![]() |
|
|
De
la sociologías del medio pelo a la sociología de la liberación
Acerca de la polémica Carri-Delich*
Por Juan Esteban Godoy**
Introducción
En las siguientes líneas abordaremos la polémica que tuviera lugar entre fines
de 1967 y principios de 1968, protagonizada por los sociólogos Francisco José
Delich, por ese entonces parte del Centro de Investigaciones en Ciencias
Sociales (CICSO, que comienza a funcionar en el ‘67), y por Roberto Carri,
miembro de las cátedras nacionales, que escribiera entre otros títulos
Isidro Velázquez. Formas prerrevolucionarias de la violencia, Poder imperialista y
liberación nacional. Las luchas de peronismo contra la dependencia, y fuera
detenido-desaparecido (junto a su esposa Ana María Caruso) por la última
dictadura militar. El contrapunto surge por la publicación del libro de Arturo Jauretche
El medio pelo en la sociedad argentina. Apuntes para una sociología
nacional, y los comentarios que realizara acerca de éste Francisco Delich en la
Revista Latinoamericana de Sociología.
Dicha revista comenzó a publicarse en 1965, y dejó de hacerlo en 1971, con la
supervisión y dirección ideológica de Gino Germani. La revista, conjuntamente
con el instituto Torcuato Di Tella, eran las primeras experiencias que dan
cuenta del proyecto de Germani de hacer una sociología científica que tuviera
alcances y nivel internacional. Los artículos publicados en ella pretendían dar
la imagen de una modernización y de la construcción de un pensamiento académico
sociológicoi.
Estamos en el contexto del Onganiato, y de la intervención de la Universidad de
Buenos Aires en 1966, que si bien en la Carrera de sociología no se va a
producir un vaciamiento inmediato de profesores, pues algunos de ellos como
Eliseo Verón, Miguel Murmis, Silvia Sigal, etc., van a decidir continuar dentro
del mundo académico, pero luego de transcurrido un cuatrimestre no le serán
renovados sus contratos. Así en ese “vacío” se va a producir el ingreso de
varios “nuevos profesores” como Justino O’Farrel, Gonzalo Cárdenas, etc. En el
periodo también van a surgir las denominadas cátedras nacionales, experiencia
que tiene lugar en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) entre 1968 y 1974, en
las que van a actuar entre Gunnar Olsson, Alcira Argumedo, Justino O’Farrel,
Roberto Carri, etc. Podemos poner en consideración la Revista Antropología
Tercer Mundo que tuviera lugar entre 1968 y 1974, en donde escribieran algunos
personajes como Horacio González, Gonzalo Cárdenas, Justino O’Farrel, Alcira
Argumedo, Amelia Podetti, Roberto Carri, etc. Por último llamamos la atención
que en este periodo se incorporan a la Carrera de sociología bibliografía que no
se hallaba presente hasta el momento, así en los programas aparecen Hernández
Arregui, Gunder Frank, Rodolfo Puiggrós, Arturo Jauretche, Mao Tse Tung, Franz
Fanon, Perón, etc. ii Podemos ver la incorporación de textos que podríamos
denominar del Tercer Mundo, con una mirada desde los oprimidos, que muchas veces
surgen desde las orillas de la ciencia.
En este contexto es donde se suscita la polémica Carri-Delich, la cual “la
Revista Latinoamericana de Sociología se vio obligada a recoger (esto más allá
del rechazo supone el reconocimiento de los otros interlocutores, aunque se los
descalifique)”.iii Pues, por lo que venimos reseñando hasta el momento la RLS se
halla en las antípodas esa “corriente” que se vienen gestando, a la cual
hiciéramos mención en el anterior párrafo, y como parte de esa sociología
nacional y latinoamericana, el pensamiento de Roberto Carri.
Podemos ver ya, antes de adentrarnos en la polémica en sí, como tenemos a dos
pensadores que representan dos modelos de hacer sociología, dos formas de
posicionarse ante la realidad (convulsionada por cierto) que los rodea. La nota
viene a cristalizar ese momento que estaba sucediendo en la Universidad de
Buenos Aires.
Aquí nosotros dejamos en claro que nos hallamos en la línea de la sociología
nacional, latinoamericana y popular que expresa en la polémica Roberto Carri.
Así no criticaremos la crítica de Delich, tarea que ya realizó Carri, sino que
solamente reseñaremos la discusión, y procuraremos arribar a algunas
conclusiones acerca de los modelos en pugna.
De la sociología académica a la sociología colonial
Ahora sí, podemos ver cómo en la nota que da lugar al contrapunto, Delich
desliza una fuerte crítica al libro recientemente publicado de Jauretche, el
medio pelo en la sociedad argentina1. La crítica se centra en el método que
Jauretche denomina estaño, acerca del cual Delich nos dice que Jauretche “no
indica los parámetros de su nuevo método”iv así sostiene que en el libro “los
datos son escasos y las reflexiones sobreabundan”.v Se queja asimismo de que
Jauretche no de una definición sistematizada del medio pelo: “no es esta ni la
única ni la última definición de medio pelo”.vi
También Delich criticará la idea de Jauretche de los tres fracasos de la
burguesía nacional, porque argumenta que es impreciso “se dedica con más ahínco
a encontrar esta resbalosa burguesía frustrada y frustrante”,vii “el autor no
atina a definir ni siquiera con términos vagos y de uso corriente, las distintas
burguesías que señala”viii. Lo mismo dirá del concepto de status que utiliza
Jauretche, pues según Delich no hay una definición clara, ordenada del concepto,
dirá que “nuestro autor no es hombre de vacilaciones y quiere ir hasta el final
en la destrucción de sus propias afirmaciones o bien quiere tornar aún más
impenetrable su razonamiento, borrando las huellas”.ix
Delich la emprenderá también contra Jauretche porque según él “Arturo Jauretche
(y no pocos con él) estima que las estadísticas en la que no cree (y cuando usa
en el libro usa mal) constituyen la sociología científica, de allí su
esclerosis, su incapacidad de ir más allá de cuadritos y numeritos”,x “se
comparan grupos sociales no estrictamente homogéneos, no de características
paralelas”.xi
Asimismo señalamos que Delich sale en defensa de un exponente de la alta
sociedad del momento, a quien Jauretche le dedica un capítulo en su libro y
observa como una escritora de medio pelo para lectores de medio pelo, a saber:
Beatriz Guido, así nuestro autor sostiene que Jauretche “juzga globalmente a
Beatriz Guido a través de un libro (El incendio y las vísperas) y de sus
antecedentes”xii
Por último nuestro autor aconseja con respecto al libro: “algunos
pintoresquismos, algunas anécdotas, algunos testimonios, dan la pauta en cambio
de lo que en otro género puede lograr el autor, que seguramente no es poco y sin
duda más útil para sociólogos y no sociólogos que intenten conocer la sociedad
argentina (dado que) no se trata, pues, de rechazar por la forma sino por el
contenido (porque el texto es) farragoso, desordenado, repetitivo”.xiii
Ante tamañas injurias a un pensador y luchador nacional y de la Patria Grande,
el joven sociólogo Roberto Carri, no podía menos que recoger la pluma y refutar
la crítica de la “sociología académica” a Don Arturo. 2
De cómo se curan las zonceras
Roberto Carri, en su respuesta va a refutar no solo la crítica específica al
libro de Jauretche en cuestión, sino que con ella va a rebatir a “toda una
corriente entre los sociólogos argentinos”xiv. Aquí Carri se refiere a lo que
venimos llamando “sociología académica”, a su concepción de ciencia, sus
métodos, y sobre todo la concepción política, ideológica que subyace a sus
planteos. De todas formas Carri viene a llamar la atención que cuando el planteo
se realiza sin tener en cuenta la experiencia histórica, y el medio social, es
decir se lo descontextualiza y esto es igual de dañino provenga desde posturas
funcionalistas, positivistas, y/o marxistas.
Aquí tenemos una definición, en relación a lo que Carri considera teoría. Para
él no puede haber teoría que sea la consecuencia de una decisión individual, la
imagen del científico en su “sala de ciencia” mezclando los diferentes conceptos
(cual químico que mezcla sus elementos, y las coteja para algún descubrimiento
científico), aislado de la sociedad en la cual produce y por la que es producido
generando teoría se revela falsa, pues la teoría es considerada aquí “como la
expresión de la conciencia social (…) la ciencia es producto colectivo de la
sociedad (…) pero los científicos creen que esos conocimientos son la
consecuencia de la aplicación individual de su empirismo”xv.
Carri, va a criticar que Delich separe al libro de la biografía del autor, de su
trayectoria política. Así Delich viene a criticar el libro de Jauretche con los
parámetros de la “sociología académica”, sin poner en duda en ningún momento su
validez como ciencia. Es decir, el punto de partida para la crítica de Delich,
Carri lo juzga erróneo. Pues “Jauretche tiene una posición política muy conocida
(radical, forjista, peronista), sus conclusiones expresan la particular opinión
que sobre la independencia nacional tuvieron y tienen en los movimientos
nacionales y anticoloniales distintos sectores (…) A Delich no le importa, solo
ve que no es “científico”, y critica “científicamente” su obra”.xvi
Así, quien en ese mismo año escribiera un libro sobre Isidro Velázquez, y con él
hiciera una crítica a los que denominara “bandoleros sociológicos”3, va a poner
relevancia en que de esta forma “la actitud siguiente es tachar de “no
científicas" todas aquellas contribuciones que no aceptan el “riguroso” método
de la ciencia”.xvii Ellos establecen los parámetros, y en base a éstos van a
dictaminar quién entra dentro de los cánones de la ciencia y quiénes no. Romper
con este círculo vicioso, con los guetos sociológicos, donde adquieren
relevancia las “citas de amigos”, es posicionarse a las orillas de la ciencia,
es no tener la posibilidad de adquirir el “prestigio”, el no salir en los
suplementos dominicales, ni en otros medios tan deseados como la televisión.
En cuanto a algunas de las críticas más puntuales que realiza Delich, Carri va a
refutarlas también por ejemplo, Carri sostiene que el concepto de status, halla
su “utilidad” en tanto su ambigüedad; en relación a que Jauretche juzgaría a
Beatriz Guido por un solo libro, pues según Delich la autora mostraría la
decadencia de la clase alta, el defensor de Jauretche va a aducir que Beatriz
Guido no representa eso sino el odio y el rencor al peronismo (que Delich debe
compartir), principal causante de este desplazamiento.
El sociólogo que aquí nos permitimos llamar colonizado, acepta acríticamente los
esquemas científicos, e intenta adecuarse a ellos, expresando así el punto de
vista de los intereses coloniales. Mientras que, quien actúa con estaño,
realiza, crea “individualmente esa conciencia social, esa práctica social; y con
los pies bien afirmados en la realidad que analizan y donde actúan, desarrollan
su explicación”xviii
Carri finaliza su planteo llegando al meollo de la cuestión, a saber: que los
análisis que realiza Francisco Delich y con él toda una corriente de la
sociología (que sostenemos nosotros sigue hasta el día de hoy) son fruto de lo
que Don Arturo denominara colonización pedagógica, que termina por
internalizarse, por hacerse cuerpo en los cientistas sociales (y demás sectores
de la sociedad).
Cartuchos quemados
Brevemente reseñamos que Delich va a contestarle a Carri, y esa será la última
intervención en el debate pues el segundo no le responderá su nueva crítica. En
ésta Delich se muestra molesto por lo que él denomina que Carri hace, “precoz
terrorismo intelectual (sociólogo de medio pelo, intelectual colonizado,
deshonesto intelectual)”,xix a la vez que argumenta que es apresurado juzgar por
su nota a toda una corriente de la sociología argentina. Y reitera, brevemente
las mismas críticas que hiciera sin aportar nuevos elementos.
Apuntes finales
Observamos como Roberto Carri va a aprovechar la reseña que realizara Francisco
Delich al libro de Jauretche, para avanzar en crítica no solo a su interlocutor,
sino también a una amplia gama de sociólogos que éste viene a representar en la
crítica. El problema no es aquí Delich, sino que toda una corriente de la
sociología argentina.
Así como decíamos, tenemos claramente dos modelos de sociólogos que se
encuentran (aún hoy) en pugna. Dos formas de “hacer ciencia”: una “objetiva”
(¿es posible?), fría, “científica”, erudita, alejada del “pulso” de la historia,
de las rebeliones, de las luchas del pueblo, etc.; la otra, se considera parte
integrante del pueblo, con (no para) el cual construye el conocimiento
científico, involucrada en las luchas populares, tomando posición (subjetiva),
etc.
La respuesta de Carri viene a poner al descubierto la colonización pedagógica,
la cual es esencial para asegurar la dominación en tanto nuestra condición de
países semi-coloniales, donde la “batalla cultural” adquiere suma importancia.
Aquí la dominación no es clara como en el mundo colonial que se parte en dos
mundos diferentes el del colonizador y el del colonizado, marcando las botas y
las armas la barrera divisoria. Aquí la dominación, en tanto países
supuestamente en plena libertad, requiere de toda una maquinaria cultural, para
mantener la situación de opresión.
Y como no podemos ver solo una de las “caras” de la moneda, debemos considerar
el reverso, la descolonización pedagógica. Carri, aparece aquí como
representante de las cátedras nacionales, donde se leen a Perón, Jauretche,
Fanon, Scalabrini Ortíz, Mao, El “Che” Guevara, etc. Nombres que parecieran
impensados hoy en día en el ámbito académico social. Carla Wainsztok sostiene
que “la lista de autores da cuenta que la experiencia de las cátedras incluía
además de alpargatas, libros. La preocupación era la nacionalización mental de
un sector estudiantil, revisando las categorías explicativas de la realidad,
adecuándolas al proceso histórico de nuestra patria. Es decir una teoría social
o filosofía propia y apropiada.”xx
Avanzar en la construcción de una matriz de pensamiento propia que pueda abordar
nuestros problemas, con soluciones creadas desde estas tierras, y desde estas
realidades. Avanzar asimismo contra la burocratización de las ciencias sociales,
contra la lógica de mercado imperante en becas, subsidios, etc., contra la
cuantificación del conocimiento a la que asistimos (profundizada en los 90’s),
contra el hacer cómo que investigamos, que leemos lo que se produce, contra el
encapsulamiento de la universidad (¿alguien que no sea parte de la academia, lee
alguna de las investigaciones, papers, etc.?), contra la cita de amigos. En fin,
contra una lógica que poco tiene que ver con la construcción de conocimiento
para modificar la realidad.
Pues de eso es de lo que trata la respuesta de Carri a Delich, de la intención
de un sector de la sociología de descolonizar a las ciencias sociales, para
poder integrarse a las luchas junto al pueblo, y luchar con éste por la
liberación de la patria grande, donde los hombres y mujeres de Nuestra América,
podamos desarrollarnos plenamente como seres humanos.
Notas
1 El libro va a ser un gran éxito, solo entre noviembre de 1966 (primera
edición) y julio de 1967 se realizarán nueve ediciones. Galasso, Norberto.
(2005). Jauretche y su época. La revolución inconclusa, 1955-1974. Tomo II.
Buenos Aires: Corregidor
2 Jauretche, gran polemista, en principio no le va a contestar a Delich. Pero
cuando Delich insiste en su crítica y sostiene que él critica a Codovilla porque
es gordo e italiano, Jauretche le va a responder. Véase Jauretche, Arturo.
(2007). Polémicas I. Buenos Aires: Peña Lillo, páginas 125-126.
3 No referimos a Carri, Roberto: Isidro Velázquez. Formas prerrevolucionarias de
la violencia. Editado por Sudestada en 1968. De reciente reedición (2001) por
Colihue.
i Del Brutto, Bibiana Apolonia. (2000). La Revista Latinoamericana de
Sociología: apogeo y caída de un proyecto. En González, Horacio (comp). Historia
crítica de la sociología argentina. Los raros, los clásicos, los científicos,
los discrepantes. Buenos Aires: Colihue.
ii Rubinich, Lucas. (s.f.). Los sociólogos intelectuales: cuatro notas sobre la
sociología en los 60. En
http://www.catedras.fsoc.uba.ar/rubinich/biblioteca/web/arub.htm
iii Rubinich, Lucas. (s.f.). Los sociólogos intelectuales: cuatro notas sobre la
sociología en los 60. En
http://www.catedras.fsoc.uba.ar/rubinich/biblioteca/web/arub.htm
El subrayado es nuestro.
iv Delich, Francisco. (1967). Notas sobre el medio pelo. Revista Latinoamericana
de Sociología, vol. III, Nº2, página 303.
v Ibídem, pp. 302.
vi Ibídem, pp 303.
vii Ibídem, 304.
viii Ibídem, 308.
ix Ibídem, 307.
x Ibídem, 308.
xi Ibídem, 306.
xii Ibídem, 305.
xiii Ibídem, 308.
xiv Carri, Roberto. (1968). Un sociólogo de medio pelo. Revista Latinoamericana
de Sociología, vol. IV, Nº 1, página 127.
xv Ibídem, 127.
xvi Ibídem, 128.
xvii Ibídem, 127.
xviii Ibídem, 128.
xix Delich, Francisco. Carri, Roberto. (1968). Respuesta. Revista
Latinoamericana de Sociología, vol. IV, Nº 1, página 129.
xx Wainsztok, Carla: Las Cátedras Nacionales (apuntes para una filosofía
latinoamericana). En
http://bicentenariodelapatriagrande.blogspot.com/p/las-catedras-nacionales-apuntes-para.html
* Publicado originalmente por el Centro de Estudios Juan José Hernández Arregui
(CEHA)
**Sociólogo, universidad de Buenos Aires (UBA)
Juanestebangodoy@hotmail.com
|
|
|
|