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El
hombre íntegro (spoudaios) como norma del obrar
Por Alberto Buela (*)
En estos días que nos hemos enterado por un estudioso amigo, que los ingleses de
Oxford, que solo se citan a sí mismo en los estudios aristotélicos, han citado
nuestra vieja traducción de 1981 del Protréptico de Aristóteles, única obra en
castellano citada por ellos desde la época del ñaupa.
Y además, luego de haber visto como el gallego Megino Rodríguez se hizo el burro
en su lamentable traducción del 2005, no haciendo ni siquiera mención a la
existencia de nuestro trabajo, es que vamos a encarar lo que para nosotros es la
médula de la ética del hijo de Efestiada de Calcide.
Y lo vamos a hacer porque a esta altura de la
soirée pretendemos ofrecer, al lego en forma simple y clara, la idea fuerza que
funda la ética aristotélica y que recorre toda la obra del esposo de Pythia y de
Herpilis.
La intención expresa que nos guía es dejar de lado toda actitud erudita,
llevándonos del consejo del Don Miguel Reale, ese gran pensador brasileño cuando
afirmaba: cultura es aquello que queda cuando el andamiaje de la erudición se
viene abajo.
El tutelado de Próxenes se ocupó durante toda su vida del tema ético, desde sus
primeros escritos como el Protréptico hasta sus últimos como la Magna Moralia .
O sea, desde sus treinta y un años siendo aún discípulo de Platón hasta los
sesenta y dos cercanos a su muerte.
Antes que nada, cabe destacar la exigencia aristotélica en ética; de llevar a la
práctica aquello que se estudia y así lo afirma en forma tajante y definitiva:
“Lo que hay que hacer después de haberlo aprendido, lo aprendemos haciéndolo…
practicando la justicia nos hacemos justos y practicando la temperancia
temperantes” (EN. 1103 a 31). “Puesto que el presente estudio no es teórico como
los otros, pues investigamos- en ética- no para saber qué es la virtud sino para
ser buenos” (EN. 1103 b 28). El realismo aristotélico es el signo de su
filosofía, es por ello que el genial Rafael pinta a Aristóteles señalando con su
índice la tierra mientras camina junto a Platón.
Y de qué tipo y clase es ese hombre bueno que nos propone el maestro de
Alejandro? Es el spoudaios (spoudaioV),
el phronimos(fronimoV).
Es la idea fuerza, es el centro de toda le ética aristotélica, de modo que si
caracterizamos acabadamente estos conceptos vamos a comprender su mensaje ético.
Ya en uno de sus primeros escritos, el Protréptico, afirma:“Además qué regla (kanon)
o qué determinación precisa (oroV
akribesteroV), de lo que es bueno podemos tener sino
el criterio del hombre sapiente (fronimoV)
Frag. 39. “todos estamos de acuerdo que el hombre más
íntegro dirija (spoudaiotaton
arcein) Frag. 38.
Al respecto afirma en la Ética Nicomaquea: “El spoudaios enjuicia correctamente
todas las cuestiones prácticas y en todas ellas se le devela lo verdadero…quizá
el spoudaios difiere de los demás por ver lo verdadero en cada cuestión como si
fuera el canon y la medida en ellas” (EN. 1113 a 29-32). Como se dijo la areté
(excelencia) y el spoudaios parecen ser la medida de todas las cosas. Éste está
de acuerdo consigo mismo y tiende con toda su alma a fines que no divergen entre
sí” (EN. 1166 a 12-19). Y más adelante, casi al final de la ética va ser mucho
más explícito: “En los hombres los placeres varían mucho pues las mismas cosas
agradan a unos y molestan a otros… Esto ocurre con las cosas dulces, que no
parecen lo mismo al que tiene fiebre que al que está sano y lo mismo ocurre con
todo lo demás. Pero en tales casos, se considera que lo verdadero es lo que le
parece al spoudaios, y si esto es cierto, y la medida de cada cosa son la areté
(excelencia) y el spoudaios como tal, son placeres los que a él le parecen y
agradables aquellas cosas en que se complace” (EN. 1176 a 17-19).
Vemos por estas y otras muchas citas que podríamos agregar que los términos
spoudáios y phrónimos van a tener, desde sus primeros escritos hasta los
últimos, un peso significativo y determinante en toda la ética del padre de
Nicómano. Ellos son el centro y el fundamento de toda su ética.
El primer significado del término spoudáios menta el esfuerzo serio y sostenido
aplicado a una cosa digna y en una segunda acepción se vincula a las nociones de
areté (excelencia o perfección) y agathós (bien).
Esta valoración del spoudaios, por el padrino de Nicanor, como última regla y
norma en las cuestiones prácticas y morales es asombrosa. Erróneamente, como le
ocurrió a Dirlmeier, el último traductor al alemán, se puede pensar que se
asemeja al adagio del sofista Protágoras: “el hombre es la medida de todas las
cosas”, pero en realidad el dueño de Tacón, Filón y Olímpico se distancia porque
el spoudaios no es el hombre común del sofista sino el hombre digno. Y con esta
afirmación se aleja también de Platón y sus normas universales para el obrar.
Sin quererlo nos ayuda, el maestro de Teofrastro, a enfrentar la filosofía moral
moderna y la certeza que busca ésta en los juicios ético-morales. Ante el
rigorismo ético del pensamiento ilustrado, de la ética autónoma, del formalismo
kantiano, y la ética veterotestamentaria, Aristóteles nos propone el criterio de
lo verosímil como guía y norma del hacer y del obrar. “Pues no se puede buscar
del mismo modo el rigor en todas las cuestiones, sino en cada una según la
materia que subyazca a ellas” (EN. 1098 a 27).
Viene ahora la cuestión de cómo traducir estos dos términos cruciales para la
comprensión de la filosofía práctica del hijo de Nicómaco.
Así para spoudaios J. Tricot traduce por “l´homme de bien o vertueux”. Pallí
Bonet y E.Sinnott por “hombre bueno”. J. Montoya y T. de Koninck por “hombre
virtuoso”. Emile Bréhier David Ross y Nicola Abbagnano por “sofós”, esto es por
sabio, sage o saggio. En cambio ya el español Antonio Tovar en 1953 lo traduce
por “diligente” y muchos años después el alemán Harder lo traduce por “hombre
noble y serio”. Y el argentino Pablo Maurette por “hombre circunspecto”, “ya que
el adjetivo castellano expresa a la vez la idea de sabiduría pero también
anuncia seriedad, paz interior y perseverancia. P.Aubenque la traduce por
“diligente y serio”.
En nuestro criterio, traducir spoudaios por bueno tiene una connotación
exclusivamente moral que el término griego supera. En cuanto a la traducción por
virtuoso, el término no existe en griego.
Traducir por sabio es una visión intelectualista. Más cerca del original están
las versiones de hombre noble, serio o circunspecto pero dejan de lado el
aspecto práctico del spoudáios. En cuanto a la traducción por diligente, a la
inversa que la anterior, se limita solo al aspecto práctico del spoudáios, es
por eso que Aubenque (l´éponge) se percata y agrega el término serio.
Nosotros preferimos traducirlo por “hombre íntegro y diligente” pues cada vez
que se plantea el tema del criterio en la elección ética o en la vida práctica
es el spoudáios quien aparece. Y es como hombre digno que agota en sí la función
propia del hombre (juzga adecuadamente) y como diligente actúa siempre de
acuerdo con la areté (la excelencia o perfección) de cada cosa, acción o
situación.
Aquello que asombra de esta idea del spoudaios es que éste no es ni se alza como
una regla trascendente, como los diez mandamientos, sino que el spoudaios mismo
es quien se convierte en la medida de la acción perfecta tanto en el hacer como
en el obrar.
En el spoudaios su deseo se refiere siempre al bien y como cada cual es bueno
para sí mismo es, en definitiva para nosotros para quienes queremos el bien, ya
que la preferencia de sí mismo se encuentra en el fondo de todos los deseos.
El spoudaios es el que realiza al grado máximo las potencialidades de la
naturaleza humana. Lo que caracteriza al spoudaios es contemplar la verdad en
cada acción o tarea y el es la referencia y la medida de lo noble y agradable.
El spoudaios hace lo que debe hacer de manera oportuna. Es el hombre que actúa
siempre con la areté. Este concepto de areté no se limita simplemente al plano
moral como sucede cuando se la traduce por “virtud” sino que debe de ser
entendida como excelencia o perfección de las cosas y las acciones y así podemos
hablar de la areté del ojo que es percibir bien, la del caballo que es correr,
la del ascensor que es subir y bajar. Es decir que la areté expresa y tiene
tanto un contenido moral y ético como funcional, y es por ello que debemos
traducir y entender el término areté como excelencia, perfección o acabamiento
de algo.
Y esto es lo que logra el spoudaios con su obrar y con su hacer, transformase,
él mismo, en canon y la medida que se presenta como norma no trascendente de la
sociedad, y es por esta última razón que sólo a partir de él podemos conseguir
la implantación de un verdadero y genuino humanismo.
En cuanto al concepto de phrónesis hace ya muchos años en nuestra traducción al
castellano del Protréptico (1981) hemos sostenido: “La aparición por primera vez
del término phrónesis, capital para la interpretación jaegerdiana del
Protréptico, nos obliga a justificar nuestra traducción del vocablo. Hemos
optado por traducir phronimos por sapiente y phrónesis por sapiencia por dos
motivos. Primero porque nuestra menospreciada lengua castellana (no se aceptaban
comunicaciones en castellano en los congresos internacionales de filosofía en la
época) es la única de las lenguas modernas que, sin forzarla, lo permite. Y
segundo, porque dado que la noción de phrónesis implica la identidad entre el
conocimiento teorético y la conducta práctica, el traducirla por “sabiduría” a
secas, tal como se ha hecho habitualmente, es mutilar parte del concepto. Ello
implica in nuce una interpretación platónica del Protréptico, y traducirla por
“prudencia” la limita a un aspecto moral que el concepto supera, mientras que
“sapiencia o saber sapiencial”, implica no sólo un conocimiento teórico sino
también su proyección práctica“ .
Ya observó hace más de medio siglo ese agudo traductor de Aristóteles al
castellano que fue el mejicano Antonio Gómez Robledo: “Hoy la prudencia tiene
que ver con una cautela medrosa y no con el heroísmo moral, el esfuerzo alto y
sostenido de la virtud”.
Sobre este tema es interesante notar que los scholars ingleses, especialistas
desde siempre en los estudios aristotélicos, se han jactado de sus traducciones
por lo ajustado de las mismas a la brevedad de la expresión griega. Sin embargo
en esta ocasión tanto el inglés como el francés han tenido que ceder a la
precisión del castellano. Así para phrónesis ellos necesitan de dos términos,
sea practical wisdom o saggesse practique, en tanto que al castellano le alcanza
con uno: sapiencia. Ya decían nuestros viejos criollos: Hay que dejar de ser
léido para ser sapiente. Así la tarea del sapiente consiste en saber dirigir
correctamente la vida. Su saber, a la vez, teórico y práctico le permite
distinguir lo que es bueno de lo que es malo y encontrar los medios adecuados
para nuestros fines verdaderos: “los sapientes buscan lo que es bueno para ellos
y creen que es esto lo que debe hacerse” (EN. 1142 a 1).
Spoudaios y phronimos, íntegro y sapiente, son dos caras de una misma moneda,
son dos términos que pintan conceptos similares, solo se distinguen por los
matices, uno destaca la integridad, la seriedad que viene del verbo spoudázein y
otro el matiz más intelectual que viene del verbo phronéin.
Así el hombre íntegro y sapiente será aquel que sabe actuar en la vida cotidiana
de forma tal que sus acciones, por lo incierta que es la vida en sí misma, se
transforman en norma y medida de lo que debe hacerse para el buen vivir.
1 Es que llevamos 40 años leyendo sistemáticamente al Discípulo.
2 Los escritos que tratan específicamente de la ética son: Protréptico, Ética
Eudemia, Ética Nicomaquea, Magna Moralia (algunos (Aubenque) dicen que no sería
de Aristóteles y otros (Ackrill) que sí), y uno pequeño De virtutibus et vicis
donde no hay en toda la opera omnia de Aristóteles ni en ninguno de los sesudos
comentaristas del Estagirita una síntesis más acabada de su teoría de las
virtudes como la que nos brinda este pequeño tratado. Está bien, no salió de la
pluma de Aristóteles, pero quien quiera que haya escrito este opúsculo conocía
al Filósofo como los mejores.
3 Cf. EN 1179 b 20; 1155 a 12-19; EE 1218 b 34; Rhet 1367 b 21, etc.
4 Cf. EN, 1109a 24, 1113a 25, 1114b 19, 1130b 25, 1144a 17 y 1154a 6
5 Salvando la distancia teológica que media, el spoudaios nos recuerda el Jesús
existencial que se alza como norma, aquel del: ego sum via, veritas et vita o
“el que no está conmigo está contra mi”.
6 Aristóteles: Protréptico, Bs.As., Ed. Cultura et labor, 1983, p. 44
7 Existe una anécdota de José Luís Borges quien ante la jactancia inglesa de la
brevedad de su expresión tomó un cuento inglés y lo escribió en castellano mucho
más breve. De ello se dio cuenta André Malreaux cuando caracterizó el mérito de
Borges afirmando: “su genio está en la economía y belleza de su expresión”.
(*) arkegueta, aprendiz constante
Universidad Tecnológica Nacional (UTN)
alberto.buela@gmail.com