
La
cúpula de la Iglesia argentina y la justificación del genocidio
En mayo de
1977, por iniciativa del presidente Videla, la Conferencia Episcopal Argentina
recibió a los generales Viola, jefe de Estado Mayor del Ejército, Jáuregui y
Martínez, responsables de los servicios de inteligencia. Al finalizar la reunión
Monseñor Ildefonso Sanserra de San Juan informó a la prensa:
"...Los señores militares nos informaron con amplitud
sobre la situación actual del país en el marco de la actividad defensiva y
ofensiva contra la guerrilla subversiva, que se nos ha impuesto desde adentro y
afuera de nuestro territorio... al término de la exposición de los generales
hubo un intercambio de ideas en un clima verdaderamente cristiano y
patriótico..."
Como demuestra la cita anterior, todo era considerado en un clima cristiano y
patriótico: existía una verdadera alianza, los genocidas eran defensores de la
fe de igual modo que eran defensores de la patria. En diciembre del 77, Monseñor
Victorio Bonamín en una conferencia en la Universidad Nacional del Litoral dice:
"Es una lucha por la República Argentina, por su
integridad, pero también por sus altares... esta lucha es una lucha en defensa
de la moral, de la dignidad del hombre, es una lucha en defensa de Dios... por
ello pido la protección divina en esta guerra sucia en que estamos empeñados..."
En noviembre de 1977, Monseñor Victorio Bonamín, obispo castrense, había
dicho:
"...Si pudiera hablar con el gobierno le diría que
debemos permanecer firmes en las posiciones que estamos tomando: hay que
desestimar las denuncias extranjeras sobre desapariciones..."
Cabe acotar que su propio sobrino fue detenido, torturado y desaparecido.
Monseñor Bonamín, a pesar de su enorme influencia en la cúpula del gobierno
militar argentino, no movió un dedo por cambiar la suerte del muchacho.
Durante el siguiente año se sintieron tan eufóricos que hasta el Monseñor
Sansierra se daba el lujo de bromear. El 31 de enero del 78 dijo:
"... Yo voy a la cárcel y me dejan salir siempre.
Nunca me quedo adentro..."
Rechazo
a las investigaciones
Durante el año 77 se sintieron fuertes y triunfantes y la Iglesia tenia razón de
gozo. El 26 de mayo de 1978 Monseñor Romulo Garcia de Mar del Plata defendía la
represión de una manera cristiana:
"...Las denuncias sobre violaciones a los derechos
humanos son campañas improvisadas y organizadas por quienes niegan la
libertad..."
En el año 1979, comenzaba a sentirse la presión extranjera, debido a las
violaciones de los derechos humanos. Investigaciones internacionales estaban
descubriendo el reino del terror. El 11 de septiembre de 1979, monseñor Octavio
N. Derisi, obispo auxiliar del Plata y rector de la Universidad Católica
Argentina, se siente personalmente afectado por las investigaciones
internacionales y dice:
"...La Comisión Internacional de Derechos Humanos no
debería haber venido, el gobierno, con gran generosidad, la ha aceptado... una
comisión extranjera no debería venir a tomarnos examen...”. Y también:
"...La Argentina es uno de los países donde hay más tranquilidad y donde los
derechos humanos están más respetados. No veo que, en este momento, en la
Argentina se encarcele, se mate, se atropellen los derechos humanos... "
Monseñor Guillermo Bolatti, de Rosario, es más contundente el día 13 de
septiembre de 1979 afirma:

"...
Cada país debe regular los derechos humanos, no deben ser los extranjeros (la
CIDH) los que nos vengan a indicar lo que tenemos que hacer..."
Para mostrar el apoyo del Vaticano a la dictadura militar en el gobierno,
Monseñor Parodio, destinado en el Vaticano, en su visita a Mar del Plata
declara:
"...Ahora se comprende mejor a la Argentina... en
Europa hay quienes siempre buscan lo negativo... aquí el rostro de la Argentina
se ve más positivamente..."
En diciembre de 1979 los crímenes eran demasiado grandes como para ocultarlos y
empezaban a reconocerlos y justificarlos. Monseñor Antonio Quarracino, de
Avellaneda, futuro presidente CEA y cardenal de Buenos Aires dice:
"... En una situación de guerra, los argumentos y los
límites éticos entran en un cono de sombra y oscuridad..."
En marzo de 1981 Monseñor Bonamín en la Casa Rosada, y junto a Videla, dice:
"... Los miembros de la Junta Militar serán
glorificados por las generaciones futuras..."
En abril de 1982 Monseñor Miguel Medina, vicario General de las Fuerzas Armadas
declara:
"... Algunas veces, la represión física es necesaria,
es obligatoria y como tal, lícita..."
El 11 de agosto de 1982, después de haber sufrido las humillantes derrotas en el
Atlántico Sur, Monseñor Medina declara sobre los militares:
"...Es un honor para la Argentina tener la calidad de
estas Fuerzas Armadas..."

Invocando
la Impunidad
El 19 de noviembre de 1982 Monseñor Juan Carlos Aramburu, Arzobispo de Buenos
Aires, declara en "Il Messagero" de Roma:
"...En Argentina no hay fosas comunes y a cada cadáver
le corresponde un ataúd. Todo se registró regularmente en los correspondientes
libros..."
Ya en abril del 83, con el país en crisis y con la justicia a la vista, Monseñor
Quarracino declara:
"...Es necesaria una ley que yo llamo de olvido,
porque si no no le veo solución. Si no es así, se envenenará más la sociedad
Argentina..."
EL 15 de abril de 1983 Monseñor Quarracino declara:
"...No hay que dejarse engañar, hay supuestos
desaparecidos que están fuera del país.... hay gente que no figura en las
listas, que están en otros lugares de América Latina indocumentados y pasan para
mucha gente como si fueran desaparecidos... si son indocumentados y están fuera
del país, por algo será, pero me consta que los hay.."
El 2 de mayo Monseñor Quarracino declara sobre la ley de autoamnistía:
"...Es valiente y está bien hecha... las protestas
individuales de algunos obispos argentinos sobre el contenido del documento son
individuales y en consecuencia no pueden ser tomadas tan en cuenta como la
opinión de la Conferencia Episcopal Argentina..."
Al aceptar el cargo como presidente
constitucional el Doctor Raúl Alfonsin, el Documento de la C. E. A. "Democracia,
responsabilidad y esperanza" dice:
"..El episcopado argentino pudo no acertar todo lo que
dijo e hizo. Los obispos somos hombres limitados; pero podemos afirmar que
siempre procuramos obrar y hablar de acuerdo a los dictados de nuestra
conciencia de pastores..."
El 23 de enero de 1984 el Monseñor Carlos Mariano Pérez, de Salta dijo:
"..Hay que erradicar a las Madres de Plaza de Mayo y a
los organismos de derechos humanos que pertenecen a una organización
internacional, lo mismo hay que terminar con la exhumación de cadáveres NN que
es una infamia para la sociedad..."
El 30 de julio de 1984, el cura Christian Von Wernich, capellán a sueldo de la
policía de Buenos Aires, declaró a la revista "Siete Días".
"... Que me digan que Camps torturó a un negrito que
nadie conoce, vaya y pase, pero cómo iba a torturar a Jacobo Timerman, un
periodista sobre el cual hubo una constante y decisiva presión mundial... ¡que
si no fuera por eso!..."
Monseñor Plaza fue siempre fiel a sus principios, el 21 de mayo de 1985
declara sobre el juicio a los ex comandantes:
"...Es una revancha de la subversión y una porquería.
Se trata de un Nuremberg al revés, en el cual los criminales están juzgando a
los que vencieron al terrorismo..."
Este hombre de carácter murió en 1989, habiendo recibido los santos
sacramentos y la bendición apostólica de su Santidad.
El 23 de Octubre de 1991 el diario "La Nación" informa:
"Todos se sintieron llamados por el Papa. Festejo en
la Nunciatura: El presidente Menem y el nuncio apostólico Ubaldo Calabresi
brindaron con champaña por los trece años del papado de Karol Wojtyla. A
cincuenta metros del sillón Luis XV en el que hablaban los dos, los ex
presidentes Videla y Viola mantenían un diálogo junto a los ventanales de la
Nunciatura. En el mismo salón conversaban Leopoldo Galtieri, Basilio Lami Dozo y
Emilio Massera. La senadora Saadi conversaba con el obispo Jorge Casaretto y,
después, con Gerardo Sofovich..."
Juan Pablo II, ferviente anticomunista, apoyó las actitudes criminales de
todos los obispos, monseñores y curas varios en la Argentina. Cuando un grupo de
familiares de desaparecidos viajó al Vaticano, pidiendo ayuda para encontrar a
sus seres queridos, no los recibió.
El 2 de mayo de 1995 Monseñor Edgardo Storni de Santa Fe, luego separado del
cargo ante gravísimas acusaciones de pederastia,
declaraba:
"... La Iglesia no necesita hacer ningún examen de
conciencia y mucho menos pedir perdón a la sociedad argentina..."
