Novela biográfica de José Luis Nell

La agonía de un revolucionario

Por Hernán Vaca Narvaja

En su libro “El último tren”, Sebastián Giménez recorre desde la ficción la vida de uno de los íconos de la lucha de los jóvenes del ´60 y ´70 para lograr que Perón regresara a la Argentina. Un relato apasionante que bucea en el alma de la “generación maravillosa” y en las causas profundas de la llevaron a abrazar la lucha armada como acción política.

“Que alguien recuerde a esta generación, si no por lo que hizo, por lo que quiso. Tantos que dieron la vida no pueden ser tragados por el olvido, la nada de la muerte”, piensa José Luis Nell, el mítico militante de la Tendencia Revolucionaria del peronismo, en la magnífica recreación literaria realizada por Sebastián Giménez en su opera prima “El último tren. Un recorrido por la vida militante de José Luis Nell (1940/1974)”. Bajo esta premisa y con el claro propósito de rescatar a aquella generación de jóvenes idealistas que sería masacrada por el terrorismo de Estado, el autor recrea a través de la mirada de Nell los agitados tiempos del primer peronismo, el bombardeo a la Plaza de Mayo, la Revolución Libertadora y la larga Resistencia Peronista. E interpreta, en una notable simbiosis con su biografiado, el origen de la violencia política y los factores que llevaron a tantos jóvenes de clase media que ni siquiera conocían a Perón a ofrendar su vida para lograr su ansiado regreso a la Argentina.

José Luis Nell, hijo único, abrazó en su temprana adolescencia el ideario nacionalista. Se encuadró en la organización nacionalista Tacuara, desde donde participó de uno de los primeros operativos guerrilleros: el asalto al Policlínico Bancario. En busca de dinero para financiar sus operativos, Nell y sus compañeros asaltaron el camión de caudales cuando bajaban el dinero destinado al pago de sueldos. Pero el asalto no salió como estaba planeado, Nell se puso nervioso y en la confusión lanzó una ráfaga de ametralladora que terminó con la vida de dos inocentes y dejó otros tantos heridos. La imagen de aquellos trabajadores muertos por su impericia lo atormentará el resto de su vida.

Atrapado por la Policía, Nell se fugó a plena luz del día de los tribunales porteños, dando inicio a un mito que lo proyectará como un héroe de la Resistencia. Se exilió en Uruguay, donde tomó contacto con los jóvenes revolucionarios de la organización Tupamaros y participó de sus actividades políticas. Cayó preso en un operativo y fue recluido en la cárcel de máxima seguridad de Punta Carreras. Allí participó de la histórica fuga de los Tupamaros. Y el mito comenzó a convertirse en leyenda.

Clandestino, con documentos falsos, Nell regresó a su país. Alcanzó a despedirse de su madre, enferma de cáncer, que había sobrevivido a los bombardeos a Plaza de Mayo en junio de 1955. Respetado y admirado por su trayectoria de lucha, Nell se incorporó a Montoneros. Durante su estadía en una casa operativa, se vinculó sentimentalmente con Graciela, la mujer que, junto a su pequeña hija, lo cobijó en la clandestinidad. Pero la represión arreciaba y Nell comprendió que su permanencia en esa casa ponía en peligro a sus anfitrionas. Y decidió marcharse.

Montoneros lo reubicó en Lanús, donde debía desarrollar tareas de base. Con otro nombre, Nell se reintegró al trabajo militante y conoció al que será su gran amor, Lucía Cullen, una joven estudiante de Trabajo Social que acompañaba en su tarea solidaria al sacerdote Carlos Mugica en la Villa 31, en Retiro.

Aunque pensaba que “un revolucionario no tiene tiempo para el amor” y que para los militantes como él “la vida pasa como un río de aguas tormentosas, como un huracán”, Nell se enamoraría perdidamente de Lucía. La militancia barrial, su pertenencia a Montoneros y la adoración por su compañera parecían tornarlo invencible en su camino hacia el socialismo nacional. Con esa convicción a flor de piel, encabezó en junio de 1973 la multitudinaria Columna Sur de Montoneros hacia Ezeiza para recibir al General Perón, que volvía al país tras interminables 18 años de exilio.

Allí se desencadenaría la tragedia. Durante la denominada masacre de Ezeiza, Nell fue alcanzado por una bala que impactó en su cabeza. Agonizó algunos días en el hospital, pero sobrevivió. Quedó paralítico. El hombre de acción, el célebre escapista de la Tendencia Revolucionaria, el que participó de una fuga imposible con los Tupamaros, quedaba preso en una silla de ruedas.

La violencia arreciaba. Sus compañeros morían. Perón murió. El país se desangraba en un torrente incontenible de violencia. Y él, preso en su silla de ruedas, se sentía impotente.

Nell se alejó de Montoneros tras el asesinato de José Ignacio Rucci. Se incorporó a la JP Lealtad. Pero su vida ya no era su vida, atado a esa silla de ruedas, con su amada Lucía condenada a atenderlo porque era incapaz de valerse por sí mismo. Se deprimió. Y decidió acabar con su vida. Convenció a su entrañable amigo Envar El Kadri -otro mito viviente de la Resistencia- para que lo trasladara en su silla de ruedas hasta las vías del tren. Antes de despedirse, le entregó una pistola, que Nell sostuvo con su única mano útil.

Al principio y al final del libro, en una historia circular, Nell contempla como pasa “el último tren” antes de tomar una decisión largamente meditada. La escena vuelve, una y otra vez, como disparador y repaso de su vida. Su muerte, se dice, será un acto de liberación. Para él, incapaz de huir de su trágico destino, pero sobre todo para su compañera, que espera un hijo suyo.

Con una prosa ágil y cautivante, Sebastián Giménez plasma en “El último tren” una emotiva semblanza del militante José Luis Nell y a través de ella reconstruye el trágico rompecabezas de una generación signada por la violencia y la utopía. Y lo hace desde una visión profundamente humana, despojada de consignas y lugares comunes, adentrándose en el corazón de una pareja que sería fatalmente devorada por la tragedia.

Ficha técnica: “El último tren. Un recorrido por la vida militante de José Luis Nell (1940-1974). Novela biográfica. Ediciones Margen. Formato e-book, 2014.

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Fuente: Revista El Sur
www.revistaelsur.com.ar


 

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