Dirección general: Lic. Alberto J. Franzoia





NOTAS EN ESTA SECCION
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¿Quién es Jorge Abelardo Ramos?* (Parte 1)

Por Alberto Jorge Franzoia

1. Breve biografía de Abelardo Ramos (1921-1994)

Jorge Abelardo Ramos nació durante la primera presidencia de Yrigoyen, en 1921. Militó inicialmente en el anarquismo cuando era apenas un adolescente, pero luego se incorporó a los primeros grupos trotskistas de la Argentina, más precisamente durante la década de 1930, aquella que fue definida por José Luís Torres como "infame". Entabla en esas circunstancias relación con Liborio Justo, quien era hijo de Agustín P. Justo, presidente de la Nación entre 1932 y 1938. Las influencias del pensamiento de Trotsky, sobre todo a partir de su producción vinculada a la realidad de América latina, serán decisivas para que esta izquierda en principio de escasa relevancia cuantitativa, que luego sería definida como nacional en contraposición a la izquierda clásica (o cipaya), reconociera el carácter revolucionario del nacionalismo de los países semicoloniales (o dominados por el imperialismo del siglo XX). Y Ramos fue uno de los más lúcidos y decididos impulsores de esa línea política en nuestra Patria.

El "Colorado", como lo llamaban sus amigos y compañeros por sus inconfundibles señas de identidad, asume como propia la consigna de Trotsky "Por los Estados Unidos Socialistas de América Latina", y la hace converger en una estupenda síntesis con los escritos de Marx sobre la cuestión colonial (muy bien desarrolladas años después por Jorge Spilimbergo en La cuestión nacional en Marx) y con los escritos del socialista argentino Manuel Ugarte sobre "La Patria Grande". Ante la Segunda Guerra Mundial adopta junto a esta nueva izquierda que comenzaba a perfilarse en nuestra tierra, una postura de rechazo ya que, obviamente no eran pro nazis, pero por otra parte tampoco estaban dispuestos a brindar su apoyo a las potencias imperialista aliadas que sojuzgaban a la América Latina, siendo Inglaterra por entonces su principal expresión.

Sin embargo el acontecimiento histórico fundamental que marcará a fuego a quienes, como Ramos, intentaban gestar una izquierda no alineada con las que tradicionalmente habían sido colonizadas por el sistema cultural de la época, fue la aparición política del peronismo en 1945. Marcando claras diferencias con el tradicional Partido Socialista de Argentina y con el Partido Comunista, Ramos apoya al movimiento nacional y popular conducido por Juan Domingo Perón desde su posición de izquierda independiente. Aurelio Narvaja, intelectual que fue un referente durante lo primeros pasos de la IN, aparece por aquellos días como un observador inteligente de la realidad nacional que descubre el carácter avanzado del peronismo así como la clara participación obrera en el 17 de octubre. Esto significaba contrariar el abordaje seudocientífico de la izquierda clásica al estilo PC, que veía en dicha participación a una masa amorfa constituida por el "lumpenaje". El concepto utilizado por estos expertos en deducciones lógicas arrastraba tras de sí una tradición marxista, pero su aplicación a la realidad nacional resultó un verdadero despropósito alejado de todo vínculo riguroso con el materialismo dialéctico, ya que suponía un distanciamiento con la práctica concreta en un país semicolonial. Efectivamente, esto era así porque como lo demostraron todos los estudios históricos serios y la práctica de quienes vivieron aquellos días, el 17 de octubre fue una de las más formidables movilizaciones obreras de la América Latina.

Narvaja conducía por entonces un pequeño grupo llamado "Frente Obrero", mientras que paralelamente Ramos publicaba la revista "Octubre". Desde sus páginas el Colorado alcanza amplias coincidencias con el grupo de Narvaja. Este apoyo al peronismo, que a la vez lo era crítico e independiente, va a constituir un momento clave en la conformación de una identidad con señas muy particulares que habrán de caracterizar a esta nueva izquierda. En 1954, con el apoyo de desprendimientos del PS y sectores del trotskismo, Ramos participará en la fundación del Partido Socialista de la Revolución Nacional, con la intención de convertirlo en el partido revolucionario del ala proletaria del bonapartismo peronista (un dato revelador es que con el derrocamiento de Perón en 1955, este partido, junto al peronista fueron los únicos puestos fuera de la ley por los "demócratas").

Durante los dos gobiernos de Perón Ramos se dedicó al periodismo, pero también escribió libros. En 1949 aparece uno que todavía no logra expresar su pensamiento más acabado, América Latina: un país. Aún así este trabajo representó un avance muy importante en la concepción revolucionaria para la región, ya que concibe la liberación como un proceso integral de nuestra América Latina. Pero la visión más madura, despojada de algunos errores conceptuales presentes en el primer texto, la alcanza cuando la misma temática es abordada en Historia de la Nación Latinoamericana (1968). Allí se manifiesta en todo su esplendor el planteo preclaro que expresa la necesidad de fusionar los aportes del marxismo con el pensamiento de Simón Bolívar a través de un marxismo bolivariano. Muchos años más tarde, en los inicios del siglo XXI, Hugo Chávez ha sabido retomar esta concepción para conducir la revolución venezolana proclamando la necesidad del socialismo del siglo XXI. Durante el período peronista Ramos también gestó un texto muy importante por su crítica demoledora a la cultura colonial predominante entre las capas medias de nuestro país: "Crisis y resurrección de la literatura argentina" (1954). Y un par de años después de la contrarrevolución de 1955 iniciada por el nacionalismo católico y continuada por los liberales, produjo una estupenda y muy leída historia argentina en cinco tomos: Revolución y Contrarrevolución en Argentina (1957).

Al iniciarse la década de los sesenta Ramos, junto a Spilimbergo, Carpio, Blas Alberti y un grupo de militantes funda el Partido Socialista de la Izquierda Nacional (PSIN), con lo que la nueva izquierda alternativa a los grupos de la izquierda colonizada, terminará de adquirir su identidad, expresada magistralmente en términos teóricos en Clase Obrera y Poder (1964). Ese texto redactado por Jorge Spilimbergo acabará de exponer las tesis fundantes de un partido socialista independiente pero con militancia consecuente dentro del campo nacional y popular, por lo tanto identificado con los aspectos más progresivos del peronismo. En él aparece como eje articulante de la lucha socialista la alianza plebeya entre la clase obrera y las capas medias. Y en 1971, con la intención de ampliar la convocatoria militante el PSIN se transforma en un frente: el Frente de Izquierda Popular, con Ramos como Presidente y Spilimbergo como Secretario General. Dicho partido obtendrá en las elecciones de septiembre de 1973, apoyando la fórmula Perón-Perón pero con boleta propia, la adhesión de 900.000 argentinos.

Sin embargo, el golpe de Estado e inicio de la más sangrienta dictadura oligárquica que haya conocido nuestro país (1976-1983), como el avance mundial de una nueva etapa en la historia del imperialismo que se ha definido como neoliberal, marcarán a fuego el futuro del FIP. En los últimos años de la década del setenta y principios de los ochenta las divisiones internas como producto de los cambios ocurrido en la escena política nacional e internacional llevaron a la fractura, quedando Ramos al frente del FIP, mientras que el otro sector, conducido por Spilimbergo, terminaría por constituirse en el Partido de la Izquierda Nacional (1983). Ramos había comenzado a experimentar en esos tiempos de conflicto interno en la Izquierda Nacional, y hasta avanzada la década del ochenta, un profundo proceso de viraje ideológico-político que lo conducen de su marxismo bolivariano a desembocar en un nacionalismo ya no marxista y con preocupantes influencias del nacionalismo de derecha (es necesario reconocer para no caer en interpretaciones mágicas de la historia o netamente personalistas, que una fracción del FIP adhirió o calló ante dicho viraje). Este proceso de conversión cuya explicación más profunda nos reservamos para otro momento, encuentra su manifestación política en la transformación del FIP en el Movimiento Patriótico de Liberación (MPL) a mediados de los ochenta. Y culmina en el infierno cuando este nuevo partido creado por Ramos se encolumna detrás del gobierno de Menem, hasta disolverse en el seno del peor peronismo, aquel que fue captado por el pensamiento liberal, unos días después de la muerte de su fundador ocurrida en 1994.

Una postura que generó polémicas:

Si bien la IN apoyó la guerra de Malvinas (1982) y Ramos no se cansó de hacer explicito dicho apoyo, es necesario aclarar ante duras críticas de sectores "progresistas" (ya que las criticas oligárquicas no deben responderse porque son coherentes con la defensa de sus intereses objetivos vinculados al imperialismo), que dicho apoyo nuca fue a la dictadura genocida encabezada en ese momento por Galtieri, sino a la lucha objetiva contra el imperialismo inglés. En ese sentido aún en 1982, cuando el viraje en su visión de mundo ya estaba muy avanzado, Ramos conservaba algo que había aprendido de León Trotsky, a saber: cuando un país oprimido y otro opresor se enfrentan, los revolucionarios del mundo deben apoyar al oprimido aunque el mismo esté gobernado por una dictadura y en el opresor exista una democracia. Esa fórmula integra el ABC de un socialista revolucionario en los países semicoloniales (ya que se trata de resolver, primero, la contradicción principal) y Ramos no lo había olvidado. Mirar para otro lado ante un guerra en pleno desarrollo, o cuestionarla porque el país no es gobernado por los representantes del pueblo, sólo puede favorecer objetivamente (que es lo que se juzga en política) a las fuerzas más reaccionarias. En este caso concreto, a la oligarquía nativa (que recién allí "se enteró" de que vivíamos una dictadura) y al imperialismo, que tiene en el capital monopólico inglés (que actúa bajo el paraguas protector del poder destructivo de EE.UU.) una de sus expresiones más importantes.

Sin embargo, más allá de esa interpretación revolucionaria de la Guerra de Malvinas, es evidente que en todo lo demás Jorge Abelardo Ramos había iniciado un camino inexorable hacia el abismo y allí terminó. Aún así, un abordaje equilibrado de la cuestión, necesariamente debe reconocer lo mucho que el Colorado le dio a nuestra Izquierda Nacional. Tanto por sus innegables aportes teóricos, plasmados en síntesis por momentos magistrales, como es el caso del marxismo bolivariano, como por una práctica militante incansable que lo llevó a fundar partidos que resultaron esenciales para el desarrollo y consolidación de una política nacional, popular y socialista (con la excepción del MPL). En otro trabajo que presento en el módulo Nuestras vivencias personales realizo un balance más personal de sus aportes para completar este cuadro de situación.

Obras fundamentales producidas por Abelardo Ramos:

América Latina un país (1949)
Crisis y resurrección de la literatura argentina (1954)
Revolución y contrarrevolución en Argentina (1957). Cinco tomos: 1. Las mazas y las lanzas; 2. Del patriciado a la oligarquía; 3. La bella época; 4. El sexto dominio; 5. La era del bonapartismo
Manuel Ugarte y la revolución latinoamericana (1961)
El Partido Comunista en la política argentina (1962)
Historia política del ejercito argentino (1964) Marxismo para latinoamericanos (Recopilación de los años 60)
Ejército y semicolonia (1968)
Historia de la nación latinoamericana (1968)
Adiós al coronel (1983)
Introducción a la América criolla (1985)

Algunos escritos digitalizados (1):

Ejército y revolución nacional (1962)
El ejército argentino y la teoría Pavlov (1966)
Polémica entre Ramos, augusto Céspedes, Guillermo Lora y Antezana (1968)
Rasputinismo y pequeña burguesía (1973)
Réquiem para un luchador (1974)
El hombre del partido americano (1979)
Para algunos la idea de volcarse a latinoamérica es aterradora (1982)
América criolla: sumisión o conflicto (1984)
Aurelio Narvaja-La ideología de la revolución nacional (1990)
Rusia y el derrumbe del stalinismo (1991)
Una carta abierta al General Lanusse (1992)
La crisis del capitalismo, el colapso soviético y un camino propio (1993)

La Plata, diciembre de 2007

*El trabajo ¿Quién es Jorge Abelardo Ramos? consta de tres partes. Aquí he publicado la primera (Breve biografía), las dos restantes están incluidas en el módulo Nuestras vivencias personales

(1) En el sitio digital de Jorge Abelardo Ramos en http://www.marxists.org


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Respuestas de Jorge Abelardo Ramos (al cuestionario de Carlos Strasser)*

El mejor Ramos, el socialista de izquierda nacional, responde sobre el panorama político de la Argentina hasta el año 1959: las izquierdas cipayas, el nacionalismo sin pueblo, el peronismo y el frondizismo.
Respuestas a un cuestionario de Carlos Strasser.
 
1. ¿Qué es la izquierda y cuándo se está en la izquierda?

2. En líneas generales, ¿cuál ha sido la posición de las izquierdas en el proceso político argentino, desde 1910? Una breve opinión sobre las presidencias de Yrigoyen*

Ésta es una pregunta un poco francesa. Según es sabido, la III República imitó a la Revolución del 89 únicamente en esto: a la izquierda se sentaban los parlamentarios partidarios "del progreso", palabra frecuentemente usada por retardatarios; y a la derecha del hemiciclo reposaban los sólidos propietarios del Mediodía, los hombres del comité Des Forges, los bandidos de la alta finanza, los abogados de las "fuerzas vivas", los periodistas remunerados por su venalidad activa y, en general, aquellos representantes de los sectores reaccionarios más calificados de la Francia posterior a la derrota de Sedán. La "progresividad" de los parlamentarios sentados "a la izquierda" era, por supuesto, muy relativa, pero respondía pese a todo a las tendencias ideológicas del proceso histórico. Los dreyfusistas se ubicaban por lo común a la izquierda, lo mismo que los laicistas, en la belle époque de los grandes debates.

A la droite, descansaba el mundillo más bien sórdido de los terratenientes o grandes industriales, para los cuales la Revolución era un mito lucrativo, frecuentemente desagradable y, en todo caso, un patriótico exceso, felizmente hundido en el pasado. De esta escuela procedían los "derechistas" que en la Tercera República sufrían nostalgia del viejo régimen; de sus o1as raleadas nacieron, luego de Barres, los ardientes partidarios de un nuevo rey, congregados por la verba de Maurras. Y de esa derecha, naturalmente, creció la contramarea fascista de los "Camelots du Roi", y de los "Cagoulard". Pero esta clasificación puramente francesa de los partidos políticos modernos, sirve de muy poco para la comprensión de los problemas en los países coloniales, semicoloniales o "subdesarrollados", como dice discretamente la ONU. Progreso o reacción, revolución o contrarrevolución, izquierda o derecha, tales son los rótulos corrientes, claros para todo el mundo, en las viejas metrópolis. Allí se sabe que dentro del campo de la izquierda pululan todos los matices, reformistas o revolucionarios; y dentro de la esfera de la derecha, coexisten desde el catolicismo mundano de Mauriac, hasta los partidarios frenéticos de los progroms y las "cámaras de gas".
En América latina el asunto es más complicado. La Argentina, como provincia de Europa, recibió totalmente confeccionado un esquema económico y político al que debió resignarse. La introducción de artículos manufacturados e inmigrantes, así como la destrucción de la vieja economía precapitalista y la subyugación del criollaje, señor del país reducido a la condición de paria del terrateniente o del chacarero, fueron los fenómenos visibles de nuestra historia económica. El imperialismo creó asimismo una superestructura política y jurídica correlativa. Aniquiló al partido Autonomista Nacional de los tiempos de Roca y lo transformó en ese paquidermo senil y cínico personalizado en diversas épocas por Marcelino Ugarte, Matías Sánchez Sorondo y Manuel Fresco. ¡El partido de Adolfo Alsina, de Yrigoyen, de José Hernández!

Para los que tienen una visión puramente estática, cristalizada e inerte de la historia, esta ruina del autonomismo bonaerense continuará siendo un misterio inescrutable. Pero lo cierto es que el imperialismo no sólo remodeló a su imagen y semejanza a los partidos clásicos, sino que también intuyó en la creación de los partidos nuevos. El sistema de colonización impuesto por Gran Bretaña en la Argentina promovió la creación de una sociedad cerrada y jerarquizada. En ella coexistían desde el club del Círculo de armas hasta el peón riojano de pata al suelo, desde el cipayo de apellido tradicional venido a menos, como el grotesco "Sir William" (Guillermo Leguizamón) presidente local de los ferrocarriles ingleses, hasta el impoluto doctor Juan B. Justo, campeón del librecambio y enemigo de la industrialización.

Porque la importación de mano de obra europea creó un proletariado de originales características: si los gerentes de los ferrocarriles eran ingleses, los trabajadores de los transportes eran en su mayor parte de origen europeo meridional. Ambos grupos estaban desvinculados del pasado histórico y de las luchas sangrientas de la vieja Argentina; ambos grupos venían juntos: el primero, en los camarotes de lujo, y el segundo en la leonera cosmopolita de la tercera clase. Eran, en pequeño, una reproducción monstruosa de la sociedad europea transferida a la nueva tierra; y, a su manera, eran grupos privilegiados, urbanos, civilizados. Compartieron durante mucho tiempo el desprecio al "negro", y su notoria ironía sobre la "política criolla" indicaba que ellos no lo eran y que esta soberbia era pariente pobre de aquella otra sentida por sus lejanos connacionales por los nativos de África.

Dicho trasplante marcó desde su origen la ubicación de esta inmigración bipartidaria, por así decir, en la sociedad argentina. El obrero inmigrante encontró el marco natural para su lucha en el Partido Socialista, fundado por vástagos de inmigrantes genoveses y en cuyas sesiones se discutía en varios idiomas. Si estaban "a la izquierda" en Europa, era perfectamente lógico que estuvieran "a la izquierda" en nuestro país.

Radicados en la ciudad de Buenos Aires, ingresaron a las industrias derivadas de la explotación imperialista, y gozaron de las ventajas y dificultades de una economía más o menos dinámica. La "lucha de clases" tenía para ellos cierta vigencia efectiva y los dos polos del duelo histórico estaban a la vista: burguesía contra proletariado, clase contra clase, socialismo contra capitalismo. Este socialismo era muy moderado, naturalmente; era un socialismo de médico, o de boticario; un socialismo aséptico donde se votaba por correspondencia para no incomodar a los afiliados, en suma, un socialismo que había tomado como paradigma a esos filisteos y oportunistas alemanes del género de Bernstein, o del ministro de su majestad belga, el incomparable Vandervelde, cuyo cretinismo parlamentario era insufrible aun en la confortable Bruselas.

Y bien, en este país donde vivían todavía los viejos guerreros que un día lucharon a tacuara, donde percibíase aún el eco despavorido de los últimos malones y donde la inmensa mayoría del pueblo argentino vivía al margen de la economía monetaria y de la civilización urbana, el "socialismo" europeo del doctor Justo inculcó a los obreros extranjeros la idea del librecambio, su desconfianza de porteño hacia el interior, y su admiración colonialista por los grandes personajes europeos de la socialdemocracia. El rencor imperialista que profesaba Justo hacia los hombres simbólicos que habían fundado el país en una época de sangre y hierro, estaba asociado a una notable incompetencia para elaborar una política nacional del proletariado. Se produce así un perfecto aislamiento de los obreros porteños de procedencia europea y las masas argentinas del interior, para las cuales no regía ninguna legislación protectora y que aún no habían encontrado el cauce de un partido popular. Podría haber sido el Partido Socialista, en su primera época, el gran partido del pueblo argentino, si ese socialismo hubiera sido genuino y no importado, y si hubiera comprendido d carácter semicolonial de la Argentina, el peso decisivo de sus masas rurales, la clave de su dolorosa historia y el secreto de la penetración imperialista. En esos tiempos eran socialistas y latinoamericanos Manuel Ugarte, José Ingenieros, Leopoldo Lugones, Alfredo Palacios. En otros trabajos he señalado el "trágico destino de una generación", como llamó Ugarte en un libro silenciado al infortunio que padecieron, y que finalmente los aniquiló, frustrando la gran posibilidad de un socialismo, popular, nacional, latinoamericano y revolucionario.

Pues este socialismo de tendero que nos tocó fue precisamente todo lo contrario: europeizante, porteño, antinacional y reformista. Su internacionalismo era para los discos rayados del 1 de mayo, para las tonaditas que cantan los gerentes de las cooperativas en la vieja efemérides. Era un internacionalismo parecido al de la Unesco, de género híbrido, bancario e interalimenticio, de conferencia de expertos, un internacionalismo muy al gusto del o1isteo panamericano o ginebrino. La lucha por la independencia nacional de América latina los dejaba indiferentes, y sólo veían la barbarie y los golpes militares nacidos del atraso a que somete nuestros pueblos la férula imperialista. El "militarismo sudamericano" les daba náuseas. Como en épocas de bonanza la burguesía europea había logrado someter sus ejércitos al control del poder civil, aquellos sólo eran empleados para conquistar mercados coloniales o disputarse a cañonazos el reparto del mundo. La política interior quedaba para uso exclusivo de los abogados. Pero en América latina los militares hacían de políticos y los abogados socialistas sólo veían en sus excesos alguna tara exclusivamente vernácula. Lo que se les escapaba por completo era que el ejército en América latina era uno de los pocos organismos centralizados y frecuentemente ocupaba el lugar de una burguesía nativa inexistente para defender el país, con éxito variable, de la expoliación extranjera. Los socialistas europeos de Juan B. Justo rechazaban esta injerencia militar en los asuntos públicos con todas sus fuerzas y la historia pasaba a su lado sin mirarlos.

Partido metropolitano de consumidores, toda su política careció de grandeza y volvió sus espaldas al porvenir, traicionando a un marxismo que jamás comprendieron y a un país que les era profundamente extraño. Porque es bueno decirlo de una vez por todas: el Partido Socialista de Juan B. Justo ni fue marxista, ni fue argentino. Y no se puede ser lo uno sin ser lo otro, ya que el revolucionario debe ser hijo de su tiempo e intérprete de su tierra si es que desea remodelar la sociedad en que vive y ser actor de su historia. Todo lo demás es charamusca, humo teórico, y macaneo osa de profesores, que tanto abundan y de tontos solemnes que manipulan traducciones innobles de Nicolás Lenin.

Somos socialistas revolucionarios en tanto somos argentinos y latinoamericanos del siglo xx, que es el siglo de la irrupción de las masas en la creación de sus propios destinos. Esta afirmación de lo nacional no entraña contradicción alguna con las ideas generales del marxismo, sino que constituyen su ratificación más diáfana, porque el socialismo no germina ni puede triunfar sino en las condiciones específicas heredadas del pasado. La correlación de las tareas socialistas con las tareas democráticas en el proceso revolucionario sólo podrá ser fijada por la lucha misma, por el desarrollo económico del país y por la madurez política de las masas. Establecer a priori una abstracción estratégica de índole puramente "socialista", como lo hace el socialismo amarillo de Juan B. Justo y de algunos superinternacionalistas, no significa otra cosa que dejar al imperialismo la iniciativa y el control de la historia actual. Resulta sugestiva esta coincidencia entre Juan B. Justo y las sectas "ultraizquierdistas" de variado pelaje sobre el carácter "capitalista" puro de la Argentina y América latina, enunciación de la que se infieren importantes conclusiones tácticas, entre otras, la subestimación de las tareas democráticas y nacionales en el proceso revolucionario. Ninguna de estas sectas que hoy proliferan emplea la expresión "revolución nacional", llave maestra en la lucha revolucionaria por la liberación y unificación latinoamericana. Como ejemplo terminológico, diremos que algunos de estos teóricos formados bajo los efluvios de instituciones tan respetables como la UNESCO, pretenden destilar penosamente sus generalidades alrededor de la "integración mundial del capitalismo" antes que preocuparse de la integración nacional de América latina.

El destino ulterior del Partido Socialista ha sido bastante melancólico. De su seno brotaron sistemáticamente, más o menos cada diez años, inevitables "tendencias de "izquierda". Todas pretendían "retornar a Marx", sin pasar por América latina; como la dirección gangrenosa del dúo Justo-Repetto o Repetto-Ghioldi, era insufrible y la política municipal y espesa de la Casa del Pueblo concluía por sofocar los más robustos pulmones, entre los jóvenes cundía la indignación y se replanteaba la cándida idea de una "regeneración" del Partido. Había que trabajar "desde adentro". El resultado era que los jefes de la oposición juvenil recortaban sus rebeldías ingresando al poco tiempo al comité ejecutivo, como Dardo Cúneo; casi todos los izquierdistas eran como él, y con eso está todo dicho. En 1937 el concejal socialista Zabala Vicondo denunció públicamente que Repetto y sus amigos hacían fraude interno para imponer sus candidatos en las elecciones del Partido. A raíz de ese sospechoso asunto se produjo una escisión. El Partido Socialista Obrero surgió con gran ímpetu, pero carecía de programa, aunque algo de la realidad nacional parecía olfatear al principio. La tentativa fue ahogada por el stalinismo, que absorbió a la mayor parte de los dirigentes y destruyó luego el socialismo obrero. Como siempre ocurría en estos casos, los socialistas de izquierda, transformados en stalinistas, y que de algún modo habían demostrado cierto talento o personalidad, al cabo de dos o tres anos se habían convertido en máquinas parlantes; eran hombres irreconocibles, verdaderos cretinos políticos. Tal fue el caso de Benito Marianetti y otros, reducidos a la condición de politiquillos locales.

Después de 1937, vino la guerra imperialista. Como era inevitable, la camarilla de Repetto se entregó con pasión senil a predicar el ingreso de la Argentina a la matanza europea. Al socialismo cipayo la caída de París lo conmovió mucho más que el hambre de Santiago del Estero. Los socialistas tenían la misma política que la embajada británica; y no era casualidad que algunos de ellos trabajaran como periodistas en el Departamento de Información de esa representación diplomática. Tal fue el caso de Dardo Cúneo, como el viejo Repetto, con su palabra empapada en cianuro, lo señaló en una polémica, recordando (esta vez con justicia) que él no había necesitado estar empleado en 1a embajada para defender la democracia; mientras que otros, más izquierdistas, la defendían a sueldo. El carácter honorario del cipayismo de Repetto quedó por otra parte demostrado cuando contribuyó, junto a Victoria Ocampo y Marcelo de Alvear, a fundar Acción Argentina, un organismo de propaganda destinado a convertir a la juventud argentina en dadora de sangre. Parecía que teníamos el tipo universal.

El país recuerda todavía con vergüenza ese periodo funesto, donde todos los partidos, el Radical de Frondizi (que firmó manifiestos rupturistas) como el Conservador, el Socialista y el Comunista, participaban en una verdadera competición de servilismo colonial. No puedo eximirme aquí de recordar, como lo hice en mi libro Revolución y contrarrevolución en la Argentina, lo que constituye un timbre de honor revolucionario para mi generación, representada en el movimiento obrero por los marxistas revolucionarios: todavía puede leerse en las páginas de Inicial, La nueva Internacional, Frente Obrero, el testimonio de nuestra lucha contra la guerra imperialista. Fuimos los únicos en sostener esa posición y vale la pena recordarlo hoy, cuando han aparecido tantos "nacionalistas populares" e izquierdistas recientes. Es de estricta justicia, por otra parte, decir que en la periferia del viejo radicalismo agonizante luchaban por la neutralidad los hombres de FORJA, lo mismo que diversos grupos nacionalistas. En el caso de estos últimos, su prédica se invalidaba a veces por una notoria simpatía por la causa de los nazis, lo que disminuía su trascendencia política, y denunciaba su aleación reaccionaria. Los socialistas, en mas, demostraron a partir de la revolución de 1943, que eran fieles a sí mismos; rupturistas en 1914, enemigos mortales del yrigoyenismo y de la "política criolla", solidarios con el motín oligárquico de 1930, copartícipes del fraude patriótico de 1932 y beneficiarios de la abstención electoral del radicalismo, niños mimados en la "década infame", nuevamente rupturistas en 1939, debían necesariamente enfrentar, con la ayuda del imperialismo, al gobierno nacionalista militar del 4 de junio. Repetto y los principales dirigentes del Partido Socialista sostuvieron y armaron un petitorio destinado a poner en práctica la doctrina Rodríguez Larreta de la intervención militar extranjera en la Argentina. Este petitorio los convirtió, en términos constitucionales, en "infames traidores a la patria". Como era totalmente previsible, e surgimiento tumultuoso del peronismo los encontró en la vereda de enfrente. El núcleo minúsculo, votado por el Barrio Norte, por los contribuyentes y la aristocracia obrera, había permanecido totalmente al margen del crecimiento numérico de la nueva clase engendrada por el desarrollo industrial. Cuando las masas salieron a la calle, en las jornadas de octubre, los socialistas as contemplaron como a la irrupción de la barbarie criolla, como a una catástrofe cósmica. Y tenían razón, a su manera. La descarga emocional del peronismo sacudió al Partido Socialista y remachó su dependencia política hacia el viejo sistema oligárquico. Las heridas fueron profundas, y aún no han cicatrizado.

Es interesante observar que después del último cisma, entre el núcleo prediluviano encabezado por Repetto y la tendencia representada por Palacios, la discusión sobre la naturaleza histórica y social del peronismo no ha comenzado. Junto a Ghioldi ha permanecido la familia de Juan B. Justo, en el ala de Chertkof, mientras que alrededor de la doctora Justo y Palacios, se ha nucleado un sector relativamente nuevo y sobre todo las juventudes. Si alguna esperanza cabe abrigar respecto a la tendencia Palacios, se cifra por entero en la discusión que pueda abrirse alrededor del tema capital en la presente política argentina, esto es, el peronismo. Si se persiste en continuar la tradición de las izquierdas en el socialismo argentino, que consistía en "retornar a Marx" sin comprenderlo, todo estará perdido por un nuevo período. A Marx hay que comprenderlo en la Argentina, no en Alemania ni en Japón. Y para comprenderlo en la Argentina hay que proceder frente al peronismo como marxistas, y argentinos. Si bajo la divisa del marxismo se emplean fórmulas tomadas en préstamo del arsenal ideológico del imperialismo para juzgar un movimiento tan importante como el peronismo, y si se pretende agotar la cuestión como lo hace el medievalista José Luis Romero, planteando el dilema "burguesía o proletariado", no se avanzará un solo paso. Además de hablar de la burguesía y el proletariado, Marx explicó los desniveles históricos entre Gran Bretaña e Irlanda, entre la metrópoli y la colonia. Al imperialismo extranjero le conviene que los natives izquierdistas empleen la primera parte de Marx, pero no la segunda.

En cuanto al Partido Comunista, ¿qué decir que no hayamos dicho centenares de veces? A este grupito tan opulento y tan pobre, tan bien alimentado y raquítico, tan vociferante como insignificante, podríamos incluirlo entre las numerosas filiales del VOKS, que creo es la sigla del organismo soviético para la promoción del turismo extranjero. Hubo una época, en tiempos de Stalin, que la burocracia empleaba asesinos para eliminar a sus adversarios políticos. Después, el Kremlin comprendió que estos métodos georgianos dificultaban su política exterior y a partir de la última guerra, con el deshielo y el surgimiento de Jruschov, fue abandonado este sistema, cuya sombra aún lo envuelve. Es un partidito típicamente extranjero; el humor de los madrileños en las vísperas de la guerra civil calificó a "Mundo Obrero", el semanario stalinista de España, como "La gaceta china". En la Argentina prolifera esta indigesta literatura de Estado, espléndidamente financiada, tan inoperante como aburrida.
El Partido Comunista se fundó en 1918, de un desprendimiento del Partido Socialista. En esos momentos la Revolución rusa resplandecía como un faro sobre los oprimidos y explotados del mundo. El Partido Comunista arrastró malamente su vida, con las pupilas clavadas en el centro moscovita, desarraigado como una planta esteparia en la tierra del ombú y sujeto a las dramáticas alternativas internas de la Rusia revolucionaria. No era más que un grupo de propaganda del "comunismo" en general; pero el triunfo de Stalin sobre el partido ruso determinó un cambio radical en su orientación.

El año cardinal será 1930; a partir de esa fecha, el Partido Comunista argentino ingresa definitivamente en la órbita de la diplomacia soviética y se convierte en su más sumiso agente. Como es natural, a tal política, tal jefe. Vittorio Codovilla, un italiano trashumante que descubre el negocio ruso, llega a la dirección partidaria, que comparte con un maestro, Rodolfo Ghioldi, quien no carecía al principio de ciertas condiciones. Al mismo tiempo que Codovilla se convierte en la principal figura, Ghioldi llega a jugar el papel de segundo violín y, como será más tarde una de las características más evidentes del stalinismo, es aniquilado por completo.

El stalinismo condenará a Yrigoyen en la asonada del 30, calificándolo de "gobernante fascista", participará en la década infame como "ala izquierda" de la oligarquía triunfante; controlará la CGT en sociedad con el socialismo amarillo; creará el Frente Popular, en busca de un acuerdo con la oligarquía probritánica, reflejando de ese modo la política de Stalin en sus tentativas por la formación de un bloque europeo "democrático"; pondrá en primer plano la consigna de la lucha contra el fascismo (adversario de los explotadores de la Argentina) y postergará indefinidamente la lucha contra el imperialismo.

Al estallar la guerra mundial, frente a la inesperada noticia del pacto nazi-soviético, adoptará durante un año y medio la consigna de la "neutralidad", exactamente hasta el 22 de junio de 1941, en que Hitler ataca a la Unión Soviética. A partir de ese momento, el Partido Comunista será el verdadero organizador de todos los intentos realizados para lanzar al país a la guerra europea. Durante el régimen militar del 43 y en el transcurso del proceso que culminará en las elecciones del 24 de febrero de 1940, el stalinismo empleará todos los recursos financieros para lapidar al peronismo naciente, en injuriar a la clase obrera y en forjar la Unión Democrática. Este último frente es una hechura cabal del stalinismo y el testimonio de su completa podredumbre. Durante los doce años de gobierno de Perón, el stalinismo vegetará, como lo hizo siempre, atrayendo incautos a través de periódicos híbridos como Propósitos, expresión genuina del democratismo incoloro, propio de los staÍinistas. Esa hoja de penosa lectura será el vocero legal infatigable de los stalinistas de la Argentina para reunir, con cualquier motivo y para cualquier ocasión, a lo que se ha dado equivocadamente en llamar los "idiotas útiles"; que no son tan idiotas, porque viajan gratis por Armenia soviética, por China o Bulgaria y regresan luego indemnes, a deslumbrar a los amigos burgueses con el tamaño de algún dique y a mostrar el gorro de astracán que le regalaron obsequiosos funcionarios. El stalinismo argentino no merece, en verdad, mayores consideraciones. La policía argentina respeta a Vittorio Codovilla como la policía de Lisboa respeta a un colega francés.

Por otra parte hay un convenio tácito entre la burocracia soviética y el imperialismo inglés para reservar la zona del Río de la Plata a la diplomacia británica. Se trata de un antiguo acuerdo, jamás violado, y el stalinismo argentino es sumamente fiel a los acuerdos que realiza el gobierno soviético. La orientación anglorusa es una constante de la política stalinista en la Argentina.
Esa es la razón por la cual el antiimperialismo yanqui es, en los últimos años, un elemento permanente en la actividad de estos "dirigentes" residentes en Buenos Aires. En resumen, considerar a los stalinistas como un partido argentino constituiría una licencia de lenguaje y no incurriremos en ella.

Pero además, y para terminar, el stalinismo juega otro interesante papel entre nosotros. Todo el mundo sabe que en la política se presenta con frecuencia la necesidad de que el gobierno de turno golpee a alguien: en la actualidad, nadie ignora que el peronismo es el movimiento popular más importante, o mejor dicho d único movimiento popular. Golpear al peronismo, o intentar aniquilarlo, exigiría el establecimiento de una dictadura franca o quizás el estallido de una guerra civil. Puede humillárselo, postergar sus demandas, arrestar a algunos dirigentes obreros. Todo esto cabe, según se sabe, en el Estado de derecho. Pero como el imperialismo yanqui desea pruebas de que en la Argentina la casa está en orden, y como barrer el espectro comunista ejerce un efecto sedante sobre los nervios de los militares que desean olvidarse de los problemas importantes, el gobierno de Frondizi, votado por los comunistas, reprime la propaganda y la actividad de los comunistas. Es el payaso que recibe las bofetadas. Esto es casi una manía para Codovilla, manía un tanto masoquista, pero en todo caso útil para extraer nuevas sumas de dinero, y para evitar hablar de política. Lo mismo ocurrió con el stalinismo chileno, cuando Neruda escribió un poema titulado "El pueblo lo llama Gabriel", hasta que González Videla llegó al poder y los mandó a todos a los campos de concentración de Pisagua. Con el González Videla argentino les ha ocurrido algo semejante.

Convendrá el lector que después de todo lo dicho hemos dado un paso adelante en cuanto a la comprensión de la "izquierda" y de la "derecha" en los países semicoloniales. Si la noción "izquierda" contiene la idea de la "progresividad", de la "corriente de la historia", y si el Partido Socialista y el Partido Comunista son partidos de izquierda, cómo juzgar, por ejemplo, a la Unión Democrática de 1940, integrada por esos partidos? Y si Perón contó en ese año con el apoyo de núcleos nacionalistas reaccionarios, incluso de viejos elementos fascistas, deberemos concluir que en 1940 a Braden le asistía la razón contra Perón? Sobre esta contradicción superficial entre forma y contenido, explotada frecuentemente por el imperialismo para aislar a los movimientos nacionales en los países coloniales, Trotski ha expresado algunas ideas reveladoras que a pesar de su difusión reproduciremos aquí, ya que cada generación que aparece tiene distinta memoria que las anteriores: "En los países de América latina los agentes de los imperialistas democráticos son especialmente peligrosos, desde que son más capaces de engañar a las masas que los agentes declarados de los bandidos fascistas. Tomaré el más simple y demostrativo ejemplo: en Brasil existe hoy [1958] un régimen semifascista que ningún revolucionario puede ver sino con odio. Supongamos, sin embargo, que mañana Inglaterra entrara en un conflicto militar con el Brasil. Yo le pregunto, de qué lado del conflicto estará la clase obrera? Le contestaré por mí mismo personalmente: en este caso, yo estaré de parte del Brasil fascista contra la Inglaterra democrática . Porque en el con8icto entre esos dos países no será una cuestión de democracia o fascismo. Si Inglaterra triunfara pondría otro dictador fascista en Río de Janeiro y colocaría una doble cadena alrededor del Brasil. Si, por el contrario, el Brasil fuera el que triunfara, ello daría un poderoso impulso a la conciencia nacional y democrática del país y llevaría al derrocamiento de la dictadura de Vargas. La derrota de Inglaterra, al mismo tiempo, daría un golpe al imperialismo británico e impulsaría el movimiento revolucionario del proletariado inglés. Verdaderamente, hay que tener la cabeza vacía para reducir los antagonismos mundiales y los conflictos militares a la lucha entre el fascismo y democracia. Bajo cualquier máscara hay que aprender a distinguir a los explotadores, dueños de esclavos y ladrones."

El contenido positivo de la "izquierda" en el proceso histórico se esfuma cuando, por ejemplo, un partido "extremista", bajo cualquier pretexto se coloca en el frente antinacional de un país atrasado; en ese caso, carecen de importancia sus creencias sobre lo admirable que fue la Revolución francesa, o el carácter seductor de los Derechos del Hombre, su simpatía verbal por "los oprimidos", o su platónica adhesión por la revolución rusa. Esa "ideología" se ha desvinculado de la realidad, como se ve, y como es únicamente la realidad la que imbuye de contenido a toda ideología, su carácter abstracto permite que alguna fuerza no precisamente "progresiva", inocule un contenido político concreto a esas enunciaciones enfáticas.

La influencia cultural del imperialismo democrático ha sido en América latina tan concluyente que ha plegado a los partidos de izquierda a sus propios fines y en nombre de la izquierda y derecha europeas los ha puesto "fuera de órbita". Esta aserción es válida para los dos sectores polares, pues si en la Argentina las izquierdas han estado tradicionalmente ligadas al imperialismo inglés o a la burocracia soviética, las derechas han seguido sumisamente la estela ideológica de los regímenes reaccionarios de Europa, testimoniando cada cual a su modo el estado de servidumbre colonial de todo el país. No cabe duda alguna que tanto socialistas como comunistas han ignorado el país y sus problemas, lo mismo que la doctrina del socialismo; pero es igualmente cierto que los nacionalistas han sido totalmente incapaces de comprender la cuestión nacional.

Asociados a la política del Vaticano y a la tradición medieval en la que se nutrieron los mitos del fascismo, jamás ocultaron su aversión a la Revolución francesa, cuna del nacionalismo moderno, y esto bastaría para señalar la vulnerabilidad teórica de que adolecen. Su simpatía por el imperialismo latino y, últimamente, por cualquier forma de imperialismo occidentalizante los muestra como lo que son, nacionalistas inconsecuentes que merecen su aislamiento. A estos nacionalistas argentinos que rechazan a Nasser el musulmán y exaltan al colonialista católico De Gaulle, podría recordárseles las palabras del diputado peruano Yupanqui en las Cortes de Cádiz: "Un pueblo que oprime a otro no merece ser libre." Cipayos del Vaticano, cipayos democráticos o cipayos soviéticos están al margen del socialismo, la democracia y el nacionalismo - los tres elementos de la revolución nacional contemporánea.

3. Peronismo.

a) Cuáles son las razones económico-político-sociales de su origen?

b) Su aparición ¿obedece a algún factor, causa o fenómeno internacional?

Esta pregunta ha sido contestada ya por el socialismo revolucionario nacional desde 1945: en el periódico Frente Obrero (septiembre de 1945); en la revista "Octubre" (noviembre de 1945 hasta abril de 1947); en mi libro América Latina: un país (noviembre de 1949); en el periódico Frente Obrero (1954); en la revista "Izquierda" (agosto y septiembre de 1955); en el semanario "Lucha Obrera" (octubre de 1955 hasta febrero de 195o); en el libro ya citado Revolución y contrarrevolución en la Argentina y, más recientemente, en la revista "Política" (octubre a diciembre de 1958). No necesitaré en consecuencia improvisar una respuesta, ni corregir el pasado. Se me excusará en cambio, que ofrezca una versión compendiada de ideas que, expresadas a lo largo de muchos años, han adquirido un vasto auditorio. Por uno de esos fenómenos tan comunes en la historia, estas ideas han ganado el pensamiento de antiguos adversarios; como la gratitud es un sentimiento desconocido en política, será obvio que indique que aquellos mismos que otrora nos atacaran como "peronistas" (usando esta denominación política como elemento de descalificación) hoy han efectuado un cambio de frente de 180 grados: de cualquiera podremos esperar comprensión, menos de estos neófitos, para quienes somos testigos molestos de su antiguo cipayismo de izquierda, así observadores irónicos de su actual conversión.
El imperialismo europeo, sobre todo el británico, deformó d desarrollo económico de la Argentina; arrasó las economías precapitalistas, liquidó las industrias artesanales y abrió a sangre y fuego, por la mano de Mitre, el mercado interior par productos. Recién con Avellaneda se restaura una legislación protectora, suprimida a partir de Caseros, y se inicia una política de amparo a la industria. Poco hará Yrigoyen en este orden, pero la guerra mundial, lo mismo que la crisis de 1929 y la segunda hecatombe imperialista funcionarán a modo de propulsoras de la industrialización, por supuesto que en la esfera de los productos de consumo. Es esta corriente industrializadora, sobre todo a partir de 1930, la que atrae a los "cabecitas negras" del interior mediterráneo a los alrededores de la capital federal y los incorpora a la economía monetaria.
Al mismo tiempo que la crisis mundial de 1929 restringía la capacidad de compra argentina y cerraba las importaciones, la sobresaturación europea de los productos agropecuario argentino llevaba a expandir la red ferroviaria y la producción agraria detiene su rápido crecimiento anterior. Como lógica consecuencia en 1930 decae la afluencia inmigratoria, tradicionalmente destinada a la producción rural. La economía comienza a independizarse lentamente del comercio exterior, empieza a funcionar hacia adentro. Cuando se abren las nuevas fábricas, la mano de obra ya no puede ser extranjera, como a principios de siglo, sino que será predominantemente criolla y los obreros industriales provendrán de La Rioja o Entre Ríos, de Santiago del Estero o de Corrientes. Esta tendencia se reforzará hacia 1942. Y el proceso se hará recién visible para todos el 17 de octubre de 1945.

Hasta 1943, la política era asunto exclusivo del Círculo de armas; la oligarquía se sobrevivía en el poder, con la complicidad del grupo encabezado por Alvear. Los partidos "obreros" participaban de este régimen bipartidario; trotaban a su costado; recibían migajas. Cuando el Ejército asesta su golpe palaciego el 4 e junio, todo el país estaba preparado para un cambio profundo. El golpe no hace sino devolver la libertad a las fuerzas sociales .Hemos examinado las causas y no podría sorprender que en tales circunstancias el Ejército cumpliera la función de reemplazar al partido burgués, inexistente. Así lo indicó su política económica inmediata. La presencia de Perón se originó en ese gran vacío político de la clase trabajadora. Pero ese mismo hecho, como el surgimiento y la asombrosa victoria del peronismo, indicaron por sí mismos que los llamados "partidos obreros" habían traicionado por completo y para siempre su misión. La carrera política meteórica del coronel respondió esencialmente a la inexistencia de un gran partido obrero y popular en la Argentina. Este es el factor cardinal de su triunfo, pero no es el único. Perón encontró su verdadero partido en el Ejército, que desempeñó un notable papel no sólo en el estudio del plan Savio para la industria pesada, en la Dirección de fabricaciones militares, sino también en la conducción de la política interior y exterior. La generación de los Sosa Molina, Lucero, Silva, etc., que lo acompañó desde 1930, fue la base de sustentación política del coronel, su verdadero cohorte de hierro. Ya se ha dicho muchas veces que el Ejército en un país semicolonial puede desempeñar tareas de enorme importancia en la resistencia nacional ante el imperialismo. Como este último domestica generalmente a los partidos tradicionales, y los coloca a su servicio, sólo quedan al margen de este proceso de subordinación las Fuerzas Armadas y en particular el Ejército de tierra, más ligado a las tradiciones nacionales, más metido en el país y de procedencia más plebeya.

De ahí la tradición "antimilitarista" de los partidos seudodemocráticos, que ven siempre la política argentina con los ojos del concentrado capital extranjero y para el cual es muy difícil tratar con el ejército, único factor concentrado en la indefensa semicolonia. Más fácil es por supuesto, negociar con el doctor Alvear el convenio de la CADE, o cualquier otro abogado hábil (como el doctor Frondizi) de esos que se encuentran a montones entre los políticos.

Perón demostró su destreza política al lograr desembarazarse del cerco asfixiante que le habían tendido los ideólogos nacionalistas del 4 de junio, enquistados en el aparato del Estado y embebidos en los mitos reaccionarios europeos. La derrota de Hitler y Mussolini dejó al nacionalismo clerical sin base mundial. Los militares advirtieron que se les abría un abismo a sus pies. El almirante Storni envió una vergonzosa y humillante carta a Cordell Hull, repudiada por todo el país y que demostró abiertamente que el Ejército, por sí mismo, ya no estaba en condiciones de sostener una política nacional. O creaba una base de masas, buscaba el apoyo popular a su política económica y a su política exterior, o caía.

La carta de Storni resonó como el responso fúnebre del nacionalismo militar sin pueblo. En la confusión de esos días, Perón maniobró para unir en una fracción militar a los mejores y más resueltos elementos neurtalistas del Ejército, la Aeronáutica y la Marina. El imperialismo norteamericano, ensoberbecido por su victoria europea, expresó a través de Braden su voluntad de aplastar al gobierno del 4 de junio. Ante la pasividad envidiosa del imperialismo inglés, Braden actuó enérgicamente, como en tierra conquistada, y movilizó a la FUBA, a los partidos obreros, a los viejos sindicatos socialistas y stalinistas que ya carecían de toda representatividad, a la Bolsa de Comercio y a la Unión Industrial, a las fuerzas vivas y muertas de la vieja Argentina, a los Borges y a los Mallea, a las Victoria Ocampo y a los Codovilla, a los magistrados venerables y a los varones consulares, a los patricios y plebeyos, a la izquierda y a la derecha de aquella sociedad oligárquica enraizada hasta 1943 en la gran factoría pampeana.

Esta ofensiva oligárquica impregnó de odio hacia el gobierno militar y su jefe más notorio a grandes masas de la clase media, electrizadas por los triunfos europeos de las "democracias". La ciudad-puerto fue levantada en vilo y su alma conmovida por la campana aplastante de la prensa, la radio y los oradores del frente "democrático". El ataque desorientó a los núcleos militares que sostenían a Perón. El gobierno militar se creyó aislado ante las imponentes manifestaciones que exigían la renuncia de Farrell y la entrega del poder a la suprema corte. Un motín de palacio, instigado por la Marina, siempre sensible a las voces del extranjero, y apoyado por algunas fuerzas de Campo de Mayo, obligó a Perón a presentar su renuncia de ministro de Guerra; inmediatamente fue detenido y enviado a Martín García.

La ciudad elegante vivió su hora de júbilo; la calle Santa Fe refulgía de risas y flores. Pero diez días más tarde una marea humana desbordó la Gran Buenos Aires y se volcó en una corriente irresistible hacia la Plaza de Mayo. Multitudes jamás vistas hasta entonces, formadas por trabajadores, llegaron, enfurecidas, hasta la casa de Gobierno, exigiendo el retorno del coronel. qué había ocurrido? El tránsito del 4 de junio al 17 de octubre comenzó a percibirse cuando Perón organizó en 1944 la secretaría de Trabajo y Previsión y se lanzó a estimular la iniciativa de los trabajadores, de esa clase obrera criolla, sin tradición sindical ni política, que pugnaba por mejorar sus condiciones de vida y deseaba luchar por ello. Los diarios no informaban de esa revolución profunda que operaba en el diálogo constante entre Perón y los nuevos sindicatos industriales.
Esa actividad de Perón era mirada con curiosidad y desconfianza por la oligarquía y los partidos "democráticos" pero estaban demasiado preocupados en conspirar con el departamento de Estado para derribar el gobierno como para meditar sobre el significado de esa actividad "demagógica" del coronel. Lo cierto es que el 17 de octubre de 1945 la clase obrera argentina intervino abiertamente en la política del país y provocó un cambio radical en la situación. Fue apoyada en esa actitud por el sector más nacional del Ejército, por gran parte de la burocracia estatal y por el país rural, aquellos argentinos del interior integrantes de las peonadas, clase media culta, pequeños estancieros y productores cuyas voces se escuchan poco en la capital, pero cuyo peso se hace sentir en las grandes decisiones históricas. Así fue como Perón demostró ante sus camaradas del Ejército que su política estaba lejos de ser insensata. Las fuerzas antagónicas convinieron en que toda la cuestión debía ser resuelta por medios electorales. Perón triunfó ampliamente contra Tamborini, candidato del embajador Braden, y en las listas de diputados que resultaron elegidos por la minoría sostenedora de Tamborini-Braden figuraban Frondizi, Del Mazo, Balbín, Santander y Sanmartino.
Perón llegó al gobierno en brazos de una coalición. Se trataba en verdad de un frente único antiimperialista: Ejército, Iglesia, burguesía industrial, sectores de la burocracia, clase media del interior, peonadas y ciase obrera industrial. qué clases pesaban de manera más influyente en el primer periodo del gobierno peronista? Por supuesto que la orientación esencial estaba dada por una política de nacionalismo burgués, de desarrollo del capitalismo nativo, de nacionalizaciones, etc. En esta esfera, Perón realizó una enorme y positiva tarea de modernización del país. Pero la primera fase de su política no fue solamente industrial, sino de proteccionismo agrario: el IAPI enfrentó al comprador europeo, al mismo tiempo que se nacionalizaban los elevadores de granos, se creaba la flota mercante y se propulsaba la fabricación de tractores. Sin embargo, los chacareros enriquecidos derramaron lágrimas de cocodrilo porque el IAPI no les pagaba los precios mundiales, esa suculenta renta de la tierra in8ada por la crisis agraria europea; las diferencias de precio quedaban en poder del IAPI, que las transfería al gobierno para que éste llenase la cartera del Banco Industrial y financiase obras de interés general. El contenido histórico de esta política es burgués, en el mejor sentido de la palabra, y no en el malo, pero la burguesía industrial, representada en el gobierno al principio por Miranda, no apoyó en su gran mayoría al peronismo, cegada por su imbecilidad histórica y por la política social del régimen. El verdadero sostén del gobierno de Perón fue el Ejército, y en realidad, es bueno decirlo, Perón no deseó otro pilar.

Para que la clase obrera interviniese como fuera en la sustentación del gobierno había debido organizarse independientemente como partido político; Perón se opuso resueltamente, y en todo momento, a esa salida. Ni aun permitió la formación de un genuino partido nacional, ya que el Partido Peronista no fue nunca más que una ficción burocrática. Cuando fallo el Ejército, desmoralizado por la ausencia de una clarificación política de la situación, Perón cayó instantáneamente. De ahí que corresponda juzgar a su régimen como un típico régimen bonapartista, esto es, un gobierno fundado en el poder militar, en la burocracia y la dolida.

La política económica del régimen peronista puede dividirse en dos partes: la primera fue inspirada por Miranda, representante de los intereses de la industria liviana, y la segunda, la correcta aunque tardía, obedecía al pensamiento militar que deseaba crear ante todo la industria pesada. Perón se dejo llevar por la euforia de la posguerra y recién en 1952, cuando se hicieron visibles las señales de la crisis, modifico el rumbo y se lanzó resueltamente a resolver los dos problemas básicos para el desarrollo argentino: la industria pesada y la cuestión del petróleo. Ya se había perdido mucho tiempo; pero cuando rectifico la orientación económica, los mismos opositores del frente "democrático" no hicieron sino acentuar sus tareas conspirativas. ¡Bueno para imaginar que los Manrique y los Rojas estuvieran preocupados porque demoraban en erguirse en el horizonte los altos hornos! De esa tarea se encargaría más bien Frondizi, que cavilaba sobre la mejor manera de proteger YPF, de amparar la DINIE, de nacionalizar la CADE y de luchar contra el imperialismo.

Pero el régimen peronista debe ser interpretado asimismo bajo otra luz. Cuando se dice que se sostuvo con el Ejército, la policía y la burocracia, es necesario aclarar que la burocracia expresaba en parte los intereses nacionales derivados de una importante rama de capitalismo de Estado cuya creación y desarrollo es uno de los elementos capitales del peronismo, y uno de los elementos menos estudiados. Todo el mundo sabe que la venenosa campaña imperialista contra los "excesivos gastos de la burocracia estatal" (retintín sistemático de la canalla periodística antinacional como La Prensa y La Nación) es una de las exigencias favoritas del capital extranjero. Nadie ignora que el Fondo monetario internacional plantea como una de las condiciones esenciales de su "apoyo" la reducción de los gastos públicos, la liquidación de las industrias nacionalizadas y la entrega a la iniciativa privada" de las empresas administradas por el Estado. Es menos sabido que Perón encaró también ese nuevo sector de economía nacionalizada - transportes, comunicaciones, industria, energía - que constituía un tremendo obstáculo objetivo a la penetración imperialista y un sólido respaldo a la política nacional de su gobierno. La burocracia creada alrededor de ese capitalismo de estado sui géneris no podía menos que suscitar la hostilidad y el despecho de los abogados y agentes del imperialismo extranjero.

c) La política económico-social del peronismo ¿puede llamarse, de izquierda? fue fascismo fue bonapartismo? fascismo y bonapartismo, según la época puede ser identificada con la de Yrigoyen en una común línea popular Puede ser asimilada con la que observan los movimientos de liberación nacional de Asia y África?

La política económica de Perón fue, como ya se ha dicho, nacional, burguesa, capitalista, y ese fue su mérito, si se tiene en cuenta,; que la política clásica anterior a su ingreso a la escena había sido oligárquica, semicolonial, propia de una factoría. Si se busca saber en qué medida la clase obrera era beneficiada por esta política cabe responder que en tanto Perón representaba los intereses nacionales, también debía satisfacer ciertas demandas obreras, solucionar problemas obreros específicos, defender los salarios, las condiciones de vida, la expansión de los sindicatos, pues de otra manera no habría contado con el apoyo popular para enfrentar al. imperialismo y garantizar todo el resto de su política burguesa. No : será obvio indicar que si la clase obrera, en condiciones más favorables, hubiera controlado el gobierno argentino, habría realizado, concesiones semejantes a las otras clases no proletarias, para buscar su apoyo o al menos su neutralidad, pues en un país semicolonial : una política para ser popular debe ser nacional, y viceversa. En cuanto a si el régimen de Perón fue fascista, es preciso recordar que el fascismo fue la expresión política terrorista del capital financiero, y reposó en la lucha pequeño burguesa estudiantil contra los sindicatos, mientras que Perón contó con el apoyo obrero contra los estudiantes influidos por la ideología imperialista. De los estudiantes antiperonistas de aquella época salieron los terroristas cipayos y los comandos civiles de la contrarrevolución de setiembre.
Las masas populares nudeadas después de Rosas en el alsinismo bonaerense y luego en el autonomismo nacional roquista, se ensamblaron más tarde con el yrigoyenismo, síntesis de la inmigración y del criollaje, para transferirse luego al torrente peronista del 43.Discutir a esta altura de las circunstancias el carácter popular del peronismo y sus vinculaciones históricas con el yrigoyenismo es cosa que sólo puede ocurrírsele al charlatanismo radical.

Por otra parte, el peronismo no es solamente un fenómeno político argentino, sino más bien la expresión local del movimiento mundial de las revoluciones nacionales que se propaga al concluir la última guerra.

d) ¿Fue correcta - políticamente - la oposición casi absoluta de la mayoría de las izquierdas frente a Perón?

e) El Estado policial, bajo el gobierno peronista, ¿qué explicación tiene? ¿Se justificaba?

La oposición de las "izquierdas" al gobierno de Perón no tenía otra significación que la de su completa ruina histórica; Perón existía porque los socialistas y stalinistas habían sido, como tales, inexistentes en el 45. Si la burguesía argentina hubiese tenido un verdadero partido nacional en 1945 (quizás el radicalismo) y la clase obrera hubiera contado asimismo con partidos representativos, Perón habría debido, a pesar del apoyo del Ejército, realizar concesiones democráticas, incluir en su gabinete a representantes del Frente antiimperialista y gobernar democráticamente.
No se vio obligado a esa solución, y no lo hizo. Su bonapartismo nació de ese vacío histórico, y los más tenaces opositores al régimen peronista serán precisamente los principales responsables de esa monstruosa centralización de poder. El Estado policial manifestó además de esa causa histórica profunda, la indiferencia o disgusto de Perón hacia toda crítica, aun proveniente de su propio movimiento, y su intolerancia realmente profesional hacia toda posición independiente. Este defecto político le costó el poder, en último análisis, como alcanzó a comprenderlo el mismo Perón cuando ya todo estaba perdido, después del bombardeo del 1o de junio: no otro sentido tuvo su desesperada tentativa por democratizar el peronismo, desalojando a Tessaire, y remplazándolo por Leloir y los hombres de FORJA, al mismo tiempo que intentaba débilmente tender un puente al radicalismo intransigente. Al no disponer de una ideología para ofrecer al país y para justificar ante las masas de la clase media su gran movimiento, y al desdeñar toda "teoría", mecido en el sueño de una prosperidad ilimitada, Perón se encontró una tarde, insensiblemente, refugiado en una cañonera. Las características policiales del régimen surgían del hecho de que Perón no lo defendía con ideas políticas, pero debía defenderlo de todos modos; así, enviaba la policía a la universidad, obteniendo como único resultado que loa estudiantes opositores controlasen políticamente las aulas durante doce años. Este indigencia ideológica del peronismo se nutra no solo de las características personales de Perón - que, en otro plano, es un político extraordinariamente dotado y por supuesto muy por encima de los mediocres jefezuelos de la oposición "democrática" - sino de una causa mucho más trascendente. El país vivió una época excepcional en la posguerra. Miranda simbolizó esa edad de oro, periodo único que "engrasó" todas las contradicciones y abrazo todas las clases. La prosperidad mato toda inquietud, y quedo en manos de gentes como Raúl Mendé y Raúl Alejandro Apold.

Una observación con respecto al Estado policial: es útil destacar que la impía oposición "democrática" que añoraba loa "tiempos de la República", y que criticaba acerbamente la acción policial, pertenecía a un sistema oligárquico que no so1o empleaba la picana eléctrica, sino que además la había inventado. Este instrumento fue introducido por un ilustre jurista radical antipersonalista el doctor Leopoldo Melo, cuando se desempeñó como ministro del Interior en el gabinete del general Justo, en 1932; a esa época se remonta la organización de la Sección especial. Por otra parte, durante todo el periodo de Perón no se fusi1o a nadie, y se cerro el penal de Ushuaia. Me permitiré recordar que los fusilamientos comenzaron después que los libertadores expulsaron al tirano y que Ushuaia reabrió sus puertas con las manos de la democracia restaurada. La policía no dejó su vicio al caer Perón si mal . no recuerdo, sino que continuo, con la ayuda de diligentes comandos y nuevos torturadores. En el año transcurrido en el estado de derecho del abogado Frondizi, las detenciones en masa continúan, así como los emigrados, los allanamientos nocturnos, la inexistencia del habeas corpus. La única diferencia es que en tiempos de Perón, Victoria Ocampo debía conocer la crueldad de la cárcel, mientras que en los tiempos posteriores sufrieron esa experiencia miles de militantes obreros.

Existe, en síntesis, una explicación de orden general para comprender el Estado policial a que alude la pregunta. En un país atrasado, un gobierno popular, de acuerdo a sus características, debe enfrentar a las más grandes potencias de la tierra, munidas de todos los recursos de la presión económica del espionaje organizado, del terrorismo ideo1ogico, de la prensa mundial, de las provocaciones de las agencias noticiosas, de la acción de los partidos indígenas, de la movilización de las fuerzas vivas, de la adulterada tradición cultural de la semicolonia, de loe estudiantes hipnotizados etcétera.

La única posibilidad de un gobierno revolucionario - aun en el caso de que adolezca de graves taras burocráticas en el caso de tratarse de un régimen bonapartista - es presentarse un frente férreamente centralizado.

Sabemos que Visca salió a la calle para clausurar diarios y cometer excesos. El que esto escribe lo sabe bien pues ese individuo ordenó el secuestro de América latina un país pero Visca también allano firmas importadoras de papel, ligadas al monopolio internacional de papel de diario, e intervino agencias noticiosas imperialistas.

Estas contradicciones eran habituales y sirven para que dibujemos a la distancia un retrato más o menos aproximado de un régimen que no puede ser simplificado con un simple aforismo¡ ya que expresa en último análisis la inmadurez histórica del país, sus debilidades, su osadía, su esperanza y su frustración.

f)¿Qué saldo positivo dejó, sintéticamente, el peronismo Fueron mayores sus aspectos negativos

g) ¿Qué hubiera ocurrido, en lo económico-político-social, de no haber caído Perón?

h) ¿Cuáles fueron los motivos de la caída de Perón Puede vincularse al imperialismo ingles con ella?

Desde el punto de vista de la clase obrera, el peronismo deja como herencia una formidable red de sindicatos industriales, una conciencia política de los intereses nacionales y un primitivismo - decreciente - en cuanto a la autoconciencia de sus fines históricos como clase. El peronismo incorporo pese a todo al proletariado y a las masas desposeídas a la vida política del país; despertó a la mujer del pueblo del idiotismo y del atraso de la vida doméstica y la alzó, aún imperfectamente, al nivel de los grandes problemas nacionales. El surgimiento de la mujer y su pasión por los asuntos públicos es uno de los méritos indiscutibles del peronismo, y uno de sus títulos para la historia. Ya decía el viejo Fourier, que el grado de evolución de una sociedad debía medirse por el grado de emancipación de la mujer. Antes del peronismo, la política Argentina se resolvía en la embajada británica y el Circulo de armas entre los dirigentes valetudinarios de los antiguos partidos y su clientela romana. Después del peronismo, todo el país participara en la discusión de asuntos públicos; introduce a las grandes masas de todos los sectores, en la dilucidación de los problemas capitales de la nación. Por eso el peronismo fue un movimiento nacional. Sus aspectos negativos ya los hemos señalado.

Perón cayó porque su ciclo estaba concluido. La época de la prosperidad estaba atrás; en el horizonte sólo se veía la perspectiva de una lucha muy dura, e innumerables problemas económicos y políticos que sólo podían afrontarse con un criterio revolucionario, apelando al sacrificio y al coraje de todo d pueblo argentino. Perón hizo como Rosas, que se retiro sin combatir, y dejó el poder al ala traidora y capitulante de su propio movimiento, esto es a Aramburu, su fiel discípulo y jefe del adoctrinamiento peronista en el Ejército. Aramburu y los demás traicionaron a Perón, pero es bueno no olvidar que eran peronistas hasta el día antes. El peronismo militar se desgarro en una lucha intestina y venció la tendencia cipaya del peronismo. Los Zavala Ortiz y los Ghioldi, los Santander y los Vicchi jamás habrían podido triunfar por sí mismos, pues nada representan.

Los errores personalistas de Perón y la provocación clerical, a la cual respondió Perón con muy poca habilidad, concluyeron por minar su influencia en el Ejército. Pero el factor desencadenante de su derrota es Perón mismo, hastiado y fatigado, que se encontró solo en el momento decisivo. Era el fruto de sus propios errores políticos. Tenía la victoria al alcance de la mano, pero no se atrevió a asumir la responsabilidad de esa victoria, que era de índole política y que envolvía todo un replanteo y profundización de la revolución nacional agonizante. No lo derribaron, sino que se retiró. Por supuesto que el imperialismo inglés desempeñó un papel de primer orden en la campaña de ablandamiento preliminar al estallido. La Argentina no es el único país donde Gran Bretaña y el Vaticano luchan codo a codo. En España lo hacen desde hace treinta años y en Portugal desde hace cuatrocientos.

Perón había comprendido en 1953 que se imponía reorientar la política económica argentina hacia la ruptura con Inglaterra: buscó un acuerdo con los norteamericanos para extraer el petróleo argentino y suprimir la importación de petróleo árabe comercializado por los ingleses a cambio de nuestras carnes. Como la Argentina no necesita petróleo para exportarlo, como Arabia Saudita, sino para consumirlo en su industria, el paralelo de esta política petrolera con la de países coloniales carecía de consistencia, salvo para los Silenzi de Stagni y otros aliados probritánicos. Un gobierno respaldado por el pueblo podía hacer cualquier negociación con el imperialismo, si así convenía a los intereses nacionales. Como era previsible, el imperialismo inglés aprovechó la ocasión para influir con sus agentes ante la Marina argentina, educada secularmente en el culto a los países anglosajones y cuyas instituciones democráticas admiraba sin comprender sus orígenes dictatoriales. La conspiración oligárquica-británica no triunfo en virtud de su propia fuerza, sino por la desintegración del frente de clases encarnado en el peronismo.
 
* Escrito: en 1959. Digitalización: Gabriel Hernán Ravano, 2002. Entrevista extraída de Marxists Internet Archive (http://www.marxists.org), abril de 2002. Ramos fusionó preguntas al responder al cuestionario, por eso aparecen dos preguntas juntas o tres seguidas de una larga respuesta. [G.H.R.]


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¿Quién es Jorge Enea Spilimbergo - (Parte 1*)

Por Alberto J. Franzoia

Breve biografía de Spilimbergo (1928-2004) (1)

Jorge Enea Spilimbergo nació en La Boca (barrio de Capital Federal en Argentina) el 25 de septiembre de 1928, tiempos en los que Hipólito Yrigoyen volvería a ejercer la presidencia por segunda vez tras el interregno de Alvear (2). "Spili" como lo llamaban sus amigos y compañeros de militancia siguió la carrera de derecho, y según contaba un militante histórico de la Izquierda Nacional que compartió muchos años con él, Hugo Andrade, la concluyó pero nunca retiró el título habilitante. Lo cual no deja de ser un dato significativo para comenzar a construir su perfil como hombre en general y como político en particular (3). Poco afecto a las formas preestablecidas, a las normas difundidas por los intelectuales orgánicos de la oligarquía nativa para construir prestigios, fue por otro lado muy riguroso tanto en su función de historiador como de teórico. Serio y profundo como pocos en sus análisis de la realidad Argentina, latinoamericana y mundial, nunca se dejó llevar por la crítica fácil, sin su correspondiente fundamentación. Se destacó además como cuadro político de primer nivel, ensayista y periodista del diario Crónica. Podía escribir sin parar mimetizado con su máquina, pero la rapidez para hacerlo y la cantidad de trabajo producido rara vez afectaba la calidad del mismo.

Tras un breve paso por el Partido Comunista, al producirse un hito histórico en nuestro país como la gran movilización popular del 17 de octubre de 1945 que liberó a Perón de la cárcel (jornada comparable al 13 de abril en la Venezuela de Hugo Chávez) y siendo aún un adolescente, comprendió que allí estaban los trabajadores no el lumpenaje que denunciaba la izquierda clásica argentina, por lo tanto un auténtico revolucionario marxista no podía ser ajeno a esa realidad. Años más tarde se convirtió, siguiendo esa premisa, en uno de los impulsores del Partido Socialista de la Revolución Nacional (creado poco antes del golpe cívico-militar que en 1955 destituyó al gobierno del General Perón (4)), con el objetivo de defender la revolución nacional para profundizarla desde una perspectiva socialista pero claramente diferenciada del discurso y práctica eurocéntricas de las izquierdas tradicionales. El PSRN no casualmente fue disuelto por los golpistas que veía en las fuerzas del campo nacional y popular a su verdadero enemigo, motivo por el cual los militantes de la Izquierda Nacional se abocaron de lleno a la producción y difusión de su visión de mundo y postura política en la sociedad argentina. Fundaron para este propósito la Editorial Coyoacán, que publicó importantes trabajos entre los que se encuentra la primera edición de "La cuestión nacional en Marx", un libro de Spilimbergo esencial para combatir el supuesto carácter abstracto y ultraizquierdista del marxismo. Allí descubrimos a un Marx comprometido con las luchas nacionales concretas, por lo tanto un valioso antecedente para los procesos de liberación nacional en América Latina. Dicho texto fue reeditado recientemente. Coyoacán editó otros trabajos de Spilimbergo como su ya clásico "Nacionalismo oligárquico y nacionalismo revolucionario" (editado por vez primera en 1956 en Editorial Amerindia) en el que realiza una fundada crítica al nacionalismo elitista y ultramontano que facilitó la caída de un gobierno de concreta orientación nacional y popular en 1955 (este texto está a punto de reeditarse). Además edita en 1960 "Juan B justo y el socialismo cipayo", sólida crítica al socialismo eurocéntrico alejado de la cuestión nacional latinoamericana, también "Historia crítica del radicalismo" (que comenzó en 1955 como una biografía política de Yrigoyen y luego reeditará con otros textos y título modificado) y otro menos conocido como "Diego Rivera y el arte en América Latina".

En 1962 Jorge Enea Spilimbergo junto a Jorge Abelardo Ramos (a quien consideraba su maestro orientador en su acercamiento a una izquierda compenetrada con la cuestión latinoamericana), Blas M. Alberti, Fernando Carpio y una nueva generación de militantes fundan el Partido Socialista de la Izquierda Nacional (PSIN). Este partido habría de convertirse en la expresión políticamente organizada de un socialismo ya definitivamente asociado a una visión nacional de la izquierda, entendiendo por nación a ese conjunto balcanizado de países que en su conjunto conforman la Patria Grande Latinoamericana por la que lucharon Simón Bolívar y José de San Martín. Las tesis políticas de la Izquierda Nacional son presentadas por vez primera en "Clase obrera y poder", cuyo redactor oculto por entonces, era en realidad Spilimbergo (texto reeditado en 2006 con una breve actualización realizada por Néstor Gorojovsky, Secretario General del partido Patria y Pueblo, expresión actual de los socialistas de la Izquierda Nacional). A esa altura Jorge Abelardo Ramos y Jorge Enea Spilimbergo (siete años menor que aquel) ya se habían constituido como las dos figuras sobresalientes de esta creativa corriente del pensamiento latinoamericano. En una suerte de división del trabajo intelectual Ramos habría de convertirse en uno de los más importantes sintetizadores y difusores de ideas socialistas revolucionarias para la región, mientras Spilimbergo era el analista preciso y profundo que llenaba de contenidos las estupendas síntesis de Ramos. Hacia fines de los sesenta editará en Mar Dulce su "Historia del socialismo en Argentina" que en realidad viene a completar aquel trabajo del año 60 "Juan B. Justo y el socialismo cipayo", al que incorpora cuatro nuevas partes, entre las cuales se encuentra tanto una respuesta a las críticas gestadas contra su "Juan B. Justo…", como la negación del socialismo sin sujeto más la presentación de una alternativa expresada en el socialismo de la izquierda nacional.

Por otra parte, el crecimiento del PSIN en los principales centros urbanos del país y su notoria presencia en la universidad a través de su agrupación AUN, desembocó en 1971 en la convocatoria a constituir un frente revolucionario más amplio cuyo nombre fue Frente de Izquierda Popular (FIP). Spilimbergo actuó como Secretario General del partido que presidía Ramos. En las elecciones de marzo de 1973 Spilimbergo se presenta como candidato a primer diputado nacional por la Capital Federal, y cuando en septiembre del mismo año, ante la renuncia del Presidente Cámpora para posibilitar la elección de Perón (5), se realizan nuevas elecciones, el FIP apoyó con su propia boleta la fórmula Perón-Perón cosechando cerca de un millón de votos. Durante esa primera mitad de la década del 70 Spilimbergo fue director del quincenario Izquierda Popular y reeditó en 1974 en la editorial Octubre su "Historia del socialismo en la Argentina", ahora en dos tomos: Juan B. Justo y el socialismo cipayo (tomo 1) y De la izquierda cipaya a la izquierda nacional (tomo2). En el mismo año realiza una tercera edición de "La cuestión nacional en Marx" (la segunda fue en 1968), que incluye dos trabajos que habían sido publicados en la revista "Izquierda Nacional", uno sobre la naturaleza del subdesarrollo en los países semicoloniales y otro en el que contrapone el nacionalismo popular, revolucionario y liberador de los países dependientes al nacionalismo agresivo y opresor de los países dominantes o imperialistas.

La muerte de Perón ese mismo año y la posterior caída del gobierno peronista en 1976, afectaron políticamente a un partido que desde su independencia político-ideológica apoyaba a dicho movimiento para profundizar la revolución nacional desde una perspectiva socialista. En 1977, durante la dictadura cívico-militar que asolaba a nuestra Patria se realiza el VII Congreso Nacional del FIP y dos años más tarde como producto de las diferencias conceptuales y políticas surgidas entre Ramos y Spilimbergo se produce la fractura. En principio el sector alineado con Ramos conserva las siglas del partido y se expresa a través del periódico La Patria Grande, mientras el sector de Spilimbergo, que en ese momento era la fracción menor pasa a denominarse FIP-Corriente Nacional y edita la revista Tribuna Patriótica. Pero ante el proceso electoral que sucede a la desgastada dictadura iniciada en 1976 y concluida en 1983, el FIP Corriente Nacional se transforma en el Partido de la Izquierda Nacional (PIN), siendo este nombre el que mejor expresaba el carácter ideológico y político de las fuerzas conducidas por Spilimbergo, quien habría de desempeñar el cargo de Secretario General. En 1988 lo conozco personalmente a Spilimbergo en mi propia casa de la ciudad de La Plata. En ese entonces, junto a otros tres compañeros con los que habíamos militado en el FIP de Ramos, decidimos que para continuar la lucha sin renunciar al legado del socialismo revolucionario y latinoamericano era necesario emigrar al PIN. Pero la humildad de este hombre muy grande no permitió que viajáramos hacia la Capital Federal, donde él residía, para concretar lo decidido. Fue entonces cuando tuve el honor de recibirlo en mi propio domicilio, y desde ese momento traté de seguir siempre su huella. Por esos años de regreso a la democracia y como crítica a la primera gestión política de la misma conducida por Raúl Alfonsín publica en Ediciones José Hernández, durante 1989, "El fraude alfonsinista", que incluye, además, otras partes que integraban anteriormente "Historia crítica del radicalismo".

Luego llegó la mediocre década del noventa, cuando el liberal-menemismo (en alusión a su conductor Carlos Menem), que había vaciado de contenido nacional al peronismo, arrasaba con la nación argentina con el apoyo político del partido presidido por Ramos (que por entonces se llamaba Movimiento Patriótico de Liberación). Ese partido era el producto final y decadente de un profundo viraje ideológico-político que Ramos venía experimentando desde fines de los 70 y que lo condujo a abandonar definitivamente en los ochenta el marxismo latinoamericano, aquel que él mismo había definido en genial síntesis como un marxismo bolivariano cuando Hugo Chávez era apenas un adolescente. Sin embargo, Spilimbergo y un grupo consecuente de militantes de la Izquierda nacional seguimos batallando desde el PIN para mantener en alto las banderas de esta corriente fundamental para la revolución latinoamericana. Finalmente dicho partido, se disuelve en el año 2000 y surge Patria y Pueblo, siempre con la conducción de Spilimbergo; hasta que el 4 de septiembre de 2004, este hombre que desde su juventud hasta los años del crepúsculo abrazó la causa socialista vinculándola con las tradiciones y luchas del pueblo latinoamericano, fallece pocos días antes de cumplir los 76 años. Tres años después de su irreparable pérdida queda un partido, Patria y Pueblo, que es la expresión políticamente organizada en la actualidad de los socialistas de la Izquierda Nacional , además de Reconquista Popular, un foro de debate para el campo nacional; por otra parte sus libros se vuelven a reeditar. Es un justo premio para quien nunca abandonó las banderas históricas, ni siquiera durante la gran decadencia ideológica y política de los noventa, cuando no pocos creyeron que habíamos arribado al absurdo fin de la historia anunciado por Fukuyama. Pero además de un partido, un foro digital, libros y también de muchos hombres y mujeres que siguen profesando una visión de Izquierda Nacional, aún sin militancia partidaria, le debemos a Spilimbergo una obra inmensa que se convierte en insustituible guía conceptual para que nuestra juventud logre orientar su acción transformadora a lo largo y ancho de la maravillosa Patria Grande Latinoamericana; porque sabemos que sin teoría revolucionaria no podrá haber práctica revolucionaria. Finalmente cabe aclarar que una enorme cantidad de artículos producidos en el fecundo período político de Spili que se inicia en 1977, y que lo conduce a la separación de Ramos (a quien nunca dejó de considerar su maestro más allá de la bifurcación de caminos) se están recopilando para una edición de sus obras escogidas. Por todo ello en este año 2007 hemos creado en su homenaje la Escuela de Formación Política Jorge Enea Spilimbergo.

Entre los principales aportes teóricos de Spilimbergo están sus libros:

1956: Nacionalismo oligárquico y nacionalismo revolucionario (de próxima reedición)
1959: Historia crítica del radicalismo (es su segunda edición, ya que había tenido una edición anterior en 1955 pero acotada a la biografía política de Yrigoyen; luego hay un tercera edición de 1974 ampliada, que llega hasta la política radical en el tercer gobierno de Perón)
1960: Juan B. Justo y el socialismo cipayo
1962: La cuestión nacional en Marx (varias ediciones).
1964: Clase Obrera y Poder (varias ediciones, la última en 2006 con una breve actualización de Néstor Gorojovsky)
1969: Historia del Socialismo en Argentina, que incluye en su primera parte el texto de 1960 Juan B. Justo y el socialismo cipayo.
1974: Reedita Historia del socialismo en Argentina pero hora en dos tomos: Juan B. Justo y el socialismo cipayo (tomo 1) y Del socialismo cipayo al socialismo de la izquierda nacional (tomo 2)
1974: Tercera edición de La cuestión nacional en Marx que incluye un trabajo que no estaba presente en las dos ediciones anteriores: "La guerra civil en EE.UU. y el ‘subdesarrollo", sobre el primer capítulo de dicho trabajo realizamos nuestro artículo "Spilimbergo y la teoría de la dependencia". Esta reedición también incluye un tercer trabajo sobre el nacionalismo: "De los Habsburgo a Hitler".
1989: El Fraude Alfonsinista (cuarta edición y con título modificado del texto que fue originalmente la Historia crítica del radicalismo, que ahora e convierte en subtítulo)

Otros escritos importantes:

1955: El moralismo: Utilización oligárquica de la clase media
1955: Autocrítica de la Revolución Popular
1964: Güemes y la "gente decente" de Salta
1974: La "tendencia", la burocracia y el socialismo
1996: Juana y Eva
1996: Evita, de Alan Parker
1998: De la alternancia es preciso pasar a una alternativa de liberación
1998: Declaración saludando el triunfo electoral del pueblo venezolano
2000: Sobre Carlos Alvarez
2002: Declaración sobre masacre en Avellaneda, escrita con N. M. Gorojovsky
2002: Lula: Del obrerismo al frente nacional
2003: Sobre la derrota de Menem y ascenso de Kirchner
2004: Ante la agresión diplomática norteamericana, defender la soberanía política reconquistando la soberanía económica Estos textos están digitalizados en Marxists Internet Archive -Sección en Español.

1989: "Hombre, Estado, Comunidad" (Texto no digitalizado). Tesis presentada en Proyecciones del Pensamiento Nacional, actas del simposio A 40 años de " La Comunidad Organizada ", convocado por el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires y organizado por la Asociación de Filosofía Latinoamericana y Ciencias Sociales desde el 20 al 22 de abril de 1989. Este trabajo es el que analizamos en el artículo Spilimbergo y su mirada alternativa de la "Comunidad Organizada".

Argentina, La Plata, septiembre de 2007

NOTAS
1. Para construir esta biografía se utilizaron datos extraídos de los mismos textos de Spilimbergo, otros de Internet (Izquierda Nacional, Marxists Internet Archive -Sección en Español, Página 12), además de datos personales que surgen de mi militancia en la Izquierda Nacional.
2. Yrigoyen fue el conductor de la primera manifestación que tuvo el movimiento nacional y popular en Argentina durante el siglo XX. El partido político que lo expresaba durante las primeras décadas de ese siglo fue el radicalismo, pero en el seno del mismo también se desarrolló un ala vinculada a la oligarquía nativa, de orientación por lo tanto antipopular y con tendencia a pactar con el imperialismo. Los radicales se dividieron entonces dentro de un mismo partido y movimiento entre yrigoyenistas y alvearistas. Cuando Yrigoyen muere en 1933 los alvearistas logran la hegemonía partidaria (se le llama la alvearización del radicalismo) y los sectores nacional-populares tanto como los intelectuales que intentaban expresarlos terminarán por confluir años más tarde en la nueva expresión popular que luchará contra el imperialismo: el movimiento surgido en 1945 con la conducción de Juan Domingo Perón.
3. Sin embargo un amigo de Spilimbergo que lo conoció desde su juventud y militante de PyP, Oscar Aramburu, sostiene que en realidad no terminó la carrera. 4. Juan Domingo Perón fue elegido democráticamente como presidente de la Argentina en 1946 y resultó reelecto en 1952, sin embargo las fuerzas del campo antinacional en las que se encolumnaron tanto la oligarquía como los sectores de la izquierda cipaya (no nacional-latinoamericanista) y del nacionalismo oligárquico y católico (no democrático, popular y revolucionario) lo derrocaron mediante un golpe de estado en 1955.
5. Cámpora fue el candidato que presentó el peronismo (a través del FREJULI) y que triunfó en las elecciones de marzo de 1973 ante la proscripción de su candidato natural: Juan. D. Perón. Pero finalmente aquel presentó la renuncia en junio del mismo año y se convocó nuevamente a elecciones para septiembre, en las que triunfó por amplísimo margen Perón. Su tercera presidencia duró muy poco ya que fallece el 1 de julio de 1974 y lo sucede su esposa Isabel hasta el golpe cívico-militar de 1976.

*Este trabajo presentado en el Congreso del Pensamiento Iberoamericano de Holguin (Cuba) consta de tres partes, aquí hemos publicado la primera de ellas, las otras dos (Dos aportes teóricos de Spilimbergo) integran el módulo Nuestros aportes teóricos e históricos.
Fuentes: http://www.redaccionpopular.com y http://avizora.com


Entrevista a Norberto Galasso*

En el prólogo de su flamante libro, Perón, Norberto Galasso cree pertinente revelar su cuna socialista y pequeño-burguesa. Se presenta como resultado de madre docente y sarmientina "que abominaba de Perón" y padre -comerciante de origen humilde- que simpatizaba con el peronismo. "Un día nos sentamos frente a frente y él me dijo ‘mirá, desde 1946 tengo clientas nuevas, empleadas domésticas que nunca antes habían pisado mi negocio y que ahora vienen a comprar pulseritas, cadenitas, y son más altas porque cambiaron sus alpargatas por zapatos con tacos’. No se trata de la implantación de la sociedad socialista que soñamos, pero sí de un cambio social importantísimo." Aquellas palabras paternas activaron un clic en el aún proyecto de historiador y lo llevaron a convencerse de que la verdad no se adquiría solamente en los libros, sino también en el acontecer de la realidad concreta. "Niño inquieto, salí a recorrer las fábricas de la zona buscando obreros socialistas para aprender de ellos y no encontré uno ni por broma, eran todos peronistas", rememora. Pasó el tiempo y Galasso se convirtió en un historiador del riñón nacional y popular, en un continuador de la herencia del más dichoso de los revisionismos -corporizado en Rodolfo Puiggrós, John William Cooke, Abelardo Ramos o Arturo Jauretche- que retomó retazos de aquellas vivencias juveniles para incorporarlas a una extensa biografía sobre el creador del justicialismo. "A 30 años de su muerte no puedo pretender un trabajo completo, pero al menos que genere la necesidad de polemizar y de producir nuevas visiones, aunque ligue cascotazos de todos los costados", ironiza. A través de 1200 páginas, Galasso rescata a un Perón combativo, hábil, provocador y antiimperialista.

-¿Cómo cree que tomarán su libro los sectores liberales y/o reaccionarios del justicialismo, o los historiadores en general?
-Muchos de ellos ignoran que Perón se escribía con Mao o Fidel Castro. Hacen largas historias sobre él, pero esas cartas, o la posible entrevista con el Che en Madrid, nunca aparecen. Les molesta la audacia de Perón en muchos aspectos, como su actitud ante el FMI, algo que horrorizaba y horroriza a la mayoría de los economistas. Durante el período peronista hubo una modernización importante que a veces ni sus propios dirigentes recuerdan, quizá por temor a que les pidan que reiteren algunas de aquellas políticas.

-En el libro cita una frase de Gramsci: "El elemento popular siente, pero no siempre comprende y sabe; el elemento intelectual sabe, pero no siempre comprende ni, sobre todo, siente. El error del intelectual consiste en creer que se puede saber (...) sin ser apasionado"
-Es una frase clave, porque el peronismo es muy difícil de entender para los intelectuales que buscan causas y utilizan esquemas como si la realidad fuera un laboratorio y la historia no es un laboratorio, es mucho más. No se puede hacer política-historia sin esta pasión, sin esta conexión sentimental entre los intelectuales y el pueblo-nación. Yo soy un convencido de que no hay historia neutra.

-Hay un claro interés por rescatar el papel histórico de la clase obrera.
-Me surge porque algunos intelectuales han llegado a la conclusión de que los trabajadores eran unos idiotas, porque los explotaron del ’46 al ’55 y siguieron clamando para que volviera "el explotador". Pero resulta que si uno confronta aquel período con éste, encuentra contrastes muy marcados: pleno empleo contra desocupación; deuda externa cero en 1948 contra deuda externa horrible; no incorporación al FMI contra sometimiento al FMI, otro mundo. No se puede pensar a los trabajadores como idiotas. Más allá de la personalidad de Perón, estoy convencido de que son los trabajadores fabriles que aparecen por 1935 los que confluyen con otros sectores en un frente y generan el fenómeno nuevo que Perón lidera.

-¿Cuál es su visión respecto de la cruenta escisión del peronismo en 1973, por ejemplo?
-Hay un hecho clave: durante la filmación de Actualización doctrinaria para la toma del poder, Pino Solanas le pregunta a Perón en 1971 si iba a volver al país y Perón le contesta "sí, voy a volver, pero me parece que para mí ya es demasiado tarde, y que para ustedes es demasiado temprano".

-¿Quién se equivocó, desde su óptica?
-Creo que fue un equívoco recíproco. Perón pensó que podía incorporar a los jóvenes y que éstos iban a ser disciplinados, y los jóvenes creyeron que eran los que habían logrado el retorno, y que le podían imponer a Perón un proyecto. La derecha aprovechó para legitimar su accionar represivo. Perón estaba dispuesto después a acercarse a la juventud y desentenderse de López Rega. Pero bueno, creo que estos grandes hombres se piensan inmortales y justamente su muerte se produce cuando el péndulo estaba corrido hacia un lado. Un poco se cumplió el vaticinio de Cooke cuando le pregunta "qué será ser peronista cuando usted se muera".

* Publicada en Página/12 el 7 de mayo de 2005


Biografía de Manuel Ugarte*

Por El Forjista

Manuel Ugarte nació en la ciudad de Buenos Aires el 27 de febrero de 1875 en un hogar de buena posición económica. Sus estudios los realizó en el Colegio Nacional de Buenos Aires.
A los 15 años comenzó a escribir sus primeros trabajos y se convirtió en un ávido lector, su familia le costeaba la edición de sus primeros trabajos de poesía, esta incursión le permitió tomar contacto con los más destacados literatos de la generación del 80.
Como muchos de los argentinos de buen pasar, partió en 1897 hacia París para continuar sus estudios, mejoró su francés y también aprendió italiano e inglés. Asistió a cursos de sociología y filosofía, pero aquellos jóvenes argentinos dedicaban gran parte de su tiempo a la diversión y especialmente a las mujeres.
En Europa vivió de cerca el caso Dreyfuss, tema sobre el cual escribió comenzando su acercamiento a los temas políticos, ese mismo año, 1898, Estados Unidos interviene en Cuba, provocando el repudio de muchos latinoamericanos entre ellos el de Manuel Ugarte. Por esos años, empezó a mostrar interés por los temas sociales en general y su acercamiento al socialismo, que tenía a Jean Jaurés como una de la figuras de mayor prestigio.
Desde París, Manuel Ugarte se trasladó a Nueva York, en esa ciudad percibió con total claridad el impulso expansionista que predominaba en la clase política norteamericana, que tenía a América Latina como principal objetivo de conquista.
Manuel Ugarte estudió la historia de norteamericana y descubrió como fue ganando territorio a costa de otras potencias y países vecinos, pero lo que era más grave, detectó que ese apetito por más territorio, lejos estaba de haber sido saciado.
Paradójicamente fue en los Estados Unidos donde Manuel Ugarte consolidó las dos columnas de su ideología, por un lado un fuerte anti-imperialismo y por el otro la necesidad de consolidar la Unidad Latinoamericana.
En el tiempo que estuvo se dedicó a recorrer una buena cantidad de ciudades norteamericanas, donde pudo verificar el tratamiento que recibían las clases y razas empobrecidas, junto a la hipocrecía doctrinaria que predicaba una igualdad que nunca aplicaba en los hechos.
Manuel Ugarte recorrió la frontera de México con los Estados Unidos para corroborar el accionar expansionista de los norteamericanos, también recorrió ciudades mexicanas y de regreso a Europa hizo una escala en La Habana.
Al retornar a París, abrazó fervientemente la causa del socialismo, al que llegó por su admiración por Juan Jaurés, esta ideología lo acercará al sufrimiento de la clase obrera, pero en ningún momento entrará en contradicción con su profundo nacionalismo latinoamericano.
En 1901 aparece su primer libro que contenía varios relatos, se llamó "Paisajes parisienses", donde podía apreciarse su preocupación social, su vida bohemia, y también los amores de las muchachas del Moulin Rouge y los estudiantes residentes en París.
Se relacionó con escritores latinoamericanos, con los que entabló amistad, tal los casos de Rubén Darío y Amado Nervo. Ugarte fracasó en el intento de acercar a Darío a los temas sociales y políticos.
En 1901 se publicó en Buenos Aires su artículo "El peligro yanqui", aquí se denunciaban las intervenciones de los Estados Unidos, por ejemplo anexando territorio mexicano, pero también alertaba sobre el dominio cultural y económico que muchas veces jugaba un papel tan letal como la misma invasión armada.
Veinte días después en el mismo periódico "El País" apareció otro artículo suyo, al que tituló "La defensa latina". Esta vez para predicar la unidad de América Latina y la conformación en ese marco, de los Estados Unidos del Sur, que fue un objetivo permanente de su prédica latinoamericanista.
En 1902 apareció su segundo libro: "Crónicas del boulevard", prologado por Rubén Darío, son relatos que había publicado en el último tiempo, mezclando temas frívolos con sus ideas sociales de avanzada.
Su tercer libro "Cuentos de la pampa", es su primer trabajo dedicado a la realidad argentina, que hasta el momento casi había estado ausente de su obra, el libro es una descripción de lugares y personas que habían quedado grabadas en los recuerdos de su país, del que estaba alejado físicamente.
El Partido Socialista de la Argentina tenía un gran componente inmigratorio, conformado por obreros e intelectuales que debieron emigrar de sus respectivos países, esta agrupación política bajo la dirección de Juan B. Justo nunca llegó a comprender la realidad nacional, a la cuál terminó despreciando o colocándose irremediablemente en contra de las masas populares.
Cualquier intento de incluir en el Partido ideas nacionales era fuertemente rechazado y concluía con la expulsión o el retiro de los herejes, en 1900 se retiraron Leopoldo Lugones y José Ingenieros, en 1913 Manuel Ugarte y en 1915 Alfredo Palacios, aunque este último retornó más adelante.
Ugarte regresó a su país en agosto de 1903 y se vinculó de inmediato al Partido Socialista, en particular con José Ingenieros y Alfredo Palacios. Estos jóvenes junto a Leopoldo Lugones conformaban un ala dentro del partido que se destacaba por su carácter combativo que contrastaba con el conservadorismo característico de Juan B. Justo y que tiñó al partido a lo largo de muchos años.
Al ingresar al Partido Socialista su militancia le absorbió gran parte de su tiempo, se dedicó con alma y vida a la difusión de su ideario, participa de actos y conferencias, intercambia opiniones con sus correligionarios. Pero la literatura también continuó siendo parte importante de su vida, colaboró con uno de los mejores novelistas del país, Manuel Gálvez del que fue un gran amigo.
Manuel Ugarte fue uno de los sostenedores de la candidatura a diputado de Alfredo Palacios, convertido en 1904 en el primer diputado socialista de América.
En marzo de 1904, Ugarte retornó a Europa, había sido designado por el partido como delegado al Congreso de la Internacional Socialista de Amsterdam.
A todo esto dos nuevos trabajos literarios conocieron la luz, "Novela de las horas y los días" y "Visiones de España".
En el Congreso Socialista de Amsterdam, una de las discusiones se centró en si los socialistas debían colaborar con los gobiernos burgueses, otro tema más importante fue la posición del socialismo ante el colonialismo, Ugarte pudo comprobar como un delegado, el holandés, defendía al colonialismo, no obstante, la declaración final del Congreso repudió al imperialismo y al colonialismo. La prensa oligárquica de la Argentina criticó a Ugarte porque "... ha presentado a la Argentina como país atrasado en el cual la vida del trabajador es penosa por falta de libertad y protección del estado. La actitud de Ugarte no puede ser más antipatriótica"
Al regresar a París aparecía un nuevo libro, esta vez titulado "Mujeres de París", mientras tanto, seguía publicando notas en diversos periódicos.
Desde Buenos Aires le llegó en 1906, una propuesta para presentarse como candidato a diputado del Socialismo, pero Ugarte no aceptó la postulación, señalando que por haber nacido en una familia burguesa debía servir a la clase obrera en calidad de soldado y no como jefe, si bien aceptaba la inclusión de algunos intelectuales entre los candidatos, propugnaba que sean los propios obreros quienes ocuparan las listas del socialismo.
Su próximo trabajo fue el libro "El arte y la democracia" , una recopilación de artículos perodísticos. Poco tiempo después editó "Una tarde de Otoño, sinfonía sentimental", obra intimista, alejada del fragor de la lucha política.
Ugarte publica en 1906 una antología de autores latinoamericanos que tuvo el nombre de "La joven literatura hispanoamericana". La intención era hacer conocer a Europa a los escritores americanos, así incluyó trabajos de Rubén Darío, Ricardo Rojas, Alfredo Palacios, Leopoldo Lugones, Rufino Blanco Fombona, José Enrique Rodó y varios más.
A continuación fue la hora de "Enfermedades sociales" donde criticaba al racismo, la burocracia, el individualismo, la superstición, y otros males sociales de acuerdo la visión de Manuel Ugarte.
A medida que ahondaba su compromiso social y nacional, encontraba puertas cerradas, el diario La Nación se negaba a publicar su artículo titulado "Las razones del arte social", donde abogaba por el compromiso del artista, alegando que aquellos que querían mantener el arte puro, también asumían una definición política.
En 1907, Ugarte participó de otro Congreso de la Internacional Socialista, esta vez en Stuttgart, que contó con la presencia de Lenín, Rosa Luxembugo, Jean Jaurés, Kautsky, Plejánov, entre otros.
El Congreso tiene dos importantes temas a tratar, la posición ante una posible guerra mundial y la actitud ante el colonialismo.
En ambos temas se vislumbró la decadencia de la socialdemocracia europea, que asumiendo posiciones nacionalistas de sus respectivos países imperialistas, dejó de ser consecuente con el antiimperialismo y el anticolonialismo. Van Kol, un holandés, llegó a afirmar: "En circunstancias determinadas, al política colonial puede ser obra de civilización". Pero no es el único, cada vez los socialistas eran más parecidos a los burgueses de sus respectivos países.
1908 fue el año de la aparición de otro de los tantos libros, su nombre esta vez era "Burbujas de la vida", poco después se conoció "Las nuevas tendencias literarias". En estos últimos libros realizó una abierta defensa de la cultura nacional, y cuestionaba el internacionalismo intelectual como forma de paralizar la creación artística de América Latina.
La casa de Manuel Ugarte en París se convirtió en el lugar obligado de visita de la inmensa cantidad de intelectuales latinoamericanos de visita en la ciudad.
Luego del Congreso de Stuttgar, Ugarte profundiza el tema de la cuestión nacional, este tema lo alejará de la conducción del socialismo argentino. El tema central de este asunto era diferenciar claramente el patriotismo de un país central que deviene en imperialista y el mismo en naciones débiles como lo son las latinoamericanas, que es el único escudo para defenderse de la intromisiones extranjeras. Para Manuel Ugarte el socialismo en Latinoamérica debía tener un gran componente nacional que opusiera resistencia a los imperialismos anglosajones.
En 1909 se desató una crucial polémica dentro del Partido Socialista de la Argentina, Manuel Ugarte fue atacado desde las páginas de La Vanguardia, también lo fue Alfredo Palacios por sostener que el internacionalismo socialista no debía excluir la cuestión nacional, además ese mismo año aparecía el libro "Teoría y práctica de la Historia" de Juan B. Justo donde defendía las ideas más reaccionarias, como el librecambismo y el carácter civilizador del imperialismo en casos como el de Puerto Rico, anexado por los Estados Unidos.
Ugarte concluyó su ensayo "El porvenir de la América Española", hacía algunos meses que se había radicado en Niza por razones de salud, pero en marzo de 1910 regresó a París, donde dio a conocer "Cuentos argentinos".
En 1910 se realizó un nuevo congreso de la Internacional Socialista en Copenhague, pero esta vez el PS de la Argentina envía a Juan B. Justo, en vez de designar a Ugarte que se encontraba en Europa, este hecho muestra el recelo de la conducción del partido hacia las ideas nacionales de Manuel Ugarte.
Su producción literaria fue profusa, en 1910 y 1911, edita los libros: "Letras y letrados de Hispanoamérica", "La evolución política y social de Hispanoamérica", "Los cantos de la prisión y el destierro" y "Los estudiantes de París".
Pero su obra política más importante de esos años fue "El porvenir de la América Española", a pesar de estar alejado desde hace tiempo de América, su pensamiento arraigaba en las tradiciones democráticas y revolucionarias el continente, sus ideas se encontraban entre las más lúcidas del momento, no sólo logró desentrañar el carácter destructivo del imperialismo para los países hispanoamericanos, también vislumbró el carácter reaccionario jugado por las oligarquías nativas asociadas al capitalismo extranjero. Comparaba las dos Américas y concluye que sólo la Unión de los pueblos del sur les permitirá hacer frente a las grandes potencias que tienen sus apetencias sobre estas naciones.
Además realizó una serie de propuestas para terminar con la situación semicolonial, como la nacionalización de los servicios esenciales, distribución de la tierra y liquidación de los latifundios, defensa de la cultura nacional.
En tanto La Vanguardia, el órgano socialista, salió al cruce del libro de Ugarte señalando "Muchos han venido agitando la opinión del peligro yanqui. Pero los pueblos no los han escuchado... Y si la propaganda alarmista no encuentra eco en ellos debe ser porque el peligro no existe". Nuevamente el socialismo argentino salía a defender al imperialismo con una frase contundente: "Tenemos motivos para creer que la intervención o conquista de las repúblicas de Centro América por los Estados Unidos puede ser de beneficios positivos para el adelanto de las mismas".
Junto al "Porvenir de la América Española" surge la idea de realizar una gira por todo el continente para la difusión de las propuestas desarrolladas en el libro. El 29 de octubre de 1911 comenzó su recorrido por América Latina en el deseo de tomar contacto con una realidad y un pueblo a los que había defendido con la pluma.
Su primer destino fue La Habana, su primera impresión fue la influencia norteamericana en la isla, su moneda era el dólar, con una gran cantidad de comerciantes yanquis. Cuba estaba bajo el dominio norteamericano, Ugarte puede verificar como las clases acomodadas de Cuba colaboraban con los invasores, en tanto que los humildes desconfiaban de la presencia gringa.
Realizó varias conferencias, recibió los ataques de los sectores al servicio de los intereses norteamericanos, Ugarte responde: "No hemos conquistado la libertad para renunciar a ella en favor a otros pueblos..." Se refería al intento de los Estado Unidos en reemplazar a España en su dominación de la isla caribeña.
La presencia de Manuel Ugarte en Cuba provoca el resurgimiento de sectores estudiantiles y populares que bregaban por la definitiva independencia cubana con una visión de integración Latinoamericana.
El próximo destino el México revolucionario, donde se entrevistó con el presidente Francisco Madero, pero se desilusionó por su escaso interés en rozar intereses norteamericanos.
Ugarte también tuvo inconvenientes para realizar sus conferencias en México, algunos empresarios se negaron a alquilar sus locales y teatros; el gobierno y el congreso analizaron la posibilidad de prohibir sus conferencias, presionados por los norteamericanos. Pero una movilización de los estudiantes, obligó a Manuel Ugarte a salir al balcón del hotel y pronunciar una improvisada alocución.
Un diario mexicano titulaba: "Dos gobiernos contra un sólo hombre" y comentaba en su interior: "Los Estados Unidos tienen medio de la palabra vibrante del poeta argentino Manuel Ugarte. El gobierno de México ayuda al embajador norteamericano a poner obstáculos para lograr que Ugarte no hable". En tanto un diario norteamericano informaba que la embajada argentina en México también estaba presionando para callar a Ugarte.
Finalmente luego de varias, idas y venidas, Ugarte logró dar su conferencia en un teatro, con gran cantidad de gente que no pudo ingresar por encontrase abarrotado, en su exposición volvió a denostar al imperialismo y abogar por la Unidad de América Latina.
En febrero de 1912 llegó a Guatemala donde el Ministro de Relaciones Exteriores le indicó que podía exponer sobre literatura, pero no podía realizar discursos contra los Estados Unidos, la justificación estaba dada en que se esperaba, en poco tiempo. la visita del Ministro de Relaciones Exteriores norteamericano, Philander Knox.
En razón de la prohibición de realizar sus conferencias en Guatemala se dispuso a partir rumbo a San Salvador, pero le avisan que como en ese país se encontraba de gira el Sr. Knox, no podía aceptarse su arribo. Hasta el embajador argentino hizo gestiones para que Ugarte no pudiera continuar con su gira.
Por fin pudo dirigirse a Honduras, donde sí le permiten realizar sus discursos: "...lo que he venido reclamando sin tregua, ha sido justicia para las repúblicas hermanas que se ahogan bajo la avalancha del imperialismo..."
Luego que Knox abandonó El Salvador, se permitió la visita de Manuel Ugarte, donde fue recibido por una cálida manifestación de apoyo a sus ideas, tanto estudiantes como obreros concurrieron a su exposición. Pero a poco de estar el presidente Araujo prohibió su conferencia cuyo tema era "América Latina ante el imperialismo". La juventud manifestó para que se levante la prohibición, este reclamo tiene éxito y se realiza la disertación en la Federación Obrera.
El próximo destino fue Nicaragua, país al que el imperialismo norteamericano tenía absolutamente sometido, las aduanas se encontraban en manos de funcionarios yanquis, los puertos nicaragüenses habían sido bombardeados por los marines. Ni bien llegó Ugarte el jefe de policía le expresó que no podía ingresar al país.
Las tropas norteamericanas ocupaban las principales ciudades nicaragüenses, bajo el pretexto de cobrar la deuda externa. Se realizaban colectas populares para poder hacer frente a la deuda y lograr la independencia del país.
Ante la imposibilidad de ingresar a Nicaragua, Ugarte se valió de los obreros portuarios para hacer llegar un mensaje a su pueblo: "Al cerrar la puertas del país al escritor de la misma raza que habla la misma lengua y que defiende los intereses comunes de los latinos del Nuevo Mundo, después de haber recibido poco menos que de rodillas al representante de la nación conquistadora, el gobierno ha puesto en evidencia los compromisos que lo ligan con el extranjero".
Luego llega a Costa Rica, donde también tiene dificultades, realiza declaraciones a un periódico pero por la intervención del gobierno no son publicadas, pero como compensación una entusiasta manifestación lo recibe. En Costa Rica puede realizar su conferencia, pero la manifestación que lo sigue intenta ser disuelta por la policía.
Esta recorrida por América Latina llena de problemas reafirman en él su antiimperialismo norteamericano y su convicción en la necesidad imperiosa de unión de esos países del continente, a su vez se distancia de las ideas socialistas a las que ve un tanto alejadas de la realidad de esta región, no obstante lo cual, siempre fue un defensor decidido de los derechos obreros.
Luego de Costa Rica decidió llevar su palabra también a los Estados Unidos, donde no ahorró críticas a la política imperial de ese país, las anexiones de los estados mexicanos, la invención de la República de Panamá separándola de Colombia, para poder adueñarse del Canal, el empréstito oprobioso a Nicaragua, cada una de las tropelías norteamericanas fueron recordadas por Manuel Ugarte en el seno del gigante imperial.
Su próximo objetivo fue Panamá, país inventado por los intereses estadounidenses, se entrevistó con el presidente, quién le reconoció su imposibilidad de fijar las políticas nacionales porque toda la economía estaba en manos norteamericanas.
El siguiente destino fue Venezuela, donde fue recibido por el fervor de manifestaciones populares, se emocionó ante la tumba de Bolívar, y volvió a llamar a seguir el camino iniciado por los libertadores San Martín y el mismo Bolívar.
Llegó a Colombia en noviembre de 1912, fue recibido con mucho entusiasmo en las varias ciudades que visitó. En Bogotá convocó a 10.000 personas.
Ecuador también le brindó una cálida recepcióne, en el teatro de Guayaquil ante 3000 concurrentes les grita su fórmula de rigor: "Unámonos". Ese mismo reclamo se escuchó en Quito junto a otro que decía "América Latina para los Latinoamericanos".
En Perú colocó flores ante los monumentos de Bolívar y San Martín. Casi 4.000 personas se reunieron para escucharlo. Aquí explicó que su nación es América Latina y que si uno de los países que la integran se encuentra en peligro, todos lo estaban.
Ante el cambio de gobierno en los Estados Unidos, Wilson asume en reemplazo de Taft, Manuel Ugarte dio a conocer una Carta Abierta al Presidente de los Estados Unidos que es un largo enunciado de los desbordes imperialista efectuados por ese país en los últimos años. Sin hacerse esperanza, sabía que más allá de los partidos políticos existía un sistema que no iba a cambiar por la voluntad de algunas personas.
La declaración adquiere una gran repercusión en América, aunque los medios periodísticos pro-imperialistas como El Mercurio de Chile intentaron desvirtuar su prédica, ese diario atacó el texto de Ugarte.
En esos momentos le llegó el ofrecimiento de un grupo de socialistas argentinos para ser candidato a senador, pero lo rechazó, sus diferencias con la conducción del Partido Socialista se habían agudizado y consideraba incorrecto aceptar un lugar desde donde debía defender ideas contrarias a sus convicciones.
En Bolivia se vio reconfortado por el espíritu nacional que imperaba en ese digno y sufriente país. En su discurso en La Paz fue interrumpido por numerosas ovaciones de un público enfervorizado. El embajador norteamericano lo criticó duramente y Manuel Ugarte sin dudarlo le envía los padrinos para batirse a duelo, la intervención del embajador argentino, evitó el lance.
Llegó a Chile luego de los agravios de la prensa reaccionaria chilena, el clima era tenso hacia su persona, no obstante lo cual obtiene una gran repercusión entre los sectores populares.
Por fin se hizo la hora de regresar a su país, al llegar a Buenos Aires, sólo unos pocos amigos lo estaban esperando, precisamente él que había congregado multitudes por toda América Latina, su llegada no provocó el menor interés, ni siquiera una delegación del Partido Socialista.
A los pocos días concurrió a una reunión del Comité Ejecutivo del P.S. donde sostuvo una agria discusión con sus integrantes que seguían apegados a consignas internacionalistas, desconociendo y despreciando la concepción latinoamericanista y anti-imperialista de Manuel Ugarte.
También el ambiente cultural de la ciudad cosmopolita lo recibió con indiferencia o abierta resistencia, al principio no conseguía teatros para realizar su campaña, finalmente con el apoyo de los estudiantes, obtuvo un lugar para dar sus conferencias, una multitud mayor a las 10.000 personas se nucleó para escuchar al vibrante orador.
Les señaló: "Allí donde hay un territorio latinoamericano en peligro, allí está nuestra patria". Además indicó aquellos sectores económicos en que las empresas norteamericanas habían colocado sus manos y debía seguirse con atención sus maniobras, se refería a los frigoríficos que monopolizaban el comercio de la carne, junto a los ingleses, y el petróleo donde comenzaban a actuar las empresas de esa nacionalidad.
A partir de ese momento mantuvo una serie de polémicas con el órgano oficial del P.S., La Vanguardia, que comenzó cuando esta celebró el surgimiento de Panamá, territorio que había sido sustraído a Colombia, para que los Estados Unidos pudieran construir sin interferencias el Canal. Manuel Ugarte se indignó y protestó por el agravio hacia Colombia.
Desde La Vanguardia se desató una campaña contra él, se decían cosas como: "viene empapado de barbarie, ..pueblos de escasa cultura, países de rudimentaria civilización..." así veían los socialistas argentinos al resto de América Latina, pero eran muy timoratos al referirse al Imperio del Norte, al referirse a Ugarte decían que venía a pedir una solidaridad "para combatir por la hostilidad sin objeto a los Estados Unidos".
El 1° de agosto de 1913 se dirigió hacia Montevideo donde fue recibido por el presidente de Uruguay, Battle Ordoñez, quién lo trató cordialmente pero le señaló que ese país seguiría con su política tendiente a aislarse del resto de América.
Realizó un acto de estricta justicia, contrariando la tendencia de la historia oficial argentina, homenajeó al gran procer latinoamericano José Artigas, demostrando que también se había sacudido las mentiras construidas por la versión liberal y oligárquica de la historia mitrista que había denostado al gran Artigas. Luego realizó su conferencia con el mismo entusiasmo de siempre.
Su próxima parada fue Brasil, recibió toda la adhesión de los estudiantes pero en general en ese país existían fuertes vínculos con los Estados Unidos, por lo cuál la repercusión no fue la misma que en otros países.
Por fín llegó al último país de su gira latinoamericana, Paraguay donde tuvo un recibimiento importante, especialmente de los jóvenes.Concluida la gira retornó a Buenos Aires.
Al poco tiempo de regresar se produjo un incidente que lo alejó definitivamente del socialismo y de sus viejos amigos, por un problema con un discípulo de Alfredo Palacios, éste y Ugarte decidieron batirse a duelo, dos que habían sido amigos se vieron enfrentados irreconciliablemente. A raíz de esto la policía lo obligó a permanecer recluido en su domicilio y el Partido Socialista aprovechó la ocasión para expulsarlo.
Luego de comprometerse a no batirse a duelo en Argentina quedó levantada la detención, pero cuando los dos duelistas se dirigían a Colonia para concretar el lance, una lancha de la Prefectura les impide continuar. Luego de esto, Palacios y Ugarte decidieron dar por terminada la cuestión.
Otra mala noticia para Ugarte fue la visita del ex-presidente norteamericano Roosevelt a Buenos Aires donde fue recibido con todos los honores, incluidos los elogios de los socialistas. El 7 de noviembre de 1913 Roosevelt habló en el Colon, el mismo teatro que el intendente Anchorena le había negado a Ugarte.
En su carta de renuncia al P.S. donde explicaba las muchas diferencias que lo separaban de esa agrupación, cuestiona su posición anti-militarista, su inclinación anti-religiosa, llamando al respeto de todas las creencias, se opone a la abolición lisa y llana de la propiedad, a la vez que se declara partidario del fraccionamiento, o sea la democratización de la propiedad, pero por sobre todas las cosas rechaza la enemistad del socialismo argentino con el concepto de patria, en tanto que él reafirmó su amor por su nación y su bandera.
A comienzos de 1914 surgió en Buenos Aires, la Asociación Latinoamericana a instancias de Ugarte, la misma se conformó luego de las manifestaciones organizadas por una nueva intervención norteamericana en México que concluyó con el golpe de estado de Huerta. Esta organización estaba formada principalmente por grupos juveniles y algunos centros obreros.
La nueva institución realizó actos públicos para denunciar la actividad del imperialismo norteamericano en Latino América y para bregar por la Unidad de esos países, contó con la indiferencia del periodismo en general y los partidos políticos.
1914 fue el año de comienzo de la Primera Guerra Mundial, la social-democracia, con algunas honrosas excepciones, se volcó al apoyo de sus respectivas burguesías en sus ansias de expansionismo imperial. El admirado por Ugarte, Jean Jaurés, fue asesinado, para silenciar unas de las voces opuestas a la guerra.
Mientras tanto la Asociación Latinomericana exigía que los yacimientos petrolíferos descubiertos en Comodoro Rivadavia quedaran en manos estatales y no fueran entregados a los monopolios extranjeros.
Cada nueva agresión norteamericana contó con la respuesta vibrante y apasionada de la Asociación, en 1915 ante un nueva amenaza a México, Ugarte reunió más de 10.000 personas en la Plaza Congreso.
Continuó en la defensa de los países de América Latina agredidos, mientras gran parte de la intelectualidad argentina, de los partidos políticos y la prensa, se sumaban a la defensa de Francia e Inglaterra en la guerra. Manuel Ugarte no se dejó engañar por la prédica imperial, y mantuvo su posición neutralista, alejada de cualquiera de los bandos que se querían repartir el mundo sin importarles la masacre que estaban provocando.
El 24 de noviembre de 1915 apareció el periódico La Patria dirigido por Manuel Ugarte sus objetivos: defender la industria nacional, combatir los monopolios, oponerse al imperialismo, bregar por una reforma cultural.
Desde las páginas de La Patria, comenzó a transitar un camino que nadie había realizado en la Argentina hasta ese momento, como fue denunciar al imperialismo británico. Argentina se había constituido producto de la dependencia económica, en una semicolonia de Inglaterra, pero nadie se había percatado de eso. La Patria comenzó de denunciar la actitudes agresivas de Inglaterra y la función lesiva para nuestro país que desempeñaba el ferrocarril en manos inglesas.
Pero el país estaba ocupado en otra cosa, conflicto mundial y las elecciones presidenciales no daban tiempo para pensar en los grandes temas que eran silenciados sistemáticamente, por la gran prensa y los partidos políticos. El 15 de febrero de 1916 aparecía el último ejemplar de La Patria.
Ese año se produjo una nueva agresión de los Estados Unidos a México y la Asociación Latinoamericana volvió a expresar su repudio, ante el silencio generalizado que no quería enemistarse con el imperio del norte.
El 12 de octubre de 1916 la democracia irrumpe en el país de la mano de Hipólito Yrigoyen, Ugarte no depositó demasiadas expectativas en el caudillo popular, nos obstante ve con simpatía la actitud internacional de Yrigoyen en el sentido de mantener la neutralidad argentina.
En abril de 1917 llegó a Méjico invitado por el gobierno de ese país por haber sido uno de los más consecuentes defensores de la soberanía mexicana contra las continuas agresiones yanquis. Más de 5.000 personas lo recibieron al llegar a la capital del país, enseguida es recibido por el presidente Carranza.
Ya de regreso visitó Panamá y con gran tristeza fue testigo de la obra imperial en ese pedazo de territorio amputado a Colombia
El 6 de abril de 1917 ingresó en la guerra Estados Unidos, poco después lo hizo Brasil, mientras en Buenos Aires los sectores sumisos a Inglaterra y los Estados Unidos desataron una campaña para el ingreso de Argentina en la carnicería mundial, tres viejos conocidos de Ugarte se sumaron mansamente al reclamo imperial: ellos eran Ricardo Rojas, Leopoldo Lugones y Alfredo Palacios. La firme actitud del gobierno de Yrigoyen, con el apoyo de un grupo reducido de intelectuales, entre los que se encontró Ugarte, defendieron el interés nacional manteniendo a la Argentina alejada de una guerra que fue un negocio para unos pocos imperios en su reparto del mundo.
Por esos años recibió los mayores ataques que no le perdonaron no sumarse al griterío de los que pedían sacrificar jóvenes vidas argentinas para la expansión de Inglaterra y los Estados Unidos, muchos de sus amigos abandonaron su compañía, los diarios lo calumniaban y hasta la relación con el estudiantado se enfrió notoriamente. Otro patriota recibió un trato similar, era el digno presidente de la Nación. Pero nunca estos dos hombres llegaron a entenderse.
1918 fue el año de la Reforma Universitaria, movimiento estudiantil que cambió el carácter oligárquico de la educación argentina, planteando la democratización de la enseñanza a la vez que levantaba banderas latinoamericanas y anti-imperialistas, muchos de los líderes de este movimiento simpatizaban con Manuel Ugarte, y él mismo intervino llevando su apoyo activo a los estudiantes.
Pero ese mismo año fue muy duro para él, muere su padre y en su país, no tenía posibilidades de expresarse, recibiendo acusaciones calumniosas de simpatizar con los alemanes, con la derrota de estos, sabía que tanto Inglaterra como los Estados Unidos se lanzarían a continuar su expoliación de América Latina. Presenció el festejo de la oligarquía y la clase media de Buenos Aires por el triunfo de los aliados, Manuel Ugarte ya había tomado una resolución a principios de 1919 se dirigió nuevamente a Europa, esta vez a Madrid.
Dos años después se trasladó a Niza por razones de salud, con dificultades económicas se vio obligado a escribir artículos periodísticos sobre temas de escaso interés para su gusto. Paralelamente aparecieron dos libros suyos con el objeto de obtener recursos para su subsistencia, sus títulos: "Poesías Completas" y "Las espontáneas".
El 19 de julio de 1922 apareció uno de sus libros más importante, "Mi campaña hispanoamericana", donde aparecieron muchos de los discursos que pronunció en su gira por Latinoamérica, al poco tiempo un diario mexicano suspendió la colaboración de Ugarte en ese medio, cada vez se le hacía más dificultoso sobrevivir, los agentes del imperialismo presionaban para su expulsión de todos los medios de difusión de ideas.
No obstante las dificultades, no se detenía y continuaba a un alto costo personal, con su prédica, poco tiempo después aparecía otro libro de gran importancia: "La Patria Grande".
Fines de 1923, momento de la aparición de otra obra fundamental, "El destino de un continente", con el relato de su campaña por América. En este trabajo profundizaba en el accionar imperial de Inglaterra en el sur del Continente. Con la aparición de este nuevo libro, Ugarte volvió a perder otras fuentes de trabajo por periódicos que cortaron su colaboración.
En 1924 sufrió un duro golpe con la muerte de su madre, Poco después pareció su libro "El crimen de las máscaras", en esta obra aparecían arquetipos que mostraban el funcionamiento de la sociedad oligárquica: el dueño de los medios de difusión, el político que hacía lo contrario de lo que proclamaba, el senador que formaba parte de comisiones que nunca resolvían nada, el oligarca que domina al gobierno, el trepador, el militar como mucho músculo y poco cerebro, escritores que plagiaban, y frente a ellos los estudiantes y un idealista. La novela contenía mucho de autobiografía, mostraba toda la desolación del luchador que se enfrentaba a los poderosos.
Comienzos de 1926 fue el momento de la aparición de un nuevo libro "El camino de los dioses", al año siguiente editó "La vida inverosímil", ambos trabajos le dieron un cierto respiro a sus ya crónicas dificultades económicas.
Una nueva invasión norteamericana, esta vez a Nicaragua vuelve a hacer levantar la voz de Manuel Ugarte, todos los antiimperialistas consecuentes le solicitan su opinión, estableció correspondencia con Víctor Raúl Haya de La Torre y José Carlos Mariátegui en Perú, también con el Partido Nacionalista de Puerto Rico.
En 1927 fue invitado por el gobierno ruso al festejo de los diez años de la Revolución, en ese momento se estaba librando la batalla por el poder entre Stalin y Trotsky. Sin adherir al régimen imperante en la Unión Soviética, Ugarte rescató ciertos aspectos de esa Revolución.
Ante la invasión norteamericana a Nicaragua, la dignidad y la valentía de Augusto Cesar Sandino se levantó para hacer frente a la agresión imperial. Manuel Ugarte expresó toda su admiración hacia el guerrillero, y se sintió identificado con su posición al señalar: "El general Sandino ha puesto en acción el pensamiento que yo defiendo desde hace veinte años".
Sandino le hizo llegar una carta, agradeciendo el apoyo recibido y reconociendo en él a una de las figuras más importante del patriotismo latinoamericano.
Durante el año 1929 redobló sus esfuerzos en el apoyo de Sandino, quién cada vez se encontraba más solo, ante el silencio de los gobiernos latinoamericanos temerosos de las represalias norteamericanas. Ugarte contrastó la euforia existente en países como la Argentina, por la Guerra Mundial y el escaso interés por la desigual batalla de Sandino contra el gran imperio.
Cuando en septiembre de 1930 cayó el gobierno de Yrigoyen, la situación de Ugarte era por demás problemática, en difícil situación económica y cada día que pasaba se le cerraban nuevas puertas de los medios para expresarse, la década del 30 fue una era reaccionaria en casi todo el mundo y eso afectaba gravemente en el ánimo del gran luchador, pero ni las peores penurias podían doblegarlo.
En octubre de 1932 publicó un nuevo libro "El dolor de escribir" donde reafirmaba su voluntad de liberación hispanoamericana, expresando también las dificultades de todo intelectual que intentara enfrentar a la fabulosas fuerzas del imperialismo, recibiendo calumnias, persecuciones y silencios.
Por ese mismo tiempo recibió una carta de Sandino que le dice: "Su nombre, señor Ugarte, hace mucho tiempo que es familiar entre nosotros y sus escritos por uno u otro motivo, siempre nos llegan y nos han servido de estímulo en nuestra gran jornada libertaria de siete años, que apenas son las preliminares de la gran batalla espiritual, moral y material que Indoamérica, por su independencia, tiene que empeñar contra sus tutores Doña Monroe y el Tío Sam, y probarles que nuestros pueblos han llegado a su mayoría de edad".
Ugarte debió vender su casa en Niza y alquilar en París, también las joyas de su mujer Teresa debieron venderse para subsistir, agobiado como estaba por las deudas.
El 21 de febrero de 1934 Manuel Ugarte y toda América Latina recibían una pésima noticia, Sandino era apresado y asesinado inmediatamente, el jefe de la Guardia Nacional y luego dictador, Anastasio Somoza hacía el trabajo sucio de sus amos norteamericanos.
En 1935 decidió regresar a Buenos Aires, pero no siquiera tenía dinero para comprar los pasajes, por lo que debió tomar una dolorosa decisión: vender su biblioteca.
Desde 1919 faltaba de Buenos Aires, al poco de llegar restableció relaciones con Alfredo Palacios quién lo invitó a reingresar al Partido Socialista, varios dirigentes más, también insistieron en el ofrecimiento. Luego de pensarlo, aceptó reincorporarse al partido.
Pero este nuevo intento no podía durar demasiado, al año siguiente fue expulsado luego de haber descargado una serie de críticas contra la conducción partidaria y las viejas ideas del partido.
Paralelamente le fue ofrecida la dirección de una revista mensual "Vida de hoy", durante un año y medio se publicó esta revista, que le permitió tener un lugar donde expresarse y además obtener algunos recursos con los que sobrevivir.
La Argentina estaba en plena Década Infame, Europa amenazada por el nazismo y la Unión Soviética bajo la férrea conducción stalinista, ese clima político, más la imposibilidad de continuar con la revista lo sumieron en un profundo pesimismo, además lo conmovieron profundamente los suicidios de Leopoldo Lugones, Horacio Quiroga y Lisandro de la Torre, y especialmente el de su gran amiga Alfonsina Storni.
La pena le hizo dejar nuevamente Buenos Aires, esta vez para instalarse en Viña del Mar, Chile, colaboró con varios diarios de ese país, aunque en artículos literarios.
En agosto de 1939 apareció la segunda edición del libro La Patria Grande, ante el inminente comienzo de la segunda guerra, Ugarte fue criticado por cuestionar al imperialismo anglosajón.
Nuevamente sentará posición favorable a la neutralidad señalando que no está ni con Francia, ni con Alemania sino con América Latina, también cuestionará el ambiente favorable entre los medios de difusión y la intelectualidad a declararse partidarios de los aliados. Decía Ugarte que mucho se hablaba en América Latina sobre el posible peligro alemán y japonés, pero nada se señalaba sobre el real saqueo inglés y norteamericano.
Terminaba el año 1941 cuando él concluía de escribir "Escritores Iberoamericanos del 900", donde dio una pincelada sobre gran cantidad de autores a los que mayoritariamente conoció personalmente y tuvo su amistad, desfilan por sus páginas, entre otros: Rubén Darío, Alfonsina Storni, Florencio Sanchez, Gabriela Mistral, Rufino Blanco Fombona, José Vasconcelos.
Luego del triunfo electoral del peronismo el 24 de febrero de1946, sintió que por una vez el pueblo ganaba una batalla y decidió el regreso a su patria. Al llegar a Buenos Aires declaró:"Creo que ha empezado para nuestro país un gran despertar" y que "Más democracia que la que ha traído Perón, nunca la vimos en nuestra tierra. Con él estamos los demócratas que no tenemos tendencia a preservar a los grandes capitalistas y a los restos de la oligarquía".
El 31 de mayo Ernesto Palacio lo acompañó a la Casa Rosada para presentarlo ante el presidente, tanto Perón como Ugarte simpatizaron instantáneamente.
En septiembre de 1946 fue designado Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en la República de México, por primera vez en la Argentina obtenía un reconocimiento a su capacidad y su lucha, y nada menos que en México, país al que había defendido reiteradamente contra las agresiones norteamericanas y donde tenía tantos amigos y discípulos. Ese reconocimiento le llegaba muy tarde, tenía 71 años.
En agosto de 1948, luego de algunas diferencias con el staff de la embajada en México, se lo designa en Nicaragua, donde permaneció poco tiempo, a comienzo de 1949 fue nombrado embajador en Cuba.
Concluía el año 49 cuando fue reemplazado el Ministro de Relaciones Exteriores, Juan Atilio Bramuglia, esto produjo un cambio en la política, luego de algunos roces con los nuevos funcionarios, Ugarte presentó la renuncia y envió una carta a Perón, señalando algunas diferencias por los cambios sucedidos en la Cancillería, sin por eso dejar de apoyar al gobierno.
Alejado de la función pública decidió visitar nuevamente México donde los intelectuales realizaron un homenaje en su honor, luego sigue su ruta hacia Madrid.
En noviembre de 1951 retornó a Buenos Aires con un sólo objetivo, votar por la reelección del Perón, luego del triunfo electoral regresó a Madrid donde permaneció unos pocos días para instalarse nuevamente en Niza donde el 2 de diciembre fallecía.
Manuel Ugarte fue uno de los más consecuentes patriotas latinoamericanos, tal vez por eso, muy pocos en la actualidad conocen su nombre, y menos aún su lucha y la dignidad militante de su inquebrantable antiimperialismo. América Latina necesita rescatar el pensamiento de hombres que como él, dieron todo y no recibieron nada, para revivir el sueño de San Martín y Bolívar.

* Este trabajo se basa en el excelente libro "Manuel Ugarte" de Norberto Galasso. Editorial EUDEBA.1973, que está integrado por 2 tomos.

Fuente: www.elforjista.unlugar.com


Ramos, el arqueólogo*

Por Arturo Peña Lillo

De Jorge Abelardo Ramos se ha dicho mucho y posiblemente se lo seguirá enjuiciando duramente. Hombre atrevido en circunstancias adversas; polemista mordaz y temido cuyos juicios lapidarios no buscan, precisamente, la adhesión, ha optado, en un mundo opuesto y confundido, descubrirle sus falacias. Su brillante pluma fue considerada por José Gobello, que algo sabe de esto, como la mejor de los argentinos contemporáneos. Ramos político, tiene a su favor un mecanismo psicológico que le permite elaborar coherentemente las contradicciones que originan a un socialista su convivencia con el sistema liberal-burgués. Gran admirador de Jauretche, como era éste de Ramos, llegaron a intercambiarse escritos de uno al estilo del otro y viceversa.

Jauretche sostenía que era el único marxista con sentido del humor. Ramos suele observarme oblicuamente y un odio cordial hacia mí lo embarga cada vez que, admirado por las imágenes y metáforas que derrocha en sus charlas, me obligan a recordarle que erró su destino. El hubiera sido el novelista más brillante de Latinoamérica. García Márquez o Vargas Llosa serían admirados discípulos suyos. Su imaginación es pasmosa. Así lo reconoció Alberto Methol Ferré quien, ante un relato que yo le hiciese, expresó: "Ramos es un arqueólogo; con una simple vértebra reconstruye un cliptodonte". El caso era una graciosa reconstrucción de un personaje nacional. Había convenido una entrevista con Miguel Ángel Cárcano, ex alto funcionario de varios gobiernos, que concluyó su carrera como ministro de relaciones exteriores de Arturo Frondizi. Llegado a su domicilio, una sobria y suntuosa mansión en Palermo Chico, esa zona extraterritorial de la Nación y de los más empingorotados de la sociedad argentina, para no caer en el lugar común de decir la oligarquía, departí varias horas con Don Miguel Ángel. Delgado y alto; elegantemente transparentaba el estilo simple y distinguido de su hábito aristocrático. Rodeado de un moblaje rancio, sus libros se habían encuadernado, ya fuera en piel o cuero, en Londres. En un momento dado, no recuerdo por qué motivo, se cuestionó el talento de Arturo Frondizi. Cárcano, hombre acostumbrado a lides intelectuales complejas, me hizo esta observación: "un hombre puede ocultar con éxito un crimen o una amante; nunca su inteligencia". Concretado nuestro objetivo me retiré. Pocos días después, charlando con Ramos le relaté la entrevista. No me dio tiempo a concluir que, en un arranque de histrionismo, me reprodujo diálogos, y maneras de Miguel Ángel Cárcano. A mi pregunta de dónde lo conocía, Jorge A. Ramos me aclaró que jamás tuvo oportunidad de tratarlo. Sabía de su trayectoria política y su proclividad a la excelencia, dado su parentesco con la realeza británica.

Con Ramos he mantenido una relación de más de 30 años. Amistad entreverada con lo comercial y muchas veces encontrada por discrepancias fundamentales.

* (Descripción que hace de Jorge Abelardo Ramos el editor Arturo Peña Lillo en su libro "Memorias de papel. Los hombres y las ideas de una época". Galerna, 1988.)

Fuente: www.abelardoramos.com.ar


Entrevista a Jorge Abelardo Ramos (1975)

LOS ’70: PERONISMO E IZQUIERDA NACIONAL
La Izquierda Nacional no ingresa al peronismo*

–Periodista: Más de una vez se ha calificado como oportunismo su posición de no comprometerse con el Peronismo, a pesar de las grandes coincidencias.
–JAR: El Peronismo fue creado por la irrupción de la clase obrera en los asuntos públicos en 1945, y fue organizado y controlado por un grupo de jefes del ejército de tendencia nacional, a cuyo frente se encontraba el coronel Perón. Nunca se propuso establecer ni el fascismo ni el socialismo, sino desarrollar el capitalismo nacional contra la pretensión imperialista de inmovilizar a la Argentina como factoría agraria. Por eso otorgó grandes concesiones de todo orden a la clase obrera y a las masas populares al mismo tiempo que protegió a la naciente burguesía industrial, aunque recibió la obvia ingratitud de esta última. Nosotros somos socialistas revolucionarios y apoyamos a ese movimiento en tanto dé pasos adelante en la defensa de la Patria y del interés popular. Si no, no.
–¿Y el FIP considera que da pasos adelante?
–El gobierno tropieza con grandes dificultades. Pero quiero agregarle: nuestro compromiso es con la Revolución Nacional. Hay que entender que en la política argentina hay dos grandes campos, el campo nacional y el campo de los intereses vinculados a la factoría agraria y al imperialismo. En cada lado hay una izquierda, un centro y una derecha. Nosotros nos ubicamos en la izquierda del campo nacional.
–El FIP, sin embargo, no ha alcanzado una notoriedad política equivalente a la de otras izquierdas o a la de otros sectores de lo que usted denomina el campo nacional.
–Nosotros somos el reflejo intelectual de un mundo que nace en 1945. No podíamos existir antes y tampoco podríamos existir si no hubiera nacido entonces el Peronismo. Aspiramos a ir creando las condiciones para realizar la Revolución Nacional. Los 900.000 votos que obtuvimos el 23 de septiembre, precisamente indican qué es lo que sucede cuando se logra plantear en el campo nacional una perspectiva revolucionaria. La conciencia de la clase obrera, que es aplastantemente peronista, irá ascendiendo hacia el socialismo. Esa es nuestra tarea.
–Usted critica duramente a los viejos partidos liberales. ¿Tiene el mismo concepto de ciertos sectores de estos mismos partidos que se caracterizan por asumir posiciones de izquierda?
–Mire, el izquierdismo del señor Alfonsín, por ejemplo, surge del bajo precio del novillo y del "desaliento" de los sectores rurales, que en realidad están "desalentados" desde el siglo XVIII, cuando se apoderaron de las grandes tierras de la provincia de Buenos Aires. No hay sustanciales diferencias con la inquietud de Balbín, que también expresa el desaliento de los terratenientes que, cuanto más ricos están, más desalentados se sienten. Incluso, fíjese que la palabra "desaliento" fue patentada por la Sociedad Rural y nunca falta en las declaraciones. Me refiero a la misma Sociedad Rural que a fines del año pasado ofreció un almuerzo a Balbín, quien luego declaró que no había oligarquía vacuna en el país. ¡Qué diría Don Hipólito!
–¿Cómo ubicaría usted a esos sectores que normalmente suelen denominarse "peronistas de izquierda"?
–La verdad es que nunca conocí izquierdistas en el Peronismo. Más bien conocí muchos fascistas. En el Peronismo hay mucha gente que simpatiza con posiciones de izquierda y quiere avanzar hacia el socialismo.
Una gran proporción de ellos votaron el 23 de septiembre con la boleta del FIP. Pero no pueden prevalecer en el aparato del Justicialismo. Allí es más fácil que triunfen los sectores minoritarios que admiran a Mussolini y al fascismo.
–¿Usted quiere decir que esos sectores estarían fuera del Peronismo?
–Sucede que para hacer una política de izquierda hay que estar fuera del Peronismo, puesto que de otra manera se choca inevitablemente con la dirección del Peronismo. Y, en ese caso, termina siendo imposible apoyar al Peronismo y luchar por el socialismo. Nosotros sostenemos esto desde 1946, gracias a una comprensión correcta de la realidad nacional. Lamentablemente, en algunos casos, otros dirigentes políticos que por ese tiempo intentaron comprender el fenómeno peronista con una perspectiva revolucionaria terminaron finalmente haciéndose peronistas, es decir, degradándose políticamente. Para la clase trabajadora y las mayorías populares, la incorporación al Peronismo en 1945-46 significó un enorme avance histórico. Pero los marxistas que entraron al Peronismo abandonaron la ideología del socialismo y si bien comprendieron ciertos aspectos de la "cuestión nacional", ignoraron el más importante: en definitiva, la "cuestión nacional" sólo podrá ser resuelta por el socialismo.
–En su concepto, ¿Perón ha tenido herederos?
–Los herederos de Perón son los que recibieron el poder político que dejó vacante, hacen decretos, están en el gobierno. El problema es que tendrá que verse si tales herederos son dignos del legado. De acuerdo a Goethe: "lo que te ha sido legado, conquístalo para poseerlo".
–El FIP, como muchos grupos de izquierda tradicional, mantiene obstinadamente su independencia. ¿Usted ratifica ese concepto?
–Por empezar, trabajamos para crear las condiciones políticas revolucionarias, como lo dije antes. Por otra parte, las izquierdas tradicionales son otro problema, sobre el que más de una vez he dado mi opinión. Pero, por último, ¿qué sería del porvenir si no existieran quienes lo preparan? Quedaríamos a merced de la astrología.

*Primera publicación: Diario El Cronista Comercial, 20 de febrero de 1975.
Fuente: Izquierda Nacional (Argentina).
Digitalización: Izquierda Nacional (Argentina).
Se tomó la edición de: Marxists Internet Archive, noviembre de 2002: http://marxists.anu.edu.au/espanol/ramos/1970s/1975febrero20.htm


Video de Jorge Spilimgergo (1994) en el que plantea la contradicción globalización imperial o independencia

 


Entrevista a Norberto Galasso (2005)

Por Gabriel Martin

¿Cómo toma la burguesía nacional esta irrupción popular y el surgimiento de Perón como sintetizador del movimiento?

Creo que hay que hacer una distinción muy clara para evitar confusiones entre lo que nosotros llamamos o Jauretche o Scalabrini le llamaron oligarquía, es decir una alianza de los dueños de las grandes estancias de la Pampa húmeda, cuyo símbolo es Anchorena, y el gran comercio importador y exportador de Buenos Aires cuyo símbolo es Mitre, la alianza de esos dos sectores sociales conforma lo que nosotros llamamos la oligarquía, que aliada a los ingleses tuvo ganancias extraordinarias durante décadas que dilapidó en edificios suntuosos como la Cancillería, el palacio donde vivían los Anchorena por ejemplo, viajes al exterior. Dilapidó todo en la medida en que las utilidades de ese sector social no eran utilidades provenientes de explotación de obreros, porque en las estancias son muy pocos los peones rurales, era producto de una renta agraria diferencial que estaba dada por el bajísimo costo que le significaba producir carne. Sobre eso Pinedo y Scalabrini dicen que Francia para producir una cantidad de carne, gastaba de 6 a 8 veces lo que gastaba un estanciero argentino, entonces cuando venden al mercado mundial los distintos países y el precio se genera por la necesidad de cubrir a todos los que tienen que comprar, los que tiene costos bajísimos tienen superutilidades y son una clase social parasitaria que habría que advertir que en realidad no es burguesa, porque burguesa, en el sentido exacto del término burgués, es el que explota trabajadores, reinvierte.
En general la burguesía clásica fue siempre bastante austera, no hace esos derroches parasitarios así, el caso de Miranda que tenía la vivienda de él pegada a la fábrica, es típico del burgués clásico; los otros no, son ausentistas, tienen un campo en Junín y viven en Barrio Norte, hay que hacer una distinción entre eso y este fenómeno de lo que podríamos llamar -con buena voluntad- un empresariado o burguesía más o menos nacional. Son casi todos empresarios que crecen a partir del año ‘35 como consecuencia de la crisis y después durante la guerra.

El caso de Volcán, de los hermanos italianos y luego hijos de inmigrantes con capitales formados por ellos, nacionales, que venden al mercado interno, que llegaron a tener 500 - 700 obreros; el caso de La Vernalesa de Quilmes y que llegó a tener 4.000 obreros, hoy está el edificio en el cementerio de fábricas que hay en esa zona, tiene los vidrios rotos y todo eso. El caso de Di Tella, el papá de los que fueron funcionarios en los últimos años, era una pequeñita empresa que hacía unas maquinarias para amasar pan, unas máquinas muy simples, empieza a hacer después heladeras, lavarropas, y termina haciendo automóviles en el año ‘60, la siambretta (¿???) por ejemplo, la motoneta esta que la llamaban siambretta por Siam, y Di Tella sin embargo era antiperonista. Era italiano, era antifascista y creía que Perón era fascista y le daba importantes sumas, financiaba al Partido Socialista de acá.

Miranda es uno de los pocos que entiende la cosa, que él como empresario tiene que ceder en el convenio colectivo, aguantarse al sindicato, aguantarse que él tiene que pagar la cuota sindical, que esto es un invento para afiliar gente. Había 400 mil afiliados en el año ‘40 y pasa a 2 millones y medio en poquito tiempo, es decir, el obrero se encuentra con que, pagado el sueldo, le descuentan la cuota sindical, entonces si no quiere afiliarse al sindicato no se afilia, pero ya está pagando la cuota, de esta manera se consigue aumentar. Desde el punto de vista burgués-liberal dirían: "Es una afiliación compulsiva". Es compulsiva porque hay que darle fuerza a los sindicatos, entonces el empresario tiene hacer todas esas funciones y bancarse la ley de maternidad en serio, que no se cumplía por ejemplo, el descanso previo y el descanso posterior al parto, tiene que bancarse el delegado de fábrica, tiene que bancarse los Tribunales de Trabajo que fallaban indefectiblemente a favor del obrero, porque el juez de Trabajo de la época peronista partía de que cuando había un problema entre un patrón y un obrero el más débil era el obrero. Después del golpe del ‘55 esos mismos jueces empezaron a fallar siempre a favor del patrón.

Ante esta diferencia de burguesía y oligarquía, ¿por qué la vieja izquierda estrecha filas con la oligarquía para enfrentar a Perón en 1945?

Porque ellos transportan la concepción clásica, el enfrentamiento social del que habla Marx: obreros contra dueños de fábrica y acá eso es una "burrada ideológica", porque Lenin después completando a Marx, porque este no había podido ver el imperialismo entonces... en el proceso del imperialismo hay una asociación de los grandes mineros, de los grandes terratenientes de cada uno de los países latinoamericanos con el imperialismo y la burguesía como industria es saboteada permanentemente, es decir que la contradicción de burguesía-obreros subsiste como una contradicción secundaria, la contradicción principal es el frente nacional contra la oligarquía asociada al imperialismo. Ellos no ven eso; además en el caso del Partido Comunista lo que pasa es que la alianza de la Unión Soviética con los Estados Unidos genera Braden; Braden no es casualidad, es decir ellos juegan siempre con la teoría del socialismo en un solo país, es decir que la teoría de Stalin es que el Partido Comunista de todo el mundo tiene que apoyar a la Unión Soviética, cuando la Unión Soviética crezca y sea muy grande va a imponer el socialismo a todo el mundo. Ya en la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética hace una alianza con los ingleses: "Nosotros no podemos atacar a los ingleses como comunistas" decía Stalin, contra la teoría de la revolución nacional, pero como Stalin es el que triunfa en esa lucha, se produce eso que se llama la "rusificación" de la Internacional, que se pone al servicio de Rusia. No entienden este fenómeno y marcan como enemigo principal, en aquel tiempo y muchos de ahora también, a ese empresariado industrial, que hoy existe en pequeña medida porque durante las dictaduras de Videla, y Viola y Galtieri, gran parte de esas que podían haber sido burguesías nacionales han dejado de mirar al mercado interno, que es el caso que yo decía de Techint, se han transnacionalizado o han dejado Pérez Companc que se unió al Citibank, la señora de Fortabat que estableció relaciones con el Boston por ejemplo. Estos están conformando una nueva oligarquía, los que pudieron ser burguesía nacional. Gelbard en ese sentido, o Miranda, eran expresiones de un empresariado más o menos nacional, no con demasiada conciencia histórica, no nos olvidemos que a Gelbard le quitan hasta la ciudadanía como consecuencia de su peronismo y que Fidel Castro dice que Gelbard fue un gran amigo y gracias a sus negociaciones Perón rompió el bloqueo de los Estados Unidos.

Acá hay una gran diferencia. La de ahora es una burguesía transnacional, Techint es burgués porque explota y reinvierte, pero es una burguesía transnacionalizada, que no le interesa el mercado interno y no le interesa un frente nacional, que le interesa más bien que haya desocupación para torcerle el brazo a los trabajadores, desde lo que pudo ser una burguesía nacional, en el ‘45 donde todos estos que yo mencioné pudieron ser burgueses nacionales, con el correr del tiempo y frente a la presión norteamericana del año ‘76 especialmente, Martínez de Hoz como expresión del Grupo de Rockefeller, se pasan al otro bando, con lo cual igualmente es necesario un frente nacional, pero un frente nacional distinto con desocupados, con piqueteros, con estudiantes, con pequeños propietarios es decir, un pequeño comercio, por ahí el tipo no tiene mucha claridad pero debería acompañar un movimiento nacional.

Fuente: investigaciones Rodolfo Walsh, http://www.rodolfowalsh.org/article.php3?id_article=1477

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