
Cachafaz (fragmento)
NOTAS EN ESTA SECCION
Raúl Damonte Botana, alias Copi |
Cerca de la revolución |
Copi básico |
Efemeridiana | Veinte años sin
Copi
Copi, por César Aira |
Las caricaturas del joven Copi
| Las viejas
travestís | Cachafaz
ENLACE RELACIONADO
La
internacional argentina de Copi (video), Biblioteca Nacional
LECTURA RECOMENDADA
Copi o la
incomodidad, por Juan Sasturain |
El hombre del subsuelo, por Diego Manso, Revista
Eñe, 12/12/09
Copi - El uruguayo | La
patria torcida, Puig y Copi, Página|12 07/07/12 |
Copi - Las viejas travestis
Lidia Santos - Los hijos bastardos de Evita, o la literatura bajo el manto de
estrellas de la cultura de masas

  ALIAS
COPI. El escritor, dibujante y dramaturgo Raúl Damonte Botana Taborda, más
conocido como Copi, nació en Buenos Aires el 20 de noviembre de 1939 y murió en
París afectado por SIDA, el 14 de diciembre de 1987, a los 48 años.
La
obra Cachafaz es la última que escribió el autor, muerto antes de verla
representada para examinar en profundidad la obra completa de Copi,
probablemente uno de los acontecimientos más originales de la literatura
argentina de los últimos veinte años.
Pero dos milagros editoriales
precipitan la reflexión al menos sobre su obra narrativa: las reediciones de El
baile de las locas y La Internacional Argentina, dos auténticas obras maestras
(lo que no es decir demasiado: Copi sólo escribió obras maestras), publicadas
originalmente en francés y traducidas con gran solvencia al castellano de
España, opción que el mismo Copi parece haber elegido .
La madre
En El baile de las locas se lee: "me llamo Raúl Damonte, pero firmo Copi porque
así me ha llamado siempre mi madre, no sé por qué"), en el seno de una familia
llamada a brillar en la cultura criolla. Su madre era la hija menor de Natalio
Botana, el fundador y propietario del diario Crítica, casado con Salvadora
Onrubias, anarquista feminista, escritora y dramaturga que tuvo, aparentemente,
una importancia decisiva en la formación del joven escritor.
El padre
Raúl Damonte Taborda, tuvo una prominente actuación política. De hecho, los
Damonte se exiliaron en el Uruguay tras el ascenso de Perón, con el que Raúl
padre rompió relaciones luego de haber sido su hombre de confianza. También
vivieron en París, donde Copi hizo su bachillerato. Poco después, en 1962, Copi
se instaló definitivamente en aquella ciudad, el mismo año en que Fernando
Arrabal (que acababa de romper con el surrealismo, disconforme con el
autoritarismo de André Breton), Alejandro Jorodowsky y Roland Topor fundaban el
grupo de acciones teatrales Pánico.
Pánico
Copi trabajó desde el
comienzo con el grupo Pánico (actuó, incluso, en una puesta de Las criadas de
Jean Genet), al igual que Víctor García y Jorge Lavelli (responsable de
prácticamente todos los estrenos de sus piezas teatrales). Al mismo tiempo,
comenzó a vender sus dibujos en la calle, luego logró colocarlos en pequeñas
revistas, hasta llegar a su célebre tira semanal para Le Nouvel Observateur,
donde creó su personaje más famoso, La Mujer Sentada.
Escribió doce
obras teatrales, incluido el sainete en verso Cachafaz. Ya famoso como
dibujante y dramaturgo, con la novela corta El uruguayo (1972) comienza su
producción narrativa.
Publicó
cinco novelas: El baile de las locas (1976), La vida es un tango (1979,
única que escribió en castellano), La ciudad de las ratas (1979), La
Guerre des Pedés (1982, aún sin traducción al castellano) La Internacional
Argentina (1987).
Además reunió sus relatos en dos recopilaciones:
Las viejas travestís (1978, donde se incluye "El uruguayo") y Virginia Woolf
ataca de nuevo (1984). Apenas considerada por la crítica Argentina (periodística
o académica), la obra de Copi atrajo recién en los últimos años la atención
sistemática que, desde el comienzo, se merecía.
Los argumentos de Copi
son imposibles de resumir porque son casi imposibles de recordar: las
catástrofes se suceden, los personajes proliferan (liberados de toda carga
psicológica) y mutan hasta volverse irreconocibles.
En El baile de las
locas, por ejemplo, todo está sucediendo en ese Teatro Total de la
Homosexualidad a una velocidad de vértigo (travestismo, sadomasoquismo, drogas,
casamientos, amputaciones, muertes violentas), sin otra lógica que la de la
escritura como un valor puro y, a la vez, político. Esa novela es una de las más
conmovedoras historias de amor que se hayan escrito jamás, y en su desmesura y
su delirio encuentra Copi los fundamentos para pronunciar una verdad que
justifique la penosa tarea de escribir novelas a partir de historias amorosas:
"Más enamorado de mí de lo que se cree, (Pietro Gentiluomo) necesita de mi
mirada para vivir, soy ya su asesino. Bueno, asesino es una palabra fuerte, yo
no sé aún que voy a matarlo, él no sabe que yo puedo olvidarlo. Y, desde el
momento en que he empezado a escribir ya lo he matado, el movimiento hipnótico
de la Bic sobre mi libreta bloquea el recuerdo de su olor".

Entrevista concedida en París en
1971 a un estudiante que preparaba su tesis sobre la historieta. Publicada por
Página|12 el 20/01/12. |
El escritor que escribe en la novela
de Copi (y que se llama, queda dicho, como él) escribe y dibuja para sobrevivir:
entrega sus dibujos a diarios franceses y sus manuscritos a un editor que confía
en su talento a cambio del dinero que le permitirá seguir llevando el "tren de
vida" que la novela necesita para durar en el tiempo. Pero también escribe para
sobrevivir a la pena infinita de un amor perdido para siempre. No hay allí
ninguna "metafísica del autor": ese escritor odia lo que hace, pero no le queda
más remedio que seguir escribiendo y dibujando para sobreponerse, una y otra
vez, a la adversidad. Poderes de la literatura que se comparan a los poderes de
una falsa vidente a la que el protagonista terminará estrangulando: "¿Sospechará
acaso que nuestras profesiones se parecen (al menos a sus ojos), que yo también
soy un inventor de historias?".
Las historias que Copi escribe
suelen ser totales y puras (por eso se organizan alrededor de la catástrofe y la
devastación): algo que sólo puede funcionar en la lógica de la narración, nunca
en la del teatro, la del cine ni, sobre todo, la de "la vida". Una vez propuesto
un universo con sus propias leyes, todo lo que podría suceder –es decir, todo–
sucede efectivamente, hasta las resurrecciones, las trasposiciones de género,
los cambios de sexo, la pérdida y la recuperación del amor, el fin del mundo y
su recomienzo perpetuo.
La Internacional Argentina tiene, leída hoy,
tantos años después de su publicación original, poderes de videncia que
estremecen. Lo que cuenta allí Copi tiene que ver con el desarrollo de la
democracia postalfonsinista. En París, naturalmente, un oscuro millonario se
dedica a financiar las actividades espirituales y políticas de una ilusoria
comunidad de argentinos (y simpatizantes de la causa). "En el extranjero,
formando parte del grueso de las tropas que Nicanor Sigampa designaba con el
nombre de Internacional Argentina, estábamos nosotros, que habíamos huido, no de
la dictadura militar, sino de todo lo que hacía posible su existencia en la
sociedad argentina : la hipocresía católica, la corrupción administrativa, el
machismo, la fobia homosexual, la omnipresente censura hacia todo... Pero
supongo que esas categorías hoy pertenecen al pasado".
El propósito
último de Sigampa es colocar un presidente en Argentina, cargo para el cual
elige al escritor que, en la ficción, otra vez se llama Copi (aunque nada tenga
que ver con la imagen del que aparece en El baile de las locas), inspirado por
un poema juvenil, una oda maoísta que el poeta, en su madurez, aborrece. La
intriga política de La Internacional Argentina es tan delirante como el
"policial de amor" que era El baile de las locas y resulta igual de melancólica:
"Éramos todos como niños viejos que intentaran reiventar la Argentina".
Pero si hay algo que salva a la literatura de Copi de la melancolía del amor y
de la política –tristeza de la inacción y desesperación ante la historia– es ese
impulso utópico que la lleva siempre hacia adelante, hacia territorios siempre
nuevos y desconocidos, con una velocidad de vértigo y una agudeza deslumbrante.

 Cerca
de la revolución
Por Daniel
Link
Copi, sus orígenes
En 1962 se reunían en el Café de la Paix
de París el español Fernando Arrabal (que acababa de abandonar el grupo
surrealista hastiado del autoritarismo de André Breton), el chileno Alejandro
Jodorowsky y el francés Roland Topor, para fundar el grupo de acciones teatrales
Pánico (en referencia al dios Pan o Baco, el flautista ebrio de las
celebraciones colectivas), al que pronto se incorporarían Copi (recién instalado
en París, donde moriría el 14 de diciembre de 1987), Víctor García, Jorge
Lavelli y el cordobés Jérôme (née Gerónimo) Savary.
Acciones teatrales de
Pánico
Uno de los núcleos estéticos alrededor de los cuales gira la
producción teatral del grupo Pánico es lo monstruoso: una estética del freak
–con el antecedente, muy en la memoria de Topor, Jodorowsky y Arrabal, del
clásico de Tod Browning, Freaks (1932).
Arrabal, por su lado, incorpora
a la estética del grupo la tradición de los esperpentos de Valle-Inclán y las
pesadillas de Goya.
César
Aira - Copi
Texto de contratapa: Este libro recoge la transcripción de unas clases que di en
el Centro Rojas en el invierno de 1988. El público fue una veintena de
estudiantes muy jóvenes: a nuestro alrededor, los cuatro pisos del Rojas hervían
de performances, videos, cine, música, pintura, capoeira, teatro, títeres,
talleres, seminarios, cursos... Todo lo que se manifestaba parecía contiguo a su
propia invención: igual que en la obra de Copi. Esa inmediatez dio el tono de
nuestras reuniones.
El curso se llamaba "Cómo leer a Copi". Me pareció que la respuesta más
plausible era postular una especie de continuo con el que podríamos "seguir"
leyendo, a Copi o a quien sea, indefinidamente, creando un mundo que siempre
pasará a otro mundo que lo incluya, y éste a otro más... Con la hipótesis
complementaria de que todo pasaje es una transformación, ya estábamos listos
para contarnos el cuento maravilloso de Copi.
César Aira
Aira revive a Copi
Por Osvaldo Aguirre
La publicación de COPI importa, por varios motivos, una novedad. Se trata del
primer libro de ensayos de César Aira hasta ahora conocido por sus cuentos y
novelas. Se trata también, del primer título de Beatriz Viterbo Editora, sello
que tiene su sede en Rosario. La colección que inaugura ese libro se llama `EL
ESCRIBIENTE` y está reservada a la edición de ensayos. El proyecto no parece
reducirse a dar curso al "nuevo libro" de Aira, sino que apunta a situar como
objeto de lectura - es decir, de reflexión y de debate- al ensayo género, de
características difusas que no suele merecer demasiada atención a la hora de
definir políticas editoriales (aunque la intuición sobre lo que es bueno
reporte, a veces, más dinero que el olfateo de lo que es vendible).
COPI, Raúl Damonte, nació en Buenos Aires en 1939 y murió en París en 1987.
Aparte de ser dibujante de cómics, escribió once obras teatrales - algunas
interpretadas por él mismo-, cinco novelas y una serie de narraciones cortas. El
ensayo de Aira es una transcripción de cuatro conferencias dictadas durante el
invierno de 1988. "Dado que la obra de COPI es poco conocida en la Argentina -
nos explica el autor- , opté por presentarla, en sucesión más o menos
cronológica, contando y describiendo sus novelas y piezas teatrales, algunas con
todo detalle". Este procedimiento está ligado a la postulación de un "continuo",
formas de lectura que Aira extiende, virtualmente, a cualquier texto: se trata
de leer llevando "adelante" la lectura, de buscar el significado en lo que sigue
y no en lo ya leído, en lo que hace continuo y no en lo que se corta de recorrer
la horizontal del funcionamiento y no la vertical del sentido. Ahora bien: la
"transcripción" ha respetado el tono y la sintaxis del discurso oral. De ahí las
anécdotas y las digresiones, las marchas y las contramarchas, las citas
aproximadas y las improvisaciones para nada accesorias, porque en esos lugares
Aira se ocupa de cuestiones de poética (de las relaciones de sucesión en el
relato, de las diferencias entre cuento y novela, etc.) y recupera, discute y,
finalmente, acepta o rechaza materiales de la tradición (de Borges sobre todo).
Paralelamente a la vida y a la obra de COPI se muestran así las maneras del
narrador oral, que sabe atraer la atención del oyente y que sabe transmitir, con
su historia, el arte de relatar.
La forma del cuento breve, según la corriente derivada de Poe, sería la de un
hilo cuya tensión excluye adornos o digresiones, la del ensayo (de Aira), la de
una madeja que se ovilla y se desovilla en forma ininterrumpida.
El cronista cultural , julio de 1991 |
Las acciones teatrales del grupo
Pánico (descriptos por la investigadora argentina Carmen Crouzeilles) se
denominaban Efímeros Pánicos y, si bien fueron comparadas en su momento con los
happenings, hay que recordar las palabras de Copi, para quien "el happening es
algo que me hace sudar frío. Es como si alguien entrara aquí y meara en la
botella. Es odioso y vacío de historia. El happening es lo que no sucede".
Los Efímeros Pánicos, que podían
durar varias horas y hasta días, se basaban en la improvisación a partir de un
esquema argumental mínimo. La profusión de utilería (instrumentos de
odontología, miles de muñecas desmembradas, pedazos de carne) terminaba
repartiéndose entre el público. A la obsesión temática por el freak y a la idea
de celebración colectiva se sumaba, pues, toda una economía del don.
El
fin de Pánico
Disuelto el grupo Pánico (por su misma lógica
autodestructiva), sus integrantes se negaron sistemáticamente a brindar
testimonio sobre aquellos días de fiebre y peste teatral, con la sola excepción
del falso francés Jérôme Savary, quien fundó, después de los sucesos de 1968, su
compañía Grand Magic Circus.
Poco antes del Mayo francés, Víctor García
había invitado a Savary para que dirigiera la obra El laberinto, de Fernando
Arrabal, la primera en la que Copi figura como actor acreditado (ya en su
infancia argentina había participado en producciones de teatro escolar),
desempeñando un personaje que no estaba en el original: un mudo que baila un
tango con un canario gigante que pone un huevo.
Copi ya era bastante
conocido como dibujante: desde 1964 publicaba la delirante tira La mujer sentada
en Le Nouvel Observateur. Si su potencia creativa lo llevaría a convertirse en
uno de los más grandes novelistas argentinos, con obras maestras como El
uruguayo (1973), El baile de las locas (1976), La vida es un tango (1979) o La
Internacional argentina (1987), antes tenía, todavía, que convertirse en el más
grande autor teatral argentino de todos los tiempos.
Más allá del papel marginal que en
él ocupó, lo cierto es que el Grand Magic Circus comienza y termina con Copi,
como actor en El laberinto, y ya como autor en la última producción de la
compañía, la "ópera tango" Good bye Mr. Freud (1974): la madre de Sigmund es
lavandera en París. El azar la lleva al Kremlin, donde se enamora del zar de
Rusia. Luego de hacerse sodomizar por un Marx (que no es Karl) y experimentar su
primer orgasmo, huye a Chicago, donde instala un burdel.
El radicalismo
Por lo general mal leídas, las obras de Copi (que nacen del underground pero
reclaman otra escena y otros públicos) han sido destinadas al placer de unos
pocos iniciados. Así, su última pieza (la más política), se estrenó en el 1988
con el patrocinio de la Secretaría de Cultura de la Nación, lo que generó un
escándalo que hizo tambalear a un gobierno ya tambaleante.
El
radicalismo fue siempre víctima de su propia política cultural.
Pocos
meses después de la puesta en escena de Mahagonny de Brecht/ Weill en
septiembre-octubre de 1988, Alfonsín tenía que huir de aquellas mismas fuerzas
que la pieza denunciaba.
Intimidades de Cachafaz
Pocos meses
después del estreno porteño de Cachafaz, De la Rúa se tomaba un helicóptero como
consecuencia de una carnicería que, en algún punto, Cachafaz había prefigurado.
Precisamente para no convertir el teatro de Copi en un happening, para que pase
algo, Cachafaz debería representarse hoy en las asambleas barriales, las
concentraciones de piqueteros, las villas miseria y las pocas fábricas que
quedan abiertas.
Toda la obra de Copi es muy sensible a las formas, pero
particularmente Cachafaz, que parece haber sido escrita a la sombra de la
sentencia de Rubén Darío, "la forma es lo que primeramente toca a las
muchedumbres".
Cachafaz es un compendio de todas las formas posibles: una
"tragedia bárbara en dos actos y en verso", efectivamente, pero también un texto
de la gauchesca, una antología del tango, un sainete y, también, un panfleto
revolucionario.
Reescribir la gauchesca
De acuerdo con la lógica
que domina toda su obra (que es, en definitiva, la lógica de los grandes
artistas), Copi no escribe un momento de la literatura argentina sino la
literatura entera, como si con él comenzara de nuevo la literatura argentina o
como si la historia literaria no hubiera sucedido.
Cachafaz se plantea
como el comienzo del teatro, y a partir de Cachafaz habría que volver a
definirlo todo: el público, los estilos de actuación, el espacio y el tiempo
teatrales, la relación entre habla y cuerpo, las relaciones entre arte y
cultura, entre literatura y política... Está la tragedia griega y está Copi,
y en el medio no importaría qué hubo porque no hace falta. Es como si Copi (en
cada una de sus novelas, en cada una de sus obras de teatro, pero
particularmente en Cachafaz) dijera que la historia es sólo el trampolín a
partir del cual los hombres pueden dedicarse a imaginar el futuro, es decir: a
hacer la historia. Y, por cierto, está la gauchesca, en los orígenes de la
literatura argentina, y después está Copi, una vez más, como si nada hubiera
sucedido. Y de ahí la facilidad para integrar
Cachafaz en el corpus de la
gauchesca
Ya sabemos cómo ha funcionado nuestra historia literaria. Por
un lado, la canonización del género gauchesco: Martín Fierro como poema de la
patria, como poema estatal. Por el otro, la folclorización de sus versos en el
refranero ("Hacéte amigo del juez..."). En el contexto de la literatura
argentina, cada movimiento estético supone necesariamente dos pasos: ignorar el
escritor canónico y volver a la gauchesca. Borges escribe como si no hubiera
existido Lugones, pero vuelve a la gauchesca; Lamborghini y Zelarayán escriben
como si no hubiera existido Borges, pero vuelven a la gauchesca; Copi escribe
como si no hubiera existido Borges, pero vuelve a la gauchesca.
La patria
de los personajes de Cachafaz puede ser Uruguay (los hechos suceden en
Montevideo), pero la patria de la obra es la Argentina y, sobre todo, la
Argentina que debate qué forma estatal y qué lengua le conviene (la Argentina
actual). Esa lengua no es la de Uruguay, ni la de Argentina, ni la de ninguna
parte: es una lengua que no existe (como tampoco existió, antes del Martín
Fierro, esa lengua nacional). Una utopía, si se quiere, igualitarista y
revolucionaria:
 Copi
básico
Raúl Natalio Roque Damonte Botana, Copi, nació en
Buenos Aires el 22 de noviembre de 1939 y murió en París el 14 de diciembre de
1987. En la Argentina dio a conocer sus primeros dibujos e historietas y estrenó
una pieza teatral: Un ángel para la señora Lisca (1960). En 1962 se instaló
definitivamente en Francia, donde alcanzó popularidad a través de la tira
semanal La mujer sentada, que publicó en Le Nouvel Observateur desde 1964 y
hasta comienzos de los setenta. Entre sus piezas teatrales en su mayoría
escritas en francés figuran "Santa Genoveva en su bañadera" (1966), "El
cocodrilo y el té" (1966), "La jornada de una soñadora" (1968), "Eva Perón"
(1970, publicada por Adriana Hidalgo con traducción de Jorge Monteleone), "El
homosexual o la dificultad para expresarse" (1971), "Las cuatro gemelas" (1973),
"Loretta Strong" (1974), "La pirámide" (1975), "La copa del mundo" (1978), "La
sombra de Wenceslao" (en español, 1978), "Cachafaz" (en español, 1981), "LaTorre
de la Defensa" (1981), "La heladera" (1983), "Las escaleras del Sagrado Corazón"
(1984), "La noche de Madame Lucienne" (1985) y "Una visita inoportuna" (1985).
Además es autor de las novelas "El uruguayo" (1973), "El baile de las locas"
(1976), "La vida es un tango" (en español, 1979), "La ciudad de las ratas"
(1979) y "La Internacional argentina" (1987), entre otros volúmenes de
narrativa. Hasta años después de su muerte fue prácticamente ignorado en la
Argentina. En Francia recibió el Premio de la Ville de París al mejor autor
dramático. |
CACHAFAZ: Ni soy caco ni soy
pillo y soy mucho menos reo, ¡estoy en Montevideo cuna de machos
sinceros! Si me llaman Cachafaz es injusticia social, ¡nací en un
cañaveral y mi madre murió en paz! ¡Nadie me dé de matrero, mucho menos
un milico! Aunque yo nunca fui rico del mundo sé la moral. Ningún ser
nace anormal, cualquier loro tiene pico y aquí les digo y replico la
forma de lo esencial. El hombre es un animal negro, blanco, pobre o rico
con nariz o con hocico ¡pero nadie es pavo real!
La estructura de este
parlamento responde a la estructura del Martín Fierro: los versos pasan de lo
particular (la circunstancia específica de la vida de Cachafaz) a lo general (el
ser en términos absolutos). Hay, en efecto, una antropología revolucionaria en
Cachafaz (es el costado más panfletario de la pieza), pero esa antropología no
pasa sólo por la denuncia de las miserias del mundo sino por una distribución de
los géneros que, si bien es típica del universo de Copi, adquiere en Cachafaz
una grandeza hasta entonces desconocida.
Revolución y monstruos
La
anécdota de Cachafaz es sencilla: hay una pareja en el conventillo, Cachafaz y
Raulito. Afuera, los vecinos les recriminan una vida fundada en otra moral. La
policía llama a la puerta. Una y otra vez, Cachafaz y Raulito matarán a los
policías que los buscan, para carnearlos y alimentar al barrio. Líderes de una
revolución antropofágica, Cachafaz y Raulito representan, también, el escándalo
de los géneros.
Sabemos que, en el universo de Copi, Dios es (o puede
ser) un transexual.
Esa transexualidad originaria y básica es
seguramente monstruosa (y ya sabemos que Copi aprendió a valorar los monstruos
en el seno de los Efímeros Pánicos) y desafía todos los sistemas de
categorización. La imagen de Dios como imagen del hombre, en Copi, es la imagen
de un travesti o de un transexual y ése es el "teatro del mundo" a partir del
cual Copi puede pensar su arte:
CACHAFAZ: ¿Por qué no me das alpiste?
RAULITO: Porque me has tratado 'e puto CACHAFAZ: ¡Pero si vos sos un
puto! RAULITO: ¡Pero entonces Dios no existe!
Ahora bien, ¿qué
civilización, qué política, qué cultura y, sobre todo, qué arte se pueden pensar
a partir de un Dios semejante? Eso y no otra cosa es lo que Copi pretende
explicarnos. A la manera de la ciencia ficción (que deduce una realidad entera
de una premisa transformada), la obra de Copi deduce el mundo a partir de la
afirmación de que Dios es un transexual. Y porque existe esa premisa es que algo
sucede y su literatura se aleja del no-suceder, del vacío de sentido.
En
el universo Copi efectivamente es posible que dos hombres, aunque se trate de
dos hombres-rata (ver La ciudad de las ratas, 1979), procreen un hijo. Cachafaz
va mucho más allá en la ecología de los géneros que propone pero, además,
relaciona la antropología que propone con una determinada política: dice que hay
que acabar con el Estado y construirlo de nuevo.
Cachafaz y Raulito son
una pareja innombrable, dos que se constituyen en líderes revolucionarios, dos
prófugos que matan policías y se los comen. Si, de ese modo, el texto liga con
la política sangrienta de "La Refalosa" (una vez más, la gauchesca), por el otro
obliga a plantearse de nuevo el problema del monstruo como categoría política.
 Efemeridiana
18 de octubre de 1945. Concluída la manifestación popular del 17 de
octubre de 1945 al marchar por la Avenida de Mayo al pasar frente al edificio
del diario Crítica, desde el mismo disparan a la multitud, muriendo asesinado de
un tiro en la frente el militante de la ALN (Alianza Libertadora Nacionalista)
Darwin Passaponti, considerado primer mártir del movimiento peronista; alumno
del Colegio Normal Mariano Acosta, donde era delegado de la Unión Nacionalista
de Estudiantes Secundarios (UNES).
Otros dos jóvenes heridos de la Alianza Libertadora Nacionalista, murieron
varios días después y hubo 50 heridos de bala. Del bando agresor se detuvieron a
los atacantes pertenecientes al diario Crítica y se secuestraron todas las
armas.
El periodista Jorge Chinetti estaba en el diario aquel día. Muchos años después
le relató a Álvaro Abós (*1) que "...cuando terminó el acto en el que Perón
fuera repuesto en el gobierno, de la Plaza de Mayo se desprendió una columna de
la Alianza Nacionalista. Entonces vinieron a Crítica y como estaba la puerta
cerrada, juntaron en el frente una pila de sillas y de mesas de los cafés de la
cuadra, y le prendieron fuego e hicieron una inmensa hoguera. El fuego empezó a
tomar los cortinados de los pisos de arriba. Entonces, sacamos las mangueras por
la ventana, para apagarlo. Ahí los aliancistas, que estaban armados, nos
empezaron a disparar. También un pelotón de la policía montada se sumó a los
atacantes, los hicieron subir con las carabinas y tirar contra el diario, que,
dirigido por Raúl Damonte Taborda (*2), era antiperonista hasta esa fecha. Al
final nosotros disparamos, y murió un pibe nacionalista, Darwin Passaponti;
desde entonces todos los años iban para esa fecha, tiraban piedras y gritaban
'Darwin Passaponti presente' y hacían el saludo fascista".
(*1) Alvaro Abós (Bs.As., 20 Oct 1941). Se graduó de abogado y ejerció esa
profesión como asesor de sindicatos. En 1977 debió exiliarse en España y desde
entonces se dedica plenamente al periodismo y la literatura. Fundó en España la
revista Testimonio Latinoamericano (para denunciar los crimenes del Proceso).
Luego publicó trabajos en El Periódico (España), Clarín, La Nación, y El País
(Madrid).
(*2) Raúl Damonte Taborda, periodista, diputado nacional por la UCR en 1938.
Casado con la hija menor de Natalio Félix Botana Millares (Sarandí del Yí,
Durazno, Uruguay, 08 Sep 1888- Jujuy, 07 Ago 1941), luego de una agonía de dos
días producto de un accidente automovilístico; fundador del diario vespertino
Crítica el 15 Sep 1913), Georgina Botana, padres del dibujante y escritor Copi.
Al asumir la dirección del diario Crítica de su suegro Botana -fallecido en un
accidente en 1941- se aproximó al emergente coronel Perón y formó parte de su
círculo más próximo. Pero Damonte Taborda no tardó en romper con Perón y
mientras el diario Crítica fue clausurado (debido a los problemas económicos del
diario, en 1951 la familia Botana se ve obligada a venderlo, siendo comprado por
el gobierno de Perón), la familia Damonte Botana se instaló en Montevideo. Desde
Uruguay desarrolló una intensa campaña antiperonista y publicó el libro Mañana
es San Perón, que ingresó clandestinamente a la Argentina y tuvo un considerable
éxito de ventas. Tras la caída de Perón, la familia retornó al país y entre 1955
y 1958, editó el periódico Tribuna Popular donde se publicaron los primeros
dibujos del adolescente Copi (*3). Damonte Taborda apoyó luego al frondicismo. A
comienzos de la década del 70 era comentarista politico en los noticieros de
Canal 9. También publicó: Ayer fue San Perón: 12 años de humillación argentina
Buenos Aires, Gure, 1955. En cuanto al diario Crítica dejó de circular el 30 de
marzo de 1962.
(*3) Copi. Raúl Damonte Botana (Buenos Aires, 20 Nov 1939-París,14 Dic 1987).
Escritor, historietista y dramaturgo argentino. Poseía un talento precoz en el
dibujo y colaboró desde adolescente haciendo caricaturas en Tribuna Popular
(fundado por su padre) y en la revista satírica Tía Vicenta. Murió a causa del
SIDA. // Salvadora Medina Onrubia (La Plata,1894-Bs. As., 1972) narradora,
poetisa, anarquista y feminista. En 1918, comienza su actividad literaria. Fue
colaboradora de La Nación, El Hogar, Caras y Caretas y otras publicaciones.
Autora de varias de piezas dramáticas y propulsora del teatro para niños. En
1915, se casó con Natalio Botana el fundador del diario Crítica, que ella
dirigió (1946/1951) después de la muerte de su esposo. |
RAULITO: ¡La muerte la
conjuramos! ¡Somos pareja maldita! Podemos hacer comercio de nuestra
cruel condición, ¡fundemos circo ambulante al son de un buen bandoneón!
Seremos monstruos monstruosos mucho más humanos que osos y aquí se muestra
el disfraz: Raulito y Cachafaz, ¡el colmo 'e lo repelente!
Hombre
pobre, mujer rica
Qué es Raulito
No lo sabemos o no podemos
decidirlo a partir del texto, que es bien ambiguo en este punto. Raulito puede
ponerse en serie con "la Raulito" o el nombre de pila de Alfonsín, naturalmente,
fuera del universo Copi. O con Raúla, la hija natural de Borges en La
Internacional argentina.
El nombre real de Copi es Raúl Damonte, el
nombre del padre es Raúl Damonte Taborda. De modo que, a partir del nombre del
padre, Copi se propone, a lo largo de toda su obra, construir identidades nuevas
(Raúl es efectivamente lo que Copi no es ni quiere ser). En todo caso, no
sabemos cómo es el sexo de Raulito, cómo es el cuerpo de Raulito. Sabemos
–porque el texto insiste en ello– que "hace de mujer". Uno podría pensar que
Raulito es una loca:
RAULITO: ¿Puto? Pero no exageremos, soy un
poco amanerada tengo chic y tengo garbo ¡pero es porque tengo tango!
Pero también Raulito podría ser un travesti:
CACHAFAZ: ¡Mirá... Te
ponés el zorro te apoyás en un farol y no me volvés a entrar sin un
kilo de morcilla!
O un transexual:
RAULITO: ¡Acariciame las
tetas! CACHAFAZ: ¡Te las quemo con un pucho!
RAULITO: Hace un
año que lo he visto cuando me hizo una gauchada: me selló el cambio de
sexo en mi carta 'e identidad.
No sabemos cuál es el sexo de Raulito:
o es una loca o un travesti o un transexual (y las diferencias son cualitativas:
no se trata de ningún tipo de deslizamiento en línea creciente de perversión,
sino de un lugar distinto, cada vez). Así, de Raulito también se dice que anda
"vestida de maricón". Y aparece en contraposición al coro de vecinas, que son
"mujeres sin pito".
El macho
A partir de esas (monstruosas)
precisiones se desarrolla toda la ecología sexual de la pieza. El macho aparece
definido por su pobreza. La mujer, por el contrario, se define por la riqueza,
no tanto en términos propiamente económicos, sino sobre todo simbólicos: lo
único que importa del hombre es el tamaño de su pene y si puede o no tener una
erección (la pobre definición del sentido común: Prolong, Viagra).
La
hembra
Mientras que las mujeres pueden ser: mujeres con pito o mujeres
sin pito, mujeres con pito vestidas de maricón o mujeres con pito vestidas de
mujer. Esta riqueza de la mujer le otorga un valor de trascendencia superior, en
el contexto general de toda la obra de Copi, pero particularmente en Cachafaz.
Actuar para morir
El primer acto de Cachafaz es más bien conceptual o
ideológico, mientras que el segundo acto es más bien político. El primer acto
define una ideología, el segundo apela a la acción (es decir, a la política). Y
así, Cachafaz invierte el Martín Fierro, donde "La ida" es una apelación a la
acción mientras "La vuelta" es una integración a la ideología del Estado. En
Cachafaz, el adentro y el afuera (del conventillo y del Estado) se confunden, y
es la policía ("los milicos") quienes marcan ese umbral con cada una de sus
irrupciones. Cachafaz, que vuelve a empezar todo de nuevo a partir de la
tragedia, la gauchesca y una antropología monstruosa (o, lo que es lo mismo,
transgenérica), nos obliga a pensar también en los límites, bordes y umbrales
del Estado.
Por lo general los personajes de Copi son capaces de
resucitar de acuerdo con las necesidades de la trama. Que en Cachafaz los
personajes mueran definitivamente es, por lo tanto, significativo y remite al
orden de lo trágico respecto de lo cual el texto parece colocarse.
En el
final, Cachafaz y Raulito, mártires de la revolución antropofágica, son víctimas
de la metralla. Raulito le dice a su hombre: "muramosnós, se está levantando
viento" (es difícil encontrar un final mejor que éste en toda la historia de la
literatura argentina). Tal vez haya que entender esa última frase (con todo el
misterio que encierra) en relación con otro parlamento de Raulito, en el primer
acto: "¡No te excites, Cachafaz,/ que el viento viene de atrás!".
¿Qué es
un viento que viene de atrás? Un viento que viene de atrás es viento en popa, y
no hace falta saber mucho de marinería para saber que ése es un viento a favor.
Así imaginaba Copi los vientos de la historia.
Fuente: Página/12


Homenaje de Miguel Rep, contratapa
de Página|12, 28 de junio de 2011

 Las
caricaturas del joven Copi
Por Horacio Tarcus
Entre 1955 y 1958, una curiosa
figura de la política y el periodismo argentinos, Raúl Damonte Taborda, editó el
periódico Tribuna Popular. Su hijo, que en 1955, año en que es derrocado el
gobierno de Juan Domingo Perón cumplía apenas 16 años, ilustró la publicación de
su padre con sus monigotes delirantes y firmó su creación con el apodo que le
puso su madre: Copi. En 1968, diez años después de concluida la experiencia
periodística con el padre, Copi triunfó en París. Pero la del dibujante, el
escritor y el actor es otra historia, mejor conocida. Los dibujos rescatados
aquí de Tribuna Popular son una buena excusa para saber algo de la historia casi
desconocida del joven Copi.
Raúl Damonte (1939-1987), más conocido como
Copi, fue hijo de Damonte Taborda y de Georgina Botana, hija de Natalio Botana,
el fundador del diario Crítica. Damonte Taborda era un político radical, que
llegó a ser diputado nacional en 1938 y una de las figuras del frente
político-intelectual del antifascismo argentino. Estas credenciales liberales no
impidieron, mientras asumió la dirección del diario de su suegro Botana—
fallecido en un accidente de autos en 1941—, aproximarse al emergente coronel
Perón y llegar a formar parte de su círculo más próximo. Pero Damonte Taborda no
tardó en romper con Perón, y mientras el diario Crítica era prohibido, la
familia Damonte Taborda/Botana, llevando consigo al pequeño Copi, se instaló en
Montevideo y luego en París.
De exilios y delirios
Desde el extranjero, el padre de
Copi desarrolló una intensa y furibunda campaña antiperonista y publicó el libro
Mañana es San Perón, que ingresó clandestinamente a la Argentina desde el
Uruguay, alcanzando un considerable éxito de ventas. Tras la caída de Perón, la
familia retornó al país. Damonte Taborda, entonces, lanzó el periódico Tribuna
Popular, con el aporte del Copi adolescente para los dibujos y para la redacción
de algunos textos de humor que, si bien no llevaban su firma, delataban ya el
humor delirante de Copi.
El destino de Tribuna Popular
reflejó la rápida disgregación del frente antiperonista, tras el golpe militar
de 1955 dado por el general Eduardo Lonardi y el almirante Isaac Rojas. Damonte
Taborda era un furibundo antiperonista, sin embargo, a lo largo de los cuatro
años de vida del periódico, desarrolló una intensa campaña a favor de la
normalización democrática y en contra de la continuidad del gobierno militar.
Como puede desprenderse de los dibujos de Copi, el períodico cuestionó todas las
iniciativas de la dictadura del 55, como la convocatoria de una Junta
Consultiva, integrada por los diversos partidos democráticos; el llamado a una
Convención Constituyente para revocar la Constitución peronista de 1949 o la
política económica, que califica reiteradamente de "entreguista" frente a los
capitales extranjeros. El periódico terminó alineándose con el movimiento que
lideró Arturo Frondizi, y acompañó su campaña electoral y su ascenso al poder.
Estas y otras vicisitudes de la vida
del padre de Copi— que además de político y periodista era un orador inspirado y
artista plástico— convirtieron a este hombre, hoy olvidado, en un verdadero
personaje de aquellos años. La rama materna de Copi tuvo también un sello
extravagante: por su madre, la "China" Botana, y sobre todo, por su abuela, la
anarquista y burguesa Salvadora Medina Onrubia, que aparece en muchos relatos de
Copi como una anciana erotómana. Tanto estos personajes familiares, así como la
caótica situación del país que le tocó vivir con intensidad por aquellos años
—peronismo, antiperonismo, exilio, retorno, oposición a la Revolución
Libertadora, violencia, inestabilidad, crisis— fueron los principales insumos de
la obra que Copi desarrolló en Europa, desde El uruguayo, pasando por La guerra
de las mariquitas, Eva Perón y La vida es un tango, hasta La internacional
argentina.
En estos dibujos de la adolescencia y la juventud, que se
reproducen aquí, es posible reconocer ciertos rasgos del estilo de Copi, pero
todavía no campea en ellos la síntesis posterior, característica en la tira de
La mujer sentada que le dio reconocimiento internacional. Aparece, no obstante,
un antecedente de ésta: la "mujer sentada" es aquí a veces la representación
femenina de la Argentina, o de la Democracia, con su gorro frigio. Otro
personaje recurrente es la niña del gran moño en la cabeza, que en uno de los
dibujos está por encender la "bomba" del plan que propone al gobierno militar el
economista Raúl Prebisch. También reaparece una y otra vez, al margen de las
viñetas y sin voz, un grupo que indios que funcionan como espectadores pasivos y
parecen representar el pueblo que asiste al espectáculo del poder.
Pero
el primer personaje que creó Copi en esos años fue Gastón, el perro oligarca,
que se repitió a través de sucesivos números del periódico, y que le permitió
desplegar una crítica mordaz de la ideología conservadora del gobierno militar
de la llamada "Revolución Libertadora". Otros personajes que aparecen son
pájaros, gorilas y generales. Uno de los blancos predilectos fue el presidente
de facto Pedro Aramburu y su vice Rojas, que muchas veces son dibujados como
Luis XVI y María Antonieta, con los atuendos y los símbolos de la monarquía
absoluta.
La sátira es mordaz, y parecen haberse conjugado el espíritu
cáustico del joven con el posicionamiento político de oposición global al
gobierno de la Revolución Libertadora por parte del padre. Por eso, la Junta
Consultiva o la Convención Constituyente son dibujadas como dos damas decrépitas
de la oligarquía. La Constituyente también es representada como un caballo que
apenas se sostiene en pie, construido con los remaches de las figuras del poder
militar, de los viejos partidos en crisis o con los símbolos del "entreguismo"
económico (CADE, Standard Oil). Sobre una de sus patas, el caballo aplasta un
ejemplar de la Ley Sáenz Peña.
En cuanto al estilo del dibujo
humorístico de Copi, vale la pena recordar lo señalado por César Aira hace
algunos años: "Copi se atreve. Se atreve a todo. Ese es su último y definitivo
extremismo. Por ejemplo, no sabe dibujar y dibuja". Y nos recuerda, a propósito,
la frase de Picasso: "Me llevó toda la vida aprender a dibujar como un niño",
para rescatar ese don de los niños, esa felicidad improvisatoria. En ese
sentido, podríamos decir que Copi se inscribe en una línea que remite a otros
maestros geniales que, como dice Aira, "no saben dibujar": Chamico, Oski o
Landrú.
Fuente: Clarín, 08/07/01

 Veinte
años sin Copi
Por Susana
Villalba Fuente
Autor sin temas prohibidos
Fue un argentino en
París. Dramaturgo, autor de novelas, historietista. Su obra "Eva Perón" generó
escándalos. ESCRIBIO HASTA EL FINAL COPI TIENE 16 OBRAS DE TEATRO Y 6 NOVELAS.
Veinte años atrás, el 14 de diciembre de 1987, moría, en París, Copi, Raúl
Natalio Damonte, tres días después de recibir el Premio de la Ville al Mejor
Autor Dramático. Fue un dramaturgo exitoso aunque no en todas sus obras hay (o
no a la vista) la sutileza de La mujer sentada, historieta que creó en el 64
para Le nouvel observateur y aquí se podía disfrutar en la revista Confirmado.
Su figura está asociada a un carnavalismo que hoy, a través de la masividad de
la televisión, cambia de signo: Florencia de la Ve contribuye a la "aceptación"
del travestismo pero sus personajes desean ser como todos. Copi, en cambio,
elegía la marginalidad como resistencia y en la supuesta normalidad revelaba un
monstruo a lo Goya.
Para comprenderlo mejor habría que remontarse a Mayo
de 1968 en París. El narrador Raúl Escari lo conoció durante la asamblea para la
toma del Pabellón Argentino de la Ciudad Universitaria. "Insistía -cuenta- en la
toma esa misma noche y no al día siguiente como se estaba votando, porque era
desaforado y cambiante como sus obras, la escena mañana sería otra, como en sus
novelas".
La libertad de la diferencia era una reivindicación
fundamental, la revolución pasaba por cambiar las buenas costumbres, la obra de
Copi es esa militancia festiva. También la de pelearle al arte la supremacía del
buen gusto de clase.
Según
Escari, "después de haber leído en su adolescencia todo lo que se debe, no leyó
más". Hay que situarlo, además, en un París de teatro en plazas y cafés-concert,
de sátira y happening. Como actor -oficio que le gustaba más que escribir,
dibujar y dirigir- comenzó apenas llegado a París en 1962 con el grupo Pánico
que Arrabal, Jodorosky y Topor crearon para recuperar el espíritu del
surrealismo y del esperpento, y al que se sumó Jorge Lavelli, quien a partir de
1966 dirigió las obras de Copi. También actuó con Savary en el Grand Magic
Circus.
Arrastró siempre algo de Botana -
su abuelo fundador del
diario Crítica-; de Damonte Taborda -su padre diputado-, de Onrubia -su abuela
dramaturga, anarquista, feminista- y de la China -su madre- quien lo había
bautizado como Copi.
Adolescente, ya había escrito las obras El general
Poder y Un ángel para la señora Lisca que se estrenó en Buenos Aires en 1960.
Sus historietas comenzaron en Tía Vicenta y en el periódico Tribuna popular,
dirigido por su padre, con una caricatura del perro Gastón, parodia de la
llamada Revolución Libertadora. Lo que muestra que su Eva Perón, que le ganó el
repudio en nuestro país, si bien con algún cliché ("las joyas de la señora") no
surgió del "gorilismo" sino de un carnaval que revuelve para repensar: que Evita
escamoteaba su muerte como sabiendo lo que ocurriría con su cadáver o que Perón
no llegaba a las últimas consecuencias de sus palabras. Algo similar intentaron
Lamborghini y Perlongher, paralelos posibles, además de Puig.
Durante el
estreno
de Eva Perón en Francia, en 1970 con puesta de Alfredo Arias, no
sólo para los críticos franceses resultó una pesadilla, el teatro L' Epée de
Bois sufrió un atentado a manos de argentinos ofendidos, sobre todo por Evita
interpretada por un travesti. Copi fue declarado no grato en nuestro país.
Además de meterse con heridas no resueltas,
sus siguientes obras y
novelas fueron escritas mayormente durante la última dictadura; tampoco se nos
hizo accesible, más después de declarar en España: "los militares son todos
maricas, basta ver a sus mujeres". Cuando estrenó en Francia La copa del mundo,
en 1978, aquí se declaró que nos denigraba internacionalmente. Recién en los 80
es posible el Parakultural, donde se podría haber interpretado su novela de
1982: La guerra de las mariquitas.
Sin embargo, aún en democracia, el
apoyo a una de sus obras le valió críticas airadas al gobierno de Alfonsin.
También cuando en el 1994 Miguel Pittier dramatizó la historieta Las viejas
putas, Neustadt denostó el apoyo de la Universidad (Centro Cultural R. Rojas).
Es muy reciente, entonces, la edición de Eva Perón. Escrita originalmente en
francés, como casi todo lo suyo, según el traductor, Monteleone, porque
distanciándose de su lengua objetivaba sus vivencias. La misma editorial,
Adriana Hidalgo, publicó las obras escritas en castellano y en tono de
parodia-homenaje al gauchesco: Cachafaz y La sombra de Wenceslao.
La
internacional argentina, su novela póstuma, da nombre ahora a una librería en
Palermo. Pero aún conocemos más bien poco a Copi. Marilú Marini trajo La mujer
sentada, en versión dramática de Alfredo Arias, y se montaron Le frigó, La noche
de la rata (o de Mme. Lucienne), Una visita inoportuna (Premio Molière en
Francia), La pirámide, El homosexual y una versión teatral de La ciudad de las
ratas. Aún quedan todavía muchas de sus obras por traducir y realizar: escribió
16, 6 novelas y dos libros de relatos y creó 7 personajes de historietas

 Copi
Por César Aira
[Fragmento de COPI, libro del cual
dice César Aira: "Este libro recoge la transcripción de unas clases que di en el
Centro Rojas en el invierno de 1988. El público fue una veintena de estudiantes
muy jóvenes. A nuestro alrededor, los cuatro pisos del Rojas hervían de
performances, videos, cine, música, pintura, capoeira, teatro, títeres,
talleres, seminarios, cursos... Todo lo que se manifestaba parecía contiguo a su
propia invención: igual que en la obra de Copi. Esa inmediatez dio el tono de
nuestras reuniones. El curso se llamaba “Cómo leer a Copi”. Me pareció que la
respuesta más plausible era postular una especie de continuo con el que
podríamos “seguir” leyendo a Copi o a quien sea, indefinidamente, creando un
mundo que lo incluya, y éste a otro más... Con la hipótesis complementaria de
que todo pasaje es una transformación, ya estábamos listos para contarnos el
cuento maravilloso de Copi", publicó Beatriz Viterbo Editora, 1º edición 1991,
2º 2003]
Copi
Copi, Raúl Damonte, nació en Buenos
Aires en 1939. Su padre, Raúl Damonte Taborda, tuvo una prominente y
controvertida actuación política; también era pintor de talento. Su madre era la
hija menor de Natalio Botana, el legendario fundador y propietario del diario
Crítica; la esposa de éste, Salvadora Onrubias, anarquista feminista, fue
dramaturga y tuvo influencia sobre su nieto. De la historia de los Botana,
extravagante, trágica y central en la historia reciente argentina, hay un buen
relato, aunque parcial, en las Memorias del tío de Copi, Helvio Botana. Los
Damonte se exiliaron en el Uruguay tras el ascenso de Perón, con el que Raúl
Damonte rompió relaciones después de haber sido su hombre de confianza. También
vivieron en París, donde Copi hizo su bachillerato.
En 1962 se instaló definitivamente en París (volvería a Buenos Aires sólo en dos
oportunidades, en 1968 y poco antes de morir, en 1987). Comenzó vendiendo sus
dibujos en la calle, y luego los publicó en Twenty y Bizarre, de donde pasó a Le
Nouvel Observateur, donde creó su más famoso personaje de comic, "la mujer
sentada". También colaboró en Charlie Hebdo, Linus y Hara Kiri, en esta última
también con cuentos y una novela en folletín. Además de la mujer sentada, creó
otros personajes de comic: Libérett, de muy corta vida, para el diario
Libération, y Kang, un canguro. Sus dibujos fueron reunidos en varios álbumes:
Copi, Les poulets n'ont pas de chaise, Le Dernier Salón ou l'on cause, Pourquoi
j'ai pas une banane, Du cóté des violés, Les Vieilles Putes, La Femme assise.
Su actividad de dramaturgo y actor se inició con un sketch en el Centre
Américain, Sainte Geneviève dans sa baignoire. Su primera pieza es de 1968: La
journée d'une rêveuse, puesta en escena por el argentino Jorge Lavelli, al que
Copi seguiría ligado en adelante. Escribió once obras teatrales, la última
estrenada pocos meses después de su muerte, más un sainete en verso, en
castellano, que permanece inédito. Dos de ellas son unipersonales que representó
él mismo con éxito; era extraordinario actor travestí, en francés e italiano, y
no sólo de obras suyas; en una gira por Italia actuó en Las Criadas de Genet.
Con la breve novela L'Uruguayen(1972), inicia su producción narrativa. Publicó
cinco novelas: Le Bal des Folies (1976), La Vida es un Tango (1979, la única
escrita en castellano), La Cité des Rats A 979), La Guerre des Pedes (1982) y
L'Internationale Argentine (1987), más dos recopilaciones de narraciones cortas,
Une Langouste pour deux (1978) y Virginia Woolf a encore frappé (1984).
Murió en París el 14 de diciembre de 1987, a los cuarenta y ocho años.
Empecemos, si les parece, por esta intrigante novelita, El Uruguayo, que es el
primer experimento puramente narrativo de Copi. Se publicó en 1972. Copi ya era
famoso como dibujante y dramaturgo, lo que nos tienta a considerar El Uruguayo
como un umbral entre el comic-teatro y la novela. Claro que hay un umbral previo
entre comic y teatro. Los dibujos de Copi ya eran un proto-teatro, pero al
parecer el teatro propiamente dicho estuvo antes. No sólo biográficamente (había
escrito y representado piezas en su adolescencia en Buenos Aires) sino pórque
sus comics postulan una idea teatral, a contracorriente del comic que ha
prevalecido, de tipo cinematográfico, con montaje temporal y espacial. Copi
adhiere al tiempo real y al punto de vista fijo. El umbral entre comic y teatro
es débil, entonces, menos marcado que el pasaje al relato. Pero esta diferencia
de intensidad indica apenas una puesta en perspectiva, que puede variar según el
punto de vista. Porque son precedencias flotantes. El umbral, los umbrales,
están dentro de la obra de Copi y la constituyen. Y el cambio de un medio a otro
es apenas uno entre una proliferación de pasajes: entre los sexos, entre lo
humano y lo animal, entre el niño y el adulto, entre la vida y la muerte.
El relato también había estado antes; la invención de la historia es esencial en
Copi. La falta de relato, la emergencia desnuda y fulminante de la imagen o la
realidad, lo asquea. El arte no es instantáneo. Un periodista lo interrogaba
sobre su relación con el happening de los años sesenta: "Me han vinculado con el
happening. El happening es algo que me hace sudar frío. Es como si alguien
entrara aquí y meara en la botella. Es odioso y vacío de historia. El happening,
es lo que no sucede." Antes de la emergencia de cualquier resultado artístico
debe haber un relato como procedimiento. "Lo que sucede", es una historia. El
tiempo ritualizado del teatro (o del comic) es el despliegue de una historia, o
no es nada. Si no hay historia que desplegar, no puede haber tiempo. El tiempo
es el trabajo del arte, y la historia su respaldo o garantía. Como ven, se trata
de una ética de la invención, en la que Copi fue muy estricto.
El dibujo, aun el dibujo suelto, no explícitamente narrativo, contiene un
relato. El dibujo es a priori la figura de una inclusión: el tiempo queda
envuelto en el espacio como la historia en el dibujo. La virtualidad del espacio
en el dibujo contamina la realidad irreductible del tiempo, a la que Copi, por
principio, no renuncia nunca. De esto nos ocuparemos todo el tiempo. Por ahora
digamos que en el comic hay una inclusión obvia; los dibujos encierran un
relato. Al revés, es menos obvio: en todo relato hay una sucesión virtual de
dibujos, un Imaginario que emana del cuerpo del autor. El dibujo es la huella
del gesto de asir ese imaginario. El relato propiamente dicho sale a luz para
crear la virtualidad, y lo hace mediante un dominio del tiempo o ritmo de
emisión. Lo que empezó a hacer Copi a partir del Uruguayo es invertir esa
inclusión obvia, o mejor dicho lo obvio de esa inclusión. Al hacerse real por
ambos extremos, al recurrir Copi a la literatura como trabajo efectuado, la
inclusión mutua de relato y dibujo queda a su vez dentro de su posibilidad.
Aparece entonces esa perspectiva que define a Copi, que lo hace único.

Revista Triunfo, España, 18 de abril de 1970 |
El resultado, a simple vista, no
tiene nada de este juego de avatares. El Uruguayo impresiona en primer lugar
como narración. Narración lineal, sucesiva, de cosas que suceden y se suceden.
El relato en la civilización empieza siendo eso: qué pasa después. Y después.
Pero esa sucesión está cubierta por un tiempo heterogéneo no sucesivo, un
presente absoluto, el de la voz que está contando. Ante un Profesor francés,
presumiblemente sentado, aparece alguien que cuenta sus aventuras. No es un
pollo, es algo más insólito: un "uruguayo". Se materializa para contar, para
contar algo que le ha sucedido, y que también ha inventado. Porque al realismo
del relato lo precede la invención de la vida. Para que alguien pueda contar una
aventura, antes tiene que haberla inventado, por ejemplo viviéndola. Aquí
también hay una inclusión: dentro del realismo, la invención. En Copi esta
inclusión está siempre vinculada al tiempo: dentro del realismo de lo que pasa,
está la invención de lo que pasó. Como digo, El Uruguayo tiene algo de relato
primitivo, primordial. Su extrañeza puede parecemos muy moderna, muy
avant-garde, pero eso puede no ser más que un espejismo provocado por la
decadencia del arte del relato en nuestra época. Walter Benjamin, en su ensayo
sobre Leskov, dijo que el lugar del relato en la civilización contemporánea lo
ha ido usurpando la información. La información es el relato explicado, con la
explicación inmanente (por contextualización, verosimilización, etc.). El relato
en sí, al que nos hemos desacostumbrado, está químicamente libre de explicación.
Recuerden el ejemplo que da Benjamin de relato puro, la historia, en Heródoto,
del rey vencido y prisionero que ve impasible a sus hijos y ministros
esclavizados, pero llora al divisar a un viejo servidor suyo ahora cautivo del
enemigo. Heródoto se abstiene de decirnos los motivos de este llanto desplazado;
o más bien se toma el trabajo de indicarnos es sutilmente que los desconoce, y
que debemos desconocerlos nosotros también para que el relato funcione. Porque
el relato, siempre lo es de algo inexplicable. El arte de la narración decae en
la medida en que incorpora la explicación.
La contracara de esta decadencia es el surgimiento de la crítica literaria como
género, incluso como género absorbente y exclusivo. La obra de Barthes (y la
novela que se proponía escribir) es el mito de este proceso. Que también es el
fundamento de buena parte de la novela contemporánea: la explicación como
parálisis o derrumbe sensorio-motor de los personajes del relato, o a la inversa
(como en Robbe-Grillet), la falta de explicación como falta o destrucción del
relato. O bien las alternativas de explicación causal en Proust, cuando enumera
durante páginas enteras los motivos que pudo tener alguien para hacer algo que
hizo: son un efecto de su perplejidad ante un género, el relato, que ha dejado
de existir por la proliferación explicativa pero que sigue siendo la razón
oculta y como enterrada de su trabajo, ya de por sí una arqueología.
Y otro efecto, el que nos importa aquí: la ruptura violenta del verosímil como
recurso extremo contra la envoltura de la explicación. "Prefiero lo sobrenatural
al azar", dice Copi. El azar es explicación pura, el avatar final de la
información, que lo tiene por objeto privilegiado.
El reino de la explicación es el de la sucesión causal, que crea y garantiza el
tiempo. El relato reemplaza esta sucesión por otra, por una intrigante e
inverosímil sucesión no-causal. Si imaginamos un mundo como el de Hume, en el
que si arrojo un jarrón contra la pared, y el jarrón se rompe, no hay ninguna
relación necesaria entre un hecho y otro, sino una pura sucesión de espectáculos
inconexos, que podría darse al revés, y sólo está la repetición para crear la
ilusión de causa... estamos en un mundo de teatro y dibujo, el mundo de Copi.
Vamos al Uruguayo. Es una carta. Hay un corresponsal en tierras extrañas, mucho
más extrañas que la Normandía que el remitente y el destinatario han recorrido
juntos antaño: el Uruguay. No dice cómo ni por qué ha ido allí. Simplemente está
en el Uruguay. Es un uruguayo.
Ahora bien, ¿qué es el Uruguay? Esto ya es más complicado. No hay cosa más rara
que el Uruguay, un país yuxtapuesto, que no es del todo un país por su relación
de parte a todo con la Argentina, país margen (Borges jamás lo llamó Uruguay,
siempre "banda oriental"), una soberanía puesta en el espacio, pero subrayando
sólo el espacio. Y eso se comprime, como un concepto. Se comprime hasta salir de
la geografía, y empezar a funcionar en otros sistemas, por ejemplo el literario.
En el Uruguay nacieron tres de los más grandes poetas franceses. ¿Conocen el
poema de Murilo Mendes? O Uruguai é um belo país da América do Sul, limitado ao
norte por Lautréamont, ao sul por Lqforgue, a leste por Supervielle. (O pais nao
tem oeste.) Etc.
La ontología del Uruguay, la hizo Borges. Recuerden su comentario a The Purple
Land, la novela de Hudson que cuenta un viaje cruzando de norte a sur todo el
Uruguay. Borges dice que es la mejor novela argentina. Pues el Uruguay es el
locus del realismo argentino, la escena donde se representa la realidad de la
Argentina —que no se representa en la Argentina, la patria por excelencia de la
representación. El Uruguay es una Argentina miniaturizada, es decir objeto
artístico a priori. Por otro lado, el Uruguay se ajusta a la teoría borgeana del
realismo. Él decía que la acción de sus cuentos prefería ubicarla en una época
no demasiado próxima al presente, para que los lectores no pudieran encontrar
defectos de realismo, pero tampoco demasiado alejada, para que no los
encontraran los historiadores. Unos cincuenta o sesenta años. Sólo algún viejo
improbable estaría en condiciones de localizar un error... En una palabra, para
Borges la ficción es lo inverificable. Traspuesto el método del tiempo al
espacio, el Uruguay resulta el paisaje obligado del escritor argentino. Digamos
que si Borges es el teórico de esta situación, Onetti es su poeta.
Entre paréntesis (creo que éste ya está dentro de otro, pero no importa, porque
seguimos con Copi) recuerdo el epígrafe de Rayuela: "Nada mata a un hombre como
obligarlo a representar un país". Los países-representación son a su vez
representados por hombres. Nunca un hombre representa tan cabalmente a un país
como en la guerra: ahí muere de veras por hacerlo. Esa es la violencia del
exilio. El Uruguay, donde los padres de Copi estuvieron exiliados, ofrece en ese
sentido una solución peculiar para argentinos.
Pero sigamos con el Uruguayo. Las primeras páginas son una suerte de descripción
de viajero o etnólogo. Eso también es propio del nacimiento del relato: como si
el primer relato, el primigenio, o la función a la que obedece, fuera la
rendición de cuentas de un pueblo o paisaje lejanos. Walter Benjamin, en el
ensayo al que me he referido, hace surgir al relato de una doble raíz: las
tradiciones de un lugar, las más enraizadas (a cargo de los artesanos) y las
noticias de tierras lejanas, traídas por los mercaderes. Artesanos y mercaderes.
Quizás el relato, o la ficción, nace del conflicto de ambas fuentes. Su fusión
fue la gran contribución de la novela inglesa, tan grande que llegó a dar su
color propio a lo que entendemos por novela: una especie de etnología de las
tribus exóticas que son los ingleses mismos. Es el encanto de Jane Austen. Una
lejanía inmediata, ready-made. El telescopio invertido, del que procede la
miniatura. (Más adelante, a medida que abandona su exotismo, Copi acentúa su
estilo inglés.)
Pero si nos atenemos a la dogmática de los géneros de la prosa, ¿cómo podemos
decir que el relato originario es una descripción? Sucede que en toda
descripción hay implícito un relato: el del viaje que debió hacer el autor para
encontrarse frente al objeto que describe. Viaje largo o breve, alrededor del
mundo o sin moverse de una silla; viaje, además, en el espacio o en el tiempo, o
en los dos.
El viaje se reproduce en el lector, y ésa es la génesis de la lectura. Es como
en el final de Maldoror, si no me creen, vayan ustedes mismos a verlo. Eso puede
decirse de todo relato. Haciendo un viaje lo bastante largo, cualquiera puede
llegar. Y verificar. Esa verificación, que Borges cultivó más que nadie negando
su cortocircuito temático, generaliza la literatura, con lo que llegamos al otro
extremo de Lautréamont: la poesía debe ser hecha por todos, no por uno.
Con estos preliminares algo sinuosos, hemos llegado a tres de los temas
centrales de Copi: el pasaje del tiempo al espacio; las inclusiones; y la
distancia, la distancia entre autor y lector, que se franquea con un pasaje del
tiempo al espacio, previamente incluidos uno en el otro.
Pues bien, Copi está en Montevideo, con su perro Lambetta, con el que juega en
la playa. Hace vida de turista. Y en la carta que escribe se ocupa de describir
las costumbres de los uruguayos respecto de la ocupación de los lugares. Que es
como decir el sistema uruguayo de dibujo-del-mundo. Y el exorcismo de los dobles
(el teatro). Y la amenaza de muerte, lo latente: pues a los uruguayos les
corresponde la pena capital cuarido dos de ellos pronuncian una misma palabra. Y
la amistad del perro. "Entré en un estanco con mi perro. Había entrado a comprar
cigarrillos y mi perro lo había hecho por acompañarme (es poco fumador)." En esa
frase está in nuce toda la relación tan peculiar de Copi con el mundo animal.
En éste comienzo, que evoca irresistiblemente a Felisberto Hernández, al que es
probable que Copi haya leído en su juventud, ya está todo lo suyo: el dibujo, el
teatro, la muerte, los animales. Pero está un poco mecánicamente, a la manera de
un catálogo. Después Copi lo haría mucho mejor, al incluir el elemento que falta
aquí: el continuo que lo une todo.
Claro es que no se demora mucho en prolegómenos. Porque Lambetta hace un pozo en
la playa y desaparece. De inmediato sobreviene un cataclismo, y la arena cubre
la ciudad. El relato empieza. Copi nunca se demora mucho. Esa es otra de sus
cualidades (y de sus temas): la velocidad. A la que se une la facilidad. Es
sublime en esa veloz falta de esfuerzo, en la que Ruskin veía la marca del
artista verdadero.
Ya
lo tenemos como único sobreviviente en una ciudad cubierta por la arena. ¿Qué
hacer? Dibuja la ciudad en la arena, con lo que el comic vuelve a la superficie,
reificado. Incluidos los rótulos: al dibujo de una casa le agrega la palabra
CASA, al de un perro PERRO. Un dibujante argentino dijo una vez que el comic es
el arte de la rúbrica y la redundancia: cada cosa se dice dos veces, o tres, y
ésa es la condición de que hable. La literatura es más bien alusiva, o por lo
menos no-redundante. Aunque sólo interiormente; cuando se la toma como una
práctica social entre otras, es redundante.
¿Pero por qué hacer estos dibujos? No hay ninguna necesidad, ni temática ni
estructural, para que el personaje los haga. Y sin embargo, debe hacerlos por un
motivo esencial al relato: para continuar. Las cosas se siguen haciendo para que
no haya blancos. Que sean absurdas, muestra mejor que su función es dar
continuación a lo anterior. El absurdo pleno, por supuesto, sólo puede ser
retroactivo. Respecto de lo que sucede después, en cambio, lo absurdo es un
antecedente como cualquier otro. Cuando reaparezca la ciudad, al retirarse la
arena, tendrá la marca del comic, y habrá una necesidad. Por eso el absurdo no
puede prolongarse mucho en un mismo relato: porque crea un mundo, como lo crea
todo.
Del pozo donde desapareció Lambetta empiezan a salir pollos que al alejarse se
asan solos; de ellos se alimenta, opíparamente (y de los deliciosos huevos que
ponen cuando son gallinas, y que se fríen de sólo caer al suelo) el narrador. En
esto hay dos cosas que observar: primero, la reutilización de un elemento que ya
sirvió al relato. El pozo fue primero el medio de sacar de escena al perro,
ahora es fuente de alimento. Copi se aleja del puro relato lineal que es puro
avance aun en sus vueltas. Segundo: la delicadeza en la protección del
personaje. Porque bien habría podido dejarlo ayunar. A ustedes les sorprendería
saber cuánto hacen los novelistas por tener cómodos, abrigados, alimentados y
contentos a sus personajes. Esa magia protectora es buena parte del arte del
narrador. (Si se agrega la violencia de lo real que contrarresta esta magia, es
todo el arte del narrador.)
Una mañana Copi se despierta y su cuarto está lleno de militares. Una escena
típicamente onírica. Pero aquí lo onírico, que siempre tiende a colorear el todo
(es el elemento contaminante por excelencia, la mancha de aceite) está usado
como un color más en la paleta del autor. Se lo puede hacer a un lado
limpiamente un párrafo después, y no es uno de los milagros menores del
Uruguayo, y de toda la obra de Copi. Volveremos sobre este costado anti-onírico.
Efectivamente, poco después Copi está solo en Montevideo; los militares, uno de
los cuales es el Presidente del Uruguay, han muerto todos en un bombardeo en la
playa, y la niñita, otra sobreviviente, aparece salvajemente asesinada en la
cama del narrador; esto último es un anticipo de un leit-motiv de la narrativa
de Copi, el crimen horrendo cometido en un lapso de amnesia. Está solo, y
lógicamente hace vida de Robinson urbano. Es la utopía de la soledad mágica en
la gran ciudad llena de placeres que podríamos disfrutar si sólo no hubiera
nadie. Del nonsense onírico hemos pasado a lo ultra razonable de la fantasía
diurna.
Entre ambos, entre el sueño y la razón, aparece un mediador: el surrealismo. "En
el interior del maldito avión he colocado una mesa Knoll que he comprado en las
galerías Montevideo y sobre la mesa he puesto un cepillo de dientes y un guante
(sé que esto es un poco surrealista pero me divierte, por otra parte aquí me río
de las modas)."
El surrealismo es una alusión a la invención, al trabajo que corre por debajo de
la aventura. De ahí surgen poco después, del modo más natural, los poderes
psíquicos del protagonista, que más adelante lo llevarán a su canonización.
Como ven, y a pesar de que este resumen que estoy haciendo podría parecer una
sucesión de escenas sueltas, todo está encadenado. Es un hilo que no se corta un
instante. O mejor dicho, se corta sin hacerlo, cuando el narrador se cansa, por
ese día, de escribir su carta: "Buenas noches. Buenos días." Recomienza al día
siguiente, donde había quedado. La interrupción se vuelve fantasmática, entre
ficción y realidad, no hace más que subrayar la falta de interrupción.
El párrafo único del que consiste todo el relato cumple la función de "forma de
contenido". Todos los cuentos de Copi, y los capítulos de sus novelas, serán
párrafos únicos. Y toda su ficción será un continuo. El teatro lo es de por sí,
al suceder en el tiempo real. Es el continuo: el día de Bloom, las sesiones
unitarias de escritura de Kafka, la edición en un solo volumen y sin punto
aparte que soñaba Proust para su libro. Volveremos sobre este punto (si es que
acaso tocamos otro).
Después de la muerte, la resurrección. Los uruguayos empiezan a volver a la
vida, como momias defectuosas, estúpidas, insoportables.
El continuo vuelve a funcionar a pleno. Copi se ha demorado apenas unas pocas
páginas en su utopía de soledad. Los grandes bloques del imaginario, en los que
otros escritores pueden quedarse a vivir, para él son apenas estaciones,
palabras en su discurso.
¿A quién recurrir en busca de protección contra los uruguayos-momias? Al
Presidente, por supuesto. Que haya muerto unas páginas antes no viene al caso.
Hay una anécdota de Isak Dinesen que podría ser de Copi, y en rigor de cualquier
buen narrador. Una vez dictaba una novela, y de pronto apareció un personaje que
había muerto capítulos atrás. La secretaria se lo hizo notar, y la baronesa
respondió: "Querida, eso no tiene la menor importancia".
El Uruguay empieza a reducirse de tamaño. Tomamos la vía de la miniatura. El
Monte se va por el mar. La casa presidencial comienza a brincar y el Presidente
se muda con Copi a una gruta en la playa. Viven felices, con la niñita, "a la
que adoro"; es la utopía definitiva en Copi, el gran aventurero: la vida
cotidiana apacible y sin incidentes.
Definitiva, y por lo mismo: momentánea. Casi enseguida tiene que llegar volando
"el Papa de la Argentina" para hacer explotar la apacible cotidianeidad con la
aventura. La miniaturización del Uruguay ya apunta a un sistema de
encajonamientos, pues una miniatura es representación. Copi lo subraya en ese
mismo lugar: la visita del Papa se debe a que todos los sucesos anteriores han
sido transmitidos por la televisión argentina, y se han vuelto muy populares en
la vecina orilla. La Argentina es la representación del Uruguay. Copi opera
siempre con dos inclusiones simultáneas (y no sé si podría hacerse de otro
modo): una mecánica, dependiente de los tamaños relativos, y otra de índole
representativa. La aventura, la sorpresa, es parte de su felicidad cotidiana,
por una necesidad que yo encuentro barroca: dentro de una situación no puede
haber un vacío. De ahí la inestabilidad, y hasta el horror, que acecha en su
felicidad. La regla es: todo mundo debe ser el receptáculo de otro, no puede
haber mundos desprovistos de mundos adentro. Todo está envuelto en su
representación, y eso es el barroco.
Los disfraces, las segundas identidades, responden al mismo sistema de
inclusiones, por eso el Papa se revela como un sodomita traficante de blancas,
que seduce al presidente y se lo lleva.
Al quedar solo, Copi se ocupa de gobernar el Uruguay, que ha seguido
achicándose; consecuente a la disminución del espacio, en un acompañamiento que
tendrá grandes consecuencias, el tiempo se hace vertiginoso.
Por suerte los uruguayos son fáciles de gobernar: se entretienen con rondas y
juegos que se aceleran siempre...
Como casi todo lo demás en El Uruguayo, esto podría leerse al modo alegórico.
Creo que sería un error. El corte en busca del significado siempre es
inapropiado; en Copi es letal. Esa debería ser la moraleja, anticipada, de
nuestro trabajo. Estos cursos se llaman "Cómo leer a...". Pues bien (y dejando
de lado por el momento la pregunta previa, "¿para qué leer a...?"), ¿cómo leer?
Leyendo, llevando adelante la lectura. Y si alguien quiere buscar el
significado, debe hacerlo en lo que sigue, no en lo que ha leído. En lo que hace
continuo, no en lo que corta.
Hace unos días leí Rinoceronte, de Ionesco. Es un ejemplo extremo. Por supuesto
que puede interpretarse alegóricamente, de hecho parece pensado, hasta en los
detalles, para que lo sea. Pero además está la posibilidad, muy cierta y feliz,
de seguir leyendo a Ionesco. Y entonces la alegoría cae, simplemente porque
podría haber otras. La alegoría se alimenta de ser única: la multiplicidad la
mata. En la historia de la literatura, ha podido funcionar en sistemas muy
fuertes, dogmáticamente únicos, por ejemplo el cristianismo medieval. Pero
imagínense que después de su Comedia Dante hubiera escrito una Comedia islámica,
una budista...
El trabajo del escritor, en tanto se extiende en su vida y responde con esa
felicidad a la del lector (ya se sabe que un lector, lo único que quiere es
seguir leyendo), va contra la interpretación. Recuerden la frase de Jasper
Johns: "El arte es hacer una cosa, después otra cosa, después otra cosa..."
Y entonces, El Uruguayo se termina. El Presidente regresa y cuenta su aventura:
el Papa lo ha explotado como travestí en los cabarets, ha sido desdichado, ha
aprendido. Pero no ha aprendido tanto: sólo lo necesario para volver a caer,
como lo sugieren las palabras que pronuncia en sueños. De la figura semi-onírica
de comic que empezó siendo, el Presidente ha evolucionado hasta ese otro comic
de Copi, el mundo de las "locas", que en su obra es una suerte de objet trouvé
del comic.
La historia desemboca en la calma cotidiana de las locas, del universo-teatro
gay, que era el mundo real de Copi. En una pirueta del continuo, hemos pasado de
la ficción a la realidad, y estamos maduros para entrar al Baile de las Locas.
Esta sí es la utopía definitiva de Copi, una paradójica utopía realista e
inestable. Y ésa es la función de lo gay en su obra: un estabilizador relativo
de lo cotidiano, por ser un ámbito cargado con su propio teatro y dibujo, una
representación hecha mundo. Ahí es donde cesa la necesidad de incluir nuevos
mundos, donde ya no tiene que suceder nada más para que todo siga. Como ven, El
Uruguayo termina cuando debe terminar, no en cualquier parte, y el infinito
inherente al relato no se ve afectado.
Tres observaciones más, antes de seguir:
1) El narrador le pide al Profesor que vaya tachando la carta a medida que la
lee.
Esto es una alusión a la memoria y a su anulación, uno de los temas constantes
en Copi. La memoria se pone en cuestión en sus novelas más que en sus cuentos.
La diferencia entre cuento y novela, que tan sutil puede ser, puede ser también
muy simple: la novela es lo que pasa, el cuento lo que pasó. Entre lo que pasa y
lo que pasó, hay una relación de inclusión. El tiempo se espacializa para
admitir los encajonamientos, se hace dibujo. (El Baile de las Locas está
enteramente dedicado a esta cuestión.)
Lo que pasó, es función de la memoria. Pero la memoria sucede en el presente, en
lo que pasa, y en ella el pasado se miniaturiza, llega a ser el instante, el
relámpago. La aceleración en Copi siempre tiende a este punto. En él la memoria
se resuelve en la nada. La memoria es el acto de perderla, el borrado. Como
aquel inventor que se pasó cuarenta años perfeccionando una aleación de grafito
y goma, para lograr un lápiz que escribiera y borrara a la vez.
Su problematización de la memoria coincide con la recuperación del relato en
estado puro, por paradójico que parezca. La memoria tiende al significado, el
olvido a la yuxtaposición. La memoria es el hallazgo del significado, el corte a
través del tiempo. El olvido es el imperativo de seguir adelante. Por ejemplo
pasando a otro nivel, a otro mundo incluido o incluyente. Desde un mundo no se
recuerda a otro. No hay un puente de sentido. Hay un puente de pura acción.
Entre paréntesis, y para volver otra vez a Borges, que es un inmejorable testigo
de toda operación literaria, en él la memoria llevada al absoluto coincide con
el olvido, o con una forma de olvido que es la ausencia de sentido:
Había un profesor (no el del Uruguayo, un profesor real, de esta misma
universidad) que decía que lo que se sabe, no es lo que se recuerda, sino lo que
se ha olvidado. Lo decía a propósito de nuestro sistema de enseñanza, que tiene
el defecto de que los exámenes se toman inmediatamente después de las clases.
Deberían tomarse, decía, diez años después, o veinte.
¿Parece una broma? No lo es. Supongan que leen un libro. Al día siguiente lo
tienen todo en la memoria. Pasa el tiempo, y empiezan a olvidar; al fin, lo han
olvidado todo. Es decir, lo han incorporado todo, son el libro. Recordar, es
todavía poder rechazar.
El olvido en Copi no es un elemento casual o sobreimpuesto a su arte. Como el
navio de Argos o como el stock celular de un animal, el olvido es el mecanismo
que nos hace imperceptiblemente otros sin dejar de ser quienes somos. El olvido
para existir necesita sucesos, de los que se alimenta: de ahí que el arte
narrativo esté subordinado al olvido, para el que trabaja, y al que saca, en
suprema paradoja, del recuerdo mismo.
2) El procedimiento epistolar. Copi lo usó aquí y en La cité des Rats. Tiene una
función primera, que comparte con sistemas de tipo "diario íntimo" o "redacción
de informe", de inclusión temporal: lo que pasó queda dentro de la escritura que
se está haciendo ahora, el pasado dentro del presente, el cuento dentro de la
novela. En El Baile de las Locas el método llega a su pleno desarrollo.
Por otro lado, el género epistolar cumple la función de mantener la distancia, o
crearla o extenderla. Deleuze lo ha notado respecto de la correspondencia de
Kafka y la de Proust; y cualquiera puede comprobarlo pensando un poco en las
cartas que ha escrito. Se escribe una carta para mantener a distancia al otro.
Aun, y sobre todo, cuando se dice "ven" en los tonos más urgentes. Que no es lo
que le dice Copi al Profesor, todo lo contrario.
¿Qué es esa distancia? En primer lugar, es la creación de un espacio. Ese es el
trabajo primero y último de Copi: crear espacio dentro del tiempo. Es algo
demasiado extraño para que pueda explicarme aquí; pero ya verán cómo reaparece
una y otra vez. Por el momento, digamos que la distancia es lo que separa al
autor del lector, una distancia hecha de espacio tiempo. Como la estrella que
brilla en el pasado. O el bello símil de un escritor yugoslavo, Milorad Pavic:
entre el autor y el lector hay dos cuerdas tirantes que sostienen en el medio a
un tigre. Ninguno de los dos puede aflojar la tensión, ni perder una posición
diametral, de otro modo el tigre los devoraría.
3) Volvamos a la impresión primera, la del relato en su forma original, el
cuento sucesivo de las cosas que pasaron... Lo más peculiar del Uruguayo, cuando
uno lo recuerda en bloque, o mejor cuando lo ha olvidado todo, es que después
del diluvio, después del fin de la humanidad, del fin del mundo, de la explosión
o la contracción absolutas, la historia sigue. Incluso más allá del asunto, de
la trama, de la invención, lo que se impone es esa necesidad que trasciende la
forma y el contenido, la necesidad de la continuación. Todo podría terminar, los
personajes morir, el escenario disolverse, los acontecimientos cesar en la
interrupción o la repetición incesante... pero el cuento no, el cuento debe
proseguir.
Este sentimiento nos aleja del texto, en dirección al escritor. El trabajo del
escritor, como todo trabajo por otra parte, no puede adoptar otra modalidad que
la del infinito. Nunca se dejará de escribir; no importa la brevedad de la vida,
porque no se trata exactamente del tiempo tal como podemos pensarlo, sino de un
tiempo que se hace infinito volviendo sobre sí mismo, en forma de espacio. Ese
espacio es el texto. El texto ya escrito, con el que se enfrenta el lector, es
una extensión dada. Pero dentro de esa extensión persisten las tensiones que la
hacen incierta; el autor puede tomar cualquier decisión en cualquier momento, y
cuanto más libre haya sido para tomarla, mayor será la adhesión del lector a esa
ecuación de lo finito del texto y lo infinito del escritor.
La forma trascendente de esa ecuación es la sucesión lineal, que tiende del modo
más obvio a un infinito virtual. Parece muy rebuscado, pero es muy simple:
queremos que el cuento siga, y en ese instante el cuento se confunde con nuestro
deseo, y eso basta para que siga eternamente, y no importa que se termine en la
página siguiente. ¿Por qué el cuento tiene que ser eterno? También es muy
simple: para salir del círculo encantado de "lo que pasó", del dibujo o mándala,
y llegar al presente (es decir a la libertad) en que se lo escribe. Por otro
lado, dada una cantidad infinita de hechos narrados, el relato podría llegar
hasta el lector. Ésa es la función del infinito en/la literatura.
4) El Uruguayo, ¿un antecedente de la literatura del exilio? No lo creo. Es
probable que Copi haya leído Rayuela, pero eso no tiene la menor importancia.
Más casual todavía, pero sugestivo, me parece la coincidencia con Bioy Casares,
de quien El Uruguayo reúne casi todos los temas centrales: los muertos vivos, el
apocalipsis, la arena. Sobre todo la arena. Permítanme hacer una última cita, la
última frase del cuento "Sonia" de Osvaldo Lamborghini: "Arena, pero arena de
verdad, como ésa que pisan los camellos". Que es la arena argentina, arena
representativa tamizada por la literatura. Podemos recordar aquí los camellos
borgeanos de "El escritor argentino y la tradición", y terminamos, como
empezamos, con Borges.
Fin del fragmento.
Puede comprar el libro en Librería Santa Fe

 Las
viejas travestís
Por Copi
Traducción: Alberto Cardín
“Mimí, atiende, hay un negro que nos mira” dijo Gigí. Eran dos viejas travestís
con pelucas rubias que hacían la calle por la acera de Rue des Abbesses. El
hecho de vestirse como si fueran gemelas les conservaba una cierta clientela, a
pesar de sus sesenta años bien cumplidos. Mimí, que era muy miope, gritó:
“¿Vienes, querido?”, dirigiéndose a una farola. Gigí lanzó una carcajada.
“Eres la maricona más bruta que he visto nunca” dijo desternillándose de risa.
El Príncipe Koulotô sacó una petaca de oro del bolsillo interior de su gabardina
blanca, extrajo un Kool y lo encendió con su mechero de laca china.
“¿Te vienes, pues, querido?” se pusieron a chillar las dos travestís desde el
otro lado de la calle, haciendo restallar sus látigos sobre la acera. El
Príncipe Koulotô, tras haber encendido su cigarrillo, atravesó la calle y fue a
inclinarse ante ellas. “iYo querer ofreceros mi reino!” Y sacó de su billetera
de cocodrilo verde una tarjeta dorada en la que se hallaba escrito su nombre con
gruesos caracteres, sobrevolado por una corona. “¡Vosotras, mujeres más bellas
universo!” añadió, inclinándose hasta casi tocar el suelo con la frente. Gigí le
dio un codazo a su amiga. “¿Has oído eso?” dijo. “¿Cuánto pagas por hacerte
azotar por las gemelas rubias?” le gritó Mimí, haciendo chasquear su fusta. “Yo
amor sincero” dijo el Príncipe, cruzando las manos sobre el pecho y poniéndose
de rodillas. Gigí le largó un fustazo a su panamá blanco, que cayó a la calzada.
“Entonces ¿te gustan mis tetas, querido?” dijo Mimí, desabrochándose su corsé de
cuero y dejando ver sus grandes prótesis de parafina. Gigí le sacó la billetera
del bolsillo interior; un taco de billetes de quinientos francos rodó por la
acera. Las dos viejas travestís se precipitaron a recogerlos, los metieron en
uno de sus bolsos y corrieron hasta la esquina de la Rue des Mart yrs. Una vez
allí, miraron hacia atrás. El Príncipe Koulotô permanecía inmóvil en el mismo
sitio, bajo la luz de la farola. “Está lelo” dijo Gigí; y se pusieron a contar
los billetes de quinientos francos. Había un centenar. “¡Es una millonaria!”
gritó Mimí. Y se volvieron corrien do hacia Koulotô.
“Estamos enamoradísimas, ¿sabes?” dijo Mimí. Lo tomaron cada una por un brazo y
lo ayudaron a levantarse; lo arrastraron hasta Rue des Martyrs, haciéndolo subir
uno a uno los escalones de su edificio, hasta un quinto piso, donde tenían
alquilado un destartalado apartamento de dos piezas. Todo el suelo estaba
recubierto de pieles de cabra. Koulotô se dijo que nunca en su vida había
encontrado unas mujeres tan encantadoras. Había desembarcado en Orly a las
cuatro de la mañana y había alquilado un Cadillac blanco para precipitarse hacia
Pigalle, que él consideraba el centro del mundo. Y había tropeza do con las dos
viejas travestís, que eran las últimas que estaban haciendo aún la calle por no
haber encontrado clientela. Quedó inmediatamente prendado de sus vestidos de
cuero y sus gafas de brillantes; paró el Cadillac en la esquina de Rue des
Martyrs y se acercó a ellas tímidamente. El modo como lo habían tratado no le
chocó lo más mínimo; encontraba a las dos travestís adorables y se puso caliente
de inmediato. Mimí lo acostó sobre las pieles de cabra del suelo, le abrió la
bragueta y le mordió el sexo, mientras Gigí se quitaba las bragas y le frotaba
el suyo contra la cara. El olor de pachulí de Gigí le hizo dar vueltas la
cabeza.
Eyaculó hundiendo la cara entre las
piernas de Gigí, que le orinó en la boca; Mimí le mordía al mismo tiempo los
testículos hasta hacerlo llorar; el Príncipe eyaculó por segunda vez,
sollozando, mientras Gigí le arrancaba su reloj de pulsera de oro y Mimí le
registraba los bolsillos, donde encontró una postal de Koulataï: un lago en el
que se reflejaban las trescientas sesenta y tres torres del palacio del Príncipe
Koulotô, en pleno centro de África. Las viejas travestís se miraron entre sí.
Después de sesenta años de humillaciones (o casi), habían encontrado al fin el
hombre de sus vidas. Se besaron diez veces en las dos mejillas y se pusieron a
bailar una java al son de un viejo disco de Yvette Horner. Koulotô, que nunca
había visto bailar a mujeres blancas de carne y hueso, creyó morir de asombro.
Se abrochó la bragueta y preguntó: “¿Cuarto baño?” “iHala a bañarte!” rió Gigí,
mientras Mimí lo empujaba hacia el interior de su minúscula cocina, donde
Koulotô pudo lavarse la cara y el sexo con la ayuda de un paño de cocina que
apestaba a moho, pero que él tomó por el colmo del refinamiento en materia de
cosmética parisién. Entre tanto, las travestís bajaban sus maletas de cartón de
encima del armario y metían dentro todos sus cachivaches gemelos: dos pares de
botas de tacón de aguja en plástico dorado, dos pares de pantuflas totalmente
gastadas, unos cuantos pares de medias de malla desparejados, dos petos de cuero
con agujeros para dejar ver los senos, dos minifaldas de esponja color naranja y
dos pantis de piel de cebra sintética. Mimí metió en su maleta los cosméticos y
las hormonas y Gigí las cosas de aseo en la suya: un cepillo de dientes común,
una piedra pómez, una vieja pera de lavajes y pegamento dental para las
dentaduras postizas, que al mismo tiempo les servía como lubrificante para el
ano. El Príncipe Koulotô se inclinó para recoger las dos maletas y salió al
pasillo, mientras las dos viejas travestís se dedicaban a romper todo lo que
quedaba en el apartamento. Destriparon los colchones, hicieron trizas el espejo
del armario, arrojaron la mesita de noche por la ventana, y dejaron abierto el
gas y los grifos de agua. Luego se colocaron sus impermeables de piel de pantera
sintética y bajaron las escaleras del inmueble, ante los vecinos que,
despertados por el escándalo, se agolpaban en los rellanos.
A menudo les habían causado molestias, debido a lo especial de su clientela,
pero esta vez no se atrevieron a insultarlas como habían hecho otras veces, a la
vista del negro que las seguía: un gigante de casi dos metros, bello como un
dios. Mme. Pignou, en camisón, susurró a su vecina de escalera: “¡Si es el
Príncipe Koulotô!” Había visto su foto en un vespertino. Descendiente de la
Reina de Saba, por parte de madre, tenía fama de poseer el rostro más perfecto
de toda la raza negra. La gracia de su sonrisa y su mirada de gacela volvían
locas a las lectoras de revistas del corazón del mundo entero, desde que había
entrado en posesión de la más fabulosa fortuna de la Tierra. Era el jefe
espiritual de doscientos millones de almas extremadamente piadosas que, cada
viernes, le regalaban su peso en diamantes, y un pájaro de papel, emblema de su
dinastía.
El Príncipe Koulotô abrió el
portamaletas del Cadillac blanco donde metió las dos maletas de cartón; abrió
luego la puerta trasera a las dos viejas travestís y se sentó en el lugar del
conductor. De inmediato, corrieron rumbo a Orly, atravesando el París desierto
de las cinco de la madrugada. Las dos viejas travestís, que hacía siglos que no
salían de Pigalle, lanzaban gritos de alegría cada vez que veían un monumento.
Koulotô estaba radiante de alegría. Una vieja leyenda africana decía que el dios
del Universo Futuro nacería de la coyunda de un rey negro y dos mujeres
idénticas de cabellos rubios, que tendrían pene y que llegarían a su reino en un
pájaro metálico. En Orly, un avión construido en forma de ave del paraíso,
sutilmente pintado por los más grandes artistas del reino Koulô, resplandecía
bajo el primer sol de la mañana, con los motores ya en marcha. Las dos vieja s
travestís aplaudieron y se pusieron a bailar de alegría en la mism a pista de
aterrizaje, ante la mirada de asombro de la tripulación, compuesta por eunucos
vestidos con túnicas de pluma blancas. Una joven impúber, negra como el ébano,
descendió completamente desnuda la escalera del avión, con un brillante grande
como un puño en cada mano; dio unos pasos de danza extremadamente graciosos y
tendió un brillante a cada una de las travestís; ellas los metieron en sus
viejos bolsos de lona encerada. A continuación, toda la corte entró en el avión,
los dos travestís a la cabeza, cantando: “Il est cocu, le chef de gare!” Los
indígenas acompañaban el estribillo con su acento melodioso. La puerta del ave
del paraíso se cerró y el “Concorde” despegó. La corte del Príncipe Koulotô
respiró al fin, viendo, por primer a vez desde su ascensión al trono, brillar el
sol de la felicidad en la imberbe cara de su jefe espiritual, mientras las
viejas travestís se ponían moradas de champán y se metían una a la otra los
cuellos de las botellas en el culo, saltando sobre los respaldos de los
asientos.
Y cuando, completamente mareadas, se pusieron a vomitar, los eunucos las
acostaron en dos divanes recubiertos de piel de nutria negra. Mimí, con el
vientre sobresaltado por tantas emociones, se cagó. Los eunucos la perfumaron
con incienso; el Príncipe Koulotó la cubrió de besos mientras ella roncaba como
un loro. Gigí, en cambio, reía en sus sueños como una loca. Una hora antes de
llegar al aeropuerto del reino, los eunucos despertaron a las dos viejas
travestís, para colocarles dos hermosos vestidos recamados de perlas negras que
llegaban hasta el suelo, con rubíes en la parte de los senos. Ellas se echaron a
reír al verse en el espejo del lavabo. El Príncipe Koulotó abrió la puerta y
pisó él primero la inmensa escalerilla del avión, toda ella tapizada de piel de
visón blanco. Afuera, una muchedumbre imposible de abarcar con la vista
aguardaba desde la noche anterior, esperando la llegada de las dos travestís
anunciada a todo el país por las radios de transistores.
Trescientos sesenta y tres elefantes, pintados de mil colores, arrodillados al
principio de la pista, esperaban. Cada uno de ellos llevaba encima una palmera
rosa, con un joven negro colgado de ella en posición artística, mostrando una
banana rosa en la mano. El Príncipe Koulotó, que se había puesto una chilaba de
lino blanco y un turbante del mismo color, se inclinó ante las dos travestís
que, locas de alegría, se pusieron a cantar la Marsellesa.
Koulotó tomó a cada una de un brazo y bajó la escalerilla del “Concorde”,
aclamad o por la multitud indígena. Gigí y Mimí ingresaron así, con gran
naturalidad, en el destino de su sueño común, que habían presagiado desde
siempre.

Cachafaz
[fragmento]
©
Raúl Damonte Copi, 1993 ISBN: 987-9396-74-X
PERSONAJES: • Cachafaz
• La Raulito
EN OFF: • Voces de policías y vecinas
TRES COROS:
• Coro de vecinas • Coro de vecinos • Coro de ánimas
ACTO 1
(La acción transcurre en una pieza del conventillo del medio mundo en
Montevideo)
RAULITO (fregando el piso) ¡Levantate desgraciado 'e la
catrera que no hay nada pa' morfar y estoy harta de esperar la noche
entera que me vengas a enchufar! y pa' colmo no me traés ni un rabanito,
desgraciado. ¡Sos un pardo apolillado y te me vas enseguida!
CACHAFAZ (ronquidos del Cachafaz) Ay, por favor, mi querida, que ayer
tomé mucha caña para el velorio de Ocaña y me pasé de medida. Andá a
hablar con la vecina que yo estoy desvencijado ¡me jugué todo a los
dados y me he quedado en la ruina!
RAULITO
Te has jugado los
ochavos, ¿dónde está la billetera?
CACHAFAZ ¡La he perdido!
RAULITO (con la sartén) ¡Desgraciado!
CACHAFAZ ¡No me des con la
sartén que si me hacés un chichón yo te pongo en la vereda! Soy un
macho, no te olvides, ¡no te me hagás la cabrera
porque te doy un tortazo!
RAULITO Proxeneta.
CACHAFAZ Mirá
pibe, por esta vez te lo paso ¡hay menos putos que vos que me deben
más de un tajo! A mí me gusta el relajo y pasar la noche entera
rompiéndote el corazón, ¡mas no te me des de guapo porque aquí el puto
sos vos!
RAULITO ¿Por qué me tratás así? ¡Si hasta ayer vos me
querías!
CACHAFAZ Te quería como un macho ¡te me vas a andar
derecho!
RAULITO ¡Guacho!
CACHAFAZ ¿Y quién habla por
despecho? ¡Sos un puto relajado y yo te cago a sopapos! No me dejás
ni dormir y te me venís de guapo.
RAULITO No, ¡pero si yo te
quiero! ¡Y no me interpretés mal! ¡Yo te quiero con el alma!
CACHAFAZ ¡Por favor!
RAULITO Me llega hasta las entrañas tu
calor.
CACHAFAZ Si es de veras, te perdono.
RAULITO ¿Y me
perdonás de veras?
CACHAFAZ Soy un hombre de palabra, Bajate la
bombachita, que te la pongo hasta el alma.
RAULITO ¡Pero si no se
te para!
CACHAFAZ ¿Y no te gusta blandita?
RAULITO ¡Prefiero
el agua bendita o atravesar el Sahara!
CACHAFAZ ¡No te des de
intelectual que aquí se trata de guita! ¡No queda una torta frita ni
un clavel para mi ojal! ¡Mientras yo duermo una siesta te me vas a
trabajar!
RAULITO ¿Pero me querés decir de qué voy a trabajar?
¡Ya me echaron de mucama tantas veces por la barba! ¡Ser un puto es una
carga, vos lo sabes como yo!
CACHAFAZ (con el zorro de la Raulito)
¡Mirá... te pones el zorro, te apoyás en un farol y no me volvés a
entrar sin un kilo de morcilla!
RAULITO Hasta ayer eras un chorro,
no me serruches la silla ¡mirá que de la bombilla yo sé chupar cuando
quiero! Conocí a más de un matrero y yo tengo protección, ¡en el
barrio me he criado y vos sos del interior! Te recogí en la cuneta
pues me diste mucha lástima, ¡soy de la Virgen de Fátima, yo me eduqué en
religión! Y yo a la calle no voy, ¿me entendiste Cachafaz? Porque yo
puta no soy, ¡yo soy una intelectual!
CACHAFAZ Yo te quiero como
sos mas no me hagás trabajar, te lo pido por favor, ¡dejame pensar
en paz!
RAULITO ¿Pensar en qué, desgraciado?
CACHAFAZ
¡Pienso en la letra de un tango!
RAULITO ¿En qué tango? ¿Con qué rima?
¡Si no sabés escribir!
CACHAFAZ ¡Pero tengo inspiración!
RAULITO ¡Qué mierda de inspiración si te la pasás borracho!
CACHAFAZ ¡Mirá, ya me tenés harto! ¿Dónde están mis pantalones? Yo me
vuelvo pa' mi pago, ¡me rompiste los melones!
RAULITO ¡Ay, no,
Negro, no te vayas, tus pantalones a rayas te los tengo que zurcir!
CACHAFAZ Mis pantalones a rayas, te pregunto, ¿dónde están? ¿No
me vas a dejar ir?
RAULITO ¡'Tan abajo del colchón para
plancharles la raya! (Se pone los pantalones.)
CACHAFAZ ¡Yo me
vuelvo con mi novia, que es una chica sincera, estoy harto 'esta catrera pa'
no hablar de tus maneras! ¡Yo no soy ninguna escoria, yo te he querido de
veras! ¡Y si te queda memoria cuando estés vieja y fulera ya te
acordarás de mí!
RAULITO ¡No me dejés!
CACHAFAZ ¡Sí, te
dejo, porque has sido traicionera! ¡Y si no te rompo el alma es porque
soy caballero! ¡Si yo a vos ya ni te quiero! Dejá de tocarme el bulto,
que me arrugas la bragueta. Me tratás de proxeneta ¿y después me querés
mucho?
RAULITO ¡Acariciame las tetas!
CACHAFAZ ¡Te las quemo
con un pucho! Y no te me acerques, ¡puto!
RAULITO Cachafaz,
pero yo te quiero mucho.
CACHAFAZ Me mentís, ¡yo no creo en
palabra 'e puto!
RAULITO (canta) Cachafaz, cuántas veces te he
soñado mi negro desharrapado apoyado en un buzón. Me diste con la
manija, me revolviste el mondongo porque me entraste muy hondo meta y
venga con la pija. Desde que te conocí yo ya no sé quién soy yo ya no
sé adonde voy ¿qué me has hecho, sabandija? ¡No sos la primera pija que
se me ha metido adentro desde que me vine al centro del barrio 'e La
Lagartija! Pero a vos yo sí te quiero, no te quiero por la pija, ¡te
quiero de amor sincero y aunque Jesús me lo exija no te largo, sabandija!
CACHAFAZ ¡Dejame llevarte bien!
RAULITO ¡Llevame como querrás!
Te quiero de corazón pero vos ya lo sabrás.
CACHAFAZ ¡Para mí vos
sos milonga, no me importa que seas puto, pues yo soy un César Bruto
de un patio del arrabal! ¡Qué bien que tenés el culo!
RAULITO ¡Ay,
callate, no me excites!
CACHAFAZ ¿Por qué no me das alpiste?
RAULITO Porque me has tratado 'e puto.
CACHAFAZ ¡Pero si vos sos un
puto!
RAULITO ¡Pero entonces Dios no existe!
CACHAFAZ
¡Dejame meterte pierna!
RAULITO ¡No me destroces los pieses que no
sabés ni milonga, ¡sos un pardo sin mistonga y yo te voy a enseñar!
¡Si querés aprender tango olvidate de la conga! Este es un baile de
machos, no te hagás el mamarracho, tenés que ponerte tieso así, ¿me
entendés?, ¡así!
LOS DOS ¿Así? ¿Así? ¿Así? ¿Así? ¿Así? ¿Así? ¿Así?
¿Así?
RAULITO Mete la panza pa' atrás y sacudí la melena te
enseño porque soy buena, ¡yo te quiero, Cachafaz!
CACHAFAZ ¡Cuando
llegaremo' al centro nos compraremo' un pisito todo lleno de adornitos
con un sillón en el centro!
RAULITO ¡Tenés que ser elegante si
querés paradear tango. El tango no es atorrante, ya ha triunfado en el
salón!
CACHAFAZ ¡Mas no sé mostrar el guante! ¡Sólo tengo
vocación! ¡Pero si vos sos mi amante sabré escuchar tu lección!
RAULITO ¡Yo te quiero con el alma, te seguiría hasta el infierno, te
quiero de amor eterno meta y venga con el samba!
CACHAFAZ Agarrate
a mi cintura y no me patees las bolas, que aquí no se juega al fóbal!
¡El tango es flor de hermosura!
VIGILANTE (en off) ¡Policía!
RAULITO ¿Policía?
VIGILANTE ¡Abran, cacos!
RAULITO No
te asomes, Cachafaz, han llegado los macacos, ¡vos hacete el que
dormías, yo me pongo el antifaz! ¿Qué decía, policía?
VIGILANTE
¡El ciudadano Sigampa, que lo llaman Cachafaz, se robó una butifarra
de burro en la pulpería!
RAULITO ¡El ciudadano Sigampa, señor de
la Policía, es la flor del alma mía, es el potro de mi pampa!
¡Pagaré la butifarra!
VIGILANTE ¡Ustedes andan de farra, les
coloco las esposas!
RAULITO Mire, no me hable de esposas, que aquí
la esposa soy yo.
VIGILANTE Abrí, te digo, piojosa
RAULITO
¡Callate, milico 'e mierda, se acabaron tus alardes, ya lo sé que mi
hombre es pardo, pero es mi macho de veras! ¡Aquí duerme en mi catrera
y nunca ha robao ni un cardo! ¡Y no se olvide vigilante que mi tío es
comisario, me ha prestao servicios varios, no se venga de pedante! ¡Si
al Cachafaz yo lo quiero lo quiero porque es decente y que no tiene
prontuario!
VIGILANTE ¡Qué no va a tener prontuario! Se robó una
batería, la rueda 'e una bicicleta y en la feria una sandía.
RAULITO De la rueda no sé nada pero de la batería ¡le juro, señor
agente, que mi pardo es inocente!
VIGILANTE Escuchame, La Raulito:
este es un barrio decente, te lo digo de advertencia porque a mí me
importa un pito: o respetas la decencia o a tu pardo te lo quito te lo
pongo a pan y a agua adentro de un calabozo o te lo meto en un pozo en
la isla de las ratas. Por esta vez, ¿me entendés?, tolero la butifarra
pero al próximo entremés aquí se acabó la farra.
RAULITO Perdone,
señor agente, y dele un beso a mi tío. ¿Dónde está la butifarra?
CACHAFAZ La he escondido en la alpargata.
RAULITO ¿Y dónde está la
alpargata?
CACHAFAZ Adentro del calzoncillo.
RAULITO ¡Ay,
qué olorcito divino! ¡Pero no tenemos vino y con una butifarra acá
el vino es de rigor! Andá a robar una jarra al cuchitril del vecino.
CACHAFAZ Ay, no querida, andá vos que yo me estoy inspirando para mi
letra de tango. Saludala a la vecina, y pedile un poco 'e harina p'
hacerme unas tortas fritas.
RAULITO ¡Diga, doña Celestina! ¿Me
presta una taza 'e harina?, pero de la harina fina, mi marido es
exigente.
VECINA ¡Qué marido ni exigente! Tu pardo es un
delincuente más fichado en el ambiente que el humo de una cagada.
RAULITO Pero ¡qué desfachatada!, ¡a ésta yo la desmeleno!
VECINA
Raulito la culatreja sos una vergüenza andante, desde que murió tu vieja
te la has dado de atorrante.
RAULITO ¡Ustedes andan celosas porque
mi hombre es elegante y ustedes conchas podridas no ligan ningún amante!
VECINA ¡Otra que concha podrida! ¡Podridas tus almorranas! ¡Somos
mujeres decentes! ¡Y te mandamos en cana! ¡Has llegado al conventillo
disfrazada de inocente! ¿Tu tío era un intendente que hizo el sitio de
un castillo? Ya te calamos, Raulito. Te educaro' en un pesebre y por
más que te dé fiebre tu pardo no es más que un pillo.
RAULITO
¡Potrilla será tu hija, mi pardo es flor de alegría y no es porque tenga
pija que no es un guacho decente!
CORO DE VECINAS ¡Decentes somos
nosotras! Y de decencia decente, si de decencia se trata ¡tu pardo
es un repelente!
VECINA ¡A mí me robó una lata llena de dulce de
leche! ¡A mí un tacho de escabeche! ¡A mí el frasco 'e detergente!
RAULITO ¡Caluñas, todas caluñas! ¡Sóis todas gatas calientes que se
mordisquean las uñas de ver que una inteligente se ligó un hombre
excelente! Defendeme, Cachafaz, que hay algunas exaltadas que me
quieren dar la biaba.
CACHAFAZ Son las vecinas de enfrente.
RAULITO ¡Son esas desharrapadas! ¡Están celosas de ti! ¡Porque ellas no
comen nada! Nosotros aquí tenemos pa' el almuerzo una ensalada, de
entrada cuatro empanadas, después ¡jamón con melón!
CORO DE VECINAS
Sólo tienen butifarra que le han robado al autista. ¡Cuando les sigan la
pista éstos van al paredón!
RAULITO ¡Basta! Pobres achatadas
yo les cierro la ventana. (Cierra la ventana.) Cachafaz, ¿por qué estás
triste?
CACHAFAZ ¡Se me fue la inspiración! Estaba pensando un
tango, un tango de vocación, un tango bien de mi rango, pa' cantarlo
en el salón. Pero no me viene idea.
RAULITO Comamos la butifarra,
la idea ya te vendrá. ¿La preferís con jalea o te la pongo en las brasas?
CACHAFAZ Prefiero comerla entera, la jalea comela vos.
RAULITO
Ya me comí la jalea, vos comé la butifarra, que para tener ideas
tenés que llenar la panza.
CACHAFAZ No me da ninguna idea, me
parece que está rancia.
RAULITO ¡Comete esta butifarra que ayer no
comiste nada! ¡Sacate los pantalones que los tengo que zurcir!
VIGILANTE (en off) ¡Abran, cacos!
RAULITO ¿Otra vez?
VIGILANTE ¡Y que me abran enseguida! ¡Vengo con la orden del juez!
CORO DE VECINAS ¡Al Cachafaz que lo manden a la isla de las ratas! Y a
la Raulito en un cepo en medio'e Plaza Cagancha así v'aprender despecho
¡que no se haga la pata ancha!
RAULITO ¡Negro, ha llegado la cana!
CACHAFAZ ¡Un poco'e calma te he dicho! Pues yo no soy ningún bicho
que salta como una rana. Y me afilás el cuchillo contra el borde de una
lata.
VIGILANTE (en off) ¡Abran, cacos! ¡Abran, pillos!
RAULITO
¡Ya te he afilado el cuchillo!
CACHAFAZ Yo no sé qué es el destino,
menos lo que debería ser, ¡mas como yo te he querido ya nadie podrá
querer! Antes que me maten quiero saber algo de tu esencia, ¡por ti
perdí la inocencia, el honor y la honradez! Te conocí taconeando
cubierta de baratija en la rambla de la playa que bordea el arrabal.
¿Fue tu mirada de tango? ¿Fue tu aire compadrón? Pero te me entraste al
alma vestida de maricón.
CORO DE MUJERES ¡Abran pillos! ¡Abran
cacos! ¡Que los maten a piedrazos! ¡Que me los hagan pedazos, que no
se las den de guapos!
CACHAFAZ En este gesto fulero perderé la vida
entera. Ya no estaré en la catrera, mi vida es vida de perro. ¡Así
nací, y así voy! Antes de apagar la vela quiero que me digas vos si
soy un macho de veras. CORO DE VECINAS ¡Abran, cacos! ¡Abran pillos!
¡Vergüenza del conventillo!
CACHAFAZ Ni soy caco ni soy pillo y
soy mucho menos reo, ¡estoy en Montevideo, cuna de machos sinceros!
Si me llaman Cachafaz es injusticia social, ¡nací en un cañaveral y
mi madre murió en paz! ¡Nadie me dé de matrero, mucho menos un milico!
Aunque yo nunca fui rico del mundo sé la moral. Ningún ser nace anormal,
cualquier loro tiene pico y aquí les digo y replico la forma de lo
esencial. El hombre es un animal negro, blanco, pobre o rico, con
nariz o con hocico ¡pero nadie es pavo real!
RAULITO ¡No te
excites, Cachafaz, que el viento viene de atrás!
CACHAFAZ No será
ningún perico que me enseñe el bien y el mal. ¡Abrí la puerta te digo
que a éste me le morfo el hígado! (Sale. Disparos.)
CORO DE VECINAS
¡Este hombre se ha excedido! ¡Tiene el coraje del diablo! ¡Qué bestias
son estos pardos! ¡Se lo apuñala al milico!
RAULITO Ay, Jesús, te
lo suplico, y a ti, la Virgen de Fátima, les prometo un abanico para
el día de las ánimas; y nunca he jurado en vano, ¡si me han destrozado el
ano yo siempre fui la inocente! Hoy día no tengo tiempo para
contarles mi vida, la he pasado reprimida y les ruego su perdón. El
caso de mi varón hoy es mucho más urgente, es un hombre inteligente
y con mucha devoción. Pero es pobre, casi negro, y su madre fue una
puta. ¡Tiene vocación de tango! ¡Les pido su protección!
CACHAFAZ
(entra) ¡Me lo reventé al milico!
RAULITO ¡Gracias mi Virgen de
Fátima y también a vos, Dios mío, pues mi hombre sigue vivo!
CACHAFAZ Le encajé una puñalada en la panza, otra en la espalda,
cuatro tajos en la barba, después le abrí el corazón.
RAULITO
¡Pero vos estás herido!
CACHAFAZ ¡Creo que me ligué una bala!
RAULITO ¿Dónde?
CACHAFAZ ¡Aquí, al lao'el sobaco!
RAULITO
¡Pero esto es sólo un rasguño! Esperá que te la saco con la tijerita de
uñas.
CORO DE VECINAS Cachafaz, sos criminal. ¡Te has equivocado
de ruta pues tu madre fue una puta que parió en cañaveral! ¡El honor
del conventillo lo has ensuciado pa' siempre, tenés melena de liendre,
sos un guapo de cuchillo!
CACHAFAZ ¡Querida, tené cuidado, me
desollás la costilla con la pinza 'e depilar! ¡La bala se incrustó al
lado! ¡Ay! ¡Ay! ¡No me hagás cosquillas!
RAULITO ¡Dejá, te chupo el
sobaco! ¡Aquí te saqué la bala! ¡La he extraído con los dientes!
CACHAFAZ ¡Ay, ay, ay, ay, ay, ay, ay!
CORO DE VECINAS ¡Vergüenza
del Uruguay!
RAULITO ¡Vecinas, sóis indecentes pues no seguís la
corriente de un hombre que mató a un cana! ¡Os la pasáis lloriqueando!
¿Tenéis miedo hasta del agua?
CORO DE VECINAS ¡Ma' qué estáis hablando
de agua! ¡Aquí llegó el vendaval! ¡Para vengarse, los canas arrasan el
arrabal! ¡Fusilan a nuestros machos, nos envenenan el agua, nos
revientan por despecho como pasá en Nicaragua! ¡Y habrá sido Cachafaz
el culpable de este hecho! ¡Si parda tiene la faz mucho más negro es su
pecho!
RAULITO ¡Vecinas, estáis celosas de la hombría de mi
guacho! ¡Es posible que sea pardo mas no es ningún cobarde! ¡Y la
prueba es aquel fiambre que está en el medio del patio!
CORO DE
VECINAS ¡Nosotras tenemos hambre! Nuestros chicos tienen chinches,
tienen lombriz y escorbuto, están más flacos que un pinche. ¡No es
porque vos seas un puto que nos vas a armar bochinche!
CORO DE
VECINOS ¡Cachafaz tiene razón! ¡Si se lo tragó al milico es buen
ejemplo pa' un chico! ¡Este hombre es un varón! Pues a más de ser
valiente es un flor de independiente, muy buen mozo, inteligente, ¡y
tiene gran corazón! ¡Cachafaz, ya somos varios! ¡Te vamos a sostener
pues has vengado el agravio que le han hecho a tu mujer!
RAULITO
¡Asomate a la ventana! ¡Los hombre' están de tu lado! Porque por más que
seás pardo reconocen tu raíz! ¡Aquí está la cicatriz de donde arranqué
la bala!
CORO DE VECINAS ¡Raulito, sos una mala porque no tenés
matriz! ¡Siempre serás infeliz, en tu hogar nunca habrá sala!
RAULITO ¡Canta un tango, Cachafaz! ¡Canta un tango de matriz! ¡Las
vecinas se harán pis escuchando tu compás!
CACHAFAZ Yo no les
canto a las minas, ¡menos a las que se quejan de vivir entre las rejas
de este conventillo en ruinas! Vos, mujeres traicioneras que toda la
vida esperan un cacho 'e carne, una pera pa' hacer hervir la caldera:
¿de qué educación se trata? ¡Los chicos andan en patas, son más pobres
que las ratas, si no tienen ni alpargatas! ¡Aquí hay que recuperar,
cacha culo o cacha faz desnudo o con antifaz, el sentido del hablar!
CORO DE VECINOS ¡Bravo, bravo, Cachafaz! ¡Qué claro tiene el pensar!
¡Es pardo morocoté! ¡Fundemos un comité!
CORO DE VECINAS ¡No, las
mujeres se oponen! ¡Y aquí ya nadie nos pone en el orto la manija!
¡Y no es porque tengan pija! Somos mujeres decentes, nuestros hijos serán
jueces, estancieros, dueño 'e reses y hasta alguno ¡presidente!
Cachafaz y la Raulito, ¡que vayan al paredón! Ya no merecen perdón.
CACHAFAZ ¡Che, las mujeres sin pito nos tienen hartos, marchitos, nos
hacen un huevo frito y nos frotan el colchón! ¡Para esto no hemos
nacido! ¡Somos todos mal paridos! ¡Nadie dé de ricachón!
CORO DE
VECINOS ¡Cachafaz es un varón! ¡Le rendimos ovación!
RAULITO
¡Cachafaz, dulce amor mío, hagamos revolución!
CORO DE VECINOS
¡Hagamos revolución al compás de la baguala! ¡Aquí saquemos las palas
para enterrar al milico!
RAULITO ¡Ma' qué vamos a enterrarlo! ¡Si
está más gordo que un chancho! ¡Lo achuramos a lo ancho! ¡Y después a
destriparlo! Con una bestia tan grande pasaremos el invierno pues ya su
alma está en infierno, no le pertenece a naide, es como clavel del aire.
CORO DE VECINAS No comeremos milico que puede estar infestado.
RAULITO ¡Lo hacemo' hervir adobado! ¡Es gordo, debe estar rico! Lo'
jamones los vendemos al carnicero de al lado!
CORO DE VECINAS
¡Canibalismo es pecado!
CACHAFAZ Mas, ¿si es por necesidad? No hay
ninguna falsedad en comer a un hombre rico ¡mucho menos si es milico!
¡El ha querido matarme sólo por la butifarra en una noche de farra! ¡Y
yo soy un muerto de hambre! ¿Vamo' a privarno' de un fiambre para que
coman los chicos?
CORO DE VECINOS ¡Cachafaz tiene razón! ¡Ochenta
kilos de carne hacen kilo por familia y con un kilo de carne comemos
dos o tres días!
RAULITO Cachafaz del alma mía, ¡salgo a buscar al
milico para cortar la morcilla! (Sale.)
CACHAFAZ Mis vecinos y
vecinas escuchenmé este discurso: ¡la vida sigue su curso pero
también es fagina! ¡No será porque los hombres no tengan una vagina!
¡Que somos machos o minas, que somos ricos o pobres! ¡En cada rico hay un
pobre, el pobre es la flor del hombre! La esencia de la mujer es de
haber nacido rica, ¡así hacen hijos maricas pues se olvidan del querer!
Porque al destino del hombre, tenga culo o tenga pija, no hay mujer que
me lo rija, ¡ninguna mujer me exija lo que ha olvidado del hombre
que sólo tiene de nombre la dimensión de la pija! Les mienten a los
botijas, los hacen creer que son ricos pues desde que son chicos
¡los tratan como a las hijas!
CORO DE VECINAS ¡Este pobre desgraciado
cree que ha ganado a la fija porque tiene gorda pija y, además, que
nació pardo!
CORO DE VECINOS ¡Las mujeres que se callen!
¡Cachafaz tiene razón!
CORO DE VECINAS Ya no nos queda ilusión del día del compromiso, ¡nos
prometieron un piso con alfombra y con sillón en un ambiente castizo
con pantalla y almohadón! Mas no nos han dado nada pues todo lo
prometido ¡se lo llevó la jangada!
CORO DE VECINOS Trabajamos de
orilleros, cuchilleros, basureros, sabaleros y cañeros en barrio de
mataderos. Todo pa' parar la olla, enviar los chico' a la escuela,
¡después prender una vela para la virgen de Troya!
CACHAFAZ Los
hombres y las mujeres tienen que quedar en paz, ¡se los digo una vez más
y que naide se entrevere! Si las mujeres mintieron sobre su virginidad,
su fortuna y abolengo para llegar al altar, tampoco nos olvidemos que
para nos esposar ¡abandonaron el sueño de ser puta de un sultán! No
acusemos las mujeres de ser buenas ni ser malas ¡pues el bien y el mal no
existen ni en la buena ni en la mala! Los hombres son animales, las
mujeres animalas, en este juego no viven ni compadres ni compadras:
¡todos somos compadritos, mujeres, hombres y chicos! ¡Los compadres son
los ricos, los curas y los milicos! Nosotros somos petisos porque
andamos muertos de hambre, ¡andamos lamiendo el piso suspirando por un
fiambre! Esta casa no es un mundo, convento ni fortaleza, ¡"Conventillo
'e medio mundo", nos aparcaron en piezas! El mundo era aquel de antes,
ahora todos somos pillos, ¡hay que mirar adelante recordando el porvenir!
Si nos queremos salir de situación infamante ¡pensemos en la raíz de
la que fuimos amantes! Nuestra raíz es de sangre, ¡somos guapo 'e
matadero! ¡Ya ni cagamos de hambre! Digan, ¿de quién son las reses?
RAULITO (entra arrastrando al milico) Este milico está rico, ¡pesa ciento
veinte kilos!
CACHAFAZ Hombres, mujeres y chicos ¡jurad en
honestidad que no preferís matar a ser empleao 'e matadero!
CORO
DE VECINAS Aquí no juramo' un cuerno, si escapamo' al conventillo ¡es
para irnos al infierno!
CORO DE VECINOS ¡Nos hacen achurar reses
pa' venderla a los ingleses, a los gringos y a los jueces! ¡A nosotros,
ni los peces! ¡Te apoyamos, Cachafaz!
CORO DE VECINAS Mulatos,
hijos de un puto, ¡aquí ya nunca habrá paz! ¡Nos moriremos de peste,
de escorbuto y soledad! La mujer cuando es decente ¡manda al macho a
trabajar!
CORO DE VECINOS ¡Son mujeres repelentes, se exceden en
el hablar, les faltan todos los dientes y no saben ni limpiar! ¡Las
cagamos a patadas!
CORO DE VECINAS ¡Les damos de sartenazos!
CACHAFAZ Minuscias y compadritos ¡no se peguen, hagan tregua! ¡Nos
comemos al milico! ¡Esta noche es noche 'e fiesta!
CORO DE VECINOS
¡Bravo, bravo, Cachafaz! ¡Has restablecido la paz! Y para lo festejar
¡hoy no vamo' a trabajar!
RAULITO ¡Estas botas están regias! ¡Qué
ancha tenía la pata, parecen nidos de ratas! ¡Tenía reloj de plata!
¡Y en el dedo lleva anillo! Justo lo que yo soñaba: ¡anillo de
compromiso! ¡Mas tiene la mano hinchada! ¡Se le ha atrancado el anillo!
Cachafaz, mi dulce grillo, ¿me regalas un anillo? ¡Podremos comprometer!
¡Así sabrá el conventillo cuan grande es nuestro querer!
CACHAFAZ
¿Dónde pusiste el cuchillo?
RAULITO ¡Lo tiene clavado al pecho!
¡No se lo pude arrancar!
CACHAFAZ ¡Ya se está poniendo tieso, es
tarde para achurar! ¡Pa' cortarlo hay que esperar que se le aflojen los
huesos!
RAULITO ¡Por lo menos cortá el dedo para ofrecerme el
anillo, que yo por el compromiso estoy que me tiro pedos!
CACHAFAZ ¡El dedo con la tijera pa' separar la falange! ¡Andá buscar
una esponja para no perder la sangre! Y después lo colgaremos de un
gancho por los tendones, ¡lo sangraremos po' el pecho antes de abrir los
riñones!
CORO DE VECINOS ¡Para postre el conventillo les ofrece
unos pelones!
RAULITO Cachafaz, mi dulce pillo, ¡me has regalado el
anillo! ¡De aquí en adelante soy la reina del conventillo! ¡A la gorra
del milico la teñiré de amarillo pa' la fiesta 'el compromiso!
CACHAFAZ ¡Aquí esta noche hay asado para que morfen los chicos, los
viejos y los lisiados pues no es asado de ricos!
CORO DE VECINOS
¡Milico bien destripado y bien asado es exquisito! ¡Se nos abre el
apetito imaginando el bocado!
RAULITO ¡Es noche de compromiso!
¡Cachafaz me ofreció anillo!
CORO DE VECINAS ¡Festejemo' a la Raulito
que aunque sea chueca y fea se conquistó a un compadrito flor y nata 'e
la ralea!
RAULITO ¡Por favor, cantame un tango! Tengo lágrima en
los ojos pues si mi madre me viera ¡estaría tan orgullosa!
CACHAFAZ ¡El tango, querida mía, lo dejo para el final cuando ya
siempre seás mía y seamos reyes de arrabal! Por el momento, si canto
sólo puedo expresar llanto, nostalgia, melancolía, ¡no conozco la
alegría!
RAULITO Cachafaz del alma mía, ¡mas vos estás muy
cansado! ¡Vení a dormir una siesta! ¡Hay tiempo para el asado! ¿Ya
no te duele la herida?
CACHAFAZ ¡De la herida me he olvidado!
¡Chúpame un poco la pija!
RAULITO ¡Le pongo aceite de oliva! ¡Y un
poco de nuez moscada para chuparte los huevos!
CACHAFAZ ¡Ay, qué
dulce es el olvido de este triste conventillo! Sos sólo tú la Raulito
que llega. Llegame al alma porque después de luchar el hombre ansia
la calma.
RAULITO ¡No te me quedes roncando! ¡Yo me estoy
desesperando para hacerte enarbolar!
CACHAFAZ ¡Querida, esperá
esta noche que es noche de compromiso! ¡No querrás que se derroche
todo el semen por el piso! ¡Y cubrime con un poncho que me estoy cagando
'e frío!
RAULITO ¡Yo no sé por qué te alabo! ¿Será porque sos un
reo siempre listo para el tajo? ¿Te quiero porque sos pardo? ¡Es mi
día 'e compromiso y no debo interrogarme sobre si debo quejarme de
la fuerza del destino!
FIN DEL PRIMER ACTO
ACTO 2
(Jamón de hombre, achuras colgadas de ganchos. La Raulito se depila. Cachafaz
entra arrastrando un nuevo agente.)
RAULITO ¿Otro más? ¡Pero qué rico!
¡Éste está mucho más gordo!
CACHAFAZ ¡Y me lo vengo arrastrando
desde la loma del diablo! ¡Después te sigo contando! ¡Primero arrancame
balas! ¡Me he ligado dos o tres!
RAULITO ¡La pinza de depilar!
¿Dónde?
CACHAFAZ ¡Una acá, en la rodilla! ¡Ay, ay!
RAULITO
¡Es calibre treinta y tres!
CACHAFAZ ¡Otra acá, mirá, acá atrás!
¡En la columna espinal!
RAULITO ¡No te movás, amor mío, que esta
es la más complicada! Se te incrustó entre dos vértebras, ¡tengo que
destornillarla!
CACHAFAZ ¡Ay, ay, ay, ay, ay, ay, ay!
RAULITO
¡Ahí te agarré, puta bala! ¡Ya casi te seccionaba la médula vertebral!
¡Calibre cuarenta y nueve!
CACHAFAZ ¡Otra acá, atrás de la oreja!
RAULITO ¡Ésta no logro alcanzarla! ¡Se te ha entrado en el cerebro!
CACHAFAZ ¡ Entonces dejala quieta, ya se arreglarán entre ellos! ¡A
fuerza de oír balazos, qué le importa a mi cerebro!
RAULITO El
carnicero de al lado está sospechando algo. Abastecemo' de carne
casi todo el vecindario.
CACHAFAZ ¿Cuántos milicos carneamos?
RAULITO Hasta hoy día, diecisiete, sin contar al alcahuete, al cura y
al propietario. Esto hacen ochenta y cuatro jamones, veintiún lomos
más cuarenta y dos ríñones. Los hígados los tiramos para engordar a los
gatos; son ellos que devoramos en tiempo de vacas flacas.
CACHAFAZ ¿Y cuánta guita ganamos?
RAULITO No sé, nunca la conté,
está adentro de la lata.
CACHAFAZ (abriendo la lata) ¡Pero acá hay
una fortuna! Crucemo' el Río de la Plata. ¡Nos vamos a Buenos Aires
a tentar vida de tango!
RAULITO ¿Qué vamos a hacer al centro? ¿A
sentarno' en la vereda? ¡Acá después de cinchar tantos años por puchero
al fin fundamos negocio pa' vivir decentemente! ¡Los vecinos nos
respetan e hicieron hasta colecta para comprarnos yelera! El
carnicero, si jode, lo metemo' en la yelera.
AGENTE (voz en off)
¡Policía!
RAULITO ¡Abajo de la catrera! (Cachafaz se esconde.)
¿Qué decía, policía?
AGENTE Raulito, ¿has visto a tu tío?
RAULITO ¿A mi tío el comisario?
AGENTE El mismo, Don Esculapio
Gonçalvez de Tabaré, que ha prestao servicios varios a la población de
pardos. Desapareció esta tarde a la vuelta de esta calle mientras
pasaba revista a la orquesta 'e basureros. Se ha encontrado una 'e sus
botas a la entrada 'el conventillo, pensamos que vos podrías saber de
su paradero.
RAULITO Hace un año que lo he visto cuando me hizo
una gauchada: me selló el cambio de sexo en mi carta 'e identidad.
AGENTE ¡Si sabés hacenos señas!
RAULITO ¡Faltaba más, General!
¡Cachafaz! ¡Este es mi tío!
CACHAFAZ ¿Y te toca alguna herencia?
RAULITO ¡Era más pobre que un lirio! ¡Perdimos su protección! ¡Ya no
podrás ser ladrón pues te pasarán los grillos!
CACHAFAZ Pero mirá
que soy burro ¡matar a la protección!
RAULITO No fue con mala
intención, ¡lo hiciste por amor mío, como todo lo que hacés!
CACHAFAZ ¡Uy, mirá, Negra!
RAULITO ¿Qué pasa?
CACHAFAZ ¡El jamón se está moviendo!
RAULITO ¡Aquella mano también!
CACHAFAZ ¡Vení, le doy un hachazo!
CORO DE ÁNIMAS Cachafaz y la
Raulito, somos voces de penumbras, estamos en un mal paso, ¡no
tenemos sepultura!
CACHAFAZ ¿Y a nosotros qué no' importa? Los
matamos pa' comerlos no pa' darles sepultura!
CORO DE ÁNIMAS ¡Al
meno' entierren los huesos!
CACHAFAZ ¡Se los damos a los perros!
CORO DE ÁNIMAS Pero y después de la muerte ¿no tienen miedo al infierno?
CACHAFAZ ¡Más infierno que este mundo conventillo 'e medio mundo es
imposible imaginar! ¡Son ustedes los suertudos, ánimas que lleva el aire
cantando en cañaverales o rodando entre los yuyos! ¡No necesitan comer,
están lejos de la sangre! Aquí el infierno es el hambre. El comerse a un
bicho malo como lo fueron ustedes no tiene nada de malo, al
contrario, ¡es muy decente! ¡Mastique el que tenga dientes!
RAULITO
¡La cabeza de mi tío nos está mirando fijo!
CORO DE VECINAS
¡Suceden hechos extraños hoy día en el conventillo! ¡Hoy el balde del
aljibe amaneció al rojo vivo! ¡Y los perros que han comido carne
humana este domingo se han puesto a hablar como loros! ¡De una nube esta
mañana llovieron cuatro escorpiones! ¡Se acaba de reventar la cañería
del desagüe! ¡El patio se inunda 'e mierda! ¡Vayan a buscar los baldes!
(Rayo, trueno, lluvia.)
RAULITO ¡Nos cayó una maldición!
CACHAFAZ ¡A mal tiempo buena cara! Maldición no es cosa rara, ¡lo
raro es la bendición! Dejá a los del conventillo luchar con la
inundación. ¡Sentate, que aquí nos vamos a devorar un jamón!
RAULITO Gracias, no tengo apetito.
CACHAFAZ ¡Lo que vos tenés es
miedo!
RAULITO ¡Ay, no le hinques el cuchillo! ¿Y si se pone a
gritar?
CACHAFAZ Y si se pone a gritar comemos jamón que grita.
¡En vez de tirarnos pedos nos tiraremos solfeo!
CORO DE ÁNIMAS
¡Cachafaz, la voz del alma te llama del más allá! ¡Yo soy la voz de tu
madre, nieta de un mamboretá! ¡Pedile perdón al cielo por haber comido
humano!
CACHAFAZ ¡Usted, madre, no se meta en el devenir de un
hijo! ¡Figuranta sin destino, virgen de mala moneda! Aquí ya no se
trata más del salvar o no la piel de garras de un Dios rapaz ni
menos de perdonarlo, conventillo 'el medio mundo, invención de un Dios
inmundo, ¡lo devoramos a Él!
RAULITO ¡Bien dicho, comamos Dios!
¡Terminemos con el cisma entre curas y ateísmo! Sabemos por experiencia
que las ánimas no muerden, ¡qué nos importa si existen! ¡Es la hora del
almuerzo! ¡Nos dejen comer en paz! ¡Hace el sordo, Cachafaz! ¡Vení,
mi guapo mistongo, comámono' este mondongo antes que se ponga frío!
¡Me han arrancado el mondongo de la boca!
CACHAFAZ ¡Este es el
diablo!
CORO DE ÁNIMAS ¡Los condenamos al fuego, semidioses de
arrabal, asesinos sin instinto, comerciantes sin piedad! ¡Cada vez
que toquen carne, sea de hombre o de animal, será como si tocasen
hierro ardiente y quemarán sus pobres dedos sarnosos como insecto en un
fanal!
RAULITO ¡No podemos tocar carne! ¡Ay, nos quemamos las
manos!
CORO DE ÁNIMAS ¡Nunca más podrán comer, morirán de
inanición! ¡Si no, morirán quemados royendo sus propias llagas!
CACHAFAZ El tiempo de se acercar a la hora de su muerte no depende
del andar compañero de su suerte, no depende del pasar sobre
carbones ardientes, no hay más tiempo de soñar, no quedan hombres
valientes. Si hemos de morir ahorcados, defenestrados, ahogados, de
hambre, carbonizados o en nieve 'e Kilimanjaro tiritando de alto frío,
¡qué nos importa la muerte puesto que la hemos vivido!
RAULITO ¡La
muerte la conjuramos! ¡Somos pareja maldita! Podemos hacer comercio
de nuestra cruel condición, ¡fundemos circo ambulante al son de un buen
bandoneón! ¡Seremos monstruos monstruosos mucho más humanos que osos
y aquí se muestra el disfraz: Raulito y el Cachafaz, el colmo 'e lo
repelente!
CACHAFAZ Querida, no hablés de circo que estamo' en
plena tragedia. Poné una vela a la Virgen, esa que es amiga tuya, a
ver si nos da una mano mientras yo afilo el cuchillo.
RAULITO ¿A
quién vas a matar, querido?
CACHAFAZ ¡Me mataré yo a mí mismo!
¡Así podré conjurar maldición de conventillo! ¡Putas almas, escúchenme!
Si me mando al otro lado cortándome yugular, ¿me prometen que a mis
cómplices no los van a joder más? Son unos pardos decentes, si montamos
el negocio, y... ¡fue por necesidad! ¡Nos echaron 'e mataderos en una
huelga cabrera, nos quedamos sin puchero relinchando en la catrera! De
todo soy responsable, ¡por favor, prometanmé que no correrá la sangre
de pardo morocoté aquí en este conventillo que nos ha visto nacer una
vez que mi pecado lo haya pagado a las sombras!
CORO DE ÁNIMAS
Juramos solemnemente retirar la maldición pero a una condición: la
Raulito repelente queda fuera de las sombras: en nuestro reino no entran
más que hombres y mujeres, ¡las mujeres con bigotes se quedan en la
tranquera!
CACHAFAZ Si es así ¡ya no hay comercio! ¡Sin Raulito yo
no vivo ni de vivo ni de muerto! ¡Si siempre hemos compartido tanto el
fiambre como el hambre compartiremos destino, que es nuestra única moral!
RAULITO Cachafaz, te lo aseguro, antes de afrontar el juicio póstumo
de un milico ¡más vale afrontar justicia simplemente de los hombres!
CORO DE VECINOS ¡Cachafaz, te defendemos del más aquí y el más allá!
¡Si debemo' ir al infierno iremos todos contigo! ¡ Nos comeremos los
diablos y por más que estén ardientes les hincaremos el diente en la
panza y el trasero! Cachafaz y la Raulito, , al infierno haremos sitio
¡y al viejo diablo esquifoso lo haremos mil pedacitos!
CACHAFAZ
Gracias, compadres y hermanos de que en esta encrucijada en que se dan
cuchilladas los harapos de la muerte contra los restos calientes de
nuestra última payada, en que la noción de hambre ya no está ligada al
hombre ni a ningún Dios que lo nombre, donde el pan nuestro es matambre
y hasta el poder de las sombras nos quiere otra vez quemar como si el
último paso nos lo quisieran robar, ¡ese paso en que el destino se
encuentra con el andar pausado y sin remolinos que es de la vida el pasar!
[EN PROTECCION DE LOS DERECHOS DE AUTOR FINALIZA EL FRAGMENTO DE EL CACHAFAZ]

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