 1977, establece que "la toma del poder en la Argentina
debería ser (...) nuestro principal tema de estudio, como lo fue de aquellas
clases y de aquellos hombres que efectivamente lo tomaron. Perón desconocía a
Marx y Lenin, pero conocía muy bien a Yrigoyen, Roca y Rosas, cada uno de los
cuales estudió a fondo a sus predecesores" (143). De esta manera es posible
trazar paralelismos entre las diversas experiencias.
Los ejemplos en este
sentido abundan: San Martín llamó "guerra de zapa" a su campaña de
desinformación previa al cruce de la Cordillera de los Andes, en 1816, mediante
la cual procuró con éxito desconcertar los planes realistas, fomentar la
discordia y trabajar el frente interno enemigo. Antes de cruzar la cordillera,
el Libertador -sabiéndose vigilado por agentes realistas- dejó sobre su mesa de
trabajo planes falsos de la que sería su campaña a Chile. Asimismo, envió
correspondencia adulterada. Esto le sirvió para avanzar con la columna principal
y sin contratiempos por el cruce de Los Patos, mientras las tropas realistas lo
esperaban por el norte y por el sur (144).
La importancia del trabajo
sobre el enemigo también es notable en las políticas comunicacionales de Juan
Manuel de Rosas durante la intervención anglofrancesa. En ese sentido, el
historiador José María Rosa sostiene que "los agredidos pueden valerse de la
misma prensa de los agresores para defenderse (...) Hacer propaganda contra la
agresión por todos los medios, el soborno inclusive; valerse de diarios, libros,
folletos, discursos parlamentarios, mociones académicas, hasta reuniones
públicas. Crear, en fin, en la metrópoli agresora un frente desfavorable a la
intervención" (145).
Rosas hizo de las legaciones en Londres y París
agencias de propaganda: Manuel Moreno (hermano de Mariano) y Sarratea recibieron
la orden de quedarse en las capitales europeas, porque "la verdadera batalla se
libraría allí (...) Cada legación se convirtió en un centró de actividad, con
conexiones periodísticas, parlamentarias, jurídicas y su indispensable 'fondo de
reptiles' para comprar conciencias (...) Alvear en Estados Unidos y Guido en
Brasil tenían idénticas instrucciones (...) Pero la batuta de la propaganda
periodística la dirigió el mismo Rosas desde Buenos Aires, con la publicación,
de aparición irregular, del Archivo Americano y espíritu de la prensa del mundo"
(146). Escrito en varios idiomas, el Archivo... se enviaba a los periódicos del
mundo, con el objeto de lograr un "rebote" de las informaciones allí publicadas.
De hecho, muchos reprodujeron sus artículos.
La importancia de la prensa
como instrumento de lucha también está presente en Domingo F. Sarmiento en su
oposición a Rosas desde Chile (el Facundo es otra de sus obras de singular
importancia); y en el trabajo de prensa de los unitarios exiliados -entre ellos
Juan Bautista Alberdi- que hicieron de Montevideo su base de operaciones para
"derrocar al tirano". La prensa, en aquella oportunidad, fue el arma adecuada
para llamar a los sectores del interior a sumarse a las campañas de los
"ejércitos libres" apoyados y financiados por Francia e Inglaterra (147).
Bartolomé Mitre y su "tribuna de doctrina", el diario La Nación; o los trabajos
de José Hernández, ofrecen otras posibilidades. Sin intenciones de agotar el
tema, los tópicos reseñados en este apartado revelan una importante tradición
latinoamericana en el uso de las herramientas de información, interesantes en
tanto bagaje histórico cultural para un estudio del desarrollo de las
experiencias de comunicación pensadas como instrumento político en nuestro
continente, en general, y del trabajo de ANCLA en particular.
Notas
109 Cfr. Graziano, Margarita. ININCO (1980). El planteo de Graziano en el
texto es una suerte de síntesis entre lo horizontal y participativo y el
objetivo de cambio social, pero el elemento más subrayado es la necesidad de la
experiencia alternativa de formar parte de una estrategia totalizadora. Por lo
tanto la autora se pregunta si, en ese sentido, la comunicación alternativa "no
se convierte en un requisito básico de toda forma de comunicación política" de
las organizaciones de militancia.
110 Idem.
111 "Cine militante:
una categoría interna del Tercer Cine", documento del grupo Cine Liberación
fechado en marzo de 1971. Entre otros, estuvo formado por los realizadores
Fernando Solanas y Octavio Getino. En Mestman (1993).
112 Esquematizando,
la polémica se centró en torno de la descentralización, repliegue y resistencia
planteados por Walsh y la centralización en la práctica, el militarismo y la
contraofensiva por parte de la Conducción Nacional de Montoneros.
113
Tanzania conquistó su independencia en 1961, y sirvió de refugio a muchos
combatientes del FRELlMO.
114 Cfr. M. W. Cepeda, entrevista realizada por
Ernesto Lamas. En Causas y Azares (primavera de 1994).
115 En El
Salvador, las radios que sirvieron de instrumento de comunicación de la
guerrilla hoy intentan adecuarse a la "pacificación social". La radio Venceremos
busca competir con las radios musicales tradicionales. La radio Farabundo Marti
cambió-alteró su discurso combativo y guerrillero para acompañar la política de
reconciliación y su consecuente vía electoral. Si antes se trataba de
transmisiones en guerra, hoy se trata de transmisiones en paz: justamente, fue
el discurso de la guerra de liberación el que empezó a suavizarse a partir del
proceso de pacificación. Actualmente las radios se reivindican como espacios de
participación integral, popular y pluralista. Hubo que adecuar las estructuras
clandestinas del campo a la necesidad de competencia en las ciudades. Ya no se
trata del cambio, sino de adecuarse al nuevo marco legal, a la necesidad de
profesionalización y financiamiento para estar a la altura de los medios
dominantes y así poder ofrecer una opción al discurso hegemónico. Entre otras
razones, esta nueva realidad es posible en función de la desorganización popular
y de la derrota política y militar de las experiencias revolucionarias de los
años 1960-80 en Latinoamérica. De todos modos, el hecho de que las radios otrora
insurgentes deban mantener guardias permanentes del Frente Farabundo Marti para
la Liberación Nacional señala que su discurso o aún su propia presencia en el
éter sigue siendo una molestia para el régimen.
116 Organo oficial del Partido Montonero.
117 Evita Montonera, año 1,
número 7, septiembre de 1975. El articulo se titula "El mejor servicio de
informaciones es el pueblo".
118 Nótese que en la Rusia
pre-revolucionaria el medio privilegiado era el escrito, en razón del nivel de
alfabetización de trabajadores y campesinos. En Argentina, por razón similar,
las experiencias de alternatividad prefirieron también los medios escritos, tal
es el caso de ANCLA y diarios como Noticias y El Mundo, aunque no se desestimó
la radio dado su amplio alcance (por ejemplo, las interferencias de Radio
Liberación de Montoneros). En cambio, en Bolivia y El Salvador, donde el
analfabetismo alcanza niveles que llegan al 80 por ciento de la población, el
medio privilegiado fue la radio. El caso de Mozambique, finalmente, es
paradigmático: el 95 por ciento de los pobladores no sabía leer ni escribir, al
tiempo existían cinco lenguas oficiales y numerosos dialectos, lo que llevó al
Frente de Liberación de Mozambique (FRELlMO) a utilizar tanto la radio como los
volantes, las caricaturas y los murales.
119 Cfr. Reyes Matta, Fernando.
En Simpson Grinberg (1986).
120 Diario legal bolchevíque. Empezó a publicarse en Petersburgo a
principios de 1912, con un importante aporte económico de los obreros.
121 Publicado en junio de 1920 bajo el título "Tesis sobre las tares
fundamentales del II Congreso de la Internacional Comunista". Cfr. Lenin,
recopilación (1979).
122 Publicado en 1913 en el folleto "Comunicado y
resoluciones de la reunión del verano de 1913 del CC del POSDR con los cuadros
del partido". Cfr. Lenin, recopilación (1979).
123 Cfr. Lilia Ferreyra
(noviembre de 1997).
124 Cfr. Reyes Matta, Fernando. En M. Simpson
Grinberg (1986). El autor puntualiza que Bolívar recorría América Latina con una
pequeña imprenta montada en una mula.
125 La "catarata de basura
informativa", tal como la define Walsh en su prólogo al libro "Los que luchan y
los que lloran" de Jorge Masetti, puesta en práctica por las agencias de
noticias transnacionales para aislar a Cuba, continúa hasta la fecha.
126
La muestra presentada en la sede de Buenos Aires fue clausurada a pocas horas de
comenzar.
127 Base de la economía tucumana.
128 Cfr. Ana Longoni y
Mariano Mestman. En Causas y Azares nro. 1 (primavera de 1994). Los autores
explican que la obra estaba inserta en una realidad político-social que la hacia
posible y le daba sentido, donde arte y política buscaban fusionarse.
129
Cfr. Humberto Vázquez Machicado. En revista Historia nro. 9 (1957). El autor
puntualiza que ambas resoluciones constituyeron después la ley 8 del título XXV
del libro XII de la Novísima Recopilación de 1805. Esta ley, como tantas otras,
"no se cumplía sino cuando había un interés especial de la Corona, y ni aún así
era capaz de contener esta natural tendencia del ingenio popular". Vázquez
Machicado explica que los escritos clandestinos abundaron en épocas de Felipe IV
y de Carlos II, entre otras, y que un rastreo de sus orígenes puede llevar a
tiempos de la oposición a los césares de la época romana, entre diez y ocho
siglos atrás. Boleslao Lewin, por otra parte, agrega que en 1779 el virrey
Vértiz impuso penas de arresto a personas de alta clase social por el solo hecho
de leer un pasquín.
130 Cfr. Vázquez Machicado (1957).
131 Citado
en Vázquez Machicado (1957).
132 Cfr. Vázquez Machicado (1957).
133 Idem.
134 Citado en
Vázquez Machicado (1957).
135 Nótese que no se trataba necesariamente de personas de esa nacionalidad,
sino de hombres influidos por el enciclopedismo francés que ya cruzaba el
Atlántico.
136 Cfr. Boleslao Lewin, en el Anuario del Instituto de
Investigaciones Históricas nro. 4, FFyL, Universidad del Litoral (1960).
137 Citado en Boleslao Lewin, op. cit.
138 Idem.
139 También Manuel Belgrano colaboró en la redacción del
Plan.
140 Cfr. José María Rosa (1964). Las comillas indican una cita de uno de los
pasajes del Plan de Operaciones.
141 Cfr. Mariano Moreno, Plan de
Operaciones. Citado en José María Rosa (1964).
142 Idem.
143 Cfr. Walsh, Rodolfo. En Baschetti (1994).
144 El cruce principal del Ejército de los Andes fue por Los Patos, frente a
la provincia de San Juan; pero para distraer al enemigo otros destacamentos
menores cruzaron por Uspallata, Come-caballos (La Rioja), Guana, el Planchón y
Portillo.
145 Cfr. José María Rosa (1964).
146 Idem. El Archivo Americano...
apareció entre 1843 y 1852.
En las postrimerías de la colonia en Hispanoamérica cualquier crítica al régimen
estaba rigurosamente prohibida. La subordinación primero a Carlos IV ya Fernando
VII después no podía siquiera ponerse en duda. Pero en las cantinas, en las
fiestas, en las reuniones amistosas o en los corrillos de la plaza pública se
manifestaba, con fuerza y en silencio, el espíritu de la oposición emancipadora.
El malestar interno que corroía las entrañas de la vida colonial llevaba de un
oído al otro los sucesos de la guerra con Inglaterra, las intrigas de la
camarilla del virrey o las novedades de la campaña napoleónica sobre Madrid,
hechos que en estas tierras se traducían en la formación de logias secretas y en
la elaboración de planes encaminados a lograr la independencia (148).
Así, mientras públicamente el cabildo de 1810 juraba lealtad a Fernando, por
abajo no deseaba otra cosa que consumar "la obra grande de nuestra Libertad e
Independencia". De allí que circularan numerosos pasquines clandestinos que
llevaban a conocimiento del pueblo los pormenores de la emancipación. Como
dijimos en el capítulo anterior, estos escritos "sediciosos" fomentaban las
acciones violentas contra el régimen, denunciaban sus puntos flacos y llamaban a
los parroquianos a tomar parte activa en la lucha por la conquista de la
independencia. El ambiente durante los últimos años de la colonia se había
separado en dos: en público, todo era fidelidad hacia el rey; en privado se
preparaba el terreno para la guerra de emancipación.
Un siglo y medio más
tarde de aquellas jornadas históricas, la práctica de la censura también fue el
recurso del régimen para mantenerse en el poder. En 1955, los militares de la
Revolución Libertadora no se contentaron con proscribir al peronismo: fueron más
allá y hasta prohibieron por decreto la difusión de los símbolos e incluso el
nombre de Perón. La resistencia del hombre a la censura y a la desinformación
tuvo, en ese entonces, su expresión en una prensa pública que terminó
refiriéndose al líder llamándolo Juan Domingo, en miles de volantes clandestinos
y pintadas de "Perón Vuelve", y en una unidad de acción resistente sólo posible
gracias a la unidad de concepción del movimiento proscrito.
Algunos años
después, bajo la dictadura de Onganía, Rodolfo Walsh participó junto a Rogelio
García Lupo y a pedido del gráfico Raimundo Ongaro de la gestación del Semanario
CGT, órgano de difusión de la CGT de los Argentinos. En sus páginas el escritor
y periodista publicó por entregas su investigación titulada "¿Quién mató a
Rosendo?". El periódico fue clausurado más tarde y obligado a la clandestinidad,
cuando los llamados a la movilización y a la lucha social de sus notas se
reflejaron en el Cordobazo.
Pero a partir del golpe militar del 24 de
marzo de 1976, la estrategia de desinformación se constituyó en una prioridad de
las Fuerzas Armadas para cumplir con sus objetivos. Para poder llevar adelante
el autodenominado "Proceso", fue necesario mantener el orden limpio de
perturbaciones y ruidos peligrosos a sus fines, y por lo tanto fue fundamental
que el pueblo no tuviera conciencia de lo que estaba sucediendo. De modo que la
intervención y la clausura de medios de prensa, en un caso, y la recomendación
acerca de los enfoques inconvenientes, en otros, se hicieron vigentes desde las
primeras horas del golpe de estado (149).
En esos oscuros días, las
radios y los canales de televisión estatales se pusieron inmediatamente al
servicio de la desinformación. Esa era una de las formas de asegurarse que la
sociedad civil no reaccionara. De modo que se impusieron las penas más severas a
aquellos que se atrevieran a "perturbar, perjudicar o desprestigiar la actividad
de las Fuerzas Armadas, de seguridad o policiales", y así todos los espacios se
cerraron para la divulgación de la realidad (150).
Sin embargo, como en
los pródromos de la emancipación, la cerrada estrategia militar no pudo tener en
cuenta todas las formas a las que son capaces de recurrir los hombres para
comunicarse: las experiencias de ANCLA Y Cadena Informativa, entre otras y pese
a las obvias dificultades de funcionamiento, se plantearon la resistencia por
medio de la difusión de una prensa clandestina, realizada con métodos
artesanales, y donde se propiciaba el rescate de la tradición oral y del rumor.
Las dos herramientas eran parte de la resistencia a la dictadura y al silencio:
como rezaba al final de los partes informativos de Cadena..., estos medios
llamaban a sus destinatarios a derrotar el terror y hacer circular la
información. La conciencia de la dificultad de que los partes fueran publicados
de forma tradicional fomentó el boca en boca y abrió el ciclo comunicacional a
la participación popular. Así, a partir de la comunicación, estas dos
experiencias apostaron a la organización.
En el proyecto del grupo que
las llevó adelante subyace, además, la teoría de que tener conciencia equivale a
poseer un dominio informativo del entorno (151), lo que le permite al individuo
movilizarse contra la injusticia. En ese sentido, ANCLA se acerca al concepto de
prensa subterránea planteado en términos leninistas: aquellas octavillas de
distribución clandestina que apuntaban a la concientización proletaria y
auspiciaban la participación obrera tanto en la edición como en la distribución.
También, como dijimos más arriba, a la proliferación de pasquines que minaban
desde "abajo" las estructuras virreinales.
Ahora bien, esta actividad
subterránea tanto de ANCLA como de Cadena actuó -durante su breve período de
funcionamiento- como sigilosa campaña de oposición al régimen; en otras
palabras, como campaña de rumores en términos de los psicólogos norteamericanos
G. Allport y lo Postman. Estos autores, al promediar la década del 40,
advirtieron que el rumor juega un papel auxiliar en las situaciones de movilidad
social y revuelta popular. "Nunca estalla un tumulto sin rumores que lo inciten,
acompañen o intensifiquen su violencia" (152), explicaron, y es posible que a
esto atendiera la Junta Militar cuando pretendió inmunizar a la sociedad de
perturbaciones peligrosas: el lenguaje produce información, no solo la
transmite. Y cuando un mensaje circula a través de intermediarios estos le
imprimen su propia huella, es decir, una nueva información que se anexa a la
anterior.
Durante la revolución cubana, por ejemplo, se dio en llamar
"radio bemba" a la circulación de noticias entre la sierra y las ciudades o
poblados que intentaban romper el bloqueo informativo. Si bien los combatientes
del Movimiento 26 de Julio contaban con un equipo transmisor en las sierras
desde donde emitía Radio Rebelde, su señal no podía ser captada desde todos los
rincones de Cuba y su transmisión era intermitente. De modo que el rumor, al
igual que cualquier otra forma del discurso humano, es un fenómeno social.
En una nota aparecida en la revista "Noticias (de Argentina)", una suerte de
síntesis editada en el extranjero por el Movimiento Peronista Montonero, dice:
"Radio Liberación TV, desde un mes antes de la jornada de protesta del 27,
interrumpió la programación (de radios y canales de TV). Desde los televisores
las arengas del comandante Firmenich (...) llamaban a la huelga (...) Decenas de
transmisiones informaron al pueblo trabajador, (... rompiendo) en los hechos la
doctrina clásica de los comunicólogos donde el receptor, luego de recibir el
mensaje del emisor, se agota en sí mismo como ente pasivo. Aquí, sobre el
terreno del campo popular, demostramos que el receptor no es pasivo. Se
convierte nuevamente en emisor que retransmite rápidamente ubicando en cada
fábrica, en nuevos hogares, el mensaje recibido en el barrio obrero cubierto por
las ondas montoneras (... La) voluntad política y el pueblo receptor-transmisor
han superado la teoría clásica de la comunicación. Cada escucha del pueblo es
otra dinámica emisora, otra RLTV en funcionamiento con el motor al máximo. Esta
vez fue la huelga. A partir de ahora, multiplicándose, la prensa popular, oral y
escrita, acelerará su función de informar, agitar y conducir" (153).
De esta manera, el discurso inicial se reproduce en múltiples direcciones.
Cada receptor se convierte en un nuevo emisor y el discurso mismo se transforma
en acción. En consonancia con esta idea, Robert Escarpit señala el ágora griega
como un antiguo espacio de interrelación de los ciudadanos, donde mejor podía
introducirse una información y difundirla. "El recurso de boca-oreja -explica-
en los sistemas de pequeña dimensión es una de las armas más eficaces de las
oposiciones clandestinas y de los movimientos de resistencia" (154). El autor
entiende como un sistema de pequeña dimensión al que se sostiene en aparatos
simples donde los individuos en su conjunto pueden participar en los
intercambios informativos productivos, como por ejemplo la aldea o el barrio, o
también la organización política clandestina.
Durante la colonización de
Indochina y Argelia, el ejército francés llamó a este recurso "teléfono árabe".
Y durante la segunda guerra mundial, cuando la propaganda nazi afectaba la moral
del frente interno, los pueblos ocupados de Europa acudieron a este recurso para
defenderse del bloqueo y la desinformación. Es evidente, entonces, que en la
Argentina del autodenominado "Proceso" el "boca-oreja", el rumor, iba a ser
tomado como una porción de resistencia al silencio y al terror. Acuciados por el
aparato represivo y terrorista del estado, los grupos de militantes políticos,
sindicalistas, intelectuales y dirigentes barriales (sistemas de pequeña
dimensión) apelaron a la "perturbación" del orden establecido desde una
producción de información que Walsh intentó sistematizar para hacerla más
confiable y menos "rumor".
Durante la primera resistencia peronista (155) se llevaron adelante
infinidad de acciones que, según Daniel James, podían ser tanto activas como
pasivas: mientras la activa incluía el sabotaje (tipo militar), la pasiva tenía
en cuenta la difusión de rumores, distribución clandestina de volantes y
pintadas callejeras (tipo político). "Toda esa miríada de actos de resistencia
finalmente tornaría ingobernable al país" (156). El rumor, entonces, supone un
flujo comunicacional multidireccional donde cada receptor se convierte en un
emisor, generando una red.
Justamente, "caños", sabotajes y
conspiraciones se apoyaban en la circulación de rumores que tenían por objetivo
librar una guerra psicológica contra el gobierno de la Revolución Libertadora, y
que intentaba demostrar que el país era ingobernable sin Perón al frente. Entre
los rumores más recordados, se destaca uno que apuntaba a descubrir el mal
desempeño de las autoridades en un producto relacionado a los niños: "hay vidrio
molido en el dulce de leche" corría por lo bajo entre las familias.
Más
allá de lo anecdótico, los rumores acompañaban una guerra de desgaste, donde los
esfuerzos no se dirigían al centro del poder sino a donde éste no estaba
presente para desconcertarlo y distraer su atención de aquellos militares y
civiles peronistas que llevaban adelante conspiraciones tendientes a lograr el
regreso de Perón. No casualmente este planteo es el que retoma Walsh, el cual,
salvando diferencias, tiene en cuenta diferentes niveles de compromiso.
En el caso del funcionamiento de la Cadena Informativa, Walsh buscó ejercer
presión en puntos de relativa decisión, de modo de comprometer a las personas en
la resistencia y convertirlos en vehículos fidedignos de información. Se trataba
de artículos que él mismo escribía, simples y fáciles de reproducir, que
entregaba a personalidades representativas del quehacer nacional. De esta forma
terminaban por oficiar como multiplicadores de información clandestina.
Tamaña empresa no era fácil, habida cuenta del gran control sobre la ciudadanía
que ejercía el aparato terrorista del estado, y que abarcaba todos los contextos
y situaciones, metiendo su mano desde la escuela hasta el ámbito familiar. Desde
todos los espacios se buscó impulsar la delación para lograr la depuración de
los "enemigos de la Patria", y se sistematizó una estructura sumamente vertical
de respeto a la autoridad. De esta forma, el control represivo logró hacer mella
en todos los microcontextos cotidianos de la sociedad.
Como todo aparato,
la Junta Militar que se hizo con el poder en 1976 se dotó de un código de
comportamiento, representado en la Doctrina de Seguridad Nacional. Ese código
incluía dispositivos para asegurar su propia estabilidad. De ahí que no dudara
en apelar a la conciencia nacional para recurrir a la guerra. -Justamente, en
épocas de la dictadura, se buscó apuntar al fortalecimiento y cohesión de la
identidad nacional a través de la campaña "los argentinos somos derechos y
humanos", el mundial 78 y la aludida guerra de Malvinas.
Robert Escarpit
lo explica así: "Los aparatos, y particularmente los aparatos políticos, no
pueden ni deben quedarse en una actitud desesperada, ni aceptar una impotencia
que sería la negación de su legitimidad. Su estrategia es entonces la de
reforzar su control sobre el contenido de los mensajes lanzados a una red, a fin
de predeterminarlos al máximo con el objetivo de efectuar, por medios groseros
pero poderosos, manipulaciones rudimentarias y decisivas sobre la globalidad
anónima de los eventuales receptores".
Según Richard Gillespie en su
estudio sobre los Montoneros, este fue uno de los factores que ayudaron al
aislamiento de esa organización y que tuvieron que ver con su persistente
militarismo: sus actividades no trascendían en la prensa, entonces los
operativos debían ser lo suficientemente espectaculares como para llamar la
atención del público. Pero el aparato estatal siempre estaba atento para
manipular el mensaje y desvirtuar los objetivos iniciales.
Para evitar la
distorsión, Walsh creó ANCLA y generó focos de resistencia a la manipulación y
el silencio. Mientras, el dominio de la Junta Militar volcó hacia el conjunto de
la ciudadanía una propaganda fuerte y vertical que no admitía un ida y vuelta;
al tiempo que sus "grupos de tareas" (157) llevaron adelante y a conciencia el
trabajo sucio para obtener datos acerca de las personas sospechosas de colaborar
con la guerrilla, a fin de exterminarla: lo que Foucault llama el Saber-Poder,
el saber de vigilancia organizado alrededor de la norma de control establecida
por quienes detentan el poder (158).
En el marco de ese control unívoco
sobre la comunicación social, Walsh proyectó elevar las interconexiones
informativas desde la participación popular, donde cada punto de recepción debía
ser necesariamente un punto de emisión. De esta forma, ANCLA y la Cadena
Informativa buscaron promover corrientes de opinión para resistir a la
dictadura, generarle contradicciones y llamar la atención del resto del mundo
acerca de las violaciones a los derechos humanos y sobre la calamitosa situación
económica, política y social que vivía la Argentina de aquellos años. Y todo
ello pese a que "la primera preocupación de la autoridad es asegurarse que los
perturbadores no posean medios de reproducción" (159), y pese al intento militar
de no permitir "ruidos" que generen toma de conciencia. Porque frente a la
política global del poder de aniquilar las molestias "se dan respuestas locales,
contrafuegos, defensas activas y a veces preventivas" (160), destinadas a romper
su unicidad.
Pero, ¿qué pasa cuando las perturbaciones se generan dentro
del propio régimen? ¿cuándo existen contradicciones dentro del propio aparato y,
desde afuera, los "perturbadores" planifican formas de acción para agudizarlas?
Este fue uno de los objetivos fundamentales de ANCLA, destinado a forzar "la red
de la información institucional, nombrar, decir quién ha hecho qué, designar el
blanco", como "una primera inversión de poder (...) un primer paso para otras
luchas contra el poder" (161).
Es en este sentido que Walsh visual izó un
logro en la pequeña difusión de sus artículos y de los artículos de otros
militantes. Era un logro que, aunque más no fuera mínimamente, una información
se difundiera, sobre todo teniendo en cuenta el especial interés de las Fuerzas
Armadas en recortar la comunicación social. Sin conocimiento no hay reacción,
por lo tanto cualquier experiencia comunicacional debía resistirse a esta
imposición militar. Aunque su éxito, a fin de cuentas, fuera parcial (y no por
ello menos importante).
Finalmente, la obsesión de Walsh por el análisis
no sólo de las "escuchas" clandestinas al aparato represivo, sino también de las
noticias publicadas por la prensa legal y los discursos de los generales, tenía
un objetivo claro: romper la unicidad del poder y agudizar sus contradicciones
internas para asestarle un duro golpe político. ¿Cómo? Entendiendo que "hay que
admitir un juego complejo e inestable donde el discurso puede, a la vez, ser
instrumento y efecto de poder, pero también obstáculo, tope, punto de
resistencia y de partida para una estrategia opuesta. El discurso transporta y
produce poder; lo refuerza pero también lo mina, lo expone, lo torna frágil y
permite detenerlo" (162).
La cotidianeidad y los corresponsales populares
En un proyecto de
cambio, la información y la propaganda se constituyen en un nuevo frente de
lucha, indispensable no sólo para la información sino también para la
organización y la educación de las masas. De ahí el concepto de corresponsales
populares que muchas de las fuerzas políticas retomaron en su lucha por la toma
del poder. ANCLA no escapa a este concepto: a través de la participación popular
en la información apelaba a la organización para resistir a la dictadura.
Aunque en rasgos generales la agencia no oficiaba como un órgano oficial de
difusión de propaganda política, venía a cumplir el rol de un espacio que -sin
decirse Montonero- llegaba a infinidad de sectores con el propósito de romper el
bloqueo informativo y a la par generar malestar entre las Fuerzas Armadas y los
diferentes grupos de poder a los que ellas respondían. La agencia era un frente
de lucha adecuado al momento político que se vivía, signado por el avance de las
clases dominantes y por una derrota de las organizaciones populares en el plano
militar.
Por ese motivo, su estructura intentó ser descentralizada en lo
interno y apuntó a ligar la resistencia a la política de masas, replegadas hacia
el peronismo, "hacia las relaciones que dominan, hacia prácticas comunes, en
definitiva hacia su propia historia, su propia cultura y su propia psicología".
Es en ese sentido que Walsh, en los documentos internos de la organización,
aclara que "acá el problema es político y el lenguaje militarista no sirve"
(163): es decir, retoma la cotidianeidad de las masas para dar una batalla
política en ese plano, y desde allí conducir la resistencia.
El método
adecuado, entonces, debía ser diferente a la organización para la guerra: Walsh
(y con él todo un grupo de militantes) proponía trocar el centralismo y la
homogeneización por la autonomía táctica de "grupos reducidos e independientes
cuyo nexo principal es la unidad doctrinaria (el peronismo)", y luego que la
prensa se descentralizara "a nivel de pelotón de resistencia, conservando a
nivel de Conducción Táctica El Montonero (164) ya nivel Secretaría General (165)
la Agencia Clandestina, y eventualmente un órgano doctrinario editado en el
extranjero" (166). Por ese motivo, Walsh sostuvo que pensar en grandes diarios o
revistas clandestinas -que implican el mantenimiento de un aparato importante
con locales e imprentas- iba a ser "un blanco terriblemente fácil para el
enemigo" (167).
Los párrafos precedentes muestran hasta qué punto la
información y la propaganda alcanzan una importancia clave en los procesos de
lucha. Según Armand Mattelart, éstas no pueden "escapar a la dinámica de guerra
de masas", e incluso señala que, en el caso mozambiqueño, "en las zonas donde ha
sido posible realizar una actividad de propaganda antes de comenzar la lucha
armada, esta última alcanzó éxitos inmediatos" (168).
Ahora bien, cabe
preguntarse cómo se genera esa información. Al igual que en el caso de ANCLA y
de muchas otras experiencias de comunicación para la lucha, el Frente de
Liberación de Mozambique organizó una extensa red de corresponsales populares
que recogían la información en sus zonas de trabajo y la llevaban a la Voz da
FRELlMO, radio instalada en el país vecino de Tanzania y que abarcaba todo el
territorio nacional. Como muchos pobladores no poseían aparatos de radio, se
organizaban escuchas colectivas similares a las realizadas en torno a la radio
Venceremos de El Salvador, donde la experiencia incluía a combatientes, amas de
casa, estudiantes, vecinos y trabajadores.
Es decir que cada realidad
político-social genera sus propias herramientas de comunicación. En la
Argentina, a las prensas partidarias clandestinas se sumaron radios, obleas,
"gancheras" (169), pintadas y agencias de noticias (170). En Mozambique, donde
el analfabetismo alcanzaba niveles extremos y no existía una sola lengua
nacional, se apeló a la radio, los murales, las caricaturas y los carteles. En
ambos casos, el objetivo era neutralizar la información enemiga e informar para
la acción y la lucha atendiendo a las necesidades sociales.
Las formas de informar para la lucha pueden apreciarse, también, en el caso
de las radios mineras bolivianas: mientras en tiempos de normalidad
institucional llevaban adelante una línea comunicacional con canales de acceso
que garantizaban la participación popular en la información, centrados en la
educación y en la idiosincrasia minera y campesina; en tiempos de represión las
emisoras se ponían al servicio de la organización y la lucha, actuando como
movilizadoras de los sindicatos y de la población en general contra la
intervención de las Fuerzas Armadas. Así fue como, en tiempos de "emergencia",
nació la gran cadena de radios mineras, una red a la que cada emisora entraba
previo contacto interno.
"La defensa del distrito minero se concentra en
torno de la radio (... que) es la primera en ser defendida y la última en caer,
porque el ejército lo primero que hace es tratar de silenciarla (...), (ya que
se trata del) núcleo movilizador", explica el periodista boliviano Jorge
Mansilla Romero (171). En 1975 y bajo la dictadura de Hugo Bánzer, la Asamblea
General de Trabajadores de Catavi proclamó la "lucha por rescatar nuestras
emisoras, rescatar a nuestros presos y el aumento general de salarios" (172). La
reivindicación de las emisoras, entonces, fue parte fundamental de la
reestructuración y fortalecimiento del movimiento obrero, al tiempo que la
comunicación fue parte de su plataforma de lucha.
Un buen ejemplo de la
función de la comunicación como eje movilizador son los sucesos en torno del
golpe de Estado de Natusch Busch, en 1980. Todas las comunicaciones de La Paz
quedaron cortadas, pero la intervención no llegó al distrito minero. Para
obtener información, los trabajadores escuchaban por onda corta informativos
extranjeros, ya que sólo las corresponsalías se mantenían en pie en esa capital.
A su vez, las agencias internacionales reproducían los informes de la cadena
minera, dándoles trascendencia internacional.
La experiencia sirvió para
mejor resistir, poco más tarde, la narcodictadura encabezada por los generales
García Meza y Arce Gómez. "Había que resistir, transmitir las 24 horas seguidas
haciendo turnos", afirman los entrevistados en el libro "Una mina de coraje", de
José Ignacio López Vigil (173). La cadena, instrumento político para la
movilización, emitía entonces comunicados que alertaban sobre la presencia del
ejército e instaban a la organización minera y campesina: "Las tropas estarían
(no) a cinco kilómetros de Siete Suyos y muy cerca de Santa Ana, por tanto nos
aprestamos a defendernos (...) La cifra de detenidos (hasta el momento) alcanza
31 "; "Ya ha comenzado el tiroteo a la altura de Santa Ana, se deben agrupar las
fuerzas en ese sector"; "En estos momentos se está luchando, los compañeros
trabajadores están impidiendo el ingreso de las fuerzas reaccionarias" y "Las
cinco organizaciones sindicales más importantes han llamado a una Asamblea
general", son algunos de los fragmentos que señalan cómo la referencia clave
para la organización y la movilización de cada centro minero, y de los centros
entre sí, era la radio: la información se entendía como un bien social y no como
una mercancía.
Las experiencias mencionadas señalan que la participación
popular en la información fue esencial: o bien a partir de las fuentes, o bien a
partir de la multidireccionalidad de la información. Además, a través de la
figura de los corresponsales populares se buscaba devolverle la palabra al
pueblo, darle entidad a su cotidianeidad y movilizarlo en la lucha por la
liberación nacional (174). En aquellos países tercermundistas donde el
analfabetismo era alarmante (El Salvador, Bolivia, Mozambique. etc.), nacieron
los medios de comunicación educativos, que ligaron el proceso educativo al
proyecto de cambio como necesidad fundamental.
Según Jorge Robelo,
ministro de Información del FRELlMO, "la construcción de poder popular
democrático exige como condición que el pueblo sea conciente de sus derechos y
deberes (…) En esta perspectiva se deberá informar y formar políticamente,
educar, contribuir a las transformaciones en curso", ya que "debemos crear la
posibilidad de que todos puedan escribir, porque todos tienen algo que decir"
(175). En el mismo sentido. Samora Machel, máximo dirigente del Frente, resalta
que "nuestra información debe ser un destacamento operacional avanzado",
teniendo en cuenta que "no hay terreno neutral en la lucha de clases" (176).
Justamente, Lenin sostiene que para que el periódico obrero sea un éxito es
necesario asegurar que reciba en forma permanente informaciones y artículos de
todas partes, organizando una extensa red de agentes que garantice la
circulación de la información y la distribución del material en todos los
rincones de Rusia. Dado su papel organizador, Lenin plantea diferentes niveles:
desde un periódico político popular de lucha ideológica hasta folletos de
lenguaje claro y de contenido principalmente reivindicativo y zonal encaminados
a despertar conciencia entre los obreros más atrasados, para lo cual también
tiene en cuenta la actividad educativa legal (177).
En el libro Qué
hacer, Lenin sostiene que "el papel del periódico no se limita a difundir ideas,
educar políticamente y ganar aliados políticos. El periódico no es sólo un
propagandista y agitador colectivo sino también un organizador colectivo". Los
pasquines surgidos en los cordones industriales de Santiago de Chile, por
ejemplo, buscaban propiciar la discusión de las bases obreras, el
fortalecimiento de la crítica y la participación en la información. Para
lograrlo, los periódicos se editaban en pequeñas tiradas, de modo que se hacía
necesaria la reunión para compartir la lectura, y por consiguiente se estimulaba
la multiplicación de la información.
De esta manera, fue posible la
ruptura de la tradicional polaridad emisor-receptor, y a su vez del famoso
paradigma de Lasswell (¿Quién dice qué, por qué canal, a quién, con qué
efecto?), ya que -de entrada- el "quién dice" (ese emisor todopoderoso) se
sustituye por un "todos dicen": a partir de las discusiones obreras generadas en
torno de los artículos se preparaba el número siguiente, en un hacer los
periódicos para sí dentro de un proceso de aprendizaje. Sin ir más lejos, el
Semanario CGT bregó por que cada fábrica designara a un corresponsal capaz de
enviar al periódico artículos de los trabajadores, al tiempo que los instó a
sumarse a las tareas de distribución y venta para enfrentar las trabas a la
libre circulación que le imponía el régimen de Onganía.
Todas estas
experiencias tienen en común una práctica política que se sostiene en la
concepción leninista de la prensa en tanto factor de organización, educación y
esclarecimiento. En el caso de ANCLA, además, implicó la puesta en práctica de
una tradición latinoamericana y el recurso al secreto para alcanzar los
objetivos fijados. Justamente, tal como resaltó Lucila Pagliai, "lo clandestino
es aquello que se mimetiza para no ser descubierto" (178): la agencia no sólo
debió mimetizarse para funcionar, sino fundamentalmente para cumplir con
eficacia su labor ofensiva, que significaba tomar parte en las discusiones
políticas de la cúpula militar y de los sectores económicos, con una identidad
difusa y profundizando las diferencias existentes entre ellos acerca de los
pasos a seguir.
En ese sentido, es interesante la idea del secreto a
partir de la antinomia ser-parecer de Greimas: "¿Qué es algo que es y parece lo
que es? La verdad. ¿Qué es algo que es y no parece lo que es? El secreto. ¿Qué
es algo que parece pero no es? La mentira. ¿Qué es algo que no es y no parece?
La indiferencia, la comunicación irrelevante". La clandestinidad está
estrechamente ligada al parecer y al secreto -"niega el parecer y obtendrás el
secreto"-, y por lo tanto al enigma, que "puede ser una de las formas de darse
la verdad" (179).
Notas
148 Cfr. Vázquez Machicado (1957).
149 Cfr. Horacio
Verbitsky (1985).
150 Idem.
151 Cfr. Robert Escarpit (1992).
152 Cfr. Gordon
y lo Postman (1947). Para ver el problema del rumor desde otra perspectiva
política y desde una óptica más específica (la comunicación bajo regímenes
carcelarios sumamente severos), leer Maria Del Carmen Rubano (1994), y Emilío De
Ipola: Ideología y discurso populista, capítulo 7, "La bemba". México, Ed.
Folios, 1982.
153 Noticias (de Argentina). Año 1, número 8, mayo de 1979.
La revista es una publicación del Movimiento Peronista Montonero. Se editó en el
exterior entre 1979 y 1980. El artículo se titula "Atención, atención, habla
Radio Liberación, voz de Montoneros".
154 Cfr. Escarpit (1992).
155 Por primera resistencia peronista se entiende el período que va de 1955 a
1958. 156 Cfr. James, Daniel (1990).
157 Unidades represivas.
158
Cfr. Foucault, Míchel (1991).
159 Cfr. Robert Escarpit (1992).
160 Cfr. Gilles Deleuze y Foucault,
Michel (1995), página 14.
161 Idem. En este caso los autores se refieren al Agence de Presse
Liberation frente a la política policíaca de las sociedades de control.
162 Cfr. Foucault, Michel (1986).
163 Cfr. Rodolfo Walsh, documentos internos. En Baschetti (1994).
164 Organo oficial redactado por la conducción de Montoneros.
165 En su plan de resistencia y reubicación de los cuadros, Walsh plantea
que las secretarías del área federal pueden dividirse en tres: la Secretaría
General (que incluye prensa), Internacional y Conducción Táctica. Las primeras
dos funcionan en el extranjero y la última en el país.
166 Cfr. Rodolfo
Walsh, documentos internos. En Baschetti (1994).
167 Cfr. Walsh, papeles personales, diciembre 29. En Baschetti (1994).
168 Cfr. Mattelart (1981).
169 Pila de volantes unidos por un gancho,
que permite colgarlos en lugares de gran tránsito público.
170 Además de
ANCLA, funcionó durante un tiempo una agencia de noticias que pertenecía a otra
organización político militar; el PRT-ERP, de izquierda marxista, entre otras.
171 Cfr. Jorge Mansílla Romero, entrevista de Héctor Schmucler y Criando Encinas
(1982).
172 Cfr. José Ignacio López Vigil (1984).
173 Cfr. J. 1.
López Vígil. Op. cit.
174 Cfr. Jorge Robelo. En Mattelart (1981).
175 Idem.
176 Cfr.
Samora Machel. En Mattelart (1981).
177 Cfr. Lenin, recopilación (1979).
178 Entrevista realizada por la
autora (marzo de 1998).
A fines de 1975, cuando el golpe de Estado era sólo una
cuestión de tiempo, Rodolfo Walsh comenzó a evaluar junto a otros compañeros la
posibilidad de montar un plan de emergencia que dificultara el despliegue
inicial de la nueva embestida militar. La propuesta tenía en cuenta, entre sus
previsiones, el feroz bloqueo informativo que se iba a producir. Pero el golpe
aceleró los tiempos y la represión obligó a adecuar el funcionamiento orgánico a
la nueva etapa que se abría.
Fue en esos primeros y vertiginosos meses
del autodenominado "Proceso de Reorganización Nacional" cuando la vieja idea de
una prensa clandestina tomó cuerpo. Reunido con un grupo de cuatro compañeros de
los cuales era responsable, Walsh ultimó los detalles de lo que sería ANCLA, la
Agencia de Noticias Clandestina. Una vez puesta en funcionamiento se dedicó a
otras tareas relacionadas al Departamento de Informaciones e Inteligencia de
Montoneros, y ANCLA quedó bajo la responsabilidad de "Lidia".
En ese
entonces, la agencia representó la necesidad de un medio eficaz no sólo en
cuanto a la circulación de información, sino también en tanto instrumento
político. ANCLA tenía que ser un espacio disimulado que, a la vez de informar,
dirigiera buena parte de sus esfuerzos a actuar dentro del corazón mismo del
poder. De ahí se desprende su doble rol, relacionado a contra información y a
contra inteligencia; y su estructura comunicacional, que involucraba tanto la
acción como la representación para tomar parte activa en la lucha de resistencia
al régimen.
El funcionamiento de la agencia clandestina sirvió para
estimular y promover contradicciones entre los grupos de poder; también para
propiciar la participación popular en la información: de otra manera, no se
hubiera podido pensar en una resistencia. A esto se sumó la posibilidad de
iniciar una campaña contra la dictadura militar en el exterior, enviando sus
despachos por correo a los corresponsales extranjeros. Así, ANCLA puso de
manifiesto toda la información negada a los argentinos: las diferencias entre la
Junta, los objetivos del plan económico, las expresiones de la resistencia
popular y las violaciones a los derechos humanos.
Los testimonios
recogidos permiten evaluar que los objetivos propuestos fueron relativamente
cumplidos durante los primeros meses de funcionamiento: en cierta forma, el
poder se vio enfrentado por un grupo de personas que hurgaban entre sus
múltiples relaciones, buscando contradicciones o generándolas, a fin de
debilitar su fuerza y romper su unicidad. Para lograrlo, ANCLA construyó una
identidad propia difusa, lo cual le permitió durante ese período confundir a un
enemigo preocupado por el carácter de una información supuestamente
confidencial.
Asimismo, la agencia pudo plantarse como un instrumento de
denuncia: con su trabajo acompañó muchas de las actividades encabezadas por los
familiares de las víctimas, destinadas a lograr apoyo internacional. El
insistente movimiento en el exterior hizo que la Junta se viera obligada a
instalar el Centro Piloto en París y denunciar una campaña "anti-Argentina" para
defenderse.
De todas formas, la divulgación a través de ANCLA presumiblemente quedó
acotada a espacios específicos vinculados a militantes políticos e
intelectuales, o incluso a miembros de las fuerzas represivas, aunque tampoco es
menos cierto que el intento de la agencia de generar una multiplicidad de
relaciones desde cada receptor-emisor hacia su entorno posibilitó la circulación
de rumores en una Argentina marcada por el silencio. Porque el hecho de que
ANCLA como vehículo pudiera quedar acotada no presupone necesariamente que sus
fuentes optaran por volver al silencio después de haber hablado, sino todo lo
contrario.
ANCLA, entonces, aparece como un organizador de la información
a la que luego le da un soporte material para hacerla más confiable: busca que
los individuos alcancen un conocimiento pleno de su entorno, completando y
ordenando los datos parciales de cada uno de ellos. El planteo es el de una
circulación del discurso multidireccional y plural, emanado de las bases mismas
de la sociedad, donde la recepción no puede ser pasiva: está llamada a
multiplicar, es decir, a generar acciones.
La estructura de la agencia
como parte de un planteo de descentralización orgánica actuó en consonancia con
una realidad de repliegue popular. Es decir, se trataba de una herramienta no
"panfletaria" o "propagandística" con un discurso que, sin eufemismos, se
presentaba como profesional y equilibrado. Por sus objetivos y por la situación
concreta en que se desarrolló, ANCLA funcionó como un método de lucha donde la
experiencia previa acumulada sirvió para orientarse en el trabajo. Walsh era
conciente de que el retroceso hacia la resistencia significaba un importante
paso atrás en el proceso de lucha popular, pero también tenía en cuenta que la
única opción a esa alternativa era "el exterminio".
La búsqueda de formas
nuevas para romper el silencio probablemente tuvo que ver con la formación
político-ideológica de Walsh, quien, parafraseándolo, se hizo revolucionario en
la lucha misma. Todas las experiencias de comunicación en las que participó se
caracterizaron por no responder a recetas establecidas: desde Prensa Latina
hasta Cadena Informativa lo que resalta es la creatividad, la conciliación de
diferentes elementos en propuestas abarcadoras de la realidad.
Al mismo tiempo, su participación en la construcción de la Cuba socialista
le sirvió como escuela: después de su trabajo sobre los fusilamientos de José
León Suárez en 1956 y de su práctica en la agencia cubana, comprendió cabalmente
la necesidad de la información como factor de organización popular. De ahí que
la tradición de formas comunicacionales contestatarias en Latinoamérica y el
concepto leninista de la prensa estén presentes en todas las experiencias que a
lo largo de esos vertiginosos años Walsh llevó adelante, dando respuestas
concretas ante planteos concretos.
Su destreza en "Operación Masacre",
"Quién mató a Rosendo" y "El caso Satanowsky" señaló un camino en el periodismo
de investigación. Ese periodismo comprometido, la búsqueda permanente de la
verdad, el respeto por los destinatarios populares, fueron las bases mismas de
ANCLA. Allí puso a prueba todo su ingenio para dar una batalla psicológica
contra la dictadura militar. Cuando la agencia empezaba a encontrarse cercada
por la represión, apeló a otros métodos todavía mucho más artesanales. No se
detuvo ni aún en las horas más terribles. La consecuencia de sus planteos lo
llevó a retratar la realidad hasta el último momento. Nunca abandonó su empresa,
su compromiso ni su ideal. Pero, por sobre todas las cosas, Walsh supo fundir su
propia identidad en el colectivo. De ahí que sus aciertos y sus errores sean
compartidos con muchos otros militantes de la época que, también, pusieron toda
su energía y hasta la vida en función del cambio.
La idea de comunicación
que expresa ANCLA tampoco es extraña a otras experiencias a nivel
latinoamericano que se multiplicaron en aquella época: las radios mineras
bolivianas y los periódicos de los cordones industriales de Santiago (Chile),
entre otros, muestran que la discusión acerca de la alternatividad estaba
presente a lo largo de todo el continente. En la actualidad, enseña un camino la
estrategia de prensa llevada adelante por el Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN), gracias a la cual logró apoyo a escala internacional. También,
los numerosos medios y agencias alternativas de noticias, independientes o
vinculadas a organizaciones políticas revolucionarias, que nutren de información
a infinidad de personas y apuestan por la organización popular y el cambio
social.
Por otra parte, la calidad del trabajo realizado por el grupo que
llevó adelante la agencia permite inferir que el bloqueo informativo no era un
cerco imposible de sortear. En los medios de comunicación se publicó mucha más
información de la que se asume, por lo menos entre líneas o a través de
información oficial acerca de algún operativo. Y es por este motivo que no es
creíble, a nuestro entender, el recurso a la ignorancia que algunos esgrimen a
la hora de hacer un balance de lo sucedido durante aquellos años.
De no
haber existido un mínimo de información o un mínimo de personas informadas,
ANCLA no hubiese sido posible.
La regularidad en la entrega de los cables
demuestra que en las redacciones se manejaba cierta información, lo cual hace
pensar en una reproducción del material de boca en boca al menos en este ámbito,
así como también en los ámbitos de pertinencia de aquellas personas que
recibieron información por esta vía o a través de la Cadena Informativa. Al
mismo tiempo, quienes no hallaban espacio para la verdad en sus propios medios
podían recurrir a ANCLA para "sacudirnos un poco la indignidad que nos cubría",
como escribió el periodista Alberto de Arriba.
Finalmente, queremos
agregar que a lo largo de este trabajo intentamos develar algunas incógnitas
acerca del funcionamiento y los objetivos de la Agencia de Noticias Clandestina,
creada por Rodolfo Walsh, Lila Pastoriza, Lucila Pagliai, Eduardo Suárez y
Carlos Aznárez en 1976. En principio sostuvimos la idea de una agencia destinada
a denunciar en el extranjero las violaciones a los derechos humanos. Como
dijeron muchos de los entrevistados, ese fue el objetivo -recortado, ascético-
que quedó "para la historia".
Una investigación es un laberinto. En el camino se van
abriendo, lentamente, puertas que prometen diferentes recorridos. A cada paso
nacen nuevas posibilidades y la investigación sigue hasta acercarse o llegar al
centro. Pero en ese viaje, a veces, quedan algunas puertas sin golpear. Puertas
que, tal vez, agregan otras miradas que completan el trabajo realizado. Luego de
la publicación de la primera edición de ANCLA, una experiencia de comunicación
clandestina, muchas personas nos acercaron datos y materiales valiosísimos. En
algunos casos, cuando el espacio lo permitía, los añadimos al texto; otros
enfoques, en cambio, preferimos incorporarlos -también limitados por el espacio-
a través de esta posdata a la segunda edición. Sabíamos que la investigación era
un comienzo (excepto el libro de Verbitsky sobre Rodolfo Walsh y la prensa
clandestina, no había otros acercamientos al tema) y esperábamos que el interés
en la experiencia de ANCLA generara nuevas respuestas.
Así tomó más
cuerpo la cuestión de los enigmas, tan presente en la obra del militante y
escritor. Porque a Rodolfo Walsh, según explica su hija Patricia (180), "le
encantaban los enigmas y le gustaba resolverlos", lo cual está muy relacionado
con "su pasaje por la literatura policial y su fascinación por la literatura
fantástica". Por ejemplo, uno de sus memorables cuentos, titulado "El genio del
anónimo" y publicado originalmente en la revista Leoplán (181), narra los
pormenores de una verdadera guerra de nervios librada entre un "fantasma" y la
nobleza y el gobierno británicos del siglo XVIII. Escribe Walsh que esta
historia "constituye una de las burlas más colosales de todos los tiempos".
"Todo empezó cuando en el Public Advertiser, periódico popular de la época,
...apareció una carta firmada por un tal 'Junius', donde se arremetía
impávidamente contra los personajes más encumbrados del país. Literalmente, esa
carta no dejaba títere con cabeza". Más adelante, el escritor sostiene que aquel
fantasma era un genio de la invectiva y que "gozaba, por añadidura, de una
inconmensurable ventaja: permanecer ignorado e inidentificable mientras él, a
juzgar por todos los indicios, conocía al dedillo la vida política y aun íntima
de sus sucesivos rivales. 'Junius' podía acusar públicamente a cualquiera de sus
víctimas de cultivar una excesiva amistad con la botella, de apalear a su mujer
o de tener un lunar en la nariz -supuesto que así fuese-, pero, ¿quién podía
retribuirle? 'Junius' era un hombre sin cara ... de quien se ignoraba todo".
Durante su reinado de tres años y a la manera de los pasquines sediciosos y
de las cartas anónimas con firmas falsificadas impulsadas por Mariano Moreno en
1810 (destinadas, justamente, a sembrar la desconfianza entre las fuerzas
realistas), "Junius" puso en jaque a los hombres y las instituciones inglesas de
su época. En todo ese tiempo no fue "posible atraparlo ni averiguar más datos
que los que él voluntariamente suministraba. Sus víctimas le tendieron
innumerables trampas. Todos fracasaron. Un instinto infalible parecía guiar al
desconocido francotirador".
Entonces volvemos al Plan de Operaciones:
dijimos a lo largo de este trabajo que Rodolfo Walsh era un apasionado de la
historia nacional y latinoamericana y que, muchas veces, su estudio funcionaba
como experiencia acumulada para avanzar en las diferentes tareas en un proceso
de cambio. Patricia Walsh sostiene que más allá del debate sobre la autenticidad
del Plan de Operaciones, el escrito era "lectura obligatoria para una buena
parte de la militancia de la década del '70, o por lo menos para la militancia
de la cual, yo provengo, la tendencia revolucionaria del peronismo". Y agrega:
"Ese libro tiene que estar en mi biblioteca. Porque entre otras cosas yo heredé
libros de mi hermana, libros de mi papá, libros de mi mamá... Y sospecho que
debe estar subrayado, porque mi padre era un gran lector y tenía batallas con
los libros: los marcaba, los subrayaba, se enojaba y hacía comentarios. Y sé que
realmente está así" (182).
Recién en estos últimos años, Rodolfo Walsh comenzó a "descubrirse" como
militante orgánico de una fuerza político militar. La publicación de los
documentos internos de debate dentro de Montoneros primero, y sus papeles
personales después, aportaron una mirada más interesante y menos ascética sobre
su compromiso político. Y nuevos materiales comenzaron a proponer nuevos
enfoques (183). Antes se privilegiaba, salvo excepciones, al periodista y
escritor; en todo caso, al intelectual comprometido.
Sobre este hecho y
su tratamiento investigativo, Patricia Walsh dice que "mi padre disfrutaría
mucho de ver cómo se han ido construyendo enigmas sobre su propia persona. Yo
creo que él escribe acerca de sí mismo en algunos textos donde escribe sobre
otros. Por ejemplo, en el prólogo a Los que luchan y los que lloran, mi padre
escribe sobre Jorge Ricardo Masseti y dice 'Periodista, sabía como se construyen
renombres y se entretejen olvidos. Guerrillero, sabía que si era derrotado el
enemigo sería el dueño momentáneo de su historia', Esto me parece que él pudo
haberlo escrito para sí; sin embargo, claro, el enemigo va a ser el dueño
momentáneo de su historia. Y por suerte esto se empieza a acabar en este
momento, ya podemos empezar a hablar un poco más fuerte de algunas cosas.
"Cuando allá por el año '84, '85 se empieza a reeditar la obra de mi papá,
se hablaba mucho del intelectual comprometido. Mi papá había sido un intelectual
comprometido. Y a mi me parecía que no, que mi papá había pasado por una
instancia en la que era un intelectual comprometido pero que había textos que
luego se pudieron publicar, entre ellos los que están recopilados en un libro
que se llama Ese hombre (184), que daban cuenta de la enorme lucha que tenía
consigo mismo para asumir en algún momento una opción militante. Y ahí sí. Este
hombre, muy poco antes de desaparecer -estoy hablando de octubre de 1976, ya
había muerto mi hermana Vicky-, me dice que está orgulloso de haberse
convertido, de haber podido convertirse en un combatiente. Entonces ya no era
exactamente un intelectual comprometido. Él estaba orgulloso de haber podido
llegar a ser un combatiente. Y precisamente a él, que se ocupó tanto de sostener
una versión de rigor con la verdad, mal podemos hacerle si pretendemos
arreglarle la biografía. Cómo vamos a querer cambiarle la biografía, esto no
sería hacerle homenaje a Walsh de ninguna manera.
"Entonces, cuando sobre
todo por aquellos años de la década del '80 se publicaba que mi papá tenía
diferencias con la organización Montoneros y que incluso se había ido de la
organización Montoneros, que se había distanciado de la organización Montoneros
y recuperaba su nombre y su apellido, lo cual daría cuenta de esa distancia con
la organización Montoneros, yo pensaba lo mismo que pienso ahora: ¿cómo le vamos
a arreglar la biografía? ¿cómo vamos a hacer eso? Porque está muy bien planteado
en este libro cómo la recuperación del nombre y del apellido no tiene que ver
con una decisión de haberse ido de la organización sino con algunos recursos que
él, dentro de la organización, estimaba como legítimos. Incluso hay una frase
donde se lo cita diciendo 'Estas diferencias, estos planteos, deben ser
entendidos como una discusión dentro de la organización misma y no como una
ruptura'. Él había decidido no irse del país y propuso a la organización que
integraba una serie de medidas que tenían que ver con pasar a la resistencia"
(185).
Pensar a Rodolfo Walsh de formal integral nos permite, entonces,
comenzar a romper con el ícono de mármol. Rodolfo Walsh, el militante, ese
hombre al que también "le gustaba el buen whisky y que, en situaciones de máxima
austeridad, cuando le reprochaban 'cómo vas a gastar... ' contestaba 'nosotros
luchamos para vivir mejor, no para vivir peor' (186); Rodolfo Walsh, ese hombre
complejo, humano, ofrece la posibilidad de dar con miradas más renovadas.
Interesantes para interpelar el pasado, pero también para activar en el
presente. Así el esfuerzo colectivo podrá comenzar a devolverle su propia
historia.
En el mismo sentido pero desde el punto de vista
específicamente comunicacional, el rescate de la experiencia de ANCLA nos
introduce también en un debate que cada vez gana más actualidad: la lucha contra
la desinformación y los monopolios multimediáticos. En la búsqueda de respuestas
concretas por parte del campo popular, la construcción de herramientas de
contrainformación (como todo) no empieza de cero: las experiencias del pasado,
con sus aciertos y sus errores, sirven de piso para la lucha actual. Como otras
prácticas sirvieron de experiencia acumulada a la hora de pensar la Agencia
Clandestina. Lo cual nos obliga a reflexionar sobre la concentración mediática y
sobre las formas de contrarrestar la moderna "catarata de basura informativa".
Finalmente, de acuerdo a una lectura posible y esperada de la investigación, se
desprende que "si aun en los momentos de mayor represión y derrota se pudieron
construir herramientas informativas que cumplieran múltiples roles con aceptable
éxito, ¿cómo es posible que hoy no podamos sacar los pies del plato mediático?
¿Por qué debemos depender de los medios del enemigo para informar e informarnos?
La vida de Rodolfo Walsh es una bofetada en la cara de los que dicen que los
multimedios son la única voz posible, ya que su vida -tanto política como
intelectual y profesional- fue una permanente negación de la hegemonía de los
medios burgueses" (187). En este campo, la indiferencia deja de tener excusas
cuando, como diría Walsh, "te das cuenta que tenés un arma: la máquina de
escribir" (188). Un arma que, según como se la maneje, puede ser "un abanico o
una pistola".
Agosto de 2001.
Notas
188 Walsh, Patricia.
Intervención en la presentación de este libro en la Universidad Popular de las
Madres de Plaza de Mayo. Patricia compartió la mesa con Vicente Zito Lema,
Horacio González, José Luis Mangieri, Fernando Krichmar (Grupo de Cine
Insurgente) y la autora. Noviembre de 2000.
181 Walsh, Rodolfo: "El genio
del anónimo". En Cuentos para tahúres y otros relatos policiales. Buenos Aires,
Puntosur editores, 1987.
182 Walsh, Patricia. Op. cit.
183 Entre otros, aportan nuevas miradas el documental titulado Operación
Rodolfo Walsh, de E. Gordillo, que cuenta con valiosos testimonios sobre la vida
política de Walsh. También, sobre la experiencia de Prensa Latina pero desde el
estudio sobre Jorge Ricardo Masseti y el EGP, la investigación de Gabriel Rot
sobre Los orígenes perdidos de la guerrilla en la Argentina (Buenos Aires, Ed.
El cielo por asalto, 2000). Por otra parte, el libro de Analía García y Marcela
Fernández Vidal sobre Pirí Lugones, titulado Pirí (Buenos Aires, Ed. De la Flor,
1995), recoge testimonios que incluyen su relación personal y política con
Walsh, el clima de la época, las visitas a Cuba y la participación de Pirí,
junto a Walsh, en el área de Inteligencia de Montoneros. Las autoras puntualizan
que ella, mediante las "escuchas", supo sobre los preparativos de la masacre de
Ezeiza en 1973 (las cintas grabadas de las comunicaciones entre las fuerzas
represivas sirvieron de base, después, a la investigación de Horacio Verbitsky);
y, en diciembre de 1977, poco antes de su propia desaparición, del secuestro de
las Madres de Plaza de Mayo en la Iglesia de la Santa Cruz.
184 Compilado
por Daniel Link. Buenos Aires, Ed. Seix Barral, 1996.
185 Walsh, Patricia. Op. cit.
186 Idem.
187 La cita
pertenece a la lectura de Caviasca, Guillermo Martín: "ANCLA, o cómo sacar los
pies del plato". Crítica literaria sobre ANCLA, una experiencia de... publicada
en la revista de política y cultura La Maza. Buenos Aires, número 1, julio de
2001.
188 Walsh, Rodolfo. Reportaje de Ricardo Piglia, marzo de 1970. En
Link, Daniel (comp.): Ese hombre y otros papeles personales. Buenos Aires, Ed.
Seix Barral, 1996.
A continuación reproducimos algunos de los partes de
ANCLA que utilizamos para este trabajo. Por un problema de extensión, a veces
suprimimos algunos párrafos, intentando de todos modos que eso no afectara el
texto. En el libro de Horacio Verbitsky, Rodolfo Walsh y la Prensa Clandestina,
pueden encontrarse las transcripciones de varios cables de la agencia y de
Cadena Informativa.
1976
ALLANAN LA VIVIENDA DEL GENERAL CORBETTA
Buenos Aires,
ago 24 (ANCLA)- Allegados al general de brigada Arturo Amador Corbetta
confirmaron una versión que circulaba insistentemente en el sentido de que en
los primeros días del mes en curso fue allanada la vivienda que el mencionado
militar posee en la capital argentina.
Corbetta, de 48 años, ex jefe de
la IX Brigada de Infantería con asiento en Comodoro Rivadavia y actual jefe de
la Brigada I de Caballería Blindada con asiento en Tandil, alcanzó gran
notoriedad cuando a consecuencia del estallido producido el 2 de julio en la
Superintendencia de Seguridad Federal se produjo una verdadera rebelión de la
plana mayor policialen reclamo de sangrientas represalias- que culminó con el
relevo de los superintendentes de dos importantes unidades operativas de la
policía Federal Argentina y de la renuncia del propio Corbetta como jefe de la
misma.
Las fuentes precisaron que el general Corbetta viaja casi todos
los fines de semana desde Tandil -una localidad situada a 400 kilómetros de
Buenos Aires- hasta la Capital Federal donde reside en un departamento, ubicado
en las calles Paraguay y Ecuador. En uno de esos viajes, el ex jefe de la
Policía fue informado por el encargado del edificio de un grave suceso ocurrido
durante su ausencia: media docena de individuos fuertemente armados -que se
identificaron como policías- irrumpieron violentamente en su vivienda, la
revisaron palmo a palmo y se retiraron luego de destrozar parcialmente el
mobiliario.
Ante estos hechos el alto jefe militar se comunicó con el
ministro del Interior, general Albano Harguindeguy, a quien responsabilizó de
los hechos ocurridos. (Las diferencias entre Corbetta y Harguindeguy datan de
tiempo atrás, habiéndose evidenciado al decidir el ministro del Interior que los
jefes policiales relevados por Corbetta en la crisis de julio, se desempeñaran
como asesores de su ministerio.)
Como se sabe, el general Corbetta se
ubica entre los más firmes sostenedores de la posición "legalista" en cuanto a
la represión antisubversiva. Así es que fue el inspirador de los consejos de
guerra y el primero en organizarlos seriamente.
Su oposición a la metodología basada en el secuestro, la tortura y el
asesinato (que forma parte de la doctrina operativa actualmente en vigencia) se
manifestó especialmente a raíz del asesinato del general boliviano y ex
presidente de ese país Juan José Torres y de la "ejecución" de los cinco
religiosos de la orden de los palotinos, en los primeros días de julio.
Amigo personal del general Alejandro Lanusse (con quien compartió el calabozo de
la prisión de Rawson, al sur del país, luego del fracasado levantamiento militar
contra Perón en 1951), soltero empedernido, ateo consecuente, lector y admirador
del filósofo Kant, su eticismo y su legalismo (" ... la ética de la conducta es
el elemento esencial, la ética como contenido y la legalidad como expresión
externa y único elemento válido de la convivencia" "... el eje moral de la
Nación pasa inapelablemente por la institución policial", dijo en su discurso al
asumir la Jefatura de Policía) y su firme posición ante la "rebelión policial"
de julio, explican su efímero reinado de diez días al frente de la Policía
Federal, y la actual campaña contra él dirigida.
MALESTAR EN LA POLlCIA
PROVINCIAL
Buenos Aires, Dic 19 (ANCLA)- Fuentes vinculadas a la Policía de la
Provincia de Buenos Aires nos han hecho llegar la información de que existe un
agudo malestar en dicha repartición debido a una sucesión de hechos que
comienzan a desencadenarse desde el día en que una poderosa bomba estalló en la
sede de la misma.
Como se recuerda, el día 10 de noviembre -a media
tarde- un empleado civil afectado a la jefatura policial hacía detonar un
potente artefacto explosivo en momentos en que la plana mayor de la repartición
se encontraba reunida con el subjefe, Guillermo Trotz. La explosión
-reivindicada para sí por la organización peronista Montoneros- causó numerosas
víctimas y cuantiosos daños.
A las 18.30 hs. de ese día se entregaba a
los periodistas un comunicado de la dependencia atacada que informaba sobre los
hechos y destacaba que "víctimas del atentado" habían fallecido el Cnel. Trotz y
el agente Carlos Restuccia. La información llevaba la firma del director general
de Seguridad, comisario general Gené.
A las 7.20 hs del día siguiente, un
nuevo comunicado de prensa -esta vez firmado por el jefe Cnel. Ramón Alberto
Camps- remarcaba que "toda información relacionada con el suceso será dada
exclusivamente por esta jefatura" y terminaba aclarando que el Cnel. Trotz no
había fallecido, aunque sus lesiones eran gravísimas.
Esta contradicción
entre los dos altos jefes no se producía por casualidad. Tiene sus orígenes en
el día 9 de septiembre de este año en que el Cnel. Trotz asumiera la
subjefatura. Todas las expectativas para ocupar dicho cargo estaban puestas en
Gené, que hasta ese momento era una suerte de "mentor ideológico" de Camps
-escribía sus discursos- y el que ante la repartición ejercía la subjefatura
natural, sin lugar a dudas.
Según la ley orgánica de la PPBA el subjefe
debe pertenecer a la repartición, algo que aquí se pasó por alto en tres
oportunidades, ya que en la subjefatura se sucedieron el Cnel. Trotz, el Cnel.
Mosto y en la actualidad el Cnel. Emilio Tabernero. Con este hecho, la vieja
tirantez entre militares y policías de carrera se veía reforzada.
Gené,
considerado por sus pares como un brillante profesional, gozaba del respeto de
altos cuadros de la repartición. De carácter dicharachero, jamás utiliza
guardaespaldas y se lo define como ubicado en el campo de los "Iegalistas", es
decir, que no son partidarios de los secuestros y otros métodos ilegales.
Su apresuramiento en informar sobre la muerte de Trotz lo haría posible en los
próximos días de una sanción ejemplarizadora: sería pasado a disponibilidad tal
cual lo marca el Art. 178 de la PPBA.
Esta noticia ha provocado una
situación de extrema tirantez entre los cuadros ya que varios comisarios
generales y jefes regionales -en especial los de Lanús y La Plata- se habrían
solidarizado con él y estarían dispuestos a realizar un planteo formal al
comandante del Primer Cuerpo de Ejército.
El lunes 14, un conocido
comisario general de la PPBA comentó a ANCLA que "sería paradójico que quieran
sancionar a Gené, de gran consenso entre nosotros, ya que ellos -los militares-
no sólo no han respetado la Ley Orgánica que nos rige sino que desde que
entraron aquí el desprestigio y la calumnia nos abarcan a todos".
LA CRISIS EN LA CUPULA MILITAR
Buenos Aires, dic 20 (ANCLA)- La
Marina argentina propuso como presidente de la República al general Luciano
Benjamín Menéndez, reservando al actual titular del Poder Ejecutivo general Vide
la, el cargo de comandante en jefe del Ejército.
La posición de la Marina incluye un abanico de posibilidades que cubre desde
la candidatura presidencial del general Menéndez hasta el nombramiento de otro
alto jefe militar en un eventual cargo de "primer ministro". Pero en todos los
casos se supone el desdoblamiento de la función ejercida por Videla, y en la
mayoría de sus variables contempla la permanencia de este último como comandante
en jefe del ejército.
Por el contrario, las propuestas manejadas por el
sector orientado por el general Viola privilegian la titularidad del Poder
Ejecutivo para el general Videla (con mayores atribuciones que las actuales) y
ubican al general Viola en la Comandancia en Jefe del arma.
Tanto la
Marina, la Aeronáutica, como el sector del Ejército orientado por el general
Menéndez cuestionaron al general Viola en la reunión de treinta generales,
almirantes y brigadieres que se llevó a cabo en los últimos días de noviembre
por su relación con políticos y sindicalistas.
Los enfrentamientos en la
cúpula militar -que tomaron estado público últimamente con los ataques a Viola
en los discursos de Massera y Lambruschini y con el debate sobre la ley
sindical- se agudizaron a partir de que el general Viola lograra mejorar su
relación de fuerzas con los cambios producidos en el arma por la Junta de
Calificaciones.
En dicha oportunidad, si bien la llamada "línea Viola"
perdió la Brigada I de Caballería y debió pactar en algunos casos con el ala
liderada por Menéndez, pudo pasar a disponibilidad a cuatro opositores
(Paladino, Vilas, Buasso y Mujica), promover a altas funciones a generales
afines (Vaquero y Olivera Rovere) y mantener sus posiciones en el gobierno,
entre otros logros importantes. La contraofensiva emprendida por la Marina,
Aeronáutica y el sector aliado del Ejército, se ha centrado en dos ejes: la
relación Junta-Poder Ejecutivo, y la cuestión sindical, a través de la Ley de
Asociaciones Profesionales.
1977
LA "LlBERACION" DE PRESOS
POLlTICOS EN ARGENTINA
Buenos Aires, Ene 3 (ANCLA)- Familiares de detenidos políticos denunciaron
que la anunciada liberación de presos profusamente propagandizada por el
gobierno mílítar no se ha concretado en la mayoría de los casos.
Los
familiares afirman que gran parte de los nombres incluidos en las listas de
"liberados" corresponde a detenidos con procesos legales en curso, por lo cual
al cesar la "disposición del Poder Ejecutivo Nacional" continúan detenidos bajo
jurisdicción de la justicia.
Como contrapartida, aseguran que no han sido
incluidos centenares que se encuentran sin proceso legal y a disposición del
Poder Ejecutivo. De haberse procedido de ese modo sí se habrían efectivizado
numerosas liberaciones.
Las fuentes atribuyen este hecho a un intento
para tranquilizar la opinión internacional agitada por las continuas violaciones
a los derechos humanos en el país.
"Las 'libertades' no afectan ni
siquiera al dos por ciento de los desaparecidos y detenidos en el país",
manifestó a ANCLA un alto miembro de la jerarquía eclesiástica local. "Además
del engaño que supone esta medida hay que señalar que los miles de secuestrados
nunca reconocidos oficialmente continúan siendo fusilados diariamente en
'enfrentamientos' inexistentes", agregó el prelado.
Luego de la intensificación en los últimos tiempos de las presiones
internacionales y de importantes sectores internos, el gobierno de los militares
anunció tras sucesivas "liberaciones" que, presuntamente, afectaban a más de un
millar de presos políticos. En realidad, la medida consiste en "cese a
disposición del Poder Ejecutivo Nacional", figura legal que permite la detención
de ciudadanos sin proceso alguno, con opción a abandonar el país. Actualmente,
el derecho a opción también está restringido. Fuentes responsables estiman en
veinte mil el número de presos y desaparecidos en el último año.
SERVICIO
ESPECIAL: A UN AÑO DEL GOLPE MILITAR EN LA ARGENTINA 2- LA SITUACION ECONOMICA
Buenos Aires, Mar 15 (ANCLA)- A un año de la aplicación de un drástico plan de
saneamiento económico, la Junta Militar que se apoderó del gobierno el 24 de
marzo de 1976 enfrenta un espectacular rebrote de la inflación que se creía
dormida, y que sigue siendo holgadamente la más alta del mundo, próxima al 400
por ciento anual.
En enero de 1977 el costo de vida aumentó un 14 por
ciento y en febrero un 9 por ciento, inquietando a los militares que temen una
violenta reacción popular.
El único éxito que el ministro José Alfredo Martínez de Hoz pudo exhibir
ante sus ceñudos interrogadores castrenses fue un superávit de 1.100 millones de
dólares en el balance de pagos, lo cual no es extraño, si se considera que se
produjo un ingreso de 1.300 millones de dólares por créditos obtenidos de Fondo
Monetario Internacional y de bancos de Estados Unidos, Japón y Europa para
refinanciar la agobiante deuda externa argentina de 12.000 millones de dólares.
(...) Temeroso de los estallidos sociales, el gobierno militar anunció a los
empresarios que podrían mantener sus ganancias congelando salarios.
Pero
que a cambio de ello debían restringir al mínimo los despidos de personal.
Así al terminar 1976 los precios habían aumentado casi un 400 por ciento y
los salarios menos de 150 por ciento. La situación de los trabajadores es la
peor de todo el siglo XX en la Argentina y la peor del mundo en 1976.
(...) La desocupación es un fantasma que no deja de rondar, y su principal actor
es el propio gobierno que planea despedir a 300.000 agentes de la administración
pública y las empresas del estado, alegando que sus cuentas de salarios generan
inflación.
Sin embargo, al día siguiente del anuncio de Martínez de Hoz
acerca de que esos despidos eran inevitables, la Policía Federal anunció que
contrataría a 2.000 nuevos agentes debido "a la situación sociopolítica
argentina". El año pasado la Policía Federal ya había incorporado a otros 5.000
nuevos agentes. También aumentó la nómina de empleados de la Dirección General
lmpositiva, coincidiendo con una presión tributaria que el propio ministro
mencionó como la más alta en la historia argentina (...)
TRASFONDO
POLÍTICO EN LA NUEVA OLA DE SECUESTROS
Buenos Aires, abril 15 (ANCLA)- La nueva ola de secuestros producida a fines
de marzo y principios de abril expresaría la agudización de los enfrentamientos
entre distintos sectores del gobierno militar.
La desaparición del ex
secretario de Prensa y Difusión de la Presidencia, Edgardo Sajón, dicen las
fuentes, estaría encaminada a advertir al ex mandatario militar, teniente
general Alejandro Agustín Lanusse acerca de las consecuencias que enfrenta por
su actividad política.
Lanusse es el candidato a la presidencia de la
República que más simpatías habría conseguido despertar en la Unión Cívica
Radical, con el consentimiento del sector militar dirigido por el jefe del
Estado Mayor del Ejército, general de división Roberto Eduardo Viola.
Se
oponen terminantemente a esta posibilidad los comandantes en jefe de la Armada y
la Fuerza Aérea, almirante Emilio Eduardo Massera y brigadier general Ramón
Orlando Agosti.
Tras la desaparición de Sajón dejaron de tenerse noticias
del ex sacerdote católico y colaborador del Servicio de Informaciones Navales
Héctor Ferreiros.
Ferreiros pidió la reducción al estado laical y se casó hace un año.
Trabajaba como periodista en la agencia oficial Télam, a la que llevaba los
puntos de vista del almirante Massera.
Versiones aún sin confirmar
indicaban que también habían desaparecido el ex canciller del primer gobierno
peronista, Hipólito Jesús Paz, y el empresario Horacio Rodríguez Larreta,
presidente del Racing Club.
El año pasado el ex presidente Lanusse
dirigió una carta abierta al entonces segundo comandante del cuerpo V de
Ejército, general de brigada ahora retirado Acdel Vilas, reclamándole por las
violaciones cometidas a los derechos humanos.
Vilas había acusado públicamente al ex ministro de Educación de Lanusse,
profesor Gustavo Malek, de encabezar la "infiltración marxista" en la
Universidad Nacional del Sur.
Además, las fuerzas militares secuestraron
a Mónica Mignone, hija del ex viceministro de Educación de Lanusse, Fermín
Emilio Mignone, de quien no volvió a saberse. Mignone declaró tener la certeza
de que los secuestradores eran personal de la Marina.
En el mismo
sentido, los allegados al ex presidente Lanusse atribuyeron a comandos de la
Armada el atentado que hace más de un año costó la vida a su nuera, María Caride
de Lanusse.
Tanto el ERP como los Montoneros negaron haber cometido el
atentado.
Desde el 24 de marzo de 1976 se produjeron en la Argentina veinticinco mil
secuestros, de los cuales diez mil fueron reconocidos posteriormente como
arrestos legales.
Entrevistas y testimonios LlLIA FERREYRA, noviembre de 1997; MANUEL
GAGGERO, noviembre de 1997; LILA PASTORIZA, diciembre de 1997; LUCILA
PAGLlAI, marzo de 1998; LAURA GONZALEZ, mayo de 1998*; ANGELlCA GONZALEZ,
mayo de 1998*; CARLOS AZNAREZ, febrero de 1999; JORGE REYNA, marzo de
1999; ROBERTO PERDIA, abril de 1999; HORACIO VERBITSKY, abril de 1999;
PATRICIA WALSH, noviembre de 2000**. * Pseudónimos. ** Intervención en la
presentación de la primera edición de este libro en la Universidad Popular de
las Madres de Plaza de Mayo. Patricia Walsh compartió la mesa con Vicente Zito
Lema, Horacio González, José Luis Mangieri y Fernando Krichmar (Grupo de Cine
Insurgente). Diarios y revistas ANCLA. Cables de 1976: "Allanan vivienda
del general Corbetta", del 24 de agosto; "Habría sido asesinado Monseñor
Angelelli" y "Campaña de censura y represión contra periodistas", ambos del 30
de agosto; "Ola de violencia sobre los profesionales", del 18 de septiembre;
"Malestar en la policía provincial", del 19 de diciembre; y "La crisis en la
cúpula militar", del 20 de diciembre. Cables de 1977: "La 'liberación' de los
presos políticos en Argentina", del 3 de enero; "Servicio especial: a un año del
golpe militar en Argentina. Parte 2: La situación económica", del 15 de marzo;
"Campaña por tres generales retirados", del 14 de abril; "Trasfondo político en
la nueva ola de secuestros", del 15 de abril; y "Con este despacho ANCLA reanuda
sus servicios", del 10 de agosto. Cadena Informativa. Informe Nro. 1 (1976).
Evita Montonera. Nros. 6, 7 (1975); 16, 17, 19 (1977); 24 (1979). Noticias (de
Argentina). Nro. 8 (1979). Clarín. Edición del 20 de abril de 1977.
Suplementa Zona, diario Clarín. Edición del 21 de marzo de 1999. Para
consultar materiales de la época, ver en la Hemeroteca de la Biblioteca
Nacional, en la hemeroteca del CEDINCI (Sarmiento 3433) y en archivo del Grupa
Arte, Cultura y Política en las años '60 del lnst. Gino Germani (Uriburu 950
6to. piso). A ellos mi agradecimiento por su orientación en la búsqueda de
originales. Libros Allpart, Gardan y Pastman, L.: Psicología del rumor.
Nueva York. H. Holt & Co., 1947. Anguita, Eduardo, y Caparrós, Martín: La
Voluntad. Tomo III. Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, Colección Biografías y
Documentos, 1998. Baschetti, Roberto: Rodolfo Walsh, vivo. Buenos Aires, Ed.
De la Flor, 1994. Bonasso, Miguel: Recuerdo de la muerte. Buenos Aires, Ed.
Planeta, colección Espejo de la Argentina, 1994. Casulla, Nicolás: "Walsh y
su pensamiento político en 1976". En Baschetti, Roberto: Rodolfo Walsh, vivo.
Buenos Aires, Ed. De la Flor, 1994. Crespi, Sandra y Rodríguez Esperón,
Carlos: "EI Salvador: de lo alternativo a lo alterativo". Buenos Aires, revista
Causas y Azares nro. 1, primavera de 1994. De Arriba, Alberto: "Prisioneros
del silencio". En Decíamos ayer. La prensa argentina bajo el Proceso. Buenos
Aires, Ed. Colihue, 1998. Escarpit, Robert: Teoría de la información y
práctica política. Buenos Aires, Ed. Fondo de Cultura Económica, 1992.
Fabbri, Paolo: Tácticas de los signos. Capítulo 1: "El tema del secreto".
Barcelona, Ed. Gedisa, Colección El Mamífero parlante, Serie Mayor, 1995.
Fernández Díaz, Augusto: "EI supuesto plan de Mariano Moreno". En el Anuario del
Instituto de Investigaciones Históricas nro. 4, De la colonia a la emancipación.
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