Jongbloed:
"Todos sabíamos lo que pasaba en Argentina"
Jan Jongbloed, arquero de Holanda en el Mundial 78
reveló que tanto él como sus compañeros sabían lo que ocurría con la dictadura
en el país. Confesó en un excelente reportaje que durante el certamen fue "a la
Plaza a ver a las Madres" y admitió que conocía la existencia de un campo de
concentración en donde funcionaba la ESMA.
Jan Jongbloed habló sin pelos en la lengua y se expresó sobre las vivencias del
78.
En una entrevista exclusiva con la Agencia Télam en Amsterdam, luego de varios
años sin contacto con la prensa, Jongbloed, titular en la final del Mundial en
la que Argentina se impuso por 3-1 y que entonces escribía para el diario Vrij
Nederland (de izquierda), descartó que tuvieran "miedo" durante su estadía en el
país y defendió su participación porque era su "manera de vivir".
El ex arquero del club Roda, de 71 años, recibió a los periodistas en su casa de
Amsterdam, donde repasó el Mundial que ganó Argentina y que se jugó en la época
más oscura de nuestro país.
-Antes de viajar a la Argentina, ¿el plantel de Holanda sabía lo que ocurría en
el país? ¿Tenía conocimiento de que iban a jugar un mundial con una dictadura en
el poder?
-Sí, sabía.
-¿Cómo?
-Sabíamos que había una dictadura. Éramos gente normal, que escuchábamos la
radio, veíamos la televisión y en ese momento había una protesta, una campaña en
Holanda, respecto de este tema. Mi padre era comunista. Tenía y tengo una
sensibilidad con todo lo que es pueblo. Sabía que pasaba algo, que no estaba
bien, que no me gustaba.
-¿En qué consistía la campaña en Holanda? ¿Se cuestionaba su participación en el
certamen?
-Claro. Había debates, por ejemplo. A mí me invitaron a uno en una radio antes
del Mundial en el que expliqué: "Me parece terrible lo que está pasando pero la
cuestión es que yo tengo una mujer, tengo hijos y esto es mi manera de vivir.
Si yo no voy allá, no puedo responder a eso, que también es una prioridad mía.
La gente que está allá es la que tiene que cambiar el régimen de Videla.
Entiendo que es terrible para la gente que está allá, me sensibilizo con eso,
pero no voy a dejar de ir por eso porque también tengo mis cosas por las qué
responder", les dije.
-Les dio sus razones.
-Exacto. Y además ellos se creían libertadores del mundo, luchadores de la
justicia.
Entonces les dije: “Si tanto lo sienten así, por qué no van ahora en vez de
hacer esto acá. Se toman un avión y se ponen a dar una vuelta en la Plaza de
Mayo, a protestar ahí". Yo de hecho estuve en la Plaza de Mayo.
-¿Durante el Mundial estuvo en la Plaza de Mayo, en la ronda de las Madres?
-Sí. Estuve. No con un cartel ni nada, pero sí cuando estaba la ronda de la
Madres de Plaza de Mayo.
-¿Y realizó la ronda?
-No. La estuve mirando.
-¿Fue con otros jugadores?
-No, fui solo. A mirar.
-¿Y qué lo impulsó a ir?
-Yo había escuchado sobre las Madres de Plaza de Mayo. No iba a ir a poner un
cartel, pero era algo que yo sabía desde Holanda que pasaba, que existía,
entonces quería verlo.
-¿Sus compañeros sabían de las Madres?
-Todos sabíamos, toda la sociedad. Todos teníamos televisores.
-La delegación holandesa, en su estadía en Buenos Aires, se alojó en un hotel de
la zona de Retiro. ¿Tuvo miedo cuando fue desde ahí a la Plaza de Mayo?
-No, nunca tengo miedo.
-¿El plantel tuvo miedo de la dictadura en la Argentina?
-No, en lo más mínimo.
-¿Tuvieron algún tipo de instrucciones o recomendación de que tuvieran cuidado
por parte del cuerpo técnico o de la embajada holandesa en Buenos Aires?
-No.
-Existe la leyenda de que Johan Cruyff no jugó el Mundial por rechazo a la
dictadura. Tiempo después aparecieron libros y artículos que desmintieron esa
información. ¿Cual es su posición?
-No lo sé, creo que la mujer no lo dejó ir.
-Hay otra leyenda que quedó del Mundial: cuando terminó la final y ustedes se
fueron al hotel, no asistieron a la fiesta con que se agasajó a los finalistas
en otro lugar. ¿Por qué no fueron?
-No teníamos ganas.
-¿Así de simple? Se tejieron miles de historias y versiones.
-Así de simple. No teníamos ganas. Habíamos perdido y queríamos volvernos a casa
rápido. En el ’74, cuando perdimos la final del Mundial de Alemania contra el
seleccionado local, sí habíamos estado. Pero en la Argentina decidimos no ir.
-¿Sabía usted que el estadio Monumental, donde se jugó la final, estaba a unos
600 metros del campo de concentración más terrible que tuvo la Argentina en la
dictadura, donde funcionaba la Escuela de Mecánica de la Armada, ESMA?
-Sí, sabía.
-¿Y qué sentía?
-Estaba eso ahí, pero nosotros decidimos ir. Desde el momento en que decidiste
ir, vas a jugar aunque esté a 600 metros, no es algo que esté con vos en ese
momento. Todos sabíamos lo que pasaba pero no íbamos a dejar de ir. Porque si no
a muchos países no se podría ir en la historia a jugar al fútbol. ¡No tendríamos
que haber ido a Alemania! Porque Holanda fue invadida por los alemanes.
-Desde el punto de vista deportivo, ¿considera que la dictadura favoreció al
seleccionado de la Argentina para ganar la Copa?
-No, no lo creo. No voy a creer algo así. Si (Rob) Rensenbrink mete la pelota
que pegó en el palo cuando estábamos 1-1 y ya se acercaba el final, ¿qué creés?
¿Que el árbitro iba a parar el partido para decir que no había sido gol? No fue
que Rensenbrink pegó la pelota en el palo en vez de hacer gol porque tenía
miedo.
-Hubo un partido muy sospechado, que fue el que Argentina le ganó a Perú 6 a 0.
-Yo no tengo ninguna sospecha.
-¿Volvería a jugar un Mundial con una dictadura?
-Sí. En aquellas mismas circunstancias, sí.
Télam, junio 2011