
Franz Fanon
[PARTE 3]

INDICE
Introducción por José Sazbon (en parte 1)
Prólogo por Jean-Paul Sartre (en parte 1) I. La violencia (en parte
1) La violencia en el contexto internacional
(en parte 1)
II. Grandeza y debilidades del espontaneísmo
(en parte 2)
III. Desventuras de la conciencia nacional
(en parte 2) IV. Sobre la cultura nacional
(en parte 2) V. Guerra colonial y trastornos mentales
(en esta página) Serie A (en esta página
Serie B (en esta página)
Serie C
(en esta página) Serie D (en esta página)
La Impulsividad criminal del norafricano
en la guerra de Liberación Nacional (en esta página)
Conclusión (en esta página)

V. GUERRA COLONIAL Y TRASTORNOS MENTALES
Pero la guerra continúa. Y tendremos que curar todavía durante muchos años
las heridas múltiples y a veces indelebles infligidas a nuestros pueblos por
la ruptura con el colonialismo. El imperialismo, que ahora lucha contra una auténtica liberación de los
hombres abandona aquí y allá gérmenes de podredumbre que tenemos que
descubrir implacablemente y extirpar de nuestras tierras y de nuestros
cerebros. Aquí nos ocupamos del problema de los trastornos mentales surgidos de la
guerra de liberación nacional que realiza el pueblo argelino. Quizá parezcan inoportunas y desplazadas en un libro como éste las
siguientes notas sobre psiquiatría. No podemos evitarlo de ninguna manera. No ha dependido de nosotros que en esta guerra diversos fenómenos
psiquiátricos, trastornos del comportamiento y del pensamiento hayan cobrado
importancia tanto entre los actores de la "pacificación" como dentro de la
población "pacificada". La verdad es que la colonización, en esencia, se
presentaba ya como una gran proveedora de los hospitales psiquiátricos. En
diversos trabajos científicos llamamos la atención de los psiquiatras
franceses e internacionales, desde 1954, sobre la dificultad de "curar"
correctamente al colonizado, es decir, de hacerlo totalmente homogéneo en un
medio social de tipo colonial. Como es una negación sistemática del otro, una decisión furiosa de privar al
otro de todo atributo de humanidad, el colonialismo empuja al pueblo
dominado a plantearse constantemente la pregunta: "¿Quién soy en realidad?" Las posiciones defensivas surgidas de esta confrontación violenta del
colonizado con el sistema colonial se organizan en una estructura que revela
la personalidad colonizada. Basta simplemente para comprender esta
"sensibilización" apreciar el número y la profundidad de las heridas
sufridas por un colonizado durante un solo día en el régimen colonial. Hay
que recordar, en todo caso, que un pueblo colonizado no es sólo un pueblo
dominado. Bajo la ocupación alemana los franceses no dejaron de ser hombres.
En Argelia no sólo hay dominio sino literalmente decisión de ocupar
simplemente un territorio. Los argelinos, las mujeres con haik, las palmeras
y los camellos forman el panorama, el telón de fondo natural de la presencia
humana francesa. La naturaleza hostil, reacia, profundamente rebelde está representada
efectivamente en las colonias por la selva, los mosquitos, los indígenas y
las fiebres. La colonización tiene éxito cuando toda esa naturaleza indócil
es por fin domeñada. Ferrocarriles a través de la selva, desecación de los
pantanos, inexistencia política y económica de la población autóctona son en
realidad una y la misma cosa. En el periodo de colonización no impugnada por la lucha armada, cuando la
suma de excitaciones nocivas pasa de cierto umbral, las posiciones
defensivas de los colonizados se desploman y éstos llenan en gran número los
hospitales psiquiátricos. Hay, pues, en ese periodo tranquilo de
colonización triunfante una patología mental permanente y copiosa producida
directamente por la opresión. Actualmente la guerra de liberación nacional que realiza el pueblo argelino
desde hace siete años, por abarcar la totalidad del pueblo, se ha convertido
en terreno favorable para la eclosión de trastornos mentales.1 Aquí
mencionamos algunos casos de enfermos argelinos y franceses tratados por
nosotros y que nos parecen particularmente expresivos. No publicamos,
resulta superfino advertirlo, un trabajo científico. Evitamos toda discusión
semiológica, noológica o terapéutica. Los escasos términos técnicos
utilizados aquí sirven únicamente de guía. Hay que insistir, sin embargo, en
dos puntos: Por regla general, la psiquiatría clínica reúne los diferentes trastornos
presentados por nuestros enfermos bajo la rúbrica de "psicosis
reaccionales". Al hacerlo, se da mayor importancia al acontecimiento que ha
desencadenado la enfermedad aunque, aquí y allá, se mencione el papel del
terreno en que se produce (la historia psicológica, afectiva y biológica del
sujeto) y el del medio. Nos parece que en los casos presentados aquí, el
acontecimiento que desencadena todo es principalmente la atmósfera
sanguinaria, despiadada, la generalización de prácticas inhumanas, la
impresión tenaz que tienen los individuos de asistir a una verdadera
apocalipsis. El caso número 2 de la serie A es típicamente una psicosis reaccional, pero
los casos números 1, 2, 4, 5 de la serie ? admiten una causalidad mucho más
difusa sin que pueda hablarse realmente de un acontecimiento motivador
particular. Aquí es la guerra, esa guerra colonial que con mucha frecuencia
se manifiesta como un auténtico genocidio, esta guerra que trastorna y
quiebra al mundo, la que constituye el acontecimiento motivador. Psicosis
reacciona], si quiere utilizarse una etiqueta ya establecida, pero dándole
aquí una prioridad singular a la guerra concebida en su totalidad y en sus
particularidades de guerra colonial. Después de las dos grandes guerras mundiales, no han faltado las
publicaciones sobre la patología mental de los militares participantes en la
acción y de las civiles víctimas del éxodo o de los bombardeos. La fisonomía
inédita de ciertos cuadros psiquiátricos señalados aquí confirma, si todavía
fuera necesario, que esta guerra colonial es original incluso en la
patología que produce. Otra noción muy arraigada merece, en nuestra opinión, una ligera
flexibilización: se trata de la relativa benignidad de esos trastornos
reaccionales. Y ciertamente han podido describirse, aunque de manera siempre
excepcional, psicotizaciones secundarias, es decir, casos donde el conjunto
de la personalidad resulta definitivamente desintegrado. Nos parece, por el contrario, que la regla general aquí es la frecuente
malignidad de los procesos patológicos. Son trastornos que persisten durante
meses, atacando fuertemente al yo, y dejando casi siempre como secuela una
fragilidad prácticamente perceptible a simple vista. Evidentemente, el
futuro de esos enfermos está hipotecado. Un ejemplo ilustrará nuestro punto
de vista. En uno de los países africanos independientes desde hace varios años,
tuvimos la oportunidad de recibir a un patriota, antiguo miembro de la
resistencia. Este hombre de unos treinta años venía a pedirnos consejo y
alivio porque, al acercarse determinada fecha del año, era afectado por
insomnios, acompañados de ansiedad y de ideas fijas de autodestrucción. La
fecha crítica era aquella en que, por instrucciones de su red clandestina,
había puesto una bomba en alguna parte. Diez personas habían muerto en el
atentado.2 Ese militante, que en ningún momento pensaba en renegar de su acción pasada
sabía claramente el precio que su persona había tenido que pagar por la
independencia nacional. Casos límites como éste plantean el problema de la
responsabilidad en el marco revolucionario. Las observaciones que citamos aquí cubren el periodo que va de 1954 a 1959.
Algunos de los enfermos fueron tratados en Argelia, en centros hospitalarios
o como clientela particular. Los demás fueron tratados en las instalaciones
sanitarias del Ejército de Liberación Nacional.
Serie A
Reunimos aquí cinco casos. Se trata de argelinos o europeos que presentaron,
después de sucesos muy parecidos, trastornos mentales de tipo reaccional.
Caso Nº 1. Impotencia en un argelino como consecuencia de la violación de su
mujer.
B… es un hombre de 26 años. Nos lo envía el Servicio Sanitario del Frente de
Liberación Nacional porque padece jaquecas rebeldes e insomnio. Ex chofer de
taxi, ha militado desde la edad de 18 años en los partidos nacionalistas. A
partir de 1955 es miembro de una célula del F.L.N. En varias ocasiones
utiliza su automóvil para el transporte de propaganda y de actuantes
políticos. Ante la agravación de la represión, el F.L.N. decide llevar la
guerra a los centros urbanos. B... debe conducir entonces a algunos comandos
hasta las cercanías de los puntos de ataque y con frecuencia tiene que
esperarlos. Un día, sin embargo, en plena ciudad europea, después de una acción
relativamente importante, al verse seriamente rodeados los patriotas se ve
obligado a abandonar el taxi y el comando se dispersa. ?... que logra
escapar al adversario, se refugia en casa de un amigo y unos días después,
sin haber vuelto a su domicilio, se dirige por instrucción de sus
responsables a la guerrilla más próxima. Durante varios meses no recibe noticias de su mujer ni de su hijita de
veinte meses. Se entera, en cambio, de que la policía lo ha buscado durante
semanas enteras en la ciudad. Después de dos años de estancia en la
guerrilla, recibe de su mujer un mensaje en que le pide que la olvide. La
han deshonrado. No debe pensar ya en reanudar la vida común con ella.
Terriblemente inquieto, pide a su comandante autorización para ir
clandestinamente a su domicilio. Se la niegan. Por otra parte, se toman
medidas para que un miembro del F.L.N. establezca contacto con la mujer y
los padres de ?... Dos semanas después, llega un informe detallado al comandante de la unidad
de ?... Poco después de descubrir su taxi abandonado (se habían encontrado allí dos
cargadores de ametralladora) soldados franceses acompañados por policías
habían acudido a su domicilio. Al no encontrarlo, se llevaron a su mujer, a
quien tuvieron encerrada más de una semana. La interrogan sobre las amistades de su marido y durante dos días la
abofetean brutalmente. Pero al tercer día un militar francés -ella no puede
precisar si se trata de un oficial- hace salir a los demás y la viola. Poco
después otro, esta vez en presencia de los demás, la viola también
diciéndole: "Si vuelves a ver algún día a tu cochino marido, no se te olvide
decirle lo que te hemos hecho." Permanece allí una semana sin sufrir nuevo
interrogatorio. Después la llevan de nuevo a su domicilio. Al contarle lo
sucedido a su madre, ésta la convence de que debe decírselo todo a ?... Por
eso al poder entrar en contacto con su marido, le confiesa su deshonra. Pasado el primer choque, y participando además en una acción ininterrumpida,
?... se recupera. Durante varios meses escucha múltiples relatos de mujeres
argelinas violadas o torturadas; tendrá la oportunidad de encontrar a otros
maridos de mujeres violadas y su desgracia personal, su dignidad de marido
ofendido pasan al segundo plano. En 1958 se le encarga una misión en el exterior. Al volver a reunirse con su
unidad, una desacostumbrada distracción y frecuentes insomnios inquietan a
sus camaradas y superiores. Se retrasa su partida y se decide una consulta
médica. Es en este momento cuando lo vemos. Buen contacto inmediato.
Semblante móvil, quizá demasiado. Las sonrisas parecen algo exageradas
Euforia superficial: "Todo va bien... Todo va bien... Ahora me siento mejor.
Déme algún reconstituyente, unas vitaminas y déjeme volver a la guerrilla."
Se percibe por debajo de esto una ansiedad básica. Se le hospitaliza en
seguida. Desde el segundo día, el optimismo aparente se desploma y nos hallamos
frente un deprimido pensativo, anoréxico, que no sale de la cama. Evade las
discusiones políticas y manifiesta un desinterés notorio por todo lo que se
refiere a la lucha nacional. Evita escuchar las noticias relativas a la
guerra de liberación. El proceso para abordar sus dificultades es muy
laborioso, pero al cabo de algunos días podemos reconstruir su historia: Durante su estancia en el exterior, intenta una aventura sexual que fracasa.
Pensando que se trata de una fatiga normal después de las marchas forzadas y
los periodos de subalimentación, vuelve a intentarla dos semanas más tarde.
Nuevo fracaso. Se lo cuenta a un camarada quien le aconseja que tome
vitamina B12. La toma en forma de comprimidos. Nueva tentativa y nuevo
fracaso. Además, unos instantes antes del acto, siente un deseo irresistible
de romper una foto de su hijita. Esa relación simbólica podía evocar la
existencia de impulsos incestuosos inconscientes. No obstante, varias
entrevistas y un sueño (el enfermo asiste a la rápida putrefacción de un
gatito con insoportable olor) nos conducen por otra dirección. "Esa niña,
nos dice un día [se trata de su hija] tiene algo podrido." A partir de este
periodo, los insomnios se vuelven muy pertinaces y a pesar de una dosis
bastante grande de tranquilizadores, se desarrolla un estado de excitación
angustiosa que trastorna considerablemente al Servicio. Nos habla entonces
por primera vez de su mujer, riendo, y nos dice: "Ya ha probado a los
franceses." Es en ese momento cuando reconstruimos teda la historia. Nos
cuenta la trama de los acontecimientos. Nos dice que antes de cada intento
sexual piensa en su mujer. Todas sus confidencias nos parecen de interés
fundamental. "Me casé con esa muchacha aunque yo quería a mi prima. Pero los padres de mi
prima arreglaron el matrimonio de su hija con otro. Entonces acepté la
primera mujer que me propusieron mis padres. Era agradable, pero yo no la
quería. Siempre me decía a mí mismo: eres joven; espera un poco y cuando
encuentres a la que te convenga te divorciarás y harás un buen matrimonio.
Por eso no estaba muy apegado a mi mujer. Con los acontecimientos, me alejé
de ella todavía más. En los últimos tiempos, llegaba a comer y a dormir casi
sin hablarle. "En la guerrilla, cuando me enteré de que la habían violado los franceses,
sentí primero cólera contra esos puercos. Después: 'No es grave, después de
todo no la han matado. Podría recomenzar su vida.' Y varias semanas después
me di cuenta de que la habían violado porque me buscaban a mí. En realidad,
la habían violado para castigaría por su silencio. Habría podido muy bien
revelar al menos el nombre de un militante, a partir del cual habrían podido
descubrir toda la red, destruirla y quizá inclusive arrestarme. No era,
pues, una simple violación, por ocio o por sadismo, como he tenido ocasión
de ver en los aduares, era la violación de una mujer obstinada, que aceptaba
todo por no vender a su marido. Y ese marido era yo. Esa mujer me había
salvado la vida y había protegido la red clandestina. Por mi causa la habían
deshonrado. Sin embargo no me decía: 'Mira lo que he sufrido por ti.' Me
decía por el contrario: 'Olvídame, rehaz tú vida, yo estoy deshonrada.' "A partir de ese momento decidí volver con mi mujer después de la guerra,
porque debo decirte que he visto a muchos campesinos enjugar las lágrimas de
sus mujeres que habían sido violadas frente a ellos mismos. Esto me conmovió
mucho. Debo confesarte, además, que al principio no podía comprender su
actitud. Pero progresivamente tuvimos que intervenir en esas historias, para
explicarles a los civiles. He visto algunos civiles que se ofrecieron como
voluntarios para casarse con una joven violada por los militares franceses y
embarazada. Todo esto me llevó a plantearme de otra manera el problema de mi
mujer. "Decidí volver con ella, pero todavía no sé cómo reaccionaría al verla. Y
muchas veces, al ver la foto de mi hija, pienso que también ella ha sido
deshonrada. Como si todo lo que viniera de mi mujer estuviera podrido. Si la
hubieran torturado, si le hubieran roto todos los dientes, si le hubieran
roto un brazo no me habría importado. Pero ¿cómo es posible olvidar eso? ¿Y
por qué tenía ella que contármelo todo?" Me pregunta entonces si su "debilidad sexual" es provocada, en mi opinión,
por sus confusiones. Respuesta: "No sería imposible." Se sienta entonces en la cama: - ¿Qué harías tú si te sucediera esto? -No sé... - ¿Volverías con tu mujer? -Creo que sí. . . -Ah, ya ves... No estás completamente seguro... Se lleva las manos a la cabeza y después de unos instantes sale del cuarto. A partir de ese día, acepta progresivamente escuchar las discusiones
políticas, mientras que las jaquecas y la anorexia desaparecen
considerablemente, hasta que se normaliza. Al cabo de dos semanas, vuelve a su unidad diciéndome: "Cuando llegue la
independencia volveré con mi mujer. Si las cosas no marchan bien, vendré a
verte a Argel."
Caso Nº 2. Impulsos homicidas indiferenciados en un evadido de una
liquidación colectiva.
S..., de 37 años, fellah. Vive en un aduar en Constantinois. No se ha
ocupado jamás de política. Desde principios de la guerra, su región es
escenario de batallas violentas entre las fuerzas argelinas y el ejército
francés. S... tiene ocasión, así, de ver muertos y heridos. Pero, sigue
manteniéndose al margen. Cada cierto tiempo, como todo el pueblo, los
campesinos de su aldea ayudan a los combatientes argelinos que están de
paso. Pero un día, a principios de 1958, tiene lugar una emboscada de la que
resultan varias muertes, no lejos del aduar. Las fuerzas enemigas organizan
una operación y sitian la ciudad, vacía de soldados. Todos los habitantes
son reunidos e interrogados. Nadie responde. Unas horas después, un oficial
francés llega en helicóptero y dice: "Este aduar da demasiado que hablar;
¡destrúyanlo!" Los soldados empiezan a quemar las casas mientras las mujeres
que tratan de recoger algunas ropas o de salvar algún enser son rechazadas a
culatazos. Algunos campesinos aprovechan la con fusión reinante para
escapar. El oficial da orden de reunir a los hombres que quedan y los hace
conducir cerca de un río donde comienza la matanza. Veintinueve hombres son
muertos a quemarropa. S... es herido por dos balas que le atraviesan
respectivamente el muslo derecho y el brazo izquierdo, ocasionándole esta
última herida una fractura del fémur. S... se desmaya y recupera el conocimiento en medio de un grupo del Ejército
de Liberación Nacional. Es atendido por el Servicio Sanitario y evacuado
cuando le es posible trasladarse. Durante el camino, su comportamiento cada
vez más anormal no deja de inquietar a la escolta. Reclama un fusil, siendo
así que es civil y está incapacitado, y se niega a marchar delante de nadie.
No quiere que vaya nadie detrás de él. Una noche se apodera del arma de un
combatiente y dispara inhábilmente sobre los soldados dormidos. Desde ese
momento marchará con las manos amarradas y es así como llega al Centro. Comienza por decimos que no ha muerto y que les jugó a los demás una buena
pasada. Poco a poco, podemos reconstruir la historia de su asesinato
frustrado. S... no está angustiado, sino más bien sobreexcitado, con fases
de agitación violenta, acompañada de alaridos. No rompe cosas, pero fatiga a
todo el mundo con su incesante charla y el Servicio se mantiene en alerta
permanente por su decisión manifiesta de "matar a todo el mundo". Durante su
hospitalización, ataca con armas improvisadas a unos ocho enfermos. Los
enfermeros y los médicos tampoco se salvan. Llegamos a preguntarnos si no
nos encontramos en presencia de una de esas formas larvadas de epilepsia
caracterizada por una agresividad global casi siempre despierta. Se emprende una cura de sueño. ? partir del tercer "día, una entrevista
cotidiana va a permitirnos comprender: mejor la dinámica del proceso
patológico. El desorden ' mental desaparece progresivamente. He aquí algunos
paisajes de las declaraciones del enfermo: "Dios está conmigo..., pero entonces no está con los [que murieron... Tuve
mucha suerte... En la vida hay que matar para que no lo maten a uno...
Cuando pienso que no sabía nada de sus historias... Hay franceses entre
nosotros. Se disfrazan de árabes. Hay que matarlos a todos. Dame una
ametralladora. Todos esos supuestos árabes son franceses... y no me dejan
tranquilo. ¡Cuando quiero dormirme entran en el cuarto. Pero ahora ya los
conozco. Todos quieren matarme. Pero me defenderé. Los mataré a todos sin
excepción. Los degollaré uno tras otro y a ti también. Ustedes quieren
eliminarme, pero tendrán que actuar de otra manera. No me importará
matarlos. A los chicos y a los grandes, a las mujeres, a los niños, a los
perros, a los pájaros, a los burros... a todo el mundo le tocará... Después
podré dormir tranquilo... "Todo esto es expresado en un lenguaje Cortante,
en actitud hostil, altanera y despreciativa. Después de tres semanas, la excitación desaparece, pero una reserva, cierta
tendencia a la soledad nos hacen temer una evolución más grave. No obstante,
después de un mes, solicita salir para aprender un oficio compatible con su
enfermedad. Se le confía entonces al Servicio Social del F.L.N. Lo vimos
seis meses después. Va bien.
Caso Nº 3. Psicosis de angustia grave con síntomas de despersonaliazción
después del brutal asesinato de una mujer.
Dj..., ex estudiante, militar en el A.L.N., 19 años. Cuando llega al Centro,
su enfermedad ya data de varios meses. Su apariencia es característica: muy
deprimido, los labios secos, las manos constantemente sudorosas. Incesantes
suspiros elevan su pecho. Insomnio tenaz. Dos intentos de suicidio desde el
comienzo de sus trastornos. Durante la conversación, adopta actitudes de
escucha alucinada. A veces la mirada se fija durante algunos instantes en un
punto del espacio mientras que el semblante se anima, dando la impresión al
observador de que el enfermo asiste a un espectáculo. Pensamientos borrosos.
Algunos fenómenos conocidos en psiquiatría con el nombre de barrera: un
gesto o una frase esbozados son bruscamente interrumpidos sin razón
aparente. Pero, sobre todo un elemento va a llamar particularmente nuestra
atención: el enfermo nos habla de la sangre que ha perdido, de sus arterias
que se vacían, de su corazón que falla. Nos suplica detener la hemorragia,
no permitir que lo "vampiricen" también en el hospital. Por momentos no
logra hablar y pide un lápiz. Escribe: "Ya no tengo voz, toda mi vida se
escapa." Esta despersonalización nos hace pensar en un estado muy grave.
Varias veces en el curso de nuestras conversaciones, el enfermo nos habla de
una mujer que, por la noche, viene a perseguirlo. Como ya me ha contado que
su madre ha muerto, que la quería mucho, que nada podría consolarlo de esa
pérdida (la voz se ensordeció considerablemente en ese momento y aparecieron
algunas lágrimas) dirijo la investigación sobre la imagen maternal. Como le
pido que describa a esa mujer que lo obsesiona, que inclusive lo persigue,
me declara que no es una desconocida, que la conoce muy bien puesto que él
mismo, la ha matado. Se plantea entonces el problema de saber si estamos
frente a un complejo de culpa inconsciente después de la muerte de la madre,
como lo describe Freud en "Duelo y melancolía". Pedimos al enfermo que nos
hable más extensamente de esa mujer, puesto que la conoce tan bien y que él
mismo la ha matado. "De la ciudad donde era estudiante me fui a la guerrilla Después de varios
meses, tuve noticias de mi casa. Me enteré de que mi madre había sido
asesinada a quemarropa por un soldado francés y dos de mis hermanas habían
sido conducidas al cuartel. Hasta ahora ignoro lo que ha sido de ellas. Me
trastornó terriblemente la muerte de mi madre. Como mi padre había muerto
hacía varios años, yo era el único hombre de la familia, y mi única ambición
fue siempre llegar a ser alguien para mejorar la existencia de mi madre y de
mis hermanas. Un día llegamos a una propiedad de colonos donde el gerente,
colonialista activo, había matado ya a dos civiles argelinos. Llegamos a su
casa por la noche. Pero no estaba. No había nadie en la casa sino su mujer.
Al vernos nos suplicó que no la matáramos: Sé que vienen por mi marido, pero
él no está... cuántas veces le he dicho que no se meta en política.
Decidimos esperar al marido. Pero yo veía a la mujer y pensaba en mi madre.
Estaba sentada en un sillón y parecía ausente. Me preguntaba por qué no la
matábamos. Y en un momento dado ella se dio cuenta de que yo la miraba. Se
lanzó sobre mí gritando: Se lo suplico... no me mate... Tengo hijos. Un
segundo después estaba muerta. Yo la había matado con mi cuchillo. El jefe
me desarmó y dio orden de partir. Unos días después me interrogó el jefe de
sector. Yo pensaba que iban a matarme, pero no me importaba.3 Entonces
empecé a vomitar después de las comidas, a dormir mal. Desde ese mismo
momento esa mujer viene cada noche a reclamarme mi sangre. ¿Y dónde está la
sangre de mi madre?" Por la noche, cuando el enfermo se acuesta, el cuarto "se llena de mujeres",
todas iguales. Es una reedición en múltiples ejemplares de una sola mujer.
Todas tienen un hueco abierto en el vientre. Están exangües, pálidas y
terriblemente delgadas. Esas mujeres hostigan al joven enfermo y le exigen
que les devuelva su sangre perdida. En ese momento, un ruido de agua que
corre llena el cuarto, se amplifica hasta evocar el torrente de una cascada
y el joven enfermo ve cómo se llena de sangre, de su sangre, el suelo de su
cuarto mientras las mujeres se vuelven cada vez más rozagantes, y sus
heridas comienzan a cerrarse. Bañado en sudor y terriblemente angustiado, el
enfermo se despierta y permanece agitado hasta el amanecer. El joven enfermo es atendido desde hace varias semanas y los fenómenos
oníricos (pesadillas) han desaparecido prácticamente. No obstante, una gran
falla se mantiene en su personalidad. Cuando piensa en su madre, surge como
doble asombrosa esa mujer con el vientre abierto. Por poco científico que
esto pueda parecer, pensamos que sólo el tiempo podrá aportar alguna mejoría
a la personalidad desintegrada del joven.
Caso Nº 4. Un agente de policía europeo víctima de depresión se encuentra en
el hospital a una de sus víctimas, un patriota argelino víctima de pánico.
A..., de 28 años, casado, sin hijos. Nos enteramos que desde hace varios
años su mujer y él se han sometido a tratamiento, desgraciadamente sin
éxito, para tener familia. Sus superiores nos lo envían por trastornos en el
comportamiento. El contacto inmediato resulta bueno. Espontáneamente, el enfermo nos habla
de sus dificultades; entendimiento satisfactorio con su mujer y sus suegros.
Buenas relaciones con sus compañeros de trabajo; goza además de la
estimación de sus superiores. Lo que le molesta es que de noche oye gritos
que no lo dejan dormir. Y nos confiesa que desde hace varias semanas, antes
de acostarse, cierra las persianas y las ventanas (estamos en verano), con
gran desesperación de su mujer que se ahoga de calor. Además, se llena las
orejas de algodón para atenuar la violencia de los gritos. Algunas veces, a
medianoche, llega a encender el aparato de televisión o pone música para no
escuchar esos clamores nocturnos. Entonces, A... empieza a contarnos
largamente su drama: Desde hace varios meses lo han destacado a una brigada anti-F.L.N. Al
principio estaba encargado de la vigilancia de algunos establecimientos-o
cafés. Pero después de algunas semanas, trabaja casi constantemente en la
Comisaría. Es entonces cuando practica interrogatorios, lo que nunca se
produce sin "malos tratos". "Es que no quieren confesar nada." "Algunas veces -explica- dan ganas de decirles que si tuvieran un poco de
piedad de nosotros hablarían sin obligarnos a pasar horas para arrancarles
palabra por palabra los informes. Pero ¡quién va a poder explicarles nada! A
todas las preguntas responden 'No sé'. Ni siquiera sus nombres. Si se les
pregunta dónde viven, dicen 'No sé'. Entonces, por supuesto... hay que
hacerlo. Pero gritan demasiado. Al principio me daba risa. Pero después
empezó a inquietarme. Ahora basta con que oiga a alguien gritar y puedo
decirle en qué etapa del interrogatorio está. El que ha recibido dos
puñetazos y un macanazo detrás de la oreja tiene cierta manera de hablar, de
gritar, de decir que es inocente. Después de estar durante dos horas colgado
de las muñecas tiene otra voz. Después de la tina, otra voz. Y así
sucesivamente. Pero sobre todo cuando resulta insoportable es después de la
electricidad. Se diría a cada momento que el tipo se va a morir. Hay por
supuesto los que no gritan: son los duros. Pero se imaginan que van a
matarlos en seguida. No, no nos interesa matarlos. Lo que necesitamos es el
informe. A ésos se trata primero de hacerlos gritar y tarde o temprano
gritan. Eso ya es una victoria. Después seguimos. Le ad-vierto que nos
gustaría mucho evitarlo. Pero no nos facilitan la tarea. Ahora oigo esos
gritos hasta en mi casa. Sobre todo los gritos de algunos que han muerto en
la comisaría. Doctor, me repugna este trabajo. Y si usted me cura pediré mi
traslado a Francia. Si me lo niegan presentaré mi dimisión." Frente a este cuadro prescribo una licencia por enfermedad. Como el
interesado rechaza la hospitalización, lo atiendo en consulta privada. Un
día, poco antes de la hora de la sesión terapéutica, me llaman urgentemente.
Cuando A... llega a mi casa, mi mujer lo invita a espérame, pero éste
prefiere ir al hospital a buscarme. Unos minutos después, al volver a mi
casa, lo encuentro en el camino. Está apoyado en un árbol, con un aspecto
obviamente agobiado, tembloroso, bañado en sudor, en plena crisis de
angustia. Lo hago subir a mi automóvil y lo llevo a mi casa. Una vez
instalado en el sofá, me cuenta que se encontró en el hospital a uno de mis
enfermos que había sido interrogado en los locales de la policía (es un
patriota argelino) y que es atendido por "trastornos posconmocionales de
pánico". Me entero entonces que ese policía ha participado de una manera
activa en las torturas infligidas a aquel enfermo. Le administro algunos
sedantes que calman la angustia de A... Cuando se va, me dirijo al pabellón
donde está hospitalizado el patriota. El personal no se ha dado cuenta de
nada. El enfermo no aparece, sin embargo. Por fin se le descubre en un
lavabo donde intentaba suicidarse (el enfermo también había reconocido al
policía y creía que éste había venido, a buscarlo para volverlo a conducir
al local de la policía). Después, A... volvió a verme varias veces y tras una evidente mejoría
consiguió hacerse repatriar por razones de salud. En cuanto al patriota
argelino, el personal dedicó mucho tiempo a convencerlo de que se trataba de
una ilusión, que los policías no podían venir al hospital, que estaba
cansado, que estaba aquí para ser atendido, etcétera.
Caso Nº 5. Un inspector europeo tortura a su mujer ? ? sus hijos.
R..., de 30 años, viene espontáneamente a consultarme. Es inspector de
policía, y desde hace varias semanas siente que "algo no marcha". Casado,
tres hijos. Fuma mucho: cinco cajetillas de cigarros diarias. No tiene
apetito y frecuentemente es afectado por pesadillas. Esas pesadillas no
tienen características propias. Lo que más le afecta es lo que él llama sus
"crisis de locura". En primer lugar, no le gusta que lo contraríen: "Doctor
explíqueme eso. Cuando tropiezo con una oposición me dan ganas de golpear.
Aun fuera del trabajo, me dan ganas de maltratar a quien se me atraviese en
el camino. Por cualquier cosa. Por ejemplo, voy a buscar los periódicos al
puesto. Hay mucha gente. Forzosamente hay que esperar. Extiendo el brazo (el
dueño del puesto es mi amigo) para recoger mis periódicos. Alguien de la
cola me dice con cierto desafío: 'Espere su turno.' Pues bien, me dan ganas
de golpearlo y me digo. 'Viejo, si te agarrara unas cuantas horas no te
quedarían ánimos de hacer payasadas'." No le gusta el ruido. En su casa
siente deseos de golpear a todo el mundo, constantemente. Y de hecho golpea
a sus hijos, aun al pequeño de 20 meses, con un raro salvajismo. Pero lo que
lo ha llenado de estupor es que una noche, cuando su mujer lo criticó
demasiado por haber golpeado a los niños (llegó a decirle: "Por Dios, te
estás volviendo loco...,") se lanzó sobre ella, la pegó y la ató a una silla
diciéndole: "Voy a enseñarte de una vez por todas quien es el amo en esta
casa." Por fortuna, sus hijos empezaron a llorar y a gritar. Comprendió entonces la
gravedad de su comportamiento, soltó a su mujer y al día siguiente decidió
consultar a un médico "especialista de los nervios". Precisa "que antes no
era así", que casi nunca castigaba a sus hijos y que jamás se peleaba con su
mujer. Los fenómenos actuales han aparecido después de "los
acontecimientos": "Es que ahora hacemos un trabajo de infantería. La semana
pasada, por ejemplo, estuvimos en operaciones como si perteneciéramos al
ejército. Esos señores del gobierno dicen que no hay guerra en Argelia y que
las fuerzas del orden; es decir, la policía, deben restablece la calma. Pero
si hay guerra en Argelia y cuando se den cuenta va a ser demasiado tarde. Lo
que me mata son las torturas. ¿Sabe usted lo que esto significa?... Algunas
veces torturo diez horas seguidas..." - ¿Qué siente al torturar? -Cansa... Es verdad que hay relevos, pero se trata de saber en qué momento
hay que dejar que el compañero nos sustituya. Todos piensan que están a
punto de obtener los informes y no quieren ceder el pájaro listo al otro
que, naturalmente, recibirá los méritos. Entonces, lo dejamos... o no lo
dejamos... "A veces hasta le ofrecemos al tipo dinero, nuestro propio dinero para
hacerlo hablar. El problema para nosotros es, en realidad, el siguiente:
¿eres capaz de hacer hablar a ese tipo? Es un problema de éxito personal; se
establece una competencia... Al final tenemos los puños derrengados.
Entonces se emplea a los 'senegaleses'. Pero golpean demasiado fuerte y
acaban al tipo en media hora, demasiado pronto y eso no es eficaz. Hay que
ser inteligente para hacer bien ese trabajo. Hay que saber en qué momento
apretar y en qué momento aflojar. Es una cuestión de olfato. Cuando el tipo
está maduro no vale la pena seguir golpeando. Por eso uno mismo tiene que
hacer el trabajo: se vigila mejor cómo marcha. Yo no apruebo a los que hacen
que otros preparen a los tipos y que cada hora van a ver cómo va la cosa. Lo
que hace falta, sobre todo, es no dar al tipo la impresión de que no saldrá
vivo de nuestras manos. Se preguntaría entonces para qué hablar si eso no le
salvaría la vida. En ese caso no habría ninguna posibilidad de poder obtener
nada. Es absolutamente necesario que tenga esperanza: es la esperanza lo que
lo hace hablar.
"Pero lo que más me afecta es el problema de mi mujer. Sin duda hay allí
algo de trastornado. Usted tiene que arreglarme eso, doctor." Como sus superiores le negaron la licencia y, además, el enfermo no quería
el certificado de un psiquiatra, emprendemos un tratamiento "en plena
actividad". Fácilmente pueden adivinarse las precariedades de semejante
fórmula. Ese hombre sabía perfectamente que todos sus trastornos eran
provocados directamente por el tipo de actividad realizada en las salas de
interrogatorio, aunque hubiera tratado de rechazar globalmente la
responsabilidad hacia "los acontecimientos". Como no pensaba (sería un
contrasentido) dejar de torturar (para ello habría que dimitir) me pidió sin
ambages que lo ayudara a torturar a los patriotas argelinos sin
remordimientos de conciencia, sin trastornos de comportamiento, con
serenidad.4
Serie
B
Aquí hemos reunido algunos casos o grupos de casos en que el acontecimiento
motivador es, en primer lugar, la atmósfera de guerra total que reina en
Argelia.
Caso Nº 1. Asesinato por dos jóvenes argelinos de 13 y 14 años de su
compañero de juegos europeo.
Se trata de un examen médico-legal. Dos jóvenes argelinos de 13 y 14 años,
alumnos de una escuela primaria, son acusados de haber matado a uno de sus
compañeros europeo. Han aceptado haber cometido el delito. El crimen es
reconstruido y se añaden las fotos al expediente. Se ve a uno de los
muchachos sujetar a la víctima mientras el otro la ataca con un cuchillo.
Los jóvenes acusados no rectifican sus declaraciones. Sostenemos con ellos
largas entrevistas. Reproducimos ahora sus declaraciones características:
a) El de 13 años:
"No nos llevábamos mal con él. Todos los jueves íbamos a cazar juntos al
bosque, en la colina, más allá de la aldea. Era nuestro camarada. Ya no iba
a la escuela, porque quería ser albañil como su padre. Un día decidimos
matarlo, porque los europeos quieren matar a todos los árabes. Nosotros no
podemos matar a los 'grandes'. Pero como él tiene nuestra misma edad, sí
podemos. No sabíamos cómo matarlo. Queríamos echarlo a un barranco, pero
quizá sólo hubiera resultado herido. Entonces agarramos un cuchillo de la
casa y lo matamos. -Pero ¿por qué escogerlo a él? -Porque jugaba con nosotros. Otro no habría subido con nosotros hasta allá
arriba. -Y, sin embargo, ¿no era un amigo? Entonces ¿por qué quieren matarnos? Su padre, que es miliciano, dice que hay
que degollarnos a todos. -Pero ¿él no te había dicho nada? - ¿Él? No. - ¿Sabes que ahora está muerto? -Sí. - ¿Qué es la muerte?
-Es cuando todo se acaba, uno va al cielo. -¿Fuiste tú quien lo mataste?
-Sí. - ¿No te afecta el haber matado a alguien? -No, porque ellos quieren matarnos, entonces...
- ¿Te molesta estar preso? -No.
b) El de 14 años:
Este joven acusado contrasta claramente con su compañero. Es ya casi un
hombre, un adulto por el control muscular, la fisonomía, el tono y el
contenido de sus respuestas. Tampoco él niega haber matado. ¿Por qué ha
matado? No responde, pero me pregunta si he visto algún europeo en la
cárcel. ¿Ha habido alguna vez un europeo arrestado por el asesinato de un
argelino? Le respondo que, efectivamente, no he visto europeos presos. -Y, sin embargo, son asesinados argelinos todos los días ¿no? -Sí. -Entonces ¿por qué sólo hay argelinos en las cárceles? ¿Puede usted
explicármelo? -No, pero dime ¿por qué mataste a ese muchacho que era tu amigo? -Voy a explicarle... ¿Usted habrá oído hablar del ¡asunto de Rivet?5 -Sí. -Dos de mis parientes fueron asesinados ese día. Entre nosotros se dijo que
los franceses habían jurado matarnos a todos, uno tras otro. ¿Se arrestó a
algún francés por todos esos argelinos que fueron asesinados? -No sé. -Pues bien, nadie fue arrestado. Yo quería subir al djebel, pero soy
demasiado joven. Entonces decidimos con X... que había que matar a un
europeo. - ¿Por qué? - ¿Qué debíamos hacer según usted? -No sé. Pero tú eres un niño y lo que está sucediendo es cosa de gente
grande. -Pero también matan a los niños. -Pero ésa no era una razón para matar a tu amigo. -Pues lo maté. Ahora hagan lo que quieran. - ¿Te había hecho algo ese muhacho? -No, no me había hecho nada. - ¿Entonces?... -Así es...
Caso Nº 2. Delirio de culpabilidad y conducta suicida disfrazada de "acto
terrorista" en un joven argelino de 23 años.
Este enfermo es enviado al hospital por la autoridad judicial francesa. La
medida se toma tras un examen médico-legal practicado por psiquiatras
franceses que ejercen en Argelia. Se trata de un hombre enflaquecido, en pleno estado de confusión. El cuerpo
está cubierto de equimosis y dos fracturas de la mandíbula imposibilitan
toda absorción de alimentos. Durante más de dos semanas habrá que alimentar
al enfermo por medio de diversas inyecciones. Al cabo de dos semanas, se interrumpe el vacío del pensamiento; puede
establecerse un contacto y logramos construir la historia dramática de este
joven: Durante su adolescencia practicó con extraño fervor el escultismo. Se
convirtió en uno de los principales responsables de los boy scouts
musulmanes. Pero a los 19 años abandonó totalmente el escultismo para
ocuparse sólo de su profesión. Mecanógrafo, estudia con tenacidad y sueña
con llegar a ser un gran especialista en su oficio. El 19 de noviembre de
1954 lo sorprende absorbido por problemas estrictamente profesionales. No
tiene por el momento ninguna reacción respecto de la lucha nacional. Ya no
frecuentaba a sus antiguos compañeros. Se definirá a sí mismo en esa época
como "dedicado a perfeccionar sus capacidades técnicas". Sin embargo, a mediados de 1955, durante una velada familiar, tiene
súbitamente la impresión de que sus padres lo consideran como un traidor.
Después de varios días, esa impresión fugitiva se desvanece, pero le queda
cierta inquietud, cierto malestar que no logra comprender. Decide entonces hacer sus comidas apresuradamente, evade el medio familiar y
se encierra en su cuarto. Evita todos los contactos. En esas condiciones se
produce la catástrofe. Un día, en plena calle, como a las doce y media, oye
claramente una voz que lo acusa de cobarde. Se vuelve, pero no ve a nadie.
Apresura el paso y decide no ir a trabajar. Se queda en su cuarto y no cena.
Por la noche estalla la crisis. Durante tres horas escucha toda clase de
insultos, voces en su cerebro y en la noche: "traidor... cobarde... todos
los hermanos que mueren... traidor... traidor..." Le domina una angustia indescriptible: "Mi corazón latió durante 18 horas a
un ritmo de 130 por minuto. Creía que me iba a morir." Desde entonces, el enfermo no puede tragar nada Adelgaza a ojos vista, se
confina a una oscuridad absoluta se niega a abrir la puerta de su cuarto a
sus padres. Al tercer día, se pone a rezar. Está arrodillado, me dice, de 17
a 18 horas diarias. Al cuarto día, impulsivamente, "como un loco", con "una
barba que también debía hacerlo parecer loco", sin saco ni corbata, sale a
la ciudad. Una vez en la calle, no sabe a dónde ir; pero camina y al cabo de
cierto tiempo se encuentra en la ciudad europea. Su aspecto físico (de
aspecto europeo) parece protegerlo de los interrogatorios y controles de las
patrullas francesas. Pero junto a él argelinos y argelinas son arrestados, maltratados,
insultados, registrados... Paradójicamente, él no trae consigo ningún
documento. Esa amabilidad espontánea de las patrullas enemigas respecto de
él lo confirma en su delirio: "todo el mundo sabe que está con los
franceses. Los soldados mismos tienen consignas: lo dejan tranquilo". Además, la mirada de los argelinos arrestados, con las manos detrás de la
nuca, esperando ser registrados, le parece cargada de desprecio. Víctima de
una agitación incontenible, se aleja a grandes pasos. Es entonces cuando
llega frente al edificio del Estado Mayor francés. En la reja hay varios
militares con la ametralladora en la mano. Se acerca a los soldados, se
lanza sobre uno de ellos y trata de arrebatarle la ametralladora gritando:
"Soy argelino." Rápidamente dominado, es conducido a los locales de la policía, donde se
obstinan en hacerle confesar los nombres de sus jefes y los de los distintos
miembros de la red a la que pertenece. Al cabo de algunos días los policías
y los militares comprenden que se trata de un enfermo. Se decide un examen,
que diagnostica la existencia de trastornos mentales y prescribe la
hospitalización. "Lo que yo quería, nos dice, era morirme. Aun en el cuartel
de la policía, creía y esperaba que después de las torturas me mataran. Me
sentía satisfecho de los golpes, porque eso probaba que me consideraban
también como su enemigo. Ya no podía escuchar esas acusaciones sin
reaccionar. No soy un cobarde. No soy una mujer. No soy un traidor."6
Caso Nº 3. Actitud neurótica de una joven francesa cuyo padre, alto
funcionado, es muerto en una emboscada.
Esta joven de 21 años, estudiante, me consulta por pequeños fenómenos de
angustia que la afectan en sus estudios y en sus relaciones sociales. Las
manos constantemente sudorosas, con periodos verdaderamente inquietantes en
que el sudor "le corre por las manos". Opresiones torácicas acompañadas de
jaquecas nocturnas. Se muerde las uñas. Pero lo que llama la atención es,
sobre todo, la facilidad del contacto, manifiestamente demasiado rápido,
cuando se siente, subyacente, una gran angustia. La muerte de su padre,
reciente sin embargo según la fecha que cita, es referida por la enferma con
tal ligereza que orientamos rápidamente nuestras investigaciones a las
relaciones con su padre. La exposición que nos hace, clara, absolutamente
lúcida, de una lucidez rayana en la insensibilidad va a revelar,
precisamente por su racionalismo, el trastorno de esta joven, la naturaleza
y el origen de su conflicto. "Mi padre era un alto funcionario. Tenía bajo su responsabilidad una inmensa
región rural. Desde que empezaron a suceder cosas se lanzó a la caza de
argelinos con una rabia furiosa. Llegaba a no comer, a no dormir: hasta ese
punto lo excitaba el reprimir la rebelión. Asistí, sin poder hacer nada, a
la lenta metamorfosis de mi padre. Por fin decidí no volver a verlo,
quedarme en la ciudad. Efectivamente, cada vez que iba a la casa permanecía
noches enteras despierta porque los gritos que llegaban de abajo no dejaban
de trastornarme: en el sótano y en las piezas vacías se torturaba argelinos
para obtener informes. Usted no puede imaginarse lo espantoso que es oír
gritar así toda la noche. Algunas veces me pregunto cómo un ser humano puede
soportar -no hablo ya de torturar-, sino simplemente oír esos gritos de
sufrimiento. Y aquello duraba. Por fin dejé de ir a la casa. Las pocas veces
que mi padre venía a verme a la ciudad no podía mirarlo de frente sin
sentirme horriblemente molesta y horrorizada. Cada vez me resultaba más
difícil besarlo. "Es que yo viví mucho tiempo en la aldea. Conozco a casi todas las familias.
Los jóvenes argelinos de mi edad y yo jugamos juntos cuando éramos chicos.
Cada vez que llegaba a la casa mi padre me enteraba de nuevos arrestos.
Llegó un momento en que ya no me atreví a caminar por la calle; tan segura
estaba de tropezar con el odio por todas partes. En el fondo de mí misma,
les daba la razón a esos argelinos. Si yo fuera argelina, estaría en las
guerrillas." Un día, sin embargo, recibe un telegrama con la noticia de que su padre está
gravemente herido. Va al hospital y encuentra a su padre en estado de coma.
Poco después muere. En el curso de una misión de reconocimiento con un
destacamento militar "había sido herido: la patrulla cayó en una emboscada
tendida por el Ejército Nacional Argelino. "El entierro me repugnó -dice-. Todos esos oficiales que venían a llorar por
la muerte de mi padre cuyas 'altas cualidades morales habían conquistado a
la población indígena' me producían náusea. Todo el mundo sabía que era
falso. Nadie ignoraba que mi padre dirigía los centros de interrogatorio de
toda la región. Todos sabían que el número de muertos en la tortura era de
diez diarios y venían a contar mentiras sobre la devoción, la abnegación, el
amor a la patria, etc... Debo decir que ahora las palabras no tienen para mí
ningún valor, o no mucho en todo caso. Inmediatamente regresé a la ciudad y
evité ver a todas las autoridades. Me propusieron subvenciones, pero las
rechacé No quiero su dinero. Es el precio de la sangre vertida por mi padre.
No quiero. Trabajaré."
Caso Nº 4. Trastornos del comportamiento en niños argelinos menores de 10
años.
Se trata de refugiados. Son hijos de combatientes o de civiles muertos por
los franceses. Están distribuidos en distintos centros en Túnez y en
Marruecos. Esos niños van a la escuela. Se organizan partidas de juego,
salidas colectivas. Los niños son vigilados regularmente por médicos. Así
tenemos la oportunidad de examinar a algunos.
a) Existe en los distintos niños un amor muy marcado por las imágenes
paternales. Todo lo que se parece a un padre o a una madre es buscado con
gran tenacidad y celosa mente conservado. b) Se advierte en ellos, de una manera general, una fobia al ruido. Esos
niños se afectan mucho con las reprimendas. Tienen gran sed de calma y de
afecto. c) En muchos de ellos, hay casos de insomnio con sonambulismo. d) Enuresia periódica. e) Tendencia sádica. Un juego frecuente: una hoja de papel es perforada
rabiosamente haciéndole múltiples agujeros. Todos los lápices están
mordisqueados y se muerden las uñas con una constancia desesperante. Son
frecuentes las disputas entre ellos, a pesar de que se tienen un gran afecto
en el fondo.
Caso Nº 5. Psicosis puerperal entre las refugiadas.
Llamamos psicosis puerperal a los trastornos mentales que afectan a la mujer
como consecuencia de la maternidad. Esos trastornos pueden aparecer
inmediatamente antes o pocas semanas después del parto. El determinismo de
estas enfermedades es muy complejo. Pero se estima que las causas
principales son un trastorno en el funcionamiento de las glándulas
endocrinas y la existencia de un "choque afectivo". Este último término,
aunque vago, designa lo que el vulgo llama "emoción fuerte". En las fronteras tunecinas y marroquíes, después de la decisión tomada por
el gobierno francés de practicar en cientos de kilómetros la política del
glacis y la tierra quemada, hay cerca de 300 000 refugiados. Sabemos en qué
estado precario viven. Comisiones de la Cruz Roja Internacional han acudido
varias veces a esos lugares y, tras haber comprobado la extrema miseria y la
precariedad de las condiciones de vida, han recomendado a los organismos
internacionales la intensificación de la ayuda a esos refugiados. Era
previsible, pues, dada la subalimentación que reina en esos campos, que las
mujeres embarazadas mostraran una predisposición especial a la psicosis
puerperal. Las frecuentes invasiones de tropas francesas para aplicar "el derecho de
seguir y perseguir", los ataques aéreos, los ametrallamientos -es sabido que
los bombardeos de territorios marroquíes y tunecinos por el ejército francés
son incontables, y Sakiet-Sidi-Youssef, la aldea mártir de Túnez es el caso
más sangriento-, la situación de desintegración familiar, consecuencia de
las condiciones del éxodo, mantienen entre los refugiados una atmósfera de
inseguridad permanente. Son pocas las argelinas refugiadas que hayan dado a
luz sin presentar trastornos mentales.
Esos trastornos revisten diversas formas. Son agitaciones que pueden tomar
algunas veces caracteres de furia, o fuertes depresiones inmóviles con
repetidos intentos de suicidio o, por último, estados de angustia con
llanto, lamentaciones, imploraciones de misericordia, etc... También el
contenido del delirio varía. Encontramos así un delirio de persecución vago,
que se refiere a cualquiera, o una agresividad delirante contra los
franceses, que quieren matar al niño por nacer o recién nacido, o una
impresión de muerte inminente; en este caso, las enfermas imploran a
invisibles verdugos que no maten a sus hijos... También aquí hay que señalar que los contenidos fundamentales no son
borrados por el alivio y la regresión de los trastornos. La situación de las
enfermas curadas mantiene y nutre esos núcleos patológicos.
SERIE C: MODIFICACIONES AFECTIVO-INTELECTUALES Y TRASTORNOS MENTALES DESPUÉS
DE LA TORTURA
Agruparemos en esta serie a los enfermos más o menos graves cuyos trastornos
han aparecido inmediatamente después o durante las torturas. Describiremos
varios subgrupos, porque hemos advertido que a cada tipo de tortura
correspondían, independientemente de un trastorno leve o profundo de la
personalidad, tipos mórbidos característicos.
Grupo Nº 1. Después de los torturas indiferenciadas llamadas preventivas.
Aludimos aquí a los métodos brutales donde se trata menos de torturar que de
hacer hablar. El principio según e! cual más allá de cierto umbral el
sufrimiento resulta intolerable adquiere aquí singular importancia. El fin
es, pues, llegar lo más rápidamente posible a ese umbral. No se practican
refinamientos. Se produce un ataque masivo y multiforme: varios policías
golpean al mismo tiempo; cuatro policías de pie rodean al prisionero y le
propinan puñetazos, mientras otro policía le quema el pecho con un cigarro y
otro le golpea las plantas de los pies a Bastonazos. Algunos de los métodos
de tortura puestos en práctica en Argelia nos han parecido particularmente
atroces, refiriéndonos siempre a las confidencias de los torturados:
a) Inyección de agua por la boca, acompañada de lavado a alta presión con
agua de jabón.7 b) Introducción de una botella por el ano. Dos formas del suplicio llamado
"'de la inmovilidad": c)El prisionero es colocado de rodillas, con los brazos paralelos al suelo,
las palmas hacia arriba, el busto y la cabeza derechos. No se le permite
ningún movimiento. Detrás del prisionero, un policía sentado en una silla lo
vuelve a la inmovilidad a golpes. El prisionero está de pie, con la cara frente a la pared, los brazos
levantados y las manos pegadas a la pared. También aquí, al menor
movimiento, al menor signo de relajamiento, llueven los golpes. Precisemos ahora que existen dos categorías de torturados: 1) Los que saben algo. 2) Los que no saben nada. 1) Los que saben algo casi nunca acuden después a los hospitales. No se
ignora que aquel patriota ha sido torturado en las cárceles francesas, pero
no lo encontramos como enfermo.8 Por el contrario, los que no saben nada vienen frecuentemente a consultamos.
No hablamos aquí de los argelinos golpeados en el curso de una '"cacería de
ratas" o de una encerrona. Tampoco ésos vienen a vernos como enfermos.
Hablamos expresamente de aquellos argelinos, no organizados, que son
arrestados y conducidos a los locales de policía o a las fincas dedicadas a
interrogatorios, para ser sometidos a éstos.
CUADROS PSIQUIÁTRICOS ENCONTRADOS
a) Depresiones agitadas: cuatro casos.
Son enfermos tristes, sin angustia real, deprimidos, confinados la mayor
parte del tiempo a la cama, que evaden el contacto, y que bruscamente van a
desarrollar una agitación muy violenta, cuyo significado es siempre difícil
de entender.
b) Anorexia mental: cinco casos.
Estos enfermos plantean problemas graves, porque esa anorexia mental va
acompañada de fobia a todo contacto ' corporal con los demás. El enfermero
que se acerca al enfermo y trata de tocarlo, de tomarle la mano, por
ejemplo, es rechazado de inmediato con rigidez. No es posible practicar la
alimentación artificial ni administrar medicamentos.9
c) Inestabilidad motriz: once casos.
Aquí nos referimos a enfermos que no pueden permanecer quietos.
Continuamente solitarios, resulta difícil que acepten encerrarse a solas con
el médico en su consultorio. Dos sentimientos nos han parecido frecuentes en este; primer grupo de
torturados: Primero, el de la injusticia. Haber sido torturado por nada, durante días y
noches, parece haber quebrantado algo en estos hombres. Uno de estos
martirizados había tenido una experiencia particularmente penosa: después de
varios días de vanas torturas, los policías se convencieron de que se
trataba de un hombre apacible, totalmente ajeno a cualquiera de las redes
del F.L.N. A pesar de este convencimiento, un inspector de policía dijo: "No
lo dejen ir así. Apriétenlo un poco más. Así cuando esté afuera se mantendrá
tranquilo."10 Después, una indiferencia a todo argumento moral. Para esos enfermos, no hay
causa justa. Una causa torturada es una causa débil. Hay que dedicarse,
pues, antes que nada, a aumentar su fuerza, y no plantear si la causa está o
no bien fundada. Sólo cuenta la fuerza.
Grupo Nº 2. Después de torturas con electricidad.
En este grupo hemos reunido a los patriotas argelinos torturados
principalmente con el uso de electricidad. En efecto, mientras que antes la
electricidad formaba parte de un conjunto de procedimientos de tortura, a
partir de septiembre de 1956 ciertos interrogatorios se realizaron
exclusivamente con electricidad.
CUADROS PSIQUIÁTRICOS ENCONTRADOS
a) Kinestopatías localizadas o generalizadas: tres casos.
Se trata de enfermos que experimentan sensación de hormigueo en todo el
cuerpo, fuerte impresión de que les
b) Apatía, abulia, desinterés: siete casos.
Son enfermos inertes, sin proyectos, sin salida, que viven al día.
c) Fobia a la electricidad.
Miedo de encender la luz, miedo de prender el radio, miedo al teléfono.
Imposibilidad absoluta para el médico, de evocar siquiera la posibilidad de
un tratamiento por electrochoque.
Grupo Nº 3. Después del "suero de la verdad"
Es conocido el principio en que se basa este procedimiento. Ante un enfermo
qué parece sufrir de un conflicto interior inconsciente que la entrevista no
consigue exteriorizar, se recurre a métodos de exploración química. El
pentotal, por inyecciones intravenosas, es la sustancia más comúnmente
utilizada con el fin de liberar al enfermo de un conflicto que parece
superar sus posibilidades de adaptación. Para liberar al enfermo de ese
"cuerpo extraño" interviene el médico.11 De todos modos, se ha advertido la
dificultad de controlar la disolución progresiva de los problemas psíquicos.
No era raro presenciar agravamientos espectaculares o la aparición de nuevos
cuadros absolutamente inexplicables. Por eso, en general, se ha abandonado
más o menos esta técnica. En Argelia, los médicos militares y los psiquiatras han tenido grandes
posibilidades de experimentación en los locales de la policía. Si en las
neurosis, el pentotal derrumba las barreras que se oponen a la
exteriorización del conflicto interior, en los patriotas argelinos debe
poder romper, igualmente, la barrera política y facilitar la obtención de
confesiones del prisionero sin necesidad de recurrir a la electricidad (la
tradición médica tiende a ahorrar el sufrimiento). Es la forma médica de la
"guerra subversiva".
El argumento es el siguiente. Primero: "Yo soy médico, no soy policía. Estoy
aquí para ayudarte." Así se obtiene, al cabo de algunos días, la confianza
del prisionero.12 Después: "Voy a ponerte unas inyecciones porque estás muy
mal." Durante varios días, se realiza cualquier tratamiento: vitaminas,
tónicos cardiacos, sueros azucarados. Al cuarto o quinto día, inyección
intravenosa de pentotal. Comienza el interrogatorio!
CUADROS PSIQUIÁTRICOS ENCONTRADOS
a) Estereotipos verbales:
El enfermo repite continuamente frases como: "No dije nada. Tienen que
creerme, no he hablado." Estas frases estereotipadas van acompañadas de una
angustia permanente. El enfermo ignora efectivamente, con frecuencia, si han
podido arrancarle informes. La culpabilidad respecto de la causa defendida y
de los hermanos cuyos nombres y direcciones haya podido revelar pesa aquí de
manera dramática. Ninguna afirmación puede restablecer la calma en esas
conciencias destrozadas.
b) Percepción intelectual o sensorial opacada:
El enfermo no puede afirmar la existencia de un objeto percibido. Asimila un
razonamiento, pero de manera m-diferenciada. No distingue, fundamentalmente,
lo verdadero de lo falso. Todo es verdadero y todo es falso a la vez.
c) Fobia a las entrevistas personales:
Este miedo se deriva de la impresión aguda de que, en cualquier momento,
podrá ser interrogado de nuevo.
d) Inhibición:
El enfermo está a la defensiva: registra palabra por palabra la pregunta que
se le hace, elabora palabra por palabra la respuesta proyectada. De ahí la
impresión de cuasi-inhibición, con disminución de actividad psíquica,
interrupción de las frases, retrocesos, etc... Es claro que estos enfermos se niegan obstinadamente a cualquier inyección
intravenosa.
Grupo Nº 4. Después del lavado de cerebro.
Se ha hablado mucho últimamente de la "acción psicológica" en Argelia. No
queremos proceder al estudio crítico de estos métodos. Nos bastará evocar
aquí sus consecuencias psiquiátricas. Existen dos categorías de centros de
tortura por lavado de cerebro en Argelia.
I. PARA LOS INTELECTUALES
Aquí el principio consiste en hacer que el prisionero actúe de acuerdo con
determinado papel. Es evidente a qué escuela psicosociológica remite esto.13
a) Hacer el juego a la colaboración.
El intelectual es invitado a colaborar, elaborando justificaciones de esa
colaboración. Se le obliga, pues, a llevar una existencia desdoblada: es un
patriota conocido como tal que, preventivamente, ha sido retirado de la
circulación. El fin de la acción emprendida es atacar, desde dentro, los
elementos que constituyen la conciencia nacional. No sólo debe colaborar,
sino que se le da la condigna de discutir "libremente" con opositores y
reticentes y de convencerlos. Es una manera elegante de hacerlo designar a
los patriotas, de servir de delator. Si por azar afirma no encontrar
opositores, se le designan o se le pide que actúe como si se trata de
opositores.
b) Hacer exposiciones sobre el valor de la obra francesa y sobre los
fundamentos positivos de la colonización.
Para realizar esta tarea, hay un amplio personal de "consejeros políticos":
funcionarios de Asuntos Coloniales, o mejor aún: psicólogos, sociopsicólgos,
sociólogos, etc.
c) Plantear los argumentos de la Revolución Argelina y combatirlos uno por
uno.
Argelia no es una Nación, no ha sido jamás una Nación, no será jamás una
Nación. No existe el "pueblo argelino". El patriotismo argelino no tiene sentido. Los "fellahs" son ambiciosos, criminales, pobres tipos engañados. Por turno, cada intelectual debe hacer una exposición ¡sobre estos temas y
la exposición debe ser conveniente. Se dan calificaciones (las famosas
"recompensas") y se I suman a fin de cada mes. Servirán de elementos de
apreciación para decidir o no la salida del intelectual.
d) Llevar una vida colectiva absolutamente patológica.
Estar solo es un acto de rebelión. Por eso siempre hay que estar con
alguien. El silencio está igualmente prohibido. Hay que pensar en voz alta.
TESTIMONIO
Se trata de un universitario internado y sometido durante varios meses al
lavado de cerebro. Los responsables del campo, en un momento dado, lo
felicitan por los progresos realizados y le anuncian su próxima liberación. Conociendo las maniobras del enemigo, se abstiene de tomar en serio la
noticia. La técnica consiste, en efecto, en anunciar a los prisioneros su
salida y, unos días antes de la fecha fijada, organizar una sesión de
crítica colectiva. Al finalizar la sesión se toma frecuentemente la decisión de posponer la
liberación, puesto que el prisionero no parece presentar todos los síntomas
de una curación definitiva. La sesión, dicen los psicólogos presentes, ha
demostrado la persistencia del virus nacionalista. Esta vez, sin embargo, no se trata de un subterfugio. El prisionero es
liberado. Una vez afuera, en la ciudad y en el seno de su familia, el
antiguo prisionero se felicita de haber representado tan bien su papel. Se
alegra de poder ocupar de nuevo su lugar en la lucha nacional y trata de
establecer contacto con sus responsables. En ese momento una idea punzante y
terrible le atraviesa el espíritu. Quizá no ha engañado a nadie, ni a los
carceleros, ni a los compañeros detenidos ni, sobre todo, a sí mismo. ¿Dónde
terminaría el juego? En este caso hay que restablecer la confianza, suprimir la hipoteca de la
culpabilidad.
CUADROS PSIQUIÁTRICOS ENCONTRADOS
a) Fobia de toda discusión colectiva.
Cuando se encuentran tres o cuatro, la inhibición reaparece, la
desconfianza, la reticencia se imponen con particular densidad.
b) Imposibilidad de explicar y defender determinada posición.
El pensamiento se desarrolla por dualidades antitéticas. Todo lo que se
afirma puede negarse, en el mismo momento, con idéntica fuerza. Es
ciertamente la secuela más dolorosa que hemos encontrado en esta guerra. Una
personalidad obsesionada es el fruto de la "acción psicológica" puesta al
servicio del colonialismo en Argelia.
II. PARA LOS NO INTELECTUALES
En los centros como Berrouaghia, no se parte ya de la subjetividad para
modificar las actitudes del individuo. Se apoyan, por el contrario, en el
cuerpo que se quiebra, esperando que la conciencia nacional se desintegre.
Es un verdadero proceso de domesticación. La recompensa se traduce en la
ausencia de torturas o la posibilidad de alimentarse. a) Hay que reconocer que no se pertenece al F.L.N. Hay que gritarlo en
grupo. Hay que repetirlo durante horas. b) Después, hay que reconocer que se ha pertenecido al F.L.N. y que se ha
comprendido que eso estaba mal. Por tanto: abajo el F.L.N. Después de esta etapa viene otra: el futuro de Argelia es francés, no puede
ser sino francés. Sin Francia, Argelia vuelve a la Edad Media. En definitiva, uno es francés. ¡Viva Francia! Los trastornos encontrados aquí no son graves. Es el cuerpo enfermo y
adolorido el que necesita reposo y paz.
SERIE D. TRASTORNOS PSICOSOMÁTICOS
La guerra colonial de Argelia no sólo ha tenido como consecuencia la
multiplicación de los trastornos mentales y el favorecer la eclosión de
fenómenos mórbidos específicos. Fuera de la -patología de la tortura, de la
patología del torturado y de la del torturador existe en Argelia una
patología de atmósfera, la que hace decir comúnmente a los médicos frente a
un enfermo que no logran comprender: "Todo esto se acabará con la maldita
guerra." Agruparemos en esta cuarta serie las enfermedades observadas entre los
argelinos, algunos dé los cuales fueron internados en campos de
concentración. La característica peculiar de estas enfermedades es que son
de tipo psicosomático. Llamamos patología psicosomática al conjunto de desórdenes orgánicos cuya
eclosión es favorecida por una situación conflictiva.14 Psicosomática,
porque la causa es de origen psíquico. Esta patología es considerada como
una manera que tiene el organismo de responder, es decir, de adaptarse al
conflicto a que se enfrenta, siendo el trastorno a la vez síntoma y
curación. Más precisamente, se dice que el organismo (una vez más se trata
de la unidad córticovisceral, psicosomática de los antiguos) supera el
conflicto por vías malas pero, en resumidas cuentas, económicas. Es el mal
menor, que el organismo escoge para evitar la catástrofe. En general, esta patología es muy bien conocida en la actualidad, aunque los
distintos métodos terapéuticos propuestos (relajamiento, sugestión) nos
parecen muy aleatorios. Durante la segunda Guerra Mundial, en Inglaterra, en
el curso de los bombardeos y en la Unión Soviética en las poblaciones
sitiadas, especialmente en Stalingrado, las descripciones de trastornos
surgidos se multiplicaron. Actualmente, se sabe perfectamente que no hace
falta estar herido de bala para sufrir en el cuerpo o en el cerebro la
existencia de la guerra. Como toda guerra, la guerra de Argelia ha creado su
contingente de enfermedades córtico-viscerales. Si se exceptúa el grupo g,
todos los trastornos observados en Argelia han sido descritos en las guerras
"clásicas". El grupo g nos ha parecido específico de la guerra colonial de
Argelia. Esta forma particular de patología (la contracción muscular
generalizada) ya había llamado la atención antes de estallar la Revolución.
Pero los médicos que la describían la consideraban un estigma congénito del
indígena, una originalidad (?) de su sistema nervioso en donde se afirmaba
estaba la prueba de un predominio en el colonizado del sistema
extrapiramidal.15 Esta contracción es en realidad simplemente la secuela
postural, la aparición en los músculos del colonizado de su rigidez, de su
reticencia, de su rechazo frente a la autoridad colonial.
CUADROS PSIQUIÁTRICOS ENCONTRADOS
a) Ulceras de estómago
Muy numerosas. Los dolores predominan durante la noche con vómitos,
adelgazamiento, tristeza y morosidad, siendo una excepción la irritabilidad.
Debe señalarse que la mayoría de estos enfermos son muy jóvenes: de 18 a 25
años. Por regla general, jamás aconsejamos la intervención quirúrgica. Dos
veces se practicó una gastrotomía. En los dos casos hubo que volver a
intervenir ese mismo año.
b) Cólicos nefríticos
También aquí encontramos dolores con paroxismo nocturno. Evidentemente, casi
nunca hay cálculos. Estos cólicos pueden producirse, lo que resulta raro, en
sujetos de 14 a 16 años.
c) Trastornos de la menstruación
Esta patología es muy conocida y no nos detendremos en ella. Sea que las
mujeres permanezcan tres o cuatro meses sin reglas, sea que las reglas vayan
acompañadas de dolores intensos que repercuten en el carácter y el
comportamiento.
d) Hipersomnios por temblores idiopáticos
Se trata de adultos jóvenes, privados de todo reposo por un temblor
generalizado, menudo, semejante a un Parkinson generalizado. También en
estos casos los "espíritus científicos" podrían referirse a un determinismo
extrapiramidal
e) Encanecimiento precoz de los cabellos
En los escapados de centros de interrogatorio, los cabellos encanecen
súbitamente, por mechones, por repones o totalmente. Con frecuencia estos
trastornos van acompañados de astenia profunda, con desinterés e impotencia
sexual.
f) Taquicardias paroxísticas
El ritmo cardiaco se acelera bruscamente: 120, 130, 140 por minuto. Estas
taquicardias van acompañadas de angustia, de impresión de muerte inminente y
el final de la crisis se señala por una copiosa transpiración.
g) Contracción generalizada, rigidez muscular
Se trata de enfermos de sexo masculino que tienen una dificultad progresiva
(en dos casos su aparición es brutal) para la ejecución de ciertos
movimientos subir escaleras, caminar aprisa, correr. La causa de esta
dificultad reside en una rigidez característica que evoca irresistiblemente
la afección de ciertas regiones del cerebro (núcleos grises centrales). Es
una rigidez en extensión y la marcha se hace por pequeños pasos. La flexión
pasiva de los miembros inferiores es casi imposible. Ningún relajamiento
puede obtenerse. Contraído, incapaz del menor relajamiento voluntario, el
enfermo parece hecho de una sola pieza. El semblante permanece fijo, pero
expresa un alto grado de desorientación. El enfermo no parece poder "desmovilizar sus nervios". Constantemente está
en tensión, en espera, entre la vida y la muerte. Como nos decía uno de
ellos: "Vea, ya estoy rígido como un muerto."16
La impulsividad criminal del norafricano en la guerra de Liberación Nacional
No solamente hay que combatir por la libertad del pueblo. También hay que
volver a enseñar a ese pueblo y a uno mismo, durante todo el tiempo de la
lucha, la dimensión del hombre. Hay que remontar los caminos de la historia,
de la historia del hombre condenado por los hombres y provocar, hacer
posible el reencuentro con su pueblo y con los demás hombres. En realidad, el militante que se ha entregado a una lucha armada, a una
lucha nacional, tiene la intención de conocer todas las degradaciones
infligidas al hombre por la opresión colonial. El militante tiene a veces la
impresión fatigosa de que tiene que conducir a todo su pueblo, sacarlo del
pozo, de la caverna. El militante percibe con frecuencia que no sólo tiene
que rechazar a las fuerzas enemigas, sino también los núcleos de
desesperación cristalizados en el cuerpo del colonizado. El periodo de
opresión es doloroso, pero la lucha, al rehabilitar al hombre oprimido
desarrolla un proceso de reintegración extremadamente fecundo y decisivo. La
lucha victoriosa de un pueblo no sólo consagra el triunfo de sus derechos.
Procura además a ese pueblo densidad, coherencia, homogeneidad. Porque el
colonialismo no ha hecho sino despersonalizar al colonizado. Esta
despersonalización es resentida igualmente en el plano colectivo al nivel de
las estructuras sociales. El pueblo colonizado se ve reducido entonces a un
conjunto de individuos que no se tundan, sino en la presencia del
colonizador. La lucha de un pueblo por su liberación lo conduce, según las
circunstancias, a rechazar o a hacer estallar las supuestas verdades
instaladas en su conciencia por la administración civil colonia], la
ocupación militar, la explotación económica. Y sólo la lucha puede exorcizar
realmente esas mentiras sobre el hombre que inferiorizan y literalmente
mutilan a los más conscientes de nosotros. Cuántas veces, en París o en Aix, en Argel o en Basse-Terre hemos visto a
algunos colonizados protestar con violencia de la supuesta pereza del negro,
del argelino, del vietnamita. Y, sin embargo, ¿no es cierto que en un
régimen colonial, un fellah dedicado ardorosamente al trabajo, un negro que
rechazara el descanso serían simplemente individuos patológicos? La pereza
del colonizado es el sabotaje consciente a la máquina colonial; es, en el
plano biológico, un sistema de autoprotección notable y, en todo caso, se
trata de un retraso indudable infligido a la puesta a punto del ocupante en
la totalidad del país. La resistencia de selvas y pantanos a la penetración extranjera es aliada
natural del colonizado. Habría que comprenderlo y dejar de argüir y afirmar
que el negro es un gran trabajador y el bicot un roturador excepcional. En
el régimen colonial, la verdad del bicot, la verdad del negro es no mover ni
el dedo meñique, no ayudar al opresor a aprovecharse mejor de su presa. El
deber del colonizado que todavía no ha madurado su conciencia política ni ha
decidido rechazar la opresión es hacer que le arranquen literalmente el
menor gesto. Es una manifestación muy concreta de la no cooperación, en todo
caso, de una cooperación mínima. Estas observaciones que se aplican-a las relaciones del colonizado y del
trabajo podrían aplicarse igualmente al respeto del colonizado por las leyes
del opresor, al pago regular de los impuestos, a las relaciones del
colonizado con el sistema colonial. En el régimen colonial, la gratitud, la
sinceridad, el honor son palabras vacías. En los últimos años he tenido
ocasión de comprobar un hecho clásico: el honor, la dignidad, el respeto a
la palabra dada no pueden manifestarse, sino dentro del marco de una
homogeneidad nacional e internacional. Cuando usted y sus semejantes han
sido liquidados como perros, no les queda más que utilizar todos los medios
para restablecer su peso como hombres. Hay que pesar entonces lo más posible
sobre el cuerpo del torturador para que el espíritu extraviado en alguna
parte recupere por fin su dimensión universal. En estos últimos años, he
tenido oportunidad de presenciar en la Argelia combatiente cómo el honor, la
entrega de sí, el amor a la vida, el desprecio de la muerte podían revestir
formas extraordinarias. No, no se trata de cantar elogios a los
combatientes. Se trata de una comprobación trivial que los más furibundos
colonialistas no han podido dejar de hacer: el combatiente argelino tiene
una manera singular de pelear y de morir y ninguna referencia al Islam o al
Paraíso Prometido pueden explicar esa generosidad de sí cuando se trata de
proteger al pueblo o de salvar a los hermanos. Y ese silencio aplastante -el
cuerpo grita por supuesta-, y ese silencio que aplasta al torturador.
Encontramos aquí la vieja ley que impide a cierto elemento de la existencia
permanecer inmóvil cuando la nación se pone en marcha, cuando el hombre
reivindica y afirma al mismo tiempo su humanidad ilimitada. Entre las características del pueblo argelino que había establecido el
colonialismo nos detendremos en su pavorosa criminalidad. Antes de 1954, los
magistrados, policías, abogados, periodistas, médicos legistas convenían de
manera unánime en que la criminalidad del argelino era un problema. El
argelino, se afirmaba, es un criminal nato. Se elaboró una teoría, se
aportaron pruebas científicas. Esta teoría fue objeto, durante más de 20
años, de enseñanza universitaria. Estudiantes argelinos de medicina
recibieron esa enseñanza y poco a poco, imperceptiblemente, después de
adaptarse al colonialismo, las élites se adaptaron a las taras naturales del
pueblo argelino. Perezosos natos, mentirosos natos, ladrones natos,
criminales natos. Nos proponemos exponer aquí esta teoría oficial, recordar sus bases
concretas y su argumentación científica. Después recogeremos los hechos y
trataremos de reinterpretarlos. El argelino mata frecuentemente. Es un hecho, dirán los magistrados, que las
cuatro quintas partes de los procesos instruidos se refieren, a golpes y
heridas. La tasa de criminalidad en Argelia es una de las más importantes,
de las más elevadas del mundo, afirman. No hay pequeños delincuentes. Cuando
el argelino, y esto se aplica a todos los norafricanos, se pone fuera de la
ley siempre lo hace al máximo. El argelino mata salvajemente. Y, en primer lugar, el arma preferida es el
cuchillo. Los magistrados "que conocen el país" se han formado una pequeña
filosofía acerca de esto. Los habitantes de Kabylia, por ejemplo, prefieren
la pistola o el fusil. Los árabes de la llanura tienen predilección por el
cuchillo. Algunos magistrados se preguntan si el argelino necesita ver
sangre. El argelino, dirán, necesita sentir el calor de la sangre, bañarse
en la sangre de la víctima. Esos magistrados, esos policías, esos médicos,
disertan muy seriamente sobre las relaciones del alma musulmana con la
sangre.17 Cierto número de magistrados llegan a decir que para el argelino
matar a un hombre es, antes que nada, degollarlo. El salvajismo del argelino
se manifiesta sobre, todo por la multiplicidad de las heridas, la inutilidad
de algunas infligidas después de la muerte. Las autopsias establecen
indudablemente esto: el asesino da la impresión, por la gravedad semejante
de todas las heridas infligidas, que ha querido matar un número incalculable
de veces. El argelino mata por nada. Con frecuencia magistrados y policías se
desconciertan ante los motivos del asesinato: un gesto, una alusión, una
expresión ambigua, un altercado en torno a un olivo poseído en común, una
res que se aventura dentro de la octava parte de una hectárea... Frente al
asesinato, algunas veces frente al doble o triple asesinato, la causa
buscada, el motivo que se espera justifique y funde esos asesinatos, resulta
de una trivialidad desesperante. De ahí la impresión frecuente de que el
grupo social oculta los verdaderos motivos. Por último, el robo practicado por un argelino se realiza siempre con
fractura, acompañada o no de asesinato, pero siempre con agresión contra el
propietario. Todos estos elementos reunidos en haz en torno a la criminalidad argelina
han parecido ser suficientes para especificar el hecho y para elaborar un
intento de sistematización. Observaciones semejantes aunque menos ricas se "hicieron en Túnez y en
Marruecos y cada vez se habló más de la criminalidad norafricana. Durante
más de 30 años, bajo la dirección constante del profesor Porot, profesor de
psiquiatría en la Facultad de Argel, varios equipos van a precisar las
modalidades de expresión de esta criminalidad y a proponer una
interpretación sociológica, funcional, anatómica. Utilizaremos aquí los principales trabajos dedicados a esta cuestión por la
escuela psiquiátrica de la Facultad de Argel. Las conclusiones de las
investigaciones realizadas durante más de 20 años fueron objeto,
recordémoslo, de magistrales cursos en la cátedra de psiquiatría. Así fue como los médicos argelinos diplomados en la Facultad de Argel
tuvieron que oír y aprender que el argelino es un criminal nato. Me acuerdo
de uno de nosotros que exponía muy seriamente esas teorías aprendidas. Y
añadía: "Es duro de tragar, pero está científicamente probado." El norafricano es un criminal, su instinto, predatorio es conocido, su
agresividad masiva es perceptible a simple vista. El norafricano gusta de
los extremos; -por eso jamás se le puede tener íntegramente confianza. Hoy
el mayor amigo, mañana el mayor enemigo. Impermeable a los matices, el
cartesianismo le es fundamentalmente ajeno, el sentido del equilibrio, de la
ponderación, de la medida, tropieza con sus inclinaciones más íntimas. El
norafricano es un violento, hereditariamente violento. Hay en él una
imposibilidad de disciplinar, de canalizar sus impulsos. Sí, el argelino es
un impulsivo nato. Pero, se precisa, esa impulsividad es fuertemente agresiva y generalmente
homicida. Es así como se explica el comportamiento no ortodoxo del
melancólico argelino. Los psiquiatras franceses de Argelia se han encontrado
frente a un problema difícil. Estaban acostumbrados, frente a un enfermo de
melancolía, a temer el suicidio. Pero el melancólico argelino mata. Esta
enfermedad de la conciencia moral que va siempre acompañada de autoacusación
y de tendencias autodestructivas reviste en el argelino formas
heterodestructivas. El argelino melancólico no se suicida. Mata. Es la
melancolía homicida bien estudiada por el profesor Porot en la tesis de su
discípulo Monserrat. ¿Cómo explica la escuela argelina esta anomalía? Primero, dice la escuela de
Argel, matarse es volver sobre sí mismo, contemplarse, practicar la
introspección. Pero el argelino es rebelde a la vida interior. No hay vida
interior en el norafricano. El norafricano, por el contrario, se
desembaraza, de sus preocupaciones lanzándose sobre lo que lo rodea. No
analiza. Como la melancolía es por definición una enfermedad de la
conciencia moral, es claro que el argelino no puede padecer sino
seudomelancolías, puesto que tanto la precariedad de su conciencia como la
fragilidad de su sentimiento moral son bien conocidas. Esta incapacidad del
argelino para analizar una situación, para organizar un panorama mental se
comprende perfectamente si nos referimos a los dos tipos de causas
propuestas por los autores franceses. Y, en primer lugar, respecto de las aptitudes intelectuales. El argelino es
un gran débil mental. Si se quiere comprender bien este hecho, hay que
recordar la semiología establecida por la escuela de Argel. El indígena, se
dice, presenta las siguientes características:
- ninguna o escasa emotividad; - crédulo y sugestionable al extremo, - terquedad tenaz; - puerilismo mental, sin el espíritu curioso del niño occidental;
- facilidad de los accidentes y las reacciones pitiáticas.18
El argelino no percibe el conjunto. Las cuestiones que se plantea se
refieren siempre a los detalles y excluyen toda síntesis. Puntilloso,
aferrado a los objetos, perdido en el detalle, insensible a la idea, rebelde
a los conceptos. La expresión verbal se reduce al mínimo. El gesto siempre
impulsivo y agresivo. Incapaz de interpretar el detalle a partir del
conjunto, el argelino absolutiza el elemento y toma la parte por el todo.
Así habrá reacciones globales frente a incitaciones parcelarias, a
insignificancias tales como una higuera, un gesto, un carnero que ha
penetrado en su terreno. La agresividad congénita busca caminos, se contenta
con el menor pretexto. Es una agresividad en estado puro.19 Abandonando la fase descriptiva, la escuela de Argel aborda el plano
explicativo. Es en 1935, en el Congreso de Alienistas y Neurólogos de lengua
francesa que se celebraba en Bruselas, cuando el profesor Porot debía
definir las bases científicas de su teoría. Discutiendo el informe de Baruk
sobre la histeria, decía que el "indígena norafricano, cuyas actividades
superiores y corticales están poco evolucionadas, es un ser primitivo cuya
vida en esencia vegetativa e instintiva está regida sobre todo por su
diencéfalo". Para medir bien la importancia de este descubrimiento del
profesor Porot hay que recordar que la característica de la especie humana,
cuando se la comparé con los demás vertebrados, es la corticalización. El
diencéfalo es una de las partes más primitivas del cerebro y el hombre es,
principalmente, el vertebrado en el que domina la corteza cerebral. Para el profesor Porot, la vida del indígena norafricano está dominada por
las instancias diencefálicas. Esto equivale a decir que el indígena
norafricano está, en cierto sentido, privado de corteza cerebral. El
profesor Porot no evita esta contradicción y en abril de 1939 en Sud Médical
et Chirurgical precisa, en colaboración con su discípulo Sutter, actualmente
profesor de psiquiatría en Argel: "El primitivismo no es una falta de
madurez, una interrupción en el desarrollo del psiquismo intelectual. Es una
condición social llegada al término de su evolución, se adapta de manera
lógica a una vida diferente de la nuestra." Finalmente, los profesores
abordan la base misma de la doctrina: "ese primitivismo no es sólo una
manera resultante de una educación especial, tiene cimientos mucho más
profundos y hasta pensamos que pueda tener su sustrato en una disposición
particular de la arquitectónica, al menos de la jerarquización dinámica de
los centros nerviosos". Como se ve, la impulsividad del argelino, la
frecuencia y los caracteres de sus asesinatos, sus constantes tendencias a
la delincuencia, su primitivismo no son un azar. Estamos en presencia de un
comportamiento coherente, de una vida coherente científicamente explicable,
el argelino no tiene corteza cerebral o, para ser más precisos, en él
predomina, como en los vertebrados inferiores, el diencéfalo. Las funciones
corticales, si existen, son muy frágiles, prácticamente no integradas a la
dinámica de la existencia. No hay, pues, ni misterio ni paradoja. La
reticencia del colonizador para confiar una responsabilidad al indígena no
es racismo ni paternalismo, sino simplemente una apreciación científica de
las posibilidades biológicamente limitadas del colonizado. Terminemos esta revisión refiriéndonos a una conclusión, sobre el África en
general, del doctor Carothers, experto de la Organización Mundial de la
Salud. Este experto internacional ha reunido en un libro publicado en 195420
lo esencial de sus observaciones. El doctor Carothers practicaba en el África central y oriental, pero sus
conclusiones coinciden con las de las escuelas norafricana. Para el experto
internacional, en efecto, "el africano utiliza muy poco sus lóbulos
frontales. Todas las particularidades de la psiquiatría africana pueden
atribuirse a una pereza frontal".21 Para darse a entender, el doctor Carothers establece una comparación muy
viva. Así advierte que el africano normal es un europeo lobotomizado. Es
sabido que la escuela anglosajona había creído encontrar una terapéutica
radical de ciertas formas graves de enfermedades mentales practicando la
exclusión de una parte importante del cerebro. Los grandes trastornos de la
personalidad comprobados han conducido después a abandonar este método Según
el doctor Carothers, la similitud existente entre el indígena africano
normal y el lobotomizado europeo es notable. El doctor Carothers, después de estudiar los trabajos de los distintos
investigadores que ejercen en África, nos propone una conclusión que funda
una concepción unitaria del africano. "Éstos son -escribe- los datos de
casos que no se refieren a las categorías europeas. Han sido recogidos en
las diferentes regiones del África oriental, occidental, meridional y en
general cada uno de los autores tenían poco o ningún conocimiento de los
trabajos de los demás. La similitud esencial de esos trabajos es, pues,
absolutamente notable."22 Señalemos antes de terminar que el doctor Carothers definía la rebelión de
los Mau-Mau como la expresión de un complejo inconsciente de frustración,
cuya repetición podría evitarse científicamente mediante adaptaciones
psicológicas espectaculares. Así, pues, un comportamiento inhabitual: la frecuencia de la criminalidad
del argelino, la trivialidad de los motivos descubiertos, el carácter
homicida y siempre muy sanguinario de las peleas, planteaba un problema a
los observadores. La explicación propuesta, que se ha convertido en materia
de enseñanza parece ser, en última instancia, la siguiente: la disposición
de las estructuras cerebrales del norafricano explica a la vez la pereza del
indígena, su incapacidad intelectual y social y su impulsividad cuasianimal.
La impulsividad criminal del norafricano es la transcripción al orden del
comportamiento de cierta disposición del sistema nervioso. Es una reacción
neurológicamente comprensible, inscrita en la naturaleza de las cosas, de la
cosa biológicamente organizada. La no integración de los lóbulos frontales
en la dinámica cerebral explica la pereza, los crímenes, los robos, las
violaciones, la mentira. Y la conclusión me la dio un subprefecto -ahora
prefecto-: "A esos seres naturales -decía-, que obedecen ciegamente las
leyes de la naturaleza, hay que oponer cuadros estrictos e implacables. Hay
que domesticar a la naturaleza, no convencerla." Disciplinar, domesticar,
reducir y ahora pacificar son los vocablos más utilizados por los
colonialistas en los territorios ocupados. Si hemos expuesto largamente las
teorías de los hombres de ciencia colonialistas, ha sido menos para mostrar
su pobreza y su absurdo que para abordar un problema teórico y práctico
extremadamente importante. De hecho, entre las cuestiones que se planteaban
a la Revolución, entre los temas que podían ser debatidos en el plano de la
explicación política y la desmistificación, la criminalidad argelina no
representaba sino un subsector. Pero precisamente las entrevistas que
tuvieron lugar en torno a este tema fueron hasta tal punto fecundas que nos
permitieron profundizar y destacar mejor la noción de liberación individual
y social. Cuando en la práctica revolucionaria se aborda ante los cuadros y
los militantes la cuestión de la criminalidad argelina; cuando se expone el
número promedio de crímenes, de delitos, de robos del periodo anterior a la
Revolución; cuando se explica que la fisonomía de un crimen, la frecuencia
de los delitos se producen en función de las relaciones existentes entre los
hombres y las mujeres, entre los hombres y el Estado y que todos comprenden;
cuando se asiste a simple vista a la dislocación de la noción de argelino o
de norafricano criminal por vocación, noción que estaba igualmente fijada en
la con ciencia del argelino porque, en definitiva, "somos coléricos,
pendencieros, malos, así es. .." entonces sí puede decirse que la Revolución
progresa. El problema teórico importante es que en todo momento y en todas partes hay
que hacer explícito, desmistificar, suprimir el insulto al hombre que es en
sí. No hay que esperar que la nación produzca nuevos hombres. No hay que
esperar que, en perpetua renovación revolucionaria, los nombres se
transformen insensiblemente. Es verdad que estos dos procesos son
importantes, pero hay que ayudar a la conciencia. La práctica revolucionaria
si quiere ser globalmente liberadora y excepcionalmente fecunda, exige que
nada de insólito subsista. Se siente con singular fuerza la necesidad de
totalizar el acontecimiento, de llevar todo consigo, de reglamentar todo, de
ser responsable de todo. La conciencia no se niega entonces a volver atrás,
a marcar el paso si es necesario. Por eso en la marcha de una unidad de
combate sobre el terreno, el final de una emboscada no significa el
descanso, sino el momento de caminar también un poco la conciencia, porque
todo debe ir a la par. Sí, espontáneamente el argelino daba la razón a los magistrados y los
policías.23 Ha habido que tomar, pues, esa criminalidad argelina vivida en
el plano del narcisismo como manifestación de la auténtica virilidad y
replantear el problema en el plano de la historia colonial. Por ejemplo,
demostrar que la criminalidad de los argelinos en Francia difiere
fundamentalmente de la criminalidad de los argelinos sometidos a la
explotación directamente colonial. Una segunda cosa debía llamar nuestra atención: en Argelia, la criminalidad
argelina se desarrolla prácticamente en círculo cerrado. Los argelinos se
robaban entre sí, se desgarraban entre sí, se mataban entre sí. En Argelia,
el argelino apenas atacaba a los franceses y evitaba las peleas con
franceses. En Francia, por el contrario, el emigrado creará una criminalidad
intersocial, entre los distintos grupos. En Francia, la criminalidad argelina disminuye. Se dirige sobre todo a los
franceses y los móviles son radicalmente nuevos. Una paradoja nos ha ayudado
considerablemente a desmistificar a los militantes: desde 1954 se comprueba
una cuasidesaparición de los delitos comunes. Ya no hay disputas, ya no hay
detalles insignificantes que provoquen la muerte de un hombre. Ya no hay
cóleras explosivas porque el vecino haya visto la frente de mi mujer o su
hombro izquierdo. La lucha nacional parece haber canalizado todas las
cóleras, haber nacionalizado todos los movimientos afectivos o emocionales.
Los jueces y los abogados franceses ya lo habían comprobado, pero hacía
falta que el militante cobrara conciencia de ello, había que hacerle conocer
las razonen. Queda la explicación. ¿Había que decir que la guerra, terreno privilegiado de expresión de una
agresividad por fin socializada, canaliza hacia el ocupante los gestos
congénitamente criminales? Es una comprobación trivial que las grandes
sacudidas sociales disminuyen la frecuencia de la delincuencia y los
trastornos mentales. Podía explicarse perfectamente esta regresión de la
criminalidad argelina, así, por la existencia de una guerra que rompía a
Argelia en dos, rechazando del lado enemigo la maquinaria judicial y
administrativa. Pero, en las regiones del Magreb ya liberadas, este mismo fenómeno señalado
en el curso de las luchas de liberación se mantiene y se precisa con la
independencia. Parece, pues, que el contexto colonial es lo bastante
original como para autorizar una reinterpretación de la criminalidad. Es lo
que hemos hecho para los combatientes. Ahora todo el mundo sabe, entre
nosotros, que la criminalidad no es consecuencia del carácter nato del
argelino ni de la organización de su sistema nervioso. La guerra de Argelia,
las guerras de liberación nacional hacen surgir a los verdaderos
protagonistas. En la situación colonial, como se ha demostrado, los
indígenas viven entre ellos. Tienden a servirse recíprocamente de pantalla.
Cada cual oculta al otro el enemigo nacional. Y cuando, fatigado después de
una dura jornada de dieciséis horas, el colonizado se desploma en su estera
y un niño, del otro lado de la cortina, llora y no lo deja dormir, como por
azar, es un pequeño argelino. Cuando va a pedirle un poco de sémola o un
poco de aceite al dueño de la tienda de comestibles al que ya debe algunos
cientos de francos y le niegan el favor, se llena de un enorme odio y un
enorme deseo de matar y el dueño de la tienda es un argelino. Cuando,
después de haberlo evitado durante varias semanas, se encuentra un día
acorralado por el caíd que le reclama "impuestos" ni siquiera tiene el
placer de odiar al administrador europeo; ahí está el caid que atrae ese
odio, y es un argelino. Expuesto a tentativas de asesinato cotidianas: hambre, expulsión del cuarto
que no ha pagado, el seno maternal seco, niños esqueléticos, las obras
cerradas, los desempleados que pululan alrededor del gerente como cuervos,
el indígena llega a ver a su semejante como un enemigo implacable. Si se
desgarra los pies desnudos sobre una gruesa piedra en medio del camino es un
indígena quien la ha puesto y cuando se dispone a recoger sus pocas uvas,
resulta que los hijos de X..., por la noche, se las han comido. Sí, en la
etapa colonial en Argelia y en todas partes pueden hacerse muchas cosas por
un kilo de sémola. Es posible matar a varias personas. Hace falta
imaginación para comprender estas cosas. ¡Oh memoria! En los campos de
concentración los hombres se han matado por un pedazo de pan. Me- acuerdo de
una escena horrible. Era en Oran en 1944. Del campo donde esperábamos ser
embarcados, los militares lanzaban pedazos de pan a pequeños argelinos que
se los disputaban con rabia y odio. Los veterinarios podrían explicar estos
fenómenos recordando el famoso peck-order que se produce en los corrales. El
maíz que es distribuido es objeto, efectivamente, de una competencia
implacable. Algunas aves, las más fuertes, devoran todos los granos mientras
que otras menos agresivas adelgazan a ojos vista. Toda colonia tiende a
convertirse en un inmenso corral, un inmenso campo de concentración, donde
la única ley es la del cuchillo. En Argelia todo ha cambiado con la guerra de liberación Nacional. Las
reservas enteras de una familia o de una metcha pueden ser ofrecidas en una
sola noche a una compañía que viene de paso. El único burro de la familia
puede ser prestado para asegurar el transporte de un herido. Y cuando,
varios días después, el propietario se entera de la muerte de su animal
ametrallado por un avión no se lanzará en imprecaciones y amenazas. No
hablará de la muerte de su animal, pero preguntará, inquieto, si el herido
está sano y salvo. En el régimen colonial, cualquier cosa puede hacerse por un kilo de pan o un
miserable borrego... Las relaciones del hombre con la materia, con el mundo,
con la historia, son en la etapa colonial relaciones con los alimentos. Para
un colonizado en un contexto de opresión como el de Argelia, vivir no es
encamar valores, inscribirse en el desarrollo coherente y fecundo de un
mundo. Vivir es no morir. Existir es mantener la vida. Cada dátil es una
victoria. No un resultado de la labor realizada, sino una victoria concebida
como triunfo de la vida Así sustraer los dátiles, permitir que el borrego se
coma la hierba del vecino no son una negación de la propiedad de los demás,
la transgresión de una ley o una falta de respeto. Son tentativas de
asesinato. Hay que haber visto en Kabylia a hombres y mujeres ir a buscar
tierra durante semanas al fondo del valle y subirla en pequeñas canastas
para comprender que un robo es una tentativa de asesinato y no un gesto
inamistoso o ilegal. Es que la única perspectiva es ese estómago cada vez
más reducido, cada vez menos exigente es cierto, pero que, de cualquier
manera, hay que llenar. ¿A quién dirigirse? El francés está en la llanura
con los policías, el ejército y los tanques. En la montaña sólo hay
argelinos. Allá arriba el cielo ??? sus promesas de ultratumba, allá abajo
los franceses con sus promesas bien concretas de prisión, de golpes, de
ejecuciones. Forzosamente, se recae sobre sí mismo. Aquí se descubre el
núcleo de ese odio a sí mismo que caracteriza los conflictos raciales en las
sociedades segregadas. La criminalidad del argelino, su impulsividad, la
violencia de sus asesinatos no son, pues, la consecuencia de una
organización del sistema nervioso ni de una originalidad de carácter, sino
el producto directo de la situación colonial. Que los combatientes argelinos
hayan discutido este problema, que no hayan temido poner en duda las
creencias que el colonialismo les había inculcado, que hayan comprendido que
cada cual era la pantalla del otro y que, en realidad, cada uno se suicidaba
al lanzarse sobre el otro debía tener una importancia primordial en la
conciencia revolucionaria. Una vez más, el objetivo del colonizado que lucha
es provocar el final de la dominación. Pero igualmente debe velar por la
liquidación de todas las mentiras introducidas en su cuerpo por la opresión.
En un régimen colonial, tal como existía en Argelia, las ideas profesadas
por el colonialismo no influían sólo en la minoría europea, sino también en
el argelino. La liberación total es la que concierne a todos los sectores de
la personalidad. La emboscada o los cuerpo a cuerpo, la tortura o la matanza
de sus hermanos arraigan la determinación de vencer, renuevan el
subconsciente y alimentan la imaginación. Cuando la nación se impulsa
definitivamente, el hombre nuevo no es un producto a posteriori de esa
nación, sino que coexiste con ella, se desarrolla con ella, triunfa con
ella. Esta exigencia dialéctica explica la reticencia ante las
colonizaciones adaptadas y las reformas de fachada. La independencia no es
una palabra que deba exorcizarse, sino una condición indispensable para la
existencia de hombres y mujeres realmente liberados, es decir, dueños de
todos los medios materiales que hacen posible la transformación radical de
la sociedad.
CONCLUSIÓN
Compañeros: hay que decidir desde ahora un cambio de ruta. La gran noche en
la que estuvimos sumergidos, hay que sacudirla y salir de ella. El nuevo día
que ya se apunta debe encontrarnos firmes, alertas y resueltos. Debemos olvidar los sueños, abandonar nuestras viejas creencias y nuestras
amistades de antes. No perdamos el tiempo en estériles letanías o en
mimetismos nauseabundos. Dejemos a esa Europa que no deja de hablar del
hombre al mismo tiempo que lo asesina dondequiera que lo encuentra, en todas
las esquinas de sus propias calles, en todos los rincones del mundo. Hace siglos que Europa ha detenido el progreso de los demás hombres y los ha
sometido a sus designios y a su gloría; hace siglos que, en nombre de una
pretendida "aventura espiritual" ahoga a casi toda la humanidad. Véanla
ahora oscilar entre la desintegración atómica y la desintegración
espiritual. Y sin embargo, en su interior, en el plano de las realizaciones puede
decirse que ha triunfado en todo. Europa ha asumido la dirección del mundo con ardor, con cinismo y con
violencia. Y vean cómo se extiende y se multiplica la sombra de sus
monumentos. Cada movimiento de Europa ha hecho estallar los límites del
espacio y los del pensamiento. Europa ha rechazado toda humildad, toda
modestia, pero también toda solicitud, toda ternura. No se ha mostrado parsimoniosa sino con el hombre, mezquina, carnicera,
homicida sino con el hombre. Entonces, hermanos ¿cómo no comprender que tenemos algo .mejor que hacer que
seguir a esa Europa? Esa Europa que nunca ha dejado de hablar del hombre, que nunca ha dejado de
proclamar que sólo le preocupaba el hombre, ahora sabemos con qué
sufrimientos ha pagado la humanidad cada una de las victorias de su
espíritu. Compañeros, el juego europeo ha terminado definitivamente, hay que encontrar
otra cosa. Podemos hacer cualquier cosa ahora a condición de no imitar a
Europa, a condición de no dejarnos obsesionar por el deseo de alcanzar a
Europa. Europa ha adquirido tal velocidad, loca y desordenada, que escapa ahora a
todo conductor, a toda razón y va con un vértigo terrible hacia un abismo
del que vale más alejarse lo más pronto posible. Es verdad, sin embargo, que necesitamos un modelo, esquemas, ejemplos. Para
muchos de nosotros, el modelo europeo es el más exaltante. Pero en las
páginas anteriores hemos visto los chascos a que nos conducía esta
imitación. Las realizaciones europeas, la técnica europea, el estilo
europeo, deben dejar de tentarnos y de desequilibrarnos. Cuando busco al hombre en la técnica y el estilo europeos, veo una sucesión
de negaciones del hombre, una avalancha de asesinatos. La condición humana, los proyectos del hombre, la colaboración entre los
hombres en tareas que acrecienten la totalidad del hombre son problemas
nuevos que exigen verdaderos inventos. Decidamos no imitar a Europa y orientemos nuestros músculos y nuestros
cerebros en una dirección nueva. Tratemos de inventar al hombre total que
Europa ha sido incapaz de hacer triunfar. Hace dos siglos, una antigua colonia europea decidió imitar a Europa. Lo
logró hasta tal punto que los Estados Unidos de América se han convertido en
un monstruo donde las taras, las enfermedades y la inhumanidad de Europa han
alcanzado terribles dimensiones. Compañeros: ¿No tenemos otra cosa que hacer sino crear una tercera Europa?
Occidente ha querido ser una aventura del Espíritu. Y en nombre del
Espíritu, del espíritu europeo por supuesto, Europa ha justificado sus
crímenes y ha legitimado la esclavitud en la que mantiene a las cuatro
quintas partes de la humanidad. Sí, el espíritu europeo ha tenido singulares fundamentos. Toda la reflexión
europea se ha desarrollado en sitios cada vez más desérticos, cada vez más
escarpados. Así se adquirió la costumbre de encontrar allí cada vez menos al
hombre. Un diálogo permanente consigo mismo, un narcisismo cada vez más obsceno, no
han dejado de preparar el terreno a un cuasidelirio, donde el trabajo
cerebral se convierte en un sufrimiento, donde las realidades no son ya las
del hombre vivo, que trabaja y se fabrica a sí mismo, sino palabras,
diversos conjuntos de palabras, las tensiones surgidas de los significados
contenidos en las palabras. Ha habido europeos, sin embargo, que han
invitado a los trabajadores europeos a romper ese narcisismo y a romper con
ese irrealismo. En general, los trabajadores europeos no han respondido a esas llamadas.
Porque los trabajadores también se han creído partícipes en la aventura
prodigiosa del Espíritu europeo. Todos los elementos de una solución de los grandes problemas de la humanidad
han existido, en distintos momentos, en el pensamiento de Europa. Pero los
actos de los hombres europeos no han respondido a la misión que les
correspondía y que consistía en pesar violentamente sobre esos elementos, en
modificar su aspecto, su ser, en cambiarlos, en llevar, finalmente, el
problema del hombre a un nivel incomparablemente superior. Ahora asistimos a un estancamiento de Europa. Huyamos, compañeros, de ese
movimiento inmóvil en que la dialéctica se ha transformado poco a poco en
lógica del equilibrio. Hay que reformular el problema del hombre. Hay que
reformular el problema de la realidad cerebral, de la masa cerebral de toda
la humanidad cuyas conexiones hay que multiplicar, cuyas redes hay que
diversificar y cuyos mensajes hay que rehumanizar. Hermanos, tenemos demasiado trabajo para divertirnos con los juegos de
retaguardia. Europa ha hecho lo que tenía que hacer y, en suma, lo ha hecho
bien; dejemos de acusarla, pero digámosle firmemente que no debe seguir
haciendo tanto ruido. Ya no tenemos que temerla, dejemos, pues, de
envidiarla. El Tercer Mundo está ahora frente a Europa como una masa colosal cuyo
proyecto debe ser tratar de resolver los problemas a los cuales esa Europa
no ha sabido aportar soluciones. Pero entonces no hay que hablar de rendimientos, de intensificación, de
ritmo. No, no se trata de volver a la Naturaleza. Se trata concretamente de
no llevar a los hombres por direcciones que los mutilen, de no imponer al
cerebro ritmos que rápidamente lo menoscaban y lo perturban. Con el pretexto
de alcanzar a Europa no hay que forzar al hombre, que arrancarlo de sí
mismo, de su intimidad, no hay que quebrarlo, no hay que matarlo. No, no queremos alcanzar a nadie. Pero queremos marchar constantemente, de
noche y de día, en compañía del hombre, de todos los hombres. Se trata de no
alargar la caravana porque entonces cada fila apenas percibe a la que la
precede y los hombres que no se reconocen ya, se encuentran cada vez menos,
se hablan cada vez menos. Se trata, para el Tercer Mundo, de reiniciar una historia del hombre que
tome en cuenta al mismo tiempo las tesis, algunas veces prodigiosas,
sostenidas por Europa, pero también los crímenes de Europa, el más odioso de
los cuales habrá sido, en el seno del hombre, el descuartizamiento
patológico de sus funciones y la desintegración de su unidad; dentro del
marco de una colectividad la ruptura, la estratificación, las tensiones
sangrientas alimentadas por las clases; en la inmensa escala de la
humanidad, por último, los odios raciales, la esclavitud, la explotación y,
sobre todo, el genocidio no sangriento que representa la exclusión de mil
quinientos millones de hombres. No rindamos, pues, compañeros, un tributo a Europa creando estados,
instituciones y sociedades inspirados en ella. La humanidad espera algo más de nosotros que esa imitación caricaturesca y
en general obscena. Si queremos transformar a África en una nueva Europa, a América en una nueva
Europa, confiemos entonces a los europeos los destinos de nuestros países.
Sabrán hacerlo mejor que los mejor dotados de nosotros. Pero si queremos que la humanidad avance con audacia, si queremos elevarla a
un nivel distinto del que le ha impuesto Europa, entonces hay que inventar,
hay que descubrir. Si queremos responder a la esperanza de nuestros pueblos, no hay que fijarse
sólo en Europa. Además, si queremos responder a la esperanza en los europeos, no hay que
reflejar una imagen, aun ideal, de su sociedad y de su pensamiento, por los
que sienten de cuando en cuando una inmensa náusea. Por Europa, por nosotros mismos y por la humanidad, compañeros, hay que
cambiar de piel, desarrollar un pensamiento nuevo, tratar de crear un hombre
nuevo.
NOTAS * En español en el original. [E.] * Literalmente, "cacería de ratas", término utilizado por los colonialistas
para calificar los asaltos a los barrios y viviendas argelinos. [E.] 1 Ya liemos demostrado, en Peau Noire, Masques Blancs, (Edition du Seuil) el
mecanismo de ese mundo maniqueo. 2 Véase capítulo v, "Guerra colonial y trastornos mentales". 3 Friedrich Engels Anti-Dühring, 2ª parte, capítulo III: “Théorie de la
violence”. Editions Sociales, p. 199. Hay edición en español. 4 Puede suceder que el dirigente preso sea la expresión auténtica de las
masas colonizadas. En ese caso, el colonialismo va a aprovechar su detención
para tratar de lanzar nuevos dirigentes. 5 Es evidente que esa limpieza hasta el vacío destruye lo que se pretendía
salvar. Es lo que señala. Sartre cuando dice: "En suma, por el hecho mismo
de repetirlas [las ideas racistas] se revela que la unión simultánea de
todos contra los indígenas es irrealizable, que no es sino recurrencia
cíclica y que, además, esa unión no podría hacerse como agrupación activa
sino para la matanza de todos los colonizados, tentación perpetua y absurda
del colono que equivale, si por otra parte fuera realizable, a suprimir de
umolo golpe la colonización misma." Critique de la raison dialectique, p.
346. 6 Aimé Césaire, "Les Armes Miraculeuses" (Et les chiens se taissaient), pp.
133-137, Gallimard. 7 Hay que volver sobre este periodo para medir la importancia de esta
decisión del poder francés en Argelia. Así en el Nº 4 del 28/3/1957 de
Résistance Algérienne, puede leerse: "En respuesta a la declaración de la Asamblea General de las Naciones
Unidas, el gobierno francés acaba de decidir en Argelia la creación de
milicias urbanas. Ya se ha vertido mucha sangre, había dicho la ONU. Lacoste
responde: Creemos milicias. Cese al fuego, aconsejaba la ONU, Lacoste
vocifera: Armemos a los civiles. Las dos partes son invitadas a entrar en
contacto para llegar a un acuerdo acerca de una solución democrática y
pacífica, recomendaba la ONU. Lacoste decreta que en lo sucesivo todo
europeo estará armado y deberá disparar sobre cualquiera que le parezca
sospechoso. La represión salvaje, inicua, que linda con el genocidio deberá
ser combatida antes que nada por las autoridades, se estimaba entonces.
Lacoste responde: Hay que sistematizar la represión, organizar la cacería de
argelinos. Y simbólicamente entrega los poderes civiles a los militares, los
poderes militares a los civiles. El círculo se ha cerrado en torno al
argelino, desarmado, hambriento, acosado, atropellado, golpeado, linchado,
asesinado como sospechoso. Actualmente, en Argelia, no hay un solo francés
que no esté autorizado, incluso invitado a hacer uso de su arma. Ni un solo
francés en Argelia, un mes después de la llamada de la ONU a la calma, que
no tenga permiso, obligación de descubrir, de inventar, de perseguir
sospechosos. "Un mes después de votada la moción final de la Asamblea General de las
Naciones Unidas, ni un solo europeo en Argelia ha sido ajeno a la más
tremenda empresa de exterminio de los tiempos modernos. ¿Solución
democrática? De acuerdo, concede Lacoste, comencemos por suprimir a los
argelinos. Para ello, armemos a los civiles y dejémosles hacer. La prensa
parisiense en general ha acogido sin reservas la creación de esos grupos
armados. Milicias fascistas, se ha dicho. Sí. Pero en el nivel del individuo
y del derecho de gentes ¿qué es el fascismo sino el colonialismo en el seno
de países tradicionalmente colonialistas? Asesinatos sistemáticamente
legalizados, recomendados, se ha afirmado. Pero ¿no muestra la carne
argelina desde hace ciento treinta años heridas cada vez más abiertas, cada
vez en mayor número, cada vez más radicales? Atención, aconseja Mr.
Kenne-Vignes, parlamentario del M.R.P. ¿no se corre el riesgo, al crear las
milicias, de abrir un abismo entre las dos comunidades de Argelia? Sí. Pero
¿no es el estatuto colonial la servidumbre organizada de todo un pueblo? La
Revolución argelina es precisamente la impugnación afirmada de esa
servidumbre y de ese abismo. La Revolución argelina se dirige a la nación
ocupante y le dice: '¡Retirad los garfios de la carne argelina, asesinada y
herida! ¡Dadle voz al pueblo argelino!' "La creación de esas milicias -se dice-, permitirá aligerar las tareas del
ejército. Liberará unidades cuya misión será proteger las fronteras tunecina
y marroquí. Un ejército de seiscientos mil hombres. La casi totalidad de la
Marina y la Aviación. Una policía enorme, expeditiva, de sorprendentes
expedientes, que ha absorbido a los ex torturadores de los pueblos tunecino
y marroquí. Unidades territoriales de cien mil hombres. Hay que aligerar al
ejército. Hay que crear milicias urbanas. El frenesí histérico y criminal de
Lacoste impone aun a los franceses perspicaces. La verdad es que la creación
de esas milicias lleva en su justificación su propia contradicción. Las
tareas del ejército francés son infinitas. Se le fija como objetivo volver a
colocar la mordaza en la boca de los argelinos y se cierra la puerta al
futuro. Sobre todo, no se analiza, no se comprende, no se mide la
profundidad ni la densidad de la Revolución argelina; jefes de distrito,
jefes de manzana, jefes de calle, jefes de edificio, jefes de piso... Al
encuadramiento superficial se añade ahora el encuadramiento vertical. "En 48 horas, dos mil candidaturas son registradas. Los europeos de Argelia
respondido de inmediato a la llamada de Lacoste al asesinato. Cada europeo,
desde ahora, deberá censar en su sector a los argelinos supervivientes.
Información, "respuesta rápida al terrorismo, denuncia de sospechosos,
liquidación de 'proscritos', refuerzo de los servicios de la policía. Por
supuesto, hay que aligerar las tareas del ejército. A la 'cacería de ratas'
que tiene lugar en la superficie se añade ahora la cacería en la altura. Al
asesinato artesanal, se añade ahora el asesinato planificado. Detengan el
derramamiento de sangre, había aconsejado la ONU. El mejor medio para
lograrlo, replica Lacoste, es que no haya más sangre que derramar. El pueblo
argelino, después de ser entregado a las hordas de Massu es confiado a los
cuidados de las milicias urbanas. Al decidir la creación de esas milicias,
Lacoste advierte claramente que no dejará que nadie interfiera con su
guerra. Prueba de que existe un infinito en la podredumbre. Es verdad que
está prisionero, pero ¡qué satisfacción perder a todo el mundo con él! "El pueblo argelino, después de cada una de estas decisiones, aumenta la
contracción de sus músculos y la intensidad de su lucha. El pueblo argelino,
después de cada uno de esos asesinatos, solicitados y organizados,
estructura más aún su toma de conciencia y solidifica su resistencia. Sí.
Las tareas del ejército francés son infinitas. ¡Porque la unidad del pueblo
argelino es, hasta qué punto, infinita!" 8 Por eso al principio de las hostilidades no hay prisioneros. Sólo mediante
la politización de los cuadros los dirigentes llegan a hacer admitir a las
masas: 1) que los que vienen de la metrópoli no siempre son voluntarios y
algunas veces hasta les repugna esta guerra; 2) que el interés actual de la
lucha exige que el movimiento manifieste en su acción el respeto a ciertos
convenios internacionales; 3) que un ejército que hace prisioneros es un
ejército y deja de ser considerado como un grupo de asaltantes de caminos;
4) que, en todo caso, la posesión de prisioneros constituye un medio de
presión no despreciable para proteger a nuestros militantes detenidos por el
enemigo. 9 En el contexto internacional actual, el capitalismo no ejerce el bloqueo
económico contra las colonias africanas o asiáticas únicamente. Los Estados
Unidos, con la operación anticastrista, abren en el Continente americano un
nuevo capítulo de la historia de la liberación laboriosa del hombre. América
Latina, formada por países independientes con representación en la ONU y con
moneda propia, debería constituir una lección para África. Esas antiguas
colonias, desde su liberación, sufren en medio del terror y la privación la
ley de bronce del capitalismo occidental. La liberación de África, el desarrollo de la conciencia de los hombres han
permitido a los pueblos latinoamericanos romper con la vieja danza de las
dictaduras, en que se sucedían iguales regímenes. Castro toma el poder en
Cuba y lo entrega al pueblo. Esta herejía es resentida como una calamidad
nacional por los yanquis y los Estados Unidos organizan brigadas
contrarrevolucionarias, fabrican un gobierno provisional, incendian las
cosechas de caña, deciden por último estrangular despiadadamente al pueblo
cubano. Pero va a ser difícil. El pueblo cubano sufrirá, pero vencerá. El
presidente brasileño Janio Quadros, en una declaración de importancia
histórica, acaba de afirmar que su país defenderá por todos los medios la
Revolución cubana. También los Estados Unidos van a retroceder quizá un día
ante la voluntad de los pueblos. Ese día lo festejaremos, porque será un día
decisivo para los hombres y las mujeres del mundo entero. El dólar que, en
resumidas cuentas, no está garantizado sino por los esclavos repartidos por
todo el globo, en los pozos de petróleo del Medio Oriente, las minas del
Perú o del Congo, las plantaciones de la United Fruit o de Firestone, dejará
de dominar entonces con todo su poder a esos esclavos que lo han creado y
que siguen alimentándolo, con la cabeza y el vientre vacíos, con su propia
sustancia. 10 Ciertos países favorecidos por una numerosa población europea llegan a la
independencia con construcciones y avenidas y tienen tendencia a olvidar al
país que está detrás, miserable y hambriento. Ironía de la suerte: por una
especie de silencio cómplice, hacen como si sus ciudades fueran
contemporáneas de la independencia. 11 Y es verdad que Alemania no reparó íntegramente los crímenes de guerra.
Las indemnizaciones impuestas a la nación vencida no fueron reclamadas en su
totalidad, porque las naciones afectadas incluyeron a Alemania en su sistema
defensivo, anticomunista. Es esta preocupación permanente la que anima a los
países colonialistas cuando tratan de obtener de sus antiguas colonias, a
falta de la inclusión en el sistema occidental, bases militares y esclavos.
Han decidido, de común acuerdo, olvidar sus reivindicaciones en nombre de la
estrategia de la OTAN, en nombre del mundo libre. Y hemos visto cómo
Alemania ha recibido, en oleadas sucesivas, dólares y máquinas. Una Alemania
recuperada, fuerte y poderosa, era una necesidad para el campo occidental.
El interés bien entendido de la Europa llamada libre exigía una Alemania
próspera, reconstruida y capaz de servir de primera fortaleza frente a las
eventuales hordas rojas, Alemania ha aprovechado maravillosamente la crisis
europea. Los. Estados Unidos y los demás Estados europeos sienten una
legítima amargura frente a esa Alemania, ayer de rodillas, que les opone
ahora en el mercado económico una competencia implacable. 12 "Distinguir radicalmente la edificación del socialismo, en Europa, de las
'relaciones con el Tercer Mundo' (como si no tuviéramos con éste sino
relaciones de exteriorización) es, conscientemente o no, favorecer la
herencia colonial por encima de la liberación de los países
subdesarrollados, querer construir un socialismo de lujo sobre los frutos de
la rapiña imperial -como, dentro de una pandilla, se repartiría más o menos
equitativamente el botín, sin dejar de distribuir algo a los pobres en forma
de buenas obras, olvidando que es a ellos a quienes se les ha robado."
Marcel Péju, "Mourir pour De Gaulle?" Artículo aparecido en Temps Modernes,
Nº 175-176, oct.-nov. de 1960. 1 Mamadou-Dia, Nations africaines et solidarité mondiale, PUF, p. 140 2 Mamadou-Dia, op. cit. 1 Le leader politique considéré comme le représentant d'une culture.
Comunicación al segundo Congreso de Escritores y Artistas Negros, Roma,
1959. 2 René Depestre, Face a la nuit. 3 René Depestre, Face a la nuit 4 René Char, Partage formée. 5 En la última distribución de premios en Dakar, el presidente de la
República Senegalesa, Leopold Senghor, decidió incluir en los programas el
estudio del concepto de negritud. Si la preocupación manifestada por el
Presidente de la República de Senegal es de carácter histórico, hay que
estar de acuerdo con él. Si, por el contrario, se trata de fabricar
conciencias negras, es simplemente dar la espalda a la historia, que ya ha
dado constancia de la desaparición de la mayoría de los negros. 1 En la introducción no publicada en las dos primeras ediciones de L'An V de
la Révolution Algérienne ya señalábamos que toda una generación de
argelinos, sumergida en el homicidio gratuito y colectivo con las
consecuencias psicoafectivas que supone sería la herencia humana de Francia
en Argelia. Los franceses que condenan la tortura en Argelia adoptan
constantemente un punto de vista estrictamente francés. No es un reproche,
es una comprobación: se quiere proteger la conciencia de los torturadores
actuales y en potencia y se trata de evitar la podredumbre moral de la
juventud francesa. No podemos dejar de estar de acuerdo con esta intención.
Algunas observaciones reunidas aquí, principalmente los casos números 4 y 5
de la serie A ilustran y justifican tristemente ese temor de los demócratas
franceses. Pero nuestro propósito, en todo caso, es demostrar que la tortura
sufrida disloca profundamente, no podría ser de otra manera, la personalidad
del torturado. 2 Las circunstancias de aparición de esos trastornos son interesantes por
más de una razón. Varios meses después de la independencia de su país, había
conocido a algunos ciudadanos de la antigua nación colonialista. Le habían
parecido simpáticos. Esos hombres y mujeres saludaban la independencia
obtenida y rendían homenaje sin reservas al valor de los patriotas en la
lucha de liberación nacional. Aquel militante experimentó entonces una
especie de vértigo. Se preguntó con angustia si entre las víctimas de la
bomba no habría personas semejantes a sus interlocutores. Cierto que el café
atacado era un reducto de racistas notables, pero nada impedía que cualquier
otro entrara para tomar algo. Desde el día en que tuvo ese primer vértigo,
el hombre trató de evitar pensar en los acontecimientos pasados. Pero,
paradójicamente, unos días antes de la fecha crítica, aparecieron los
primeros trastornos. Desde entonces se repiten regularmente. En otras palabras, nuestros actos no dejan de perseguirnos jamás. Su
apariencia, su orden, sus motivaciones pueden perfectamente modificarse de
manera profunda a posteriori. No es una de las menores trampas que nos
tiende la Historia y sus múltiples determinaciones. Pero ¿podemos escapar al
vértigo? ¿Quién podría sostener que el vértigo no asedia toda existencia? 3 Después del examen médico-legal que puso en evidencia el carácter
patológico del acto, el procedimiento judicial iniciado por el Estado Mayor
del A.L.N. se interrumpió. 4 Esta observación nos sitúa frente a un sistema coherente que no deja nada
intacto. El verdugo que ama a los pájaros o goza en calma de una sinfonía o
de una sonata, no es sino una etapa. Posteriormente, no hay más que una
existencia que se inscribe totalmente en el plano de un sadismo radical y
absoluto. 5 Rivét es una aldea que, a partir de cierto día del año 1956, se hizo
célebre en la región de Algérois. Una noche, la aldea fue invadida por
milicianos franceses que, después de sacar de sui camas a cuarenta hombres,
los asesinaron. 6 En el curso del año 1955, los casos de este tipo fueron muy numerosos en
Argelia. Desgraciadamente no todos los enfermos tuvieron la oportunidad de
llegar al hospital. 7 Este tipo de tortura provoca gran número de muertes. Después de esos
lavados a alta presión, en efecto, la mucosa intestinal sufre lesiones
múltiples que provocan microperforaciones intestinales. Las embolias
gaseosas y las peritonitis son entonces muy frecuentes. 8 Hablamos evidentemente de argelinos que, sabiendo algo, no han confesado
bajo la tortura puesto que es sabido que todo argelino- que confiesa es
asesinado poco después. 9 El cuerpo médico debe relevarse día y noche al lado del enfermo en una
labor de explicación. Es evidente que la fórmula "forcemos un poco al
enfermo" no puede ser válidamente utilizada aquí. 10 Esta tortura preventiva se convierte, en algunas regiones, en "represión
preventiva". Fue así como en Rivet, cuando reinaba la calma, los colonos,
para no ser tomados desprevenidos (las regiones cercanas comenzaban a
agitarse) decidieron suprimir pura y simplemente a los miembros eventuales
del F.L.N.; más de cuarenta argelinos fueron asesinados en un solo día
arrancan las manos, que les estalla la cabeza, que se tragan la lengua. 11 En realidad, no es nada extraño. El conflicto no es sino el resultado de
la evolución dinámica de la personalidad, donde no podría haber un "cuerpo
extraño". Digamos más bien que se trata de un cuerpo mal integrado. 12 Citaremos también el caso de los psiquiatras pertenecientes a los grupos
"Presencia francesa" que, designados para examinar a un prisionero, tenían
la costumbre de proclamar, desde el primer contacto, su gran amistad con el
abogado defensor y de afirmar que entre ambos (el abogado y él) sacarían de
allí al prisionero. Todos los prisioneros examinados en estas condiciones
fueron guillotinados. Estos psiquiatras se jactaban frente a nosotros de esa
manera elegante de vencer las "resistencias". 13 Es sabido que en los Estados Unidos se ha desarrollado una corriente
psicosociológica. Los exponentes de esta escuela piensan que el drama del
individuo contemporáneo está contenido en el hecho de que ya no desempeña un
papel, que el mecanismo social lo limita a no ser sino una rueda. De ahí la
terapéutica propuesta para permitir al hombre que represente determinados
papeles en una verdadera actividad lúdica. Se representa cualquier papel, se
cambia inclusive de papel en un mismo día, es posible ponerse simbólicamente
en el lugar de cualquiera. Los psiquiatras de las fábricas en los Estados
Unidos hacen prodigios, según parece, con la psicoterapia de grupo de los
obreros. Se les permite, en efecto, identificarse a determinados héroes. La
tensión de las relaciones entre patronos y obreros disminuye
considerablemente. 14 Esta designación que expresa una concepción idealista es abandonada
progresivamente. En efecto, la terminología córticovisceral heredada de los
trabajos soviéticos -sobre todo de Pavlov- tiene al menos la ventaja de
poner al cerebro en su lugar, es decir, de considerarlo como la matriz donde
se elabora precisamente el psiquismo. 15 Cuanto más nos elevamos en el plano neurológico, menos se es
extrapiramidal. Como se ve, todo parecía concordar. 16 Resulta superfluo añadir que no se trata de una contracción histérica. 17 Es sabido, en efecto, que el Islam obliga a no consumir carne sin
asegurarse antes que el animal ha sido vaciado de su sangre. Por eso las
reses son degolladas. 18 Profesor A. Porot, Annales Médico-Psychologiques, 1918. 19 En boca del Decano de los Jueces de una Cámara de Argel esta agresividad
del argelino se traduce por su amor a la "fantasía". "Toda esta revuelta
-decía en 1955-, es un error considerarla política. ¡Cada cierto tiempo
tiene que salir ese amor a la barahunda que sienten!" Para el etnólogo,
establecer una serie de test y de juegos proyectivos susceptibles de
canalizar los instintos agresivos globales del indígena habría podido, en
1955-1956, detener la revolución en los Aurès. 20 Carothers, "Psychologie normale et pathologique de l'Africain", Études
Ethno-Psychwtriques. Masson. 21 Op. cit., p. 176 22 Op. cit., p. 178 23 Es claro que, además, esa identificación a la imagen producida por el
europeo era muy ambivalente. El europeo, en efecto, parecía rendir un
homenaje -igualmente ambivalente- al argelino violento, apasionado, brutal,
celoso, soberbio, orgulloso que juega con su vida por un detalle o por una
palabra, etc. Señalemos de paso que en las confrontaciones con el francés de
Francia, los europeos de Argelia tienden cada vez más a identificarse con
esta imagen del argelino por oposición al francés.
FIN DE LA OBRA
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