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El
chico del video
Por Guillermo Marín*
Con 11 años y un revólver de juguete, robó en una librería de La Plata
“¡Muerto!”, quizá alguna vez gritó el chico con el revólver de juguete en la
mano. Porque alguna vez habrá jugado al poliladron con su amigo mayor que cae al
suelo simulando estar muerto. El chico de 11 años tiene en las manos la
seguridad de un experimentado maleante, de alguien que no anda con chicanas, de
un duro que piensa que si es necesario, jala del gatillo sin más trámite y ¡bang!,
¡bang¡, ¡bang!: liquidado. Alguna película de la tele, en el horario de
protección al menor le enseñó a tomar el revólver como lo hace Brad Pitt en
Pecados capitales. Pero ahora en la librería en la que quizás alguna vez compró
un mapa de Argentina con división política su cuerpo se mueve con la velocidad
del pensamiento: sin dejar de apuntar con su juguete negro exige la plata de la
caja, mientras su compañero revisa los movimientos de la dueña del local. El
chico está excitado; es una gran oportunidad para probarse y corregir errores:
la cámara de seguridad del local lo toma casi en primer plano: cara descubierta,
pelo corto, suéter a rayas y bermudas; tal vez un metro veinte. Nada que impida
un golpe exitoso. Ambos salen con los billetes. 1000 pesos es mucho dinero para
un pibe de 11 años. ¿En qué los gastará? “Mita y mita”, luego dirán. Son las
15.30. Falta poco para que la librería se llene de chicos con delantal. Montan
en la motocicleta en la que habían llegado y toman una diagonal de esa ciudad de
calles del demonio. Después otra y otra; laberinto de torbellinos sin salida.
*Periodista
desechosdelcielo@gmail.com