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Beresford
o “el guacho” Rivero
Anotaciones acerca del cambio de nombre de la calle 2 de abril
Por Juan Godoy*
“quienes queremos a Inglaterra, lo hacemos con amor personal,
como si se tratara de un ser humano”. Jorge Luis Borges, 1962.
Estos últimos días nos enteramos que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires le
cambió el nombre a una calle del barrio de Agronomía que se había llamado
Inglaterra (como parte del aparato de colonización pedagógica del país semi-colonial),
y que un puñado de patriotas, allá por el año 1982, le puso 2 de abril en
homenaje a los combatientes por la soberanía nacional de las Islas Malvinas.
Incluso sabemos que en las guías de calles, como en mapas digitales figura bajo
el nombre 2 de abril. Al leer la noticia, una profunda indignación recorrió
nuestros cuerpos.
Allá a comienzos del siglo XX Ricardo Rojas hablaba de la pedagogía de las
estatuas, Arturo Jauretche y otros también se ocuparon largamente del tema, así
que no nos vamos a explayar en esa óptica. Sí queremos decir, en estas breves
líneas siguiendo a Juan José Hernández Arregui, que con la disolución del
imperio español, y la aparición fuerte en escena de lo francés e inglés en la
cultura argentina, las clases dominantes se distancias cada vez más de los
sectores populares aferrados al suelo, a la cultura nacional. Así, la oligarquía
constituye su propia identidad. Esta identidad no es una identidad nacional,
porque lo nacional es el reconocimiento de lo propio, y la asimilación (crítica)
de lo ajeno, la nación es el pueblo.
Así se oponen, a través de toda nuestra historia, dos identidades, a saber: la
identidad del pueblo argentino y latinoamericano, contra la identidad de las
clases dominantes, la oligarquía, ligada a las potencias imperiales. Hay una
puja constante entre estas dos, pues las clases dominantes tiene los medios para
esparcir por todo el tejido social su visión de nuestro pasado nacional, de
nuestras luchas, del lugar de nuestro país en el mundo, etc., lo que no indica
que esos no sean “campos de disputa”. El imperialismo cumple aquí el papel de
disolvente de las culturas autóctonas. Sostiene Norberto Galasso al respecto “en
la clase alta, ese “pensar en inglés” resultó directa consecuencia de la
complicidad con los dominadores, pues el goce de sus privilegios quedó
supeditado a la defensa de los intereses de Su Graciosa Majestad (…) En cambio,
no habrá obreros que “piensen en inglés” (salvo alguno con pretensiones de
“culto”, confundido por la vieja izquierda) pues su contradicción frontal con el
orden que pretende imponer el imperialismo, su menor contacto con el aparato
cultural oficial, impiden su apresamiento a la ideología dominante”
Así, no debe sorprendernos que ante las Invasiones Británicas al Plata, en
1806-1807, una representante de las “familias bian”, Mariquita Sánchez (luego de
Thompson) dijera acerca de nuestras tropas “nuestra gente de campo no es linda,
es fuerte y robusta, pero negra. Las cabezas como redondel, sucios; unos con
chaqueta, otros sin ella, unos con sombrerito chiquitos encima de unos pañuelos
atados a la cabeza (…). Al ver aquel día tremendo dije a una persona de mi
intimidad: si no se asustan los ingleses de ver esto no hay esperanza (y acerca
de las británicas) el regimiento mandado por el Gral. Pack era la más linda
tropa que se podía ver, el uniforme poético, botines de cinta punzó cruzadas,
una parte de la pierna desnuda, una pollerita corta, gorras de una tersia de
alto, toda forrada de plumas negras y una cinta escocesa que formaba un
cintillo, un chal escocés como banda, sobre una casaquita corta punzó. Este
lindo uniforme sobre la más bella juventud, sobre caras de nieve, la limpieza de
estas tropas admirables. Qué contraste tan grande".
Es la zoncera madre que parió a todas las demás, a saber: civilización y
barbarie lo que está detrás. Pues civilizado era todo lo que venía del
extranjero, de Europa y especialmente de Inglaterra. Todo lo propio es lo “feo,
sucio y malo”, y todo lo ajeno es lo “bello, limpio y bueno”. Es bajo esta
zoncera que entonces “civilizar” consistió en desnacionalizar. Y es bajo esta
advocación que luego de liberados del yugo español la oligarquía será el puntal
interno donde se asiente el imperio británico para reemplazar a aquel. Mitre,
pro-británico si los hay, decía “¿cuál es la fuerza que impulsa el progreso?,
Señores… ¡Es el capital inglés!”. Así sentó las bases del país semi-colonial. O
bien que durante la ignominia reinante en la década infame, en el pacto de
sumisión que los forjistas llamaran Estatuto Legal del Coloniaje los
¡representantes argentinos! pronunciaran frases deleznables como el hijo de
Julio Argentino Roca, “julito” “la Argentina (…) desde el punto de vista
económico, es una parte integrante del Imperio británico”.
Ahora bien, estos son solo algunos ejemplos de las decenas que podríamos citar
de cómo la oligarquía argentina ha constituido una identidad propia alejada de
los intereses nacionales, que son los intereses populares, y cómo así entabla
una estrecha relación con el imperialismo. Mientras, el pueblo constituye
durante la lucha por la liberación nacional, una conciencia nacional que
revaloriza lo propio como un acto de resistencia frente al imperialismo, y
porque ahí encuentra el cimiento desde donde construir una patria. No debe
sorprender, aunque no por eso no indigne, entonces la “cipayería” del Gobierno
de la Ciudad representante de los intereses oligárquicos.
Lejos de estos “cantos amistosos” a los británicos están quienes combatieron en
las invasiones inglesas, el Gaucho Rivero junto con los patriotas que
defendieron Nuestras Islas, los que lo hicieron bajo el Gobierno de Juan Manuel
de Rosas defendiendo la soberanía en la Batalla de la Vuelta de Obligado, las
montoneras que se oponían bajo el grito “religión o muerte” a los gringos, los
muchachos de FORJA que denunciaran el accionar del imperialismo británico en
nuestro país, o el peronismo que avanzaría significativamente en la liberación
de las ataduras del imperialismo británico, o bien los combatientes de Malvinas
que en el ’82 combatieron férreamente en la defensa de nuestro territorio. Así,
por más que quieran tapar la historia con “cartelitos” el pueblo argentino
conoce quiénes son los patriotas y quiénes los vendepatria en esta historia.
* Sociólogo (UBA)