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Sobre
la expropiación de la sociedad rural
Por Eduardo Di Cola *
Tratarán de confundir a la Sociedad Rural Argentina (SRA) con la Nación, y al
predio de Palermo con toda la Argentina
Harán hincapié en el derecho a la propiedad. Intentarán generar temor diciendo
que hoy le toca al predio de la rural, pero que mañana será su vivienda.
Manifestarán un compromiso social que nunca tuvieron. Ni siquiera con el propio
sector agropecuario hiperendeudado de fines del siglo pasado y comienzo del
presente. Por el contrario, muchos se aprovecharon de la necesidad de los
productores más pequeños.
Detrás de grandilocuentes expresiones esconderán sus intereses mezquinos.
Nada dirán que tuvieron gratis, prestado por un siglo, cien años, uno de los
predios más valiosos de la ciudad de Buenos Aires y por ende del país.
Encontrarán argumentos para justificar que después de semejante beneficio, el
Estado se lo vendió a un precio vil, aún pendiente de cancelación.
En este escenario les será inevitable caer en la contradicción.
La necesidad de aparecer como víctimas de la “arbitrariedad del Estado” los
obligará hacer el esfuerzo para demostrar a la sociedad que nada le importó al
gobierno lo exitoso que fueron por más de cien años.
Al mismo tiempo necesitarán decir que no les fue bien y con ello justificarán la
mora que por más de una década tienen en el pago.
Seguramente se escudarán en todas las crisis que ellos vienen anunciando desde
el año 2003. ¿Cómo iban a pagar con semejantes pronósticos?
Salvo raras excepciones, el interés de quienes condujeron a la Sociedad Rural
Argentina es el mismo que desde su origen defendió su fundador José Toribio
Martínez de Hoz, descendiente del Martínez de Hoz esclavista y contrabandista
que en la asamblea del 22 de Mayo de 1810 votó en contra de los patriotas,
afirmando que no encontraba “bastantes datos para considerar necesaria la
remoción del Excelentísimo Señor Virrey”.
Pariente a su vez de José Alfredo Martínez de Hoz, presidente de la SRA entre
1946/50, quien como sucedió con sus predecesores también se paró en la vereda
opuesta a los intereses nacionales combatiendo al gobierno popular de Juan
Domingo Perón.
El tiempo transcurrido y las vicisitudes vividas ayudan a comprender la razón
por la cual Perón se resistía presenciar las exposiciones en el predio de
Palermo. Lejos de estar enfrentado a los productores agropecuarios, a mucho de
los cuales las políticas de entonces les permitió transformarse de peones en
chacareros, lo que Perón manifestaba con su actitud era la resistencia a todo lo
que la SRA y Martínez de Hoz expresaban. Lo cual fue transparentado de la forma
más cruel durante el último proceso militar, que casualmente tuvo a otro
Martínez de Hoz como uno de sus principales protagonistas.
La Sociedad Rural Argentina ni siquiera tiene que ver con las innumerables
sociedades rurales del interior del país. Las que surgieron y se sostienen con
esfuerzo de los dirigentes y productores que restándole tiempo a sus
actividades, aportando dinero y garantizando con su patrimonio créditos que se
obtenían en beneficio de la institución, crearon asociaciones que en muchos
casos son orgullo de sus comunidades.
¿Cuánto habrían logrado estos esforzados dirigentes de haber tenido los
beneficios y prebendas que tuvo la SRA?
Al fin y al cabo tenemos que comprender que usufructuar el Estado en beneficio
propio está en los genes de muchos hombres de la SRA. Basta recordar a José
Martínez de Hoz, sobrino nieto del fundador de las rural, quien recibió
2.500.000 hectáreas del gobierno del “orden y progreso” a cambio de aportar
caballos y elementos bélicos a Julio Argentino Roca, para desalojar a los
“salvajes” de sus tierras y llevar adelante un infame exterminio, tal como lo
documentó el historiador Osvaldo Bayer.
* Diputado Nacional (mandato cumplido)
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