OTRAS PELICULAS COMPLETAS
Mi amigo Hugo |
Cazadores de utopías |
Operación Masacre | La batalla de Argel
| Resistir |
El camino hacia la muerte del viejo Reales
Los inundados |
Escuadrones de la muerte. La escuela francesa
|
Queimada |
Tire dié | Las aguas bajan turbias
Mafalda | Isidro
Velázquez, el último sapucay |
Esperando la carroza |
Crónica de un niño solo



13 de noviembre, Día del Pensamiento Nacional
Pensar la propia realidad es imprescindible para remplazar las concepciones de
la opresión externa.
Por Norberto Galasso
Si se realizase una encuesta en los tres niveles de la enseñanza en nuestro país
acerca de si existe un pensamiento nacional, resultaría muy probable que
docentes y estudiantes se extrañasen por el interrogante, y luego dirían que las
ideas no tienen nacionalidad. En principio, esto es cierto: las ideas, los
pensamientos, las concepciones son producto de la acumulación lograda por el
hombre a través de toda su historia, en distintos momentos y diversas épocas.
Más aun, no faltaría quien se burlase y contestase: ¿acaso deberíamos hablar en
guaraní, quechua o mapuche porque, entre otros, ellos fueron los pueblos
originarios del lugar que ahora habitamos? ¿Acaso deberíamos rechazar la
numeración arábiga o la romana porque no ha surgido en estas tierras? Y quizás
algún otro señalaría que "pensar en nacional" significaría pretender la
elaboración de un pensamiento nuevo a desarrollar por nosotros sobre una página
en blanco, negando el pasado de la humanidad ajeno a nosotros.
Sin embargo, esta cuestión preocupó hondamente a pensadores importantes en
distintos países, entre los cuales podríamos mencionar a Franz Fannon en
Argelia, a Mao Tse Tung en China, a José Martí en Cuba, al Haya de la Torre de
sus mejores años en el Perú, así como en la Argentina a Arturo Jauretche, Juan
José Hernández Arregui, John William Cooke y muchos más. Ello se origina en que
en los países coloniales y especialmente en los semicoloniales, la opresión
externa –política y económica– va acompañada de un sometimiento cultural que
legitima esa dominación, es decir, anula la posibilidad de pensar sobre la
propia realidad y la remplaza por aquel conjunto de ideas y concepciones propias
del dominador. El pensamiento propio, surgido de la experiencia y de la realidad
del oprimido –es decir, nacional–, apenas puede expresarse por los resquicios de
la cultura oficial impuesta, que es pensamiento nacional para el dominador pero
antinacional para el oprimido.
Con esta reflexión no pretendemos decir algo nuevo, pues la historia argentina
–como la de tantos otros países sometidos durante largos períodos– se halla
recorrida por el choque entre el pensamiento dominante (expresado en los
colegios, la nomenclatura de calles, plazas y ciudades, los medios de
comunicación, "la pedagogía de las estatuas", como lo llamaba Ricardo Rojas en
su juventud, etcétera) y el pensamiento surgido de la propia realidad
–nacional–, que pugna dificultosamente por expresarse pues ha sido amordazado
por la superestructura cultural montada para legitimar el sometimiento.
Bastaría recorrer la calle Santa Fe de esta ciudad Capital para encontrar
negocios con nombres y anuncios en inglés, u observar atentamente los nombres de
la mayoría de nuestros cines y teatros, para advertir sus nombres exóticos que,
de tanto verlos, forman el escenario natural de nuestro paisaje. A pesar de
haberse nacionalizado bastante en las últimas décadas, aún subsisten en el
fútbol, por ejemplo, los relatores –e incluso los simples simpatizantes– que
usan palabras como corner, hand o referee, como resabio de otros tiempos, cuando
debieran decir "rincón", "mano" y "árbitro", o se da el caso común de canciones
bailadas con letras no comprendidas. Asimismo, todavía escuchamos hablar de "la
puntualidad británica", "del gentleman", o una veterana artista sostiene: "Soy
rubia por fuera pero también por dentro", abominando de su origen mestizo, en la
misma línea descalificatoria de quien habla de "negros" al referirse a aquellos
que supone genéticamente condenados a ser inferiores y, por tanto, esclavos.
En algunos casos, esa extranjerización llegó a límites increíbles como el de
Victoria Ocampo, quien sostuvo que al percibir una emoción, la expresaba en el
papel en un poema en francés y luego se traducía ella misma al castellano, no
obstante que su fortuna estaba ligada profundamente al humus de esta tierra que
no sentía como propia.
Jauretche trabajó intensamente sobre este tema y se cansó de predicar que "hay
que ver el mundo desde aquí" y no al revés y que "lo nacional es lo
internacional visto por nosotros". Recién ahora entendemos que nosotros –el 12
de octubre– no descubrimos América porque éramos América, y que hablar de
descubrimiento es ver ese suceso con ojos europeos. Mucho habría para decir en
un país donde hasta una supuesta izquierda se ha manifestado como "prochina" o
ha pensado nuestra realidad como si lo hiciera desde Moscú.
Pero, en esta ocasión, bastará con reproducir unas pocas líneas escritas por
Cooke para abordar el tema: "Las ideas no son exóticas ni aborígenes, ni
extrañas, ni vernáculas. Prácticamente todas las ideas son exóticas si nos
atenemos a que no surgieron en nuestro ámbito geográfico. Si bien se mira, las
ideas son exóticas en todas partes, desde que el desarrollo de la cultura es un
proceso acumulativo de la humanidad a través de los siglos y de los pueblos.
¿Qué ideas 'nacionales' se oponen a las 'exóticas' de la revolución auténtica?
La 'economía de mercado' de Alsogaray es una creación alemana, el librecambio,
un principio de la economía clásica europea, especialmente inglesa, el
corporativismo, una modernización de las relaciones feudales. Y el cristianismo,
del que trata de valerse el orden constituido, ni siquiera es occidental: lo
difundió un judío de Medio Oriente, extremista por añadidura...
Las ideologías son síntesis no de verdades abstractas sino de fuerzas sociales y
en toda la historia existe competencia entre ideas cristalizadas del
ordenamiento vigente y las ideas que lo niegan y expresan fuerzas
contradictorias. Una concepción nacional es aquella capaz de plantear
originalmente la revolución sin trasladar mecánicamente conclusiones que fueron
válidas en otro cuadro histórico-social... Lo que hace que una ideología sea
foránea, extraña, exótica, antinacional, no es su origen sino su correspondencia
con la realidad nacional y sus necesidades. El liberalismo económico era
antinacional no porque lo inventaron los ingleses, sino porque nos ponía en
manos de ellos. El fascismo es malo no porque ha sido implantado en Alemania o
Italia, sino porque es retrógrado en cualquier parte y doblemente desastroso en
un país dependiente. Pero las ideas que sirven para el avance del país y la
libertad del pueblo son nacionales".
13/11/13 Infonews

VOLVER A CUADERNOS DE LA MEMORIA