En la madrugada del 17 de octubre de 1976, siete jóvenes militantes
de Juventud Peronista y Montoneros, que estaban secuestrados en el
centro de detención ilegal y clandestino "El Pozo", fueron
conducidos a un oscuro y desolado camino rural cercano al pueblo
cordobés de Los Surgentes. Fueron obligados a descender de los
vehículos, vendados y esposados, y los acribillaron a mansalva. Sus
nombres eran Cristina Costanzo, María Cristina Márquez, Analía
Murguiondo, Daniel Oscar Barjacoba, Sergio Abdo Jalil, Eduardo
Felipe Laus y José Antonio Oyarzábal. |
NOTAS EN ESTA SECCION
La memoria por los 30 años de la masacre |
A 30 años de la masacre de Los Surgentes, Carlos del Frade |
Detalles del caso de Los
Surgentes
Nelma |
Los familiares más cercanos, José Maggi,
Rosario/12, 07/09/08
ENLACES RELACIONADOS
www.alapalabra.com.ar
|
www.colectivoepprosario.blogspot.com
LECTURAS RECOMENDADAS
Instantáneas 1976-2006, Comisión Provincial por la
memoria |
Córdoba: hallan nueve cadáveres de desaparecidos en la dictadura (2003)
Testimonio de Marcelo Márquez, marzo
2011 |
Diccionario de los 70
Por José Maggi [2006]
El 17 de octubre de 1976 siete
jóvenes, secuestrados en el Servicio de Informaciones de la Jefatura de
Rosario, fueran sacados por personal policial y llevados a la localidad
cordobesa de Los Surgentes, donde fueron acribillados en un camino rural.
Las víctimas del caso conocido con el nombre del lugar de la matanza fueron
Cristina Costanzo, María Cristina Márquez, Analía Murguiondo, Daniel Oscar
Barjacoba, Sergio Abdo Jalil, Eduardo Felipe Laus y José Antonio Oyarzábal.
A continuación se publica la
historia escrita por familiares de las victimas, en especial por Francisco
Oyarzábal y Marcelo Márquez que reflejan la forma en como el "Vasco" y el
"Cumpa" pelearon desde el primer día con la burocracia judicial, la falta de
interés en dilucidar la verdad además de complicidades varias. Hace dos
años, Rosario/12 los había juntado en torno de una misma mesa, al calor de
la reapertura de la Causa Feced. Entonces afloraron los recuerdos del juez
cordobés que decidió usar una pala mecánica y picos y palas para desenterrar
los restos de los jóvenes en una fosa común del cementerio de San Vicente. Y
la imagen de los restos rescatados en bolsas plásticas en los primeros
tiempos de la democracia. Los mismos que, curiosamente, fueron devueltos al
cementerio antes de ser identificados, e incinerados de inmediato lo que
imposibilitó establecer sus identidades vía análisis de ADN. Esta es la
historia del espanto judicial, pero también de treinta años de lucha y de
esperanza por llegar a la verdad.
Las detenciones
Daniel Oscar Barjacoba y María
Cristina Márquez. Fueron detenidos el 2 de octubre de 1976 en las
adyacencias del Arroyo Ramallo, Barrio Somisa, de San Nicolás, por grupos de
personas armadas pertenecientes a Fuerzas Conjuntas. Barjacoba recibió 4 ó 5
heridas de bala al intentar escapar mientras lo detuvieron.
José Antonio Oyarzábal y Eduardo
Felipe Laus fueron detenidos el día 12 de octubre de 1976 en la vía pública
con folletos de propaganda política, el día en que el General Leopoldo
Fortunato Galtieri se hizo cargo del II Cuerpo de Ejército. Se desconocen
las fuerzas intervinientes, no se conocen testigos del secuestro.
Cristina Costanzo fue detenida el 13 de octubre de 1976 junto con Carlos
Pérez Rizzo en la vía pública.
Ana Lía Murguiondo fue detenida en la
madrugada del 14 de octubre de 1976 en su domicilio de Rosario junto con su
hija de dos años, luego de producirse un enfrentamiento en el que fueron
heridos dos integrantes del Servicio de Informaciones. Uno de ellos, apodado
"La Bruja" fue herido en una mano, y el otro, herido en un ojo. Ambos fueron
asistidos en el Sanatorio Británico de Rosario.
Sergio Abdo Jalil. El
15 de octubre de 1976 alrededor de las 15 horas mientras caminaba por la vía
pública acompañado por Stella Miguel, fue detenido frente al domicilio de la
calle República 3635 de Rosario, vendado e introducido en un automóvil de
color blanco, según relatos de vecinos de la zona. Momentos después su
acompañante fue asesinada a sangre fría en lo que posteriormente se fingió
como un enfrentamiento.
En "El Pozo"
Las siete personas nombradas
fueron conducidas al Servicio de Informaciones (S.I.) de la Unidad Regional
II de la Policía Provincial donde fueron torturadas según los testigos.
"Fueron varios los testigos del caso ya que a esa fecha eran varias las
personas detenidas en el S. I. conviviendo con los nombrados".
Ante
la resistencia que oponía Ana Lía Murguiondo al ser interrogada, el propio
ex Jefe de Policía Comandante de Gendarmería Agustín Feced la torturó con
golpes de puño, disponiendo posteriormente que se aplicara picana eléctrica
a su pequeña hija.
El día 17 de octubre de 1976 a la madrugada los
juntaron a todos en una oficina, obligándolos a acostarse boca abajo, uno al
lado del otro, esposados con las manos en la espalda y las vendas
reforzadas, y se los llevaron. Al regresar, los que los asesinaron
comentaban que la operación de Los Surgentes no había tenido inconveniente
alguno. De estos crímenes fueron responsabilizados el Comandante de
Gendarmería Agustín Feced, Comisario Saichoux (fallecido), Comisario Guzmán
Alfaro (a) "El Mudo", Oficial Lofiego (a) "El Ciego" o "Luzbel", Oficial
Marcote (a) "El Cura", Oficial Nast (a) "El Ronco", Scortecchini (a)
"Archie" y los apodados "Beto" y "Fino" (Carta de Gustavo Píccolo y Carlos
Pérez Rizzo desde Devoto)
Con motivo de la desaparición de estas
siete personas se realizaron denuncias y presentaciones ante Juzgados
Federales y Provinciales, Ministerio del Interior, Policía, Ejército,
Vicaría Castrense, Organismos Nacionales e Internacionales. De igual modo
testimoniaron en el Juicio a las Juntas Militares: Elena Corbin de Capisano,
Gustavo Píccolo, Omar M. Costanzo y Angela M. de Costanzo.
Primeros indicios
Recién en diciembre de 1979, Elena Corbin recibió contestación a un
Habeas Corpus presentado a favor de su hijo Daniel Oscar Barjacoba en julio
de 1979. Esta contestación fue dada por el Juzgado Federal Nº 2 de Rosario,
quien informó que en ese Juzgado existía una causa abierta y que por nota
del Convenio Policial de la Provincia de Córdoba extinguía la acción penal
de la misma, ya que el día 18 de octubre de 1976 se habían encontrado siete
cadáveres en la localidad de Los Surgentes, uno de los cuales había sido
identificado por Interpol como Daniel Oscar Barjacoba.
A partir de
este reconocimiento los familiares del identificado iniciaron
investigaciones en la morgue del Hospital San Roque de la ciudad de Córdoba,
a donde fueron llevados los cadáveres luego de ser encontrados en Los
Surgentes y en el cementerio San Vicente de la misma ciudad
En Los
Surgentes
Las personas que hallaron los siete cadáveres en Los
Surgentes, un domingo alrededor de las 8 de la mañana, los encontraron
apilados a un costado del camino, con los ojos vendados, señales de tortura
y acribillados a balazos. En el lugar había cartuchos de balas y luego todo
fue limpiado.
La encargada del Registro Civil, María Trinidad
González de Molina, les tomó las huellas digitales ayudada por un empleado
del Cementerio de Los Surgentes de apellido Narvaja y las elevó al Registro
Nacional de las Personas. Las huellas fueron retiradas por el Ejército y por
medio de las cuales en noviembre de 1976, se realizaron las identificaciones
que se mantuvieron en secreto, hasta que por una filtración de información
del Juzgado Federal Nº 2 de Córdoba aparecieron publicados en el diario "La
Voz del Interior" los nombres de cuatro de estas siete personas.
El 7 de marzo de 1980 el
Subcomisario Germán Walter Kutzechbach, Jefe de División Convenio Policial
Argentino, Córdoba le informó al Juez Federal Nº 2 de Rosario que: personal
de Criminalística confeccionó fichas dactilares de los cadáveres encontrados
en Los Surgentes, las cuales fueron remitidas con fecha 20 de octubre de
1976 por la División de Convenio Policial Argentino a los organismos de
seguridad de todas las provincias, Interpol y Registro Nacional de las
personas para su identificación. También que se identificaron dos cadáveres,
uno perteneciente a Daniel Oscar Barjacoba, y que fue comisionado personal
de esa División a la morgue judicial del Hospital San Roque que constató que
los siete cadáveres fueron inhumados en el Cementerio San Vicente, en Pilote
5, fosa común.
Identificación y cremación
El 6 de diciembre de 1984, con
la firma del Dr. Linares y del Dr. Héctor Cámara (Sub?Director del Depto. de
Servicios Médicos Forenses), se le solicita al Juez Federal Nº 1, Secretaría
del Dr. Otero Alvarez, que: "no habiendo encontrado otros elementos
suficientemente valorables en la pericia ordenada, se ha dado por concluida
la misma". Sugieren, además, "se contemple la posibilidad de ordenar la
remisión de los restos óseos ya estudiados, al Cementerio San Vicente en
razón de la falta de lugar apropiado".
Con fecha 11 de febrero de
1985, el Juez Federal Dr. Gustavo Becerra Ferrer solicitó se oficie al Jefe
del Departamento de Servicios Médicos Forenses de los Tribunales de la
Provincia de Córdoba para que acondicione los restos óseos en las mismas
bolsas en que fueron recibidos, de forma tal que sean perfectamente
identificables y los remita al Cementerio San Vicente. Así mismo, solicita
se oficie al Subsecretario de Gobierno de la Municipalidad de Córdoba para
que haga recibir dichos restos óseos y los haga depositar en el Cementerio
San Vicente tomando los recaudos tendientes a su perfecta conservación e
identificación inmediata.
Con fecha 28 de febrero de 1985, el Dr.
Héctor Cámara remitió desde el Departamento de Servicios Médicos Forenses al
Administrador del Cementerio San Vicente, Sr. Manuel Mediavilla los restos
óseos.
En el mismo mes de febrero de 1985 los restos óseos fueron
incinerados en el Cementerio San Vicente por orden de Arévalo, segundo de
Manuel Mediavilla (Director del Cementerio en ese momento). Las cenizas
fueron arrojadas en una fosa debajo de la cruz mayor del cementerio
Esta información motivó viajes a Córdoba de los familiares que incluyeron
averiguaciones en el Tribunal y el cementerio que permitieron corroborar
estos datos.
Con fecha del 24 de marzo de 2003, se elevó una nota a
la Dra. Graciela López de Filoñuk, Fiscalía Federal Nº 3 de Córdoba,
solicitando se investigue la veracidad de la cremación de los restos
exhumados en el Cementerio San Vicente en 1984, y de confirmarse, se
identifique y condene a los responsables. El escrito firmado por Marcelo
Márquez, Marcelo Jalil, Francisco Javier y María Inés Oyarzábal permaneció
sin respuesta al 20 de setiembre de 2006, cuando este grupo de familiares
culminó con este informe.
Información: Rosario/12, 17/10/06

A
30 años de la masacre de Los Surgentes y el principio de Galtieri: Un
Rosario desconocido
Por Carlos del Frade
Treinta años se cumplirán este
doce octubre (2006) de la asunción de Leopoldo Fortunato Galtieri como
titular del Segundo Cuerpo de Ejército con asiento en Rosario y jurisdicción
sobre las provincias de Santa Fe, Chaco, Formosa, Misiones, Corrientes y
Entre Ríos. La locura de Malvinas fue posible por el ascenso del general
promovido por las grandes empresas del litoral argentino, una gruesa
cuestión histórica que, sin embargo, no se discute ni públicamente ni en las
escuelas de la región ni tampoco del país. Cinco días después de asumir,
Galtieri presentó una masacre de militantes montoneros rosarinos en el
territorio de su principal competidor en la interna del partido militar,
Luciano Benjamín Menéndez, en Los Surgentes, en la provincia de Córdoba. A
tres décadas de aquel fusilamiento masivo, antecedente de Margarita Belén,
los familiares de las víctimas realizarán un acto nada menos que en el lugar
donde funcionó el centro clandestino donde primero se torturó a cada uno de
sus seres queridos. Esta es la historia de una Rosario desconocida que,
todavía, no quiere mirarse en profundidad por temor de descubrir en sus
próceres del presente a algunos responsables del genocidio.
El orden de
los cien años
Uno de los jefes del Servicio de Informaciones, el
comisario principal Raúl Alberto Guzmán Alfaro, declaró que "recibió órdenes
directas del General Galtieri, que todas las mañanas debía llevarle las
novedades que se produjeran no al jefe de policía, sino al general Galtieri
directamente...". El ex dirigente de la Asociación de Trabajadores del
Estado, Mario Luraschi, informó que después de haber sido torturado, fue
conducido el 23 de diciembre de 1976, al Comando del II Cuerpo de Ejército,
en ese entonces en Córdoba y Moreno, donde hoy funciona un bar temático en
lugar del planificado "museo de la memoria" de Rosario. "Me llevan al
comando. Nos habla Galtieri y nos amenaza de muerte diciendo que a la
próxima nos mataban. Nos trajeron en colectivos de la 53 y 200...", dijo
Luraschi.
En abril de 1977, cuando se le
concedió la libertad de José Américo Giusti, que había sido secuestrado el 1
de octubre de 1976, por integrantes del ejército, Galtieri pronunció un
discurso, donde aseguró que su libertad "fue concedida por una amnistía de
Semana Santa solicitada por Zazpe y Primatesta". Pero el cristianismo de
Galtieri tenía límites.
Su visión del reino de los
cielos era una construcción por medio de fusilamientos y torturas.
"La determinación sobre la suerte de los presos era al principio tomada por
el II Cuerpo de Ejército, al mando del general Díaz Bessone hasta octubre de
1976. Después le sucedió Galtieri. A partir de la asunción de éste al
Comando, aumenta considerablemente la cantidad de fusilados. Apenas llega,
se escapó un detenido del Servicio de Informaciones, por lo que Galtieri
ordenó que se fusile a todos los que habían sido secuestrados con el fugado.
Eran siete personas, entre ellas, la mujer de un dirigente sindical", relató
a la revista "Caras y Caretas", en abril de 1984, Angel Ruani.
Agregó que fue juzgado "por un
consejo de Guerra, el 25 de agosto de 1977. En el Comando del II Cuerpo de
Ejército, el mayor Fernando Soria me muestra una lista de oficiales y me
dice que designe a mi defensor. Como yo no conocía a ninguno de esos
señores, le respondí que lo designaran ellos. Ese mismo día me hacen el
juicio bajo la acusación de actividades subversivas. Actuó como defensor el
teniente coronel González Roulet, quien en ese momento era el encargado de
los presos políticos en el área del II Cuerpo...El militar que decía ser mi
defensor, se limitó a reconocer la justeza de las acusaciones aunque adujo
que era posible que yo, dada mi juventud, hubiera sido engañado y manipulado
por los tentáculos de la internacional subversiva. Pasadas dos horas, me
condenaron a 12 años de prisión. Posteriormente, el defensor apela y me
hacen un nuevo consejo, aunque esta vez no me llevan, no estoy presente. Un
tiempo después me vienen a leer la nueva condena que es de 15 años".
Cuando asumió como Comandante
del II Cuerpo de Ejército, Leopoldo Galtieri hizo público su proyecto. No se
detuvo en pequeñeces. Quería instalar un orden de 100 años. Su propio reich.
Era el 12 de octubre de 1976, Rosario fue testigo. "Soplan nuevos y bravíos
huracanes en el mundo que también tocan a nuestra tierra. Otro tipo de
lucha, no como la de antes, frente a frente, a la bayoneta o a la carga o al
entrevero, otro tipo de lucha, en otro terreno que la Argentina, los
argentinos y el ejército de hoy no buscó...A ello sumados el desorden, el
caos y la corrupción. Ha cerrado un ciclo de 100 años y abre otro de
esperanza de 100 años para la Nación y el pueblo argentinos..."
"Una misión impuesta: librar la
lucha contra la subversión y el apoyo al proceso de reorganización nacional
emprendidos en busca de los 100 años nuevos de paz y de fecundidad del
pueblo".
Galtieri, nacido en julio de 1926 y casado con Lucía Gentile
desde 1949, padre de tres hijos y abuelo de cinco nietos; expresaba el
sentido de su cruzada de fusilamientos y picana, de cenas con
narcotraficantes bolivianos y empresarios poderosos de la región del Gran
Rosario. Buscaba "los 100 años nuevos de paz" a partir del ejército que
comenzaba otro ciclo histórico. En sus divagaciones estaba gestando la
imagen de un general ungido por la voluntad popular. Antes de Malvinas,
Galtieri quiso perpetuarse en el poder a través de la inteligencia de sus
torturados.
La matanza de los Surgentes
Galtieri inició su
proyecto del "nuevo orden de paz de cien años" con fusilamientos de
detenidos torturados en el Servicio de Informaciones. En la madrugada del 17
de octubre de 1976, Cristina Constanzo, María Cristina Márquez, Analía María
Murgiondo, José Oyarzábal, Sergio Jalil, Eduardo Laus y Daniel Oscar
Brajacoba, fueron trasladados de la ochava de San Lorenzo y Dorrego hasta
Los Surgentes, en la provincia de Córdoba. Allí fueron bajados, los formaron
en fila y los fusilaron. Dejaron las cápsulas servidas.
Luego
transportaron los cuerpos hasta el Hospital San Roque y terminaron en una
fosa común en el cementerio de San Vicente, en la ciudad de Córdoba. El caso
sirvió para demostrar la práctica de algunos sacerdotes que vendían
información falsa a los familiares, como el padre Héctor García, secretario
del entonces arzobispo rosarino, Guillermo Bolatti; o el accionar del
capellán policial, desde 1964, Eugenio Zitelli que no condenaba la tortura
si no que solamente podía alarmarse si le decían que violaban alguna mujer.
Y de hecho, ni Feced ni ninguno de los suyos le iban a decir que violentaban
adolescentes torturadas.
Nelma Nelma Jalil, la mamá de Sergio.
Su testimonio sintentiza el
drama y la esperanza de las Madres. La simpleza de una mujer de barrio que
se enfrenta, a puro amor, contra los responsables del terrorismo de estado y
sus socios de sotana. "El 14 de octubre de 1976 empieza nuestro drama. Se
presentaron en mi casa quince o veinte hombres fuertemente armados, que
vestían ropa de fajina, parecía que tenían peluca, barba y bigotes postizos.
Estaban tan excitados que parecían drogados. Dijeron ser de la policía, de
la jefatura y que venían a buscar a mi hijo Sergio. El no estaba en casa. Lo
mismo pasaron, revolvieron y buscaron hasta el último rincón. Al ver que no
estaba se fueron diciendo "vamos, vamos que está todo levantado".
"Después que se fueron el comentario en la familia, vivían mi hija, mi yerno
y mi marido. Viste lo que dijeron, que estábamos todos levantados. Mirá vos,
con un ejército dentro de la casa íbamos a quedar durmiendo...
No
tonta, no es eso...
El 15 a la tarde a Sergio lo detienen en calle
República 3635 en un procedimiento que matan a una chica que le decían Lala.
Eso nos enteramos después por los vecinos, recorriendo, íbamos con fotos.
Los vecinos nos contaron que esta chica Lala estaba de rodillas implorando
que no la maten, totalmente desarmada y la mataron a quemarropas. A Sergio
lo detienen, le vendan los ojos con un pulóver rojo que tenía en la cintura,
lo esposan y lo llevan en un auto blanco a Jefatura donde lo torturan
salvajemente... Esto pasó el 15 y el 17 a la madrugada junto a seis
compañeros son llevados a Los Surgentes donde son fusilados.
Zitelli
y García
"Yo fui a hablar con el padre
Zitelli que era muy amigo del padre Griffa que se crió con mi marido y en
una carta muy extensa le pidió, le suplicaba que hiciera todo lo posible por
informarnos", siguió diciendo Nelma. "Y entonces el padre Zitelli nos
recibió y me dijo que no le correspondía a ellos.
Que tenían otra
misión. Son tantas las que vienen por lo mismo. Yo no puedo hacer nada. No
me corresponde, yo tengo otras cosas más importantes de las que ocuparme.
Así que dígale al querido Antonito, por Griffa, que lamentablemente no lo
puedo complacer en su pedido", explicó la increíble rosarina de la zona
norte.
Pero quizás el caso de mayor
vergüenza para los cristianos sea la práctica del cura García, el secretario
de monseñor Bolatti. "El padre García me tuvo engañada tanto tiempo. Me
decía que Sergio estaba bien, que como se había recibido ese año de agrónomo
lo tenían trabajando de agrónomo en el campo que estaba perfectamente y que
de un momento a otro iba a estar con nosotros. Y me decía siempre ya falta
menos, falta menos, ya va a llegar y un día, víspera de navidad, las
navidades eran terribles para mi y siguen siendo, me dice Señora póngase
contenta, vaya a su casa, prepárele la camita, ventílele toda la ropita,
prepárele la comida que más le gusta porque esta navidad Sergio la pasa con
ustedes. Yo me fui enloquecida a mi casa y empecé a hacer todo lo que él
había dicho. Y me dispuse a esperarlo... y Sergio no llegó. El padre García
era el secretario del obispo Bolatti y él se encargaba de dar falsas
noticias a los familiares de los desaparecidos a cambio de regalos que él
mismo nos pedía. Me acuerdo que un día me pidió un maletín de cuero y yo en
ese momento no contaba con dinero porque había abandonado todas mis
actividades, yo trabajaba en el comercio con mi esposo y me dediqué
únicamente a buscar a Sergio, entonces no contaba con dinero y juntando las
moneditas y fui y le compré el maletín y se lo regalé. Le llevaba vinos
finísimos y como yo desfilaban las madres porque a todas nos tenía igual.
Hasta que un día me convencieron sobre lo que estaba pasando y yo nunca más
le llevé regalitos pero tampoco tuve más audiencias".
La espera
permanente
"Para mi Sergio está presente en cada niño que muere de desnutrición, en
cada padre que no tiene trabajo, en cada marcha de los maestros, en la lucha
de sus compañeros, con los jubilados, está todos los jueves en la plaza
junto con las madres...por eso yo te digo, Sergio no estás desaparecido.
Estás presente en la lucha de tu pueblo y todas la mañanas cuando me
despierto, veo el rostro de mi hijo que me sonríe y me dice dale gorda,
adelante, vos podés, fuerza", se emociona al contar su creencia íntima y
social.
Fuente: www.copenoa.com.ar

Le dijeron al "Turco" que no fuera a ese control...no hubo forma
de convencerlo, quería avisarle a su responsable la "Lala", algo
alcanzó a decirle en Juan José Paso y Circunvalación, ambos
corrieron por República, por allí cayó el "Turco" (lo llevan al
"Pozo" de Dorrego y San Lorenzo y dos días después aparece
muerto en Los Surgentes), "Lala" siguió, se metió en una casa ,
ella resistía y la patota tiraba con todo, en la casa había
chicos, decide salir, la hieren a mitad de cuadra y la asesinan
en calle Bolivia, en donde había una cancha de fútbol-
(colectivoepprosario.blogspot.com) |
Detalles
del caso Los Surgentes
En 1997, a veintiún años de los
fusilamientos de Los Surgentes, recién se reconstruyó parte de la historia a
través del relato de algunos testigos. Dionisio Tesán, productor de cerdos
de la zona, fue el primero que durante la mañana de aquel 17 de octubre de
1976, vio los cuerpos de los muchachos. "Vi allá a lo lejos un bulto grande,
en la calle, en una huella, del lado izquierdo, yendo de acá para el lado
del norte y cuando me arrimé cerca y me encontré con una gente y le pegué el
grito desde arriba de la chata. Vi que no se movieron, me fui a mi casa,
tomé unos mates, le conté a un pariente que había gente durmiendo y que me
extrañaba porque estaba muy frío y estaban con remeras rotas, con pantalones
cortos", relató Tesán.
El médico que los atendió en
primera instancia fue el doctor Alberto Minella que emitió los siete
certificados de defunción.
"Yo le conté al juez que había
cápsulas y que incluso había chicos que se las llevaban de recuerdo y me
preguntó la diferencia entre cápsula y proyectil y le dije que si. Después
pasé un día por ahí, por la ruta, y habían desaparecido las plantas y lo
habían tapado con tierra a ese lugar. Era una alcantarilla. Un cunetón de 20
metros de largo donde estaban todos los cadáveres, como si hubieran estado
formado y hubieran caído, no dispersos, si no todos juntos", sostuvo el
profesional.
Un arqueólogo del horror
Francisco Oyarzábal buscó a su hermano desde su desaparición y fue el
último en pedir la continuidad de la Causa Feced porque se hizo cargo del
rumor que señalaba la sobrevida del ex comandante de gendarmería en
Paraguay.
En 1997 se animó a acompañar a este periodista para
recorrer el camino de la muerte. "A nosotros nos han negado y robado cosas.
"En mi caso no solamente nos mataron un hermano, si no que también nos
imposibilataron saber cómo fue su muerte. Tenemos algunos datos, pero nos
faltan otros. Nos han robado el último minuto, nos han robado su último
pensamiento, su último sentimiento", sostuvo.
"La primera noticia que
hay de esto es a través de otras dos personas que estaban presas que en su
momento escriben una carta avisando que ese grupo de siete los habían sacado
y los habían matado en Los Surgentes.
"Cuatro varones y tres chicas
son sacados el 17 de octubre del 76 de la jefatura de policía y son llevados
a Los Surgentes. Por lo que puede establecerse correctamente ahora son
muertos ahí. A partir de ahí la información que hay es el camino de la
muerte. Y se sabe que los cuerpos son llevados a la ciudad de Córdoba, al
Hospital San Roque primero y después al Cementerio San Vicente.
"La
reconstrucción es relativa porque obviamente faltan los datos de los que en
esa historia quedaron vivos que son precisamente los que apretaron los
gatillos. Como esa parte nunca creo que la vayamos a tener, la historia va a
quedar parcial", remarcó con cierto pesimismo, conociendo, fundamentalmente,
la cobardía de los matadores.


El Pozo. Fuente:
colectivoepprosario.blogspot.com
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"Operación México" 13 de enero
de 1978. Desde el Aeropuerto de Fisherton, en Rosario, el general Leopoldo
Fortunato Galtieri subió al avión presidencial "Tango 01" con destino a la
Capital Federal. Frente a Jorge Rafael Videla y Eduardo Viola, explicó la
"Operación México". Cuenta Miguel Bonasso en su imprescindible "Recuerdo de
la Muerte" que el sábado 14 de enero de 1978, a las 12, aproximadamente, "el
grupo compuesto por tres miembros de la inteligencia militar (Sebastián,
Daniel y Barba) y dos prisioneros (Tulio Valenzuela y Carlos Laluf),
emprenden la partida desde la quinta de Funes.
Valenzuela lleva el mismo
documento falto que tenía en el momento de la caída, a nombre de Jorge Raúl
Cattone. El mayor Sebastián pasa a ser el señor Ferrer. Barba es ahora
Caravetta y Nacho Laluf se llama Miguel Vila. Los documentos falsos de estos
últimos han sido confeccionados en Funes, utilizando el servicio de
documentación que tenía la Columna Rosario de la Organización Montoneros".
Valenzuela había convencido a Galtieri para que lo enviara a México con la
supuesta intención de infiltrar al Movimiento Peronista Montoneros en el
exilio y así permitir el asesinato de los principales dirigentes. Quedaban
en Funes nada menos que su compañera, Raquel Negro, embarazada de seis
meses, y su hijo, Sebastián, de un año y medio.
"...Ellos son los rehenes. Yo
fui amenazado de que serían inmediatamente ejecutados, si la misión de
infiltración que yo iba a cumplir acá fracasaba o se producía algún hecho
como éste...Mi compañera manifestó que ella estaba totalmente dispuesta a
quedar en el país como rehén, para morir, para salvar algo que era mucho más
trascendente que nuestras propias vidas, para llegar acá y poder informarle
a nuestro partido y al mundo de los planes de la dictadura y hacer un
esfuerzo por desbaratarlos", dijo Tulio Valenzuela en aquella conferencia de
prensa del 18 de enero de 1978.
Agregó que "mi compañera, un hijo por
nacer y mi otro hijo, están en manos, en este momento, del general Galtieri.
Yo responsabilizo por sus vidas y por su integridad física a Videla, al
general Viola, al general Martínez, que era el cerebro de esta operación, y
al general Galtieri, que la tienen en una quinta de Funes, en las afueras de
Rosario...". El 19 de enero, las autoridades mexicanas reclamaron ante las
autoridades argentinas la violación de su soberanía por este grupo de
tareas. Un día después, en el diario mexicano "Unomasuno", se publicaron las
declaraciones telefónicas de Galtieri: "yo no tengo control de mis agentes
fuera del país".
El 9 de diciembre de 1985, Leopoldo Fortunato
Galtieri fue absuelto de culpa y cargo por la Cámara Federal de Capital
Federal. Se le habían imputado 242 casos de encubrimiento, 11 privaciones
ilegales de libertad calificada, 8 reducciones a la servidumbre, 15
falsedades ideológicas, una sustracción de menor y tres casos de tormentos.
Hechos que había cometido como comandante en jefe del Ejército. Los fiscales
pidieron quince años de reclusión.
"Se que en mi condición de
comandante en jefe del Ejército he cumplido con mi deber", dijo el
responsable de la guerra de las Malvinas. "Manifiesto mi reconocimiento a
mis camaradas de la Fuerza Aérea y de la Armada, a los integrantes de las
fuerzas de seguridad y policiales, y a los hombres de nuestro ejército
argentino. Espero serenamente, con tranquilidad espiritual y de conciencia,
el juicio de Dios y de la historia de mi conducta", agregó.
Sin
embargo el punto 30 de la sentencia de la Cámara Federal que juzgó a los
comandantes de la dictadura, indicaba que "disponiendo, en cumplimiento del
deber legal de denunciar, se ponga en conocimiento del Consejo Supremo de
las Fuerzas Armadas, el contenido de esta sentencia y cuantas piezas de la
causa sean pertinentes, a los efectos del enjuiciamiento de los oficiales
superiores, que ocuparon los comandos de zona y subzona de defensa, durante
la lucha contra la subversión y de todos aquellos que tuvieron
responsabilidad operativa en las acciones".
Dicho artículo abrió la
posibilidad para juzgar a los responsables militares del terrorismo de
estado en todas y cada una de las provincias. Entre ellos, desde el 12 de
octubre de 1976 al 8 de febrero de 1979, el entonces general de división,
Leopoldo Fortunato Galtieri. La Cámara Federal de Apelaciones de Rosario, en
noviembre de 1988, elevó cargos contra Galtieri por 169 casos de privación
ilegítima de libertad seguidas de torturas y 40 particulares damnificados.
El general que compartía copas y otros vicios con el ex comandante de
Gendarmería, Agustín Feced en "La Bambola", en el corazón del barrio
rosarino de Fisherton, no se presentó.
Lo volvieron a citar para el
23 de agosto de 1989, juntamente al anterior titular del II Cuerpo de
Ejército, Ramón Genaro Díaz Bessone, y tampoco fue.
El 23 de
noviembre de 1989, según consta en el cuerpo 49 de la causa federal 47.913,
por decreto 1002 de ese año, "se indulta al teniente general Galtieri, al
general de división Ramón Genaro Díaz Bessone y al coronel Carlos Ramírez".
Se resolvió, entonces, "ordenar el archivo de estos autos".
"Un plan de aniquilamiento" El
diario "La Capital" informó el 19 de diciembre de 1976 que como producto de
"un intento de copamiento en la subcomisaría 17" en cercanías de Ibarlucea,
resultaron uertos una mujer y cinco varones. Nora Elma Larrosa; Rodolfo Raúl
Segarra; Horacio Humberto Melelli; Alberto Azam; Segundo Núñez y Oscar
Maximiliano Aguirre; eran los nombres de las víctimas.
Sin embargo, el padre de uno de
los muchachos, Mario Segarra hizo una presentación judicial que puso blanco
sobre negro. "El enfrentamiento no existió y las personas muertas fueron
previamente secuestradas, luego asesinadas y posteriormente transportadas al
lugar del supuesto enfrentamiento, o bien, luego del secuestro, trasladadas
al lugar de Ibarlucea y ahí asesinadas", sostiene el escrito. Segarra señaló
que hubo "un plan elaborado entre Galtieri y Feced destinado a aniquilar a
personas a quienes se consideraban subversivos o sospechosos de serlo".
El término "subversivo" estaba "discrecionalmente reservado a la opinión de
los aquí acusados". Para Segarra fue un "plan de aniquilamiento que conllevó
el secuestro y la muerte mediante torturas y en estado de indefensión de las
víctimas".
A través de su presentación
judicial se remarca que hubo una "asociación ilícita integrada por personal
militar y policial a quienes se les instruyó previamente de lo que se
planeaba y de los procedimientos a utilizar, como asimismo de la impunidad
que se les garantizaba".
Terminaba diciendo el escrito que "para
asegurar la impunidad, se desinformó a la ciudadanía o se la informó con
falsedades".
La justicia española
El juez español Baltasar Garzón
decretó el martes 25 de marzo de 1997 la "prisión provisional incondicional"
contra el ex presidente de la dictadura entre el 23 de diciembre de 1981 y
el 17 de junio de 1982 y también ex comandante del II Cuerpo de Ejército con
asiento en Rosario. Galtieri fue acusado de los delitos de terrorismo y
genocidio, cuatro asesinatos y una detención ilegal. Garzón citaba la
declaración del ex cónsul español en Rosario, Vicente Ramiro Montesinos, en
la que describió una de las tantas justificaciones de Galtieri. "En toda
guerra mueran inocentes, como sucedió con los bombardeos sobre Alemania", le
dijo el entonces señor de la vida y la muerte de los rosarinos. El
magistrado español señaló también que se desarrolló, durante los días de
Galtieri en Rosario, "muy efizcamente, un plan de desapariciones y
eliminación de miembros de grupos nacionales, imponiéndoles desplazamientos
forzosos, pérdida de identidad y arraigo, torturas y muertes, todo lo que
integra el delito de genocidio".
 
Díaz Bessone y Galtieri |
Galtieri "tuvo participación
activa" y fue "copartícipe en la creación y desarrollo de un estado de
terror y genocidio".
Garzón repara en lo informado por este trabajo
en que el responsable de Malvinas no fue juzgado por los delitos cometidos
en Rosario. "Todo lo anterior descubre una cruda realidad y es que las
autoridades argentinas, antes de dar curso a la comisión, han decidido que
un manto de silencio ominoso cubra para siempre los hechos que aquí se
pretenden investigar y sancionar", sostuvo el juez madrileño.
El difuso recuerdo del general
Galtieri solamente contestó por escrito a un formulario de once preguntas
que le formuló un juez militar, el entonces teniente coronel Gustavo
Balbastro, el 15 de abril de 1985. El hombre que soñaba con su propio reich
de 100 años contestó el 21 de junio, pero ahora estaba como juez militar el
también teniente coronel Humberto Bassani Grande.
"La orden de
Operaciones del Comando de Cuerpo de Ejército II que se nutría de la
directiva del comandante en jefe del ejército era completa e incluía,
presumo dado el tiempo transcurrido, todas las previsiones respecto al
tratamiento de este tipo de problemas derivados de una guerra y en ningún
momento se dieron órdenes parciales sobre casos particulares que se
producían diaria o periódicamente", sostuvo en una de sus respuestas.
"En la orden de Operaciones del Comando de Cuerpo de Ejército II, que ha de
recordarse era muy voluminosa, debieron estar, según creo recordar después
de ocho años transcurridos, todas las previsiones para el tratamiento de los
muertos en combate. Puedo aclarar que los entierros se efectuaban en los
distintos cementerios ubicados en las diferentes subzonas y áreas
respectivas de acuerdo al lugar en que se producían los enfrentamientos",
dijo Galtieri. La treintena de chicos secuestrados, los 169 delitos de lesa
humanidad cometidos y la ubicación de los cadáveres de los desaparecidos,
son tres razones más que suficientes para que Galtieri sea llamado a
declarar en los tribunales federales rosarinos en cualquiera de las causas
por la verdad histórica o las que se inicien sobre el robo de bebés.
Lunes 9 de octubre de 2006
Fuente: www.copenoa.com.ar

Mural en Vera Mujica y 9 de Julio, Rosario, en
Memoria de Cristina Costanzo y Analía Murguiondo (2006)
|
Nelma
Cuando septiembre recién comienza a respirar
sus aires de una nueva primavera, Nelma Jalil, Madre de la Plaza rosarina,
decidió encender nuevos fuegos en otros arrabales. Apenas lleva como
equipaje su pañuelo. Ése que es ya símbolo y corazón de la pelea cotidiana
por un mundo más justo, más solidario, menos desgarrador.
La imaginamos en el abrazo
soñado con Sergio.
La pensamos en el reencuentro con Irma, con Elena,
con Rubén.
Aprendimos con ella que la ronda es -siempre- contra los relojes y los
tiempos del poder.
Sabemos que un pañuelo blanco jamás, nunca jamás, es
despedida.
Hasta la victoria, siempre. Jorge Cadús
La cuerda de las
locas / Por Pablo Alvarez
"Cuando sentía frío me desabrigaba, cuando tenía mucho calor me ponía
mucha ropa. Porque sentía que Sergio, mi hijo, donde sea que lo tuvieran,
estaba sufriendo.. Por eso yo no me permitía estar bien. Quería sentir que
lo acompañaba..."
 Nelma
JalilH. Cámara de
Diputados de la Nación
Proyecto de resolución
Nº
de Expediente 5204-D-2008
Trámite Parlamentario 125 (18/09/2008) Sumario EXPRESAR
PESAR POR EL FALLECIMIENTO DE LA SEÑORA DRAKE DE JALIL
FUNDADORA, MIEMBRO DEL ORGANISMO DE DERECHOS HUMANOS "FAMILIARES
DE DESAPARECIDOS Y DETENIDOS POR RAZONES POLITICAS DE ROSARIO".
Firmantes PERALTA, FABIAN FRANCISCO - ALCUAZ, HORACIO ALBERTO -
BARRIOS, MIGUEL ANGEL. Giro a Comisiones DERECHOS HUMANOS Y
GARANTIAS.
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:
Expresar su profundo pesar por el fallecimiento de la Sra.
Nelma Drake de Jalil, fundadora del organismo de Derechos
Humanos "Familiares de Desaparecidos y Detenidos por razones
políticas de Rosario", presidenta de la "Asociación Madres de la
Plaza 25 de Mayo" e infatigable luchadora por los derechos
humanos.
FUNDAMENTOS Señor presidente:
El día 10 de septiembre de 2008 falleció la señora Nelma
Drake de Jalil, quien fue una de las fundadoras de "Familiares
de Desaparecidos y Detenidos por razones políticas de Rosario" y
hasta su deceso se desempeñó como presidenta de la "Asociación
Madres de la Plaza 25 de Mayo".
A mediados de 1976, Nelma sufrió el peor dolor que puede sentir una madre:
la desaparición por parte de la dictadura militar de su hijo
Sergio Jalil, quien a la postre fue fusilado el 17 de octubre de
1976 en la localidad cordobesa de Los Surgentes. Sergio, junto a
otros 6 detenidos-desaparecidos, fue sacado de su cautiverio en
El Pozo, en la ex Jefatura de Policía de Rosario y trasladado,
donde finalmente fue acribillado junto a sus compañeros en lo
que se conoció como "La Masacre de Los Surgentes". A raíz de
esta terrible situación que vivieron miles de argentinos Nelma
sale a buscar a su hijo, haciendo el recorrido habitual que
hacían las madres en esa época: va a las iglesias, al
Arzobispado rosarino, a diversas cárceles y comisarías, sin
obtener respuesta alguna.
Lejos de resignarse y sumergirse en la angustia y la desolación, a mediados
de 1977 se acerca a la Liga por los Derechos del Hombre, en la
cual se estaba comenzando a dar forma a lo que luego sería
"Familiares de Detenidos- Desaparecidos" con sede en la Cortada
Ricardone 51 de Rosario, Provincia de santa Fe. En ese local
va conociendo a otros familiares que como ella estaban
atravesando por la misma situación de horror, miedo y
desesperación. Entre ellos podemos mencionar a Lucrecia
Martínez, Elisa Medina, Fidel Tonioli, Esperanza Labrador, Mary
Prat, Ángel Albá, Nelly Huarque y Norma Vermeulem, entre otros
tantos. Luego viaja a Buenos Aires para ponerse en contacto
con las Madres de Plaza de Mayo, con la firme intención de traer
a Rosario esa encomiable experiencia; así fue como se fue
creando "Madres de la Plaza 25 de Mayo", haciendo referencia a
la Plaza 25 de Mayo de la Ciudad de Rosario donde todos los
jueves se encontraban para manifestarse. Nelma, como tantas
otras madres que vivieron ese trance aciago, tuvo que aprender a
luchar en la más absoluta soledad en un principio. La búsqueda
de sus seres amados las llevó a tener que enfrentarse a
situaciones para las que no estaban preparadas. Sin embargo su
templanza y su inmensa sensibilidad y coraje les permitió
desandar un largo camino de lucha en búsqueda de justicia. Ellas
han contribuido a arrojar luz sobre el periodo más oscuro de la
historia de nuestro país, desnudando la crueldad del accionar
genocida de la dictadura militar, contribuyendo de esta forma a
preservar la memoria de todos los argentinos.
En ella queremos homenajear y recordar también a todas estas mujeres que a
lo largo de este camino de búsqueda de justicia por los crímenes
de la dictadura genocida nos han enseñado valores, entereza,
sacrificio y un ejemplo de lucha incansable; ellas nos enseñan
día a día que a pesar de la edad, el cansancio y las malas
jugadas de su salud, están, siempre están. Para finalizar,
queremos recordar las palabras que la misma Nelma dedicó a su
hijo Sergio y que sintetizan su lucha no sólo por la memoria,
sino también por el futuro: "Para mí Sergio está presente en
cada niño que muere de desnutrición, en cada padre que no tiene
trabajo, en cada marcha de los maestros, en la lucha de sus
compañeros, con los jubilados, está todos los jueves en la plaza
junto con las madres... Por eso yo te digo, Sergio, no estás
desaparecido. Estás presente en la lucha de tu pueblo y todas la
mañanas cuando me despierto, veo el rostro de mi hijo que me
sonríe y me dice dale gorda, adelante, vos podés, fuerza".
Por todo lo expuesto, solicito a nuestros pares nos acompañen en
la aprobación del presente Proyecto de Resolución |
Nelma Jalil
- ¿Y ustedes
a qué están jugando? preguntó el pibe aquella tarde, con cierta malicia en
la mirada, montado en su bicicleta. Primero miraba de lejos, con su grupo de
amigos, a esas mujeres que giraban y giraban en el centro de la plaza 25 de
Mayo, acompañadas de un manojo de personas.
- ¿...a qué están
jugando?, se animó.
- No jugamos, ayudamos a las Madres a darle cuerda
al cosmos.
Respondió un viejo, medio poeta.
- Le damos cuerda para que no pare
de andar.
Era una tarde de febrero de 1996. El sol ya casi cumplía con su
tarea de rajar la tierra un día mas. Y las respuestas, como siempre, no
hacían otra cosa que abrir otros interrogantes. Si las Madres rondaban para
darle cuerda al cosmos había otros que, por el contrario, solo querían
detener su marcha. Poniendo palos en la rueda.
- Ustedes no le dan
cuerda. Le dan loca...
Replicó aquel pibe de unos doce o trece años.
Faltaba apenas un
mes para que se cumplieran 20 años de aquel 24 de marzo de 1976, y las
'locas' de la plaza rosarina giraban con sus blancos pañuelos, contra reloj,
en la ronda del tiempo.
Desandares
"A veces voy andando por la humedad de mis ojos, por la humedad de
mis lágrimas..." escribió Elena Belmont, y sus palabras se repiten en
cada uno de los testimonios de las otras madres, que un día salieron a
buscar a sus hijos y, a cambio, se encontraron a ellas mismas, pero
diferentes. Tejiendo pedazos de historia. Paradas en otro escenario.
Aunque fue recién en 1981 cuando las Madres rosarinas comenzaron a
agruparse, ya venían de golpear muchas puertas, caminar muchos pasillos,
desandar otros caminos.
La iglesia, el Arzobispado rosarino, se
convirtió en el más emblemático sendero, empedrado de mentiras y velos de
muerte.
Eugenio Segundo Zitelli, el cura párroco de Casilda, es uno
de los más oscuros ejemplos...
"Dígale al padre Griffa, si la envió
a que hable conmigo, que yo estoy para cosas más importantes" respondía. "Se
hubiese preocupado por su hijo mucho antes..."
Zitelli justificaba
la tortura pero... "si además de tortura hubo violación... ya es otra cosa".
Por otra parte las falsas promesas: el padre García, secretario del
Arzobispado de Rosario, mentía a los familiares de los desaparecidos, les
decía las cosas que ellos querían escuchar, a cambio de regalos.
"Una vez me dijo que me prepare, porque para la Nochebuena tendría a mi
hijo en casa, me dijo que arregle sus cosas, que ventile su ropa... y así lo
hice. Pero Sergio no llegó nunca".
Nelma Jalil le había regalado
vinos finos al padre García. Y en la última oportunidad le regaló un
portafolios de cuero que, él mismo, le pidió.
"Después no hubo más
regalos, pero tampoco tuve más audiencia con él..."
El Turco
Sergio Jalil es uno de los militantes fusilados el 17 de octubre de 1976, en
la localidad cordobesa de Los Surgentes. En uno de los barrios pobres de
Rosario, Nelma se encontró con su hijo a través de los testimonios de los
vecinos, que nunca lo olvidaron.
"Me contó una familia que Sergio
le había salvado la vida a su hija. Había recorrido cielo y tierra en su
bicicleta, durante todo el día, para conseguirle un remedio que no tenía.
Los padres llamaron a la chica, ya más grandecita, y le contaron que yo soy
la madre del Turco, así lo llamaban, el mismo que te salvó la vida..."
"Después me acordé que un día
Sergio llegó a casa todo sucio, y yo lo retaba. El se reía y me dijo que
estaba contento por haberle salvado la vida a una chiquita. Había recorrido
toda la ciudad hasta que, por fin, consiguió un remedio. Llegó a casa a las
tres de la mañana. Él había ayudado, también en ese barrio, a que todos
tengan el agua".
Pañuelos
El viejo medio poeta me contó que la idea de darle cuerda al cosmos no
es de él. Eso lo dijo en un poema Adela Antokolets, madre de Plaza de Mayo.
Dijo que la ronda significa eso, darle cuerda al cosmos para que no se
detenga.
Y a mí se me ocurre que cada jueves las Madres le dan
cuerda al universo para agitar los sueños que permanecían dormidos. Para que
nadie se olvide de la lucha de toda una generación, la de sus hijos, que
entregaron sus vidas por un país diferente. Libre y solidario.
Hablar hoy de aquellos sueños es darle cuerda al presente.
Por
eso las Madres rondan, y rondan contra reloj.
Porque además.. ¿quién dijo que un pañuelo blanco es despedida?
Del número 1º Revista Alapalabra
www.alapalabra.com.ar
Fuente: museocheguevaraargentina.blogspot.com