David Casacuberta

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han quedado, felizmente, aquellos tiempos en que las izquierdas veían
tras las nuevas tecnologías de la comunicación formas de alienar a la
ciudadanía. De todas formas, aún queda bastante trecho que correr, pues
esa suspicacia injustificada ha sido substituida por un enfoque meramente
pragmático a la hora de valorar la importancia de la Red de Redes en
el desarrollo político. Así, más allá de los valores organizativos y
de comunicación del correo electrónico, o de una vaga idea de reducir
el gasto público utilizando las nuevas tecnologías, las fuerzas progresistas
básicamente no se pronuncian sobre Internet. Está también el uso más
demagógico de "apuntarse" a la "movida" de las nuevas tecnologías porque
ello da apariencia de "moderno", pero ningún político serio debería
estar interesado en semejante vía.
Escribo este manifiesto para reivindicar la importancia política que
tiene Internet para la izquierda. Intento también mostrar los principios
desde los que la tercera izquierda debería mirar Internet para convertirla
en su aliada.
1. Internet es ecológica. Piensen un momento en todo el papeleo que
genera la administración pública. Los movimientos de vehículos privados
para llevar documentos arriba y abajo. Una administración pública digital
reduciría una buena parte las montañas de papel y los desplazamientos
privados. Ello redundaría no sólo en el presupuesto público, sino también
en la ecología.
2. Internet es respetuosa con las diferencias Esta reducción del movimiento
interno de la ciudad resulta obligatorio cuando pensamos en discapacidades:
para una persona invidente o con movilidad reducida una administración
digital supondría una ventaja enorme, al evitarle desplazamientos farragosos
y poder hacer toda una serie de gestiones cómodamente desde casa. También
se beneficiarían personas con inmovilidad temporal o jubilados que,
por problemas de edad también encuentren complicado desplazarse.
3. Internet crea comunidad Pienso que esta es la característica política
más importante de Internet, y que sigue pasando desapercibida a buena
parte de los movimientos progresistas. Internet facilita la libre interrelación
entre ciudadanos, que pueden trabajar en proyectos comunes; desde una
web informativa para immigrantes a la confección de una novela colectiva,
pasando por un espacio de debate en el que criticar la política cultural
de un municipio o el desarrollo de herramientas de programación en código
abierto. Muchas veces se comete el error de querer protagonizar esos
espacios y de intentar imponerles unas siglas: se sigue pensando en
el internauta como en un votante, alguien que básicamente delega su
responsabilidad política en otros, cuando en realidad Internet ofrece
todas las herramientas para facilitar no sólo la creación de un canal
continuo de diálogo entre políticos y ciudadanos sino permitir a los
ciudadanos que se auto-organicen y desarrollen sus propios proyectos
sociales y políticos autónomos.
4. Internet facilita la igualdad de oportunidades. A la hora de permitir
el libre diálogo y la expresión de opiniones en un contexto físico,
existen toda una serie de dificultades que los ciudadanos han de trampear.
En una asamblea no siempre gana el que tiene el mejor argumento, sino
el que es capaz de expresarlo de forma más persuasiva. El aspecto, la
raza, el sexo y tantas otras variables que poco tienen que ver con la
efectividad de una solución o planteamiento son muchas veces determinantes
a la hora de valorar un argumento. Igualmente, exponer ciertas opiniones
en público en un espacio "real" puede acabar siendo coaccionado al considerar
posibles venganzas o ajustes de cuentas por parte de terceros. En un
sistema virtual como un foro este tipo de dificultades se mitigan considerablemente:
el ciudadano árabe puede expresar su opinión sin temer que el color
de su piel sea determinante pues los otros participantes sólo ven sus
palabras, y no su aspecto; una mujer podrá exponer sus ideas sin temer
humoradas a costa de su sexo, pues en el lenguaje no se manifiesta;
un empleado protegido por el anonimato de Internet puede denunciar prácticas
poco éticas de su jefe, sin temer el despido.
5. Internet posibilita la cooperación transnacional. A veces por resultar
obvio, nos olvidamos de que el espacio siempre ha sido un obstáculo
clave para construir entendimientos entre países y culturas. Internet
está cambiando eso, y cada vez es más fácil ver asociaciones espontáneas
de ciudadanos que se organizan entre diversos países buscando un fin
común: desde reivindicaciones políticas a proyectos multiculturales.
A través del módem o el cable, los territorios más lejanos están al
alcance de nuestros dedos.
Acabamos de ver algunas de las ventajas políticas de Internet. Sin embargo,
estas ventajas no vienen directamente con el paquete. La tecnología
por sí misma, no es ni buena, ni mala, ni neutral. Si queremos garantizar
los cinco principios registrados arriba, necesitamos comprometernos
también con una serie de necesidades de las nuevas tecnologías de la
información que garantizan tales principios.
1. Internet ha de ser para
todos. Todas las ventajas mencionadas arriba son papel mojado si no
se garantiza el acceso universal. A veces se entiende este derecho desde
una perspectiva puramente económica: el estado ha de garantizar la existencia
de unas infraestructuras de telecomunicaciones para que no haya exclusión
digital. Pero la exclusión digital no es meramente económica. Hemos
hablado ya de discapacitados: para una persona invidente la mayoría
de las páginas de Internet están fuera de su alcance. Otras personas,
debido a su edad, origen social, formación académica, etc. encuentran
particularmente difícil entenderse con una máquina. El gesto, para nosotros
obvio,, de "hacer click" y abrir una carpeta para ellos resulta un auténtico
misterio. Un gobierno progresista ha de minimizar todo este tipo de
exclusiones hasta que se hagan prácticamente irrelevantes.
2. Internet ha de ser libre. A veces se quiere argumentar la naturaleza
intrínsecamente libre de Internet. Regular Internet, dicen, es como
poner puertas al campo. Se trata de una confusión entre una arquitectura
concreta, la actual, como si fuera la "naturaleza" de Internet. Pero
Internet es software, no tiene una naturaleza. Por tanto, su estructura
podría cambiar. En unos años, simplemente añadiendo una capa más de
seguridad encima de la estructura actual, podríamos pasar a una Internet
de control y vigilancia continua, una versión virtual de la sociedad
imaginada en 1984 por George Orwell. Desde la tercera izquierda hemos
de asegurar que el legítimo deseo de buscar seguridad para el desarrollo
del comercio electrónico en ningún momento pone en peligro nuestras
libertades básicas en la red.
3. Internet ha de regularse. Aunque pueda parecer contradictorio con
el punto anterior, en realidad no es así. La libertad como tal solo
existe en un contexto regulador en que se intenta que todos los derechos
de todos los participantes son maximizados y respetados al máximo. Detrás
de muchas supuestas utopías anárquicas que nos venden desde Silicon
Valley sólo está la mano invisible del mercado. Suponer que la libre
regulación del mercado nos dará la libertad sin necesidad de leyes,
aparte de no resultar creíble, está totalmente a las antípodas de un
pensamiento de izquierdas. El estado, el gobierno, bien entendidos,
nos representan a todos. Sólo una regulación progresista es garantía
de libertad sin discriminaciones, en sintonía con los dos principios
de más arriba.
4. Internet ha de ser espacio público. Por muy virtual que sea, Internet
es también un espacio, y hay que garantizar que sea lo más público posible.
En primer lugar, desde la perspectiva del acceso, que sea realmente
universal. Pero también es necesario garantizar un desarrollo libre
y sin cortapisas de las iniciativas ciudadanas. De la misma forma que
un ayuntamiento realmente progresista no cree que la calle sea suya,
y que fomenta las actividades culturales, artísticas y políticas sin
intentar nunca dirigirlas, lo mismo ha de suceder en la Red. Frente
a políticas dirigistas de "apuntarse tantos" e intentar vampirizar iniciativas
de ciudadanos espontáneas, la tercera izquierda ha de financiar y colaborar
con cuantas iniciativas surjan, potenciándolas. Pero su misión no es
dirigir ideológicamente esas propuestas, sino canalizarlas y asegurarse
simplemente de que se desarrollan desde una perspectiva de libertad,
diversidad y solidaridad.
5. Internet ha de tener una arquitectura abierta. Desde el auge y caída
de las puntocoms diversos complejos industriales y mediáticos buscan
el dinero fácil en la red. Las prácticas monopolistas y estandarizadoras
de la globalización económica son increíblemente precisas, exitosas
y peligrosas en las nuevas tecnologías de la comunicación. Frente a
los abusos de grandes compañías como Microsoft, Adobe, y un no tan largo
etcétera de grandes corporaciones dispuestas a controlar los mecanismos
de acceso, Internet ha de tener una arquitectura abierta que posibilite
los cuatro puntos anteriores sin los que nunca tendremos una sociedad
de la información progresista. Ello implica sobre todo una defensa activa
orientada a fomentar el código abierto. Frente a tecnologías propietarias
como Windows defender sistemas operativos no propietarios como Linux,
FreeBDS, etc. Frente a software propietario que crea mal llamados estándares
defender la creación de programas en código abierto, fácilmente modificables
por el usuario y que garantizan la arquitectura abierta de la red. Pero
esta filosofía abierta no se manifiesta sólo en el software. Se puede
pensar en textos, imágenes y música como código abierto. En la sociedad
de la información, el valor de cambio es el conocimiento, y hay que
asegurar, por todos los medios, que nadie se va a quedar fuera de ésta
por no tener los requisitos económicos de acceder a ese conocimiento.
El saber, la información ha de ser patrimonio de los ciudadanos, y no
de una serie de corporaciones que sólo buscan un beneficio económico
basado en forzar monopolios que está en las antípodas de un pensamiento
progresista. La sociedad de la información está ahí, a la vuelta de
la esquina. Los progresistas hemos de ser bien conscientes. No podemos
darle la espalda pensando que es un cambio sin importancia. Se trata
de una verdadera revolución. Hemos de acercarnos a esta revolución con
espíritu optimista y también vigilante. Internet puede tener todas las
ventajas listadas más arriba. Pero no derivan de ninguna "naturaleza
intrínseca" de las tecnologías de la información. Estas tecnologías
no tienen naturaleza. Son puro código, y por tanto amoldables a miles
de situaciones. Desde la tercera izquierda hemos de asegurar que la
situación final resultante defenderá valores como el acceso universal,
la libertad y la auto-organización de los ciudadanos. No hay nada más
político que la tecnología y es nuestro derecho y nuestro deber ayudar
a su desarrollo como un espacio de libertad y solidaridad.
Ediciones simbioticas | 9 de noviembre de 2004
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