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El
coronel Jules Dubois y la SIP
En Miami hay un edificio que lleva el nombre de Jules Dubois. Está ubicado
en el número 1801 South West de la Tercera Avenida y alberga las
instalaciones de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), fundada en La
Habana en 1943, durante la dictadura del ex sargento convertido en general
Fulgencio Batista.
¿A qué se debe el honor? Luego de ser instructor militar en Fort Leavenworth
(Kansas), el coronel Dubois se metamorfoseó como reportero del Chicago
Tribune y “refundó” la organización en 1950 en Nueva York. Desde entonces la
SIP dejó de ser un ámbito más o menos plural y se transformó en lo que es
hasta hoy: un cartel de empresarios, dueños de periódicos, revistas, canales
de televisión y emisoras de radio, muchos de los cuales dejaron de ser
periodistas hace muchos años para convertirse en hombres de negocios.
Por Roberto Bardini
El cementerio nacional de Arlington ocupa 250 hectáreas con más de 300 mil
lápidas de mármol blanco sobre césped bien cortado cerca del Río Potomac y
del edificio del Pentágono. Ahí están enterrados soldados que murieron en
todas las guerras en la que participó Estados Unidos, desde la independencia
de la Corona Británica y la Guerra de Secesión hasta las ocupaciones de
Afganistán e Iraq, pasando por Corea y Vietnam.
También yacen en Arlington los restos de algunos presidentes norteamericanos
y de ciertos personajes que prestaron servicios distinguidos al país, como
el coronel de inteligencia militar Jules Dubois, fallecido el 16 de agosto
de 1966, a la edad de 56 años, en un hotel de Bogotá.
Casi desconocido por las nuevas generaciones de periodistas, Dubois fue
retratado por el pintor mexicano Diego Rivera en el mural Gloriosa Victoria.
La obra, que se conoció en México recién en 2007, fue donada por el artista
a los trabajadores rusos y permaneció durante 50 años en una bodega del
Museo Pushkin, de Moscú.
En la pieza –que representa una condena al golpe militar promovido en
Guatemala por la CIA y la empresa bananera United Fruit en junio de 1954–
aparecen dibujados junto a Dubois el presidente Dwight Eisenhower (como si
fuera una bomba), el dictador guatemalteco Carlos Castillo Armas, el
embajador norteamericano John Emil Peurifoy y el secretario de Estado John
Foster Dulles, hermano mayor de Allen Welsh Dulles, ex presidente de la
United Fruit y primer director civil de la CIA en 1953.
Fue precisamente John Foster Dulles, ex asesor legal de la compañía bananera
y abogado de Prescott Bush –abuelo del presidente George W. Bush– quien
calificó al derrocamiento del presidente guatemalteco Jacobo Arbenz y la
imposición de Castillo Armas como “una gloriosa victoria”. De ahí el título
elegido por Diego Rivera para su mural. Tras el golpe, 12.000 personas
fueron arrestadas, se disolvieron más de 500 sindicatos y 2.000 dirigentes
gremiales abandonaron el país.
En Miami también hay un edificio que lleva el nombre de Jules Dubois. Está
ubicado en el número 1801 South West de la Tercera Avenida y alberga las
instalaciones de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), fundada en La
Habana en 1943, durante la dictadura del ex sargento convertido en general
Fulgencio Batista.
¿A qué se debe el honor? Luego de ser instructor militar en Fort Leavenworth
(Kansas), el coronel Dubois se metamorfoseó como reportero del Chicago
Tribune y “refundó” la organización en 1950 en Nueva York. Desde entonces la
SIP dejó de ser un ámbito más o menos plural y se transformó en lo que es
hasta hoy: un cartel de empresarios, dueños de periódicos, revistas, canales
de televisión y emisoras de radio, muchos de los cuales dejaron de ser
periodistas hace muchos años para convertirse en hombres de negocios.
El periodista e historiador argentino Gregorio Selser se ocupó durante años
de este organismo empresarial. El 1 de diciembre de 1974 publicó en la
revista Dinamis, de Buenos Aires, algo que parece redactado ayer:
“La SIP tendió a inmiscuirse cada vez más prepotente y altaneramente en los
asuntos internos de los países del continente, como si la OEA o algún otro
organismo supranacional hubiera delegado en ella la visión de velar los
postulados de la libertad de prensa. [...] Obtenía de ese modo plusvalía al
equívoco generalizado de que obraba en nombre de los periodistas del
continente, cuando sólo era la expresión de los dueños de la prensa que en
no pocos casos apenas si saben leer y escribir”.
El tres veces presidente argentino Juan Perón también se refirió a las
“grandes cadenas de diarios, revistas y órganos publicitarios diversos, que
responden a la tendencia occidental, dirigidos, manejados y financiados
desde la Sociedad Interamericana de Prensa”:
“Los órganos independientes, que en pequeño número funcionan en algunos
países, deben vivir muy aleatoriamente, desde que las grandes cadenas les
hacen una guerra ruinosa de avisadores, hasta conseguir su ruina económica.
El sistema es fácil, mediante los grandes órganos que realizan el boicot a
las empresas comerciales y particulares, que avisan en los diarios de la
«lista negra». Así se va consiguiendo una unanimidad para que todos los
«órganos de opinión» respondan a la «voz del amo». A esto se le llama ahora
«libertad de prensa».
“Si algún mandatario, en uso de su derecho que no se le niega a estos
empresarios de la falsedad, se decide a tener sus propios órganos de opinión
o tomar medidas en defensa de los intereses nacionales limitando la licencia
y la procacidad de los «órganos encadenados», mediante una censura
apropiada, entonces todas las agencias de noticias también encadenadas,
comienzan a cursar despachos con «noticias» en los que se tendrá buen
cuidado de decir que se trata de un «dictador» y que el régimen es
«totalitario» o «antidemocrático» y a renglón seguido se comienza a hablar
de una revolución, mientras viaja el inefable Jules Dubois para anunciarla”.
Esto fue escrito por Perón en Los vendepatria, publicado en el exilio en
1957, y también parece redactado ayer.
Bambú Press