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EN ESTA SECCION
Desde e centro oculto, por Irupé Tentorio
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Homenaje a Juan Manuel
Inchauspe |
Poemas como indicios del poema imposible
El destino de los papeles
escritos | Selección poética


Desde
el centro oculto
Con Trabajo nocturno, la Universidad Nacional del Litoral publica la
obra completa del poeta santafesino Juan Manuel Inchauspe quien, fallecido
en 1991, empieza a ser redescubierto por nuevas generaciones de colegas y
lectores. Inchauspe llevó una vida difícil y errante que encontró en el
lenguaje un centro donde anclar la experiencia de la existencia y
reflexionar acerca de su propio oficio de escritor.
Por Irupé
Tentorio
“Estar un poco con uno mismo/ dijiste/ sí, alejado del
estruendo y las inútiles utilidades/ de cada día/ Sustraído por un momento/
secreto y luminoso/ a ese orden que siempre toma más de lo que da.”
En estos versos, está la vida del poeta santafesino Juan Manuel Inchauspe
(1940-1991). Su búsqueda por la palabra no solamente era su deseo primordial
sino que también fue necesaria para poder sostenerse en su temperamento
abismal. Abrazó, en sus poemas, y sobre todo en los últimos, la justeza del
tono, la gravedad y la sencillez de las palabras. Inchauspe fue un poeta que
jugó con la imagen del poeta. En sus versos, parece destruir y destruirse,
pero esto no significa que su testimonio poético no haya sido escrito bajo
el manto del amor, la hondura y la sencillez. Inchauspe fue un convencido de
que la poesía supone un método de conocimiento y también una manera de
vivir. Supo que la palabra es experiencia y decantación, esa sensibilidad
para ver lo que está al alcance de todos pero pocos pueden apreciar.
La vida de Manuel fue breve al igual que su obra y lamentablemente terminó
siendo un vagabundo más de la ciudad de Santa Fe. Su hijo Federico dice que
se dejó morir, que el alcohol, que el abandono del amor, que el sistema lo
dejaron “solo de toda soledad”. Pero también es necesario decir que, sin esa
impronta, todo su Trabajo nocturno (así se llama su obra completa editada
por la Universidad Nacional del Litoral y además ésa fue su hora elegida
para escribir sus poemas) no nos hubiera hecho conocer las diversas
reflexiones sobre la poesía misma. No le interesó ser parte de un clan
mimado del litoral, no hizo alarde en sus poemas con referencias de lo que
sabía: su sabiduría y sus gustos literarios se notaban en los cortes de sus
versos, sus descripciones sobre sus emociones, el sentido de lo que para él
era la vida, se nota en casi toda su poesía. Tampoco plasmó la historia de
los años horrorosos que le tocó atravesar durante la dictadura militar que
marcó a la mayoría de los argentinos. Salvo en el poema “Los Tuyos” donde se
lee una mínima referencia: “Has llorado, en secreto, a los tuyos./ Lenta,
inexorablemente, lo has visto partir./ Alejarse para siempre”.
Inchauspe se desventuró, acercándose a la divinidad que perece, en el doble
sentido, aquella que vemos irse ante nosotros y que a la vez nos iremos a
donde ella ya no está. El supo decirlo mejor: “Yo pienso que en la poesía la
palabra tiende a desarrollar toda su capacidad y energía: en la poesía, el
lenguaje es forma, gesto y color. De esta manera, el lenguaje permite
hacerlo con absoluta libertad. Lo que yo pretendo con el poema es poder
alcanzar ese estado ine-fable de libertad”.
Fue necesario y es
merecido reunir toda la obra de este gran poeta, que consta de dos conjuntos
de poemas: Poesías (1961) y Climas (1962-1963). Sus hijos y herederos
ofrecieron a sus editores, Sergio Delgado y Francisco Bitar, un puñado de
poemas inéditos mecanografiados por él y que hasta el momento habían
permanecido en el archivo familiar. También se incluyen sus traducciones de
poesía de Drummond de Andrade y Manuel Bandeira realizadas para revistas
literarias. Ambos editores se ocuparon de armar una detallada cronología
sobre la vida del poeta. Con prólogo de dos amigas queridas del poeta,
Marilyn Contardi y Estela Figueroa, acercan al lector la intimidad del
poeta, sus gestos, andanzas y gustos. Se incluyen entrevistas de Carlos
Morán y Enrique Butti, fotos, notas, ensayos y estudios sobre su obra;
además se complementan con semblanzas por Roberto Aguirre Molina, Rogelio
Alaniz, César Actis Brú y Pablo Barbagallo.
Muchos de los poemas de
Inchauspe no están titulados. Ante esta característica, el poeta Helder
señala que “más bien son como notas rápidas”, pero sin embargo con cortes de
verso justos, es decir, sus encabalgamientos son tan prolijos que casi no
pareciera que existen.
Juan Manuel Inchauspe encontró su propio
mundo, alejado del barroco poético, lejos de orgullos paródicos. Al
contrario, su testimonio poético es singular, la primera persona atraviesa
toda su obra. Sin teoría psicoanalítica de por medio, tuvo el valor, la
claridad y la sensibilidad justa para expresar que lo que importa es “el
centro oculto de nuestra vida/ es lo que importa/ no la periferia abarrotada
y estéril”.
Climas
En todo comienza a destacarse un
previsible derrumbe.
Nosotros no necesitamos mucho.
Nosotros
necesitamos una mano abierta, un aliento sustantivo
una ternura tan
evidente que nos haga temblar.
Enroscados
por un clima tibio que anuncia los más dulces asaltos.
Hay una voluntad
sin miradas, una agitación que nos hace crecer
como plantas: la libertad
sin armas que tiene la forma de tu cuerpo.
Porque todas las palabras caían de tu boca con ese cansancio de
alfombras
gruesas y flácidas que suele quedar después de alguna noche.
Querías explicar, evitando contradecirte, esos acontecimientos
de tu
vida que terminaron disponiéndose contra ti misma, dejando
atrás la
inocencia y tu ofrecimiento y tus manos amables.
Porque todas las palabras no tuvieron el suficiente calor como
para
guardar un largo equilibrio.
Porque temblabas.
Porque estamos
hondamente solos.
Porque de algún modo nos llevamos recíprocamente y es imposible hacer
nada.
Las palabras y los contornos que escogiste cuidadosamente
para
dibujar una voluntad que no era realmente la tuya.
Las pequeñas mentiras
cuya necesidad no explicabas del todo
y que no intentabas borrar en el
temor de descubrirte demasiado sola complicando
las madrugadas: sus
hombros quietos.
Esto es todo lo que olvidaste entre nosotros.
Has abierto y cerrado tu corazón el tiempo necesario que me lleva
ocuparlo.
Seré pues uno de los árboles de tu memoria para evitar que la
sangre se torne
incontrolable.
No necesito demasiado para continuar estremeciéndome.
Necesito
apartar estos meses vacíos que se han filtrado hasta nosotros.
Estos
gestos muertos sin cortezas.
Estos inútiles comentarios al margen y todo
ese mundo enfermo de turno.
Necesito lo que hicimos o lo que se dejó de
hacer.
Estrechar nuestro abrazo redondo en clima agazapado de las islas o
de esta arena:
Ser de nuevo esa precisa responsabilidad o ese abandono.
Página|12 | Radar, 26/02/12

Homenaje
a Juan Manuel Inchauspe
El Festival Internacional de
Poesía de Rosario (2012) homenajea a Juan Manuel Inchauspe (Santa Fe,
1940-1991), con una edición de sus Poemas Completos a cargo de los
santafesinos Sergio Delgado y Francisco Bitar. El sábado a las 19:30 en el
Tunel 4 de CCPE se llevará a cabo la presentación del libro con la
participación de los editores, Irina Garbatzky y Cristian Molina
En
conversación con nuestro programa (Desde Ushuaia a La Quiaca, Radio
Universidad de Rosario) Bitar contó: “El propio Inchauspe no era un poeta
con demasiada visibilidad. Él nació en Santa Fe, pasó un tiempo en Rosario;
donde se formó, estudió Letras y estudio también idiomas para hacer trabajos
de traducción. Lo que intenta esta edición, basándose en una anterior de
1995 que estuvo a cargo de Estela Figueroa, otra poeta santafesina, es
recoger todos esos materiales y sumar otro trabajo que continua inédito: el
trabajo de traducción, el trabajo de reflexión, las entrevistas, reportajes
y demás”.
El poeta homenajeado publicó dos libros: Poemas, que recoge
su producción entre los años 1964 y 1975, publicado en editorial La Ventana,
de Rosario y Trabajo Nocturno por UNL; una selección de poemas del primero
más algunos nuevos peomas. “Editorial La Ventana publicó a poetas muy
importantes de Santa Fe, Paraná y recogía material de poetas vinculados a
Poesía Buenos Aires;que era un movimiento de vanguardia”, narró Bitar.
¿Cuál era la escena en la que orbitaba en Rosario?
A partir del material que releen de Poesía Buenos Aires, Luis
Castellanos y Gary Vila Ortiz hacen una revista que se llamó “Alto Aire”,
del cual salió un solo numero. Ahí recogen los presupuestos más importantes
de Poesía Bs As. Sobre todo en la importancia que le dan a la traducción y a
la publicación de poetas, en ese momento de vanguardia, de Europa y EEUU, y
también respecto a cuestiones formales.
Triste, solitario y final
El poeta tenía 49 años al morir en 1991. Según las palabras del propio Bitar
hay una imagen de Inchauspe que se “desprende de lo que fueron sus últimos
años de vida en donde se había separado de su familia y estaba cada vez más
volcado al alcohol”. El joven poeta dedicado al actual trabajo dijo:
“Entendemos quienes hacemos está trabajo, que esa mirada se desprende
también de la primera edición de su poesía completa. Esa especie de muerte
para muchos tiene un halo mítico. Esta nueva edición intenta tomar distancia
de esa postura; de que fue un tipo oscuro, destructivo. Eso muchas veces son
datos que construyen la idea de escritor genial. Sin desmerecer esa imagen
que es tan valida como cualquier otra. Esta vez intentamos auspiciar otra
entrada a la obra de Inchauspe. Desde la distancia, desde el análisis”
¿Cuales son las coordenadas de su poética?
Él trabaja desde una escena doméstica, casera, inmediata. Por lo general
es un observador, o un actor de un pequeño espacio; el jardín, el patio,
mientras riega las plantas, en la habitación, mientras lee. La poesía de
Inchauspe creo que está muy viva. Y eso puede ser una clave de lectura para
volver a ingresarlo en una especie de continuidad con la producción de los
60`, 70`, que no es poesía sesentista, y lo que se produjo en los 90. Eso
que decía Zelarayán que “la poesía de los noventa es una poesía situacional,
que no puede zafar de la situación”, bueno, eso, estaba ya en Inchauspe. A
su vez su obra no está del todo vinculada a la poesía sesentista, que tiene
que ver con lo conversacional, la aproximación a la política. Lo de él es
otra cosa, es más retirada. Eso se podría leer a contraluz de lo que ocurrió
en los 90`, incluso Fabián Casas participa de esta edición con una reseña
que apareció en el 95` a raíz de la primera edición de la poesía completa.
Además el dossier crítico trae trabajos de Oscar Taborda, Daniel García
Helder y Osvaldo Aguirre que hoy son los primeros en generar una apertura
crítica sobre el trabajo de Inchauspe.
http://deushuaiaalaquiaca.blogspot.com.ar/2010/09/homenaje-juan-manuel-inchauspe.html


Poemas
como indicios del poema imposible
Atravesada por la angustia
existencial, la de Inchauspe es una poesía narrativa y reflexiva, que
influyó a toda una vertiente contemporánea de pesimismo ante el lenguaje. En
esta obra se incorporan materiales inéditos.
Por Beatriz Vignoli
Este 7 de junio se cumplirán 20 años de la muerte del poeta santafesino
Juan Manuel Inchauspe (1940-1991), que vivió en Rosario durante la
fructífera década del 60 y de quien en vida se publicaron sólo dos libros:
Poemas, 1969-1975, que salió en 1977 por Ediciones La Ventana, de Orlando
Calgaro, y Trabajo nocturno, que editó en 1985 la Universidad Nacional del
Litoral con prólogo de Edgardo Russo. En 1994 la UNL publicó su Poesía
completa con dirección y prólogo de Estela Figueroa, quien aporta un breve
texto preliminar a una nueva edición de su poesía. Y es que el año pasado,
en el marco del homenaje del Festival de Poesía a Juan Manuel Inchauspe, la
UNL publicó Trabajo nocturno. Poemas completos, libro basado en el de 1994 y
ampliado con poemas, textos y materiales inéditos.
Los editores esta
vez son Sergio Delgado y Francisco Bitar, quien realizó una cronología de su
vida basándose en información aportada por familiares del poeta. Dos
conjuntos de poemas: "Poesías" (1961) y "Climas" (1962 1963) habían
permanecido inéditos hasta ahora, mecanografiados por el poeta y guardados
en el archivo familiar. Aquí se publican. También se incluyen sus
traducciones de poesía de Drummond de Andrade y Manuel Bandeira realizadas
para revistas literarias. Fotos, notas, ensayos y estudios sobre su obra,
además de entrevistas por Carlos Morán y Enrique Butti, se complementan con
semblanzas por Roberto Aguirre Molina, Rogelio Alaniz, César Actis Brú y
Pablo Barbagallo. Un prólogo de Marilyn Contardi le sigue al de Figueroa,
quien (en un gesto muy consecuente con su propia obra y con su incómoda
situación de ex editora) decide no publicar el que acaso sea el último papel
inédito de su amigo Manuel: una nota arrojada por debajo de la puerta en una
visita frustrada, y que la poeta conservó en su desván durante años.
Rodeados por todo esto, mimados y acariciados por todo esto, están los
poemas. El joven hombre casado y con hijos que en su vida breve de apenas
medio siglo fue (según testimonia Figueroa) cercado por la depresión, por el
alcoholismo y por una pequeña lesión cerebral no tratada, hasta terminar
convertido en vagabundo, "solo de toda soledad" en palabras de Contardi, hoy
es un muerto ilustre y casi en disputa: un autor moderno admirado,
reconocido y que arroja un brillo sepulcral, pero brillo al fin, sobre
quienes hayan sido precursores en la difusión de su obra a través de
ediciones, revistas, plaquettes, ilustraciones o solamente la memoria.
El título del libro tiene que ver con un texto en prosa publicado por
Inchauspe en el número 1 de la revista Alto Aire (Rosario, marzo de 1965) a
cuyo equipo editorial perteneció junto con Luis M. Castellanos y Alberto C.
Vila Ortiz: "Buscar un texto en la tormenta, dejar constancia de una alta
lucidez nacida en las fronteras del lenguaje, desentrañar determinados
símbolos a una luz más precisa o encender en la noche las sagradas hogueras
de los hombres, son las tareas nocturnas del poeta".
En sus nuevos
estudios críticos sobre la poesía de Inchauspe, Delgado y Bitar se basan en
las reseñas críticas de los números 22 y 32 del Diario de Poesía, por D. G.
Helder, Oscar Taborda, Osvaldo Aguirre, Fabián Casas y Alejandro Rubio, como
también en los textos de Russo y Figueroa y en las reseñas que publicó la
revista Hablar de Poesía por Ricardo Herrera y Carlos Battilana.
En
"Hacia una poética de la persecución", Delgado, siguiendo a Contardi,
analiza "el rostro en repliegue" del poeta en la célebre foto de Juan Neme y
relaciona ese rictus con el gesto de su poesía. Todo "parece ir cerrándose"
en torno a un campo semántico signado por palabras como "oscuridad, sombra,
noche" en una obra que "habla de lo hondamente vivido". Bitar titula su
ensayo "La intimidad como método", ya que en la poesía de Inchauspe "las
medidas limitadas de la habitación cobran las dimensiones de una amplia
cámara de resonancia". "En Inchauspe esta situación del poema (noche,
habitación) parece estar absorbiendo por completo al lector y al texto en un
espacio mítico" donde "se trata de estar pero también de ir lo más adentro
posible".
Son dos miradas nuevas sobre una obra que necesitaba de
este libro. Una obra poética sigilosa y contundente, que se fue construyendo
en el desvelo, poniendo en texto la paradoja de escribir acerca de la
imposibilidad de escribir el poema. Lo que angustia, en la poesía de
Inchauspe, es la credibilidad del movimiento sintomático sobre el cual ella
se inscribe, por el cual cada poema es apenas el indicio de otro poema
vislumbrado y perdido: "el poema imposible", como bien dijera Ricardo
Herrera. "Hay momentos en que la palabra/ no está en ninguna parte", escribe
Inchauspe. O si no: "Alto, demasiado alto/ estaba esta mañana/ el cielo de
la palabra". Incluso la palabra hallada no sirve y encuentra su destino en
la pira: "Uno por uno/ se retorció cada papel en el fuego.// El frío de
junio/ caía sobre mí". Y también dice Inchauspe: "Hemos vivido entre las
cosas que el frío enmudece".
Su poesía, o lo que se conocía de ella,
tuvo una gran influencia en toda una vertiente contemporánea de pesimismo
ante el lenguaje (corriente en la que se sitúa Carlos Battilana, por
ejemplo) donde la domesticidad aparece como el ámbito propicio a la
epifanía. Atravesada por la angustia existencial, la de Juan Manuel
Inchauspe es una poesía narrativa y reflexiva, donde, como en la de los
poetas norteamericanos del siglo veinte que él admiraba, según relata a
Butti, "la reflexión se hace sistemática y materia misma del canto".
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/12-27640-2011-03-02.html


El
destino de los papeles escritos
La Universidad Nacional del
Litoral acaba de publicar “Trabajo nocturno -poemas completos-”, de Juan
Manuel Inchauspe, que junto a la obra del poeta santafesino nacido en 1940 y
fallecido en 1991, recoge entrevistas, testimonios y textos críticos.
Transcribimos aquí el texto que abre el volumen.
Por Estela Figueroa
(a Analía Gerbaudo)
Hace unos meses le pedí a un muchacho de la
cuadra que me ayudara a vaciar el altillo de mi casa. Yo ya había limpiado
mis bibliotecas: había regalado libros de crítica, novelas que no volveré a
leer, y había depositado cajas colmadas de libros malos en la calle, para
que las lleven los cirujas.
Con respecto al altillo dije: “Vacialo
completamente. Tirá todo menos los papeles escritos”.
Si
psicoanalíticamente hablando el altillo es la cabeza, parece un ejercicio
zen.
Los papeles escritos estaban, debo confesar, un poco sucios, con hongos
y cierto dejo a meada de gato, muy juaneleano, por cierto. Consistían en una
carta de Tito Mufarrege, deliciosa; dos poemas míos que se escaparon de mi
primer libro; unas traducciones; y una nota que me tiró Manuel Inchauspe por
debajo de la puerta en una visita frustrada.
En tanto Ivana Tosti,
con toda dulzura y paciencia, me reclamaba un prólogo a este libro (un
prólogo de otros prólogos escritos por académicos-investigadores) aparece
esta nota, algo de “puño y letra” como se dice, algo real, donde Manuel
cuenta lo suyo, acusa.
Un tiempo después volví a leerla preguntándome
qué se hace con las cartas de los muertos. (Un escalofrío me recorrió al
pensar en las ridículas cartas de amor que yo he escrito y lo que es peor,
enviado. Me refugié en Pessoa: no serían cartas de amor si no fueran
ridículas). Y llegué a esta conclusión: los papeles de los muertos no se
publican.
Sin esta nota, ese papel escrito de “puño y letra”, en
“tiempo y forma”, es como que no tengo nada. Entonces trato, torpemente
—porque los muertos pasan a ser incógnitas—, de repasar la vida de Manuel.
Cuando lo conocí parecía tener una vida domesticada y sin grandes
complicaciones. Pero todo está bien hasta que deja de estarlo.
La
familia —su familia— en un momento dado empieza a hacer equilibrio sobre una
cuerda muy fina hasta que Manuel no puede más, se marea y cae, víctima de
inocentes fantasmas de amor.
Había olvidado poner la red. Le puede
pasar a cualquiera. Y quedar en el foso para siempre.
Él no era
vital, no era independiente, carecía de autoestima. No era Dylan Thomas,
capaz de cantar en lo alto sus gloriosos poemas, o bromear entre amigos
acerca de muchachas desnudas bajo la lluvia.
Sólo era un hombre que
anotaba palabras (nadando sobre un suspiro).
¿Qué es el bienestar? Tener una casa —por más modesta que sea—, sentirse
cómodo, protegido; estar satisfecho con el trabajo que se realiza por un
sueldo; estar atento a los hijos si se los tiene; saber pedir ayuda cuando
la salud flaquea; saber pelear por lo que nos corresponde; si es posible
ocuparse de algún problema social. Todas estas cosas estuvieron después
vedadas para él.
Sin consideración, sin lástima, sin pudor
me
encerraron entre altas y sólidas murallas.
Ahora estoy aquí sin
esperanza.
No pienso en nada más. No hay esperanza.
No pienso en nada
más; a mi alma la devoró la suerte.
Eran tantas las cosas que pude hacer
afuera.
¿Cómo no advertí cuando levantaban estos muros?
Nunca escuché
a los albañiles, nunca un ruido...
Imperceptiblemente me encerraron fuera
del mundo.
(Kavafis)
La depresión aguda unida a una pequeña lesión en el cerebro (nunca
tratada) más la adicción al alcohol fueron la cárcel que construyó en torno
a él, cárcel que lo mantuvo alejado de todo y lo convirtió finalmente en uno
de los tantos linyeras que vagaban por la ciudad.
En este mes, la
Universidad Nacional del Litoral edita nuevamente sus poemas. Considero que
esta obra no se ha leído bien, que fue tapada y encarcelada por la
teatralidad de la muerte de su autor, por el montaje de su vida.
Es
de esperar que se libere y encuentre buenos lectores.
http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2011/03/12/arteyletras/ARTE-01.html


LOS
TUYOS
Has llorado, en secreto, a los tuyos
Lenta, inexorablemente, los
has visto partir
alejarse para siempre.
Has sentido, en tu corazón
el desprendimiento de una rama que cae.
Y luego has borrado
las
huellas de esas lágrimas,
has contenido en el límite infranqueable
los
bordes de tu propio dolor
y lo has devuelto a tu pobre vida,
a los
días siguientes, a las horas
para que permanezca allí.
Oculto
como
una invisible y constante
cicatriz.
HE
TRATADO DE REUNIR PACIENTEMENTE
He tratado de reunir pacientemente
algunas palabras. De abrazar
en el aire
aquello que escapa de mí
a morir entre los dientes del
caos.
Por eso no pidan palabras seguras
no pidan tibias y envolventes
vainas llevando
en la noche la promesa de una tierra sin páramos.
Hemos vivido entre las cosas que el frío enmudece.
Conocemos esa mudez. Y
para quien
se acerque a estos lugares hay un chasquido
de látigo en la
noche
y un lomo de caballo que resiste.
ESTA
MAÑANA
Esta mañana al despertar
al abandonar el lecho de cenizas del
sueño
me incliné como siempre en el jardín
pero no encontré la ayuda
de mis palabras.
Quise saber por qué las aguas de aquella mañana
iban
por encima de mí
más lejos de lo que yo esperaba
pero no encontré
respuesta. En el lugar
donde todos los días mi rostro va a reflejarse
encontré una piedra oscura
de afiladas puntas.
NO
TENÉS NADA MÁS
No tenés nada más que palabras
y decir esto
y decir que
eliminaste los límites
entre el ser y no tener
es casi decir lo mismo.
Trabajás con nada.
Escribís sobre el vacío.
Frente a la rugosa
realidad
tus herramientas se deshacen.
Asomado a una noche extraña
arrasada por los vientos
poblada de
estrellas furiosas
que una vez dictaron a otros hombres
los nombres de
fuego de Arturo
la Osa y el Centauro:
tu lengua sin cielo
tiembla
y se retuerce.
ENCADENADO
A ESAS PALABRAS QUE NO VIENEN
No es fácil estar sentado aquí
esperando que las palabras vengan
al fin
a sacarnos de este vacío donde sudamos
un áspero y conocido
perfume a soledad.
No se puede esperar demasiado del tiempo.
En el patio observo
la línea de la mañana. El viejo sol
con una paciencia infinita trilla
lentamente la flamante llanura.
En este mes de septiembre
entro en mi trigésimo qué?
La gata
de casa
semidormida
se revuelve voluptuosamente sobre el pasto:
con
los ojos entreabiertos, indiferentes hacia afuera
como si gozara
íntimamente con algún secreto
que yo no tengo
parece no importarle
demasiado
mi desprotección.
Adentro
mi hijo pequeñito duerme todavía
duerme y sueña y vuela.
Yo en cambio sigo aquí
encadenado a esas palabras que no vienen.
LA
ARAÑA
La veo asomarse en el orificio de un tronco podrido.
¿Cuál es,
exactamente, su mundo? No lo sé.
Quizás sea ese tenso cordaje
entre
ramas y hojas,
sobre el cual pretende ahora avanzar.
Alrededor nada se mueve.
Pero ella debe haber escuchado un oscuro
llamado:
¿Mide realmente
la distancia que la separa del centro?
¿O
se siente poderosamente atraída
por ese vacío cargado de peligros?
Como nosotros, a veces, en medio de la oscuridad
y de las palabras,
ella, la araña, emerge de pronto hacia la luz
y se aquieta de golpe
atenta a todas las vibraciones
de la red.
TRABAJO
NOCTURNO
Temprano
esta mañana
encontré en el patio de casa
el cuerpo
de una enorme rata
inmóvil.
Moscas de alas tornasoladas
zumbaban
alrededor del cadáver
y se apretaban en los orificios de unas heridas
que habían sido sin duda mortales.
Con bastante asco
la alcé con la
pala y la enterré
en un rincón alejado
del jardín.
Al volverme
desde el matorral de hortensias florecidas
emergió mi
gata dócil
desperezándose.
Su brillante pelaje estaba todavía
erizado por la electricidad de la noche.
Me miró
y después comenzó a
seguirme
maullando suavemente
pidiéndome -como todas las mañanas-
su tazón de leche fresca
y pura.
5
Suave es caer en la habitación
cuando hemos dejado detrás
esa
acumulación crujiente de horas
quemadas para vivir.
Suave es la presencia de los muebles
la línea de tu nuca acompañando
la inclinación de tu cabeza sobre el libro.
Suave es el fondo de mar de
tus ojos.
Y más suave la hora - en que ya cansado
pero terriblemente libre -
enciendo
la lámpara que apagaré muy tarde.
4
Una vez más estás en el comienzo de la mañana,
herido, insoportable,
más débil todavía,
mirando cómo fluye la luz de las cosas,
la clara
quietud renaciendo de las sombras.
Una vez más la luz fuera de la ventana
y por dentro sombras
apaciguadas y lentas.
La ceniza sobre la mesa, el lomo de los libros
y
ese desorden de papeles como de algo
que fue nerviosamente buscado
durante la noche.
1
Me voy temprano y regreso muy tarde
cuando la noche ha hecho ya
gran parte de su trabajo
y no queda tiempo para detenerse a mirar.
Así paso los días. Como si lo mejor de mí
estuviera paralizado y
muerto
o mejor como si no hubiera existido nunca.
Nada más que este rostro hipnotizado.
Como un pájaro nocturno
alguna palabra escala mi sangre.
Entiendo que debo quemar mis manos una
vez más.
Abro el cuaderno y escribo rápidamente.
Todo arde.
HABIA
ESTADO...
Había estado
buscando una casa, un lugar
donde poder vivir,
paredes alquiladas
cualquier cosa.
Al volver
desde el centro de una plaza vacía
alcancé a ver ese
frío y lejano sol
que siempre se apaga detrás de las grandes ciudades.
LENTAMENTE
ELLA SE MUEVE
BAJO LA LUZ DE MI MIRADA
1.
Lentamente ella se mueve bajo la luz de mi mirada
Ondula como una enredadera desbordante.
Bajo la noche llena de brisas y
de brillos
Gira y se mece
Tocada por las alas de mis ojos
Que se
afanan alrededor,
Sostenida por el sueño de mi deseo.
2.
Pero no. Las cortinas están quietas,
Ningún estremecimiento
las recorre.
En la casa no hay ruidos.
En realidad, ella no está en
ninguna parte.
Lo que desde la ventana
Están solo el mismo paisaje de
siempre.
Y no hay nada de música
En esto.
En esta expectación, en
este silencio vertical
No hay ni una sola gota de piedad.
Nadie se ha
sentado al lado mío esta noche.
Ni la más miserable palabra.
3.
Querida sombra: las palabras
No están en ninguna parte
En ningún lugar
En ningún sitio
Que no sea el borde mismo de este
silencio
El centro de esta quietud
Donde el vació se pasea
Como una
eterna ama de llaves.
Vació
Donde nadie baila ni se mece
Y donde
sin embargo,
¡Algo tendrá que reventar!
ÉPOCA
Un prolongado ulular me despertó durante la noche.
Tuve una
visión fugaz de luces rojas y amarillas,
Intermitentes.
Con los ojos
recién abiertos en la oscuridad
Escuche el sonido giratorio por las
calles desiertas.
Instintivamente estiré mi mano por entre las varillas
Y palpé el cuerpo de mi pequeño hijo:
Suave, cálido,
Pacificado como
un animalito.
Él no sabe nada de estas cosas.
No sabe nada del sueño
cortado
En la fría madrugada.
Ni tiene nunca tampoco por qué saber
Cómo brotan del sueño estas visiones:
Cómo giran, intermitentes, en la
memoria,
Y flotan con sus ojos de vidrio alrededor del corazón.
AZALEAS
Azaleas
Begonias
Helechos moros
Sandalias de hojas caladas y
palmiformes conviven
En una armonía espontánea en el patio de esta
pensión.
Las paredes blancas proyectan el silencioso contraste.
Verde
sobre blanco.
La trepadora conduce la mirada a los altos de la vieja
casa.
La hora o la deshora del día dominical apaga y tritura
Los
ruidos de la ciudad.
¿Y que hace este hombre detrás de la ventana?
¿Pensara que la armonía exterior es aparente?
¿Real?

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