
8 de Agosto - Día Nacional del Psicólogo
Victima del Terrorismo de Estado
NOTAS EN ESTA SECCION
Quién fue Beatriz
Perosio | La chica de la foto,
por Silvia Di Biase |
Con vida te queremos, por Jorge Sevilla
Beatriz Perosio: camarada y dirigente gremial de los psicólogos |
Centro Clandestino de
Detención El Vesubio
APBA - A 25 años del golpe militar,
memoria de colegas desaparecidos
Homenaje de la revista Topía a los 110 trabajadores de salud mental
desaparecidos, por Juan Carlos Volnovich
NOTA RELACIONADA
Entrevista a Graciela Perosio por
Rolando Revagliatti
ENLACES RELACIONADOS
Página web de la
familia Perosio |
Nunca Más - Testimonio de
Jorge Watts |
En memoria de los
trabajadores de la S M desaparecidos
Lista de desaparecidos en Salud Mental (Revista
Topía)
LECTURAS RECOMENDADAS
CONADEP - Lista de detenidos/ejecutados
del sector Salud
Beatriz Perosio - Salud
pública y dependencia, nota en revista Los Libros Nº 34, abril 1974 |
Un caso judicial revelador, CELS
Hugo Vezzetti -
Conflictos de la memoria |
Américo Soto - Vidas y luchas de Vanguardia Comunista

Beatriz
Leonor Perosio
Beatríz Leonor Perosio ocupaba el cargo de Presidente de la
Asociación de Psicólogos de Buenos Aires
(APBA) desde 1977 y de la Federación de
Psicólogos de la República Argentina (FePRA), al momento de ser secuestrada
el 8 de agosto de 1978 del Jardín de Infantes que había fundado con otra socia
para formar niños que pensaran y tuvieran conciencia crítica.
Había nacido el 18 de agosto de 1947, tenía treinta y un años y era soltera.
Se había criado en el corazón de la Capital Federal. Era una porteña de pura
cepa de Palermo, que hasta jugaba al fútbol con sus amigos de barrio, de colegio
religioso pero espíritu indomable, de cantar sus verdades sin respetar
autoritarismos.
Jorge Watts, militante de Vanguardia Comunista y sobreviviente del campo "El
Vesubio", en el testimonio que prestó ante la Cámara Federal de Apelaciones en
el Juicio a las Juntas, dijo que Beatriz tuvo tres paros cardíacos. Por su
parte, el testimonio de Estrella Iglesias, también compañera ex-detenida
desaparecida del mismo campo, denunció que Beatriz tenía quebrada una pierna.
Nota que dejó a una amiga al momento
de su secuestro:
"Estela: Vino Juan Manuel Sanchez de Seguridad Federal. Me dice que lo debo
acompañar al Dto. de Policía de Control de Policía Federal, por averiguación de
antecedentes. Dice que no nos demoraremos mucho. Segundo piso. Dice que podés
pasarme a buscar ahora mismo, es en Av. Belgrano a 4 cuadras de la 9 de Julio.
Vení a buscarme, ahora, pues si me demoran abrá (sic) que avisar al trabajo. No
te asustes. Chau. Bea"
(Ingenuamente Beatriz anotó el
número de documento del tal Juan Manuel Sánchez: Libreta de enrolamiento
8.482.442)

La
chica de la foto
Por Silvia Di Biase
Miércoles ocho de la noche, aula de la Asociación de
Psicólogos de Buenos Aires. Terminó la clase, los alumnos se están yendo...
-Profe, ¿Quién es la chica de la foto?
La pregunta me sacude, me sorprende. La pregunta me rebela, por un instante me
siento ¿ofendida?, casi molesta ante la ignorancia. Miro la foto colgada en la
pared. Desde su retrato, la mujer vestida de rosa sonríe.
Es joven, es cierto, pero no es una chica.... Reacciono y respondo:
-Es Beatriz Perosio.
-¿?
-A Beatriz Perosio la secuestraron en agosto de 1978 mientras era presidente de
la Asociación y estaba a cargo de la Fepra. Dejó una nota para su socia del
jardín de infantes, con los datos del oficial que la fue a buscar argumentando
que tenía que acompañarlo al Departamento Central de Policía por averiguación de
antecedentes. Pero después de eso no se supo nada de ella.
Nada? No. Sí, se sabe que la
llevaron a "El Vesubio", el chupadero que estaba en La Tablada que dependía de
Suárez Mason; ahí también llevaron a Héctor Oesterheld,
el guionista de El Eternauta. Hubo gestiones de instituciones de psicólogos de
acá y de todo el mundo, pero no se supo nada.
Falto a la verdad. El informe del CELS dice textualmente "Tal lo ocurrido con
Beatriz PEROSIO, presidenta de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires, de
quien muchos testimonios concuerdan en afirmar que fue sometida a sesiones de
tortura especialmente frecuentes y prolongadas. Cabría preguntarse si el
torturador estaba a la búsqueda de una información excepcionalmente importante,
o bien su propósito era degradar a la víctima por el temple demostrado. Se sabe
que no lograron quebrantarla y que estaba con vida el 9 de septiembre, junto con
otros 18 detenidos de este grupo, hoy desaparecidos."
Desde su retrato la mujer vestida de rosa sonríe.
Desde el inicio de la dictadura, estaban prohibidas las reuniones gremiales, y
la Copra, la entidad que reunía a los psicólogos de todo el país, prácticamente
desaparece. Pero en diciembre del 77 se vuelve a crear una entidad nacional, la
Fepra. Perosio estaba en el grupo fundador y fue el primer presidente de la
Fepra. Hace unos años la Fepra decidió poner su nombre al premio al mejor
trabajo científico en cada Congreso Argentino de Psicología.
Perosio era una militante política, comprometida con la niñez, que bregó para
que la investigación, la ciencia y la cultura reviertan como patrimonio del
conjunto de la comunidad . Con el premio Beatriz Perosio se distinguió en 1997 a
"El escenario de la desnutrición en Tucumán", trabajo de investigación sobre los
niños desnutridos internados en el Hospital del Niño Jesús, entre agosto 91 y
junio 92, es decir mucho antes de que las cámaras de televisión "descubrieran"
la desnutrición infantil en Tucumán, y en 2000 "Desde la psicología de la
frontera, cuestionamientos al concepto de resiliencia" (investigación sobre las
pautas y condiciones de crianza de los niños en la cultura colla, en el que se
cuestiona que el término resiliencia sea usado funcionalmente para sostener
situaciones de exclusión social).
Desde su retrato la mujer vestida de
rosa sonríe.
Otra cosa que tendrían que saber como futuros psicólogos es que entre psicólogos
y estudiantes de psicología, hay casi sesenta ó más desaparecidos. Que durante
la dictadura se cerró la facultad de La Plata, la de Mar del Plata... Que se
cerraron muchos servicios de psicología... Tantas cosas...
Los alumnos se van, ordeno un poco y vuelvo a mirar la foto colgada en la pared.
Me acerco a la recepción. Betty, la secretaria de la tarde se está yendo, pero
le pido que se fije en el libro de socios la fecha de nacimiento de Perosio. Me
pone cara de cansancio pero me sonríe porque ya está acostumbrada a mis extraños
pedidos.
Vuelvo al aula para apagar la luz cuando me llega la voz de Betty:
-Diez y ocho de agosto del cuarenta y siete.
Saco la cuenta. La secuestraron el 8 de agosto, cumplió los 31 en cautiverio.
Apago la luz.
La chica de la foto aún sonríe.
_________________________________________________
Cuando hace un tiempo Alberto Santiere llamó a la Apba y nos comentó la idea de
hacer una nota sobre Beatriz Perosio, inicialmente pensamos pedir a los que la
conocieron que escribieran, y cuando estábamos en eso sucedió lo que relato.
*Di algunos cursos en ese aula de la Apba, y este año -por los problemas de
horarios nocturnos en la facultad-decidí dar ahí los teóricos de la práctica.
Pero nunca me habían preguntado de quién era la foto.*
La pregunta me sacudió. Por un instante me sorprendió, mis alumnos son casi
colegas, en éste o el próximo cuatrimestre se reciben...
Qué
no supieran que "la chica de la foto" es Beatriz Perosio, lo acepto. Pero lo que
me rebeló fue que no supieran quién fue Beatriz Perosio. *Porque no es de esos
momentos en que nombro un autor y por las caras de algunos me doy cuenta que no
saben de quién hablo, y surge el debate de si lo leyeron en tal materia, y los
que cursaron con fulano sí y los que con mengano no.*
Muchas veces, con mis 46 años y 23 de profesión, me siento extranjera cuando
esas caras de extrañeza aparecen si de lo que estoy hablando es de las
vicisitudes de la práctica profesional en mi época de facultad o mis inicios. En
esa superposición de relato entre testimonio personal e historia colectiva,
pretendo involucrar a mis alumnos, incluirlos en un marco referencial. Es
imprescindible un marco referencial inclusivo.

Nota que dejó Beatriz a una amiga
al momento de su secuestro |
Recuerdo que en mi primaria, el Instituto Bernasconi , las aulas tenían el
nombre y el retrato de mujeres de pueblo, mujeres comunes que pasaron a la
historia: Manuela Pedraza, Juana Azurduy...Este simple acto además de despertar
nuestro interés en saber quién era la homenajeada –construyendo un vínculo entre
el pasado y el presente-, hacía que el conjunto de estas mujeres de coraje que
lucharon por la libertad, nos diera una cierta idea del protagonismo femenino
*-que en mí por lo menos-reforzó cuestiones de identidad en lo que hace al
feminismo, a lo que hoy llamamos "género".* Así como en el Hospital Moyano, que
los pabellones tuvieran nombres -Pinel, Esquirol, Magnant-también me llevó a
interesarme por la historia del abandono y exclusión de la locura, y empezar a
sentirme incluida en una continuidad histórica de humanización y asistencia.
Lamentablemente veo que muchos de
los jóvenes colegas se están formando en una especie de presente sin relación
con el pasado del tiempo que viven . Estos jóvenes colegas son de la generación
que nació bajo la dictadura, que fueron criados por adultos a quienes se impuso
el silencio social, el ocultamiento y la culpa por el sometimiento, que debieron
escotomizar zonas de realidad. Mas allá de la voluntad individual, se transmitió
a esos niños la inducción al silencio, el intento de renegación, el intento de
que no hubiera inscripción social de lo que sucedía. Esos niños, esta generación
de psicólogos, se identificó con el mandato de silencio, internalizó el
silencio. Aprendió a inhibir el proceso de pensamiento, imposibilitados de poner
palabras a lo percibido, a inhibir el proceso de aprendizaje, atravesado por la
consigna de no saber; sustituyendo matrices identificatorias múltiples y
extensas en tiempo y espacio, por una ilusión de neutralidad, de a-historicidad.
Porque cuando las caras de extrañeza aparecen al nombrar autores que no forman
parte de la bibliografía oficial, hay que tomar en cuenta que durante la
dictadura, al prescindir de cátedras enteras de la facultad, cerrarse servicios
asistenciales, se extirparon ámbitos de discusión colectivos, lo que produjo una
atomización de los psicólogos en decenas de pequeños grupos de estudio. Estos
grupos –muchos de ellos hoy vueltos a fragmentar o convertidos en instituciones
concurridas-, si bien por un lado permitieron preservar espacios de formación y
reflexión, muestran también en sus mutuas exclusiones teóricas el
desdibujamiento de la identidad profesional.
En dirección opuesta era el discurso de Beatriz Perosio: "No hay otra manera de
lograr nuestra libertad de trabajo y la jerarquización de nuestra carrera sin
una organización que nos fundamente y nos respalde. Hoy en día son impracticable
los proyectos individuales o de pequeños grupos" .
Entonces, no se trata del pasado, se trata del presente. De la continuidad del
mandato de silencio, que se sigue manifestando en la marginación de la dirigente
gremial Beatriz Perosio de los ámbitos académicos.
Entonces, desconocer la historia, desconocer nuestra historia, desconocer los
legados, es estar desposeído ante el futuro. No repetimos siempre la cita de
Goethe "lo que has heredado de tus padres, adquiérelo para poseerlo"?.
Por eso me niego a la "anécdota". Que Beatriz Perosio haya sido buena amiga, que
haya sido solidaria... no es a la que hoy quiero rescatar. Sino a la destacada
gremialista, a la que durante su gestión recorrió 52 servicios hospitalarios
para saber los problemas que enfrentaban los psicólogos , a la que estuviera
diseñado la primer residencia de Psicología en salud materno infantil , etc.
No sé de otro dirigente gremial a nivel nacional que haya sido
detenido–desaparecido durante su mandato. Y sobre todo remarco lo de mandato,
porque a no olvidar que si Beatriz Perosio era presidente de la Apba y de la
Fepra, lo fue por el voto de sus colegas.

Revista Los Libros Nº 34,
marzo-abril 1974, dedicado a instituciones de salud mental. Contiene nota de
Beatriz Perosio. Clic para descargar en pdf. |
¿No justifica esto sólo designar con
su nombre algún aula de alguna facultad de Psicología? Alguna sala? Alguna
biblioteca? Algún auditorio? Pero no una placa como homenaje póstumo... Porque
está desaparecida.
Una placa que nos recuerde que aún no sabemos quienes fueron sus captores, que
aún no sabemos quién es "el francés" que se mostró particularmente ensañado con
ella ...
Una placa que nos recuerde que Perosio sabía perfectamente bien los riesgos que
corría por levantar banderas de lucha durante la dictadura. Señala Jorge
Sevilla: "Creo que algunos de los motivos por los cuales Beatriz acepta ser
presidente debe tener que ver también con que era uno de los pocos que en aquel
momento [1978] no tenía rota su actitud militante" .
Una placa que nos recuerde que el ultimo acto que sabemos de ella, la nota que
le deja a su socia, la termina diciendo "No te asustes, Bea".
Una placa que la recuerde por eso, por los no, por el "no te asustes", por "no
haber roto su actitud militante", no haberse quedado en su casa esperando capear
el temporal, no haberse apoltronado como dirigente y decir "que hay para mí".
Por no haber cedido.
Un aula que se llame Beatriz Perosio hace a la historia, a la historia de la
psicología argentina. Señala Kersner : Como en la célebre novela de Orwell el
disidente político es "volatilizado" y el "archivo de la historia" se modifica
perversamente, a fin de escatimar la realidad a gusto del represor. No hay
víctima, o mejor, nunca la hubo. Y el crimen no existe. O es perfecto. O casi lo
fue. Porque, como en la célebre novela, el borrón se produce en el "archivo de
la historia" y no en la historia misma.
Un lugar en alguna facultad –un salón, un aula, una biblioteca-con el nombre de
Beatriz Perosio, con su retrato y con su historia, para que alguna vez la
historia no la escriban los que ganan.
Silvia Di Biasi Secretaria de Asuntos Profesionales de la Asociación de
Psicólogos de Buenos Aires.
FePRA: Federación de Psicólogos de la República Argentina CoPRA: Confederación
de Psicólogos de la República Argentina
1 CELS: Un caso judicial revelador, Colección "Memoria y Juicio" 2 Gaceta
Psicológica, No.21, agosto de 1979.
3 Autoras: Mariela Ventura y Mirentxu Baca, en Espacios y Propuestas Nº 11,
Boletín de la FePRA.
4 Autora: Alicia Torres de Torres, idem. 5 En ese momento la escuela nº 2 era de
mujeres y la nº 1 de varones, actualmente ambas son mixtas. 6 Hobsbawm, E.
(1998): Historia del siglo XX, Barceloa, Crítica. 7 Gaceta Psicológica, No.28,
julio/agosto de 1980 8 Videla, M. (2003): Conferencia de apertura de las
"Primeras Jornadas Interdisciplinarias sobre Parto y Nacimiento". Legislatura de
la Ciudad de Buenos Aires, 24 y 25 de noviembre 9 Según testimonio de Jorge
Watts: "En la época en que yo estaba llevaron allí y quedó desaparecida la
presidenta de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires. La fueron a buscar a
su lugar de trabajo y la torturaron muchísimo. Había un ensañamiento en
particular con los psicólogos. Eran algo parecido a ser subversivos". Juicio por
la Verdad, La Pata 2002. . 10 Gaceta Psicológica, Nº 72, septiembre/octubre de
1986. 11 Kersner, D: "El modelo mitológico como recurso para la inscripción
histórica social", en Efectos psicológicos de la represión política, EATIP.
[NOTA: Artículo publicado originariamente en la revista "Imago", quien censuró
los párrafos ubicados en el este texto, original de la autora, entre **]
Fuente:
http://archives.econ.utah.edu/archives/reconquista-popular/2004w46/msg00152.htm
 Por
Beatriz Perosio: con vida la queremos
Por Jorge R. Sevilla
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
Miguel Hernández – Elegía a Ramón Sijé
Hace apenas unos días, el 13 de Octubre (día del Psicólogo), en un sencillo
acto, se le puso el nombre de Beatriz Perosio al Centro de Salud Nº 9 de la
Ciudad de Buenos Aires, situado en el barrio de la Boca.
Ante un auditorio no tan uniformemente entrado en años como cabría suponer,
fueron tomando la palabra distintos funcionarios para auto-ensalzar lo bien que
se hacen las cosas. Alcanzaba como prueba el nombre impuesto al Centro en
cuestión.
Pero, pese a ello, el único aplauso cerrado y sincero de la mañana se lo ganó
Graciela Perosio (hermana de Beatriz, invitada a hablar casi por compromiso)
cuando en muy pocas palabras sostuvo que el mejor homenaje hacia los
desaparecidos es hacer aparecer y dar nueva vida a sus ideas, aquello por lo que
luchaban.
A eso apuesta este texto: a una sencilla presentación de quién era, qué pensaba
y qué hacía Beatriz Perosio, la presidente de la Asociación de Psicólogos de
Buenos Aires (APBA) que desapareció y a quien la mayor parte de los psicólogos
de hoy no pudo conocer.
Era una mujer joven, que no había
alcanzado a cumplir sus 31 años en el momento que se la llevaron.
De cabello castaño claro y ojos celestes; no muy alta; con un cuerpo trabajado
por la práctica deportiva; manera de ser abierta, que inspiraba a la gente
simpatía y confianza; inteligencia lúcida; capacidad de trabajo inagotable y una
notable fortaleza, que le permitía enfrentar cuanta dificultad se le pusiera por
delante.
Como psicóloga, se inició en un colegio de Ascensión (un pequeño pueblo de campo
ubicado cerca de Junín). Los directivos se proponían trabajar para una educación
"liberadora" en lugar de enciclopedista y autoritaria. Beatriz pasaba allá dos
días por semana y cumplía la función de analista institucional. Supervisaba con
Ricardo Malfe, de cuyo pensamiento estuvo siempre cerca,
Quedó un registro de ese trabajo en un folleto que presentó en uno de los
congresos de la Federación Argentina de Psiquiatras (FAP). En ese texto,
comienza analizando la estructura de clases y tenencia de la tierra en la zona,
datos de relevancia para comprender la conflictiva que después se abordaba.
Esos, y no otros, eran los marcos en que desarrollaba sus prácticas.
En clínica, trabajaba en su consultorio, supervisada por Osvaldo Devries, a
quien había elegido después de leer un artículo que publicó en la Revista
Argentina de Psicología criticando la presunta neutralidad del analista. Alguna
vez se plantearon, junto con otros compañeros, escribir algo sólido acerca de
las relaciones entre teoría, técnica e ideología, pero las urgencias de la época
se llevaron el proyecto por delante.
Aunque acreditaría un record recorriendo servicios hospitalarios para conocer
los problemas de sus prácticas (llegó a visitar 43 en 1974, cuando todavía no
estaba en la APBA ) y acercar sus ideas a los compañeros que trabajaban allí,
nunca fue concurrente en un hospital. Pensaba que el ámbito de trabajo
privilegiado para los psicólogos debían ser las instituciones públicas y por eso
hacía centro en los hospitales, aunque sintiera que su propio camino pasaba más
por lo educacional. No en vano se la llevaron de un jardín de infantes que había
creado.
La movilizaba la idea de construir una "nueva cultura", definida como la
transformación de los instrumentos teóricos y técnicos de cada disciplina para
ponerlos al servicio de las luchas populares. Un buen ejemplo es el trabajo de
campo que realizó con operarias de Standard Electric que soportaban condiciones
laborales represivas, presentado en el viejo local de la FAP en la calle Rincón
y publicado en la revista Los Libros en 1973, trabajado como artículo por Hugo
Vezzetti.
Participó de la Coordinadora de Trabajadores de Salud Mental (TSM), ámbito en
que los distintos roles profesionales (psicólogo, psiquiatra, etc.) eran
abarcados por el concepto común de trabajador, teniendo siempre presente nuestra
inscripción como TSM en el campo de la salud.
Buena muestra de que para nada
consideraba esa inscripción como secundaria es el trabajo firmado en 1973 y
publicado en Los Libros, donde analiza críticamente la política de salud pública
del gobierno de Campora, manifestada en las distintas versiones del Plan Liotta
para llegar a un Sistema Nacional Integrado de Salud. En aquella época no se
hablaba abiertamente de desembarazar al Estado del "gasto" en salud y educación
para convertirlas en un objeto de lucro, pero algunas "recomendaciones" venidas
del norte ya lo mencionaban. En este artículo, Beatriz mostraba etapa por etapa
las claudicaciones de un plan originalmente compartible y bien intencionado.

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4 documentos desclasificados 1975-1984 por el Dto.
de Estado norteamericano que hacen referencia a Beatriz. |
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En
esa misma dirección puede citarse la relación mantenida desde la secretaría
gremial de la APBA , con la Federación de Médicos Residentes, que dio lugar a un
acto en defensa de la salud pública realizado por las dos entidades junto con la
FAP. En ese acto habló en representación de la FAP Sylvia Bermann, a quien
Beatriz sentía muchas veces como modelo.
También estaba preocupada por la inscripción del psicólogo en el campo de la
cultura. Trabajó activamente en la Coordinadora en defensa de la cultura formada
luego del atentado que terminó llevando al exilio a Nacha Guevara. Junto con la
APBA participaban la Asociación Argentina de Actores, la Confederación de
Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA), la Sociedad
Central de Arquitectos, el Sindicato Argentino de Músicos y otras entidades.
La permanente actitud de búsqueda de marcos más abarcativos para el accionar de
los psicólogos, tanto en sus prácticas como en las instituciones que los
agrupaban, se puso a prueba en 1977 cuando, ya presidiendo la APBA , debió optar
por la adherir o no a la Confederación General de Profesionales (CGP). Beatriz
veía en esa entidad sectores afines a la intención masserista de construirse una
apoyatura política pero, después de discutir el tema con personas en cuyo
criterio confiaba, decidió que (pese a sus limitaciones y peligros) era el único
marco viable para la APBA en ese momento y, para no dejar aislados a los
psicólogos, prefirió pelear desde adentro contra el proyecto de Massera en la
organización.
Es importante aclarar que sus esfuerzos por participar en organizaciones más
inclusivas no se manifestaron sólo hacia afuera. Fue la primera presidente de la
FEPRA , pese a la tradicional reticencia contra el centralismo porteño. Y
–aunque puede parecer un hecho anecdótico, no lo es– Beatriz participó en las
reuniones donde se constituyeron las dos entidades federativas que tuvimos los
psicólogos en el país (FEPRA y la COPRA , su antecesora).
Llegó a la Comisión Directiva de APBA en diciembre de 1974, como secretaria
gremial, en una elección realizada a la semana del estallido de una bomba que
destrozó una madrugada la puerta y parte de las escaleras del edificio donde
funcionaba la Asociación , como "aviso" de que a algunos sectores del poder los
TSM no les caíamos del todo simpáticos.
Ya había pasado el período en que los TSM pudimos pensar y trabajar más
creativamente. Empezaba el retroceso, el momento en que pasamos, de imaginar y
hacer, a tratar de resistir como se pudiera la pérdida de cada palmo del
territorio que soñábamos haber conquistado tan poco tiempo antes. Beatriz no
desempeñó la secretaría gremial que quería, sino solamente la que pudo, en medio
de una retirada general más o menos organizada según los casos.
Accedió a la presidencia en épocas peores (mediados de abril de 1977) con la
dictadura militar ya instalada y habiendo realizado fuertes manifestaciones de
represión contra la institución. Es decir, llegó dispuesta a resistir, aunque
sin conocer la profundidad y alcances del plan criminal que el Proceso estaba
desarrollando. Honestos pero ingenuos, creíamos que las bestias podían reconocer
algún límite.
De ese período, en el que resistió y argumentó hasta que se la llevaron, son los
documentos a partir de los cuales se construye su imagen. Pero siempre se puede
encontrar algo nuevo.
Hasta aquí, la Beatriz psicóloga. Quiero mostrar también a la Beatriz política,
que permanece más desconocida aunque ella nunca ocultó qué pensaba y a qué
organización pertenecía.

La visión macartista del psicoanálisis desde la derecha peronista. Artículo de
la revista El Caudillo Nº 2 del 23/11/73. La publicación, financiada por López
Rega, funcionaba como vocero informal de la Triple A. Clic para descargar la
revista completa.
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Venía del cristianismo (al cual en
su interior nunca abandonó del todo) y llegó al marxismo. Militaba desde 1972 en
un partido de la entonces llamada izquierda revolucionaria, al que pertenecía en
el momento de su secuestro. A ambas pertenencias llegó desde su necesidad de
hacer con los demás y trabajar para los sectores populares.
No es un dato menor, porque su concepción política no consistía en pasar el
mismo "cassette" en todos lados sino en buscar el modo de construir líneas de
acción específica en cada sector y cada situación, revisando a la luz de su
ideología las teorías y prácticas vigentes, procurando transformarlas y ponerlas
al servicio de las necesidades de todos.
Muchos buscábamos lo mismo en esas épocas del freudo-marxismo, cuyo desarrollo
cortaron las tres A y la dictadura, dejando un lugar vacante que aún hoy no está
ocupado. Pero era visible que el compromiso de Beatriz no pasaba sólo por lo
intelectual o profesional, sino que partía de una elección vital profunda.
Seguramente, eso hacía que fuera tan creíble para todos.
Beatriz psicóloga, Beatriz política: Beatriz. Una y la misma, que abordaba
nuestro campo desde su ideología de vida, pensando desde allí las opciones y
posiciones que sostenía.
Trabajaba por los psicólogos, sí. Y tenía claro qué clase de psicólogo quería.
Quería un psicólogo comprometido con las realidades de su tiempo; que trabajara,
y en especial en instituciones públicas, buscando salud, educación y cultura
para todos; que tuviera una práctica concreta y no sólo teórica en esa búsqueda;
que pudiera ser parte de colectivos más incluyentes y que tuviera, sobre todo,
la autocrítica y valentía necesarias para revisar permanentemente todas sus
verdades.
Parece, por lo tanto, inverosímil pensar que una mujer como ella, con su
historia y lealtades, estuviera dispuesta a arriesgar la vida por un proyecto de
carácter profesionalista, aunque algún escrito de la etapa de resistencia
pudiera servir para sugerirlo. ¿Puede suponerse que Beatriz en esa época hablaba
libremente y planteaba en público todo lo que pensaba?
En aquellos momentos, en medio del desbande, el exilio de muchos compañeros, la
muerte o secuestro de otros y las bandas militares que actuaban impunemente,
parecía muy importante sostener las pocas instituciones que habían quedado en
pie y volver a reunir, a partir de ellas y desde lo más primario, los compañeros
que se habían dispersado. La APBA era una de esas instituciones.
También desde allí era posible ligarse con la gente. Para eso se comenzó a
participar en las Ferias del Libro, a partir de la segunda. Beatriz estuvo
presente tanto en la concepción de la idea como en su realización.
En el ámbito de la cultura, desde distintos lugares iban apareciendo expresiones
e iniciativas que se postulaban como puntos de encuentro. Tal vez pensando que
lo peor ya había pasado, algunas personas empezaban a asomar la cabeza para
mostrar que se podía tratar de nuclearse y trabajar nuevamente. Beatriz tuvo que
ver con el nacimiento de algo de eso.
No estaba despistada. Sabía que se jugaba la vida.
Lo hacía por una concepción del mundo. De la cultura, la salud, la educación. De
lo popular.
Y lo hacía desde un lugar que había elegido: la psicología.
¿No habrá llegado el momento de reconocerla en su real forma de vida y su valor
para no renunciar, a pesar de todo, a las ideas y prácticas compartidas por
tantas personas? Sería bueno desempolvar entre todos el conjunto de sus
trabajos, y los de muchos otros TSM, dejar atrás los resabios de la dictadura y
poder retomar los proyectos de vida que encerraban.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
Miguel Hernández – Elegía a Ramón Sijé
 Beatriz
Perosio: camarada y dirigente gremial de los psicólogos
Por Américo Soto
Beatriz Leonor Perosio era militante de Vanguardia Comunista, hoy Partido de la
Liberación, y además ocupaba el cargo de Presidenta de la Asociación de
Psicólogos de Buenos Aires (APBA) y de la Federación de Psicólogos de la
República Argentina (FePRA), al momento de ser secuestrada el 8-08-78 del Jardín
de Infantes que había fundado con otra socia, para formar niños que pensaran y
tuvieran conciencia crítica.
Había nacido el 18 de agosto de 1947, tenía treinta y un años. (1). Fue una
destacada integrante de la rica generación del 70, que estaba embebida de los
sueños y dolores profundos de nuestros pueblos oprimidos. Había viajado como un
año entero por Latinoamérica con su compañero, conociendo como el Che, de qué se
trata en este continente cuando se habla de revolución e imperialismo.(2)
Se había criado bien en el corazón de la Capital Federal, una porteña de pura
cepa de Palermo que hasta jugaba al fútbol con sus amigos de barrio, de colegio
religioso, pero espíritu indomable, de cantar sus verdades sin respetar
autoritarismo. "Para Beatriz no había incompatibilidad entre ser cristiana y
comunista, siempre llevó un crucifijo. Lejos de ser dogmática, era una persona
abierta, que alguien podría encasillar en ecléctica, aunque no lo define tal
cual. Se quejaba a veces que algunos compañeros eran excesivamente
intelectuales. Tenía mucha vitalidad, era de meterse en diversas cosas."(3)
Cayó en la campaña represiva que sufrió VC en los meses de julio/agosto de 1978.
Según compañeros de cautiverio, la andaban buscando unos veinte días antes de su
secuestro, y es una de los diecinueve camaradas que desaparecieron los milicos
del Primer Cuerpo de Ejército de Suárez Mason, Videla y Cía. en el campo de
concentración "El Vesubio" que dependía del Regimiento de La Tablada. Su jefe de
inteligencia, el Tte. Cnel. Crespi, junto con el llamado"El Francés" –aún no
identificado- fueron los encargados de esta tarea genocida que fue incluida en
el fallo que condenó a las Juntas de Comandantes.
El trabajo de Beatriz y del Partido en las entidades de Psicólogos es un ejemplo
de cómo la izquierda revolucionaria construyó espacios institucionales al
servicio del desarrollo de la ciencia y el bienestar social, conjugando el
interés de los asociados con los fines patrióticos que deben orientar esta clase
de organismos profesionales y de masas.
A la experiencia del Sitrac se le achacó excesivo izquierdismo y haber sido
sectaria, y que por ello no pudo sostenerse, lo cual en lo fundamental no es
cierto ya que fueron las clases dominantes las interesadas en acabar con este
gremio clasista, precisamente por sus aciertos.
Por esa razón en el seno de la APBA, la nueva izquierda, a través de lo que
Beatriz y sus compañeros lograron hacer, demostró que esta corriente supo dejar
sentada y llevar a la práctica, una estrategia de construcción en otros ámbitos
gremiales, aún sufriendo golpes represivos, quizás por no ser tan decisivos como
el corazón automotriz de Córdoba.
Así como actualmente el gremio de los docentes universitarios de Salta (ADIUNSA)
es la mejor expresión del fortalecimiento y vida de un gremio dirigido por la
izquierda que es útil a las masas y cumple un rol importante en la movilización
y reclamo por sus reivindicaciones, desde 1974 y antes, VC ya trabajaba en igual
sentido en la APBA.
Esta tarea tenía como Norte la democracia sindical con la participación de los
socios, la absoluta honestidad en el manejo de los fondos y una política
específica de consultar, bajarse a escuchar conectándose con las bases, para
luego receptando los reclamos, hacer la planificación de los objetivos y
concretarlos.
El esfuerzo que realizaron Beatriz y otros camaradas en el seno de la APBA desde
1974 cuando Jorge Sevilla fue electo Presidente y B. Perosio, Secretaria
Gremial, junto con Hugo Vezzetti como tesorero y A. Smith uno de los vocales,
dio plenamente sus frutos.
No se olvidaron de su trabajo y los principios que la guiaron, sino que por el
contrario, fue reclamada y reivindicada al mismo tiempo en su carácter de
Presidenta por los aportes que efectuó y la línea que sostuvo en su tarea de
dirección.
En medio del terror de estado, cuando reinaba en amplios sectores el "no te
metás", estas entidades se animaron a pedir por la aparición con vida y la
integridad de Beatriz, dejando bien en claro que fue una Presidenta que siempre
estuvo del lado de los psicólogos, defendiendo la profesión.(4).
Este aspecto hay que remarcarlo, la APBa y la FePRA, entidades de las cuales era
presidenta Beatriz cuando fue secuestrada, en momento alguno dejaron traslucir
distanciamiento con ella, a pesar de que sufrieron también la represión a través
de allanamientos y el secuestro de otro miembro de la comisión que también era
compañero del partido en aquella época, Alfredo Smith. Siempre pidieron y los
defendieron a sus compañeros sin lavarse las manos.(5)
Ello tuvo que ver seguramente con el gran trabajo de V.C. en el seno de estos
organismos, que se manifestó en la calidad de cuadros como Beatriz, Sevilla,
Vezzetti, y otros.
Así se puede corroborar en el periódico de la APBA, "Gaceta Psicológica", en el
que se fue dando cuenta de los pormenores del secuestro y desaparición de
Beatriz a la par de las gestiones y presentaciones realizadas a su favor. (6)
Quizás la mejor síntesis sobre ella fue ésta: "querida y admirada
presidente...su brillante gestión que no sólo respaldamos plenamente sino que
cabe exhibir como ejemplo de patriotismo y abnegación".(7)
Incluso, al momento de efectuarse el balance de la historia de la asociación, se
dejó constancia que Beatriz fue el "alma que apoyó a todos cuando el temor hacía
flaquear" (8). Es que la escalada represiva que tuvo como víctimas entre otras a
la APBA, comenzó en el año 1974 con la actuación de la triple A y los atentados
con bombas que sufriera el día de la elección.
Es muy importante que se haya dejado constancia, además, de las consignas que
Beatriz reivindicaba en su tarea gremial, principalmente la necesidad de la
participación de los asociados. Así se hizo hincapié en que Beatriz integró
durante cuatro años la comisión directiva de la APBA (1974/1978) y que recorrió
52 servicios hospitalarios para tomar contacto personal con los colegas y saber
de su problemática.(9) También fue de casa en casa buscando apoyo para conseguir
la nueva sede.
Un artículo muy importante destacó las principales ideas que Beatriz había
vertido en los editoriales que produjera de su puño y letra durante su gestión
como presidenta. Entre ellas se destacan aquellas sobre la organización gremial
como insustituible para lograr los objetivos de todos; la conexión con su propia
gente, lograda también a nivel nacional mediante la constitución de la FePRA; el
trabajo en la institución estatal que revierte en propiedad del conjunto de la
comunidad a la investigación y la práctica llevadas a cabo, bregando por una
ciencia y una cultura nacional.(10)
Esas características de su accionar no hacen más que confirmar algunas de las
cualidades de la izquierda revolucionaria, que planteaba la democracia sindical
para fundirse con los reclamos de las bases y desde allí luchar por el proyecto
de liberación nacional y social.
Por ello no sólo fue reclamada de las garras de la dictadura por sus familiares
y compañeros de militancia y de la izquierda, sino que también lo hicieron firme
y valientemente sus colegas de los organismos que ella presidía. Así en el caso
de Beatriz –como en el de otros compañeros- su inserción, su trabajo fecundo fue
reconocido no sólo por sus camaradas, sino también por los colegas que la
reivindicaron en los momentos de vigencia del terrorismo de estado.
De esta manera deben ser recordados y reivindicados nuestros compañeros,
haciendo saber qué cuestiones plantearon, porqué fueron blanco de la represión y
que se destacaron no sólo frente a la tortura, sino que mucho antes y después de
ello tuvieron una conducta que los distinguió haciéndolos apreciar por sus
compañeros de militancia y por aquellos otros con quienes trabajó en el campo
sindical e intelectual.
Dice Graciela Perosio que su madre –quien se suicidó cinco años antes del
secuestro de Beatriz- las había educado en forma muy espartana. Para ella
–cuenta- tener fiebre, era tener arriba de los 38 grados, así que si tenían
menos, no importaba e iban al Colegio lo mismo. Cree que por su vocación
deportista, además, pudo resistir las torturas y el ensañamiento que tuvieron
con ella.(11)
Jorge Watts, militante de VC y sobreviviente del campo "El Vesubio", en el
testimonio que prestó ante la Cámara Federal de Apelaciones en el Juicio a las
Juntas dijo que Beatriz Perosio tuvo tres paros cardíacos. (12) Por su parte, el
testimonio de Estrella Iglesias, también compañera ex -detenida desaparecida del
mismo campo, denunció que Beatriz tenía rota una pierna y encontró en el baño,
el diario de cabecera de su madre.(13)
Estas muestras del horror nazi argentino se mencionan porque indican que toda la
bondad y firmeza de esta mujer argentina no flaquearon a la hora de enfrentar a
estas hienas, como buena comunista que era y tal como hicieran en su época los
cristianos.
En Beatriz Perosio se entrecruzan y conectan por una parte, su condición de
dirigente nato como dice su hermana, que naturalmente se destacaba asumiendo la
conducción y guía de sus compañeros; por la otra, una militante comunista que no
renegaba de su origen cristiano. Todo ello en una personalidad activa y humana,
que se comunicaba con los otros e intentaba que lo propio hicieran sus colegas,
con las características de la nueva izquierda revolucionaria, sin tabúes ni
manejos burocráticos. Nada de sellos y formalismos que fueron lacras que tanto
perjudicaron a la izquierda argentina.
Por ello muy importante fue su actividad partidaria en el trabajo con los
intelectuales. V.C. fue la organización revolucionaria que sostuvo la creación
de la revista Punto de Vista en Buenos Aires. Su primer director fue Jorge
Sevilla, compañero de Beatriz, quien, recuerda su hermana Graciela, mucho tuvo
que ver con la concreción de esta iniciativa.
Su rol en la dirección de la APBA no estuvo orientado a atarse a un sillón, no
sólo porque no dejó de hacer militancia revolucionaria contra la dictadura
terrorista de entonces, sino porque en este gremio en el que le tocó trabajar,
lo hizo para que resultara una palanca de uso de todos sus compañeros,
demostrándoles que era imprescindible consolidarla y fortalecerla para lograr
las reivindicaciones propias y el bien comunitario. No el sindicalismo de
cortarse solos para cuidar la quintita, sino al servicio del pueblo.
Además de estrechar vínculos dentro de su gremio, lo hizo con las demás
entidades profesionales, las facultades de Psicología y los estudiantes, con
quienes logró que no se cerrara la carrera durante la dictadura militar; con los
hospitales públicos que reivindicaba como patrimonio social y otros gremios como
el de Actores, que le facilitó la cobertura de su obra social. Una política
distinta al aislamiento; conexión total y permanente hacia abajo, arriba y los
costados, corrigiendo en este sentido también, viejos yerros de sectarismo de la
izquierda.
El último editorial de Beatriz fue sobre "La hora de reencontrarse", donde
señalaba la importancia de una asamblea que se realizaría en la APBA para dar
continuidad a esta asociación a la par de controlar su gestión aportando
críticas y/o respaldo, fortaleciéndose, en definitiva, con la participación
activa. Reagruparse, reorganizarse era su mensaje de despedida. En medio de todo
lo que estaba ocurriendo, llamaba a juntarse. Mensaje de desafío, para aprender
y llevarlo hacia el futuro.(14)
NOTAS
(1) Gaceta Psicológica No.68, enero de 1986.
(2) Su hermana Graciela, digna referente y hermana de Beatriz, cuenta que en
este periplo conoció a la madre de Camilo Torres, con quien intercambió
correspondencia e incluso hablaron de la intención de aquella de publicar las
cartas de este cura revolucionario. Entrevista del 10-03-00 en Bs.As.
(3) Ibid. Se nota su raigambre cristiana en esa vocación de darse como en su
peregrinar hospital por hospital para hablar con sus colegas, o de casa por casa
buscando apoyo para conseguir la nueva sede de la APBA. Ello se debe haber
fundido con el trabajo hormiga propio del comunista y qué resultados que dio!.
(4) Gaceta Psicológica, No.28, julio/agosto de 1980.
(5) Ibid, No.15, octubre/noviembre de 1978; No.16, diciembre/1978-enero de 1979;
No.19, junio de 1979; No.21, agosto de 1979; No.23, octubre de 1979; No.25,
diciembre de 1979.
(6) Ibid, de julio de 1979: "Beatriz Perosio. A 11 meses de la desaparición de
nuestra Presidente saliente bajo cuya orientación se plasmó una APBA
pujante".Memoria 1º/12/77 al 30/11/78: destaca la eficaz gestión de Beatriz
continuada luego del 8/8/78 por Hugo Vezzetti. Fortaleció la institución evitó
la dispersión, amplió su papel en organizaciones profesionales especialmente con
FePRA; jerarquización social y profesional apuntando a la legalidad del
ejercicio de la psicología; aumento de los socios; cantidad de cuotas, obra
social, Gaceta psicológica, nueva sede, etc., proyecto global y criterio de
conducción; a pesar de los dramáticos momentos vividos después del 8-8-78, nunca
hubieron tantas comisiones y grupos trabajando.
(7) Ibid.
(8) Ibid, No.68 cit..
(9) Ibid, No.28 cit.
(10) Ibid, No.21, agosto de 1979.
(11) Entrevista con Graciela Perosio cit.
(12) DIARIO DEL JUICIO No.14, 27-08-85.
(13) Ibid, No.15, del 8-9-85 (contiene testimonios del 3 al 5-07-85), pp.326 y
328.
(14) Gaceta Psicológica, No.13, julio de 1978.
www.pl.org.ar
 Centro
Clandestino de Detención El Vesubio
Ubicación: Av. Ricchieri y Camino de Cintura, Partido de
La Matanza, provincia de Buenos Aires. Al N.E. del cruce de ambas rutas, frente
a la Agrupación Güemes, y a pocos metros del Escuadrón de Caballería de la
Policía de Buenos Aires. Predio perteneciente al Servicio Penitenciario de la
Provincia de Buenos Aires, en cuyo casino de oficiales se instaló la dirección
del C.C.D. Su nombre clave para las fuerzas que operaban allí fue "Empresa El
Vesubio"; el "grupo de tareas" estaba provisto de credenciales que certificaban
su pertenencia a dicha "empresa". Su existencia como centro de detención ilegal
podría remontarse al año 1975, aunque entonces era denominado "La Ponderosa"
(Conadep Legajo N° 7170).
Testimonios sobre El Vesubio
En 1976 habría funcionado bajo la
jurisdicción del I Cuerpo de Ejército, cuyo jefe era el General Guillermo Suárez
Mason (Coandep Legajos Nros. 3048, 3524, 3382, 6769, 7170, 2529, 4124, 4151 y
7077), con dependencia directa de la Central de Reunión de Inteligencia (CRI)
que funcionaba en el hospital del Regimiento 3 de La Tablada, cuyo jefe era el
entonces Coronel Federico Minicucci (Conadep Legajos Nros. 7169, 2262, 98,
1310).
El testimonio de Elena Alfaro (Conadep Legajo N° 3048) resume con precisión las
principales de este C.C.D., coincidiendo otros liberados con tales
descripciones:
"El General Suárez Mason visitaba periódicamente el campo. El día de mi
liberación fui interrogada por él acerca del conocimiento por parte de mis
familiares de mi embarazo y sobre mis planes de vida para cuando saliese. El
Mayor Durán Sáenz (corroborado por los Legajos Nros. 3048, 3382 y 7170),
responsable del campo vivía allí de lunes a viernes y los fines de semana
viajaba a su casa en Azul". "El responsable de los guardias era el suboficial
penitenciario Hirschfeld (corroborado en los Legajos Nros. 7170 y 3048).
"Asimismo, la seguridad estaba a
cargo de personal del Servicio Penitenciario Federal, seis suboficiales en
total, que hacían guardia en las "cuchas" (especie de nichos donde estaban los
prisioneros). Estas personas eran de importancia fundamental para el
mantenimiento del clima de terror imperante en el campo. De ellos dependían los
detenidos para comer, ir al baño o higienizarse".
"En junio de 1977 tomó la jefatura del campo un grupo de oficiales de infantería
del Ejército proveniente del Regimiento 6 de Infantería de Mercedes. Todos los
integrantes del FTE (Fuerzas de Tareas Especiales) bajo el mando de Suárez
Mason, fueron promovidos a fines de 1977 como premio al trabajo realizado.
Grupos de Tareas pertenecientes a otras fuerzas utilizaron las instalaciones del
campo en distintas oportunidades, como en el caso de mi secuestro y el de mi
marido, Luis Fabri, quien fue ejecutado por el GT 4, de la Aeronáutica de
Córdoba".
"El régimen de terror imperante, la falta de referencias, la pérdida de
identidad al ser designados con un número, la incertidumbre y las vejaciones
permanentes, constituían una constante tortura psíquica. Muchas veces fuimos
amenazados con presenciar la tortura de familiares y en algunas oportunidades
as! fue. En mi caso, tuve que ver cómo torturaban a mi marido. Otra detenida,
Irma Beatriz Márquez, fue obligada a presenciar la tortura de su hijo Pablo, de
doce años".
La relación de la Fuerza Aérea con el C.C.D. "El Vesubio" surge del testimonio
de Luis Pereyra (Conadep Legajo N° 4591):
"Me detuvieron el 16 de septiembre de 1976, permanecí primero dos días en la VII
Brigada Aérea de Morón, donde fui torturado. Luego pasé a la Comisaría de
Castelar, donde estuve cinco días. De allí me sacaron para llevarme a un lugar
que no puedo precisar, donde permanecí una tarde; después a otro donde había 30
o 40 personas, en una sala de madera. Luego supe que era 'El Vesubio'.
... A fines de marzo de ese año fui conducido al Pena¡ de Devoto y luego de una
semana a la cárcel de La Plata. Me dejaron en libertad vigilada el l' de febrero
de 1979 y me controló la VII Brigada Aérea de Morón, hasta mi libertad total",
Alicia Carriquiriborde y Graciela Dellatorre (Coandep Legajo N° 4535)
"La madrugada del 19 de mayo de 1976 fui sacada de mi casa en La Plata. Me
llevaron a un lugar donde me desnudaron, y me torturaron con picana eléctrica.
Después supe que se trataba del campo clandestino 'El Vesubio'. Uno de los
guardianes me dijo que nos había llevado allí la Aeronáutica, que yo 'era de
ellos' pero que a otros compañeros 'los atendía el Ejército y la Marina, según
la organización a que los vincularan'. En julio nos retiraron de allí a Graciela
Dellatorre y a Analía Magliaro, secuestradas juntas el mismo día y a mí. Me
dejaron en la Comisaría 28 de la calle Caseros, donde permanecí hasta que me
sacaron a la superficie, que fue el Penal de Devoto. Allí reencontré a Graciela
Dellatorre; al poco tiempo ambas nos enteramos que a Analía Magliaro la habían
matado en un 'enfrentamiento' ".
Graciela Dellatorre, por su parte, relata:
"En ese lugar -El Vesubio- habían separado a los detenidos del sector donde yo
estaba en tres grupos. Cada uno pertenecía a determinado Grupo de Tareas. En una
oportunidad una chica fue interrogada por la patota encargada de otro grupo.
Cuando los que la tenían a su cargo se enteraron del suceso hubo un gran
malestar, e incluso encargaron a esta joven que si se repetía algo similar 1 no
les contestara' ".
De acuerdo con las constancias testimoniales obrantes en la Conadep, 34 de las
personas que estaban detenidas clandestinamente en El Vesubio en setiembre de
1978 fueron separadas en grupos. Los detenidos, con los ojos vendados y las
manos atadas a la espalda, fueron dejados en la proximidad de unidades militares
en vehículos cerrados. A los pocos minutos, en todos los casos eran
"descubiertos" por personal militar que condujo a los prisioneros a distintos
regimientos o comisarías de la Provincia de Buenos Aires.
Ya "legalizados" fueron puestos a disposición del Consejo de Guerra Especial
Estable, presidido por el Coronel Bazilis, el que se declaró incompetente,
girando las causas a la justicia Federal. En un plazo muy breve, el Juzgado
Federal a cargo del Dr. Rivarola, Secretarías de Curutchet y Guanziroli,
sobreseyó a los acusados. A mediados de 1979 las víctimas de todo este proceso
fueron dejadas en libertad desde los penales en los que cada uno estaba. Habían
quedado sin embargo registradas en el expediente judicial las denuncias de
algunas de las dramáticas situaciones por ellos vividas.
Los edificios donde funcionaron la "enfermería", la "jefatura", las "cuchas" y
el "quirófano" (con su inscripción "si lo sabe cante, si no aguante"), no
existen más. Fueron demolidos ante la visita de la Comisión de Derechos Humanos
de la OEA en 1969. Sin embargo, el juez Dr. Ruiz Paz, y la CONADEP, acompañados
por testigos, encontraron entre los escombros las características baldosas
descriptas por los ex cautivos, también restos de las "cuchetas" de hormigón y
pudieron determinar sobre el terreno el emplazamiento de cada dependencia
descripta (Conadep Legajo N° 3048).
El Vesubio, junto con la ESMA, tienen el triste privilegio de ser los campos de
concentración que en el área de Capital Federal y Gran Buenos Aires tuvieron
mayor actividad. Por la cantidad de víctimas que pasaron por sus salas de
torturas y por la cantidad de desaparecidos que han dejado a la sociedad
argentina.
En el Vesubio se cometieron todo tipo de delitos, robo de menores, violaciones,
asesinatos. Sus responsables e integrantes son responsables también de robos,
saqueos a las viviendas de sus víctimas y familiares. Y también de robos de
automóviles y otros bienes, aún en la vía pública a quienes pasaban cerca del
lugar.
Secuestro de menores y ancianos, tortura a embarazadas, todos los capítulos del
horror concentrados en un solo lugar, Avenida Ricchieri y Camino de Cintura,
puente 12.
El predio era del Servicio Penitenciario Federal, fue utilizado como lugar de
secuestro y tortura desde agosto de 1975 y a partir del 24 de marzo de 1976 fue
comandado por el Primer Cuerpo de Ejercito, funcionando hasta Octubre del 78.
La mayoría de sus víctimas fue hecha desaparecer por los métodos habituales en
esa época, muchos otros aparecieron en grupos de cadáveres acribillados a
balazos simulando inexistentes enfrentamientos y un reducido grupo fue liberado,
generalmente después de pasar por otros campos de detención, cárceles y ser
sometidos a Consejo de Guerra.
Entre sus víctimas hubo escritores como Haroldo Conti y Hector Oesterheld,
cineastas como Raymundo Gleiser, abogados, médicos, periodistas, obreros,
empleados, estudiantes, religiosos, y representantes de todas las profesiones,
hasta enfermeras, parteras y niños.
En cuanto a sus ideas políticas hubo peronistas, radicales, comunistas,
socialistas y representantes de todas las organizaciones sociales y políticas
que de una forma u otra se opusieron a la dictadura.
Su primer jefe fue el Prefecto Alberto Neuendorf, alias Neuman o el alemán, Jefe
de Inteligencia del Servicio Penitenciario Federal, sustituido en 1976 por el
entonces Mayor del Ejercito Pedro Alberto Durán Saenz, alias Delta y a fines del
77 este fue reemplazado por otro oficial del Primer Cuerpo de Ejercito apodado
El Francés.
Estuvieron bajo la responsabilidad directa de los Generales Suarez Mason y
Sasiaiñ y el control de los prisioneros siempre estuvo a cargo de personal de
inteligencia del Servicio Penitenciario Federal.
Muchos de los sobrevivientes pasaron por diversas unidades militares y
policiales que formaban parte de la siniestra trama manejada desde el Vesubio.
El "blanqueo" de los sobrevivientes se producía sistemáticamente en el Batallón
de Logística 10 de Villa Martelli, el Reg. de Infantería 6 de Mercedes, el Reg
de Infantería 7 de La Plata, el de Artillería de Ciudadela, las comisarias de
Monte Grande, Lanus y Villa Insuperable, entre otras.
 Memoria
de colegas desaparecidos
Declaración de la Asociación de psicólogos de Buenos Aires al cumplirse 25 años
del golpe militar de 1976.
"A 25 años del terrorismo de Estado que arrasó la subjetividad de millones de
argentinos, la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires homenajea a los miles de
compatriotas desaparecidos, entre ellos a aquellos colegas que por sus ideales y
entrega solidaria sufrieron el tormento. Reivindicamos especialmente a Beatriz
Perosio, presidenta de nuestra Asociación y de la Federación de Psicólogos de la
República Argentina (FePRA), que con sus sueños, vocación y lucha fortaleció y
construyó las instituciones que nuclean a los psicólogos –dice un comunicado de
la APBA–. Los psicólogos sabemos que es necesario recordar para no repetir.
Nuestra memoria sigue intacta".
El comunicado incluye un listado de psicólogos desaparecidos: ANDRES Elena,
AVILA Juan José, BEJAS María Cristina, BREA Marta, BREGLIA Margarita C. de
REYNOSO, BUGNONE María E. de BONAFINI, CONDE Diana Noemí, EVANGELISTA Blas
Alberto, FELIPE Ester Silvia de MONACO, FERNANDEZ MENVIELLE Lilian Nilda, FLORES
Horacio Bernardo, GARCIA Diana Iris, GARELIX Hugo Ricardo, GOULECOZIAN María
Esther, KORIN Eduardo Mario, LEIVA María Delia, LACROIX María Esther de PONCE,
MANCEBO Beatriz Ofelia, MIZRAJI Liliana Graciela de PASQUINI, MOBILI Ana María
de BONETTO, MUCHIUTTI María Inés de PEREZ, NOIA María de Lourdes de MEZZADRA,
OLIVENCIA Daniel Horacio, ORLANDO Irene, PEROSIO Beatriz, PIETTELLI Anabella de
CANON, RAGO Graciela Noemí, SANCHEZ María Matilde, SAVIGNONE Norma S. de
PISATURNO, SCIARRETA Raquel Alicia, SEOANE TOIMIL María, VANELLA BOLL María del
Carmen, VILTE Carmen Rosa de LOKER, VILLEGAS Aída Inés, "y todos los colegas
desaparecidos que no figuran en este listado".
"Por ellos y por nuestro país exigimos verdad, justicia y castigo a los
culpables".
 Homenaje
a los 110 trabajadores de salud mental desaparecidos
Por Juan Carlos Volnovich
Acto homenaje desaparecidos salud mental 2016.
El 24 de marzo de 2016 la revista Topía y el PEF (Psicólogos en Frente de los
Graduados de psicología de la UBA) realizaron un homenaje en el Parque de la
Memoria a los 30.000 desaparecidos por la dictadura cívico-militar recordando a
los 110 trabajadores de la Salud Mental desaparecidos. Hablaron Enrique
Carpintero, Juan Carlos Volnovich, Nancy Caro Hollander y Héctor Freire.
Transcribimos el texto leído por Juan Carlos Volnovich.
Estamos aquí reunidos para rendir homenaje a los trabajadores de salud mental
desaparecidos durante la última dictadura militar. Estamos aquí reunidos para
recordar; para recordar lo que no tiene nombre.
El recuerdo: “Una civilización que olvida su pasado está condenada a revivirlo”.
Sobre esta afirmación de George Santayana (principios del Siglo XX) se construyó
todo un universo de memorias destinadas a innovar allí donde el olvido -o, mejor
dicho, el ocultamiento- garantizaba la repetición. Fue así que la Shoa se erigió
en el edificio insoslayable, destinataria privilegiada de todas las polémicas
acerca de los usos del recuerdo; y la memoria de la dictadura militar argentina,
que puso en acción el terrorismo de estado, se entronizó como referente
ineludible de nuestro pasado.
La denuncia no se hizo esperar; era evidente: el objetivo de la desaparición
forzada como recurso político no quedó reducido a las personas, ni siquiera al
conjunto de la sociedad, sino que consistió en aniquilar y hacer desaparecer la
representación misma. De modo tal que se imponía salir al cruce del silencio y
contribuir a poner en palabras algo de ese horror; vociferar el espanto para
poder olvidarlo después; se imponía defender la posibilidad de imaginar lo
inimaginable aún a sabiendas que toda representación de esa atrocidad iba a ser
inadecuada e incompleta. Se imponía “salvar” los testimonios y las
representaciones en su dimensión política porque en esa acción se jugaba la
resistencia última a quedar definitivamente arrasados cumpliendo de manera
sumisa y cómplice el objetivo último de la dictadura militar: matar la muerte…;
el objetivo último de la dictadura militar como antes fue el objetivo último de
los campos, el fin de “la solución final” que consistió en cometer un crimen sin
resto y sin memoria o, como diría Nancy, “en el espectáculo del aniquilamiento
de la representación misma”
Decía que el objetivo de la desaparición forzada como recurso político no quedó
reducido a las personas, ni siquiera al conjunto de la sociedad, sino que
consistió en aniquilar y hacer desaparecer la representación misma. Consistió en
inocular el terror en el seno de lo propio para que ese terror se trasladara de
generación en generación de modo tal que, aunque las causas desparecieran, sus
efectos continuaran para garantizar el sometimiento.
El terror, ese mismo terror al que aludió León Rozitchner cuando intervino El
Malestar en la Cultura; el terror que le permitió a León acercar respuestas al
interrogante mayor que enfrenta al psicoanálisis: ¿cómo se explica que los
obreros y los sectores más postergados de la sociedad no se rebelen contra
quienes los someten; cómo se explica que los oprimidos voten a sus verdugos?
¿Cuáles son las trampas tendidas en el seno de la propia subjetividad que nos
llevan a convalidar aun sin querer un sistema opresor injusto y desigual?
¿Cuál es y cómo funciona esa dialéctica siniestra instalada dentro de nosotros
que nos impide rebelarnos contra aquello que nos despoja de los bienes
materiales, de los bienes simbólicos y de la vida misma?
¿Porqué los que menos tienen son los que tienen menos posibilidades de oponerse
a un sistema que los excluye o los explota pero que no los reconoce?
¿Porqué aquellos que no tienen nada que perder, más que sus cadenas, son los más
sumisos y obedientes al proyecto de exterminio?
¿Cómo rescatar el impulso positivo del instinto de muerte volcándolo a los fines
de la vida, coaligarlo con ella, para destruir el obstáculo que se opone a su
despliegue?
La desaparición forzada de personas instaló el terror, y la indiscriminación de
esa práctica estuvo al servicio de generalizarlo. Nadie podía estar seguro: la
represión podía recaer sobre el líder de una organización “subversiva” tanto
como sobre el “inocente” cuyo nombre aparecía en una agenda. Y los desaparecidos
de entonces, los desparecidos por un estado terrorista se continuaron hoy en día
con los despedidos por un estado democrático a sabiendas que la exclusión del
mercado laboral equivale a la desaparición social. En la actualidad, con los
despidos masivos en el Estado y con más de 30.000 despedidos por las empresas,
nadie está seguro de poder conservar su trabajo.
Decía que sobre esa afirmación de Santayana --“Una civilización que olvida su
pasado está condenada a revivirlo”-- se construyó todo un universo de memorias
destinadas a innovar allí donde el olvido garantizaba la repetición. Pero el
aforismo que hizo virtud del recuerdo, trajo más el recuerdo del horror que el
recuerdo del amor. Y así el mal, el mal supremo, (Videla, para el caso) se ubicó
como aspirante privilegiado para ocupar el trono de la memoria. Y el olvido que
nos amenazaba le cedió lugar a una memoria sesgada y deformada que pasó, así, de
ser memoria acusadora a ser memoria acusada.
¡Tanto Videla! ¡Tanto golpe militar! La interminable escritura de la
desaparición forzada elevó los sitios de detención y tortura al lugar de honor
de eso que ha dado en llamarse la victimología de modo tal que los malos de la
historia pasaron a ser los que quedaron mejor posicionados a la hora de aspirar
a la inmortalidad. Y los torturados y los masacrados, los exiliados y los
veteranos de las guerras, debieron resignarse a ocupar lugares subalternos en la
escala jerárquica de la historia.
Universos de memorias acríticas; pasados indiferenciados que coagulan a los “dos
demonios” –militares-Montoneros--; memoria hollywoodense de una “historia
oficial” buena para un Oscar; memoria que borra la memoria...ese exceso de
memoria que hoy nos invade bien podría hacerle lugar –un merecido lugar-- a las
marcas de su imposibilidad para evitar el destino que pudiera llevarla a no ser
otra cosa que una figura del olvido.
Memoria de las víctimas que coinciden con la memoria de los victimarios. Cuando
el 9 de Octubre de 1997 Adolfo Scilingo confesó haber participado de los “vuelos
de la muerte”, dio una serie de informaciones que ya eran patrimonio de los
Organismos de Derechos Humanos. Martín Balza, por entonces Jefe del Ejército, y
Scilingo no dijeron nada nuevo; nada que no se supiera ya y con más detalles. No
obstante fue la primera vez que los represores confirmaban la versión de las
víctimas. El impacto en la opinión pública de las confesiones de Scilingo y el
informe de Balza, el efecto de “verdad” de esas confesiones, inspiró en Fernando
Ulloa un comentario antológico: “Así que lo que era cierto…era cierto”.
No obstante, los psicoanalistas sabemos muy bien que nada es cierto, que no hay
verdades absolutas y que una cosa es el horror y otra muy distinta el relato del
horror. Hay algo de inefable en el horror, algo de inaudito que supone el
fracaso de cualquier iniciativa destinada a decir la verdad sobre lo sucedido.
De modo tal que en el reino de las mentiras debemos situarnos; dominio de
mentiras pretenciosas que son pretenciosas por que intentan borrar el horror;
porque se construyen con la clara intención de ayudarnos a tolerar la
insoportable ausencia de palabras; la intolerable presencia de una verdad sin
lenguaje. De modo tal que son mentiras psicoanalíticas: mal que les pese algo de
verdad transmiten; igual que en los delirios donde un núcleo de verdad asoma en
medio de un montón de disparates.
Si la verdad nunca se entrega del todo, nunca se obtiene plenamente; si la
mentira siempre es una mentira a medias y algo de la verdad del inconsciente
revela, el par antitético de la verdad no es la mentira. Para el psicoanálisis
el par antitético de la verdad y la mentira es el olvido. Y, por olvido, aludo a
aquello que cae y queda preso de la represión para hacerse visible solo como
síntoma individual y social.
Hay algo de mentira cuando se intenta culpabilizar de la catástrofe actual a la
“herencia recibida”, pero hay algo de verdad cuando se culpabiliza a la
“herencia recibida”, porque la “herencia recibida” es también la herencia que,
como terror vigente, nos dejó la dictadura militar y la dictadura económica que
impuso el neoliberalismo.
Dije antes que sobre esa afirmación de Santayana --“Una civilización que olvida
su pasado está condenada a revivirlo”-- se construyó todo un universo de
memorias destinadas a innovar allí donde el olvido garantizaba la repetición.
Pero el aforismo que hizo virtud del recuerdo, trajo más el recuerdo del horror
que el recuerdo del amor. De modo tal que voy a dedicar los minutos que me
quedan para hablar sobre el recuerdo del amor.
Tengo muy presente la lista de los 110 desparecidos. Algunos fueron mis amigos,
otros apenas compañeros o conocidos. Pancho Bellagamba, Rosita Mitnik, Juan
Carlos Risau, Alberto Pargeament, Beatriz Perosio, Marta Brea, fueron mis
amigos. Con muchos de ellos fundamos, antes del Golpe, la Coordinadora de
Trabajadores de Salud Mental; éramos jóvenes, estábamos llenos de buenas
intenciones; éramos un montón de muchachos y muchachas que soñábamos con un
mundo mejor: nos disponíamos a usar nuestra inteligencia, nuestro saber para
ayudar a la salud mental de los sectores más desprotegidos de la sociedad y
pretendíamos, también, acompañar a los movimientos revolucionarios y demostrar
que podíamos ser útiles en el camino para la liberación.
De modo tal que no solo fueron 110 vidas truncadas sino que fue un proyecto que
quedó arrasado.
La masa crítica del psicoanálisis argentino que se forjó con los pioneros que
enfrentaron a la psiquiatría manicomial hegemónica en la década del 40; que se
forjó en el Servicio de Psicopatología del Policlínico de Lanús; con la
psicoterapia de grupo y el psicodrama cuando el psicoanálisis individual se
postulaba como el único legítimo; con el grupo Plataforma que partió en dos al
psicoanálisis mundial; a esa masa crítica, en ese linaje están inscriptos los
110 trabajadores de salud mental desaparecidos. Pero su desaparición no impidió
que otros trabajadores de salud mental, desafiando el terror de adentro y el
terror de afuera, continuaran esa luminosa resistencia que en plena dictadura
militar se plasmó en los equipos asistenciales de los ocho primeros Organismos
de Derechos Humanos: Madres de Plaza de Mayo, Familiares de Detenidos
Desaparecidos por Razones Políticas, Abuelas de Plaza de Mayo, Centro de
Estudios Legales y Sociales (CELS), Asamblea Permanente por los Derechos Humanos
(APDH), Liga Argentina por los Derechos del Hombre (LADH), Servicio de Paz y
Justicia (SERPAJ), Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH). Todos
esos Organismos contaron con equipos asistenciales de salud mental.
El primero fue el Equipo de Asistencia Psicológica de las Madres que comenzó
allí por el 79. Y en el 82 se fundó el Movimiento Solidario de Salud Mental
ligado a Familiares de Detenidos-desaparecidos por Razones Políticas. De ahí en
más, ese campo asistencial y esa producción teórica no ha cesado de crecer
próximos a los Organismos de Derechos Humanos y también en asociaciones y grupos
que, de alguna manera, se convirtieron en el mejor homenaje a los trabajadores
de salud mental desaparecidos
Muchos de nosotros acompañamos o protagonizamos esa historia, lo que quiere
decir que hemos aprendido a leer síntomas sociales y a aportar significados a
silencios y gritos. A pesar que nuestra historia abunda más en derrotas que en
victorias, la razón, la fuerza de justicia y la riqueza de sentido sobrevive en
nuestra lastimada conciencia de vencidos y no figura en la historia que los
vencedores de este capitalismo tardío escriben cada día para convertir el horror
en hazaña y la infamia en gloria.
Hemos sobrevivido al terrorismo de Estado y al terrorismo económico y ahora, más
que nunca, estamos dispuestos a enfrentar al Poder y al saber totalitario,
haremos lo imposible por respetar las diferencias con el derecho asumido a ser
intolerantes con los intolerantes, y con la inclaudicable decisión de no
renunciar a la unidad, a la fuerza que da el conjunto.
No hemos llegado al “fin de la historia”. El imperialismo no ha llegado al “fin
de la historia” y, por lo tanto, no hay victoria final. Tampoco derrotas pasadas
porque, para muchos de nosotros, vencer es solo eso: intentar una y otra vez lo
que deseamos. Y todo hace pensar que la catástrofe actual es ahora la huella por
donde arrancarán nuestros pasos para intentar, para desear, una vez más.
Seguramente los 110 trabajadores de salud mental desaparecidos no fueron mejores
que quienes continuaron manteniendo viva la llama de la esperanza. Seguramente
quienes nos reunimos hoy aquí no somos mejores psicoanalistas ni mejores
psicólogos que los demás. Tampoco nadie es, sospecho, demasiado diferente a la
sociedad que lo parió. El autoritarismo, la tendencia al individualismo, la
ineficiencia, la irresponsabilidad frente al sufrimiento de los demás, esos
males que caracterizan a los sectores dominantes interesados en justificar y
perpetuar la desigualdad y la injusticia, se reflejan también en nosotros. Los
trabajadores de salud mental que queremos el cambio –o que al menos nos negamos
a ser cómplices de este régimen de oprobio- no estamos vacunados contra la
ideología de la opresión. Quizás nuestra salud consista en saber que estamos
enfermos, no mucho menos enfermos que el Sistema que nos hizo y que quisiéramos
ayudar a deshacer. Quizás nuestra salud consista en confiar sin límite en el
poder instituyente que se dispara con indignación frente a este mundo
desgraciado; nuestra salud descansa en la convicción de que la Historia no
perdonará nuestra cobardía si, compartiendo el mismo interrogante sobre un mismo
abismo, no logramos hermanarnos.
Dice un proverbio español: “lo que por sabido se calla, por callado se olvida”
Si hoy estamos aquí, entonces, es para no callar, para no olvidar.
110 trabajadores de salud mental desaparecidos. ¡Presentes! Ahora y siempre
Fuente:
https://www.topia.com.ar/articulos/homenaje-110-trabajadores-salud-mental-desaparecidos
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