LA FORMACIÓN DE LA CONCIENCIA NACIONAL
(1930-1960)
NOTAS EN ESTA SECCION
Introducción
| Juan José Hernández
Arregui, ese lanzallamas, por José Luis Muñoz Azpiri (h)
| Peronismo y socialismo
(Introducción) ¿Qué es un escritor nacional?,
Juan José Hernández Arregui |
La formación de la
conciencia nacional
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Roberto Vila De Prado
- El pensamiento de la corriente
nacionalista popular (1940-1965) |
Diccionario de los 70
María Teresa Bonet - El peronismo en
el discurso histórico de Juan José Hernández Arregui
  Introducción
"Usted
tiene el mérito de ser uno de los pocos intelectuales que ha sido capaz
de sembrar ideas por las cuales valga la pena morir, o vivir peleando
por su aplicación -que es lo mismo-. Y nosotros hemos leído sus trabajos
hace tiempo, cuando superando la adhesión emocional al peronismo que
nos impulsaba a la acción, debimos buscar bases más firmes y sólidas
para seguir luchando". (carta dirigida a Juan José Hernández Arregui
por Envar El Kadri, de las FAP -Fuerzas Armadas Peronistas- el 15 de
enero de 1970.)
Nació en Pergamino, el 29
de septiembre de 1913, y falleció en Buenos Aires, el 22 de septiembre
de 1974. Cursó Derecho en la Universidad de Buenos Aires, pero debió
trasladarse a Villa María (Córdoba), y en 1931 se afilió a la UCR yrigoyenista,
y escribió en sus órganos periodísticos Debate, Doctrina Radical y La
Libertad. Durante la década de 1940, estudió en la Facultad de Filosofía
y Letras de la capital cordobesa, en la que tuvo como principal maestro
al insigne Rodolfo Mondolfo, y allá se graduó con una tesis sobre "Las
bases sociológicas de la cultura griega" en 1944.
En 1947, se produjo un primer acercamiento al peronismo, de la mano
de Arturo Jauretche, quien lo llevó a colaborar en el gobierno bonaerense,
como Director de Publicaciones y Prensa del Ministerio de Hacienda.
Por ese tiempo disertó sobre "La Universidad y la Reforma del 18", en
vísperas de sancionarse una Ley Universitaria. En 1948 empieza su labor
docente en la Universidad Nacional de La Plata, como Profesor Adjunto
de Introducción a los Estudios Históricos, y en la Facultad de Ciencias
Económicas de Buenos Aires, hasta el golpe setembrino de 1955.
Entre sus obras se cuentan: Imperialismo y cultura (1957), La formación
de la Conciencia Nacional (1960), ¿Qué es el ser nacional? (1963), Nacionalismo
y liberación (1969), y Peronismo y socialismo (1972). Juan Perón, en
carta del 10 de diciembre de 1969 en que le agradece el envío del libro
de ese año, formula un cálido elogio de toda su obra. En uno de sus
párrafos le dice:
"Por todo lo que ustedes
hacen allí con la difusión de la verdad tantos años oculta, yo deseo
como argentino hacerles llegar, junto con mi encomio más entusiasta,
mi felicitación más sincera. La causa de la revolución necesita de algunos
realizadores, pero no menos de muchos predicadores que, empeñados en
la tarea de persuadir, no cejen en el empeño de incendiarlo todo si
es preciso.
Fermín Chávez, prologando la reedición del libro"¿Qué es el ser nacional"
dice: ..."De seguro que más de un lector se verá sorprendido por tesis
expuestas por quien vulgarmente aparece asociado al marxismo tradicional.
Así en un punto histórico que ha sido hegemonizado por la "leyenda negra".
Repasemos en lo que escribió Juan José:
"El menosprecio hacia España arranca de los siglos XVII y XVIII como
parte de la política nacional de Inglaterra. Es un desprestigio que
se inicia con la traducción al inglés, del libro de Bartolomé de las
Casas "Lágrima de los indios: relación verídica e histórica de las crueles
matanzas y asesinatos cometidos en veinte millones de gentes inocentes
por los españoles". ."El título lo dice todo. Un libelo"
 
La revista Peronismo y Socialismo
apareció en septiembre de 1973, dirigida por Hernández Arregui,
Peronismo y Liberación salió a la calle en agosto de 1974,
luego de la muerte de Perón, continúa la línea de Peronismo
y Socialismo, solo que cambia de nombre. Clic en las
imágenes para descargar las revistas. |
El análisis que nuestro
autor realiza del intelectual pequeño burgués no concuerda con la visión
tradicional de la izquierda internacionalista, ratificada por autores
socialistas y comunistas. Sus observaciones responden a un realismo
histórico, sin idealizaciones:
"La clase media tiende a
la formación de grupos intelectuales que fluctúan, por diversos motivos,
entre las élites que miran hacia arriba y los ghettos espirituales que
miran hacia abajo. Esto explica la abundancia de intelectuales de izquierda
que se pasan a la derecha ideológica, al conservatismo social. En realidad,
los intelectuales son los que sienten más vivamente esta situación incierta
que ocupan en la sociedad. Mientras la perspectiva de descender les
lleva a la comprensión de la lucha que libra la clase trabajadora por
otra parte les estimula a no caer en ella".
La enseñanza oficial que dominó en la Argentina a partir del llamado
"proyecto del 80" será cuestionado por Hernández Arregui como un factor
ineludible. Y así escribe sin pelos en la lengua:
"En la escuela le enseñaron a preferir el inmigrante al nativo, en el
colegio nacional que el capital extranjero es civilizador, en la Universidad
que la Constitución de 1853 ha hecho la grandeza de la Nación o que
la inestabilidad política del país es la recidiva de la montonera o
de la molicie del criollo. Este estado de espíritu, fomentado sutilmente
por la clase alta aliada del imperialismo, distorsiona la conciencia
de estos grupos, cuyo escepticismo frente al país favorece el pasivo
sometimiento intelectual".
Y en otro párrafo de su libro de análisis sociológico:
"Estos intelectuales democráticos, a veces a pesar de ellos, sin conciencia
de su verdadera situación al ligarse a la oligarquía, representan a
la pequeño_burguesía proimperialista. El carácter uniformemente extranjerizante
de sus escritos, refleja la naturaleza portuaria de esa mentalidad parasitaria
del comercio de exportación. En esa literatura hay también una "voluntad
de forma", en el sentido de Riegl. Una voluntad narcotizante en el doble
plano estético y político".
Este pensador argentino no iluminista había de dirigir durante 1974
la revista Peronismo y Liberación. Un año antes, en 1973, al ser distinguido
como Profesor Emérito de la Universidad de Buenos Aires, expresó categóricamente
lo que sigue: "He pertenecido, pertenezco y perteneceré al Movimiento
Nacional Peronista...". Es una autodefinición que no puede ser extraviada
u omitida.(...) Fermín Chávez.
Fuente: www.pensamientonacional.com.ar
[Imagen de la Muestra Pensamiento y Compromiso Nacional,
Palais de Glace, Buenos Aires 17 de marzo - 10 de abril 2011]
 Juan
José Hernández Arregui, ese lanzallamas
Por José Luis Muñoz Azpiri
(h)
[Conferencia pronunciada en el Instituto Nacional de Investigaciones
Históricas Juan Manuel de Rosas el 27 de junio de 2007]
Martín Lafforgue, en un libro hoy inhallable, "Antiborges" (Javier Vergara
Editor, 1999), realiza una ajusta definición del nacionalismo popular:
"El nacionalismo popular como corriente de pensamiento comienza a gestarse
en la década de los veinte a partir de las ideas de un conjunto de políticos,
periodistas e intelectuales: el socialista antiimperialista Manuel Ugarte;
el general ingeniero Alonso Baldrich, del grupo fundador de Yacimientos
Petrolíferos Fiscales; el precursor de las corrientes económico-desarrollistas
en el radicalismo Manuel Ortiz Pereyra y periodistas como José Luis
Torres, a quién le debemos la acertada expresión de "Década infame".
En 1935 tras fracasar en su intento de desplazar a la dirección alvearista
(moderada) del viejo partido de Irigoyen, un grupo de jóvenes militantes
decide escindirse, recoger las preocupaciones de los arriba citados,
con ellas renovar y profundizar el "credo yrigoyenista" y construir
una nueva forma de organización: nace la Fuerza de Orientación Radical
de la Joven Argentina (FORJA). En su primer manifiesto atacan a las
"oligarquías" e "imperialismos", exigen la restauración de la "soberanía
del pueblo" y se proclaman los únicos continuadores del yrigoyenismo.
El ideólogo del grupo es el ya reconocido ensayista de temas nacionales
Raúl Scalabrini Ortiz y forman su núcleo dirigente, entre los más conocidos,
el escritor Arturo Jauretche, Luis Dellepiane, hijo de un ex ministro
de Irigoyen y el poeta y músico Homero Manzi.
Aún cuando FORJA no logra
un caudal significativo de adherentes ni una organización sólida, sus
innumerables volantes y conferencias y sus vehementes pero bien documentadas
publicaciones logran penetrar e influir en vastos sectores de la opinión
pública. Para los forjistas la "oligarquía" conservadora era responsable
de la crisis que se vivía; se consideraba que para sostener sus privilegios
había traicionado al país entregándolo al "imperialismo británico";
se denunciaba a la "dictadura política" al servicio de minorías, impuesta
mediante la corrupción más escandalosa y el fraude generalizado y a
una "tiranía económica" al servicio del capital extranjero. "El proceso
histórico –dice uno de sus documentos- revela una lucha permanente del
pueblo en procurar su soberanía popular". De alcanzarse este cometido,
será el fin de la dependencia y el sometimiento.
La influencia de FORJA sobre
el pensamiento de Perón y sus más estrechos colaboradores está bien
documentada. Tanto el Grupo de Oficiales Unidos (G.O.U.) –logia militar
de decisiva influencia en la primera mitad de los años cuarenta- como
Perón leyeron y estudiaron el material forjista y los libros de Scalabrini
Ortiz y de Torres, por lo menos desde 1936 y años más tarde se sucedieron
encuentros personales. Las principales ideas, temas y categorías del
nacionalismo popular fueron incorporadas al peronismo: la postura antioligárquica
y antiimperialista, los objetivos de autonomía económica y justicia
social, la fe en el pueblo instalado como sujeto privilegiado del cambio,
un cierto menosprecio hacia las formalidades legal-institucional. En
1945 el forjismo se disuelve y la mayoría de sus miembros se incorpora
al naciente peronismo. Muchos de ellos pasan a ocupar cargos oficiales
en el gobierno nacional y en el de la Provincia de Buenos Aires.
Julio Cortázar dijo que se tuvo que ir de la Argentina porque el tronar
de los bombos peronistas no le dejaban disfrutar de los conciertos de
Bela Bartók. Borges, en cambio, no parece haber tenido inconvenientes,
en esos años, para escribir sus textos más personales y reconocidos.
En 1944 habría de publicar Ficciones, cinco años después El Aleph, en
1951 la selección de cuentos que conforman La muerte y la brújula y
al año siguiente el volumen ensayístico Otras inquisiciones. De este
período son también buena parte de sus obras en colaboración – El Martín
Fierro con Margarita Guerrero, Antiguas literaturas germánicas con Delia
Ingenieros, entre otras- y de las antologías y volúmenes de cuentos
realizados con Adolfo Bioy Casares. Esta intensa producción literaria,
sin embargo le dejó tiempo para comenzar una tardía pero exitosa carrera
docente en la Asociación Argentina de Cultura Inglesa y en el Colegio
Libre de Estudios Superiores, ejercer la dirección de la revista Anales
de Buenos Aires e, incluso, para la actividad gremial (fue presidente
de la S.A.D.E. entre 1950 y 1953). Derroche de energía realizado en
la opresiva y lúgubre atmósfera de la Segunda Sangrienta Tiranía. No
tuvieron igual suerte los intelectuales de la década del setenta, signada
por la tutela de los que él denominó caballeros militares.
La caída del gobierno peronista (1955), calurosamente apoyada por los
sectores medios, la intelectualidad y los sectores dominantes, encuentra
a los escasos grupos que se reconocen en la experiencia peronista cuestionando
nuevamente las orientaciones políticas y económicas gubernamentales.
Pero ya no alcanza con analizar el pasado histórico y la estructura
económica del país: se deben encontrar las causas que posibilitaron
esta oposición acérrima, muchas veces más cultural y valorativa que
directamente social o económica. Surge, entonces la corriente nacionalista
popular. En ella hemos englobado – continúa Lafforgue – un espectro
bastante amplio de pensadores que reúnen las características reseñadas.
En un análisis más fino es posible establecer diversas diferenciaciones;
la más frecuente es entre "izquierda nacional" (provenientes de las
agrupaciones tradicionales de la izquierda, pero que se distancian a
partir de su visceral rechazo a la tradición liberal y una lectura positiva
del fenómeno peronista) y nacionalismo popular con una variante reformista
y otra revolucionaria.
Comienza un vasto programa de revisión del pensamiento y la literatura
argentina a partir de una doble vía explicativa: la primera partía de
la tesitura, deudora de un materialismo algo rústico, de que "a la estructura
material de un país dependiente corresponde una superestructura cultural
destinada a impedir el conocimiento de esa dependencia"; la segunda
se elaboró a partir de la incorporación de buena parte de la relectura
de la historia nacional que el revisionismo histórico venía haciendo
desde los años treinta.. Esta escuela sostenía que en la Argentina había
habido desde sus inicios un enfrentamiento permanente entre dos antagonistas
irreconciliables: un proyecto de país liberal y dependiente consagrado
por la historiografía tradicional y legitimado por la "superestructura
cultural; y el país "auténtico", por fuera de las superestructuras culturales
dominantes, resguardado por la memoria popular y al que esta escuela
historiográfica viene a rescatar, sistematizar y presentar en un cuadro
completo. El objetivo del nacionalismo popular, entonces, pasa a ser
demostrar como la "colonización pedagógica" había provocado que los
intelectuales liberales – que por cierto incluía a pensadores de procedencia
muy dispar- evaluaran erróneamente, o aún mintieran deliberadamente,
en sus interpretaciones de la realidad nacional. Los "profetas del odio",
según los definiera Jauretche, no podían entender al país real; lo que
los llevaba a despreciar y rechazar todo aquello identificado con el
campo de la "barbarie": el gauchaje, el yrigoyenismo, el peronismo y,
en general, todas sus producciones culturales. Ante el panorama actual de la política nacional, caracterizado por la
inercia mental, la importación de teorías pergeñadas por las usinas
de propaganda del hemisferio norte y la vocinglería de "analistas" condenados
al pensamiento de sirga, Juan José Hernández Arregui representa el más
dramático encuentro del intelectual argentino con el hecho nacional.
Con una cultura inexistente en otros representantes de la izquierda
de nuestro país, supo subordinar la teoría marxista y el método histórico-
cultural al análisis de la realidad concreta que examinaba y con la
que se hallaba raigalmente comprometido desde su militancia peronista
que no abandonó hasta su muerte. Sus afirmaciones, no siempre exentas
de polémica, continúan siendo hoy referencias ineludibles para pensar
el "ser nacional" sin caer en utopías frustrantes o alineaciones coloniales.
Incursionó en la narrativa con los cuentos "Siete notas extrañas" (1935)
celebradas por la crítica en su momento. "Las corrientes históricas
durante el siglo XIX" (1951), "El siglo XVI y el nacimiento del espíritu
moderno" (1952), "Introducción a la historia" (1953), son algunas de
sus producciones de cátedra, que precedieron a sus formidables ensayos.
Para quienes comenzamos
nuestra militancia política en el peronismo y nos habíamos formado doctrinariamente
en las fuentes del nacionalismo revisionista, que nos ofrecía una respuesta
a falsificación de la historia que denunciara Ernesto Palacio y a su
vez; por razones familiares conocíamos en carne propia las purgas ejemplificadoras
del terrorismo liberal-gorila, Hernández Arregui nos brindó las herramientas
conceptuales para desenmascarar los basamentos de una realidad ficticia,
colonial y cipaya.
Herramientas que trascendían el marco del revisionismo histórico, nacido
al fragor de la lucha para denunciar la leyenda negra (las calumnias
contra España), la leyenda roja (las calumnias contra Rosas y los caudillos)
y la leyenda rosa (la supuesta realidad de ese color que se desarrolló
en la Argentina a partir de Caseros), pero insuficientes para analizar
el complejo marco, nacional e internacional, de las últimas décadas
del siglo XX.
Antes de ahondar en las mismas, es necesario destacar su formación e
historia de vida, hasta 1955, dado que a partir de esa fecha publica
sus obras cardinales.
Juan José Hernández Arregui nació en Pergamino, Pcia .de Buenos Aires
el 29 de Septiembre de 1912, donde pasó sus primeros años de vida; luego
su madre ya viuda, lo trajo consigo a la Capital y aquí realizó sus
estudios para ingresar a la facultad de Derecho. Norberto Galazo en
una discutible – ya desde el título: "J.J. Hernández Arregui: del peronismo
al socialismo" – biografía, habla de un abandono por parte de su padre
que, supuestamente, lo sumiría el resto de su vida en una profunda melancolía.
Aparte de innecesaria, esta mención nos recuerda una metáfora del querido
y poco recordado Salvador Ferla:
En el mundo antiguo circuló en diversas versiones una leyenda significativa,
la del niño desvalido que se vuelve poderoso. Un niño abandonado en
las orillas del Tíber llega a ser el fundador de Roma; otro niño, depositado
en una canasta en la ribera del Nilo se convierte, ya adulto, en el
libertador del pueblo israelita. Y el bebé a quien Herodes quería asesinar,
resultó nada menos que el hijo de Dios. La moraleja es: ¡cuidado con
maltratar al débil, al pequeño, al indefenso!...¡Puede ser un genio,
un rey, o el mismísimo Dios!...Esta simbología del débil que se levanta
triunfal de la abyección en que injustamente fuera arrojado por la arrogancia
y la sensualidad de los poderosos, nos indica cuál debe ser nuestra
principal pauta valorativa en materia histórica. La civilización nació
enferma del complejo de culpa. La historiografía debe ayudar a curarla
concientizándola sobre las causas de ese complejo.
Personalmente, no compartimos este tipo de interpretaciones psicologistas,
reduccionistas, que circunscriben el talento y la creación a circunstanciales
incidentes externos.
Al morir su madre, un tío, amigo del caudillo Amadeo Sabattini, se lo
lleva consigo a Villa María (Córdoba). Ahí trabaja de bibliotecario
y comienza a colaborar en periódicos locales y en 1931 se afilia a la
UCR yrigoyenista y escribe en sus órganos periodísticos Debate, Doctrina
radical y Libertad. Reinició sus estudios universitarios durante la
década de 1940 en la Facultad de Filosofía y Letras de la capital cordobesa,
en la que tuvo como principal maestro al insigne Rodolfo Mondolfo, y
allá se graduó con una tesis sobre "Las bases sociológicas de la cultura
griega" en 1944.
Comenta Eduardo Romano en un meduloso artículo (CREAR, Nº 14, junio
1983) que sus primeros enfrentamientos con la conducción partidaria
se produjeron a consecuencia de la revolución militar de aquel año,
pues su prédica a favor de la misma no halló eco entre sus correligionarios.
De todas maneras él colabora en la Corporación Nacional de Transporte,
a cargo de Santiago H. Del Castillo, porque ve en las medidas económicas
del nuevo gobierno un corte respecto de la política de entrega irrestricta
de nuestro patrimonio a los intereses británicos. Congresal por la provincia
de Córdoba, en 1945 se opone fervorosamente a la participación del radicalismo
en el engendro político que fue la Unión Democrática. Después de las
elecciones que consagraron a Juan D. Perón presidente, contra dicha
coalición, sus relaciones con el radicalismo se volvieron francamente
irreconciliables y decidió renunciar a ese partido ante el Presidente
del Comité de la provincia, Dr. Arturo Illia. Dice en un pasaje de su
carta fechada el 10 de febrero de 1947:
"El conflicto entre intransigentes y unionistas, en lo esencial, no
ha sido un mero antagonismo de núcleos, sino la lucha en profundidad
entre dos concepciones irreductibles, antinómicas e irreconciliables
de lo radical y argentino, en cuanto a ideales populares insertos en
el sentido propio de lo nacional. Es superfluo, pues, tratar de salvar
la unidad del partido, inmolando esta ilusión casuística y formal, el
contenido concreto mismo de la doctrina radical, que es la expresión
genuina del sentimiento emancipador de las multitudes argentinas, empeñadas
desde Mayo en el ideal vigoroso de la plena autodeterminación nacional.
Eran estas síntesis oscuras que germinaban en lo colectivo histórico
de las masas, lo que el radicalismo debió convertir en conceptuaciones
políticas de lucha. Al no hacerlo, su derrota estaba sellada. La gran
frustración de lo radical ha sido consumada. Y nada contrarrestará mientras
tanto, el poderío de las fuerzas políticas que triunfaron con Perón,
gracias al error de perspectiva –nacional e internacional –de aquellos
que al influjo de factores foráneos, cayeron en una imperdonable desviación
de la línea del partido, traicionando los postulados históricos de la
U.C.R.".
En 1947, se produjo su primer acercamiento al peronismo, de la mano
de Arturo Jauretche, quien lo llevó a colaborar en el gobierno bonaerense,
como Director de Publicaciones y Prensa del Ministerio de Hacienda.
Por ese entonces disertó sobre "La Universidad y la Reforma del 18",
en vísperas de sancionarse una Ley Universitaria. En 1948 empieza su
labor docente en la Universidad Nacional de La Plata, como Profesor
Adjunto de Introducción a los Estudios Históricos, que amplía con incursiones
por la sociología, la historia del arte, la literatura, etc., y en la
Facultad de Ciencias Económicas de Buenos Aires, hasta el golpe septembrino
de 1955.
Ante la coyuntura, se convierte en ideólogo de la resistencia peronista
y si bien no participa directamente en política, es detenido un mes
en San Martín cuando el levantamiento patriótico del Gral. Juan José
Valle contra el gobierno de facto, que había desatado una cruenta represión
contra las fuerzas populares.
 El
"ser nacional" es, en primer término, un concepto general
y sintético, compuesto por una pluralidad de subconceptos
subordinados y relacionados entre sí. Es un hecho político
vivo empernado con múltiples factores naturales, históricos
y psíquicos, a la conciencia histórica de un pueblo. Es
una comunidad establecida en un ámbito geográfico y económico,
jurídicamente organizada en nación, unida por una misma
lengua, un pasado común, instituciones históricas, creencias
y tradiciones también comunes en la memoria del pueblo,
y amuralladas, tales representaciones colectivas, en sus
clases no ligadas al imperialismo, en una actitud de defensa
ante embates internos y externos, que en tanto disposición
revolucionaria de las masas oprimidas, se manifiesta como
conciencia antiimperialista, como voluntad de destino. Si
el "ser nacional" es el conjunto de los factores reales
enunciados, es obligatorio entonces buscar sus orígenes
en la historia JJHA (¿Qué es el ser nacional?) |
En 1957, un año después
de Civilización y Barbarie. El liberalismo y el mayismo en la historia
de la cultura argentina, de Fermín Chávez y el mismo año de Los profetas
del odio de Arturo Jauretche, aparece Imperialismo y Cultura. Estos
tres libros constituyen un dique conceptual contra los intentos de retrotraer
la situación nacional a lo que era antes de 1943, avalados por una intelectualidad
cipaya, cuyo paradigma era Borges, escritor cosmopolita, de un europeísmo
afectado y erudición esotérica, ajeno a los problemas nacionales. Prueba
de ello es el Nº 237 de la revista Sur en que Victoria Ocampo, Eduardo
González Lanuza y Guillermo de Torre, entre otros, tratan de demostrar
que el "verdadero" pueblo argentino no participó de la experiencia peronista,
argumento que, con otros basamentos teóricos, emplea Juan José Sebrelli
en el Nº 7/8 de la revista Contorno. Sea por derecha o por izquierda,
el objetivo consistía en negar al sector popular todo protagonismo histórico.
En "Imperialismo y Cultura", Hernández Arregui analiza descarnadamente
la cultura oficial y la dependencia, la deificación de todo lo extranjero,
la falta de proyecto nacional en gran parte de la dirigencia argentina,
el uso de las corrientes filosóficas nacidas en Europa sin comprensión
del país real. Encuadra las relaciones entre imperialismo y cultura
dentro del contexto europeo a lo largo del siglo XIX, así como sus consecuencias
para la formación de una literatura "mundial", inexistente antes de
la era imperialista, en la primera mitad de nuestro siglo. Juzga toda
producción y actividad culturales a través de una contradicción básica
de una país de pendiente (Romano dixit) "lo nacional liberado vs. Lo
mimético sumiso". Según su criterio, la cultura nacional se apoya siempre
en componentes folklóricos de raíz hispano-indígena, reelaborados luego
por artistas individuales con los criterios de la cultura cultivada.
Por eso exalta la obra de Lugones y la opone a la de quienes se dejaron
seducir por modelos sin arraigo telúrico. A partir de la polémica lectura
que Borges hiciese del Martín Fierro de José Hernández, realiza una
lectura demoledora. Este paradigma de intelectual cosmopolita, de un
europeismo afectado y una erudición esotérica es considerado en Nacionalismo
y Liberación (1969) como el arquetipo del eunuco escriba, hechizado
por mundos inexistentes:
"Hay un pensamiento nacional y un antipensamiento colonial. Un escritor
nacional tipo es Raúl Scalabrini Ortiz. Un escritor colonial – más perfecto
que una esfera musical en la mente de Pitágoras - es Jorge Luis Borges.
De un Pitágoras que nunca existió. Y en esto se parece a Borges. Que
ha caído en la farolería de hablar de Pitágoras sin conocer la filosofía
griega. En rigor, Borges, pájaro nocturno de la cultura colonizada,
desde el punto de vista argentino es más fantasmagórico que el Pitágoras
de la leyenda órfica. Un Borges – ese "cadáver vivo de sus fríos versos"
que dijera Lope de Vega – hinchado todos los días por la prensa imperialista.
Y que ni siquiera merecería ser citado aquí, sino fuese porque es la
entalladura poética de ese colonialismo literario afeminado y sin tierra
al que hacemos referencia. Poeta del Imperio Británico, condecorado
por Isabel II de Inglaterra, ha declarado hace poco: "Si cumpliese con
mi deber de argentino debería haber matado a Perón". El desmán sería
para reírse, sino fuese, como lo hemos expresado en otra parte " porque
detrás de estas palabras pierrotescas se mueven las miasmas oscuras
del coloniaje". Así habla la "inteligencia pura" de este ancestro hermafrodita
de la poesía universal fuera del mundo que, como una orquídea sin alma,
llora en la mayoría de sus poemas, su "muerte propia" a la manera de
Rilke.
Sí. Todos hemos de morir. Borges también. Y con él, se irá un andrajo
del colonato mental. A diferencia de ellos, bufones literarios de la
oligarquía, mensajeros afamados del imperialismo, cuando a los grandes
hombres de América les llega la hora de la muerte, en ese mismo y supremo
instante, la eternidad de la historia, la única y luminosa inmortalidad
que le es dable esperar a la criatura humana en su tránsito terreno,
los amortaja en una estela de gloria con las palabras de los verdaderos
poetas nacionales: "Hay una lágrima para todos aquellos que mueren,
un duelo sobre la tumba más humilde, pero cuando los grandes patriotas
sucumben, las naciones lanzan el grito fúnebre y la victoria llora".
Según Fermín Chávez en su prólogo al ¿Qué es el ser nacional? (Catálogos,
2002) esta resignación agnóstica dio paso, en el en viaje que realizaron
a Toledo, al surgimiento de una sensibilidad religiosa.
Los capítulos dedicados al nacimiento de la revista Sur, y la caracterización
de sus mentores y adláteres, tienen vigencia hasta hoy. Victoria Ocampo
dijo entonces: "No hay nada peor que un canalla con talento" a lo que
él le respondió diciendo "solo atino a figurármela a medida que va poniéndose
vieja, con la casaca roja y los botones dorados de una domadora de fieras
suelta en Picadilly".
En 1960 aparece un segundo libro, cardinal y corrosivo hasta hoy: La
formación de la conciencia nacional (1930-1960). "Esta es la crítica
– dice en el Prologo – inspirada en un profundo amor al país y fe en
el destino nacional de la humanidad, contra la izquierda argentina sin
conciencia nacional y el nacionalismo de derecha, con conciencia nacional
y sin amor al pueblo". Entre esas falsas opciones analiza y documenta
el surgimiento de FORJA primero y sintetiza luego todos los aspectos
socializadores de los gobiernos peronistas, desde una perspectiva no
partidaria, "pues el autor – añade – carece de compromisos políticos,
salvo con las masas argentinas depositarias del destino nacional".
"El nacionalismo posee un doble sentido, según corresponda al contexto
histórico de un país poderosos o un país colonial. Hay pues, en el umbral
del tema, una diferencia, no de grado sino de naturaleza, entre el nacionalismo
de las grandes potencias – Inglaterra y los Estados Unidos, por ejemplo
– que son formaciones históricas ya constituidas, y el nacionalismo
de los países débiles, que aspiran justamente a convertirse en naciones.
Hay además un nacionalismo ligado a las clases privilegiadas aunque
adopte cierta actitud crítica frente a ellas, y un nacionalismo que
se expresa en voluntad liberadora de las grandes masas nacionales. Mantener
el equívoco entre ambas concepciones del nacionalismo, en que están
conjuras tanto las potencias coloniales del presente como las clases
encumbradas de los países coloniales, y destinado a velar el nacionalismo
del pueblo, ha sido respecto a estos países sin soberanía real una de
las más diestras y calculadas defraudaciones de la filosofía del imperio".
Esto decía quien, por aquellos años, sostenía que el único intocable
era Nicolino Locche...
Juan Perón, en carta del 10 de diciembre de 1969 en el que le agradece
el envío de sus libros, formula un cálido elogio de toda su obra. En
uno de los párrafos le dice:
"Por todo lo que hacen ustedes allí con la difusión de la verdad tantos
años oculta, yo deseo como argentinos hacerles llegar, junto con mi
encomio más entusiasta, mi felicitación más sincera. La causa de la
revolución necesita de algunos realizadores, pero no mucho menos de
muchos miles de predicadores que, empeñados en la tarea de persuadir,
no cejen en el empeño de incendiarlo todo si es preciso.
...He visto que el Peronismo está despertando entre los "intelectuales"
el deseo de escribir sobre él, unas veces con fines leales a la Nación
y otras buscando lo contrario. El profesor Gonzalo Cárdenas sé que lo
ha hecho bien y de buena fe, que es lo que interesa. Otros como Félix
Luna lo han hecho a su manera, a lo que ya estamos acostumbrados."
¿Qué es el ser nacional? (1963) resulta de una conferencia y de cursillos
realizado en universidades del interior (noroeste, Tucumán, Santiago
del Estero) y profundiza observaciones anteriores sobre política y cultura
de ámbito iberoamericano, para lo cual replantea las vicisitudes históricas
atravesadas por el continente. Más de un marxista se verá sorprendido
por tesis expuestas por quien vulgarmente aparece asociado al marxismo
tradicional o, lo que es peor, un progresista "trucho", tan el boga
en estos tiempos, que desconoce la obra del Júpiter tonante que escribía
en la biblioteca del Museo Británico. Ya el propio Marx lo decía: "Yo
no soy marxista" (y no conocía la Argentina):
"El menosprecio hacia España arranca en los siglos XVII y XVIII como
parte de la política nacional de Inglaterra. Es un desprestigio que
se inicia con la traducción al inglés, muy difundida en la Europa de
entonces, del libro de Bartolomé de las Casas Lágrimas de los Indios:
relación verídica e histórica de las crueles matanzas y asesinatos cometidos
en veinte millones de gentes inocentes por los españoles. El título
lo dice todo. Un libelo".
"Junto a la acometida sobre la raza de bronce subyugada, España trajo
a estas tierras una de sus virtudes más grandes, el espíritu de independencia
y las instituciones que lo resguardaron. Un antecedente de esta actitud
altiva y libre, que América Hispánica recibió como legado, se encuentra
ya en Lope de Aguirre, al tratar de igual a igual, en 1561, a Felipe
II: "Te aviso, rey español, que tus reinos de Indias tienen necesidad
de justicia y equidad para tantos y tan buenos vasallos como en ellos
moran. En cuanto a mí y mis compañeros, no pudiendo sufrir más las crueldades
de tus oidores y gobernantes, nos hemos salido de hecho de tu obediencia
y nos hemos desnaturalizado de nuestra tierra que es España, para hacerte
aquí la más cruel guerra que nuestras fuerzas nos consientan (...) En
estas tierras damos a tus pendones menos fe que a los libros de Martín
Lutero."
El análisis de nuestro autor sobre el intelectual pequeño burgués, dista
diametralmente de la izquierda internacionalista, su definición se asienta
en la realidad, sin idealizaciones; ya que si bien usaba las categorías
del análisis marxista, contó una historia de la que nunca habló el Partido
Comunista argentino:
"La clase media tiende a la formación de grupos intelectuales que fluctúan,
por motivos diversos, entre las "élites" que miran hacia arriba y los
"ghettos" espirituales que miran hacia abajo. Esto explica la abundancia
de intelectuales de izquierda que se pasan a la derecha ideológica,
al conservatismo social. En realidad, los intelectuales son los que
sienten más vivamente esta situación incierta que ocupan en la sociedad.
Mientras la perspectiva de descender les lleva a la comprensión de la
lucha que libra la clase trabajadora por otra parte les estimula a no
caer en ella."
Hernández Arregui nos estimuló para que repensemos y redefinamos toda
la cultura argentina desde sus orígenes. Y también a denunciar la mistificación
del intelectualismo que se dice progresista sin entender nada de los
movimientos populares que surgen no de los libros sino de las tradiciones
de un pueblo:
"En la escuela le enseñaron a preferir el inmigrante al nativo, en el
colegio nacional que el capital extranjero es civilizador, en la Universidad
que la Constitución ha hecho la grandeza de la Nación o que la inestabilidad
política del país es la recidiva de la montonera o de la molicie del
criollo. Este estado de espíritu, fomentado sutilmente por la clase
alta aliada al imperialismo, distorsiona la conciencia de estos grupos,
cuyo escepticismo frente al país favorece el pasivo sometimiento espiritual".
Dirigentes obreros de San Juan, Tucumán, Mar del Plata y Rosario fueron
sus interlocutores, pero su prédica se abrió a otros, aparentemente
menos permeables a este tipo de ideas. En septiembre de 1969, el Director
del Colegio Militar, Gral. Mariano de Nevares, sancionó con diversas
penas a unos cuarenta oficiales del ejército en un sumario secreto.
Encabezaba esa lista el Tnte. Licastro, acusado de: "mantener vinculaciones
y vincular a otros oficiales con un ideólogo de izquierda conocido por
él, formular comentarios favorables al mismo y defender sus ideas ante
sus camaradas" y sancionado con cincuenta días de arresto y su pase
a disponibilidad. A partir de ese momento, Hernández Arregui pasó a
integrar la lista de los que años después se conocerían como "desaparecidos".
En octubre de 1972 y tras varios allanamientos, un "caño" explota en
su casa y lesiona gravemente a su mujer.
Tal desastre no lo arredra y en 1973 publica "Peronismo y Socialismo",
aclarando en el prólogo que contrariamente a sus obras anteriores, es
"un libro de divulgación", con "un lenguaje más bien periodístico",
pero "cuidando, no obstante, en la medida de lo posible,, encuadrar
los diversos temas abordados dentro de un nivel intelectual adecuado
para quienes buscan una visión resumida de la realidad nacional", Su
título, por otra parte no debe llevar a la confusión, se trataba una
perfecta delimitación del socialismo nacional del que hablaba Perón
en las Pautas de actualización doctrinaria (1972) de manera tal de evitar
las confusiones de los peronistas oportunistas de la época (añadiríamos
también, de la actualidad). Esto está claro en los artículos firmados
en la revista Peronismo y Liberación, al explicar el cambio de denominación
de la publicación. (anteriormente, en 1973, era Peronismo y Socialismo).
Pues así definía la actualidad del momento:
"No habrá alternativas pretendidamente socialistas frente a la política
peronista. El peronismo tiene en su seno todo el socialismo posible,
al poseer un programa liberador, único eje de la unidad nacional contra
el imperialismo, y por sostenerse fundamentalmente en el apoyo que le
da la clase obrera".
La izquierda cipaya jamás le perdonó su compromiso nacional ni la derecha
reaccionaria su formación marxista. Unos intentan encuadrarlo con extrañas
alquimias en una posición que nunca compartió, otros, lo acusan de haber
agitado el "inmundo trapo rojo", sin percatarse como cretinos que son,
que por más de una década flameó en el firmamento de la república una
bandera roja... de remate.
Sobre el éxito de sus libros pensaba Hernández Arregui que "estos libros
han surgido del dolor nacional y no del narcisismo literario, el prestigio
intelectual de nada vale, y si tal prestigio emana de una obra áspera
y crítica contra las instituciones y figuras representativas del coloniaje,
más que prestigio acarrea sinsabores, odios duraderos y calumnias"
En el año 1974, año trágico para los nacionales, que acarreó la desaparición
física de Juan Domingo Perón y de un pensador de la talla de Arturo
Jauretche, corroído por los sinsabores mencionados, inició su tránsito
hacia la gloria. Sus libros, polémicos y sin duda discutibles, no son
de investigación sino de lucha", como él mismo dijera. A esa lucha,
que es la liberación definitiva del gran país iberoamericano, dedicó
su pensamiento tan lúcido como apasionado.
Este pensador argentino, en 1973, al ser distinguido como Profesor Emérito
de la Universidad de Buenos Aires, expresó categóricamente: "He pertenecido,
pertenezco y perteneceré al Movimiento Nacional Peronista".
Nada más podemos agregar.
 Peronismo
y socialismo
Lo que sigue es la introducción
de Peronismo y Socialismo, último libro que editara Juan José Hernandez
Arregui, en 1971/72.
Hernández Arregui, aquel que afirmó "soy peronista porque soy marxista"
e intentó concienzudamente multiplicar centros de izquierda nacional
para nutrir de marxismo a las masas trabajadoras peronistas; fue, a
la muerte de Cooke, el principal referente
teórico de los peronistas de izquierda.
Fundador junto a Ricardo Carpani, Ortega Peña, Eduardo Luis Duhalde
y otros intelectuales, del grupo Cóndor, concebido como usina teórica
para herramentar a los revolucionarios.
Muere en 1974 en medio de una persistente presión de la Triple A, víctima
de un colapso cardíaco. Por entonces el peronismo cooptado por Isabel
y Lopez Rega presentaba un escenario demasiado
confuso como para persistir en sus tesis de formar cuadros medios sindicales
en el marxismo y dentro del peronismo para dar el inevitable salto cualitativo
de peronismo en socialismo, de movimiento nacional en partido revolucionario.
Su muerte impidió saber cómo hubiera planteado H.A. el posicionamiento
ante semejante traición a las bases que se operaba desde el isabelismo.
I - Colonialismo. Liberación Nacional. La Crisis actual. Imperialismo
y socialismo.
Nuestro tiempo es el más convulsivo de la historia universal. El malestar
del presente engloba a todas las instituciones, altera las conciencias,
solivianta a las clases sociales, incorpora a todos los países del orbe
a una lucha que crea un sentimiento generalizado de crisis y revolución.
Nada ni nadie escapa a esta perturbación de un mundo en situación de
viraje. Los problemas de esta época, aunque vividos en forma individual,
son objetivos y es imposible dasasirlos entre si. Sólo por abstracción,
que es una forma de empobrecer la realidad histórica, podemos evaluarlo
por separado. Como en todos los períodos de mudanza, el desorden ideológico,
de creencias, de sentimientos, son los síntomas de un desarreglo que
todos percibimos. En tiempos como este la neutralidad es cobardía. En
forma consciente, o poco consciente, presentimos el atardecer de una
civilización y que marchamos hacia un desenlace nuevo. Para muchos,
lo nuevo es lo desconocido. Y lo desconocido es miedo. Una transformación
se acerca y abarca los espacios individuales y colectivos de la existencia.
Tal crisis histórica, imponente y trágica, puede resumirse - aunque
no agotarse-, en algunos temas centrales: 1) La declinación del imperialismo;
2)
El colonialismo como hecho crucial del presente; 3) La fractura en cadena
de todas las instituciones, la Iglesia, la Universidad, el Ejército,
con su conclusión, la desarticulación total de la vida histórica.
A estos temas vertebrales de nuestro tiempo, se asocia, en intrínseca
conexión de sentido, el destino de la Argentina, de Iberoamérica, del
llamado Tercer Mundo. Y el avance de un orden mundial, el socialismo,
que no es una utopía, sino un sistema que concierta a casi la mitad
del mundo actual, y que en tanto tránsito, es la raíz de la conmoción
que turba a nuestra época, la más grandiosa de la humanidad.
Juan
José Hernández Arregui - Peronismo y socialismo
Este libro aparece en circunstancias agitadas de la vida
política argentina y tiene por finalidad esclarecer algunas
cuestiones que interesan y dividen a los argentinos. No
es un libro neutral. Por su misma naturaleza, el trabajo
carece de pretensiones teóricas. En otras palabras, es un
libro de divulgación. Y si bien este hecho reduce su valor,
tal diferencia pretende ser compensada con la enumeración
de datos, de cuyo análisis de conjunto surgen en forma directa
la realidad argentina e iberoamericana, la cuestión nacional
y colonial, el examen del peronismo en su actual faz histórica,
el papel de los sindicatos, el Ejército y la clase media,
y por tanto, el destino del país mismo.
Así comienza su Prólogo el autor de esta obra, escrita en
las postrimerías de la dictadura de Lanusse; es decir, cuando
la larga resistencia de los trabajadores y el accionar de
una juventud que había descubierto la potencia revolucionaria
del peronismo jaqueaban al poder cívico-militar y tornaban
inevitable el regreso definitivo de Perón a su patria.
La apasionada y lúcida mirada militante de Juan José Hernández
Arregui hace de estas páginas un documento invalorable para
comprender la esencia del peronismo y la de sus detractores
internos y externos, y por qué hoy la juventud —política
y sindical— revaloriza la obra de este autor, las enseñanzas
de este maestro.
AUTOR: Nació en Pergamino, Provincia de Buenos Aires, el
29 de Septiembre de 1913. En 1931 se afilió a la UCR yrigoyenista
y escribió en sus periódicos Debate, Doctrina radical y
La libertad. En la década del ‘40 estudió en la Facultad
de Filosofía y Letras de la ciudad de Córdoba, en la que
tuvo como principal maestro al insigne Rodolfo Mondolfo.
Se graduó en 1944 con Diploma de Honor y Medalla de Oro.
En 1947 se produjo su acercamiento al peronismo, de la mano
de Arturo Jauretche, quien lo llevó a colaborar en el gobierno
bonaerense. En 1948 comenzó su labor docente en la Universidad
Nacional de La Plata, y en la Facultad de Ciencias Económicas
de Buenos Aires, hasta el golpe militar de 1955. En 1964
lanzó el movimiento CONDOR junto con otros intelectuales.
El 19 de octubre de 1972 sufrió un atentado político en
su domicilio. En 1973 fue distinguido como Profesor Emérito
de la UBA. En junio de 1974 dirigió la revista Peronismo
y liberación. Falleció el 22 de septiembre de 1974 en la
ciudad de Mar del Plata.
Télam, diciembre 2011.
Editorial: Continente.
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|
El poder del imperialismo
se desmorona. Al capitalismo pertenecen aún naciones fuertes. Basta
referirse a una de ellas para ubicarnos frente al imperialismo en general.
EEUU es la potencia representativa de este orden mundial. Y, por tanto,
patentiza la discusión misma de la cuestión colonial. Imperialismo y
colonialismo son las dos fases de un mismo fenómeno histórico. EEUU
no es una nación independiente. Ni en el plano económico, diplomático
o militar. Su dominio tambalea. Esta crisis viene de atrás. Dos guerras
mundiales; la Revolución Rusa de 1917; la China de 1949; el levantamiento
del África Negra; las guerras de liberación en Asia, Corea, Argelia,
Vietnam, Indonesia, Medio Oriente; la Revolución Cubana; la inestabilidad
del Japón; la propagación de los Movimientos de Liberación a Iberoamérica;
el volcán -no el milagro- del Brasil; los ensayos militares o legales
en Perú, Chile, Ecuador, el peronismo en la Argentina como movimiento
revolucionario de masas, etc. son indicaciones de esta desintegración
mundial. La crisis se ha desplazado a la periferia. Al llamado Tercer
Mundo.
Esta denominación, no obstante, debe ser usada con precaución. Antes
de discutir sobre una cosa hay que examinarla y definirla. El incumplimiento
de este requisito conduce a los equívocos más estériles. La definición
es, pues, previa al uso del término. No hay un Tercer Mundo incomunicado
de los bloques capitalista y comunista. El planeta está unificado. Y
sostener que el Tercer Mundo -al cual la Argentina pertenece- es independiente,
no sólo es una abstracción inexistente en la realidad, sino una esquematización
peligrosa. Los países coloniales no escapan a la influencia del capitalismo
y del socialismo. Del mismo modo que las naciones capitalistas o socialistas
no pueden desligarse del círculo colonial. La configuración económica
y política del mundo torna insostenible toda tesis de una autarquía
de las naciones, o de grupo de naciones, en el orden internacional.
El concepto de Tercer Mundo, útil y hasta necesario para individualizarnos
genéricamente, interpretado de una manera interesada puede servir a
las concepciones más reaccionarias, que con el pretexto del "tercermundismo"
lo que en rigor se proponen, en beneficio del imperialismo, es excluir
a estos pueblos, mediante las llamadas "fronteras ideológicas", del
contexto internacional. El criterio debe ser inverso. Y por Tercer Mundo,
debe entenderse una categoría histórica que otorga plena vigencia a
los pueblos coloniales y los convierte en carta decisiva en la resolución
del problema mundial. Es decir, en el eslabón roto del imperialismo,
y en el puente hacia el socialismo. El levantamiento de los pueblos
coloniales marca el fin del imperialismo. La revolución ha penetrado
en EEUU. El desafío negro y de las minorías étnicas marginadas, el desequilibrio
económico y social interno, la disolución de las costumbres, el apagamiento
de los valores culturales y tradicionales del apogeo de los comienzos,
la rebelión neurótica de la juventud, las drogas, la impresionante propaganda
que en vano busca desviar la certeza de un cataclismo, son factores,
entre otros, que sólo pueden desembocar en la guerra o la revolución.
Esto revela que el mundo es indiviso. Que la tecla que suena en una
latitud redobla en la otra. Pero esta repercusión no es presentada,
ni puede serlo, de un modo veraz, pues la muerte de una civilización
monumental no es súbita y, justamente, en los tramos finales de la decadencia
más concentrados son los recursos que ese sistema agonizante moviliza
para retrasar el curso de la Historia.
Un manto grasiento de mentiras cubre a la llamada civilización occidental
y cristiana. Las mismas informaciones, los mismos alimentos periodísticos
científicamente orquestados por un puñado de agencias noticiosas -en
su mayoría norteamericanas- son los megáfonos monstruosos de los truts
mundiales que dirigen la economía internacional y congelan la opinión
pública en una visión aberrante de la vida. Esta información cotidiana
que reciben millones de seres no es más que la pantalla deformante del
mundo real interpuesto por los monopolios. El imperialismo económico
aparea el imperialismo cultural. El 90% de las noticias políticas, financieras,
artísticas, historietas para niños y adultos, son acaparadas por diez
agencias noticiosas de ilimitado poder difusor, a las que deben sumarse
las estadísticas y estudios especializados, no siempre falsos, pero
incompletos y dirigidos a deformar la realidad. Estas agencias noticiosas
y organizaciones como la CEPAL, UNESCO, etc., fiscalizadas por los monopolios,
son fábricas de narcóticos ideológicos, de mercaderías mentales que
atrofian en el infantilismo cultural, o en la verdad a medias, a millones
de seres en las metrópolis y en las colonias. Nadie está totalmente
inmunizado contra esta urdimbre de la propaganda capitalista. De estas
invasiones mentales del imperialismo, de esta idiotización pedagógica
concentrada que las grandes usinas psicológicas manipulan a fin de inducir
a los habitantes de las metrópolis al optimismo más trivial, y a las
colonias, a mirar lo propio con ojos extranjeros. O sea, con optimismo
importado. La propaganda es la segunda naturaleza del colonizado armada
por las vías entrelazadas del cine, la tevé, la radio, los avisos comerciales,
etc. En las colonias la realidad social está maquillada. Se imita a
las metrópolis productoras de venenos culturales, tanto como de artículos
de mercado, se calcan las modas extranjeras, se leen los autores extranjeros.
Todo es comercializado. La putrefacción de la cultura de las metrópolis,
el hipismo, la homosexualidad, los crímenes orgiásticos de Charles Mason,
son exportados, lo mismo que los vicios de la burguesía europea o norteamericana
expuestos como formas permanentes de la vida, y no como lo que son,
frutos apestosos de una sociedad en descomposición. De este modo, la
decadencia cultural adopta en las colonias moldes prestados, el sexo
es glorificado, la modelo de TV es el modelo femenino supremo para millones
de muchachas solitarias, el impacto erótico de "la colonia que mata",
el cigarrillo americano con materias primas argentinas lanzado bajo
licencia de Philip Morris, aprisionan en el microcefalismo al gran público,
mientras la censura oficial prohibe mostrar los obrajes del Chaco, Misiones,
Santiago del Estero, el Tucumán hambriento, el ultraje a la vida humana
en las villas miserias, ahogado este horror colonial por los sones frenéticos
de la música "beat". He aquí el fúnebre escenario de la cultura del
imperialismo que en los subsuelos dorados de las grandes urbes agruma
a las clases altas y medias, en el tedio, el miedo o el vértigo, en
tanto más abajo, pero cerca ya, las miserables masas se preparan contra
una cultura miserable.
II - La cultura del imperialismo deslumbrante en la cumbre es cenagosa en
su fondo. En efecto, la situación de las colonias, base material de
esta civilización, es tan despiadada que el anticolonialismo arrastra
hoy a continentes enteros. Al torbellino no escapa Iberoamérica. No
se trata de una "subversión" comunista. Son levantamientos de los pueblos
contra la opresión colonial.
Estas referencias apuntan al tema de la violencia. La violencia tiene
signo contrario según las clases sociales que la nombran. Para el imperialismo
y sus aliados nativos, la violencia es ejercida por grupos minoritarios
que sirven a intereses extranacionales. A Rusia, China o Cuba. Es una
violencia asesina. Para los que luchan por la Liberación, en cambio,
la violencia es la respuesta patriótica de la conciencia nacional agredida
por el colonialismo. Son dos actitudes irreconciliables. Como lo es
la oposición entre el imperialismo y el colonialismo, entre la riqueza
y la miseria. Esta oposición no admite neutralidades. Pero es una verdad,
válida para ambas posiciones, que sólo la violencia aniquilará a la
violencia. De un lado la violencia es la opresión ejercida por el colonialismo.
Del otro, la violencia es la forma activa de la libertad, la racionalidad
de la justicia colectiva que se hace imperativo político. En el primer
sentido es la violencia del privilegio. En el otro, la reacción contra
esos privilegios armados. La violencia es la forma más nítida de la
lucha de clases. La violencia es la réplica a que está condenado todo
país avasallado. No hay pensamiento revolucionario sin una pasión que
lo alimente. El fenómeno es universal. Común a todos los países coloniales.
Por ello, la liberación colonial, es precedida por un pensamiento renovador
centrado en la tierra. Un pensamiento nacional que anticipa la revolución
política. De ahí el rencor que en tales períodos circunda a los escritores
nacionales. A los Raúl Scalabrini Ortiz, a los John W. Cooke. Son ellos,
los fulminantes que preparan el estallido colectivo. Del mismo modo
que, en tanto escritores nacionales, no hacen más que interpretar los
estados latentes de las masas. En esta interacción entre el pensamiento
nacional revolucionario y los grupos llamados combativos se contiene
la organización política del Pueblo, el anuncio de la Insurrección que
conoce sus fines, que sabe cómo se construye el Estado-Nación.
La violencia no es un fenómeno argentino, es mundial. Como es mundial
la caída del colonialismo. Por eso, las explosiones de violencia, deben
medirse en escala iberoamericana. Iberoamérica es una nación frustrada
por el imperialismo. La división de América del Sur en débiles estados
(en realidad países) fue impuesta por Europa durante el siglo XIX y
preservada hasta nuestros días. Hoy asistimos al alumbramiento de la
nación iberoamericana. La unidad esencial de indoiberia (o América Latina
como nos llaman los anglosajones para secar nuestras raíces históricas)
ha sido repartida en un conjunto de particularidades geográficas, de
nacionalidades sin soberanía real, ni otro fundamento que la voluntad
disgregadora de los dominadores extranjeros. Un argentino que no siente
como propia las luchas de los países hermanos sigue siendo un lacayo
mental, un colonizado. Sin la unidad de Iberoamérica, incluido el Brasil,
la liberación es incompleta. El golpe mortal al imperialismo sólo puede
asestárselo el Tercer Mundo unificado. Pero el realismo político nos
obliga a pensar, primero en lo nuestro como parte de lo iberoamericano,
ya que la transformación de la sociedad capitalista en socialista sólo
podrá consumarse previa la revolución del mundo colonial. Y la América
hispánica es para EEUU la zona neurálgica más próxima de su propia crisis
que es la del imperialismo en el orden mundial.
En síntesis la revolución colonial es, sin duda, internacional. Pero
deberá realizarse a través de las revoluciones nacionales. Todo internacionalismo
antepuesto a lo nacional es un supuesto dogmático. Y del mismo modo,
todo nacionalismo sin visión internacional es reaccionario. El "internacionalismo",
tal cual lo entienden los grupos "marxistas" sin conocer a Marx, no
existe en ninguna parte. Es un internacionalismo nebuloso que recuerda
el caso de aquel ciego que en una pieza oscura buscaba a un gato negro
que no estaba allí. Las masas no piensan en el allá del mundo. Piensan
en su acá. En la Patria. Incluso en el terruño provinciano. Pero es
la suma de estas luchas multilocales y nacionales, la que en un momento
histórico dado desprenden efectos internacionales. El nacionalismo de
las masas nace del hecho inmediato, no teórico, de la colonización.
No de los libros sino del desarraigo destructor que nos viene de afuera.
El secreto del colonialismo se llama opresión imperialista. Y el desciframiento
del misterio colonial, primero es hambre, después conciencia política
y finalmente liberación nacional. El internacionalismo no existe en
ninguna parte. De ahí el descrédito de estos grupos de izquierda europeizantes
ante las masas. Niegan a Perón en la Argentina. Algunos se dicen maoístas.
Pero es un chinoísmo sin Mao: "Hay dos maneras de aprender de otros.
Una es la dogmática, que significa copiarlo todo, sea o no aplicable
a las condiciones de nuestro país. Esto no es una buena actitud. La
otra es hacer funcionar nuestras cabezas y aprender lo que se adapta
a nuestras condiciones, es decir, asimilar cuanta experiencia nos sea
útil. Esa es la actitud que debemos adoptar." Mao Tse-Tung.
Nuestros "internacionalistas", como dice Perón, "no son mala gente".
Aunque en ellos, bajo la presión de las masas, se ha operado un cambio,
aún se muestran recelosos de la palabra nacionalismo. Atragantados de
literatura extranjera son revolucionarios fantasmas. Y colonizados corpóreos.
Empero, en la Argentina de hoy, acorralados como clase media intelectual
por la violencia imperialista, empiezan a pensar en términos de política
nacional, de tradiciones nacionales, de cultura nacional. Y ahí se encuentran
con que el pueblo analfabeto es más nacional que ellos. Esta es una
culpa que todo intelectual debe purgar. El colonialismo, no los libros,
crea el nacionalismo de las masas. Por eso, no sin embrollos teóricos,
en la Argentina, la clase media dislocada por la filosofía del imperialismo
que la hizo identificar al peronismo con el fascismo europeo, y que
además, por ese internacionalismo ultraterreno también europeo, no vio
al pueblo, hoy se hace nacional. En la Argentina, esta nacionalización
creciente de la clase media, en especial las capas universitarias, que
ayer no entendían al pueblo y sus líderes, implica un redescubrimento
de la realidad. Tal el caso de Perón, abominado por el estudiantado
y erigido ahora en estandarte de liberación por jóvenes de esa misma
clase media que no lo conocieron. Ha sido necesario que el imperialismo
maltratase a la clase media para que sus miembros más patriotas entendiesen
que la liberación sólo puede alcanzarse previa una etapa de consolidación
nacionalista. Nacionalismo y socialismo son términos convergentes. Todavía
la resistencia al nacionalismo no ha desaparecido de los partidos y
grupos de la izquierda argentina tradicional. Vacilan ante la resistencia
patriótica del pueblo. No saben si el peronismo es "totalitarismo" o
si conduce al socialismo. Entienden por "totalitarismo" al demagogo.
Y al negar a Perón niegan a las masas. Es decir, como mini partidos
de izquierda al levantar banderas "democráticas", "constitucionalistas",
"acuerdistas", son partidarios del parlamentarismo. Esto es justo. Parlamento
viene de "parler", de hablar, y en verdad, el parlamento es el lugar
de los charlatanes. El pueblo al ignorarlos los conoce. Tales partidos
prefieren la salida electoral -que en ciertas condiciones pueden ser
un medio- a la lucha armada. Y, con citas de Marx y Engels, consideran
anarquistas , terroristas, en consonancia con el régimen, a estas formas
de la guerra patriótica. De este modo -aunque no se compartan tales
métodos- a la grandeza de los que mueren por la liberación de la Argentina
prefieren "la mentira de las ideas elevadas" y la concreta cobardía
personal. Son antiimperialistas y al mismo tiempo, el repulsivo compromiso
de conciencia, candidatos a una banca. El temor a la lucha frontal los
esteriliza. Los convierte en teóricos aislados del pueblo, en oportunistas
prácticos. Y por esta vía se integran al colonialismo institucionalizado,
a la alianza de la izquierda con el imperialismo.
III - Estas pocas referencias indican una realidad que estalla. La esclavitud
colonial subleva a pueblos enteros. Guerras, genocidios, secuestros,
asesinatos, guerrillas, violencia organizada contra la violencia organizada,
anticipan el fin de una era y el nacimiento de otra. No es un cambio
apacible. Emerge teñido de sangre. Y este intermedio, es simultáneamente
el más reaccionario y el más revolucionario de la humanidad. Dos sistemas
se enfrentan.
En medio del caos el presente muestra el futuro. El imperialismo les
impone a los pueblos sometidos exigencias históricas de liberación.
Nadie está radiado del proceso universal. No cabe la indiferencia política.
Pues la historia es la política. Y la política son los pueblos que hacen
la historia. El extravío marca todos los ámbitos de la existencia. Pero
ningún síntoma es más significativo para describir a nuestra época que
el levantamiento de los pueblos coloniales con el nacimiento correlativo
de nuevas nacionalidades. La experiencia de nuestro tiempo prueba que
ejércitos de alta preparación profesional nada pueden contra la resistencia
de los pueblos. Argelia, Corea, Vietnam, Cuba, hablan por sí mismos.
Y las metrópolis mismas ven aparecer en sus fronteras, hasta ayer seguras,
la sombra de la revolución. Soldados que vuelven de los frentes coloniales
enviciados por las drogas, convertidos en guiñapos, perseguidos por
pesadillas atroces, son portadores mudos, máscaras espectrales, de las
contradicciones de todo el sistema. Millones de hombres descubren la
barbarie blanca. La reacción contra el colonialismo es mundial. El poder
imperial, soberbio por fuera, se manifiesta anémico por dentro. La civilización
aparece ahora como lo que es, la personificación del dinero creador
de un mercado mundial de esclavos. El mismo imperialismo de las informaciones
se agrieta. Los pueblos exiliados de la historia universal traspasan
el umbral de esa historia y desafían a los civilizadores. Del mundo
de los oprimidos surge el odio patriótico contra el conquistador de
siglos. Y con la liberación, nuevas naciones y culturas, deshacen las
configuraciones históricas construidas por las potencias imperiales.
El siglo XIX asistió al nacimiento de las nacionalidades europeas, el
siglo XX, con la disociación del colonialismo, es testigo de la florescencia
de nacionalismos nuevos: "el sentimiento de la nacionalidad se convierte
en nacionalismo, actitud de grupo que es de la mayor importancia en
el mundo moderno. El nacionalismo como estado de ánimo que trata de
hacer a la nación una unidad efectiva y convertirla en objeto de la
más suprema lealtad del hombre, se desarrolló notablemente en el mundo
occidental a partir del siglo XVIII y con la llegada de las nuevas democracias
con sus demandas de autogobierno dio lugar a que la nación se gobernase
por si misma, asaltando a la vez el orden dinástico-feudal, el Estado
dominado hasta entonces por una clase. De este modo, el espíritu del
nacionalismo contribuyó a ensanchar la base comunitaria del Estado".
Mac Iver y Page.
El nacionalismo, plasmado de las naciones europeas durante el siglo
XIX, al compás del desarrollo del capitalismo, ha dado paso a otro nacionalismo.
Un nacionalismo que rechaza las agresiones del nacionalismo imperial.
Es el nacionalismo de los pueblos coloniales. Un nacionalismo que nace
de los pueblos y sus tradiciones enterradas por la oligarquías ajenadas
a Europa. Sólo se construye la nación sobre el pasado. EEUU supo cimentar
su poderío afianzando, no rehusando el pretérito. A diferencia de Iberoamérica
cuyas oligarquías de la tierra renegaron de todo lo nativo, Jefferson
impuso en Virginia la enseñanza del antiguo sajón a fin de conservar
las tradiciones idiomáticas y culturales que EEUU había heredado de
Inglaterra. En nuestros países acaeció lo contrario. Las oligarquías
vencedoras borraron el pasado del pueblo, hablaron en francés y traficaron
en inglés. Hasta se avergonzaron del idioma español, y si no lo extirparon
fue porque el pueblo se mantuvo impenetrable al extranjerismo de la
clase dirigente. Extranjerismo cultural que es el revés sin brillo de
la entrega material. En las oligarquías coloniales la clase está antes
que la patria. Por eso, la respuesta es un nacionalismo apasionado frente
a la falta de patriotismo y el odio al pueblo de esas oligarquías sin
adherencia al suelo.
¿Qué significa un nacionalismo apasionado? "Nada grande se ha cumplido
jamás sin pasión". Hegel. Y esta fe nacionalista es hija de la expatriación
de la oligarquía, de la despersonalización cultural, y del retorno a
la comunidad histórica indesmembrable del pueblo nacional. Este nacionalismo
tiende a destruir los mitos creados por el imperialismo y acatados por
las oligarquías. Uno de estos mitos, creados en EEUU, es el "panamericanismo".
El panamericanismo ha sido un instrumento de la supremacía del Norte
sobre el Sur. Ha sonado la hora de cambiar ese "panamericanismo" por
el iberoamericanismo. La idea de la comunidad iberoamericana como resistencia
cultural a EEUU está designada para cumplir un papel destacado en la
unidad política de nuestros pueblos frente al poder anglosajón. Esto
augura la articulación, desde Méjico a la Argentina, de la Confederación
Iberoamericana de Naciones. Separados no tenemos poder. Unidos, como
lo fuimos en nuestros orígenes, seremos la nación de un próximo futuro
continental y mundial. Nacionalismo iberoamericano que será logrado
a través de la insurgencia ya iniciada en nuestros días. Ahí están Cuba,
Chile, Perú, Méjico, la Argentina de Perón, en condiciones de confederarse
bajo la presión extranjera que alimenta la conciencia histórica de un
pasado y un porvenir común de grandeza en la unidad y unidad en la grandeza.
De Méjico partirá la corriente unificadora con el rescate de los países
dispersos de la América Central, y por vecindad geográfica, también
se integrarán Colombia, Venezuela, Ecuador, lo que fue la Gran Colombia,
también destrozada por EEUU e Inglaterra durante el siglo XIX, tragedia
que aún pesa sobre Iberoamérica. Brasil no es ajeno a nuestro destino
compartido. El imperialismo, sin duda, aportará su última carta al divisionismo,
probablemente a través del Brasil. Pero Brasil no es el grupo militar
que hoy gobierna. Brasil incuba la revolución. Iberoamérica, incluido
el Brasil, cuyo idioma es casi el nuestro, reúne los requisitos de una
verdadera nación. El imperialismo lo sabe. Iberoamérica es una cultura
única, aunque fraccionada, cuyas notas definitorias pueden resumirse
en la gran masa terrestre y oceánica de sus países deslindados por fronteras
ideológicas y lesivas a todos y cada uno de estos pueblos, que tarde
o temprano -sin perder sus características secundarias-, reconstruirán
la fusión geográfica, económica y política de sus partes, entrelazadas
por vías de comunicación terrestres, marítimas y aéreas que miren hacia
adentro y no sólo a ultramar, es decir, hacia nosotros mismos como gran
mercado interno de consumo. Por encima de aquelllas diferencias regionales
accesorias, un mismo perfil identifica a Iberoamérica, mezcla de las
fascinantes culturas indígenas precolombinas y de España y Portugal.
Parecidas costumbres, similar folklore, un arte sorprendente que nos
diferencia de todas las culturas universales otorgan a Iberoamérica
una homogeneidad, tal vez la más unitaria del mundo, a lo cual se asocia
la comunidad lingüística, que no existe ni en África, ni en Asia, ni
en Europa. Esta personalidad vive en los pueblos, en el pensar y sentir
colectivos. Todos intuimos una superhermandad entre mejicanos, colombianos,
peruanos, chilenos, argentinos, cubanos, uruguayos, paraguayos. Y es
este parentesco, el que por encima de ultrajes culturales nos hace sentirnos
extraños a Europa. Por esto hablamos de esta cualidad iberoamericana
como de un componente aglutinante de nuestra liberación continental.
EEUU y Europa se oponen a esta unidad. Empero, el colonialismo nos aferra
al sentimiento de una cultura afín que es el embrión de la voluntad
histórica de edificar la Patria Grande. EEUU y Europa no han conseguido
aniquilar, a pesar de ciento cincuenta años de colonialismo, este parentesco
cultural. Duro es el camino a recorrer. Y más dura aún la caparazón
europea que hay que quebrar. Empero, esta conciencia iberoamericana
avanza. Hace más de un siglo y medio en sus "Lecciones sobre la Historia
Universal", un hombre de genio, J.G.F. Hegel, lo auguró: "Por consiguiente
América es el país del porvenir. En tiempos futuros se mostrará su importancia
histórica. Acaso en la lucha entre América del Norte y América del Sur(...)
América debe apartarse del suelo en que hasta hoy se ha desarrollado
la historia universal. Lo que hasta ahora acontece allí no es más que
el eco del viejo mundo y el reflejo de ajena vida."
Las luchas de liberación provocan cambios en la conducta cultural, una
vuelta a lo propio. En la Argentina, sobre todo en las clases medias
-el pueblo permanece fiel a sus tradiciones- cuyos círculos intelectuales
creyeron, y aún creen, en la superioridad europea bajo la iconografía
escolar y universitaria, para caer en la servidumbre cultural, que es
el nimbo de la dependencia económica y política sobre la cual la oligarquía
construyó la imagen convencional de la Argentina. Un hecho, verdadera
ley histórica de nuestro tiempo, es que las luchas de los pueblos en
Asia, África e Iberoamérica, ha partido de tradiciones nacionales y
no de transplantes europeos. La revolución china, se apoyó en el pensamiento
de Marx, pero el resultado fue un marxismo chino no europeo. Vale decir,
adaptando las verdades universales del marxismo a las tradiciones milenarias
orientales. Y así Argel, Egipto, Vietnam, Indonesia, Cuba. La revisión
de la historia en la Argentina, la reivindicación por ejemplo, de los
caudillos y montoneras del siglo XIX, desalojados de nuestro pasado
por la historiografía, mitrista, responde a este retorno al pasado,
a las gestas populares como alientos vitales de las luchas del presente.
El veto al imperialismo es tanto por la emancipación económica como
por la afirmación cultural del pueblo compenetrado con su historia nacional.
Este regreso al pasado al servicio del presente, a los lutos y glorias
populares negados por la oligarquía, responde a su vez, a una violación
externa. En el mundo colonial, más allá de diferencias de razas y culturas
y del desarrollo desigual de sus países, la oposición al imperialismo,
genera, en todas partes, la misma respuesta, a saber, la conciencia
nacional. Y la miseria de las masas es el denominador común de la actividad
política revolucionaria. Liberación Nacional quiere decir tanto abolición
de la miseria como negación de lo extranjero. Esto implica un problema
complejo. De una parte, la ignorancia de las masas es un escollo en
la marcha hacia la toma de la conciencia revolucionaria. Más, en otro
sentido, esa ignorancia, impermeable a la deformación cultural extranjera,
preserva las antiguas tradiciones -lenguas, creencias, religión- y al
profundizarse la lucha revolucionaria, le da un contenido nacional,
un fanatismo hermético. En tiempo increíblemente corto, millones de
analfabetos comprenden colonizados que "han sido crucificados por la
bayoneta de la civilización capitalista y la cruz de un cristianismo
prostituido" (Ho-Chi-Minh). El imperialismo congrega a los pueblos coloniales
en un mismo consentimiento histórico: la liberación. En tal orden, el
imperialismo hace internacional la insurrección de los oprimidos, y
el colonialismo debe entenderse como el fenómeno más revolucionario
de nuestro siglo.
IV - En los países coloniales, por eso, toda lucha por la liberación contiene
en su seno la emancipación cultural. De ahí que en el pueblo las palabras
extranjero y enemigo son sinónimas y se funden en un solo sentimiento
de defensa y rechazo. Al revés, la oligarquía tradicional y los grupos
económicos ligados al imperialismo, anteponen
los intereses de clase a los nacionales. Hay, en un país colonial, dos
patrones culturales: 1) La "cultura" de la oligarquía, de la tierra
transmitida, en particular, a la clase media, y cuyos valores, difundidos
a través de la escuela, diarios, revistas, televisión, etc., son las
máscaras de la dependencia económica. Estos valores coloniales contrahechos
tienden a crear una imagen falsificada de la Argentina. Así, el colonizado
deviene extranjero en sus maneras de sentir y pensar, y de este modo,
aunque vive en el país, permanece extraño a su realidad profunda. Esto
es comprobable en Buenos Aires, sucursal del imperialismo. Como se trata
de un europeísmo o un yanquismo falsos, las clases altas y medias acomodadas
-a través de sus gustos, modas, diversiones - muestran una personalidad
no menos falsa. En rigor, la mentalidad colonizada no es ni nativa,
ni extranjera, pues siendo ambos términos excluyentes entre si, tal
extranjerismo encubre las relaciones materiales que configuran la mentalidad
colonia, siempre asociada a la desestimación de lo propio. 2) Frente
a esta cultura colonial, late en el pueblo oscuro la cultura nacional.
Toda cultura nacional es colectiva. Esta cultura colectiva, casi por
entero, es inmune a la difusión en masa de la "cultura" del colonialismo.
Por eso mismo, la conciencia histórica está en el pueblo, no en las
clases altas. Y si esta conciencia histórica es interpretada y alumbrada
por una minoría de escritores nacionales, es porque no todos los intelectuales
son lacayos. Lucha cultural es, pues, rescate y revitalización de las
tradiciones colectivas, costumbres, creencias, folklore -un pueblo sin
folklore no es tal sino un conglomerado sin historia- que vienen del
pasado y se anudan al presente como herencia y al porvenir como revolución
nacional. Para un pueblo cultural, por eso, todo extranjerismo es descastamiento.
Y cuando un pueblo -como pasa en la Argentina- está en lucha por la
liberación, la lucha política es simultáneamente, lucha cultural contra
la dominación extranjera. En suma lucha cultural es prédica y actividad
por la liberación argentina e iberoamericana de la opresión imperialista,
cualquiera sea los nombres que ésta adopte, "desarrollismo", "economía
social de mercado", etc. Pues estas teorías, más aún que las formas
artísticas, son los mitos tendenciosos que nos remiten embalados desde
afuera. En síntesis, el objetivo de la lucha política y cultural es
la descolonización económica de la Argentina.
La existencia de una cultura nacional de liberación, sólo puede concebirse
como militancia política. En tal sentido, cultura nacional de liberación
es aquella que desnuda las causas del colonialismo y señala con el dedo
a sus personeros. Ya sean delincuentes de levita o intelectuales asalariados.
En otra perspectiva, la cultura de liberación apunta a la construcción
de la Patria Grande, el retorno orgulloso a nuestro acervo cultural
indohispanocéntrico y a la voluntad de unión con nuestros pueblos hermanos,
ya que, como lo ha dicho Perón, con relación a la América Ibérica, el
final de esta centuria nos encontrará "unidos o dominados". Solo podremos
ser libres unidos. Únicamente unidos ingresaremos a la Historia Universal.
Y, con relación al presente, sólo unidos expulsaremos a las fuerzas
intrusas que nos explotan y encima culturalmente nos oprobian. Hoy,
la edificación de la patria iberoamericana nos convoca a la sombra de
San Martín y Bolívar.
 ¿Que
es un escritor nacional?
Por Juan Jose Hernandez Arregui
[De Nacionalismo y Liberación - Metrópolis y colonias en la era del
imperialismo, 1969]
Una simple recorrida por las librerías de Buenos Aires, atestigua el
hecho. tan comentado en los últimos tiempos, del repentino interés de
los lectores par los libros que hacen referencia al país. La observación,
sociológicamente considerada es verídica.
Pero lo que se soslaya y en la vida social todo esta de alguna manera
coordinado - es que - tal "literatura nacional", es protegida, promovida
y canalizada por organismos empresarios y universitarios, etc. que de
algún modo mantienen e industrializan esa producción, y a un tiempo,
preservan los controles culturales sobre el país a través de un amplio
sistema de ventas y propaganda.
Es verdad, que esa literatura, se vuelve ahora, hacia una temática argentina
y no interesa su contenido de clase, en alguna una forma a pesar de
las variantes que puedan encontrarse en tales manifestaciones literarias,
ligado al mas grande movimiento de masas de Iberoamérica: el peronismo.
Esto es, a los cambios sociales operados en el país con la industrialización
y el peso político de las masas. Junto a estas expresiones, que aún
en su cobarde pestilencia de clase, son positivas en tanto miran al
país, se mueve otro pensamiento nacional, en el que pre-domina, mas
que la literatura, el tema histórico y anticolonialista de combativa
orientación critica. Y lo más resaltante es que esta literatura escatimada
por los diarios, es leída con avidez por amplios y desconocidos públicos.
Esta dicotomía, la existencia de una literatura nacional y otra antinacional,
significa, por implicancia, la indagación sobre la esencia del escritor
nacional. En esto no se puede andar con melindres,
¿Que es pues, un escritor nacional? Escritor nacional es aquel que se
enfrenta Con su propia circunstancia, pensando en el país, y no en si
mismo. Este es un hecho también condicionado por la historia donde el
azar no cuenta. Si en 1955, con la caída de Perón, no se hubiese producido
lo que Arturo Jauretche, en un libro profético, título EL PLAN PREBISCH
(Retomo al coloniaje), la mayoría de los verdaderos libros nacionales
aparecidos desde entonces y devorados hoy por millares de argentinos,
no se hubiesen escrito,
Una literatura propia, larvada o desdeñada por las elites. ha existido
siempre pero lo que por primera vez se ha dado, en lo que va de este
siglo en la Argentina, es la pasión par los libros esclarecedores de
la conciencia nacional. De no haberse operado este aciago retorno al
colonialismo mis propios libros no hubiesen nacido.
Y esto testimonia que el escritor - ya se ha dicho-es un reflejo social
de 1os impulsos positivos o negativos de las potencias laterales que
gravitan sobre el a través del país verdadero. Aquel que se ufana de
sus obras es un majadero o como dijera Fichte sobre los escritores.
"El deseo de gloria es una vanidad despreciable" Todo libro anticolonialista,
cualesquiera sea su éxito, es más bien un fruto acre.
Pues tales libros han manado de la desventura del país y no del narcisismo
literario. Y si tal prestigio emerge, como es inevitable, de una obra
áspera y critica contra las instituciones Y figuras representativas
del coloniaje, mas que valimiento, acarrea sinsabores, odios perdurables
y calumnias, solo compensadas por la fe en la patria avasallada,
Una fe, que es el único contrafuerte que puede oponerse al regulado
aparato de 1a cultura colonial, cuya concertada y rencorosa reacción,
es proporcional al peligro que el pensamiento nacional lleva implícito.
Todo escritor nacional ha experimentado alguna vez, la sensación de
un muro que lo asfixia y la interrogación concomitante acerca de si
la lucha empeñada tiene un sentido que la justifique.
Mas no hay que dejar que la melancolía, haga su nido. en la cabeza.
El poder de las ideas nacionales y sus efectos letales son mas destructivos
de lo que el escritor nacional piensa. Y entonces, la lucha vuelve a
vivirse como un baño saludable del espíritu, como un compromiso -el
único tal vez- que compensa la vocación intelectual en un país colonizado.
En verdad, el país colonial nos marca a todos. A unos por cobardes e
infieles al pensamiento argentino, y a otros por lealtad al país.
Todo libro nacional, en el sentido, expuesto, es necesariamente polémico.
Y cuando concuerda con las disyuntivas de un país, internamente sobresaltado
por la historia, repercute de múltiples y contradictorias maneras. Pero
tales libros van descalabrando a la "intelligentzia" cipaya. Esa "intelligentzia"
tanto de derecha como de "izquierda", se irrita ante los escritores
genuinamente nacionales que son, en tanto hombres amasados a su pueblo,
la mala conciencia que le recuerda, como una voz interior, su deserción
de las luchas del pueblo;
Mas que el escritor nacional en si mismo, lo que le resulta inadmisible,
es que las masas argentinas representan no solo la alpargata (2) sino
la Cultura Nacional. El liberalismo colonial les endilgo que eran ellos,
mandarines una ficticia "elite" intelectual, los depositarios de esa
cultura. Pero la cultura es colectiva, creación anónima del pueblo.
No de los intelectuales. Y aunque es un signo favorable, en la Argentina
actual, la creciente nacionalización de las izquierdas, aun no son revolucionarias,
aunque algunos de sus intelectuales lean tardíamente EL HOMBRE QUE ESTA
SOLO Y ESPERA de Raúl Scalabrini Ortiz. Todavía, aunque de otro modo,
ellos, atascados en un callejón sin salida, también están solos y esperan,
intermedios, en este tránsito avinagrado de su evolución ideológica,
entre el país y sus angustias individuales, nihilistas, solitarias,
tras las cuales lo que en realidad se debate es la crisis de la inteligencia
argentina. Y pongamos punto final a este tema sobre los escritores.
Hay un pensamiento nacional y un antipensamiento colonial. Un escritor
nacional tipo es Raul Scalabririi Ortiz. Un escritor colonial, más perfecto
que una esfera musical en la mente de Pitágoras, es Jorge Luis Borges.
De un Pitágoras que nunca existió.
Y en esto se parece a Borges, que ha caído en la farolería, de hablar
de Pitágoras sin conocer la filosofía griega. En rigor, Borges, pájaro
nocturno de la cultura "colonizada, desde el punto de vista del pensamiento
argentino es mas fantasmagórico que el Pitágoras de la leyenda órfica. Un Borges -ese "cadáver vivo de sus
fríos versos' que dijera Lope de Vega- hinchado todos los días por la
prensa imperialista y que ni siquiera merecería ser citado aquí, si
no fuese porque es la entalladura poética de ese "colonialismo literario
afeminado" y sin tierra al que hacemos referencia. Poeta del Imperio
Británico, condecorado por Isabel II de Inglaterra, ha declarado hace
poco: "Si cumpliese con mi deber de argentino debería haber matado a
Perón" El desmán seria para reírse, si no fuese, como lo hemos expresado
en otra parte, "porque detrás de estas palabras pierrotescas se mueven
las miasmas oscuras del coloniaje. Así habla la 'inteligencia pura"
este "ancestro hermafrodita de la poesía universal fuera del mundo que,
como una orquídea sin alma, llora en la mayoría de sus poemas, su 'muerte
propia' a la manera de Rilke. Todos hemos de morir. No es nuevo este
tema de la muerte. Ya lo dijo Shakespeare: 'Tu le debes una muerte a
la Naturaleza'. Mas es preferible, a la muerte dominical y exhibida,
la muerte concebida por Walt Whitmann:
Todo va hacia adelante y hacia arriba. Nada perece
Y el morir es una cosa distinta a lo que algunos suponen. ¡Mucho mas agradable!
¡Si! Todos hemos de morir, Borges también. Y con el se irá un andrajo
del colonato mental. A diferencia de ellos, bufones literarios de la
oligarquía, mensajeros afamados del imperialismo, cuando a los grandes
hombres de América les llega la hora de la muerte, en ese mismo supremo
instante, la eternidad de la historia, la única y luminosa inmortalidad
que le es dable esperar a la criatura humana en su tránsito terreno,
Ios amortaja como una estela de gloria con las palabras de los verdaderos
poetas nacionales "Hay una lagrima para todos aquellos que mueren, un
duelo sobre la tumba mas humilde, pero cuando los grandes patriotas
sucumben las naciones lanzan el grito fúnebre y la victoria llora "
Pocos mejor que Perón han destacado esta antitesis de lo nacional y
lo antinacional en el pensamiento argentino.
A un gran político no le interesan las ideologías, palabra esta a la
que Perón le da mas bien el sentido de teorizaciones muertas separadas
de la practica, sino los resultados que una ideología anudada a la cuestión
nacional, pueda reportarle al pensamiento argentino. Peron valora tales
libros. Pero el juicio de un gran patriota tiene relevancia no con respecto
a un escritor determinado, sino con relación a las ideas nacionales
- o antinacionales que tales escritores promueven. y las ideas no caen
del cielo. Pertenecen al país del cual el escritor las toma.
Perón, en las cartas que me ha enviado, lo que en realidad se ha propuesto
es denunciar a la intelectualidad que ha desfigurado la cultura argentina,
"hasta entonces -dice textualmente en una de ellas- servida en su mayoría
por vendepatrias y cipayos".
Y en otro juicio: "Imperialismo y Cultura" (...) es un libro admirable
en el que, por primera vez, se hace una disección realista de la política
intelectual argentina, en el que la juventud argentina del presente
y del futuro ha de encontrar una fuente pura en que beber, dentro de
este mundo de simulación e hipocresía. Nada puede. haber mas importante
ni mas imperativo, para un escritor de conciencia, que decir la verdad
cuando todos intentan sofisticarla atraídos por las pasiones y los intereses.
Los argentinos deberemos agradecer siempre a Ud., esas verdades que
tan profundamente deben calar en la juventud de nuestra tierra, que
representa el porvenir mismo de la patria".
"Pero la situación de la Republica Argentina no es un problema aislado
ni una posición intrínseca: es la situación y el problema del mundo.
Desgraciadamente, el mundo que nos esta tocando vivir, se debate, en
un clima de falsedades impuesto por el ejemplo y la presión de los imperialismos
dominantes que no pueden disimular de otra manera el estado de decadencia
en que están cayendo. El mundo occidental que para mayor escarnio de
la verdad se le ha llamado también 'el mundo libre', es solo un cúmulo
de simulaciones, de valores inexistentes, donde la libertad que debería
caracterizarlo es un mito ya insoportable y donde pareciera que lo único
que considera sublime de las virtudes es su enunciado."
No faltarán papelistas pringosos, que dada mi conocida posición ideológica,
le cuelguen a Perón el sambenito de "marxista". Perón se ríe de las
ideologías, Ya lo hemos dicho. Si no hemos vacilado en transcribir sus
palabras, es porque tales juicios deben ubicarse en el plano patriótico
y no en el literario. y si, en otros trabajos del propio Gral. Perón,
vuelve a silenciar mi nombre, tal cosa es accidental y su intención
es referirse al pensamiento nacional como uno de los tantos instrumentos
de la liberación. Por eso, Perón pone como símbolo de ese pensamiento
nacional, a Raul Scalabrini Ortiz. Y a renglón seguido a un historiador,
Jose Maria Rosa, de formación ideológica opuesta a la mía, aunque nos
una, el mismo sentimiento de identidad, a la tierra.
Prueba evidente -insistimos una vez mas- que Perón mas que de hombres
habla del pensamiento nacional en oposición al pensamiento antinacional
y que la palabra "marxismo" no lo horripila, cuando de algún modo le
sirve a un escritor argentino desprovisto de toda ambición humana, para
servir a la patria.
1. Recientemente {1969) ha sido designado, a más de caballero británico,
doctor "honoris causa" por la Universidad de Oxford. Según Borges, su
predilección por Inglaterra "proviene de (su) abuela materna". De este
modo el cipayaje mental se disfraza de culto a los antepasados y de
ejemplar conducta como aspirante al Premio Nobel galardón en el que
hay que empezar a creer dada la orquestada e increíble propaganda desatada
alrededor de su nombre. 2. ( refiere a ¡alpargatas si, libros,no!) 3. Enrique Pavón Pereyra: COLOQUIOS CON PERON; Esteban Pelcovich: HOLA
PERON.
LA FORMACIÓN DE LA
CONCIENCIA NACIONAL (1930-1960)
Juan José Hernández Arregui
Indice
Introducción Capítulo I
Capítulo II Capítulo III
Capítulo IV Capítulo V
Capítulo VI
A la memoria de
Raúl Scalabrini Ortiz, uno de los grandes
constructores de la conciencia histórica de los argentinos.
Prólogo
Este libro está destinado a la juventud argentina, que hoy, desorientada,
busca un lugar en la lucha por la liberación, y recordando a Napoleón:
"Los jóvenes ejecutan las revoluciones que los viejos han preparado".
J.J.H.A., Buenos Aires, 1º de mayo de 1960
INTRODUCCIÓN
I. Izquierdas y derechas – II. El liberalismo y la Iglesia – III. El
Imperialismo – IV.Progreso y antiprogreso liberal – V. La Argentina
actual.
Ya debemos señalar, y el hecho es de vital importancia, que aquí en
América Hispánica el liberalismo penetró más que como una ideología
progresista como reflejo residual de la Europa colonizadora, un medio
de opresión y dominio envasado tras el rótulo de libertad, democracia,
progreso, derechos humanos, etc. La historiografía oficial, desde Mitre en adelante, no ha sido más que
la idealización de la oligarquía por si partiquinos universitarios,
y en lo esencial, herramientas de la voluntad dominadora extranjera
empeñada en quebrar todo espíritu nacional, mediante el ocultamiento
de la verdad histórica.
II
Si el liberalismo en su ascenso, necesitó ya en el siglo XVIII, de la
libertad burguesa a fin de resistir el autoritarismo de la Iglesia,
es natural que haya creído, y no sin razón, en la libertad. Estos valores liberales (libertades políticas, de conciencia, de pensamiento,
de comercio( contenían los gérmenes de la decadencia del sistema en
su conjunto. Las clases sociales víctimas de esas libertades, encontraron
en su ejercicio político, el instrumento activo para atacarlas, revisarlas,
criticarlas, negarlas. Las ideas democráticas se volvieron contra su
creadora histórica, la burguesía, que ahora, dentro de la cruda realidad
del capitalismo, debía soportar la crítica sobre su función histórica
de clase. La misma Iglesia no podía escapar al proceso histórico. Enemiga del
liberalismo en tanto ligada al orden feudal de la nobleza, apeló a la
burguesía para subsistir. Y su tesis religiosa de la libertad de la
persona humana no fue más que una variante, un ajuste teológico, al
liberalismo victorioso. La Iglesia Católica y el liberalismo, formaron un compromiso hipócrita.
La solución política, luego de la lucha liberal contra el absolutismo
monárquico, fue el término medio de la monarquía constitucional, sistema
a través del cual la burguesía ingresaba al conservatismo santificado
por la Biblia. En este período muchos católicos se hicieron liberales
y a su vez, estos reconocieron las tradiciones religiosas como cemento
del orden social. Liberalismo y catolicismo, más allá de circunstanciales disputas, han
marchado unidos frente a la amenaza revolucionaria de las clases bajas. Este liberalismo, , como fenómeno histórico general, fue fecundo y además
revolucionario, aunque llevaba en sus entrañas las semillas de la reacción. La predicción de Marx sobre la incapacidad del capitalismo para controlar
las fuerzas que había desanudado y que condenaban al liberalismo en
un determinado momento de su desarrollo histórico, a echar por la borda
una libertad que al transfigurarse en lucha de clases no solo negaba,
en su antinomia viviente, el concepto mismo de esa libertad, sino que
anunciaba su anulación real por el despotismo, revelando simultáneamente,
a los idealistas eternos, la contradicción interna del concepto puro,
reflejo político de una vida histórica desgarrada en su esencia. Cuando
el libre cambio mercantil encontró en Bismark (Alemania) el competidor
más peligroso, los liberales abandonaron la libertad a los profesores
de filosofía. Es decir, la mandaron de paseo. Por su parte, la Iglesia, mantuvo rasgo más ostensible, que ha residido
y reside, en pactar con los poderes temporales dominantes. El marxismo niega del liberalismo no su pujanza revolucionaria gigantesca,
sino su putrefacción histórica. Es cierto que tanto el marxismo como
la actual doctrina social de la Iglesia, son formaciones históricas
derivadas del liberalismo. Pero mientras el espíritu conservador intenta
mantener con retoques ese mundo, el marxismo busca destruirlo, sin dejar
de aprovechar lo que el liberalismo ha significado como progreso irreversible
en relación al desarrollo de las conquistas materiales útiles a la humanidad.
Esta confusión, no puede extrañar. Está determinada ella misma por las
ideologías en pugna. La historia es un enjuiciamiento incesante y no
un conjunto de estampas iluminadas. En forma expresa, el marxismo se
opone a la libertad burguesa, pero no porque desee perfeccionarla sino
para aniquilarla, en tanto el reaccionario se opone a esa libertad del
liberallismo para salvarse como burgués, no como revolucionario. De
ahí que grupos enemigos, no de la libertad burguesa, sino de toda libertad
frente a las clases bajas, se presenten como reformistas o revolucionarios.
Tal fue el caso del fascismo. ¿En qué consistía esta revolución? "La
Nación italiana –dice la Carta Italiana del Trabajo- es una organización
con finalidades, vida y medios superiores a la acción de los individuos
que la componen. Es una unidad moral, política y económica íntegramente
realizada por el Estado fascista". Es evidente que semejante programa,
no podía desagradar a la Iglesia, menos al liberalismo, que si enfrentó
al fascismo no fue por cuestiones éticas, sino por las imposiciones
del reparto del mundo planteadas por la guerra imperialista en su forma
más sanguinaria. Así como del racionalismo del siglo XVIII devino la
Revolución Francesa, su forma jacobina, el liberalismo ha promovido,
no sólo el espíritu revolucionario de los trabajadores de Europa sino
el levantamiento de los continentes coloniales enteros. Esta antítesis
radical, niega toda comunidad ideológica entre el liberalismo y el marxismo.
Fue Marx quien enfiló contra el liberalismo su crítica lapidaria. No
la Iglesia.
III
El resultado de la imposición dictatorial de los precios, la liquidación
de toda competencia, el dominio omnímodo de los mercados en su más alta
expresión técnica, no sólo mediante el agrupamiento de empresas intercomplementadas,
sino con la creación de redes comerciales subsidiarias, bancos, sistemas
de seguros, transportes, etc. En el siglo XX el comercio exterior, y
en consecuencia, la economía interna de un país, están totalmente recogidos
por la organización monopólica, que es internacional y que por su extrema
condensación, puede llamarse con más propiedad, oligopólica. Pero los
oligopolios no suprimen la lucha económica, fundamento residual de la
economía capitalista basada en la ganancia. Al contrrio, se hace más
despiadada. La saturación de los mercados tanto como el afán ilimitado
de lucro, sobre la base de los precios más bajos, siempre asociados
al adelanto técnico, desata una lucha indetenible. El poder económico acopia su propio poder político y cultural. El Estado
es la forma abstracta, en tanto el Estado mismo es el sistema, su reflejo
ideal, que se convierte en fuerza real, en guerras. La exportación de
capitales es propio de los países con su economía interna sobresaturada.
La onda expansiva se extiende a aquellas zonas geográficas donde la
materia prima y la mano de obra son baratas, y por tanto, favorables
a una explotación intensiva con ganancias seguras a costa de la miseria
de millones de seres. Los monopopios internacionales, al comprar las materias primas de las
colonias, dictan los precios más bajos, y a su vez, con relación a los
propios productos industriales fabricados con esas materias primas,
los más elevados. De este modo las colonias con sus sistemas de monocultivo,
no pueden superar el nivel de miseria impuesto por el imperialismo. El levantamiento de los puebles carece hoy de fronteras. La internacionalización
de la economía internacionaliza las luchas nacionales. Y estas luchas,
aunque formalmente sean nacionales en sus contenidos particulares, son
mundiales por sus fines. Tal lucha se cumple en dos frentes, contra
el imperialismo en general y contra las oligarquías nativas opresoras
ligadas al imperialismo en particular. Clases nativas económicamente
dependientes y culturalmente corrompidas por el colosal aparato ideológico
de los monopolios mundiales. Esta política imperialista en los países
coloniales, se vale de las ganancias residuales del sistema para plegar
a su órbita, no sólo a las oligarquías vernáculas, sino a determinados
sectores de la clase media, especialmente la pequeña burguesa comercial
e intelectual (periodistas, profesores, etc) La conciencia antinacional de estos grupos es alimentada con las migajas
repartidas por el sistema mundial de poder. Así, los partidos de izquierda
pasan a integrar el sistema, a través de sus intelectuales, y detrás
de su algazara progresista, son en realidad, brotes degenerados del
liberalismo. La lucha por la liberación nacional en estos países, se asocia siempre
a la lucha por la industrialización. Este conjunto de causas interrelacionadas
agudiza el antagonismo entre las oligarquías agrarias y la naciente
burguesía industrial. La radicación de maquinarias, a su vez, desata el interés imperialista
al acecho por controlar los nuevos mercados coloniales en expansión
relativa y la lucha por dominar las líneas de la industrialización en
un doble sentido: mediante el abastecimiento del mercado interno con
nuevas plantas industriales, manteniendo al mismo tiempo a esos países,
en las condiciones de zonas productoras de materias primas (nota: división
internacional del trabajo). Por su parte, la lucha de las masas contra sus enemigos internos y externos,
sólo puede resolverse mediante el establecimiento de regímenes autoritarios,
con el control de las exportaciones y medios de propaganda, con el apoyo
estatal al movimiento popular y la participación del Ejército, en esta
política nacional defentista. Tal es el caso de Nasser en Egipto, con
su antecedente el gobierno de Perón en la Argentina. El capitalismo
nacional, aún débil, en una etapa de la lucha por la liberación, debe
ser apuntalado por el capitalismo de Estado y la política de nacionalizaciones,
único medio de protección para las todavía endebles estructuras económicas
locales. Frente al capitalismo monopolista internacional, la sola valla
es el monopolio estatal, que además contribuye al disloque del mercado
capitalista mundial al sustraer zonas de influencia a la explotación
internacional de las grandes potencias. El caso de Fidel Castro en Cuba,
no hace más que repetir en un país del caribe, las experiencias nacionales
de este tipo representadas por Perón en la Argentina y Nasser en Egipto. La ilusión de que el imperialismo puede "humanizarse" y contribuir al
progreso de determinadas colonias, la política del "buen vecino" del
"buen socio", etc., creencia comín a determinados sectores de la pequeñoburguesía,
es un embaucamiento controlado por la propaganda, pues como decía Marx:
"Los límites del capitalismo están dados por el propio capitalismo".
Esta tendencia a idealizar al imperialismo, de entenderlo como filantropía,
es propia de la intelectualidad pequeño burguesa, especialmente la universitaria.
IV
Decía Lenin: "La desesperación es propia de las clases que perecen".
Cristina de Suecia –una reina- lo vio con realismo: "Hay que temerles
a los que nada tienen que perder si tienen corazón".
V
La formación de la conciencia nacional está estrechamente vinculada
a esta evidencia posterior a 1930. en esa década nace la conciencia
histórica de los argentinos. Cuando un país no ha logrado aún su autodeterminación
nacional, pero está conciente de su necesidad, asiste al despliegue
conjunto de sus fuerzas espirituales. Este hecho es la resultante de
una realidad material: la opresión imperialista, con su reverso, la
lucha por la liberación nacional. Treitschke dijo: "Lo más grande que le puede acontecer al hombre, es
sin duda, defender en su propia causa la causa general. Comprender el pasado es tomar conciencia del porvenir. El peronismo
o el antiperonismo en la Argentina existían antes de Perón (nota: los
dos países en pugna desde 1810, el librecambista portuario, y el proyecto
nacional). El saladero dio una sociedad de hacendados y gauchos, la
chacra una sociedad agraria e industrial incipiente, la industria moderna
una Argentina revolucionaria, conciente de sus fines, pese a los parciales
eclipses provocados por las fuerzas que resisten al desarrollo nacional.
La conciencia nacional es la lucha del pueblo argentino por su liberación.
VI
El 17 de octubre de 1945 quedará en la historia de la Argentina como
una fecha cumbre. Terminaba una época de humillación y advenía la Nación
frente al mundo. El fracaso de la democracia liberal, el fraude de la oligarquía, la
entrega del país al imperialismo británico, crearon el sentimiento en
la oficialidad argentina de la independencia económica. Correspondió a Perón unir al Ejército con el pueblo. La síntesis significó
que por primera vez en la historia argentina, fue posible sacudir el
yugo del coloniaje. El imperialismo angloyanqui se ha repartido la Argentina desde Salta
a Tierra del Fuego. Y así, la Argentina, soberana ayer, es hoy mercado
africano y zona de reserva militar, el Medio Oriente de América Latina.
OLIGARQUÍA
E INMIGRACIÓN EN LA ARGENTINA
CAPÍTULO I
La oligarquía existe. Ha ensangrentado el país y está dispuesta a ensangrentarlo
nuevamente. En 1774, sobre 6.083 habitantes censados durante las campañas, 186 eran
propietarios de tierras. En Buenos Aires, con una población de 10.000
habitantes, había 141 propietarios. El decreto del 17 de abril d e1822
decía: "Las propiedades del Estado son no sólo para garantizar la deuda
pública (contraída con Inglaterra con el empréstito Baring) sino para
hacerse de recursos extraordinarios". Los apellidos actuales de la oligarquía
figuran entre los primeros beneficiarios de la ley de enfiteusis de
Rivadavia. Rosas continuó el reparto, en gran parte gratuito de tierras
públicas. En tal sentido tenía razón Sarmiento: "¿Quién era Rosas? Un propietario de Tierras. ¿Qué acumuló? Tierras.
¿Qué dio a sus sostenedores? Tierras. ¿Qué quitó y confiscó a sus adversarios?
Tierras". Pero una verdad parcial es casi una mentira. Y Sarmiento es el menos
veraz de los testigos de la época. Por eso la oligarquía lo ha convertido
en mito. El reparto de las tierras públicas de la provincia de Buenos Aires se
aceleró entre 1854 y 1864, después de la caída de Rosas. Con el pretexto
de investigar las adjudicaciones hechas por Rosas, las tierras fueron
confiscadas, vendidas o arrendadas y las donaciones de Rosas se convirtieron
en las de los unitarios triunfantes. En 1857 los rivadavianos subsistentes
liquidan el régimen enfitéutico, ya fantasmagórico, supliéndolo por
la ley de arriendos. El gobierno, convertido en propietario y especulador,
repartió entre sus adictos fabulosas extensiones, al mism tiempo que
serían a la clase propietaria para financiar la guerra política contra
el interior y arruinarlo por el régimen aduanero del puerto exportador,
que había derogado las medidas proteccionistas de Rosas. La clase terrateniente,
en su forma actual, está ya establecida en 1869 al afirmarse el sistema
de la tierra protegido por la Constitución de 1853. intentos de colonización
con criollos, como el de 1857 recordados por Rafael Hernández, fueron
casi aislados que la clase de los hacendados se cuidó muy bien de fomentar,
con rígido espíritu de clase. En 1882 grandes compañías inglesas favorecidas
por la ley, se posesionaron de la Patagonia. En 1878, aseguradas por
Roca las fronteras contra el indio, se enajenaron tierras por millones
de hectáreas en Córdoba, Mendoza, Buenos Aires. Más de 3 millones de
hectáreas se repartieron entre pocas personas. La ley Avellaneda de
colonización fue manejada a su antojo por empresas y sociedades capitalistas
extranjeras, especuladores particulares y usureros. En las proximidades
de 1890 las mejores tierras han sido cedidas ya a bajo precio. El final
de remate se consumó con Roca, transformado él mismo en estanciero.
El país creaba sus propios políticos de transición que habrían de ligar
los intereses del interior y los de Buenos Aires hasta entonces segregados.
El gobierno nacional., en 1880, había donado al provinciano Roca 20
leguas cuadradas de tierra. Tal misión consolidó el poder político de
la clase terrateniente. En 1912 al fallecer Roca, dejó una fortuna de más de 16 millones de
pesos que en moneda actual (1960) sería cerca de 400 millones. La fortuna
de la oligarquía explica su poderío. En 1926 los bienes de Mercedes
Castellanos de Anchorena ascendían a $ 67.552.752, unos 1.500 millones
de moneda de 1960. Todos los gobiernos posteriores a Rosas, hasta el ascenso de Yrigoyen
que también era estanciero, continuaron esta política. En 1914, en la
zona de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos, el 63% de las
tierras en explotación (41.216.739 millones de hectáreas) pertenecían
al 6% del total censado, es decir, estaban repartidas en 10.056 explotaciones.
Los campos mayores de 5.000 hectáreas que representan cerca del 70%
pertenecían a 2.447 propietario. Mil personas eran dueñas en 1930 de la tercera parte de la provincia
de Buenos Aires, o sea, 100.000 km cuadrados .
EL ESPÍRITU DE LA OLIGARQUÍA
Esta conciencia de clase de la oligarquía se fortalece a través de entrecruzamientos
diversos, en los "night clubs", en los partidos de polo, en la Sociedad
Rural, en la banca, mediante el entretejimiento racional y calculado
de los contratos matrimoniales que concentran en pocas mano, siempre
las mismas, mediante los latifundios interpretados familiar y jurídicamente
por la fusión de los apellidos, su poder material sobre el país. El
sentimientos de un entronque familiar con el pasado, se asocia en la
gente de la oligarquía, a la certeza de una situación económica elevada,
legítima y dada en el orden natural de las cosas que a su vez, justifica
como superioridad innata del espíritu, el ejercicio del poder político.
El grupo dirigente no favorece la apertura de sus cuadros a miembros
de otros estratos sociales, aunque en períodos de crisis económica,
tiende a franquear sus fronteras de clase a los individuos prominentes
de la burguesía industrial en ascenso. La imagen material de este prestigio de clase se identifica en sus integrantes,
con la condición de estancieros. La estancia es el basamento de su dominio
a través de la visión idealizada del campo, que para la clase oligárquica
clausurada en su propio destino sociológico, es la base tanto de su
riqueza material como de la importancia de la Argentina en el mundo.
Sólo las tareas del campo –la posesión de la tierra hipostasiada en
valoraciones espirituales- implica distinción. Expresiones de esta nobleza
son la Sociedad Rural como manifestación de bienestar en los negocios,
y en el Jockey Club, correlato para sus miembros de elegancia mundana
y similar filiación política. El ideal de vida es el reclutamiento de
las amistades dentro de la misma clase sobre la norma selectiva de un
parecido status económico. Los deportes que integran a la clase alta
son aquellos difundidos por EE. UU. e Inglaterra y cuyo costo los hace
inalcanzables al resto de la población. Los hijos de la oligarquía estudian
con preferencia derecho, preparándose así para la conducción política
del país conservador. Están convencidos los miembros de esta clase de
su superioridad espiritual y de sangre, a pesar de que su nivel cultural,
en general es bajo. Tienen además el sentimiento disgustado del crecimiento
del país y de la presencia de nuevas clases de origen europeo que amenazan
su dominio político. Como toda casta conservadora en descenso, en medio
de sus mitos liberales calcinados, se aferra a una imagen histórica
del país convertida en categoría inmóvil del ser en general. Y así,
, de su propia situación de clase, deriva una visión de lo nacional
que no existe fuera de esa psicología de clase estéril, adinerada y
ociosa. Chateaubriand ha reparado con exactitud que: "La aristocracia
tiene tres edades: la edad de alas superioridades, la edad de los privilegios
y la edad de las vanidades". En su decadencia, la oligarquía argentina
no posee ya más que el usufructo del privilegio y el boato exterior
de sus fiestas nupciales y automóviles americanos. Una vanidad así no
puede durar. Por eso la oligarquía tiene miedo.
LA HISTORIA DE LA OLIGARQUÍA
Este espíritu de clase se apoya en todo un sistema ideológico. Ritual
por los héroes del a historia – que ellos mismo han escrito- el mismo
deslumbramiento por Europa, propio de los bárbaros culturales, convencida
de sus másmoles sagrados; unifica también su añoranza del pasado y ese
temblor ante el presente representado por el espectro colectivo y sangriento
de las montoneras, redivivo en los "cabecitas negras" y por el advenedizo
industrial, hijo remoto de la inmigración que ella trajo. La burguesía
nacional, la amenaza con desplazarla del mando (nota: ver esto en el
marco de un país industrializado durante el peronismo); las calumnias
con que esta población es presentada por una historia oficial escrita
por uno de los suyos: Bartolomé Mitre. Este odio al pueblo, al que Sarmiento
ayudó a difundir, se cuida de citar otros testigos de la época. Las montoneras, es decir, sobre la "barbarie" intentada por Samiento.
Esas masas luchaban por su causa nacional. De otro modo sería imposible
explicar la constancia y bravura con que durante años sostuvieron la
guerra. José Hernández, silenciado por la oligarquía, diría de esa misma
raza difamada por el odio de clases: "El general Peñalosa ha sido degollado.
El hombre ennoblecido por su inagotable patriotismo, fuerte por la santidad
de su causa, el Viriato argentino, ante cuyo prestigio se estrellaban
las huestes conquistadoras, acababa de ser cosido a puñaladas en su
propio lecho, degollado y su cabeza ha sido conducida como prueba de
buen desempeño del asesino, al bárbaro Sarmiento". Esta oligarquía se
apoya cada vez más no en el país, sino en centros focales y lejanos
de poder mundial de los cuales depende su supervivencia. La clase ociosa
se sabe foránea en su propia patria. Trata por eso de abolir toda originalidad
nacional negando lo colectivo, descastanto a las capas sociales inferiores
mediante el sistema educativo.
LA BARBARIE DELA OLIGARQUÍA
Esta clase, extranjera por su mentalidad, dependen del imperialismo.
Sin mediar una guerra civil, ha bombardeado a su propio pueblo y festejando
su crimen como otro fasto triunfal de la "civilización" contra la "barbarie". La oligarquía, en esa espesa red de intereses burocráticos, internacionales,
no aparece en primer plano. El secreto de su poder es que es un poder
secreto. Empapa con él a todo el país. Desde la mentalidad de la maestra
rural que enseña a los niños criollos la historia de esa oligarquía
que exterminó a sus antepasados, pasando por Bernardo Houssay que acorazado
con su Premio Nobel niega a jóvenes argentinos el derecho a recibirse
de médicos, hasta el presidente del Banco Central, faraón mudo de una
pirámide cuya base es el tambo y su vértice la Constitución de 1853.
la oligarquía, por ejemplo, no aparece como tal en la Universidad, sino
mediante profesores que depende de ella por sus actividades profesionales
(abogados de empresas extranjeras, médicos, etc. – o como colaboradores
de sus salas de conferencias distribuidoras de una fama dirigida, no
simplemente como burócratas. No le interesa a la oligarquía que tales
profesores se califiquen de "izquierdistas" sino que esas ideas de izquierda
den la sensación de liberalidad espiritual. Un profesor, por ejemplo,
podrá mentar en abstracto la palabra "imperialismo". Esto le dará aires
de librepensador a gusto de los estudiantes pertenecientes en su mayoría
a la pequeño burguesía, pero lo que este profesor no hará nunca será
hablar del imperialismo británico en Argentina, aunque sí, con algunas
frases de Lenin, del imperialismo yanqui en otras partes del mundo. Lo que los estudiantes no deben olvidar es que sus educadores fueron
educados, y el sistema que los modeló fue la oligarquía- Lo que la clase alta odiaba de Yrigoyen o Perón no era la incultura
sino el peligro de la democratización de la cultura. Por eso luego del
golpe del ’55 cantaban por las calles: "Con Rojas y Aramburu, el país
está seguro". También su admiración por Sarmiento, el bárbaro culto cuyos consejos
conserva vivos en su memoria de clase: "Debe darse muerte a todos los
prisioneros y a todos los enemigos" o "Debe manifestarse un brazo de
hierro y no tenerse en consideración con nadie". O mejor aún: "Todos
los medios son buenos y deben emplearse sin vacilación". Por eso la
oligarquía admira a Sarmiento. Así es que Inglaterra ha protegido su propio comercio de exportación
y exigido a las colonias de ultramar trato preferencial para sus productos
industriales. De todos los arcos políticos ingleses, han seguido respecto
a las colonias, una política invariable. Esta política no se ha fundado
en razones éticas. Todos los medios son buenos para favorecer el interés
nacional.
LA DEFORMACIÓN DE LOS HÉROES
El argumento de que la oligarquía liberal, abanderada durante el siglo
XIX del "progreso" no podía vislumbrar por anticipado las consecuencias
de su imprevisión frente al extranjero, no es defendible. Estados Unidos
supo anticiparse a ese peligro. El entreguismo de la oligarquía no fue
un simple error. Fue el coronamiento político y cultural de sus intereses
de clase asociados, por encima del país, a su subordinación al mercado
internacional. La obra maestra de la oligarquía, a fin de justificar
esta política, ha sido su historia oficial. Ha inventado figuras, las
ha iluminado u oscurecido, las ha exaltado o las ha deshonrado. Cuando
no ha podido enterrar a determinados argentinos, sin entronque de clase
con ella, , la oligarquía, a través de sus historiadores asalariados,
ha creado maniquíes en lugar de hombres. Tal es el caso de Mariano Moreno
(nota: San Martín, libertador de la Patria Grande, en los últimos años
ha sido cuestionado como probritánico y otras yerbas). Moreno proponía el dirigismo económico del Estado y el monopolio total
de las riquezas del subsuelo, además de la prohibición de que el capitalismo
extranjero se apropiase de esas riquezas. Era partidario de apoyarse
en Inglaterra. Consistía en enemistar a Gran Bretaña con Portugal. Es
decir, Moreno individualizaba con claridad al Brasil, que en décadas
sucesivas Inglaterra volcaría contra la Argentina. Moreno comprendía
bien el peligro del mercantilismo extranjero: "Los pueblos deben estar
siempre atentos a la conservación de sus intereses y derechos y no deben
fiar sino en sí mismos. El extranjero no viene a nuestro país a trabajar
en nuestro bien, sino a sacar cuantas ventajas pueda proporcionarse".
LA INMIGRACIÓN: SU CARÁCTER COMPLEJO
La Constitución de 1853 contenía las más completas declaraciones que
se hayan escrito en legislación alguna, particularmente sobre la inmigración.
Por la Constitución se concedieron mayores ventajas a los extranjeros
que a los nativos, con la vidente finalidad de excluir a la población
autóctona en la que palpitaba aún el espíritu nacional oprimido por
los ejércitos regulares de Buenos Aires. Entre 1853 y 1930 ingresaron al país seis millones de extranjeros. Se
ha dicho con potencia de mito que en la Argentina sobran tierra. Y se
olvida que en el siglo XIX esas tierras tenían propietarios.
CENSO E INTERPRETACIÓN CIENTÍFICA
El censo de 1914 establece una proporción del 70% de los argentinos
y el 29.9% de extranjeros. Pero no debe olvidarse que un gran sector
de esa población argentina pertenece a la primera generación inmigratoria
y étnica y sigue siendo parcialmente extranjera. Distinta es la situación de 1947, época del segundo censo nacional.
El 84% de la población es argentina y el 15.3% extranjera. De la inmigración venida entre 1857 y 1950, 1.774.178 fueron italianos
que se distribuyeron particularmente en el campo. Sobre todo en Santa
Fe, Entre Ríos y Córdoba, zonas aptas para la agricultura. El mayor
coeficiente de fecundidad corresponde también a los italianos. En el
orden económico este aporte fue efectivo. Los españoles, entre 1857
y 1950, aportaron 1.251.336 inmigrantes, pero salvo los vascos, más
que en las tareas agrícolas se reparten en el comercio, por lo general
como dependientes en los negocios minoristas y en el servicio doméstico.
La inmigración francesa, prácticamente fue detenida a fines del siglo
XIX y aporto unos 100 mil individuos. Hasta fines de 1950 entraron al
país 71.847 alemanes en su mayor parte dedicados a la industria. Franceses
y alemanes han permanecido como poblaciones marginales y en tal sentido,
su aporte cultural ha sido neutro como negativo. La inmigración inglesa,
de alto nivel económica, integrada por funcionarios del aparato imperialista
como en la India y otras colonias, ha jugado un papel de extrañamiento
total frente al país, aunque sus costumbres deportivas, formas y técnicas
ambientales de la vida hogareña, etc., han influido por imitación en
las clases altas y media acomodada pero no en medida notable. La influencia,
más bien invisible de la inmigración anglosajona se ejerce desde la
banca privada y el comercio de importación y exportación, y en particular,
a través de asociaciones de cultura inglesa. Edward Bridges, presidente
del British Council, en noticia aparecida en el diario La Nación, dijo:
"El número de entidades argentinas de este tipo superan al de las que
existen en toda América Latina y la Asociación Argentina de Cutura Inglesa
es la más grande del mundo (31/01/60). La inmigración inglesa no es
estable sino móvil, o sea integrada por grupos de viajeros ligados a
intereses británicos en la Argentina. La inmigración inglesa, mediante
el control cultural de diarios, publicaciones diversas, escritos en
inglés y castellano, cumple una función velada o abiertamente antinacional.
Los descendientes de estos grupos, cuando se afincan en el país, reciben
una hermética formación británica, es decir, antiargentina, en establecimientos
educativos propios. También la influencia inglesa se difunde mediante
la enseñanza del inglés estimulada por aspiraciones de empleos, a través
de institutos y academias, en ocasiones, vinculados a las embajadas,
y gravita sobre grupos locales de la clase media urbana que incluso
por la vía del cine y la propaganda admira y copia formas deportivas,
musicales, etc., británicas y estadounidenses. Por su parte, la inmigración judía en la Argentina es de las mayores
del mundo. Proporcionalmente mayor quizás, en nuestros días, a la colectividad
hebréa en Estados Unidos. Se calcula que esta población oscila entre
450.000 y 750.000 (nota: tener en cuenta de que el libro es de 1960)
judíos. La mayor parte radicada en Capital Federal. Ligados al comercio,
a las finanzas, a la industria en sus diversos niveles económicos, a
la construcción, al libro, al periodismo, a la Universidad, a las actividades
artísticas y a las profesiones liberales, su influencia financiera y
política está conectada a focos internacionales de propaganda y control
culturales. La intelectualidad de izquierda cuenta no sólo con fuerte apoyo judío,
sino que, en cuanto capa sociológica, está integrada por individuos
de este origen en fuerte relación numérica. A su vez, el poder económico
internacional del judaísmo vincula a estos grupos étnicos en forma poco
visible pero real y organizada en escala mundial al imperialismo, particularmente
norteamericano, del cual el sionismo no es más que una variante con
su foco en Israel. Sin embargo, importantes sectores de la pequeño burguesía
judía, tienden a la asimilación cultural, fenómeno relacionado con la
transformación económica del país, que ha convertido al comerciante
intermediario en industrial.
LA INMIGRACIÓN MÁS RECIENTE
Antes DE 1940 las estadísticas militares arrojaban cifras pavorosas.
En algunas provincias, casi el 50% de la población nativa era físicamente
inepta para defender a la patria. Las enfermedades infecto contagiosas
y endémicas –escrófula, paludismo, tuberculosis, sífilis- sobre el cuadro
general de desnutrición hacían estragos. La natalidad que era de 129.10
por mil mostraba el polo macabro de una mortalidad del 106.6 por mil.
Chile a la vanguardia de niños muertos en América Latina, el 251 por
mil. En tanto Nueva Zelanda, llamada "el paraíso de las madres y los
niños" arrojaba una mortalidad infantil de sólo el 3.7%. con posterioridad
a 1945 estas cifras sufrieron en la Argentina una disminución asombrosa,
y después de 1955 (Golpe de Estado), junto con el descenso del nivel
de vida, han vuelto a crecer en forma alarmante y constante. Respecto
a esta cuestión conviene señalar las líneas de correlación estadísticas
entre el fenómeno demográfico y el estado de la economía, observables
desde la gran depresión mundial de 1929. El aumento anual por cada mil
habitantes decrece y vuelve a aumentar en la siguiente proporción:
1929 25.8 1930 24.7 1931 18.7 1932 17.7 1933 15.7 1934 15.2 1935 14.7 1936 15.8 1937 16.3 1938 15.7 1939 14.0 1940 14.9 1941 14.9 1942 14.7 1943 14.8 1944 15.06 1945 15.2 (Año de estímulo a los salarios y la economía) 1946 15.4 1947 18.0 1948 24.4 (Una de las cifras más altas desde 1910) 1949 25.3 1950 24.2 1951 23.0 (Años de sequía) 1952 19.4
El censo de 1914 muestra que el 47.3% de la población vivía de las tareas
del campo con niveles de vida cercanos a la pauperización. En 1955,
esta proporción había disminuido al 27%, por el formidable desarrollo
de la clase obrera en la Argentina, totalmente independiente de la acción
de partidos políticos de izquierda anquilosados en la estrecha visión
de la provincia de Buenos Aires y la ciudad puerto extranjerizante y
económica y culturalmente segregada del país.
LA EXPERIENCIA EN OTROS PAISES
Rara vez fueron los inmigrantes capaces de alterar fundamentalmente
el sistema social existente o los modos de vida. Después de 1930 determinó
a los "democráticos" estadounidenses ponerle trabas a la inmigración
(nota: la oligarquía nacional mantenía su status. A diferencia de lo
que aconteció en EE.UU., en la Argentina los hijos extranjeros no han
encontrado vallas para adquirir una instrucción superior. Con posterioridad
a la primera guerra mundial, fuertes tendencias nacionalistas determinaron
en los EE.UU. restricciones legales no sólo a la inmigración, sino al
ingreso del inmigrante de cultura superior. La democracia norteamericana
cambia su política cuando el interés nacional lo exige. Oscar y Mari
Handlin escriben: "Vinieron a agravar esas dificultades las leyes restrictivas
que prohibían el ejercicio de ciertas profesiones a quienes no fueran
ciudadanos del país. En 98 estados no se permitía a los extranjeros
ejercer la abogacía, en 28 no se les autorizaba la práctica de la medicina". La inmigración inglesa en Australia, Canadá, etc., ha sido siempre bien
recibida, sin trabas culturales. Los inmigrantes ingleses han fortalecido
las culturas locales, luego de asimilarse a ellas sin esfuerzo, a través
de lazos históricos y espirituales con el sistema imperial. Hecho probatorio
de que la comunidad originaria de lengua y cultura es la base real del
papel negativo o positivo de la inmigración. También Brasil ha tenido conciencia del papel cultural negativo de la
inmigración. A diferencia de la Argentina, Brasil ha procedido con criterio
nacional. Después de 1930, junto con la supresión de la enseñanza de
lenguas extranjeras en defensa del acervo histórico y cultural de la
Nación en su relación con la cultura portuguesa, el interés a contribuido
de un modo efectivo al fortalecimiento de la conciencia nacional. En la Argentina, toda política de este tipo es atacada por la intelectualidad
extranjerizante y "progresista", como "nacionalista" o "fascista", sin
comprender que tal actitud, la coloca en la condición de instrumento
de la clase oligárquica antinacional empeñada en desarmar, mediante
el debilitamiento de la cultura colectiva, la conciencia nacional de
convivencia con el imperialismo.
EL SENTIDO REAL DE LA INMIGRACIÓN
La inmigración debe valorarse en sus diversas etapas históricas. Durante
el siglo XIX fue beneficiosa como hecho demográfico y económico, pero
su asimilación al país y aporte cultural fueron negativos en tanto resistencia
a la cultura nativa más antigua. Han sido los inmigrantes transmisores,
no creadores de cultura. El hecho de que los descendientes habiten el país desde hace más de
ochenta años, no implica que el contexto familiar extranjero de los
progenitores haya desaparecido enteramente. Millones de descendientes,
particularmente de italianos, siguen pensando bajo la constelación espiritual
de los padres, que son asimismo argentinos, pero educados y asilados
por sus abuelos. Los inmigrantes originarios, contratados por la oligarquía
como arrendatarios, fueron conservadores y ahorrativos, hostiles al
cambio social o indiferentes frente a la situación de la población local
vencida, a la que también explotaron y consideraron, al igual que la
oligarquía, étnicamente inferior. La mano de obra barata aplicada a
la estructura agrario-ganadera del país, siguió a cargo de los grupos
criollos oprimidos por la clase terrateniente Los conflictos psíquicos de los descendientes de inmigrantes se han
atenuado sin duda, pero grandes sectores de la población, sobre todo
en el campo, siguen convencidos que representan a la "civilización europea".
Tal actitud irracional los lleva a distanciarse de la población autóctona.
La inmigración en la Argentina viene de núcleos rurales europeos pauperizados.
Esa inmigración italiana y española, en su casi totalidad analfabeta,
es sin embargo, contra otro prejuicio que confunde cultura con alfabetización,
enérgica y capacitada vitalmente. Quizá lo mejor de España e Italia.
Hombres y mujeres decididos, con espíritu e iniciativa, sin deseos de
retornar a la miseria del país de origen, a la triste ciudad natal,
aunque añoren en el recuerdo a la patria de origen.
EL PODER DE LA CULTURA NACIONAL
El inmigrante divinizado fue parte de la negación de ese país verdadero
por la clase terrateniente. Sarmiento lo confesó con esa franqueza que
brusca, "ahogar a la chusma criolla, inepta, incivil y ruda que nos
sale al paso a cada instante. Sarmiento, viejo, reconocerá finalmente
que la conciencia nacional no penetraba en Buenos Aires, "donde no está
la Nación porque es una provincia de extranjeros". Así refutaba el concepto
de barbarie que había difundido, cuando en si senectud comprobó los
resultados de ese europeísmo sin linaje en la tierra. Es el mismo Sarmiento, vedado por la oligarquía, autor de esta carta
a Avellaneda con referencia a Juan Manuel de Rosas: "Necesito y espero
de su bondad, una colección de los tratados argentinos hechos en tiempos
de Rosas, en que están los tratados federales, que los unitarios han
suprimido después con aquella habilidad con que sabemos rehacer la historia".
Estos aspectos de Sarmiento conviene difundirlos para hacer conciencia
de cómo mentía y de cómo esas mentiras sarmentinas se hicieron lugares
comunes en la historia argentina. Es el mismo Sarmiento que en carta
del 1º de enero de 1869, le dice al embajador de EE.UU. sobre la guerra
del Paraguay –conflicto que aún nos debe cubrir de vergüenza-: "La guerra
está concluida aunque aquel bruto tiene más de doscientas piezas de
artillería y 2.000 perros que habrán de morir bajo las patas de nuestros
caballos. Ni a compasión mueve aquel pueblo, rebaño de lobos. Sólo que
la mayor parte son niños de diez a doce años, armados de lanza a su
talla, para formar línea. ¿Se imaginan los horrores de estos combates,
en que soldados argentinos y brasileños en el calor de la refriega caen
sobre esta fila de chicuelos?". Así fue exterminado el Paraguay, en
su tiempo, el país más avanzado de la América Hispánica, y así infamado
Francisco Solano López, una de las más grandes figuras de la historia
americana.
EL SISTEMA EDUCATIVO DE LA OLIGARQUÍA
La educación impuesta a un país depende: 1º) Del ideal de vida de la
clase dominante. 2º) De las generaciones intelectuales que educan al
servicio de esa clase. La oligarquía liberal ha infundido a toda cultura, en el aspecto pedagógico,
sus propios valores, desde 1853 en adelante. Aquí interesa una descripción
del espíritu de la Universidad. La Universidad, en cuanto institución,
es solidaria con las demás instituciones vigentes (económicas, jurídicas,
culturales) de las cuales, la Universidad, colocada en el cruce de los
círculos sociales y culturales dominantes, es mera expresión ideológica.
Liberalismo y coloniaje representan en la Argentina actual, y como derivado
de la invasión imperialista durante el siglo XIX, la fórmula indivisible
de lo antinacional. La historia de nuestra Universidad, es por eso,
la historia de nuestra oligarquía-
LA INDUCCIÓN CULTURAL SOBRE LA CLASE MEDIA
Así millones de argentinos han aceptado y aceptan, esta imagen colonizada
del país clisada por los grandes diarios de la oligarquía ganadera y
cuya representación psíquica comenzó a esclerosarse en la escuela primaria.
Entre la clase alta que educa y las clases inferiores educadas, hay
capas intermedias que sirven a esa clase. Maestros, periodistas, profesores.
Por eso, el sistema educativo de la oligarquía, junto con el desentendimiento
de la ciencia, ha dirigido férreamente la enseñanza de la historia,
del derecho, de la literatura, materias formativas por excelencia, a
los fines de afirmar y justificar ante las demás clases su dominio polítoc
y petrificar culturalmente su prestigio. De este modo, el conocimiento científico impartido en la Universidad
liberal con criterio escolástico en el estricto sentido del término,
se imponía a millares de argentinos, incluidos los universitarios, que
terminaban por creer que ese liberalismo conservador era progresista. Fue esa misma intelectualidad universitaria la que se mofó hasta crear
un estado de conciencia público, de las experiencias encomendadas en
la Argentina durante el gobierno de Perón al sabio atómico R. Ritcher.
Noticias de la URSS destacan el aporte de este físico notable, cuyos
conocimientos contribuyeron a la hazaña gigantesca de los satélites
artificiales (nota: tampoco hay que olvidar, que el desarrollo nuclear
en los años de Perón fue formidable, pese a que la oligarquía explota
el fallido intento de creación de armamento atómico, aquellas investigaciones
desarrollaron la medicina nuclear para tratamientos contra el cáncer
y demás, por la creada en aquellos años Comisión Nacional de Energía
Atómica).
LA TECNOLOGÍA DEL MONOCULTIVO
La generación intelectual de 1945 no ha conocido el poder adormecedor
del embaucamiento porque justamente ese año, se quebró la hegemonía
de la Argentina agropecuaria. Pero la generación del ’30 fueron frustrados
y aislados por una minoría sin conciencia nacional. Por eso la Argentina
no fue un país de ingenieros, de hombres de ciencia, de técnicos... No son filósofos lo que necesita el país, sino técnicos. Ya vendrán
los filósofos. Bacon, Descartes, Newton, Kant, Goethe son hijos de la
Alemania de Bismark. Tendremos filósofos cuando la Argentina sea capaz
de autodeterminarse con luz propia. No los tendremos mientras nuestros
"humanistas" reciten a Virgilio o repitan ideas filosóficas pertenecientes
a otros círculos culturales.
LA CLASE MEDIA DE ORIGEN INMIGRANTE
La dependencia material quita toda libertad y obliga a esta clase a
refugiarse en un idealismo ético –el socialismo burgués, por ejemplo-.
Y lo mismo pasa con la masa estudiantil que viene también de la pequeño
burguesía. Amenazada como clase, sin clara conciencia por razones generacionales,
de sus objetivos políticos propios, esa masa estudiantil agita ideas
abstractas – democracia, libertad, cultura- y las erige en mitos éticos
que encubren confusamente, a través de aproximaciones ideológicas no
racionalizadas de sus aspiraciones de clase, reales, materiales, la
clase obrera en lo inmediato de la vida no necesita ser educada políticamente.
Su Universidad es el sindicato. Es la clase media educadora la que debe
recibir educación política (nota: con la desindustrialización del país,
hoy la universidad se encuentra en el campo popular, del cual debe aprender
la casi extinta clase media). Reciben en la fábrica no en la universidad su práctica. Y con la huelga
y el creciente malestar revolucionario a que es condenada responde al
carácter expoliador del sistema económico que sustenta tales valoraciones
de clase. Aunque el nivel cultural del obrero es inferior al de la pequeño
burguesía su conciencia política es en cambio superior. El sindicato
es su escuela y en la apreciación global del problema nacional, es más
argentina, pues ella elabora como clase productora de riqueza colectiva,
y al defenderse como proletariado argentino, defiende a la Nación. Los valores éticos que la Universidad difunde y los estudiantes de la
clase media asimilan, son los siguientes: 1º) La creencia de que el
título universitario es un talismán del éxito personal y una diferenciación
social, una aristocracia modesta y diplomada. 2º) El sentimiento de
que sólo la capacidad personal explica el éxito o el fracaso en la vida,
con lo cual adopta la teoría de las clases altas sobre las diferencias
naturales y jerarquizadas de la sociedad.
LAS
IZQUIERDAS EN LA ARGENTINA
CAPÍTULO II
Debe agregarse que los primeros partidos de programa obrero –el socialismo
y el comunismo- estuvieron dirigidos desde los comienzos, no por trabajadores,
sino por intelectuales pequeño burgueses de Buenos Aires, extranjeros
de nacimiento o por formación mental. Esta desconexión con el país,
ha sido el escollo, hasta ahora insuperado por la izquierda, y ha marcado
el carácter antinacional de su pensamiento.
EL PARTIDO SOCIALISTA ARGENTINO
Fue Juan B. Justo fundador del Partido Socialista en la Argentina, junto
con Nicolás de Anchorena, el fundador del PS. También figuran al lado
del maestro del socialismo otros apellidos de la aristocracia ganadera.
Martínez de Hoz, Pereyra Iraola, etc. Antes de fundar el Partido Socialista,
Justo perteneció a la Unión Cívica de la Juventud. José Ditzgen dijo: "El más despreciable de todos los partidos es el
partido del término medio. Si comparamos a ambos partidos con un cuerpo
sólido y otro líquido, el término medio es un partido cenagoso. Toda la etapa parlamentaria del PS sería, en los años de Yrigoyen, contra
el partido popular gobernante. Ya muerto el "maestro" Juan B. Justo,
el PS leal a sus enseñanzas, integraría en 1945 la Unión Democrática,
un contubernio ideológico dictado por el imperialismo para contrarrestar
la lucha por la liberación nacional en la Argentina.
SOCIALISMO ARGENTINO Y SOCIALISMO CIPAYO
La Unión General de Trabajadores (UGT) ofrecía un programa sin contenido
combativo, contrario a la huelga. La lucha antiimperialista no se planteaba
en ningún caso. Fue la incapacidad de la conducción del movimiento obrero
de parte de los socialistas, lo que incorporó a grandes sectores del
proletariado al progama nacional, avanzado para su tiempo, de H. Yrigoyen. No fueron os socialistas los que educaron la conciencia de clase del
proletariado argentino. Fue la oligarquía. Es decir, la miseria y la
explotación. La oligarquía ha cumplido una gran misión educadora de
masas. El socialismo cosmopolita fundó su acción en teorías importadas
vinculadas a la realidad europea y no al país. Y la teoría cuando no
se liga al movimiento de masas es un error no teórico sino práctico.
LA BANCARROTA DEL SOCIALISMO
La caída de Perón al mostrar al desnudo la función colonial del socialismo
ha terminado por dividirlo. Hoy marcha a la deriva de sus propios errores
y sus figuras creyeron en ellas. En 1955, como en 1930, el socialismo
fue aliado y cómplice de la oligarquía. Hay una estricta relación casual
entre la presencia de Alfredo Palacios y Américo Ghioldi, por ejemplo,
durante la Revolución Libertadora, y la de Lonardi y Raúl Prebisch.
Fuen con esta mezcla de la cruz y el progreso que se desorientó a vastos
sectores de la clase media. Esta clase media es clientela del socialismo, cuyo moralismo perfuma
desde la izquierda abstracta la putrefacción armada de la oligarquía. Jamás el socialismo argentino fue contra el interés británico. El socialismo,
continuando a Juan B. Justo, fue adversario de las expropiaciones. Después
de 1945 cuando se nacionalizaron las empresas extranjeras acusaron al
Estado de "totalitario" y opresor de la persona humana. Cuando se aumentaron
los salarios, se inició una política social sin antecedentes en la Argentina
asociada al desarrrollo de la industria y la defensa de la soberanía
nacional, se llamó a tales medidas demagógicas o fascistas. Y una vez
más marchó el socialismo junto al imperialismo y junto a la clase terrateniente. La separación del socialismo de las masas tenía necesariamente que expresarse
en la indiferencia de esas masas frente a una ideología extraña que
no las interpretaba.
EL SOCIALISMO Y LA SITUACIÓN MUNDIAL
El PS reflejó la gradual decadencia de todos los partidos socialistas
de Europa. Después de la Primera Guerra Mundial, el socialismo de los
diversos países europeos ya preparados por las tendencias reformistas
de la preguerra, se apoyó cada vez más en las clases medias. La lucha
de los trabajadores sindicalizados se hizo cada vez más gremial y menos
revolucionaria, tal cual lo exigía la burguesía, a cambio de bancas
legislativas y de ministerios tácticos ofrecidos a los socialistas (nota:
toda posguerra levanta al sistema capitalista que con el correr de los
años retoma su papel protagónico hasta el próximo conflicto. Los partidos
socialistas de los países miembros del G7 –Gran Bretaña, Estados Unidos,
Canadá, Francia, Italia, Alemania y Japón- son el ala moderada del liberalismo
reaccionario).
EL MARXISMO Y LA CUESTIÓN NACIONAL
Es previo, saber qué sostiene el marxismo con respecto a las luchas
nacionales por la liberación. El marxismo, ni en la teoría ni en la práctica, se opone a las luchas
emancipadoras de carácter nacional. Antes bien, insiste en la independencia
nacional de los países coloniales y en el apoyo que deben prestar no
sólo los partidos socialistas del país en cuestión, sino el socialismo
internacional. Marx consideraba incompatible con la doctrina –aunque
no alcanzó a conocer la era del imperialismo- la actitud de indiferencia
o neutralidad del socialismo de un país avanzado frente a la lucha nacional
de otro atrasado. Y alegaba que ésta era la piedra de toque que diferenciaba
a un revolucionario de un servidor de la burguesía nacionalista. La negación de la nacionalidad, en nombre del internacionalismo, con
frecuencia implicaba la subordinación de una nación al nacionalismo
de otra más poderosa. Por eso Marx apoyó a Irlanda contra Inglaterra, y a Polonia contra Rusia.
En cambio, los comunistas argentinos apoyaron al imperialismo angloyanqui
durante la Segunda Guerra Mundial contra el pueblo argentino que buscaba
con los medios a su alcance, la propia revolución democrático burguesa
nacional. Ellos la llamaron fascismo. Asó le hicieron el juego a Gran
Bretaña, pues parafraseando a Marx, puede decirse que la paz social
en Inglaterra (y EE.UU.) tiene sus raíces en la opresión colonial en
Argentina. La lucha "particular" d los argentinos no puede separarse de la lucha
"general" de América Latina, y la "particular" de América Latina, de
la "general" de todos los pueblos coloniales del mundo.
EL PARTIDO COMUNISTA EN LA ARGENTINA
El OC en la Argentina es el producto de una escisión del socialismo,
que dio nacimiento al PS Internacional, más tarde Partido Comunista.
Ya en 1918 la plataforma electoral del partido ofrece la monocorde repetición
de consignas extremistas que superaban ampliamente el programa de los
propios bolcheviques rusos. Sobre la Argentina y sus masas oprimidas
no dice ni una sola palabra, salvo consignas demagógicas y genéricas
aplicables al abstracto de cualquier país del planeta. En su forma actual, el PC quedó constituido en 1920. de esta fecha data
una declaración de principios internacionalistas y refractaria a toda
posición nacional. Desde entonces y hasta el presente, los comunistas
atacarían de "nazis, "nacionalistas" o "trostkistas" a toda tendencia
antiimperialista con raíces en la realidad nacional. En sus orígenes
participaron en la fundación del PC emigrados de diversos países de
Europa. Este hecho no es ajeno al extranjerismo mental. Estos trabajadores
europeos editaban periódicos en lenguas exóticas y en la historia oficial
del partido se califica a esta actividad desplegada por entonces, de
"intensa labor solidaria y cultural". Por otro lado, su procedencia
socialista mantuvo al PC, hasta el presente, ligado a la ideología pequeño
burguesa y a un bajo nivel mental desde el punto de vista marxista. Un dirigente representativo del PC, Rodolfo Ghioldi, ha expuesto en
una conferencia en junio de 1947, la concepción histórica del PC. Dice
una verdad cuando sostiene que "no es posible separar la política de
la historia". Pero a renglón seguido acepta la historia escrita por
la oligarquía.. De los españoles no ve más que lo católico. Pero no las instituciones
democráticas españolas –los municipios, los cabildos- que vinieron de
Castilla y aquí arraigaron como focos defensivos del pueblo. En un insufrible
pegote liberal confunde a Moreno y San Martín con Rivadavia. Que representan
justamente dos políticas nacionales antagónicas: lo nacional y lo colonial.
Para Ghioldi, San Martín quería libertar a América. Pero mucho más importante
es lo que Ghioldi callaba, a saber, que San Martín quería unificar a
América. Ghioldi dijo también: "El más grande de todos los historiadores, fue
Bartolomé Mitre". Como los socialistas, idealizan a la inmigración y denigran a la población
nativa. Escritores argentinos, formadores de conciencia nacional, serán
negados o calumniados a fin de apartar a la juventud partidaria del
conocimiento real del país argentino. No es circunstancial, que en la
publicación oficial del PC, la historia argentina se inicie con el período
de la inmigración europea entre 1890 y 1900. El punto de partido no
sólo es la historia de Mitre sino su programa político. L oligarquía
es glorificada de entrada, lo mismo que la inmigración, pues de ella
salieron, sin reducir el hecho a sus justas proporciones y negatividades,
"obreros profesionales y campesinos europeos que crearon las condiciones
favorables para la formación de la organización sindical y política
argentina". Carecen de base histórica real,, queda expuesta y negada en la siguiente
tesis: Quizá más que ningún otro país, el movimiento obrero se ha nutrido
de hombres e ideas de tros países". La afirmación corrobora el extranjerismo
histórico de los partidos de izquierda, esa incompetencia radical para
asimilarse al país, y que al vaivén de la estrategia del imperialismo,
no solo ha retardado el desarrollo del sindicalismo en la Argentina
sino que ha determinado el fracaso de esos partidos.
EL PARTIDO COMUNISTA Y EL IMPERIALISMO INGLÉS
Desde su fundación hasta 1930, la literatura comunista dispersa en innumerables
publicaciones, diarios, semanarios, etc., no aborda el examen del imperialismo
británico en la Argentina, fuera de aisladas y defectuosas referencias.
Esta anomalía doblemente llamativa, pues ya Lenin, a principios de siglo,
había publicado su célebreanálisis del fenómeno imperialista, e incluso
se había referido al imperialismo británico en la Argentina como un
caso particular. El PC realizó 2dos campañas antiimperialistas notables" entre 1924 y
1928. una a favor de México en su lucha por la nacionalización del petróleo.
Pero ninguna a favor de la nacionalización del petróleo proyectada por
Yrigoyen. Y que a la pstre determinó su derrocamiento. La otra a favor
de Sandino. Ambas contra el imperialismo yanqui. Debe anotarse que en esa época, el imperialismo estadounidense no era
en la Argentina el principal enemigo, e incluso, tales campañas interesaban
a Gran Bretala así se esfumaba ante la opinión pública argentina como
potencia colonizadora (nota: para ese entonces, todavía estaba en vigencia,
en la práctica, las bases de la doctrina Monroe –5º presidente de EE.UU.
que separaba Centroamérica y el Caribe para Estados Unidos, y Sudamérica
quedaba bajo la "protección" de Gran Bretaña, lugar que perdería luego
de la Segunda Guerra Mundial).
LA OPOSICIÓN DEL PARTIDO FRENTE A YRIGOYEN
Yrigoyen, quien pese a la irreconciliable oposición de la oligarquía
y del mismo sector de Alvear, ha descendido del poder auroleado de enorme
prestigio nacional. El PC ha combatido sin tregua a Yrigoyen- ha negado
al radicalismo. Pero con Marcelo T. De Alvear, la oligarquía ganadera
y el imperialismo inglés habían gobernado entre bambalinas a la Argentina.
El PC, consecuente con su política probritánica, ensayará una débil
crítica contra el alvearismo. Y caído Yrigoyen en 1930 aclamará a Alvear
como demócrata salvador de la República. Los comunistas argentinos ni siquiera entendían a Stalin: "El Partido
no puede quedarse a la zaga del movimiento, ya que retrasarse significaría
separarse de las masas". Los comunistas citan bien. Pero siempre actúan
mal. El PC insultó a Yrigoyen y ensalzó a Alvear. Y en 1945, cuando
las masas habían de tomar la historia nacional por su cuenta, las enfrentaron
otra vez. El radicalismo de aquellos días era mayoría absoluta y lo apoyaban incluso
las masas trabajadoras. El radicalismo murió con Yrigoyen. Al desaparecer
éste afloraron las contradicciones internas que lo minaban. Y estas
contradicciones encontraron en Alvear el sepulturero más cortés (nota:
en Carlos Menem, el PJ tuvo su sepulturero). Alvear representaba a las
fuerzas conciliadoras con la oligarquía y los monopolios extranjeros.
1935: DEL FRENTE POPULAR A LA UNIÓN DEMOCRÁTICA
La Unión Democrática, la más grande operación que haya conducido el
interés extranjero contra la liberación nacional de la Argentina, fue
planeada por el PC en las postrimerías de la segunda guerra mundial.
El partido la consagró así: "frente democrático nacional antifascista,
para aplastar el fascismo y construir una Argentina grande, próspera,
feliz y respetada en el mundo". La Unión Democrática fue Braden, embajador estadounidense, Antonio Santamarina,
Nicolás Repetto (PS) Tamborín y Mosca, Luciano Molina, etc. Rodolfo
Ghioldi, decía en un acto en el Luna Park: "Saludamos la reorganización
del Partido Conservador operada en oposición a la dictadura que sin
desmedro de sus tradiciones sociales se apresta al abrazo de la unión
Nacional y que en las horas sombrías y en el terror carcelario mantuvo
en la persona de don Antonio Santamarina una envidiable conducta de
dignidad civil. Es inicuo decir con referencia a la II Guerra Mundial: "una parte considerable
de nuestro pueblo que mantenía una actitud de indiferencia pues no estaba
posesionado del odio necesario contra el nazifascismo". En verdad, los
sectores populares. Particularmente la clase trabajadora, veían con
odio al fascismo. Pero también a Inglaterra y EE.UU. los verdaderos
e inmediatos enemigos de la América Latina en general y de la Argentina
en particular (nota: los comunistas decían que Perón era nazi, por otro
lado, en un documento de la CIA de 1954, salido de la embajada estadounidense
en Buenos Aires, Estados Unidos analizaba contradictoriamente a Perón
como "anticomunista", pero a la vez decía que aplicaba "ideas comunistas
–ver en los documentos de esta biblioteca).
EL PARTIDO COMUNISTA Y LAS MASAS EN ACCIÓN
Los comunistas llamaban a la Unión Democrática "Causa de la libertad,
de la democracia y de la soberanía nacional. El acto del 16 de agosto
organizado por los comunistas, reunió doscientas mil personas. La manifestación
fue encabezada por Tomás de Anchorena. "La coalición de la Unión Democrática
además de reunir a los partidos radical, socialista, demócrata progresista
y comunista, contaba con el apoyo de los sindicatos independientes,
con parte de organizaciones campesinas (sic) y la mayoría de los intelectuales
democráticos". Por aquellos días estremecedores, los comunistas eran mansos evangelistas
mientras los "cabecitas negras" conocían el camino más corto al barrio
norte. A este movimiento de las masas argentinas, los comunistas lo
llamaron "demagogia antiyanqui": "Perón supo explotar hábilmente los
sentimientos antiimperialistas de nuestro pueblo. En tanto la clase obrera argentina luchaba contra el capital internacional,
los comunistas rodeaban a Braden, símbolo internacional del imperialismo
yanqui. "Marxistas de pacotilla" llamaba Lenin a estos personajes de la política.
El PC Argentino paseaba a Lenin por la Recoleta, con música de Echeverría
y letra de Bartolomé Mitre. No lo supieron entender, y la movilización
del 17 de Octubre aún los demuda. Allí, cien años de opresión, de mentira, de explotación, de sometimiento,
encontraron en el pueblo la dirección que sólo el heroísmo del proletariado
puede infundirle a una gesta nacional. Por eso es una fecha odiada por
la oligarquía. En las masas se subvirtió la historia. Y los historiadores fueron esos
millares de obreros y peones. Analfabetos porque la oligarquía así lo
había querido como parte de su historia como clase antinacional. A la
que los comunistas se plegaron. La oposición de la izquierda antinacional
a Perón.
LA INTELECTUAL LIBERAL DE LA IZQUIERDA
La intelectualidad liberal en la Argentina se recluta en su inmensa
mayoría en las clases medias y actúa en los grandes centros urbanos,
especialmente en Buenos Aires. Como gente de clase media dependen del
orden económico establecido, ya sea como profesionales, periodistas,
profesores, técnicos, etc. Muchos de ellos se declaran simpatizantes
del socialismo y el comunismo. En realidad son liberales impuros que
platican sobre el socialismo puro. Su mentalidad es europeísta, producto tanto de la educación impuesta
por la clase alta como del orgullo irracional por su origen europeo.
La oligarquía, que tenía razones históricas para ello, ha sabido entubar
las tendencias agresivas de los grupos humanos extraños –los inmigrantes-
desviándolos contra la población nativa, y convirtiendo esas tendencias
de la hostilidad social a lo largo de tres generaciones, en repulsa
emocional contra el pueblo autóctono y contra la cultura española originaria.
El intelectual pensará con disgusto sobre el analfabetismo de las masas,
sin comprender que él mismo participa del ordenamiento económico y social
que explica el analfabetismo. "La República Argentina es el furto de tres factores: el oro inglés,
el libro francés y el brazo italiano", escribió alguien una vez. Esta
ocurrencia es sin embargo verdadera con relación a la mentalidad de
la oligarquía y de la intelectualidad de izquierda formada a su vera.
Tal fórmula es aplicable a la orientación de la enseñanza universitaria.
De una universidad así, sólo pudo advenir una inteligencia segmentada
del pueblo y de la propia herencia cultural. La idea de libertad, en
estas capas letradas, por eso, jamás coincide con las luchas libertadoras
del pueblo. Para la oligarquía, una "intelligentzia" de izquierda divorciada
del pueblo no es temible, pues tales intelectuales están inhibidos por
la educación para luchar por objetivos nacionales. Por eso la historia
de la oligarquía asimilada por los intelectuales es la difamación de
lo popular encubierta con ideas universales sobre la dignidad de la
persona humana. El verdadero intelectual de izquierda es revolucionario no en las frases
sino en los hecho, no sólo en los libros sino combatiendo junto al pueblo
y contra las falsas valoraciones culturales de la clase dominante.
LAS ILUSIONES DEL INTELECTUAL DE IZQUIERDA
Las aspiraciones del intelectual de izquierda chocan con el sentimiento
no confesado de que tiene derechos para ingresar a capas superiores
de la burguesía, pero que por su nacimiento el ascenso no es fácil.
Esto explica que el estudiantado, en tanto pequeño burguesía intelectual,
bregue en los primeros años de su carrera por ideales de izquierda,
para ir sustituyéndolos en los últimos años, ya al borde de su iniciación
profesional, por valoraciones sociales moderadas. La actitud psicológica de esta intelectualidad está viciada en la base.
El pueblo es los "derechos del hombre", "la revolución rusa" o la variante
Mao, pero la revolución nacional, como la encabezada por Perón, le da
náuseas. Por eso son extranjeros mentales y mucamos de la oligarquía.
Por eso no comprenden la lucha nacional de las masas (nota: esto corre
tanto para esta izquierda extranjerizante, como los tecnócratas economistas
que trabajan para el imperio yanqui).
EL
NACIONALISMO DE DERECHA EN LA ARGENTINA
CAPITULO III
En tres décadas, el nacionalismo de orientación católica no ha dado
una sola historia de movimiento. El nacionalismo de derecha, a pesar
de algunas notas genéricas que lo tipifican, no ha sido un partido político,
ni un sistema de ideas, ni una secta ideológica homogénea. Une a sus
adherentes a un sentimiento. Pero sobre todo a un mismo origen social. En el nacionalismo argentino se reconocen bien dos períodos: 1º) desde
1928 hasta 1933, la influencia liberal, antipopular, pro fascista, es
netamente individualizable en escritores sin jerarquía intelectual.
2º) Desde 1933 en adelante, el nacionalismo se expresa ya en un nivel
intelectual más elevado, a través de tres tendencias no bien delimitables,
de las cuales derivan grupos de orientación filosófica, ensayistas políticos
e historiadores.
LAS ETAPAS DEL NACIONALISMO
Si la izquierda argentina, por su formación liberal, se ha mostrado
en nuestro país contraria a los regímenes populares de caudillos como
Yrigoyen o Perón, el nacionalismo de derecha no ha sido menos adversario
de los mismos. La misma desconexión existente entre el nacionalismo
y la izquierda, es igual con las masas. De entrada, el nacionalismo argentino aparece filiado al fascismo de
Mussolini. Más tarde el nazismo alemán ejercería una violenta atracción
sobre los nacionalistas argentinos. Ligaron al nacionalismo profascista
con la Iglesia. De estos grupos si unidad ideológica, inflamados por el odio a la democracia
que veían encarnada en Yrigoyen, pero en realidad, lanzados a la lucha
anticomunista, derivan las publicaciones diversas y centros armados
de acción antiobrera, La Liga Republicana, La Legión de Mayo, etc. El
nacionalismo de 1930 inaugurará la Década Infame, uno de los períodos
más siniestro de la entrega del país al dominador extranjero.
EL NACIONALISMO ANTERIOR A 1930
El nacionalismo argentino nace como oposición al gobierno de Hipólito
Yrigoyen. La oligarquía no estaba satisfecha con el hecho de que Yrigoyen
fuese un estanciero, un hombre de su propia clase. La oligarquía se
erizaba ante la democratización del país operada por el jefe radical.
El nacionalismo fue la forma extrema. Así naciía el nacionalismo argentino acusando al mandatario de "anquilosis
servil. Juan Carulla, militante de la Liga Republicana, que tratándose
de Yrigoyen arremete contra el cesarismo y habla de "infecto tirano",
llamará a un oscuro militar, J. F. Uriburu "salvador del país".
LA JUVENTUD NACIONALISTA DE 1930
La juventud nacionalista de 1930 estaba unida por vínculos al Partido
Conservador. Algunos elementos de la clase media que incluso aspiraban
a figurar al lado de los jóvenes con apellidos de la oligarquía. Esta
juventud fue fascista. Así fue que esta juventud católica y aristocrática
tradujo a Mussolini y el Tratado de Letrán en la sentencia: "Dios, Patria
y Hogar"- El nacionalismo en la Argentina no surgió como arma ideológica de lucha
antiimperialista sino como reacción antidemocrática frente a las masas
trabajadoras que habían crecido y buscaban su organización sindical
después de la primera guerra mundial.
LEOPOLDO LUGONES FRENTE A YRIGOYEN
No es posible descomponer las contradicciones del pensamiento lugoniano
sin tener presente este conflicto con la oligarquía oculto en su corazón.
El verdadero pensamiento de Lugones sobre la oligarquía porteña a la
que en el fondo repudiaba y frente a la cual carecía de valor para separarse.
No fue más que un intento disfrazado de desplazar a esa oligarquía del
mando. "El ejército es la última aristocracia", decía exaltando el militarismo
ante una democracia que decía moribunda. Había que derrocar a Yrigoyen,
el caudillo. Y hasta los poetas sirven cuando el aparato cultural de
la clase terrateniente difunde sus ideas. También le convenía a la oligarquía que Lugones denigrase al pueblo,
al que el escritor había calificado de "turba inorgánica". Este mismo escritor que al servicio de la clase dirigente dijo: "Es
público y notorio mi afección a la noble Inglaterra". Pero de todos
modos Lugones comprendía bien el fenómeno imperialista. "La República –dirá Lugones nen esa época de reencuentro doloroso con
el país- constituye de hecho un estado colonial respecto a las naciones
que habiendo alcanzado civilización completa, mantienen su industria
con los productos primarios suministrados por aquella", criticando a
la oligarquía agropecuaria, con la esperanza de que el Ejército tomase
el poder. Y en creciente desafío al pensamiento de la clase dirigente, concluía
que sólo la industrialización complementaría a la economía nacional
convirtiéndola en argentina y para los argentinos. En 1932 llegó a decir, por primera vez en alusión a Gran Bretaña: "Nuestra
subordinación de meros productores de materias primas, limitóse primero
a Gran Bretaña. Ahora lo es también en proporción mayor, respecto a
los EE.UU."
EL VERDADERO PENSAMIENDO DE LUGONES
Al caer Yrigoyen, Lugones reiteró todos los lugares comunes de aquellos
días contra el caudillo y cooperó, una vez más, con las fuerzas a las
que el poeta, en su fuero interno, denostaba: la oligarquía y el imperialismo.
No era esto suficiente para la clase ganadera que retornaba al poder.
Casi inmediatamente al triunfo, una extraña atmósfera rodeó y comenzó
a cercar a Lugones, hostigándolo en su labor periodística. La oligarquía
se aprestaba, sin manifestarlo, a apartar como un elemento perturbador,
al poeta que había contribuido al derrocamiento del conductor radical.
Olvidaba por cálculo que ese poeta antidemocrático había elogiado a
la Revolución Rusa de 1917. Gran Bretaña prefería una Argentina "democrática".
Ya la oligarquía había inventado "la alevosa encrucijada del cuarto
oscuro". Además, el escritor retornaba al fascismo que había abrazado
en 1928, el mismo año en que daba a luz uno de sus libros más argentinos,
Poemas solariegos. El mundo se preparaba para la Segunda Guerra Mundial.
Y la oligarquía a probar su lealtad a Inglaterra. Asqueado de la realidad
política, testigo en su propia carne del desastre de sus ilusiones juveniles
sobre la función jerárquica de esa clase dirigente, vio en el orden
fascista –esperanza de muchos argentinos decepcionados del liberalismo
acariciaron por entonces- la salida posible y también la perspectiva
de que la inteligencia nacional enrarecida y humillada, encontrase un
lugar en la sociedad. Así nace en su espíritu la idea del Estado militar.
Recurriendo a Lenin hablará de la libertad como un prejuicio burgués. El programa que Lugones proponía se anticipaba a los problemas centrales
que recorren la "década infame". Lugones proponía el controlo estatal de los frigoríficos, la creación
de nuevos mercados para las carnes. Tenía conciencia de la debilidad
de nuestra economía, sugería una política nacional en el orden de la
marina mercante, exigía en una referencia vaga al imperialismo británico,
al que como se ha dicho, nunca atacó de frete –tal ha sido el poder
de Inglaterra en la Argentina- una modificación de la política ferroviaria
a favor de la producción nacional y no de las empresas extranjeras,
se oponía al predominio de los monopolios cerealísticos, proponía el
control de cambios y la fiscalización de los bancos extranjeros, la
defensa del arrendatario, créditos hipotecarios al chacarero, salario
familiar, controles legales de la deuda pública a fin de preservar el
trabajo nacional transferido al extranjero en detrimento de la población
argentina, etc. La anticipación fundamental de Lugones fue su tesis
sobre la siderurgia, base de la independencia nacional. Esta política
sería retomada por el Ejército. Planteaba asimismo la nacionalización
de las fuetes productoras de energía eléctrica. No lo sabía, pero al minar las bases del liberalismo de la oligarquía,
al incitar al Ejército a retomar la defensa del país, preparaba una
nueva época en la que las masas, aliadas al Ejército, habrían de encontrar
en Perón la síntesis de una etapa hacia la emancipación nacional de
la Argentina. A la que el poeta amó y sirvió, pese al carácter reaccionario
de su pensamiento, hasta su muerte.
LAS INFLUENCIAS EXTRANJERAS EN EL NACIONALISMO
La decepción de Lugones fue común a la generación nacionalista que había
confiado en la revolución de 1930. la entrega del país enlazada a la
crisis ganadera, el embaucamiento político convertido en sistema, el
creciente malestar de las multitudes indeterminado y real, el estragamiento
de los partidos políticos y la situación europea con el creciente agigantamiento
de Rusia, provocaron la ruptura espiritual de la juventud nacionalista
con los propios padres. Y el desencuentro histórico aunque no pasó,
en el orden político, de un enfrentamiento generacional que no excluyó
el usufructo de las posiciones del gobierno de parte de los jóvenes,
tuvo consecuencias con relación al enjuiciamiento de la oligarquñia
en su conjunto, que en el pensamiento de la juventud nacionalista se
vinvulaba a la idea de una "élite" directora integrada por ellos y capaz
de rescatar al patriciado de su decadencia. La gravitación más perceptible sobre el nacionalismo de derecha en la
Argentina es la de Charles Maurras un pensador no católico. Sobre Maurras,
ubicado entre dos siglos, confluyen las ideas de Nietzsche y de Carlyle
en cuanto a la concepción del grande hombre que concentra en su persona
el curso de las edades. "Yo soy una roca lanzada en el espacio que ha
consumado en años una tarea de siglos. Esa frase de Napoleón condensa
la idea del héroe de Maurras, y el historiador Foustel de Coulanges
con su idea de que "quien destruye el pasado destruye a la patria".
Asimismo, Maulnier sostenía que la historia es demasiado compleja para
ser explicada por la lucha de clases. Olvida que para Marx la lucha
de clases, no es la historia en su plenitud, sino el motor que la impulsa.
El mundo en que ese motor trabaja es la naturaleza de la propiedad.
Pero a para Maulnier la nación es anterior a la lucha de clases y olvida
otra vez que el Estado nace del dominio de una clase sobre las otras,
y su equilibrio se funda en la fuerza, no en la conciliación. La guerra, como la definiera Clausewixz, "es la continuación de la política
por otros medios diferentes". La guerra moderna es el imperialismo disfrazado
de "voluntad de pontencia" Maulnier también decía, basado en el marxismo: "El esfuerzo revolucionario
no consiste ya en la lucha de los esclavos contra la nación, sino de
la nación esclavizada contra sus amos". Pero no hay que jugar al marxismo.
O como decía Marx: "No hay que jugar a la revolución". Maunier juega
tanto que al fin se embrolla: "La liberación de todas las categorías
sociales que sufren la tiranía económica sólo puede ser lograda por
la construcción de un Estado nuevo y la destrucción de la democracia.
El Estado nuevo sólo puede ser construido por hombres que sufran directamente
el peso de la tiranía económica y sólo puede ser concebido como el instrumento
de su liberación. La liberación de la nación será obtenida por el mismo
movimiento revolucionario que la liberación de las clases sojuzgadas,
y sobre todo del proletariado". Indeciso entre el marxismo y el fascismo,
Maulnier ha terminado en el existencialismo.
LA INFLUENCIA DE LA IGLESIA
También el pensamiento oficial de la Iglesia, pesa aunque en forma desvaída,
sobre el nacionalismo argentino. El interés de la Iglesia por la cuestión social toma forma moderna con
León XIII. La tesis central es que la sociedad humana es parte del orden
impuesto por Dios al mundo creado. No sólo en la esfera religiosa, las actividades espirituales del hombre,
persona libre pero creada con mira a un fin, están relacionadas con
las leyes morales deseadas e impuestas por el Creador. Este es el supuesto
trascendente del pensamiento social de la Iglesia. El bien común es
superior a los intereses de clase o individuales. La doctrina de la
Iglesia, se impone pues, como una obligación no como una opción. Todo católico debe ser un militante, un soldado de la verdad revelada,
pues la Iglesia es el núcleo vivo de la sociedad, su órgano ordenatriz
universal. Es decir, sobrenacional. La Iglesia tiende a preservar ese
orden del Estado. El bien común querido por Dios en la libertad, pero no en la igualdad
pues las jerarquías sociales están cristalizadas en el orden creado
del mismo modo en la familia, el padre manda y la mujer obedece. La
Iglesia aconseja hasta que Dios no resuelva, sumisión en la tierra.
Después de la familia, el Estado es la institución más valiosa como
poder custodio del orden divino. Y la Iglesia, sociedad sobrenatural,
vigila, pues el Estado es un organismo con fines éticos, cuya única
prohibición es violar la libertad de la persona humana que es sagrada.
O sea, religiosa. El Estado es un medio para alcanzar el bien común,
pero el Estado mismo pende de Dios.
LOS NACIONALISTAS ARGENTINOS DESPUÉS DE 1930
Para los nacionalistas la Argentina es un país eminentemente católico.
Durante el período colonial la Iglesia ejerció el monopolio cultural,
y la cultura eclesiástica formó a la población. Al producirse la emancipación, la concentración comunitaria alrededor
del caudillo, al identificarse con la religión, en la fórmula por ejemplo,
de Facundo: "Religión o muerte", concilia tras el símbolo religioso
reivindicaciones sociales concretas más que religiosas. La Iglesia en la Argentina ha sido el poder conservador del liberalismo
colonial. El propio Juan Manuel de Rosas, enzalzado por los nacionalistas
católicos, en tanto espíritu conservador, comprendió el poder de cohesión
social de la religión y canalizó esta religiosidad elemental de las
masas con sentido político. El catolicismo en la Argentina es más europeo que hispanoamericano,
a diferencia de Perú, por ejemplo. Enrique Osés, redactor de Crisol, cayó en la espiritualización de España:
"La independencia norteamericana es sajona y protestante. La nuestra
es católica, es hispánica. La nuestra es espiritual y aquella es comercial.
Carlos III es el último, e inútil, intento de salvar al imperio español
en su declinación, de situar a España en condiciones de competir en
la Europa moderna. No fue el liberal Carlos III el que fracasó sino
la nación española carente de una burguesía revolucionaria. El estancamiento
español, con su nobleza hierática y sus generales fanfarrones, fue la
causa de la caída del imperio. Y no las ideas liberales. Entre esas
causas, junto a la ausencia de una burguesía nacional, debe mencionarse
la rapacidad de esa nobleza, que en la explotación de las colonias americanas
creyó que podía enfrentar a países cuyo poderío avasallante se asentaba
no en el oro extraído de ultramar sino en la producción manufacturera
en gran escala. Las aristocracias americanas se inician con la explotación
del indio en las minas. Y de esta explotación vivió residualmente la
nobleza española, no sólo rapaz, sino holgazana. Otro sector de esa
aristocracia vivió del contrabando y del comercio de esclavos en connubio
con los intereses extranjeros. La oposición entre criollos y peninsulares
no se explica por razones espirituales. Son antagonismos económicos
dentro de una misma clase. Cando la oligarquía patricia se unió por
el comercio a Inglaterra, a pesar de su limpia ascendencia española,
la famosa hidalguía de prosapia hispánica se convirtió en mil maneras
de vender la patria. La defensa de nuestra herencia cultural, que es
hispánica, nada tiene que ver con estas beaterías ultramontanas tan
falsas como los mitos liberales.
CARLOS ASTRADA
El único filósofo del nacionalismo ya no pertenece al grupo. Carlos
Astrada, actualmente en el marxismo, es una mente que maneja con seriedad
profesional, los supuestos y técnicas de la filosofía: entre 1930 y
1940 militó en el nacionalismo. Distinguía dos Américas bien definidas,
y apoyándose en el mismo Hegel, derivaba tales diferencias de la religión.
Señalaba en el catolicismo, un factor de la unidad cultural hispanoamericana.
Siempre con Hegel, anticipaba que América "en las épocas venideras debe
revelar su importancia histórico universal quizá en la lucha del Norte
y Sud América".
EL LEGADO DEL NACIONALISMO: J. M. ESTRADA
No distingue entre nacionalismo católico y lucha por la liberación nacional.
Esta veta popular que el nacionalismo tradicional jamás comprendió.
Para el nacionalismo toda movilización de masas huele a comunismo. Esta
forma abstracta de enfocar el nacionalismo como ideología, no es casual.
Responde a la premeditada y obcecada necesidad de ignorar, desde un
punto de vista conservador, a las clases sociales y eludir el problema
del imperialismo. El imperialismo, en efecto, plantea al nacionalismo
de derecha dos cuestiones insolubles: 1) La imposibilidad de combatirlo
sin favorecer a un tiempo, en el orden interno –y estrechamente relacionado
con el dilema anterior- todo gobierno de masas propone la presencia
activa del proletariado como factor del poder político, participación
obrera que al nacionalismo aristocrático le resulta intolerable (nota:
en 1954 la CIA desde la embajada estadounidense en Buenos Aires elaboró
un informe sobre el peronismo y Perón a quién tildaban de anticomunista,
pero al mismo tiempo señalaban que tomaba medidas comunistas).
NACIONALISMO E INTERNACIONALISMO
El principal enemigo del nacionalismo y lo que promovió su incremento,
fue el internacionalismo de tipo comunista (nota: si bien en Argentina
actuaron siempre junto a la derecha, el propio Lenin había indicado
que los PC de distintos países debían acompañar los procesos populares
de liberación, ir por separados, pero golpear juntos). De lo cual resulta que la lucha en un país semicolonial como la Argentina,
no es contra los opresores inmediatos, EE.UU. y Gran Bretaña, sino contra
Rusia, que en esa lucha nacional podría ser un aliado. Durante Perón
lo fue de hecho. Y no por la alianza con el comunismo sino por la acción
de un gobierno apoyado en las masas. Y por tanto nacionalista. Que es
el único tipo de gobierno que preocupa a las potencias colonizadoras.
Sánchez Sorondo dice que "las ideas no tienen patria". La cuestión reside
efectivamente en que la formalidad universal de las ideas se llene de
contenido nacional.
IDEOLOGÍA Y ALINEACIÓN
"De todas las clases que hoy se enfrentan con la burguesía –ha escrito
Marx- no hay más que una verdaderamente revolucionaria: el proletariado.
Las demás van degenerando y desapareciendo con el desarrollo de la gran
industria; el proletariado es el producto de ella. Las capas medias,
el pequeño industrial, el pequeño artesano, el comerciante, el campesino,
todos ellos luchan contra la burguesía para salvar su existencia como
capas medias. No son pues revolucionarias, sino conservadoras (¿cacerolazos?).
Más todavía, son reaccionarias pues pretenden volver atrás la marcha
de la historia. Son revolucionarias únicamente cuando están en vísperas
de su paso al proletariado, cuando defienden no sus intereses presentes
sino sus intereses futuros, cuando abandonan sus propios puntos de vista
para adoptar los del proletariado.
EL NACIONALISMO ARISTOCRÁTICO
Una aristocracia enferma sólo puede dar un pueblo enfermo. Ese patriciado
es extranjero en la justa medida que es un apéndice económico del imperialismo. Sorondo dirá en relación a la Argentina de principios de siglo: "Entonces
creíamos sinceramente en el progreso cósmico y en las doctrinas efusivas.
Y si refinábamos las haciendas nos sobraba el tiempo para vivir pendientes
del último pensamiento francés. Y aún nos sentíamos capaces de raptar
a Europa, o planear al menos, una América a su imagen y semejanza pero
con mucho más porvenir". Sorondo es un hombre que pone el país ante sus ojos, y en fugaces momentos,
por encima de su conciencia de clase. Durante la Segunda Guerra Mundial
escribía con relación a Inglaterra: "repetimos que si antes que la guerra
termine no se manifiesta una política argentina después será tomado
demasiado tarde" Tal esperanza se cumplió con Peón mientras la izquierda
cipaya cantaba loas a Roosevelt y saludaba a Churchill en la calle Florida
con la V de la victoria. La "intelligenzia" de derecha y liberal en su conjunto, es una "intelligentzia"
que pese a sus variaciones ideológicas, nunca se ha acercado al pueblo,
sustancia real del país. Cuando después de 1946 una mejor distribución de la riqueza elevó al
pueblo, esa clase infecunda y perversa vio demagogia y despilfarro porque
el pueblo comía.
EL REVISIONISMO HISTÓRICO
El mérito cierto del nacionalismo argentino y su verdadero aporte a
la formación de la conciencia nacional, ha sido su labor historiográfica
que a despecho de su ideologismo, ha liquidado, a través del examen
crítico de las fuentes, la colocación de textos, la exhumación de tradiciones
orales y los veneros autobiográficos poco conocidos y ocultos por la
historiografía liberal, la estructuración de una amplia bibliografía,
todo el edificio levantado por la oligarquía para su autoglorificación.
ROSAS Y SU ÉPOCA
José María Rosa ha investigado la situación económica del período rosista.
Para Rosa, la independencia política fue alcanzada al precio de la subordinación
económica consumada en 1810. Para el revisionismo, Rosas comienza siendo un hombre de Buenos Aires
para transformarse gradualmente en un conductor nacional. Sin embargo,
la contradicción entre Buenos Aires, vieja provincia metrópoli, y el
interior –librecambio porteño y proteccionismo mediterráneo- nunca fue
suprimida enteramente. El creciente desasosiego de las provincias amenazadas
–tanto por Rivadavia como por Rosas- debido al monopolio de la aduana,
es el que configura el clima de guerra civil. A través justamente de
la Ley de Aduanas, una política conciliatoria y prudente, pero que en
ningún modo solucionará la cuestión nacional de fondo. La facilidad
con que después de Caseros las provincias fueron dominadas, prueba que
la economía rosista no había apuntalado las estructuras sociales del
interior. Buenos Aires entraba aceleradamente en el régimen del comercio
y la producción capitalista, el interior permanecía inmovilizado en
las formas atrasadas del artesanado y no de la industria manufacturera. Fue la penetración extranjera lo que Rosas retardó, y no justifica la
tesis de que Juan Manuel de Rosas haya protegido al interior con criterio
nacional. Está defendiendo, con amplia y utilitaria visión política,
los intereses de Buenos Aires mediante concesiones parciales a los del
interior. Su protección a la industria artesanal no implicaba un programa moderno,
y por tanto, n podía promover el desarrollo industrial, a diferencia
de lo que había acontecido en EE.UU. e incluso Paraguay, El interior nunca fue rosista. Pero Rosas, es innegable, fue más argentino
que sus sucesores.
POLÍTICA DE CLASE Y ORDEN POLÍTICO
Rosas no era un político sino un hombre de orden, dice José María Rosa.
Sólo los grandes políticos desatan la ola de odios que aún vela la significación
de Juan Manuel de Rosas. Lo mismo ocurrió con Yrigoyen y lo mismo con
Perón. Rosas cayó no porque el suyo fuese un gobierno por encima de las clases,
sino porque la clase a que pertenecía veía con codicia su vinculación
con Inglaterra como más remuneradora que un comercio hasta entonces
intermedio entre mercado interno y el internacional. Esa clase ganadera
ya integrada, en primer término por Rosas mismo, prefirió en un momento
de su expansión sacrificar el país a sus intereses. Si Rosas se opuso
al bloqueo anglo-francés, no sólo lo hizo como argentino, sino como
provinciano, pues no ignoraba que el interior se levantaría en armas
contra el extranjero y que las consecuencias de estos levantamientos
podían hacer peligrar la hegemonía de Buenos Aires. Después del fusilamiento de Dorrego, Rosas trató de conciliar el federalismo
de las masas, con su unitarismo de hacendado, y de ensanchar su base
política incorporando a los unitarios, convencido tal vez, de que estos
terminarían por aceptar su persona a través de un unitarismo práctico
disfrazado de federalismo. Tal programa conciliatorio de 1929 no halló
eco en la furiosa incapacidad nacional de los unitarios. Pero si la
glorificación de Rosas es un exceso, el revisionismo ha planteado por
eso mismo, la necesidad de una historia nacional más allá de las restricciones
de liberales y nacionalistas. El país la tendrá. Y en esta génesis y
síntesis de la verdadera historia nacional, el revisionismo histórico
puede, con razón, arrogarse el merecimiento de haber contribuido, por
la vía de los estudios históricos a la formación de la conciencia nacional
de los argentinos.
BALANCE DEL NACIONALISMO HASTA 1955
El verdadero promotor del nacionalismo de las masas fue Perón mediante
su obra defensiva de la economía nacional. Del alto nivel de vida que
esa revolución significó para las masas, hasta entonces ultrajadas,
devino la conciencia de la dignidad de la nación que fue experimentada
por el obrero más humilde como una cosas propia mientras los intelectuales
gimoteaban por la libertad, que ellos mismos, como asalariados de la
burguesía, no habían conocido. La enérgica connotación argentina del
nacionalismo, se ha identificado, sin duda, como emoción multitudinaria,
con la acción de las masas, pero el pueblo ha invertido la pirámide
conservadora del nacionalismo abstracto y lo ha hecho real.
F.O.R.J.A
Y LA LUCHA POPULAR POR LA LIBERACIÓN NACIONAL (LA "DÉCADA INFAME")
CAPÍTULO IV
"En materia económica hace tiempo la Argentina es prácticamente una
colonia británica" Wilburn Burton – The Spectador, Londres 1933
"No hay nada demasiado malo ni demasiado bueno qué no haga un inglés,
pero jamás lograréis sorprender a un inglés con las manos en la masa.
Todo lo hace en defensa de los principios. Pelea c vosotros por un principio
patriótico, os roba por un principio comercial, y os esclaviza por un
principio imperial". Bernard Shaw
Al caer Yrigoyen el 6 de septiembre de 1930 bajo el triple signo de
la depresión mundial de 1929, la ofensiva petrolera yanqui y el retorno
político de la oligarquía ganadera al poder, se inicia el desgraciado
período de retroceso de Argentina como Nación. El Gral. Justo se ufanaba de ser el sacerdote de la democracia. Todo
fue enajenado en términos legales que hacían de la Argentina una factoría.
Presidentes, legisladores, jueces, partidos, prensa, Universidad, entraron
en este vasto engranaje antinacional, mientras el pueblo era aislado
y escarnecido por el fraude científico al que la oligarquía denominaba
patriótico. Incluso se fomentaba la propaganda contra el imperialismo yanqui, pero
no en la medida que sería a la conciencia histórica de la unidad hispanoamericana,
sino a la hegemonía de Inglaterra, que así obturaba en el pueblo argentino
la comprensión de su dependencia directamente atada al dominio británico. Aislar todo pensamiento argentino era la misión combinada de la prensa,
la radio, el cine, al servicio de los centros organizadores del poder
mundial. SOFINA, integrada por capitales belgas, franceses, españoles, etc.,
extendía sus dominios a provincias y municipios. Todos los grupos coordinados
entre sí, controlaban los servicios de ómnibus, tranviarios, teléfonos,
fábricas de hielo, etc. La política de la oligarquía, mientras el pueblo era sumido en la miseria,
tendía a salvar las familias terratenientes de la ruina provocada por
la crisis ganadera y agraria mundial. El socialismo preparó las leyes de la entrega exigidas por Gran Bretaña
y sancionadas por las cámaras con celeridad asombrosa. Los frigoríficos
se constituyeron en trust y controlaron el comercio de la exportación
de carnes, mientras las empresas, ferroviarias, tranviarias, eléctricas,
dictaban sus condiciones al gobierno. Todo el país estaba dominado en
materia eléctrica por grupos extranjeros. El Banco Central, sobre las ideas de Sir Otto Niemeyer, "eminente perito
británico" aseguraba a Inglaterra la dirección de la economía de la
Nación, como se decía en el mensaje al Congreso. Pinedo (PS) manifestó
en el Senado que salvar a los deudores –es decir la oligarquía- era
salvar al país. Con anterioridad a 1945, la Argentina tenía un índice alimenticio inferior
a los más pobres países europeos. Toda iniciativa nacional era cegada
de sus fuentes. Industriales argentinos deambulaban sin éxito como postulantes
de préstamos bancarios. Y mientras se ejecutaba sin dilación a los morosos
se concedían créditos a la oligarquía para el fomento de la raza caballar. La Unión Industrial, dirigida por Luis Colombo, estaba ligada a la oligarquía
del interior. Dueño de bodegas en Mendoza, era también miembro del directorio
de la sociedad Lengs Roberts Ltda.. Un diario lo llamaba "representante
de los bancos extranjeros". Asesor de la Junta Reguladora de la Industria
Vitivinícola, además, era director del Banco Central en representación
de la industria nacional y sus negocios se entramaban con los ferrocarriles
británicos. Luis colombo intervino en la designación del ministro Pinedo.
LA MISERIA POPULAR
Los obreros rurales carecían de toda protección. Desheredados sociales
no había para ellos horarios de trabajo, ni descanso semanal, ni vivienda.
Los peones dormían en los galpones o bajo las chatas de cara a las estrellas.
Se les exigía soltería. En las empresas del norte argentino, los obrajes
acuñaban sus propias monedas de cuero y tenían proveedurías donde recuperaban
los jornales de hambre pagados a los peones. La situación era general
en Salta, Jujuy, Tucumán, Chaco, Santiago del Estero y en la Patagonia.
Mientras los peones rurales, empujados por la miseria, iniciaban su
éxodo, aumentaba el ejército de reserva del trabajo, en la ciudad portuaria
y demás centros urbanos, todo era barato, pero los comercios estaban
vacíos, las salas de espectáculos funcionaban bien los sábados y domingos
únicamente. Era el país mismo y su trabajo nacional el que estaba enajenado por
la política económica y monetaria de la clase ganadera, en tanto en
Puerto Nuevo funcionaba la "olla popular" para los desocupados. Los diarios, mediante campañas coordinadas, mantenían en la ignorancia
a la opinión pública. La tuberculosis era la enfermedad definitoria de una época y al mismo
tiempo millones de argentinos creían en el país más rico de la tierra,
como se les había enseñado en la escuela. En el periodismo, los sueldos
indecentes se compensaban con la cocaína barata, el ajenjo importado
en los despachos de bebidas o en los burdeles y cafetines del centro
con mujeres de todas las latitudes y todas las epidermis. YPF en el año 1934 lograba un ahorro para la economía nacional de 300
millones de la moneda de entonces. Mientras tanto, sobre un total de
190 millones de hectáreas, 120 servían a la ganadería. Pero en los hogares
medios y pobres no se comía carne. Y menos en el interior. Es falso
que en la Argentina fuera la carne el alimento cotidiano de las capas
bajas de la población.
EL NACIMIENTO DE F.O.R.J.A.
F.O.R.J.A., cuyo significado era Fuerza de Orientación Radical de la
Joven Argentina, ya en la sigla descubre sus orígenes. Fue un movimiento
ideológico surgido de la crisis de la UCR acelerada a raíz de la muerte
de Hipólito Yrigoyen. Los rasgos tipificadores del movimiento son los siguientes: 1º) Un retorno
a la doctrina nacionalista aunque vacilante de Yrigoyen filiada, en
el orden de las conexiones históricas, a las antiguas tradiciones federalistas
del país anteriores a 1852. 2º) Retoma en su contenido originario, los
postulados ideológicos de la Reforma Universitaria de 1918. 3º) Su pensamiento
no muestra influencias europeas. Es enteramente argentino por su enraizamiento
con el doctrinarismo de Yrigoyen, e hispanoamericano bajo la influencia
de Manuel Ugarte y Raúl Haya de la Torre y el aprismo peruano. 4º) Sostiene
la tesis de la revolución hispanoamericana en general y argentina en
particular asentada en las masas populares. 5º) Es un movimiento ideológico
de la clase media universitaria de Buenos Aires, en sus capas menos
acomodadas, con posteriores ramificaciones en el interior del país.
6º) En su posición antiimperialista enfrenta tanto a Gran Bretaña como
a EE.UU., en un doble enfoque nacional y latinoamericano. La idea de FORJA fue lanzada por Arturo Jauretche y antecedida por conversaciones
con viejos luchadores del radicalismo como Manuel Ortiz Pereyra, Gabriel
del Mazo, Juan B. Fleitas, Homero Mancione (Manzi), A. Gutiérrez Diez,
etc.
F.O.R.J.A. EN ACCIÓN
La acción de FORJA tuvo por objetivo inmediato combatir la dirección
partidaria de Marcelo T. de Alvear que representaba la tendencia conservadora
y oligárquica. En su ánimo de aristócrata, Yrigoyen era "la hidra parasitaria,
partido el árbo por un rayo, la planta se seca y se muere", según decía
Alvear. Waldo Frank, un extranjero, había visto esa revolución de modo muy distinto
que el heredero de Yrigoyen y jefe del radicalismo: "Volaron unos aviones,
desfilaron unos militares y por la noche, en la Casa Rosada, los terratenientes
argentinos tomaron champagne de las mejores vendimias, pagado con el
oro de los petroleros norteamericanos", luego del golpe militar. Bien pronto, el genio colonialista de Inglaterra habría de desplazar
al inexperto y bárbaro imperialismo yanqui. Al iniciarse la "década
infame" las inversiones inglesas en la Argentina ascendían a 446 millones
de libras esterlinas. Con anterioridad a la Segunda Guerra Mundial,
el 60 por ciento de las inversiones extranjeras eran británicas. La dependencia Argentina está reflejada en las siguientes cifras dadas
por Isabel Sisk y Robert Lennie: "La Gran Bretaña compra de un 30% a
un 40% de todas las ventas argentinas y notablemente el 90% de sus carnes
de la cuota de exportación". En 1934, Arturo Jauretche caracterizaba así aquella situación: "La revolución
de septiembre a tenido y tiene una finalidad imperialista, se incubó
en las empresas petroleras y se ha hecho carne en todos los intereses
del capitalismo extranjero al servicio de los grupos yanquis con Uriburu
y de los ingleses ahora, ha volteado la democracia porque ella, mediante
el yrigoyenismo que cada día precisaba más su definición nacionalista
de izquierda, corría el privilegio de explotación conseguido sistemáticamente
gracias a los gobiernos oligárquicos, desde el empréstito Baring de
1824, que comienza a crear los eslabones de la cadena". A renglón seguido
puntualizaba el doble carácter económico y cultural del dominio imperialista:
"Los institutos de enseñanza se preocupan por formar una mentalidad
adocenada que orienta a los abogados, médicos, ingenieros y demás alquilones
de esas empresas, preparando las clases dirigentes para la función de
capataces que se les asigna y la policía cuida celosamente de ahogar
con la persecución lo único argentino que está quedando en el país:
la gente humilde que palpa en su miseria la realidad colonial de la
patria". Esta opinión es importante, pues anticipa el ideario de FORJA.
1934: EL LEVANTAMIENTO DE LA ABSTENCIÓN
al levantarse la abstención en 1934 en cumplimiento del plan británico,
el radicalismo entró en su descomposición final. El pueblo, bajo la
presión del fraude y de la deserción del Comité Nacional, cayó en un
creciente escepticismo político. Tal descreimiento favorecía los planes
de la oligarquía, pero al mismo tiempo, en la compleja y silenciosa
realidad colevtiva, se incubaba lentamente en las masas populares como
una invisible expansión molecular, un fuerte aunque difuso sentimiento
nacional antiimperialista. Este período asistió, en primer término, al ocaso de los partidos tradicionales
adscriptos al sistema de fraude y de la entrega. En los actos radicales,
bajo la dirección de Alvear, era cada vez más notorio el divorcio entre
el partido con las masas. Las masas se sentían así doblemente defraudadas
por la oligarquía y por el radicalismo. Ya el radicalismo –hecho que
FORHA no alcanzó a comprender y que determinó en parte su fracaso político-
no estaba en condiciones de interpretar a la Nación. Sus contradicciones
de clase emergieron en la década del 30 en toda su profunda e insuperable
realidad histórica. Los problemas centrales del país se eludían en las
tribunas entre loas a la democracia y evocaciones mortuorias del jefe
desaparecido y traicionado. Por aquellos días, un clérigo republicano español, Basilio Álvarez,
visitó el país. Asombrado por la potencia numérica del radicalismo,
le preguntó a Alvear cómo era posible que no encabezase una revolución.
A lo que éste contesto: "Porque yo sería la primera víctima". Marcelo T. de Alvear, varón de estirpe, continuaba una añeja tradición
familiar. Su abuelo Carlos María de Alvear, a quince años de la Revolución
de Mayo de 1810, se dirigía al representante de Su Majestad Británica
en estos términos: "Estas provincias desean pertenecer a Gran Bretaña,
recibir sus leyes, obedecer su gobierno y vivir bajo su influjo poderoso".
Hoy Carlos María de Alvear tiene la estatua ecuestre más bella de Buenos
Aires –y una de las mejores del mundo- ejecutada por el genio de Bourdelle.
Pero el arte no compensa el símbolo. En verdad, Marcelo T. de Alvear
fue el espíritu de la oligarquía enquistado en el partido más popular
que hasta entonces haya existido en la Argentina, pero minado en potencia,
desde sus orígenes históricos, por la situación colonial de la Argentina
posterior a 1853 como por sus contradicciones de clase.
EL PUNTO DE PARTIDA DE F.O.R.J.A.
Jauretche resumió el estado espiritual de las causas que levaron a muchos
radicales a levantarse contra Alvear. FORJA se inspiró en una antítesis
de Yrigoyen. Jauretche contraponía lo nacional a lo antinacional, rehaciendo la vieja
tesis yrigoyeniana sobre el "régimen" y la "causa". También destacaba
en Yirigoyen su firme aunque velado sentimiento hispanoamericano y la
intuición de las fuerzas secretas que trabajaban por la desintegración
nacional. El caudillo radical había iniciado una política nacional defentista
de los ferrocarriles, y lo mismo con los servicios públicos. De ahí
su política frente al petróleo y a las riquezas del subsuelo, que "no
pueden ser objeto de otras explotaciones que las de la Nación misma".
Esta era la posición histórica de Yrigoyen. Pero no para las izquierdas
extranjerizantes que lo acusaban de fascista. Para sofocar la resistencia popular, el "régimen" se valió del propio
radicalismo. En efecto, al levantarse la absención el 5 de enero de
1935, se precipitó la desnacionalización del partido. Esto legitimó
el vasallaje.
EL ESCLARECIMIENTO DE F.O.R.J.A.
FORJA planteó por primera vez en la Argentina la cuestión del imperialismo
británico en sus implicancias nacionales. Esta tarea se desarrolló en
tres frentes: 1º) Como lucha interna dentro de la UCR corrompida por
sus trenzas políticas y la insolvencia de los dirigentes 2º) En las
tribunas callejeras mediante una acción proselitista áspera y electrizada,
en medio de la indiferencia desalentadora al principio de la opinión
pública, y finalmente, del creciente apoyo de un público político independiente
que rodeaba las tribunas de la agrupación. 3º) Mediante libros y folletos,
volates y slogans de enérgica connotación argentina. Si los hombres de FORJA como radicales estaban destinados al fracaso,
como ideólogos tenían asegurado, por el vertiginoso crecimiento del
país, una misión ideológica progresista. Así Arturo Jauretche decía
en una conferencia: "Así la emancipación económica y la justicia social
serán el complemento indispensable de la independencia política". Se
anticipaba una década a la bandera que al ser agitada por Perón y tomada
por el proletariado argentino habría de romper con la dependencia de
un país, materia y fundamento de la lucha patriótica de FORJA. Uno de los cartelones callejeros que se pegaron en 1935:
¿Los argentinos somos zonzos? "Ghandi está con la libertad y la democracia, pero quiere que empiece
por la India. Empecemos aquí con los frigoríficos, los ferrocarriles,
el comercio de cereales, el servicio de luz y demás fuentes de nuestras
riquezas nacionales que son las prendas de nuestra libertad. Ni las
plutocracias, ni el nazifascismo pelean por nosotros. Esta tarea es
nuestra. Sólo hay un nacionalismo: el radical. Sólo hay un radicalismo:
el de FORJA"
En 1936, consumada la abdicación del radicalismo decía FORJA: "La Restauración
de la Argentina sólo podrá cumplirse sobre la base de la soberanía popular,
la emancipación económica y del imperio de la justicia social". Diez años después, el 17 de octubre de 1945, el pueblo haría suya esa
bandera y confirmaría una anticipación de FORJA: "Si estamos equivocados,
nadie nos oirá, pero si el pueblo entiende que estamos en la verdad,
ha de secundar la tarea que emprendimos sin vacilación y con altivez
de argentinos". No estaban equivocados. El 17 de octubre de 1945 divide en dos partes,
con la unión eje del Ejército y el pueblo, la historia de la Argentina
moderna.
EL DESARROLLO DE F.O.R.J.A.
La piedra angular del sistema rotaba alrededor del comercio de carnes.
Esta política era la consecuencia del Tratado de Ottawa firmado pocos
años antes por Inglaterra y sus colonias. En 1933, el diario francés
Le Monde, decía: "¿Qué es la Conferencia de Ottawa? Un esfuerzo británico
para impedir la penetración yanqui en sus propias colonias, en Canadá,
y en las Indias, y en sus esferas de influencia, China y América del
Sur". Por eso a raíz del trato diferencial concedido por la metrópoli a sus
colonias, la oligarquía argentina fue presa del pánico. El gobierno,
inquieto envió a Londres la misión Roca. De ahí partieron las exigencias inglesas de reordenar el sistema financiero
argentino, la legalización del partido radical como garantía de estabilidad
política y el apoyo internacional a la política colonialista británica
en América Latina y en la Conferencia Económica Mundial. Todo esto fue
cedido por el presidente Justo: Decía Le Monde: La colaboración de Sudamérica
toma aspectos menos disimulados. Con motivo de la misión Roca a Inglaterra,
Sir Samuel insinuó era oportunidad para que la Argentina se incorporara
voluntariamente al imperio "con el mismo estatuto e iguales responsabilidades
que ligan a los dominios británicos". El imperialismo fomentaba desarmonías,
tendencias separatistas dentro de los propios territorios nacionales,
tal el caso de San Pablo en Brasil y Salta en la Argentina, bajo la
constelación siniestra de la Standard Oil. En este clima FORJA desarrolló una doble prédica. En la calle, violentas
y estridente. Y en su sótano, una acción de educación ideológica popular.
Ya estaba firmado el Tratado de Londres. Había sido tramitado durante
la misión, Roca, por un argentino, Guillermo Leguizamón, que mereció
por su gestión, un título nobiliario por parte de la corona británica.
Sir Guillermo Leguizamón era presidente de empresas ferroviarias inglesas
y al mismo tiempo diplomático argentino ante Gran Bretaña. Es decir,
el gobierno argentino había enviado con plenos poderes a Londres a Lequizamón
para que defienda los intereses argentinos en Inglaterra, sin reparar
que Inglaterra por medio de sus capitalistas, le pagaba al mismo Leguizamón
para que dirija y defienda sus intereses ingleses en la Argentina. La UCR permanecía en silencio. A raíz de la muerte de Yrigoyen, de,
de capitulación en capitulación, venía apoyando los hechos desde 1930,
la política de la oligarquía. En un volante de FORJA, condensaban la naturaleza y la talla del enemigo
a que combatían: "Jorge Canning escribía en 1824: ‘La América Española es libre y si
nosotros los ingleses manejamos nuestros negocios con habilidad, ella
será inglesa’ (Carta a Granville, citada por H. Temperley en The Later
America Policy of George Canning). Bajo su inspiración e instruicciones,
la diplomacia inglesa nos segregó la Banda Oriental del Uruguay y el
Alto Perú. Los financieros ingleses Baring Brothers, nos endeudaron
sin arriesgar capitales. Los comerciantes ingleses se apoderaron del
manejo de la moneda, de la tierra, del comercio exterior. Cien años
después, la obra de dominación ha quedado completada y perfeccionada:
Ingleses son los medios de comunicación y transporte, inglesas las empresas
monopolizadoras del comercio exterior, inglesas en su mayor parte las
empresas de servicios públicos, inglesas las más grandes estancias de
la República, inglesas las mejores tierras de la Patagonia, inglesas
todas las grandes tiendas, inglesas todas las grandes empresas que rinden
dinero y están protegidas por el gobierno argentino, inglesas son las
voluntades que manejan la moneda y el crédito desde el Banco Central,
inglesas sin las directivas a que obedece nuestra política exterior
e interior, inglesas "son" las Malvinas y Las Orcadas. Los designios
de Canning se han cumplido. Los negocios ingleses se han conducido y
se conducen con "habilidad". ¡Por eso Canning tiene una estatua en Buenos
Aires"
RAUL SCALABRINO ORTIZ: SU INFLUENCIA
Detrás de las ideas de FORJA actuaba la inteligencia de un patriota.
Raúl Scalabrini Ortiz quemó su vida al servicio el país. A él se deben
los análisis económicos sobre el imperialismo británico, y la intuición
primero, y comprobación después, de la apretada textura de intereses
materiales y relaciones invisibes, que han condicionado la existencia
histórica de la Argentina y la lucha de su pueblo por la emancipación
nacional. Scalabrini Ortiz es uno de los grandes constructores de la
conciencia histórica de los argentinos. Un pueblo que adquiere conciencia común de su dependencia, ha entrado
en la lucha por la libertad. Todo lo extranjero era intocable para esa
minoría educadora. Todo lo nativo dañoso.
PAIS ARCAICO Y PAIS INMIGRATORIO
En 1934 un viaje a Europa libró a Scalabrini Ortiz de ilusiones. Esas
ilusiones que la intelectualidad portuaria, en su abolición cultural,
en su espíritu monográfico, convertía en actitud displicente de lo propio.
La realidad europea, en su miseria, lo desencadenó de un mito. El mito
de Europa. Porque él también había sido formado en las grandes y acuosas
veneraciones Las ideas de Scalabrini Ortiz no ofrecen muchos matices. Están sólidamente
estructuradas alrededor de una idea focal: la Argentina. Por eso, su
pensamiento sobre la América Latina y el país, forman una unidad indivisa:
"La Argentina está en retardo. Vendida en su falsa opulencia, entró
en desdén y se creyó europea o norteamericana y fue tal su locura que
hasta lo europeo mismo llegó a despreciar a ratos comparándose en su
delirio a la todopoderosa fracción anglosajona de la América del Norte".
Scalabrini Ortiz sabía que esa riqueza no nos pertenecía, que era "una
leve apariencia del dominio político" no real. Scalabrini Ortiz probaba
que en materia de vehículos, longitud de vías, consumo de maquinarias
por habitantes, en marina mercante, electricidad, telares, depósitos
bancario y de ahorros, en importaciones totales, la Argentina estaba
en último puesto con respecto a las colonias británicas. Y probó también
que a través del empréstito de Baring Brothers fue el principio de nuestra
dependencia a Gran Bretaña. Al mismo tiempo, Sir Esmon Ovey, cuando era embajador inglés en Buenos
Aires: "Los argentinos son los extranjeros más británicos que he conocido".
LOS FERROCARRILES ARGENTINOS
El poder de las empresas ferroviarias, por ejemplo, abarcaba a la prensa,
la justicia y la Universidad. Ministros argentinos acataban órdenes
de Londres. Miguel Ángel Cárcano, embajador ante Gran Bretaña, exponía
ante Sir Montagu Eddy, su "opinión contraria a la adquisición por parte
del gobierno argentino de la totalidad de la red ferroviaria británica,
porque consideraba beneficioso para el país la vinculación de capitales
británicos". En verdad, el proyecto inglés tendía al monopolio total
de los transportes –ferroviarios, automotrices, aéreos- en todo el territorio
de la República. Raúl Scalabrini Ortiz demenuzó: "Adquirir los ferrocarriles equivale
a adquirir soberanía". Se trataba del problema de los ferrocarriles, llave del dominio colonizador
inglés y canal al exterior de nuestras exportaciones de carnes y cereales
también controladas por Gran Bretaña. La implacable crítica se basaba en "esa fábula canalla sobre nuestra
incapacidad para administrar". Se dedujo con corrección, que para Inglaterra,
el problema residía en sofocar la tendencia argentina hacia la industrialización,
o como decía The Economist "hacia el nacionalismo industrial". La oligarquía facilitó el dinero a las empresas extranjeras para la
construcción de otras redes, y al mismo tiempo, estas empresas recibieron
gratuitamente 346.746 hectáreas de tierra que les fueron despojadas
a los propietarios nativos. El poder ferroviario fue superior al de los gobiernos nacionales. Las
rentas de las empresas particulares llegaron a superar las de la Nación.
Pero no paró ahí el poder de los ferrocarriles. El interés ingles impuso
tarifas aduaneras, administró o anuló puertos, orientó o impidió determinados
cultivos, enfrenó el desarrollo de poblaciones enteras, escogió presidentes,
vetó candidaturas. El país fue distorsionado por el capital colonizador
antiprogresista. Scalabrini Ortiz en contraste, recordaba cómo la grandeza
de Alemania, Italia y Japón, fue antecedida por el control estatal centralizado
de los ferrocarriles. Y también, que en ningún dominio británico, los
ferrocarriles eran ingleses, sino nativos.
F.O.R.J.A. FRENTE AL FASCISMO Y LA GUERRA
Desde 1935 FORJA desarrolló una campaña contra el fascismo y la guerra
que estalló cuatro años después, y fundada en la realidad histórica
de neutralidad que había mantenido sin declinaciones Yrigoyen. Las ideas de FORJA sobre el fascismo fueron expuestas y al mismo tiempo
difamadas. Por otra parte, FORJA nunca atacó al comunismo como sistema.
Pero desembrolló lo que había de antinacional en las tácticas del PC
a la deriva de la oligarquía probritánica. Luis Dellepiane fue el único hombre de FORJA que atacó a Rusia. Pero
estos ataques no son graves. Más bien frases literarias y en cierto
modo, concesiones ideológicas de intelectual de la época del lieralismo.
Dellepiane, pese a los deslices literarios, comprendía bien a la intelectualidad
de izquierda: En agosto de 1914, refiriéndose a las maniobras de los dirigentes de
la II Internacional que pusieron las masas obreras al servicio de los
respectivos capitalismos nacionales, fulminó Lenin la condenación siguiente:
"Ajustándose a ellas los partidos obreros en lugar de oponerse a los
manejos criminales de sus gobiernos han exhortado a la clase obrera
a unirse a los imperialismos". La táctica del "frente popular", el apoyo
a la pseudo democracia capitalista, el enervamiento revolucionario en
las colonias sometidas al imperialismo, las concomitancias ridículas
con el Vaticano, he aquí el blanco que Lenin alcanza a través del tiempo. Dellepiane siguiendo las ideas de Scalabrini Ortiz, explicaba la táctica
inglesa aplicada con mano maestra en esta cuestión del nazismo, con
sus hierofanes tipo Silvano Santander: "Inesperadamente se denuncia
al país la infiltración nazi en la Patagonia, conjuntamente con las
maniobras del nacional-socialismo constituido como partido político
en nuestro país. De inmediato el confucionismo izquierdista y pseudo
democratizante, le hace el juego a la maniobra inglesa iniciando una
campaña contra los peligros del nazismo". Y agrega: "¡El argentino que
hable de la infiltración nazi en la Patagonia, sin decir previamente
que de esta colonia inglesa que es la Argentina, lo más inglés es la
Patagonia, es un traidor a la patria y a la revolución emancipadora
del pueblo argentino! Denuncio aquí la cobarde y venal actitud del izquierdismo
y del electoralismo inglés dominante, que es el que ha despertado el
apetito del imperialismo alemán en potencia dado el poco trabajo que
le cuesta a Inglaterra dominar a la Argentina".
F.O.R.J.A. FRENTE AL SOCIALISMO Y EL NACIONALISMO
FORJA combatió en todos los frentes. Uno de los hombres activos del
grupo, Darío Alessandro, resumió la postura de FORJA frente al socialismo:
"Para todos aquellos que no estén al tanto de los medios de que el imperialismo
se ha valido para dominarlos, los socialistas son algo así como las
vestales, los puros de la política argentina. Ellos parecen ser los
líricos de la reivindicaciones populares, los incontaminados en los
mil negociados de la politiquería". El socialismo había estado contra el país oponiéndose en la Primera
Guerra a Yrigoyen mientras se apareaba a la oligarquía. Con el argumento
del Estado mal administrador se opusieron furiosamente a la nacionalización
del petróleo, resistieron con zaña la política industrializadora, la
ley de jubilaciones y pensiones, la reforma universitaria de 1918 (nota:
el mismo discurso del neoliberalismo de la década de 1990). En un artículo de FORJA se hablaba en forma más categórica del Partidos
Socialista: "El PS es un partido extranjero y vincula la curva de su
crecimiento y decadencia a la de la inmigración. El socialismo padece
del mismo mal que nuestro "nacionalismo". Y es que corresponde a un
método mental común. Pretende excluir la realidad para cambiarla en
lugar de comprenderla y superarla". La crítica de FORJA se quedaba corta. Estos socialistas antimilitaristas
y rupturistas de 1914, en la segunda guerra mundial se desgañitarían
a favor de la ley de préstamos y arriendos norteamericana con el fin
de defender la "democracia" de la Standard Oil y la Shell Mex. Antes,
como precedente de este apartamiento del país, Nicolás Repetto y Joaquín
Anchorena habían conseguido la derogación de la ley sancionada por Yrigoyen
sobre jubilaciones de los empleados de comercio. Alfredo Palacios, pedía
en nombre de la juventud libre y democrática, la renuncia del presidente
Yrigoyen, y el líder perpetuo de la Reforma de 1918 callaba qué esta
fue posible gracias al caudillo radical. Pero frente a la "barbarie"
de Yrigoyen, Alfredo Palacios, demagogo incorregible, personaje ubicuo
que ha salvado la ropa en todas las crisis del partido, como el pajarraco
legendario de Simbad extendía una vez más sus alas funerarias sobre
el huevo reluciente de América.
LA POSICIÓN DE F.O.R.J.A. FRENTE A LA UNIVERSIDAD
FORJA actuó también en la Universidad enfrentando la oposición de las
izquierdas. Arturo Jauretche decía: "En Caseros empieza la liquidación
del partido federal que arrastra su agonía según van siendo liquidados
los caudillos de la Federación, Costa, Lagos, Peñalosa. El Partido Federal
era el partido democrático, de una democracia bárbara y primitiva si
se quiere, pero la única que vivió el país". FORJA decía: LA HISTORIA ES UN ARMA.
F.O.R.J.A. FRENTE A LOS EE.UU.
Una de las deformaciones calculadas acerca de FORJA consiste en hacer
aparecer su acción como limitada a la lucha contra el imperialismo británico.
Nada más falso. Si FORJA centró su propaganda contra Inglaterra, al
revés de las izquierdas que vociferaban contra los EE.UU., pero callaban
la influencia británica en la Argentina, tal hecho prueba el carácter
nacional de su programa emancipador. El panamericanismo es un término comercial yanqui que dice: "Compren
nuestros productos. El senador Preston había resumido así: "La bandea
estrellada flotará sobre toda la America Latina hasta Tierra del Fuego,
único límite que reconoce la ambición de nuestra raza". FORJA, con tal motivo expuso su opinión: "EE.UU. es hoy la más fuerte
nación imperialista del mundo. Las inversiones yanquis en nuestra América
alcanzan los 6 mil millones de dólares y a 5 mil de las inglesas". En
tanto la izquierda se concentraba en la lucha contra el nazismo, agregaba
FORJA: "EL New Deal es la tentativa descarada de reconstruir la ‘prosperity’
salvando por lo pronto el capitalismo nacional". Y denunciaba FORJA
que detrás de la política de "buena vecindad" se afianzaba la opresión
de la América Latina desde México al Brasil y Chile: "Esta política
del "buen vecino" se caracteriza progresivamente por rebajar la apariencia
brutal del sistema imperialista de la Unión. No más cañones ni desembarcos.
No más escándalo. Dirá buenas palabras que no cuesten nada y empleará
las formas que son instrumentos". FORJA denunciaba la política de Roosevelt
con respecto a Cuba y la farsa de la llamada "enmienda Platt". Decía:
... hoy la soldadesca de Batista, el "revolucionario" es la guardia
blanca de las propiedades e intereses yanquis...En el exterior la nación
prosigue por las grandes agencias plutocráticas: United Fruti Company,
Electric Bond and State, Standard Oil, Panamerican Airways, Gulf Oil,
etc... La inmensa mayoría de las naciones coloniales representadas en
la Conferencia de Buenos Aires lo estarán no por los representantes
libremente elegidos por las mayorías nacionales sino por los gobiernos
cómplices del imperialismo, cualesquiera sea su bandera. Sólo una Interpopular
Americana podrá resolver los problemas de la vida y el destino de nuestros
pueblos hoy esquilmados y escarnecidos en su dignidad".
F.O.R.J.A. FRENTE AL 17 DE OCTUBRE DE 1945
El 17 de octubre de 1945 FORJA emitió un comunicado: "La Junta Nacional de FORJA en presencia de la agitación oligárquica
promovida por las fuerzas de la reacción, en connivencia con los trabajadores
ante el riesgo de una restauración económica y de dominación imperialistas
establecidos desde el 6 de septiembre de 1930 por la misma confabulación
de intereses e ideologías. Declara: Que en el debate planteado en el
seno de la opinión está perfectamente deslindado el campo entre la oligarquía
y el pueblo, cualesquiera sean las banderas momentáneas que se agiten,
y que en consecuencia en su deber argentino, expresa su decidido apoyo
a las masas trabajadoras que organizan la defensa de sus conquistas
sociales". Respecto a la UCR, decía: "Que el comité Nacional que se
atribuye la representación de la UCR se ha pasado al campo de la oligarquía
al desoír la opinión y las orientaciones de las figuras representativas
del radicalismo yirigoyenista". El comunicado terminaba así: "Pan, Patria
y Poder para el Pueblo". Mientras tanto, el Partido Comunista decía: "Ciudadanos: Buenos Aires
ha sido invadida por hordas bárbaras que al amparo policial, han cometido
toda clase de desmanes y atropellos. Ocupe su puesto de lucha contra
la dictadura".
PERÓN,
EL ASCENSO DE LAS MASAS Y LA DEGRADACIÓN DE LAS IZQUIERDAS
CAPÍTULO V
El golpe militar del 4 de junio, es un movimiento anticomunista pero
también antioligárquico, es antiliberal pero no busca apoyo de las masas
populares. Debía definirse ineludiblemente en un sentido reaccionario
o popular. El Ejército Argentino ha sido partidario de la industrialización,
coincidían históricamente con la vaga tendencia de la burguesía industrial,
consolidada durante la guerra, hacia la independencia económica. La
primer consecuencia fue una política proteccionista. La reacción del
imperialismo y de las fuerzas internas proimperialistas ligadas al antiguo
orden fue inmediata Perón comprendió la transformación que se había operado en el país.
Mientras las fuerzas políticas de la vieja Argentina se polarizaban
alrededor de la democracia formal incumplida, Perón desafió el potencial
económico coligado de los intereses imperialistas, de los grandes diarios,
de la burguesía mercantil de Buenos Aires, de la mayoría de la intelectualidad
y apeló a los sectores populares decepcionados del radicalismo, a los
estratos más castigados de la clase media, a las peonadas del interior
que habían votado bajo la despótica voluntad del caudillo a radicales
o conservadores, pero sobre todo, su campo de operaciones inmediato,
fue el proletariado industrial de las ciudades. El sentimiento de que el capital extranjero era la causa de todos los
males era generalizado en la oficialidad la composición social del Ejército,
cuyos oficiales no pertenecen a las clases altas, favoreció esta mejor
comprensión, en sus cuadro de oficiales, de la fuerza que anidaba en
el pueblo, y explica en parte, por qué el Ejército no tiró contra los
obreros en octubre de 1945, a pesar de su temor a las masas. Perón logró rápidamente el sostén de un sector social hasta entonces
excluido, la clase obrera de origen provinciano sin ligazones con el
débil, anárquico extranjerizante movimiento sindical de la ciudad puerto. Esa masa, hasta entonces dispersa, en breve tiempo dio un salto histórico
formidable hacia su unidad de clase en medio del desconcierto general
de los partidos acostumbrados a comprar libretas donde había millones
de argentinos víctimas de la opresión social. Se dio entonces, un frente
nacional defentista fluido en torno al eje del Ejército. Tal tipo de
alianza es inevutable en un país semicolonial y condiciona la posición
atiimperialista del Ejército mismo. El Ejército vaciló cuando en el
mes de octubre de 1945, la Marcha de la Constitución y la Libertad,
reunió doscientas mil personas bajo la directa intervención del embajador
estadounidense Spruille Braden.
EL RETORNO DE PERÓN
El 17 de octubre bajo la acción de las masas y la huelga general, Perón
fue libertado. Pocos meses después, el 24 de febrero de 1946, en elecciones
custodiadas por el Ejército –libres como jamás las había conocido la
Argentina en su historia- era elegido presidente constitucional. El
mismo Perón ha interpretado aquellos acontecimientos: "En lo que ese
refiere, por lo menos a mi participación personal en el movimiento del
4 de junio de 1943y en mi gestión posterior, no cabe duda de que ha
sido legitimada en las manifestaciones populares del 17 de octubre de
1945 y en los comicios no ya libres, sino libérrimos, de febrero de
1946"
EL PRIMER GOBIERNO: 1946-1952
Sobre los poderes aún montados de la "década infame" comenzó el gobierno
de Perón bajo la forma de una nueva democracia autoritaria de masas.
Este carácter del nuevo régimen era forzoso. En un país dependiente,
un gobierno revolucionario es la libertad autoritaria del pueblo contra
la opresión que las minorías llaman "libertad". No otra cosa es lo que
ha dicho Mao, el jefe chino, a quien los comunistas citan en abstracto:
"La recíproca combinación de la democracia dentro del pueblo y de la
dictadura sobre la reacción constituyen precisamente la dictadura democrática
del pueblo". Los partidos democráticos, en los países semicoloniales, reflejan en
sus cavilaciones y alianzas permanentes la inestabilidad política de
una economía subordinada, que a su vez explica la debilidad de los gobierno
populares cuando al conquistar el poder respetan las normas legales
consagradas. Estos gobiernos democráticos con base en las masas han
sido sistemáticamente atacados de antidemocráticos en nombre de esas
"libertades" al servicio de los privilegios económicos. Tales gobiernos,
por su composición policlasista, que es la causa de su debilidad, vacilan
incapaces de imponer una política enérgica a los enemigos internos. El quebrantamiento del aparato montado por las clases altas, afirmadas
económicamente en la explotación de la tierra, tiene como única salida,
en esas etapas, un sistema económico y político restrictivo. Los partidos
de izquierda en tales etapas han servido en la Argentina a las fuerzas
de la reacción. Al acercarse el fin de la Segunda Guerra Mundial, el jefe del PC, Victorio
Codovilla, oponía el razonamiento de que "llevará a la concentración
de las industrias en grandes empresas que irán absorbiendo a las industrias
pequeñas y medianas". El proceso fue inverso. La catástrofe no se produjo, sino cuando creadas ya las bases de la
industria pesada a raíz del gran aumento de la liviana, Gran Bretaña
aliada a la clase terrateniente y a los partidos democráticos, derrocaron
al gobierno nacional. Aconsejaba Victorio Codovilla en 1947 "para romper
el cerco imperialista anglo-yanqui" el comercio con la URSS y los países
comunistas. Fue lo que hizo Perón. Los comunistas preferían organizar el movimiento de Partidarios de la
Paz y en lugar de atraerse a la clase obrera, que los ignoraba, cortejaban
a los intelectuales "progresistas", verdaderos bonzos del oportunismo
político y que eran –y son- su mejor clientela. La degradación política alcanza su máxima expresión cuando el PC en
su intento de penetrar en la CGT acusaba a los dirigentes peronistas
de estar al servicio de los patrones. Lo hacía con este argumento: "En
efecto, a través de sus hoteles y campos para vacaciones, policlínicos
y consultorios jurídicos, proveedurías y ayuda social, los jerarcas
de la CGT se proponen vaciar al movimiento sindical de todo contenido
de clase". Preferían sin duda "el contenido de clase" de la olla popular
y el terrorismo policial. A estas conquistas las llamaban "triquiñuelas".
Al comienzo del gobierno de Perón exigían la nacionalización de los
servicios públicos. Pero en 1950 ya nacionalizados, argüían que el Estado
es tan patrón como una empresa británica.
OPORTUNISMO DE IZQUIERDA O "DEMAGOGIA SOCIAL"
Es necesario examinar en qué consistió el "derroche de demagogia social"
del que hablaba Victorio Codovilla. Con anterioridad a la Segunda Guerra
Mundial, el 60% de las inversiones extranjeras eran británicas y estaban
distribuidas con preferencia en los servicios públicos. Las deudas de
guerra determinaron un correlativo decrecimiento de las inversiones
inglesas en todo el mundo, coyuntura aprovechada por EE.UU., país acreedor,
para desplazar a Inglaterra de estas zonas de influencia. Argentina
no escapó a este proceso. La industria argentina se desarrolló bajo la confluencia interdependiente
de tres factores: 1º) Las dificultades de importación provocadas por
la guerra. 2º) La existencia de mano de obra barata fruto de la desocupación
posterior a 1930 y la política cambiaria que favorecía la exportación
y castigaba la importación de productos manufacturados. El crecimiento
fue tan rápido, que ya en los comienzos de la Segunda Guerra, la Argentina
se abastecía de muchas ramas de la industria liviana. En 1941 los mayores
contribuyentes eran industriales. En 1914, el 42% de la población vivía
en el campo. En 1948, el 74% en las ciudades. Y entre 1935 y 1942, la
producción industrial aumentó al doble. Gran Bretaña, durante la guerra,
pagó las deudas contraídas con nuestro país con libras bloqueadas, útiles
únicamente para el rescate de la deuda externa. Antes de 1943, el 40%
de nuestras exportaciones estaba destinado al pago de servicios extranjeros.
Es decir, casi la mitad del trabajo nacional era transferido al exterior. El primer objetivo del gobierno de Perón fue el desenvolvimiento industrial
sobre bases nacionales. El número de establecimientos industriales y
mineros, según el censo de 1954 se había incrementado en un 110,60%
y el persobal fabril ocupado en un 25,6% con relación a 1946. por eso
fue totalmente repatriada la deuda externa. Bajo el gobierno de Perón, la deuda pública disminuyó, por habitante,
de esta forma (en dólares)
1945 2014 1954 1993 1951 1670
A pesar de la crisis del campo, provocada por la sequía bienal de 1951,
el país se defendió sin recurrir al crédito extranjero.
Obreros ocupados 1953 1954 1955 93.7% 94.3% 98.3%
EVOLUCIÓN DE LA RENTA NACIONAL
1950 62.291 millones 1951 64.222 millones 1952 (año de sequía) 59.896 millones 1953 63.225 millones
El mejoramiento general de los salarios y sueldos provocó, efectivamente,
una onda inflacionaria pero al mismo tiempo, un estímulo general en
la producción al aumentar la demanda de artículos de consumo, alimenticios
e industriales. Ese pueblo, en los dos primeros años del gobierno de
Perón, vaciaba los almacenes, las carnicerías, las rotiserías. Ese pueblo
no ahorraba. La razón era sencilla. Tenía hambre. Bien pronto comenzaría
a comprar la casita, el aparato de radio, la heladera. Durante la "década
infame", junto al letrero "No hay vacantes", los diarios exhibían sus
avisos elocuentes. Una lavandera y planchadora cobraba $3. sirvientas
provincianas se vendían –para todo servicio- , por $35 mensuales. Un
contador público nacional llevaba balances por $25. empleados de ambos
sexos y 18 años de edad, se ofrecían por $60 mensuales. Una empleada
de escritorio solicitaba como sueldo inicial $30. los mendigos pululaban
por las calles de Buenos Aires. En las escalinatas del subterráneo,
mujeres jóvenes y desaparradas imploraban la caridad pública con el
tétrico muestrario de sus criaturas hambrientas. En el interior, se
robaban de noche gallinas para comer. Los empleados de comercio llegaban
a la vejez sin jubilaciones, los obreros eran vejados o desatendidos
por los organismos de trabajo. Los contratos laborales no se cumplían
o no se firmaban. Los accidentes de trabajo no se pagaban. Millones
de argentinos trabajaban en peligrosas condiciones de insalubridad.
En la Argentina sólo veraneaban las clases pudientes. Todo esto terminó
en 1946. la vida de los argentinos se modificó. Semejante cambió trajo
sus trastornos. Los cines llenos, los estadios llenos, las confiterías
llenas. Los comercios hasta entonces desiertos, no daban abasto. Se
desatendía al público y los empleados se mostraban insolentes. Pero
el público podía comprar. Se viajaba con dificultades. Pero los lugares
de veraneo estaban abarrotados. Las clases privilegiadas protestaban.
Pero las capas bajas de la población conocieron derechos a la vida que
les habían sido negados bajo el inexorable dominio material y político
de la oligarquía. En el año 1942 concurrieron a las salas de espectáculos de Buenos Aires,
13.354.838 espectadores. En 1949: 27.195.367. los mismo en los estadios
en los teatros, en los lugares de diversión. El costo de vida, poniendo
como número índice 100 para 1943 aumentó a 180. Pero los salarios a
267. Los ahorros, ese mismo año, pasaron de $82 por persona a $210.24.
La Argentina ofrecía el más alto nivel de vida de América Latina. Y
uno de los más elevados del mundo. El Estado financió espectáculos de
cultura popular durante una década como los mundialmente famosos conciertos
de la Facultad de Derecho con los mejores directores del orbe y enteramente
gratuitos. El Teatro Colón, tradicional lugar de la oligarquía fue abierto
a los sindicatos obreros. Este efectivo elevamiento del nivel de vida
material y cultural de la población argentina tenía una base real. A
saber, una política nacional en gran escala que por primera vez se ensayaba
en la Argentina. Durante el primer gobierno de Perón, con ensayos y errores, con las
improvisaciones excusables de una gran experiencia, se dirigieron los
controles de la economía con intervención del Estado. De esta economía
nacional en manos argentinas devino la prosperidad de la que todos participaron
y que ha convertido al país en algo enteramente distinto a lo que fue
antes de 1943. En servicios destinados al bienestar público se pasó de $1.037.300.000
en 1943 a $4.897.200.000 en 1949. Entre 1947 y 1949 se beneficiaron
cerca de 3 millones de trabajadores mediante convenios de trabajo supervisados
por el Estado. Se sancionaron derechos del trabajador, de los periodistas,
el estatuto de los peones rurales. En 1949 se ofrecieron 84.1999 trabajadores
contra una demanda de 90.193. Era arduo encontrar un plomero, un albañil.
Y los parásitos, los que nunca han hecho nada, decían que el pueblo
no quería trabajar. Otra era la causa. Por primera vez los argentinos
podían elegir libremente trabajo. En los tribunales de justicia ahora
se hacía eso: justicia. Los sindicatos levantaron sus colonias de veraneo,
grandes hoteles sin parangón en el mundo. El Estado construyó monumentales
colonias de vacaciones donde descansaban millares de familias obreras
y medias. La ley del servicio doméstico protegió a las más castigadas
capas de la población. Pero las amas de casa gruñían porque ya no podían
vejar o echar criadas. El sueldo anual complementarios (aguinaldo) elevó
aún más esos goces sociales. Pero los industriales y comerciantes que
se enriquecían con el alto nivel de vida de la población, también rezongaban
mientras las cajas registradoras campanilleaban sin descanso. Querían
lucrar sin tasa pero sin las conquistas sociales ni los altos salarios
de los trabajadores que los enriquecían. En 1949 se beneficiaron 900.0000 empleados de comercio con el régimen
jubilatorio. En 1950 70.000 afiliados estaban en condiciones de acogerse
a esos beneficios. Los obreros eran legisladores, tenían representaciones diplomáticas
y no lo hacían mal. En 1948 –el año de la creación de la Fundación Eva
Perón- en las casas de tránsito se atendieron 60.180 personas. Se alojaron
23.320 niños en los hogares escuela, se crearon hoteles, hogares para
empleadas, se construyeron 21 hospitales policlínicos totalmente equipados
con 22.650 camas, cinco grandes hogares de ancianos, se levantaron ciudades
obreras enteras que en los años siguientes se multiplicaron. En 1943,
los ferroviarios tenían un hospital. En 1949, 20, y estaban planeados
41. En todo el territorio argentino se construyeron escuelas fábricas,
industriales, comerciales, de adaptación regional, de orientación profesional,
universidades obreras. En el año 1943 la Universidad tenía una población
estudiantil de 63.319 alumnos, en 1949 de 201.437. El presupuesto pasó
de $41.398.628 a $201.241.437. Estas cifras se incrementaron en los
años posteriores. En la Argentina, tal cual lo postulaba la Reforma
de 1918 los estudios eran absolutamente gratuitos. El pueblo podía estudiar.
Pero la vieja Argentina del privilegio censuraba esa política educacional,
negaba sus beneficios, resistía con sordo odio de clase, a la democratización
de la cultura. Ese mismo año de 1949 –hecho único en la historia argentina- se habían
invertido en viviendas populares $1.840.000.000. El saldo, frente al
grave problema de la vivienda, durante el régimen de Perón, fue la construcción
en un plazo excepcionalmente corto de 500.000 casas, con la incorporación
a la vida digna de 2.500.000 argentinos que habían vivido en pocilgas,
ranchos o inquilinatos ruines. A esto se le llamó demagogia. La salud
del pueblo, en un país de tuberculosis, escófula y enfermedades infecto
contagiosas mejoró en proporción desconocida en cualquier país del mundo.
El presupuesto de salud pública, de $11.070.412 en 1943, pasó a $340.800.000.
El paludismo, enfermedad endémica en ciertas zonas del país, fue totalmente
vencido en una campaña sanitaria que asombró al mundo por su valor científico
y sus resultados prácticos. El índice de mortalidad por tuberculosis
bajo de 130 por mil a 36 por mil en 1954.
LA NACIONALIZACIÓN DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS
Cualesquiera sea el juicio sobre el régimen de Perón, los hechos están
allí. Durante el primer gobierno se sentaron las bases reales de la
independencia nacional. Los ferrocarriles se compraron en $2.029.500.000.
Un cálculo oficial realizado en 1951, mostró que se habían pagado $839.390.000
deducidos el valor de los bienes adquiridos a la fecha de la compra,
terrenos pertenecientes a las empresas, compañías subsidiarias, muelles,
elevadores, usinas eléctricas, frigoríficos, edificios, etc. La adquisición
de los ferrocarriles significó la incorporación al patrimonio del Estado
en 17.000 propiedades. También se nacionalizaron los puertos. La marina
mercante –marítima y fluvial- paso a ser una de las primeras del mundo.
Incluso mayor que la de la Unión Soviética. La marina argentina reunía
1360 barcos con un tonelaje de 1.700.000. En 1943, gran parte de la
producción argentina era transportada por barcos de bandera extranjera
con el consiguiente drenaje financiero. En 1950, grandes barcos conducían
bajo el pabellón nacional casi la totalidad de la producción con una
capacidad de 950.000 toneladas. Al terminar la guerra, el sistema de
transportes no podía cargar más de 300.000 toneladas por mes y la marina
mercante nacional tenía una capacidad de carga de 250.000 toneladas.
En 1947 el IAPI había comprado 60.000 camiones, material portuario y
navíos mercantes. Esto permitió el transporte de 14.000.000 toneladas
anuales. YPF que se había iniciado con un capital de poco más de 8 millones
de pesos, en 1954 poseía un capital de $43109.998.999 y su producción
con posteridad a 1946 aumentó en un 73%. A esta política recuperadora se la llamó "estatización" o "totalitarismo". La producción de YPF creció en un 161.5% en comparación a las empresas
venezolanas y estadounidenses, cuyo incremento fue, respectivamente
de 200% y 80%. Otra de las mentiras difundidas contra el gobierno popular, consistión
en la afirmación de que el país había fracasado en su intento de industrialización.
Véanse las cifras de los primeros años:
VOLUMEN FÍSICO DE LA PRODUCCIÓN INDUSTRIAL
1943 1948 100 134.7 6.000 millones 16.000 millones
Obreros 846.111 1.169.000
Salarios 1.220 mil millones 4.750 mil millones
Renta Nacional 12.000 millones 31.000 millones
Número de establecimientos industriales 65.803 104.000
Es también inexacto –escribe Jauretche- que el combustible fuese caro;
al tipo de cambio entonces vigente, el combustible para nuestra chacra
era el más bajo del mundo, y es también inexacto lo de la falta de maquinaria
rural, supuestamente disminuida. Remito al lector al informe de la Sociedad
Rural Argentina y verá allí que mientras en 1937 había 23.000 tractores,
éstos sólo llegaban a 25.000 en 1946 y que en los ocho años hasta 1954,
subieron a 45.000 con esta peculiaridad: que en 1937 los existentes
con más de cinco año representaban el 90% y en 1954, el 67% eran unidades
de menos de cinco años. En la época de la oligarquía, el petróleo representaba el 41% de los
combustibles utilizados. En 1954 el 83%. Con la destilería de La Plata
se pasó de 8.050 metros cúbicos a 20.050. En diez años se hizo más que
en todo un siglo. Se comprende así que la Argentina, en lugar de endeudarse,
haya podido prestar dinero. En 1948 los siguientes países le debían a la Argentina:
España $1.750.000.000 Italia $ 350.000.000 Francia $ 600.000.000 Holanda $ 125.000.000 Finlandia $ 61.000.000
La ganadería tuvo el siguiente incremento:
1943 1954 41.000.0000 vacunos 47.000.000 vacunos
Contratos registrados
1943 1947 1949 33.178 173.031 188.405
Depósitos bancarios de agricultores
1943 1947 1949 $210.000.000 518.000.000 679.000.000
Al fin de cuentas, lo que ataca Rodolfo Ghildi (PC), la comercialización
de la riqueza por el Estado, la nacionalización del sistema bancario,
era lo que hizo Lenin en Rusia.
BALANCE DE DIEZ AÑOS DE GOBIERNO NACIONAL
Durante una década el gobierno de Perón debió enfrentar el fuego concentrado
de las derechas y las izquierdas representadas por los partidos argentinos
sobrevivientes de la "década infame". La base de masas del régimen soportó
con éxito la ofensiva. Pero también el movimiento se había desgastado. Luego del ascenso y participación en el poder del movimiento sindical,
habían traído el relajamiento gradual, típico de las épocas de bonanza,
de la combatividad revolucionaria de las masas y sus dirigentes. Hecho
en el que sin duda, contribuyó la propia y dominante personalidad de
Perón. Finalmente la Iglesia entró en la confabulación internacional, y a último
momento, influyó de modo decisivo la incomprensión del Ejército descontento
por la gravitación de la CGT. La falta de un partido orgánico, a lo cual el propio jefe del movimiento
había contribuido, aisló a Perón y a la clase obrera. En estas circunstancias
se produjo el golpe británico. Al perder su imperio en África y Asia,
Gran Bretaña concentró en la antigua colonia austral, su aún formidable
peso histórico, y como en 1930, la oligarquía volvió al poder. El gran avance histórico de la Argentina puede resumirse así: 1º Nacionalización de la economía, créditos para la industria, plena
ocupación y altos salarios. 2º La renta nacional aumentó en 1954 con relación a 1943 en un 55%.
El país se capitalizó como en ninguna época de su historia. La deuda
pública disminuyó con relación a la renta nacional., del 67% de 1945
al 57% en 1955. 3º La casi inexistente dependencia de los mercados extranjeros, otorgó
mayor libertad para comerciar con otros países, especialmente con la
órbita comunista. 4º Creación de la Central Única de Trabajadores, y participación de
la CGT en el poder político a través del Parlamento. 5º Crecimiento del mercado interno nacional y correlativo de la industria.
El valor de la producción industrial con relación a la agropecuaria
pasó a primer término con la respectiva incidencia en la renta nacional:
24.800 millones contra 22.000 millones. 6º Poderosas centrales hidroeléctricas, plantas siderúrgicas, etc.,
fueron construidas en San Nicolás, Río Turbio, Ni Huil (represa), diques,
gasoductos, refinerías de petróleo, usinas eléctricas, Altos Hornos
Zapla, etc. 7º Pasaron al patrimonio de la Nación, ferrocarriles, teléfonos, gas,
servicios públicos, etc. 8º Entre 1948 y 1949, los chacareros arrendatarios se hicieron propietarios
de un millón de hectáreas y este proceso continuó en los años posteriores. 9º El analfabetismo se redujo al 3%. 10º La marina mercante pasó a ser de las primeras del mundo. 11º Se dignificó a todos los trabajadores mediante contratos de trabajo,
leyes de previsión social, jubilaciones y pensiones para todos los argentinos,
cooperativas, proveedurías, escuelas técnicas, etc. 12º Se construyeron 500.000 viviendas con capacidad para cerca de 5
millones de personas. 13º Se repatrió la deuda externa. U$S 1.000 millones iban al exterior
por pagos de diferentes servicios, es decir, 6.000 millones de pesos
moneda de entonces, siendo la recaudación anual del gobierno de 10.000
millones. Los argentinos dejaron de trabajar para los extranjeros. 14º Se construyeron 8.000 escuelas, más en diez años que en toda la
historia de la Argentina. 15. Se construyeron 76.000 obras públicas. La revolución que derrocó a Perón tuvo por objeto retrotraer al país
a su antigua situación agropecuaria, transferir la riqueza nacional
al sector ganadero y agrario, disminuir el consumo interno, bajar el
precio de la mano de obra al servicio del capital colonizador y aplastar
al movimiento sindical organizado. En 1955 de 136.040 millones de pesos (PBI) la ganadería aportó 11.335
millones, o sea el 8.3%. En cambio, con relación al comercio exterior,
correspondió a la ganadería el 55% del total de las exportaciones. Esto
aclara el interés de Inglaterra por la antigua colonia.
RAUL SCALABRINI ORTIZ, LA REALIDAD NACIONAL LA CAIDA DE PERÓN
Scalabrini Ortiz que después del triunfo de Perón en 1946 se mantuvo
apartado del gobierno, en 1958 levantó su voz argentina: "La política
que se sigue con YPF es la misma que se ha iniciado con nuestra industria,
a la cual se le ha cegado la fuente que le proporcionaba los pesos moneda
nacional que ella necesitaba. El nuevo Banco de Fomento les ofrecerá
préstamos de moneda extranjera. Con los ferrocarriles pasará lo mismo.
Una sociedad de inversión se construye de cualquier manera. Detrás de
ella se disimula la Shell, Bunge y Born, el Frigorífico Anglo o la Standard
Oil, la General Motors, la William Chemical, etc..". La ola de desprestigio contra el gobierno de Perón ha sido proporcional
a la importancia histórica de su obra nacional. Al caer Perón, el país estaba en pleno ascenso. Las bases para el gran
salto histórico consolidadas. En el Banco Central quedaban 371 millones
de dólares como reserva. El balance de comercio exterior había sido
durante diez años favorable a la Argentina. El primer déficit es simultáneo
al gobierno contrarrevolucionario que lo sucedió. A fines de 1955 la
Argentina debía 1.129 millones de dólares y era acreedora por 1.983
millones. A esto debe sumarse la tenencia de 250 millones de divisas. A los pocos meses de su derrocamiento, el país debía 243 millones de
dólares. Las causas de este desastre no son un enigma. El retorno de
la oligarquía terrateniente al poder lo explica. A dos años del alejamiento de Perón, la deuda externa había vuelto a
ser el 17%, y en la actualidad –1960- llegaba a más de 3.000 millones
de dólares como en las peores épocas de la década infame. Después de
Perón, aumentó notablemente la exportación de carnes a costa del consumo
interno, pero las entradas fueron inferiores. En 1955, la existencia
de vacunos era de 47.000.000. Tres años después de 43.000.000. A pesar
de la mayor exportación la Argentina recibió menores precios que en
1955. La razón de este hecho increíble, residió en que la tonelada de
carnes vendida en tiempos de Perón aproximadamente a 400 dólares la
tonelada, vencido el régimen popular, se vendió a poco más de 200 dólares.
Esta política fue inaugurada por el Gral. Lonardi, quien expresó al
tomar el mando, que Perón había destruido al campo, al tiempo que criticaba
la industrialización del país como contraria a la tradición Argentina
agropecuaria. Mientras las izquierdas combatían al régimen popular, el líder comunista
mexicano V. Lombardo Toledano, al ser derribado Perón, emitió el siguiente
juicio: "Juan Domingo Perón cayó, no por sus errores sino por sus aciertos.
No por sus errores sino por sus virtudes. Cayó porque defendía la independencia
de su país ante el extranjero. Y porque no fue lo suficientemente consecuente
con su lucha". El retorno de la oligarquía al poder planteaba en términos históricos
la lucha patriótica por la liberación nacional.
CONCIENCIA
HISTÓRICA Y LIBERACIÓN NACIONAL
CAPÍTULO VI
En la Argentina del presente, el nacionalismo de derecha se ve compulsado
a reconocer la presencia de las masas como actoras de la historia, y
el comunismo el hecho de que las masas, antes que nada, encuadran su
lucha en un marco nacional, aunque el destino del proletariado sea internacional.
El resultado es el creciente ahondamiento de los problemas y el nacimiento
de una izquierda nacional, cuya crítica anuncia la superación teórica
tanto del internacionalismo de las izquierdas colonizadas mentalmente,
como el conservatismo no menos colonial adverso a las masas del nacionalismo
tradicional. Dado el endeudamiento de la economía internacional, la Argentina semicolonia
altamente desarrollada es un eslabón frágil del imperialismo, y su lucha
nacional amenaza el dominio mismo de los oligopolios mundiales sobre
el resto de los países latinoamericanos. La terrible presión sobre la Argentina posterior a Perón, la resistencia
de su pueblo a la recolonización, es tanto síntoma de la crisis del
imperialismo como del creciente malestar revolucionario de América Latina. La lucha antiimperialista en la Argentina, tiene una fecha de origen:
1930. El pueblo argentino sabe hoy, a diferencia de entonces, cuáles
son las causas del drama nacional, ubica las potencias que han convertido
a la Argentina en una patria avasallada que resiste con bombas y huelgas
la penetración extranjera. La caída de Perón fue provocada por Inglaterra, no por EE.UU., que luego
de años de ofensiva debió ceder ante un gobierno de contenido nacional.
En el intervalo, Inglaterra después de la Segunda Guerra Mundial, recuperó
su antigua condición de potencia exportadora de capitales de inversión
y con ello la voluntad de reconquistar su influencia en la Argentina
y participar en la explotación del petróleo luego del desastre en el
Medio Oriente. A Perón se lo puede y debe juzgar en sus graves errores. Pero antes
que nada se lo debe ver como el portaestandarte de un momento histórico
glorioso de la liberación nacional. ¿Cuáles son las fuerzas antinacionales en la Argentina? 1º) La oligarquía
terrateniente que gravita sobre el poder por vías indirectas e inseguras,
como supervivencia de la Argentina agropecuaria en la industrial. Hecho
que se expresa, bajo la presión de los dos imperialismos, en el carácter
proyanqui pero contradictorio de una política, derivada del mayor peso
de los EE.UU. y de la decadencia británica como gran potencia mundial,
de la presencia interna de una burguesía comercial dependiente del comercio
de importación y exportación, vale decir, del imperialismo, particularmente
norteamericano, y de un sector de la burguesía industrial que también
entrelaza sus intereses a las compañías petroleras, etc., de nacionalidad
extranjera. 2º) Amplios sectores de la clase medio en sus estratos superiores
–profesionales, intelectuales, funcionarios de corporaciones extranjeras-
adicionados en formas diversas al imperialismo y mentalmente disformados
por el aparato educativo de la oligarquía, en particular por la Universidad.
3º) Los restos de los partidos tradicionales, parte de la masa estudiantil,
etc.
LAS IZQUIERDAS
El movimiento de masas desatado por Perón ha desbarajustado a las izquierdas.
El PS asiste a resquebrajamientos, especialmente por una tradicional
política de claudicaciones, ocultada durante la oposición a Perón, pero
ahora debido a la presencia del proletariado como clase organizada.
El PC merece mayor atención debido al avance del comunismo a nivel mundial.
La incompetencia de sus cuadros, su burocratización y su alejamiento
de las masas tornan incierta su función nacional. Tres años después de la caída de Perón, el dirigente Rodolfo Ghioldi
expresa el pensamiento de su partido mediante la apoteosis de la Unión
Democrática y hablaba todavía del nazifascismo de Perón. La consecuencia de este error ha sido el desprestigio del PC y su desconexión
con el movimiento de masas. De este modo, lo que en su momento pudo
ser una táctica útil a Rusia, que piensa en términos nacionales de gran
potencia mundial, se ha convertido en una crisis histórica de la izquierda
nada fácil de superar. El mismo Ghioldi dijo en esa ocasión refiriéndose al movimiento de masas:
"No es una revolución todo lo que sea movimiento popular en la calle".
Esa revolución puede medirse por los fusilamientos que ejecutó la clase
reaccionaria en 1956. Pero el dirigente comunista no habla de las ejecuciones
ni de los millares de presos que atestaron las cárceles del país después
de la caída de Perón. También dirá que "no hay revolución sin movimiento
revolucionario de masas". Y al mismo tiempo oculta al 17 de octubre
de 1945 para hablar de su primera etapa, el 4 de junio de 1943. Sigue
perorando en 1958 sobre la Unión Democrática, que se aprestaba a "resolver
por sus propias fuerzas todos los problemas que afligen a la Nación".
Y como es habitual no entiende nada. Para las masas populares, el 17
de octubre fue una etapa histórica de su emancipación como clase, una
transformación del Estado mismo, que de la represión militar exigida
por las clases reaccionarias pasó a la pasividad policial dispuesta
por el gobierno revolucionario. "La libertad política –escribe Lenin-
no librará inmediatamente a los obreros de la miseria, pero les dará
armas para la lucha contra ella. No existe ni puede existir otro medio
de luchar contra la miseria que la unidad de los obreros mismos. No
hay posibilidad de unión para millones de hombres mientras no haya libertad
política". Un comunismo así, para el imperialismo, es más barato que los aliados.
Estos son los objetivos del PC mismo. Victorio Codovilla sigue defendiendo
en 1960 el Frente Popular de 1935. En 1953 creía en la filantropía y
acusaba al gobierno de Perón "por embarcar a los países de América Latina
contra el imperialismo yanqui". Son tan bruscos los virajes y contradicciones de los comunistas, que
hasta el afiliado más testarudo, debe pensar que ha contraído matrimonio
con una descuartizada. Se opusieron a las nacionalizaciones pero ahora aducen que esas empresas
nacionalizadas "son palancas que si estuvieran en manos de un gobierno
verdaderamente democrático y popular servirían para impulsar el desarrollo
de la economía nacional y liberarla de la explotación imperialista".
EL CAMIO IDEOLÓGICO DE LA IZQUIERDA
En este desposeimiento de la mentalidad de la izquierda ha punzado con
éxito el control y propaganda de las ideologías mundiales. Sería grave
error creer que esa mentalidad es inmodificable. La revisión de la historia
cumplida por otros grupos, el desarrollo de una izquierda nacional que
concilia el marxismo con la realidad del país, y sobre todo, la trágica
experiencia del retorno del liberalismo económico, inquietan a muchos
espíritus que dudan de las antiguas valoraciones de izquierda a través
de las cuales pervirtieron su visión de lo nacional.
ERNESTO SÁBATO
El caso de Sábato es también un síntoma del cambio que se opera en determinados
sectores de la intelectualidad liberal. este escritor ha sido y sigue
siendo adverso a Perón, pero ha planteado la cuestión argentina en los
términos de lo nacional y lo antinacional, sobre todo, con referencia
al problema de la intelectualidad y el pueblo. Y lo ha hecho como confesión
y acusación. En esta elección ha cuestionado a los próceres de la oligarquía.
Ha ubicado a Sarmiento en su lugar, y distinguido el carácter literario
valioso de su obra de su intención histórica apócrifa. Lo ha hecho no
como literato puro sino como escritor solidario con su pueblo. Y así,
este enemigo de Perón, ha dicho: "Perón politizó profundamente la vida
del país y de una manera u otra hizo recurrir a la política a los sectores
más diversos de la Nación". Estas cosas no se las perdonan ni la inteligencia
liberal, ni la izquierda. Pues Sábato, enjuició también a esa izquierda
sin conciencia nacional que invalidó a la propia generación de Sábato
al segregarla del país. Con compresión del problema dijo: "Se oye decir en este país, sobre
todo en los llamados sectores democráticos que es malo que exista un
conductor". Y analizando este argumento expresó: "El propio Marx ha
dicho que la historia se hace en condiciones determinadas o predeterminadas
ajenas a la voluntad de los seres humanos, pero la historia la hacen
los hombres y naturalmente los grandes hombres. No alcanzo a comprender
cómo Churchill, por el solo hecho de ser inglés, haya de ser un líder
aceptable y no han de serlo otros que no gozan de tan privilegiada nacionalidad".
Por eso Sábato, a diferencia de la izquierda cipaya, aunque tarde, ha
comprendido las causas del triunfo de Perón: "....las banderas nacionales
habían sido abandonadas por nuestra élite, y en cambio habían sido empuñadas
por las masas que tan a menudo han sido calificadas de chusma iletrada,
y hasta lo que es cruelmente paradojal, por los líderes de la llamada
izquierda". Sábato incluyéndose en ella ha condenado a esa intelectualidad distante
del pueblo y de sus símbolos. "Y en 1945 volvimos a equivocarnos, nosotros,
precisamente el sector más ilustrado del país. Dijimos "cabecitas negras",
hablamos de "chusma" y de "alpargatas", olvidándonos que esos "cabecitas
negras" habían construido el 90% de los ejércitos patriotas que habían
llevado a cabo la liberación de América....¡Qué fácil despreciarlos
era desde nuestras aulas! Pero no hay todavía un auténtico monumento
para aquellos soldados anónimos de la libertad americana, para aquellos
descamisados de nuestro ejército republicano, mientras hay tantos monumentos
y tantas calles para generales que no nienen el mérito de aquellos héroes
anónimos".
LA JUVENTUD UNIVERSITARIA
La crisis de la izquierda abarca a vastos sectores de la masa estudiantil.
Por su composición de clase, la mayoría del estudiantado se plegó a
la coalición reaccionaria que derrocó a Perón en 1955, que festejó el
hecho como un triunfo de la libertad. El idilio duró poco, y en 1957 se produjeron 92 conflictos, en 1959,
250, mientras 4.000 profesores y funcionarios eran separados sin juicio
de la Universidad. Pero a la orientación del estudiantado argentino,
ha seguido la toma de conciencia frete al problema nacional. Es una actitud reaccionaria, no comprender este cambio operado en sus
millares de estudiantes. No sólo han variado, sino que hoy enjuician
sus propias creencias. Hasta la Reforma Universitaria de 1918, es analizada
desde otros ángulos y se empieza a entender, cómo sus principios, en
realidad, fueron armas de la antinación. Conviene por eso hacer algo de historia. En 1955 los estudiantes católicos
no se declaraban reformistas "en cuanto a su ideología y principios":
"Caído el régimen de la dictadura y la corrupción, vemos con júbilo
las posibilidades de libertad y democracia que se abren en el panorama
nacional. Posibilidades que se tornan garantías si la revolución toma
la responsabilidad de encauzar la vida nacional dentro de normas democráticas
de libertad y justicia social". Este era el pensamiento de estudiantes católicos frente a una Universidad
avasallada en su mayoría, por profesores católicos. Este documento católico es similar a los que lanzaba la FUBA. La Liga
de Estudiantes Humanista, en representación de siete facultades, adhería
a FUA: "Al caducar las autoridades universitarias nombradas por el régimen
anterior y efectuada la toma del gobierno de la Universidad y sus facultades
por la FUBA, la Liga adhiere a sus declaraciones al respecto". Por la misma época –1956- la Federación Juvenil Universitaria de la
Capital Federal denunciaba: "La intervención de los EE.UU. en Nicaragua,
el asesinato del patriota Sandino, los pactos militares que amenazan
con la soberanía nacional". Ese año caían bajo los pelotones de fusilamiento, argentinos que resistían
el retorno de la oligarquía. Pero los estudiantes callaron. Pronto la unidad estudiantil colapsaría. La Iglesia fue la primer sorprendida.
La caída de Perón convirtió la vuelta de la oligarquía al poder –hecho
deseado por la Iglesia- en la expulsión de profesores católicos y su
substitución por la izquierda liberal. Y esta masa estudiantil utilizada
como fuerza de choque contra Perón, se la convirtió en instrumento para
fragmentar y debilitar al estudiantado. En las tendencias, vistas las cosas a la distancia, se percibe la acción
oculta de las fuerzas liberales o eclesiásticas que dirigieron el conflicto.
En un manifiesto reformista se lee: "No cabe duda que esta batalla heroica a favor de la Cultura y el Progreso
ha enrolado a todo el estudiantado. Los estudiantes secundarios hemos
levantado con orgullo y firmeza la tradición sarmentista y laicista,
porque queremos estudiar más y mejor, sobre bases racionales y científicas,
y salimos a la calle a defender ese legado. Sabemos a ciencia cierta
que no estamos solos. Nos acompañan y nos acompañarán aún más, nuestros
profesores que nos enseñaron a defender con pasión el ideal de Echeverría,
Moreno y Sarmiento". Documento en el que es visible la mano de la oligarquía tras el lenguaje
de la reforma del 18 en su mistificación liberal posterior. Sin embargo
la conciencia histórica del país unida al movimiento de masas, empieza
a penetrar en el estudiantado. En otro comunicado reformista se lee:
"La amenaza fundamental la constituye el problema creado artificialmente
por el P.E. con el que se intenta, quizás, ocultar problemas más graves
al país. La prensa no nos ayuda. Intenta crear la impresión de que existe
una división en el ambiente universitario". En un manifiesto de estudiantes de izquierda, se toca la cuestión en
forma más categórica todavía: "Entendiendo que la enseñanza, la difusión de la cultura, es uno de
los medios que utilizan las clases explotadoras para mantener su dominio,
su forma de vida y pensamiento, y para formar el equipo de técnicos
intelectuales e ideólogos a su servicio, es que los estudiantes debemos
oponernos con todas nuestras fuerzas a estos intentos". La reparación del problema no es casual, sino que forma parte del proceso
general de la lucha entre las clases dominantes por la posesión de los
instrumentos de dominio, en este caso la enseñanza. Si la oligarquía
perdió el control del Estado, hoy en manos de la burguesía nacional
industrial, no por ello se resigna a perder el control de las instituciones". La masa estudiantil, después de la experiencia de dos años de "libertad
y democracia", no sabe que hacer con los mitos vacíos y exige desorientada
participación en la lucha nacional, de vuelta ya del frenético y estúpido
delirio de 1955. En este período, el estudiantado empieza a comprender
en qué consiste la esencia de esa "democracia", la verdad sobre una
"intelligentzia" mártir a la que ahora conoce en las cátedras. Simultáneamente,
se nota el acercamiento al obrero y una defensa implícita del peronismo. "Es así que la política gubernamental se caracteriza por un marcado
contenido antinacional y antipopular, se persiste en el criterio de
desnacionalización del gobierno de ipso (es decir de las empresas nacionalizadas,
JJH. Arregui); se sigue con el criterio de romper el movimiento obrero,
no se toma ninguna medida para solucionar el pavoroso problema del costo
de vida, se entrega la política petrolera así como la política energética
a los consorcios internacionales". En otro documento de la FUBA se dice: "Es así que después de haber entregado al imperialismo nuestro patrimonio
energético, parte de nuestro territorio, la base de Ezeiza, el Frigorífico
Nacional, de defender los intereses de aquel que ante las Naciones Unidas,
de intentar destruir y oprimir violentamente el movimiento obrero, de
enajenar nuestras cultura, de aplicar el plan de austeridad del FMI;
el gobierno para poder asegurar el cumplimiento de tales designios asegura
la paz social a punta de tanques y bayonetas. Otro líder de la Reforma de 1918, Alfredo Palacios, declaraba que la
Universidad debe formar la conciencia nacional. El estudiantado volvía a la realidad: "A ocho meses de la asunción al poder de un gobierno elegido por los
votos prestados de la clase obrera obligada a optar por aquellos que
le dieron un respiro a su apaleada lucha sindical –se lee una declaración
del plenario de la FUBA realizado en 1958- se evidencia que ese apoyo
no disminuyó el hecho de que el movimiento obrero atraviesa épocas poco
diferentes a las peores jornadas de la reacción oligárquica, revanchista
y gorila". Ya los estudiantes no atacan al peronismo. Es la misma FUBA que en 1955
instrumento de la oligarquía y con protección policial, ocupó las Universidades,
agravió a los trabajadores con su orgullo libresco y desplazó en su
furia democrática, todo lo que en la Universidad representaba un pensamiento
nacional. En una de sus declaraciones dice: "Ante el problema del Frigorífico Nacional tenderemos a la realización
de un frente común obrero estudiantil, para enfrentar a la patronal
y al imperialismo en la lucha conjunta por la liberación nacional". ¡La Unidad Obrera y popular ha de obligar a retroceder a las fuerzas
de la reacción! ¡Los estudiantes no saldrán a la calle para combatir
al Pueblo!" Es un estudiantado, trabajado aún por el lenguaje de la vieja izquierda,
pero que comienza a pensar en términos nacionales. En otro manifiesto
de la FUBA de 1959 se lee: La clase obrera, despreciada por los estudiantes, tanto reformistas
como católicos en 1945 al grito de: ‘Libros sí, alpargatas no’, ya con
anterioridad y hondo sentido nacional, habían accedido al requerimiento
de los estudiantes con palabras que debería avergonzarlos: "El plenario de la CGT consideró los suceso conocidos y resolvió exigir
al ministro del interior la separación de sus cargos de los jefes que
ordenaron abrir fuego contra los estudiantes". Así recibía la clase obrera al estudiantado que tres años antes había
militado junto a la oligarquía y al imperialismo.
LA UNIVERSIDAD DE LA ENTREGA
El profesor Enrique Gaviola es un claro ejemplo de la mentalidad antinacional
universitaria. Este profesor acusó de farsante en tiempo s de perón,
al sabio de fama mundial Ronal Richter. Gaviola, al servicio de EE.UU.
sostenía que la URSS no tenía interés en que las universidades colonianes
se perfeccionasen, en tanto los EE.UU. propician el perfeccionamiento
universitario, con el fin de la formación, en los países coloniales,
de equipos universitarios gobernantes cuyo genio impedirá la revolución
social". Gaviola llama "tendencia neofascista" a las fuerzas nacionales
antiimperialistas. Es la inteligencia del imperialismo que busca desde
la cátedra apartar a los estudiantes de la lucha nacional. En 1946 el profesor Gaviola se volcó contra la Univertsidad de la cual
era profesor. Una Universidad que abrió las puertas a todos los argentinos
sin distinciones sociales. En esos días, Gaviola defendía a la escuela
primaria al servicio de las valoraciones conservadoras y liberales de
la oligarquía. Por eso decía: "El ambiente de nuestras escuelas primarias
es, a en lo que los niños alcanza, buena". Y piensa que la corrupción
se produce en la enseñanza media y universitaria. Es partidario, entonces,
del privilegio en los estudios: "Por suerte, una parte pequeña pero
creciente de los alumnos se muestra inmune al contagio. La influencia
de la cuna honrada domina a la de la educación. Pero esa parte es muy
pequeña aún". Tal es el pensamiento "democrático" de este cavernícola
liberal. Para Gaviola, la meta es apartar al estudiantado de la acción.
LA IZQUIERDA NACIONAL
En la Argentina, como producto de la transformación del país y de la
evolución y confrontación de las ideas ha crecido una tendencia que
puede calificarse genéricamente como "izquierda nacional". Por Izquierda Nacional, en un país dependiente, debe entenderse en sentido
lato, la teoría general aplicada a un caso nacional concreto, que analiza
a la luz del marxismo, en tanto método de interpretación de la realidad,
teniendo en cuenta las peculiaridades de cada país. Esta tendencia, en la Argentina, fue acusada falsamente por las derechas
y las izquierdas colonizadas de trotskista. La grave lucha interna se agudizó en Rusia, con posterioridad a la muerte
de Lenin en 1923 dio origen a dos tendencias, cuyas cabezas visibles
fueron José Stalin y León Trotsky. En ambos bandos militaron revolucionarios
de la vieja guardia, calumniados los unos y los otros, lo cual terminó
proyectándose al orden internacional. Entre 1936-1938 culminó la crisis
con el aniquilamiento en Rusia de la corriente trotskista. En la Argentina, el trotskismo, en sus orígenes, se expresó como discusión
del problema ruso. En 1939 se insinúa una posición más nacional y una
crítica justa a las tácticas de los frentes populares. El trotskismo, en sus minúsculos grupos, parece condenado a oscilar
entre un violento extremismo, la absorción por el movimiento nacional
de masas y el socialismo pequeñoburgués, pero al mismo tiempo, en el
plano ideológico por su comprensión de la cuestión nacional y el nivel
teórico de sus elementos individuales, cumple una tarea crítica de positivo
valor ideológico.
EL REVISIONISMO DE IZQUIERDA
Entre los representantes de la izquierda nacional que surgen a la vida
política cerca de 1945 debe citarse al más influyente: Jorge Abelardo
Ramos. El pensamiento histórico-político de Ramos está expuesto en su
obra más elaborada Revolución y Contrarrevolución en la Argentina. En
este libro, la historia de la oligarquía desenmascarada en su esencia
ensangrentada por los valores de la Bolsa portuaria, afirmada en la
barbarie política de la clase dominante y orientada por el interés extranjero. El libro está vertebrado sobre una idea fundamental: sólo los personajes
de nuestra historia que se han apoyado en las masas y en su voluntad
histórica de ser, han representado tendencias sociales auténticas. La
aplicación metodológica de esta tesis marxista da por resultado una
reconstrucción henchida de vida, donde el pasado y presente de los argentinos
se ensamblan con la orgánica continuidad de los hechos colectivos de
la historia nacional. Tamos sigue y analiza desde las alturas de la
Argentina actual y no desde las abstracciones secas de una historia
oficial fraudulenta. Por eso, la clave de Ramos está en sus propias
palabras: "La historia es prisionera de la política".
EL METODO Y LA DOCUMENTACIÓN
Ramos no maneja documentación inédita, pero si es notable su interpretación.
Presenta la sucesión de hechos y personajes que en las historias oficiales
aparecen determinados por azares psicológicos, sujetos al matraz invisible
de los vastos y lentos procesos de la economía internacional. En este
marco, los actores adquieren vida y se esclarecen a sí mismos en sus
motivaciones de clase, al encajar dentro de los fenómenos colectivos,
bases de toda explicación racional de la historia –para Ramos- es el
conflicto entre el interior meditetrráneo empobrecido, el litoral ganadero
indeciso entre el país y Buenos Aires, y en definitiva, en permanente
compromiso con la aduana de la ciudad puerto. De estos antagonismos
surge al primer plano político el triunfo de la oligarquía portuaria,
unitaria primero, liberal después y finalmente apartida. Todo esto sobre
el trasfondo de una voluntad desdibujada e inflexible: Inglaterra.
ROSAS, MITRE, ROCA
La figura de Rosas, pivote de nuestra historia, es enfocada en sus orígenes
y consecuencias históricas. Tal visión, ajena al odio liberal y a la
apologética católica, devuelve sus dimensiones a esta personalidad histórica Las páginas más brillantes del trabajo apuntan a la destrucción de un
trágico mito histórico: Mitre. Una documentación que los historiadores
marxistas han rehuido u oscurecido, le permite a Ramos presentar a Mitre
como la figura antinacional por excelencia, negador del federalismo,
campeón del separatismo y encarnación de la política impuesta por el
imperialismo, con su resultado, la conformación colonial del país. Lo
mismo puede decirse del enjuiciamiento de la guerra del Paraguay, conducida
por Mitre al servicio del interés británico y en beneficio del Brasil. La tesis algo estrepitosa del autor, está en su reivindicación del Gral.
Julio A. Roca, en quien ve la personificación, con relación a un período
histórico complejo y mal estudiado o deformado por los intereses del
presente, del federalismo popular, que en diverso sentido encarnaron
Rosas y los caudillos, opuestos al poder de Buenos Aires. Roca habría
sido una especie de fórmula transaccional entre el país y la ciudad
puerto obligada a conceder parte de su hegemonía ante el peso político
y militar de las provincias. La tesis en sí misma no es falsa. Es exagerada.
Puede aceptarse dentro de la oligarquía nacional en formación, Roca
representó su tendencia más argentina. Nuestra crítica consiste en que a raíz de la política nacional de Roca,
la oligarquía portuaria derrotada política y militarmente por Roca,
en realidad heredó un país más vasto. La explotación oligarco-imperialista,
a raíz de la unificación del país por Roca, se hizo posible en escala
nacional, pero al mismo tiempo quedaron creadas las bases de la lucha
por la liberación también en escala nacional. Roca, en última instancia
fue absorbido por la oligarquía y nunca dejó de ser su representante.
INDUSTRIA LIVIANA – INDUTRIA PESADA
Una de las críticas al régimen de Perón formulada por Ramos consiste
en señalar que la industria pesada fue postergada en beneficio de la
liviana. Esta crítica pone como ejemplo, de primera intención convincente,
a Lenin, quién enfiló todo el esfuerzo nacional ruso, después de 1917,
hacia la consolidación de la industria nacional pesada, a pesar de los
sacrificios cruentos pero necesarios, impuestos a la población en su
conjunto, y particularmente al campesinado. Tal crítica, es también
aplicable a la Argentina. De lo que se olvida es que ya en Rusia, en
la época de los zares, existía una gran industria pesada. La situación
no es la misma en un país colonial, donde los gobiernos de orientación
nacional se ven obligados a luchar con medios legales contra la antigua
clase de los grandes propietarios territoriales. En tales países, la posibilidad de la industria pesada tiene por causas,
o bien necesidades militares, o bien el desarrollo desordenado de la
industria liviana, y generalmente ambas causas se complementan. Durante el gobierno de Perón ese desarrollo, en un breve plazo de tiempo,
fue tan poderoso que creó la necesidad de la industria pesada en términos
perentorios. Esto explica que Perón se viese obligado a solucionar el
problema energético, particularmente, el del petróleo. A demás la industria
pesada estuvo en las ideas de comienzos del régimen, y por ello se construyeron
las gigantescas usinas de San Nicolás, diques, altos hornos, etc. De todos modos, queda como un alto mérito de Ramos haber formulado una
interpretación histórico-política de contenido nacional, de innegables
consecuencias educativas y de poderoso soplo crítico y revolucionario.
PENSAMIENTO FINAL
El dilema es de hierro. O nación o factoría. Ante la conciencia histórica
de los argentinos que se levanta el mandato de nuestras glorias nacionales
enlutadas por voluntad de antipatria. Y es la conciencia nacional de
los argentinos, fruto de un acaecer histórico doloroso pero no gratuito,
la que les anuncia a las naciones opresoras de la tierra invirtiendo
el temor de Darío –poeta inmortal de nuestra América- que los hispanoamericanos
no hablaremos inglés.
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MEMORIA

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